Aunque el modelo educativo de la SEP y sus nuevos libros de texto proponen cambios radicales en las escuelas públicas, estas no significan una ideologización de la educación. Por el contrario, fomentan el pensamiento crítico, aunque sus métodos serán difíciles de aplicar
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Cortesía escuela activa Paidós
CIUDAD DE MÉXICO.- Los nuevos libros de texto gratuitos de las primarias son revolucionarios y podrían cambiar la cara de la educación en México, sin embargo, están lejos de ser la amenaza del virus comunista que muchos medios anuncian. Lo que sí presentan es una forma de trabajo educativo poco aplicada en México que cambia el enfoque de cómo se enseña y cómo se aprende.
La propuesta de la Nueva Escuela Mexicana, como se ha nombrado a esta nueva línea pedagógica, acerca la enseñanza por proyectos a la práctica educativa al interior de las aulas. Para entender qué es esto y cómo se organiza, Pie de Página se acercó a la experiencia de la Escuela Activa Paidós, que desde hace 52 años aplica este método en sus aulas.
¿Qué implica este cambio paradigmático? ¿En realidad es un paso hacia el apocalipsis comunista? Aquí te explicamos.
“No podemos evaluar los libros sin pensar que hay una propuesta educativa detrás” aclara desde el inicio la directora de la escuela Paidós, Teresita del Niño Jesús Garduño.
“A este cambio en los programas le llamaron Nueva Escuela Mexicana. Entonces esa propuesta tiene ejes articuladores que refieren a la justicia, a la equidad, a la conciencia de la diversidad, del medio ambiente, a la salud. O sea, son ejes pertinentes”.
Teresita del Niño Jesús Garduño
¿Qué propone la Nueva Escuela Mexicana?
A diferencia del programa anterior, la Nueva Escuela Mexicana derriba la separación del conocimiento en disciplinas como Matemáticas, Lenguas, Ciencias Naturales, Geografía o Historia, para usar cuatro campos formativos que integran estas parejas de conocimiento. Los campos son Científico, Ética, Naturaleza y Sociedad y Del humano y lo comunitario. A través del desarrollo de estos campos se articulan el resto de los conocimientos de las materias tradicionales.
“Un punto a favor de la Nueva Escuela Mexicana, y que a mí me parece muy pertinente, es el de los proyectos. No es nuevo en México, es algo que en algunas zonas se hace desde muchos años. Yo los estuve trabajando para la población migrante y para la población comunitaria, porque trabajar por proyectos es la mejor forma de articular los conocimientos cuando se tiene una población en desventaja, cuando tienes grupos con diferentes grados escolares o con los niños y niñas migrantes, que están un tiempo en un campo de cultivo y luego se van a sus lugares de origen, con quienes es muy difícil seguir un programa muy estructurado”, comenta la doctora en psicogénesis Teresita Garduño.
Estos proyectos tienen la intención de intervenir espacios como el aula, la escuela o la comunidad. Los mismos en donde se desarrollan y articulan el trabajo y el aprendizaje escolar. Buscan un nuevo acercamiento a la adquisición del conocimiento, como explica la doctora.
“Yo los tengo en mi escuela y funcionan, pero lograrlo ha sido un proceso muy largo de trabajo colectivo. No es algo que se haga de la noche a la mañana”, advierte.
Para el aprendizaje de la geografía, explica Garduño, los estudiantes pueden pintar el suelo de la escuela, como el de los patios y pasillos, con mapas que hacen los niños. Por ejemplo, un mapa integraba animales, pero entonces los niños se preguntaron si los elefantes de África son diferentes a los de la India y cuáles viven en qué parte del mundo. Al dibujarlos en un mapa, los niños no solo aprenden de geografía sino de otras materias.
Los proyectos, explica la directora Teresita, no solo son propuestos por los maestros, sino que los alumnos también pueden proponerlo, como les pasó durante la pandemia.
“Estábamos en el análisis de por qué estábamos encerrados todos y que si el virus lo habían transmitido los murciélagos. Vimos que algo que le preocupaba mucho a los niños es ¿qué está pasando en relación con la naturaleza? Entonces ellos proponen lo que se llama Guardianes del Planeta, un proyecto que nació de los niños, y que era investigar qué se estaba haciendo en el mundo para cuidar el Medio Ambiente que nos estamos acabando. La pandemia, pues tenía que ver con que habíamos cruzado los límites de explotación. Ese proyecto sigue funcionando y cada lunes los niños traen sus investigaciones”.
En algunas materias, los maestros son los encargados de articular el conocimiento en proyectos, pero muchos de estos planes surgen de la iniciativa de los niños y las niñas, que tienen miles de preguntas sobre el mundo. Preguntas quepermiten ir construyendo el aprendizaje.
Un cambio súbito
Si bien el sistema por proyectos ha probado su eficacia en la experiencia de más de 50 alumnos egresados de la escuela Paidós, eso no significa que su implementación en el sistema público nacional vaya a ser sencilla. Mucho menos con el método que está siguiendo la Secretaría de Educación para su propagación entre los maestros actuales.
Desde hace un año, durante la reunión de fin de mes que tienen los docentes de las escuelas en todo el país, se ha ido hablando del tema y se ha ido acercando el sistema. Sin embargo, el espacio es demasiado breve para que los maestros lo puedan entender por completo. Y también para que puedan desarrollarlo a cabalidad, según explica la doctora Garduño.
“Hacer un programa de estudios completo no es algo sencillo, y los profes no tienen la formación para eso, como lo pide la SEP. Pueden analizar el programa y proponer cosas, pero no son diseñadores curriculares. Y lo digo porque yo estoy en una escuela y lo hicimos aquí. No estoy hablando de lo que me dijeron, estoy hablando de lo que viví y lo que vivieron mis profes”.
De alguna manera, el nuevo modelo de la SEP marca la pauta de conocimientos que se espera se enseñen en cada área formativa. En ellas, los maestros son los encargados de acomodar esos conocimientos en proyectos específicos, lo que podría ser problemático en muchas escuelas del país.
“En algunas escuelas del país el manejo del libro de texto es casi la guía de trabajo. Hay maestros que no hacen una planeación aparte de sus clases, sino que toman el libro y le dicen a los niños: ‘abran la página 28 y vamos a leer’, y ese es el primer momento en que veían ese contenido en su vida. Con estos libros no se puede hacer esto, tienen otra forma de trabajo. Ahí la SEP sí debió de haber tenido eso en mente, el poder decir: ‘a ver, tengo a estos maestros trabajando así, ¿qué hago con ellos?’”.
Por la naturaleza de este sistema se podría creer que los libros tienen menor contenido de algunas materias, como matemáticas, pues no se ven muchas páginas con ejercicios; sin embargo, este tipo de desbalances se deben corregir por los maestros a través del programa analítico y sintético, que es mucho más amplio.
“Ahí los maestros tendrán que tomar de estos programas y ver qué cosas faltan agregarles, porque les dijeron: ‘tú puedes agregar’. Ese es el planteamiento de autonomía que hay ahora, aunque yo no estoy segur que los maestros hayan tenido todo el tiempo y toda la formación para poder plantearlo así”, comenta la doctora.
Fallas en los libros
Aunque esta es la primera edición de los nuevos libros de texto, y es muy probable que tengan varios errores, estos no son las fallas que se han señalado en las grandes cadenas televisivas del país, como que llaman a la «insurgencia» o que «fomentan la división y la polarización del país».
Sus errores parecen más de diseño, y denotan la falta de una persona cercana a los grados a los que están destinados, como explica la maestra Teresita Garduño.
Por ejemplo, el libro de Proyectos Comunitarios de primer grado tiene textos demasiado largos y complejos, poco adecuados para los niños de esa edad que apenas están desarrollando la lengua escrita.
“No son los temas, no están mal. El asunto es que el destinatario no es el niño, el destinatario es el profe y él es el que tiene que dirigir el proyecto que considere con el grupo que va a seguir, porque bueno, pues los pequeñitos de seis años no van a andar proponiendo eso”.
De alguna forma, (y así lo ha explicado el funcionario detrás del rediseño del programa de estudios y de los libros mismos, el director de materiales educativos de la SEP, Marx Arriaga), los libros pretenden involucrar a maestros, padres de familia y alumnos en el desarrollo de los conocimientos. Eso podría explicar los textos largos y complejos en libros de primer grado.
“Eso está bien, pero ¿irá a pasar? ¡Quién sabe!, pero como lo dicen los maestros de la CNTE: la prueba de fuego será cuando lleguen a los salones y veamos qué es lo que sucede y qué tanto se involucran”, advierte.
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A pesar de que el director de materiales educativos asegura que estos libros fueron diseñados en conjunto con maestros en activo del país, ese tipo de textos largos levantan dudas en la doctora Teresita Garduño. Sus dudas las comparten otros docentes del país, porque un maestro de ese grado sabe que esos chicos no leen, que sus libros tienen más imagen y mucho menos texto.
A pesar de las críticas, Garduño reconoce que entre las páginas hay muchas cosas muy pertinentes, como la introducción de la lengua de señas, así como una introducción a las lenguas originarias del país.
Un nuevo programa sin reconocimiento del pasado
Otra de las críticas que hace la doctora Teresita Garduño de los libros y del sistema de la Nueva Escuela Mexicana es que no toma en cuenta los avances educativos que ya se han incorporado en otros años. Avances que incluso se han originado en México, y han facilitado la enseñanza de cuestiones básicas como la lectoescritura.
“En México ha habido mucha investigación sobre la forma en cómo los niños y las niñas construyen conocimiento. Eso ha ayudado mucho metodológicamente para que en lugar de enseñar las vocales de forma tradicional, se ayuda a que construyan la lengua escrita a partir de sus hipótesis. Hay investigaciones muy fuertes al respecto, que la construyan a partir de el análisis que hacen de la lengua, descubriendo los fonemas. Esa investigación tiene muchos años en México. Sus frutos han sido manuales y materiales producidos para que los profesores conocieran todo este proceso de psicogénesis. Bueno, eso no aparece ningún lado. Se vuelve a decir: ‘vamos a aprender el alfabeto, vamos a aprender consonantes y vocales para leer y escribir’. Esa parte de negar lo que ha pasado a mí me preocupa, porque ni todo lo nuevo es positivo ni todo lo anterior negativo».
Hace falta un conocimiento especial
Sin duda, reconoce la doctora, el planteamiento teórico de la Nueva Escuela Mexicana es de avanzada, pues propone que la escuela tiene que ver con la comunidad, que tiene ver con sus necesidades y que tiene que ser crítica. ADemás de que planeta buscar la justicia y la equidad. Sin embargo, algunos de sus textos son demasiado complejos, incluso para los maestros, que si no tienen una formación previa en este tipo de sistemas van a tardar en digerirlo mucho más tiempo del que se dispone para hacerlo funcionar.
“Yo creo que hay que cambiar la educación», recapitula Garduño.
Y concluye:
«Sí estoy totalmente de acuerdo con que la educación no debe ser acumulación de conocimiento. Estoy de acuerdo en formar un juicio crítico. Estoy de acuerdo que el asunto de género debe estar en las escuelas, que debe haber una justicia social y que debe haber una participación más horizontal. Pero no estoy segura de que con esta propuesta lleguemos a hacerlo tan rápidamente como están pensando. Hay cosas que van a pasar muy poco a poco».
«Tenemos materiales que pueden ser muy útiles, pero tenemos un cambio de lógica en la forma de trabajo de la escuela y eso pues implica un esfuerzo especial».
¿Comunismo? Qué proponen la Nueva Escuela Mexicana y los libros de texto de la SEP