África contra el complejo de ‘salvador blanco’: a juicio por la muerte de 105 niños

Redacción: El Confidencial

Una estadounidense sin estudios ni experiencia como médica dirige una clínica para tratar a niños malnutridos en Uganda. Sobre ella pesa una denuncia por la muerte de más de 100.

Serving His Children es una organización que proporciona asistencia hospitalaria a pacientes con desnutrición grave, alimentación suplementaria en hogares en los que viven niños con desnutrición moderada y madres embarazadas o lactantes en Uganda. Se presenta como un «ministerio inspirado y dirigido por Dios», asociado con el Gobierno del país, donde «hasta el 45% de las muertes de menores de cinco años se deben a la desnutrición». Detrás de este centro está una misionera estadounidense, Renee Bach, nacida en la ciudad independiente de Bedford, en el estado de Virginia, que decidió viajar a Uganda después de terminar el instituto, en 2007, sin saber muy bien a qué quería dedicar su vida. Dos años después de llegar al país africano, del que se «enamoró», constituyó esta fundación, de la que es directora.

En 2018, en la plataforma Medium se publicaba un artículo en primera persona, aunque sin nombre y apellidos, de alguien que había viajado a Uganda en 2010, cargado de un «complejo de salvador blanco» reforzado al conocer a Bach. «Así que con la educación superior y poca o nula experiencia, fundé otra ONG en la misma ciudad que ella tenía su proyecto». Su experiencia, relata, le valió para ver cómo en la fundación vecina, la de Bach, la norteamericana practicaba la medicina sin estudios ni experiencia. Y allí dice haber visto alguna muerte por negligencia. La cosa no pareció quedarse ahí: el pasado mes de enero, la organización ugandesa en defensa de las mujeres Women’s Probono Initiative (WPI) y dos madres, Gimbo Zubeda y Kakai Annet, presentaron una denuncia contra Renee Bach por negligencias practicadas en su clínica que llevaron a la muerte de sus bebés. Los datos ofrecidos por la defensa de la propia Bach definen el número de niños que fallecieron en su clínica: un total de 105. El pasado mes de marzo tuvo lugar la primera audiencia, y se espera que el juicio se celebre a principios de 2020.

Según las denunciantes, la demandada violó el «derecho de sus hijos a asistencia médica apropiada al ser tratados en una instalación médica ilegal en Masese«, ejerciendo «sin licencia», sin «experiencia médica apropiada ni certificación», lo que supone una violación de la Constitución ugandesa. En la querella (que se puede consultar completa aquí), aseguran que los servicios sociales del distrito de Jinja ordenaron el cierre de la clínica en 2015 —dato que fue confirmado por el responsable de Salud del distrito de Jinja, Dyogo Peter— y el posterior traslado de los niños en tratamiento a centros gubernamentales, pero que esta siguió operando y «admitiendo a niños enfermos». Las dos madres que presentan la denuncia junto a la WPI aseguran que creían que Bach era médica, y que a menudo se la veía vestida con «bata blanca, un estetoscopio y administrando medicamentos a niños a su cargo».

Varios exempleados de la supuesta clínica también creyeron que Renee Bach era médica, según las declaraciones juradas presentadas en apoyo de la demanda; confirmaron que vestía bata blanca y que se asumía que era una profesional de la medicina. La acusada no ha hecho muchas declaraciones públicas, pero el pasado mes de junio explicó a la cadena Fox News que «nunca» se había presentado a sí misma como «profesional de la medicina». «He asistido a nuestro equipo médico, en situaciones de crisis, pero nunca he practicado la medicina (…), ni me he puesto bata blanca ni nada de eso», señaló. Su abogado, David Gibbs, del Centro Nacional para la Vida y la Libertad, emitió un comunicado a la cadena CNN en el que aseguraba que Renee Bach «trabajó junto a los profesionales médicos ugandeses y aprendió a proporcionar asistencia en casos de necesidad, y a menudo ayudó a enfermeros y otros profesionales de salud a prestar servicios en situaciones de crisis», aunque, insisten, no practicó nunca la medicina.

En la denuncia se habla de «cientos de muertes», aunque no citan ninguna cifra concreta. La defensa de Renee Bach sostiene que murieron 105 niños de los más de 3.600 que fueron tratados en su centro; según la organización de medios sin ánimo de lucro NPR, de 2010 a 2015 trató a 970 niños con malnutrición severa, de los que 105 perdieron la vida. En una de las declaraciones juradas, el que fuera conductor de la SHC Charles Olweny aseguró que había trabajado para esta organización durante ocho años y que llevaba «de siete a diez cadáveres cada semana» a las diferentes aldeas; ofreciendo 50.000 chelines ugandeses (algo más de 12 euros), un pequeño ataúd y una bolsa de harina de maíz a cada familia, como forma de condolencia.

«Con esa tasa de mortalidad estaríamos hablando de miles de niños fallecidos, y ese dato no es exacto», defiende el abogado de la voluntaria. «Tremendamente inexacto», insiste. Con estas cifras, en ocho años se estimarían entre 2.900 y 4.100 muertes. El pasado mes de marzo, en una primera audiencia ante la justicia, se presentaron diferentes archivos, vídeos y artículos publicados en el blog de la página web del centro en los que Bach explicaba cómo trabajaba.

En un país pobre te pones una bata blanca de médico y la gente, desesperada, confía en ti

En uno de ellos, titulado ‘Patricia’ y que ya no existe en este blog, se podía leer el siguiente texto, escrito por la ahora demandada: «La llevé a la clínica, le puse oxígeno y me puse a trabajar. Mientras le tomaba la temperatura, le puse una vía intravenosa, le revisé el azúcar en sangre, la examiné para detectar si tenía malaria (…). Necesitaba una transfusión de sangre. A los 30 minutos de la transfusión, comenzó a a mostrar signos de una reacción anafiláctica. No era bueno, nada bueno. En 15 minutos le afectó a la respiración, que iba de mal en peor: la garganta empezaba a cerrársele… Le pusimos antihistamínico y nos fuimos a Kampala». Según la propia Bach, tuvo que recibir una segunda transfusión, y sostiene que sobrevivió. Después de haber sido trasladada a un hospital de Kampala.

Arthur Caplan, fundador y director de la División de Ética Médica en la Universidad de Nueva York, denunció que lo que Bach estaba haciendo en Uganda es «éticamente horrible». «Cuando tú estás en un país pobre y te pones una bata blanca, llevas un estetoscopio y hablas como un médico la gente, desesperada, confía en ti. Traicionar esa confianza es lo peor que alguien puede hacer. Creo que quiso hacer el bien, pero ese impulso de querer gestionar situaciones de salud muy difíciles la llevó por un camino equivocado, y no sirve como excusa».

Imagen de Renee Bach en una campaña de GoFundMe para recaudar fondos para la demanda contra la estadounidense
Imagen de Renee Bach en una campaña de GoFundMe para recaudar fondos para la demanda contra la estadounidense

Organismos como ‘No White Saviors‘ acusan a Bach de haber aprendido a realizar algunas prácticas sanitarias a través de tutoriales de YouTube, mientras su abogado insiste en que «señalarla de fingir ser médica o de presentarse como enfermera no tiene sentido». «Renee tiene una gran experiencia médica, ha aprendido a hacer RCPs, o a colocar una vía intravenosa… pero nunca ha sido doctora. Así que solo ayudaba cuando podía ser útil«.

De la nada a la medicina

Bach había estado siempre implicada en programas de voluntariado: según el diario ‘News Advance’, periódico local del condado de Bedford y otros adyacentes también en Virginia, su familia tenía un terreno, la Granja de las Muchas Bendiciones, en las que practicaban la hipoterapia (terapias con caballos), y al terminar los estudios consideró que su año sabático lo dedicaría a algo relacionado con los niños. «Me interesaba trabajar en un orfanato; creo que es bastante común cuando no sabes nada del mundo y piensas en niños que se te ocurra lo del orfanato (…). Nunca había oído hablar de Uganda. Es como un país tan pequeño… no sabía mucho del país, ni conocía a nadie que hubiera estado allí, pero di un ‘salto de fe’ y sentí que era donde el Señor me estaba llamando para que fuera», explicó al citado diario.

Nunca había visto antes desnutrición (…) pero decidí que este era un campo que el Señor me estaba mostrando como necesidad urgente

Su año sabático terminó y regresó a Estados Unidos, donde trabajó en otra organización para personas con necesidades especiales, pero volvió a sentir la llamada. «Sentí que había una necesidad que satisfacer y que aquella comunidad no estaba consiguiendo, y que tal vez yo podría formar parte de ello». Así que regresó, se instaló en el barrio de Masese, un área «marginal» de la ciudad de Jinja, y fundó su organización. «Pensé que era extraño, porque nunca antes había visto antes desnutrición, y era como ‘¿qué está pasando?’, era muy raro (…). Pero después de haber visto a 12 niños malnutridos pasar por diferentes hospitales, y tener malas experiencias, decidí que este era un campo que el Señor me estaba mostrando como una urgente necesidad, y que ahí era donde teníamos que poner el foco».

Después de un periodo de prueba tratando a niños malnutridos, SHC se registró como centro de rehabilitación, en acuerdo con el Gobierno de Uganda. Lauri Bach, madre de la misionera y responsable de la organización en Estados Unidos, sostiene que le costó unos 25.000 dólares ejecutar el trabajo durante el primer año, aunque en 2017 el gasto se elevaba a 17.000 dólares mensuales. Y aunque la directiva está compuesta únicamente por familiares de Bach, los empleados son nacionales porque, según la propia fundadora de SHC, «los ugandeses son capaces y no necesitan un salvador blanco«.

«Creo que esta es la mentalidad de muchas personas, incluso yo la tuve cuando llegué por primera vez. Pensaba que simplemente no podrían hacerlo. Pero claro que pueden. Y definitivamente lo aprendí muy rápido, que a mí no me necesitaban allí«.

«No solo había desnutrición, había enfermedad»

En declaraciones a NPR, una enfermera recién egresada de Dakota del Norte, Jackie Kramlich, se unió a Bach en su centro de Uganda, al que entró con «mucha admiración» en el verano de 2011, cuando el centro solo tenía unos años, y se gestionaba desde la propia vivienda de Bach. Había tres enfermeras ugandesas contratadas, y una habitación que llamaba ‘la clínica’ con equipo médico: en el centro había más de una decena de niños en tratamiento al mismo tiempo. Pero cuando llegó, Kramlich fue consciente de que los niños que había allí no solo tenían malnutrición, sino otras enfermedes más complicadas: «Había neumonía, parásitos intestinales, tuberculosis… muchos incluso estaban en la etapa 4 de VIH», aseguró. Y casi cada semana moría un niño.

Tal y como Kramlich relató a la NBC, su preocupación aumentó cuando fue consciente de que Renee Bach no conocía el síndrome de realimentaciónun desequilibrio electrolítico que tiene lugar cuando a los niños desnutridos se les ofrece comida y bebida demasiado rápido, y que puede llegar a ser mortal. Kremlich confirma, además, que Bach practicó procedimientos médicos, tales como medición de medicinas, inicio de vías intravenosas o realización de transfusiones de sangre. No obstante, la gota que colmó el vaso fue la historia de Patricia, historia que desapareció del blog del SHC. «Estaba horrorizada. Ahí pensé que esto no iba de ayudar a niños, sino de que alguien quería involucrarse en esto para su propio beneficio».

Kramlich abandonó SHC tras poco más de tres meses, a causa del comportamiento de Bach, y se sumó a la demanda contra su organización ofreciendo su testimonio. La fundadora de Serving His Children, no obstante, quiso rebatir sus críticas por el caso de Patricia: «Entró en ‘shock’ anafiláctico, sí. Pero eso pasa en Uganda. No es raro.La gente contrae el VIH a través de transfusiones sanguíneas», dijo Bach, quien defiende que ella no fue la encargada de realizarla, aunque «los profesionales que le habían enseñado a hacerlo, tanto en Uganda como en Estados Unidos» le habían trasladado que «era una habilidad en la que era buena».

Contra los ‘white saviors’

La propia Kramlich, junto a otra compañera, está ahora detrás de la campaña Barbie Saviortras una década trabajando como voluntarias en Uganda, comenzaron hace algunos años esta iniciativa para criticar a los recientemente calificados como ‘influencers sin fronteras’, aunque no tienen actividad en las redes sociales desde hace más de un año. Su idea era parodiar a la gente que viaja a países subdesarrollados y publica en las redes sociales su ‘selfies’ rodeados de niños o de mujeres de las comunidades, imágenes que refuerzan los estereotipos de estos países.

Se denomina ‘salvadores blancos’ a esos voluntarios que actúan supuestamente para ayudar a otras personas no blancas, pero en un contexto que puede concebirse como egoísta. Las críticas saltan cuando detrás de este ‘salvamento occidental’ están personas famosas, como ocurrió con la ‘influencer’ Dulceida en un viaje patrocinado al continente africano, donde regaló una serie de gafas de sol a varios niños africanos. «Tu viaje de voluntariado a África te beneficia más a ti que a África«. así definen desde AfroPunk la realidad de los ‘white saviors’ que viajan, en la mayor parte de los casos temporadas incluso cortas, para «ayudar a los demás».

Desde No White Saviors denuncian toda esta actividad, que perjudica más de lo que beneficia al país. En las últimas semanas, desde esta organización incluso han criticado cómo en países como Estados Unidos se están llevando a cabo adopciones de niños huérfanos que, en realidad, no lo son. No es ninguna novedad: en noviembre del año pasado, el diario ‘The Nation‘ llevó a cabo una investigación que destapó el mercado de adopciones en Uganda, detrás de la cual había otros ‘salvadores blancos’.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2019-08-15/white-savior-uganda-centro-ninos-nutricion-muertes_2176283/

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