Palestina. “Israel” es una entidad infanticida: no deja de asesinar niñeces y mentir sobre sus objetivos

El Director de Medios Gubernamentales en Gaza declaró en una conferencia de prensa mientras sostenía a un niño mártir:

“Estos son los verdaderos objetivos militares de la ocupación en la Franja de Gaza. Estas son las ‘salas de resistencia’ debajo de los hospitales en la Franja de Gaza. Estos niños son a quienes la ocupación asesina en los túneles.

Estos son los objetivos de la ocupación cuando afirman haber atacado la infraestructura de la resistencia. La ocupación, sus líderes y sus portavoces que dicen que su guerra es contra Hamás y no contra los civiles o el pueblo palestino: ¿es esto un hijo de Hamás? ¿Representa este niño un peligro para el Estado de ocupación? La ocupación ha llevado a cabo más de 130 masacres”.

Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/11/05/palestina-israel-es-una-entidad-infanticida-no-deja-de-asesinar-nineces-y-mentir-sobre-sus-objetivos/

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El amor no hace daño

Por:  Eliana Soza Martínez

Las noticias cada día nos dejan más alarmados, especialmente por los crímenes cometidos hacia los grupos vulnerables, en este caso las niñas y niños, quienes se ven afectados por todo tipo de violencia. La peor es el infanticidio, cometido dentro del seno de los hogares en la mayoría de los casos.

Estos hechos los vemos todos los años y los casos que se presentan en Bolivia cada vez son más espantosos. Pensemos en los niños que fueron ahogados por sus propios padres en Sucre, hace unos días. Parece ser que la situación se agravó en el tiempo de pandemia, cuando la educación se realiza desde casa.

Esto puede llevarnos a una amplia reflexión, empezando por la necesidad de mejores políticas de protección a este grupo etario; o por otra parte, la premura de castigos más duros a los victimarios. Sin embargo, creo que como sociedad y ciudadanos de a pie tenemos que ir a un nivel más profundo de meditación. Por ejemplo, preguntarnos: ¿cuáles son las características de la educación que damos a niños y niñas?

¿Por qué hablo de la educación? Pienso que venimos reproduciendo un modelo “adultocentrista” en nuestro estilo de vida. Lo que hacemos y todo lo importante se centra en los adultos; por tanto son ellos quienes detentan el poder sobre los demás, en este caso los menores. Al tener esta potestad, creen poseer vía libre de cometer cualquier abuso. Ven eso como algo natural, ya que cuando fueron niños es probable que hayan sufrido la misma violencia, y ahora al ser mayores es como si hubieran ascendido de rango, teniendo el derecho de abusar de los pequeños.

Me parece también que los victimarios son personas que no aprendieron a gestionar sus emociones ni sentimientos; que se caracterizan por un comportamiento impulsivo. Así mismo, la falta de comunicación e interacción con los menores, mezcladas muchas veces con el alcohol y otras enfermedades, son las que llevan a que se ejerza violencia contra los infantes. Otro aspecto que demuestra lo “adultocentrista” de la sociedad es que no se cree a un niño o niña al informar sobre un abuso. Sólo cuando estos traen consecuencias físicas se hace una denuncia. Finalmente, lo alarmante es que las vejaciones se den en el ámbito familiar, lo que se traduce en que uno de los lugares más peligrosos es el propio hogar.

¿A qué se debe esto? ¿Por qué los que tendrían que proteger, cuidar y dar amor llegan a hacer tanto daño? No soy una especialista ni una científica para responder estas preguntas desde la ciencia; sin embargo quiero compartir con ustedes lo que yo pienso. Lamentablemente muchos conceptos son enseñados, aprendidos y vividos de forma errada en nuestras familias, por ejemplo los del amor, la pertenencia y la sexualidad.

El amor no es un valor que se lo enseñe de manera sana, ya que como lo hemos desdibujado en chistes y otros, todavía muchas mujeres entienden que la violencia es una manera de demostrarlo, por eso es tan común escuchar “me pega porque me quiere” y eso es lo que estamos transmitiendo a los pequeños. De la misma forma la pertenencia. ¿El ser amado nos pertenece? Pienso que muchos responderían “sí”; por lo tanto, se puede hacer cualquier cosa con esa persona porque es de nuestra propiedad. Finalmente, la sexualidad. Existen tantas instancias públicas y privadas preocupadas por una educación de este tipo que se centra solo en el uso de preservativos para evitar embarazos no deseados. Cuando los problemas dentro de los hogares van mucho más allá, pues los adultos sienten que pueden ejercer su dominio sobre los infantes a través de su sexualidad. Por lo que en realidad se necesitaría una educación sexual enlazada con la gestión de emociones para así controlar impulsos y darse cuenta de que no los hace fuertes lastimar a los débiles.

En conclusión, pienso que el tema de violencia en contra de los niños y niñas tiene aristas de las cuales no se está hablando, por lo que es más difícil encontrar soluciones estructurales de fondo, y de prevención. Insisto que necesariamente pasa por la educación a todo nivel. Cada uno de nosotros puede contribuir a aquello, informándonos, deteniéndonos a pensar y analizar qué estamos enseñando a nuestros hijos y qué están aprendiendo, ellos dentro y fuera de los hogares. En especial concentrarnos en transmitir que el amor, por sobre todas las cosas, nunca causa daño ni es sinónimo de dolor.

Fuente e imagen: http://blogs.e-consulta.com

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Jaime Barrios Carrillo: ¿Quién mata a los niños?. Guatemala

Los recientes hechos de extrema violencia, como la eliminación de una familia entera o el brutal asesinato de niños, confirman trágicamente la situación del país y sus precarias instancias policiales, ausencia de cohesión social y un espíritu de miedo que se generaliza.

Qué se dirá en el futuro sobre esta época bárbara, ahora que ser niño o joven resulta un delito, castigado con la pena de muerte por inanición o por enfermedad o el castigo del trabajo forzado en lugar de la escuela, el juego y la seguridad de un hogar.

La juventud y la infancia guatemalteca son explotadas y se les induce, directa o indirectamente, a la criminalidad. Se exportan niños, se envían a los coyotes en Tijuana, solos e indefensos y son miles. Se abusa sexualmente de los niños. Se roban niños. Se asesinan niños. El infanticidio prolifera entre la pobreza y la ignorancia. Y las drogas, la prostitución, el abandono y la violencia. ¿Qué puede esperarse del futuro si no se cambian las estructuras del infanticidio estructural?

Los problemas de fondo no pueden seguir abordándose por las ramas. Con inventivas graciosas a lo Jimmy o populismo agresivo a lo Giammattei, coyotes de la misma loma. A cualquier conciencia civilizada le horrorizan los asesinatos de niños y niñas y el grado de salvajismo y violencia en Guatemala. Pero también espanta escuchar que la solución sea matar a los que matan, que muchas veces son menores. No se trata de eliminar a unos cuantos asesinos sino ir a la raíz para superar las causas de la pobreza y la falta de educación. Es moralmente condenable eso de “limpiar a la sociedad” o “limpieza social” como si la sociedad estuviera limpia de pecado. ¿Existirá mayor escoria y ultraje que la corrupción? Mayor afrenta social que pagar bajísimos salarios y a la vez no pagar impuestos. No resulta difícil el razonamiento, y está clarísimo que la corrupción estructural del Estado no solo hace ricas a las mafias políticas sino empobrece más a los pobres, debido a la mala calidad del gasto público.

Ya cansa la cantaleta de que denunciar la injusticia es “castro chavismo” y es obra de los chairos. Repetir esto como un mantra solo es una muestra de la falta de argumentos y de escrúpulos para defender un sistema que produce pobres y la pobreza impide que Guatemala entre a la modernidad y se democratice.

El sistema no funciona o funciona solo para pocos. Por ejemplo, en educación el promedio de escolaridad es de 5.60 años en el ámbito urbano y más baja aún en el área rural, donde apenas llega a 3.84. Todas estas cifras nos ponen entre los últimos lugares del continente.

El presidente de Guatemala, doctor en Medicina Alejandro Giammattei, afirmaba en un derroche de irresponsabilidad retórica que la medicina contra el infanticidio en el país es la pena de muerte. Matar a los asesinos de niños y se acabó el problema, según el doctor Giammattei. Así de fácil. Al mandatario no le preocupan las causas estructurales que azotan a la infancia. No menciona la desnutrición que mata más niños, el maltrato, la drogadicción, la falta de educación, en una palabra, a Giammattei no le interesa cerrar la gran fábrica antiniños que es el sistema social que tenemos sino pedirle a sus aliados en el Congreso que reactiven la pena de muerte contra todas las convenciones que el país ha firmado. En otras palabras, se trata de una obvia y lamentable maniobra populista que no solucionará el problema del infanticidio estructural.

Pero ¿quién está matando a los niños en Guatemala? Para responderlo debemos hacer un acercamiento histórico. No es cosa de hace un mes o unos años sino décadas de violencia y pobreza.

La criminalidad y los homicidios no han disminuido en Guatemala. El país es considerado uno de los más violentos del mundo con más de 50 mil asesinatos en los últimos diez años. Es una problemática de décadas que ha hundido al país en el ámbito internacional y a nivel nacional ha producido la República del Miedo aunque lo niegue alguna personera del actual Ministerio Público que parece preguntar con arrogancia “¿quién dijo miedo?”, porque considera que en Guatemala no existe un problema de temor de la ciudadanía y que todo funciona a la maravilla.

De vuelta al Presidente, ya en octubre pasado había negado que hubiera una ola creciente de asesinatos de niños y secuestros. Entonces dijo que se trataba de “una campaña bastante peligrosa con intereses más políticos”, Y se atrevió a desmentir estadísticas, informes y testimonios afirmando lo contrario: “Había una disminución”.

Las estadísticas de la muerte, la desnutrición y la falta de escolaridad resultan dolorosas y concretas comprobaciones que el sistema social y político de Guatemala hace rato ha colapsado. No es fácil ser niño en Guatemala ni mucho menos ser padre.

Los padres pobres ven con aflicción la enfermedad de sus hijos, la falta de medios para una infancia feliz, la falta de distracciones y juegos, la carencia de seguridad social. Agreguemos la mala salud relacionada con la desnutrición.

Las historias de infanticidio sobrepasan la literatura del horror. Hace 15 años, un pandillero de 18 años, apodado el Black, fue detenido por agentes de la Policía Nacional Civil, acusado de haber participado en la muerte de cuatro menores y la madre en San Miguel Petapa. El Black mismo había perdido la pierna izquierda a los 14 años, en una balacera con miembros de una mara rival. El pandillero confesó que había dado muerte “solo” a uno de los niños, sin precisar a quién. En estado de drogadicción afirmaba no sentir nada, aunque repetía como aduciendo una defensa: “Yo solo maté un niño no a los cuatro”. “Solamente maté a uno”, insistía.

El sicariato juvenil, incluso infantil, viene siendo una realidad tenebrosa en Guatemala. La actitud y perspectiva de matar a los criminales también ha venido opacando los análisis serios y balanceados que ven en el sistema social y político la esencia del problema. Asimismo preocupa la falta de cultura social y democrática cuando no se ve ni se considera que existe una relación entre pobreza, criminalidad e infancia en Guatemala.

Un país que no apuesta por la infancia y la mantiene en condiciones flagrantes de precariedad social, escolar y sanitaria no puede pretender llegar al desarrollo. No se llega pasando por encima de miles y miles de infantes que ven sus vidas frustradas, acabadas, maltratadas.

La imagen del país no cambiará nunca si no se cambia primero al país. No puede esperarse que a base de ponerse como el avestruz, con la cabeza metida en la arena, se solucionarán los graves problemas. Los partidos evaden la problemática porque a la clase política nacional le importa muy poco la infancia.

La infancia es un periodo corto que, sin embargo, afecta el resto de la vida. Un país de niños desgraciados se labra un futuro incierto. La infancia debe ser una etapa maravillosa de la vida. Para todos y no solo para una minoría que desconoce el significado de la solidaridad y la empatía.

En Guatemala, 25 de cada mil niños que nacen mueren antes de cumplir un año. La mayoría fallece por enfermedades curables y por la desnutrición que azota nuestros campos. Un porcentaje grande de los niños y niñas sufren de anemia. Muchos morirán antes de llegar a los 10 años y antes de llegar a la vida adulta. Y de los que lleguen a la vida adulta, si no cambian las cifras actuales, solo una minoría llegará a pisar una universidad.

A los niños guatemaltecos los está matando ese sistema que el Presidente y el Pacto de Corruptos defiende y utiliza para sus propios fines. Giammattei niega la realidad y se aboca al patíbulo. A castigar directamente a los autores materiales, unos cuantos asesinos. Pero los verdaderos asesinos son gente de camisa blanca y corbata, con maletín de ejecutivo, con grandes empresas, con automóviles blindados, con curules, con casas en Miami y lugares aledaños. ¿Quién les pide cuentas? La historia en todo caso no los absolverá. Ni a Giammattei que se queja de ser el presidente más criticado de la era democrática. Tiene razón, pero sus críticos también la tienen, y de sobra.

¿Qué habrá sido de la vida del Black? ¿Cuántos Black están naciendo cada día?

Fuente: https://elperiodico.com.gt/noticias/domingo/2021/02/21/quien-mata-a-los-ninos/

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Entrevista a Lizzy Osorio, comunicadora y activista por los DDHH: “En Paraguay se cometió un infanticidio”

Por Leandro Albani

El 2 de septiembre, las fuerzas armadas de Paraguay asesinaron a dos niñas argentinas en un supuesto operativo contra la guerrilla. El gobierno paraguayo busca reforzar la impunidad ante las crecientes denuncias por lo ocurrido.

“Es impostergable el desmantelamiento de las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC), que, en palabras de los propios pobladores del norte del país, tanto daño han hecho a las comunidades campesinas e indígenas”, afirmó a La tinta Lizzy Osorio, comunicadora y activista de la Plataforma Social de Derechos Humanos, Memoria y Democracia del Paraguay.

De esta manera, Osorio se refirió a la fuerza responsable de los asesinatos de Lilian Mariana y María Carmen Villalba, dos niñas argentinas, de 11 años, ocurrido el pasado 2 de septiembre en un supuesto operativo contra la guerrilla del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), en el distrito de Yby Yaú, en la frontera entre los departamentos de Concepción y Amambay.

Luego de que el gobierno del presidente Mario Abdo Benítez anunciara como un “éxito” el operativo, y de viajar hasta el lugar de los crímenes para tomarse fotos con los soldados, lentamente, se fue conociendo lo que el Ejecutivo tanto intenta ocultar: que las niñas fueron asesinadas, sus ropas cambiadas y enterradas, violando todas las leyes nacionales e internacionales.

Ante esta situación macabra, Osorio afirmó que “es necesario que la comunidad internacional, y me refiero tanto a instituciones como organizaciones sociales no sólo de la Argentina, expresen su solidaridad y se coloquen como observadores de estos hechos, de manera que se pueda esclarecer y aplicar las medidas necesarias para castigar a los responsables”.

Paraguay protesta por niñas asesinadas la-tinta

Desde la cancillería argentina, ya se pidieron explicaciones al gobierno de Paraguay, aunque las respuestas, hasta ahora, fueron reticentes. Al mismo tiempo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) criticó con dureza el operativo realizado por las fuerzas armadas paraguayas. La respuesta gubernamental a la ONU fue la negación del hecho.

—¿Cómo calificarías la postura del gobierno paraguayo con respecto al asesinato de las dos menores de edad argentinas?

—El gobierno de Abdo Benítez evidencia su política neoestronista y es la continuidad del régimen totalitario de Alfredo Stroessner, que no cayó en febrero de 1989, ya que sus fuerzas militares y toda la estructura siguen estando al servicio de los mafiosos, corruptos y asesinos. Lo sucedido en Yby Yaú fue un infanticidio, un crimen de lesa humanidad, que demuestra la magnitud de violación a los derechos humanos que estamos viviendo en nuestro país. Lo repudiable es que hasta el propio presidente festeje y catalogue como “exitoso” un operativo donde asesinaron a dos niñas. Ante esto, tanto Mario Abdo Benítez, los ministros de Defensa y de Interior, y el alto mando de la Fuerza de Tarea Conjunta son responsables de este hecho, que no debe quedar impune.

—¿Existe algún imputado o acusado en la justicia por los asesinatos?

—La Fiscalía General, como es una práctica en un Estado terrorista, no ha realizado ninguna imputación, pese a que estamos ante graves violaciones del derecho internacional. La actuación de los militares de la FTC supera toda racionalidad al manipular pruebas del sitio, al quemar la vestimenta de las niñas, que iban a contribuir con la investigación El gobierno, con el fin de querer tapar los hechos, rápidamente procede a enterrarlas sin siquiera identificarlas. Ante este ultraje, y gracias a la insistencia de la comunidad internacional, luego de tres días, se ha procedido a la exhumación de los cuerpos y el peritaje de los mismos, sin que la otra parte -abogadas, Cancillería argentina- tenga garantías de que las mismas no hayan sido torturadas por parte de los militares.
Es importante resaltar la complicidad del Poder Judicial con respecto a crímenes de la Fuerza de la Tarea Conjunta desde sus inicios, en 2013: atropellos con armas de guerra en instituciones educativas donde acuden niños campesinos, torturas a pobladores de los departamentos sitiados, restricciones para la realización de reuniones políticas, entre otros. Como antecedente, en la zona en la que hoy opera la FTC, se produjeron otros graves hechos, como el asesinato a una persona sordomuda por parte de la policía nacional, en 2012, alegando que era parte de la guerrilla del Ejército del Pueblo Paraguayo, hecho absolutamente desmentido por la comunidad que acompañó este lamentable caso.

—¿Cómo está reaccionando la sociedad paraguaya ante lo que ocurrió?

—Al igual que el régimen totalitario de Alfredo Stroessner, que tenía como característica instalar el medio y la zozobra en población, quedando como patrón cultural de la sociedad paraguaya, el gobierno fraudulento de Abdo Benítez coloca, a través de los medios empresariales de comunicación, un “enfrentamiento entre las FTC y dos guerrilleras”. Frente a esto, se observa un repudio ciudadano por la ejecución de estas niñas, sumado a que la supuesta inteligencia de las Fuerza de Tarea Conjunta dispone de un presupuesto anual que supera los 17 millones de dólares anuales, según la Sociedad de Economía Política de Paraguay. Esto sucede en un país en que su población pobre supera el 50 por ciento, con políticas de despidos y que se sostiene a base de ollas populares.

Paraguay niñas asesinadas por el ejercito la-tinta

Estas expresiones de hartazgo de individualidades llevaron a acciones no violentas contra uno de los patrimonios culturales materiales de la capital del país. Esto desembocó a que esa misma clase política mafiosa, ese sector dominante como la Unión de Gremios de la Producción, entre otros, manifiesten su solidaridad con las paredes del Panteón de los Héroes, pero no así con las niñas asesinas.

Las organizaciones de derechos humanos, como la Plataforma Social de Derechos Humanos, Memoria y Democracia, han solicitado a las instituciones públicas encargadas de velar por la promoción, defensa y protección de los derechos humanos, a realizar todas las acciones para lograr una investigación amplia y eficaz, además de poner de vuelta en el debate público el rol de las FTC en el norte del país, y el carácter inconstitucional de las leyes de la Ley N° 5.036/13 que modifica y amplía la Ley N° 1.337/99 de Defensa Nacional y de Seguridad Interna, ya que autoriza el empleo de las fuerzas armadas en asuntos de seguridad interna.
—¿Cuál es la situación represiva general en Paraguay?

—El Estado paraguayo tiene una deuda, que pretende quedar en la absoluta impunidad, con respecto a varios crímenes cometidos durante la tiranía político-militar de Stroessner y los hasta ahora 31 años de la supuesta democracia, o “transición” como la llaman. Justamente, para no quedar en esa impunidad es la insistencia en la necesidad del juicio y castigo a los torturadores y perpetradores de estos atropellos a la dignidad humana.

Paraguay es un Estado terrorista por este tipo de actuar de las instituciones que deberían velar por la seguridad. Pero, al contrario, son quienes propician estos hechos con graves consecuencias en lo que respecta a violaciones de los derechos humanos.

El gobierno títere de Abdo Benitez ha profundizado la criminalización de la lucha social, la persecución y el hostigamiento a referentes campesinos y campesinas, indígenas, estudiantes, personas LGBTI+, presos políticos, entre otros sectores. La militarización del país, con el empleo de fuerzas como la FTC, el Grupo LINCE o civiles armados en comunidades indígenas y campesinas al servicio de la oligarquía, comprueba la situación de un Estado fallido. La tortura, los tratos crueles inhumanos y degradantes siguen acrecentándose en numerosas denuncias que presentan las organizaciones de derechos humanos.

—¿Cómo están actuando los grandes medios de comunicación del país frente al asesinato de las dos niñas?

—Los grupos empresariales de medios de comunicación están al servicio de la narcopolítica paraguaya. La concentración de los grandes medios está en manos de comprobados contrabandistas, como el ex presidente Horacio Cartés Jara y el Grupo A.J. Vierci, ambos relacionados con partidos tradicionales como la Asociación Nacional Republicana. Esto demuestra que, en Paraguay, se viola el derecho a la información objetiva y eficaz.

Desde la agencia mediática, no existe intención alguna de propiciar el esclarecimiento del asesinato de las niñas por parte de la FTC, sino que se impone la lógica oficial del discurso del gobierno de que esto se trata de “inteligencia y lucha contra el crimen organizado”, sabiendo que el crimen organizado es justamente perpetrado por esos mismos dueños de esos medios de comunicación.

Paraguay presidente campamento niñas asesinadas la-tinta

La Tinta

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