La cultura de la inmediatez

Alberto Benegas

En cierto sentido este artículo es una continuación de un par de mis columnas anteriores que de un modo u otro tocan el tema del igualitarismo aunque en este caso todavía desde otro ángulo más. Dicho ángulo o perspectiva se conecta con el hecho que de un tiempo a esta parte se observa en casi todos lados la manía por la velocidad. Tal vez deberíamos decir la angustia y la imperiosa necesidad de la gran mayoría de la gente por convertirse en balines que patinan sobre los acontecimientos sin nunca considerar la profundidad.

Todo tiene que ser resuelto de inmediato aunque no sea en verdad resuelto sino sobrevolado. En este contexto, ante ninguna circunstancia hay reflexión, digestión y conclusiones pausadas. La vorágine todo lo consume. El stress genera desgaste que se combina con estimulantes durante la vigilia y pastillas para conciliar el sueño durante la noche.

La somera atención a cada tema no permite escarbar ni meditar sino tomar decisiones apresuradas porque las cosas tienen que ser administradas en el acto. La aceleración no deja resquicio para mirar para atrás, ni siquiera para recordar.

Desaparece entre tanto vértigo del hombre-balín la posibilidad de disfrutar lo que se hace. La mirada rápida debe ser sobre un cúmulo y una secuencia de acontecimientos que en definitiva exige que lo sea sobre todo, lo cual se traduce que en realidad lo sea sobre nada.

La comida debe ser rápida y el amor también lo cual no da lugar al deleite gastronómico ni al placer del enamoramiento que por ese motivo empuja a la rotación constante igual que ocurre con el trabajo que ni bien se logra se está enviando datos curriculares a un próximo destino.

La comunicación debe ser instantánea y en varias direcciones simultáneas lo cual no hace posible la auténtica comunicación. Idéntico fenómeno sucede con la información: es de tal magnitud y sobre tantos acontecimientos que no resulta posible masticarla y mucho menos digerirla y opinar con algún grado de seriedad sobre la cuestión tratada.

Sin duda que hay capítulos en la vida de la gente que convierte en razonable el deseo de inmediatez como, por ejemplo, cuando hay una dolencia física se pretende que la medicina acuda para una solución lo más pronta que los adelantos científicos permitan. Pero a lo que apuntamos es a las dolencias del alma, a la necesidad del reposo y la serenidad para poder captar muchos de los interrogantes que plantea el universo y la capacidad de conocer los recovecos del alma de otras personas queridas. Incluso para maravillarse frente a una puesta de sol, lo diferente que es cada una en muy distintos atardeceres que abren paso a pensamientos sobre nuestros orígenes y nuestros destinos en medio de la música que ofrece el concierto de la naturaleza.

A lo dicho se agrega la escalada de violencia junto a la consecuente pérdida de sensibilidad. Episodios de violencia que curiosamente se emplean como entretenimiento incrustado en el marco general de la aludida velocidad.

Y no se endose la responsabilidad de tamaños desvíos a la tecnología ya que todas las herramientas de las que disponemos pueden ser bien o mal empleadas. Los avances tecnológicos sin duda ayudan al progreso y al mismo tiempo son una manifestación del progreso. Pero, igual que un martillo puede ser empleado para clavar un clavo o para romperle la nuca al vecino, todos los instrumentos de que disponemos pueden ser mal o bien usados.

Hasta aquí lo que estimamos es el problema que puede ser compartido por personas preocupadas y ocupadas por lo que sucede. Ahora hay que detenerse en considerar las causas que son múltiples pero hay una que nos parece de peso. Se trata del achicamiento de la condición humana y hasta podríamos decir su desprecio que es parido por la constante propaganda de la imperiosa necesidad del igualitarismo, es decir, de la guillotina horizontal.

En lugar de comprender la maravilla que significa el nacimiento de una persona que es única, irrepetible en la historia de la humanidad,  el colectivismo reinante se esfuerza por achatarlo y amputarlo para que calce en un promedio. Se machaca con los beneficios de la igualdad, no de derechos lo cual resulta esencial sino de resultados y hasta de personalidad. No se comprende que el igualitarismo destroza la división del trabajo con lo que se desploma la posibilidad de cooperación social. Si fuéramos iguales no solo todos quisiéramos tener la misma profesión y nos gustaría la misma mujer, sino que la conversación misma sería tan aburrida como hablar con el espejo.

En otros términos, en lugar de festejar la aparición de un ser distinto en el universo y estimular sus potencialidades, se lo trata de amputar, achatar y subestimar con lo que se pierde el sentido de vivir y solo quedan en pie los que se rebelan frente al igualitarismo y apuntan a vivir en otro tipo de sociedad donde el respeto recíproco sea sagrado. El creciente estatismo potencia en grado sumo la manía del igualitarismo sobre la que no nos detendremos ya que hemos abundado en el tema en otras ocasiones.

Pero a esta situación se agrega una equivocada visión del significado del amor al prójimo que antaño era bien comprendida en el contexto del mensaje bíblico de la pobreza de espíritu y no como algunos predicadores de hoy en día que la entienden referida a la contradictoria alabanza a la pobreza material al tiempo que enfáticamente se la condena y, simultáneamente, para completar el galimatías, aconsejan recetas que la extienden.

A esta situación se acopla todavía otra cuestión y es el desafortunadamente mal entendido consejo de renunciar a si mismo y al amor propio. Como dice bien el Padre Ismael Quiles en Como ser si mismo  “Ser para no ser es una contradicción sin significado alguno” y Santo Tomás de Aquino sostiene en la Suma Teológica que “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, por lo que se ve que el amor del hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que se tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo modelado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a si mismo que al prójimo” (2da, 2da, q. xxvi, art. iv).

Los mal entendidos que señalamos pueden parecer inocentes a primera vista pero son enormemente destructivos en la formación, especialmente de los jóvenes que si los aceptan se desvían hacia otras actividades que tapen sus frustraciones o, de lo contrario, como queda dicho, se rebelan e intentan corregir esas visiones contrarias a la naturaleza humana para subrayar la trascendencia del respeto recíproco.

Machacar con lo anterior sobre la necesidad de renunciar al ser propio y la entrega al otro conduce a la autoaniquilación y esa perspectiva aterradora y contraria a la naturaleza humana conduce en parte y muchas veces inconcientemente a una vida superficial y veloz que no de lugar a la vida propiamente vivida. Es del todo irrelevante que quienes propugnan esa amputación lo hagan con la mejor de las intenciones o que pretendan darle interpretaciones tortuosas y contradictorias, el hecho es que inflingen un daño muchas veces irreparable a la formación de la persona.

Antes he escrito sobre el significado del amor al prójimo pero en esta oportunidad es pertinente su reiteración. La ayuda al prójimo, la caridad, puede ser material o de apostolado y se define en el contexto de un acto voluntario realizado con recursos propios sean estos crematísticos o de trasmisión de conocimientos para la aludida alimentación espiritual (depende de las circunstancias, se debate si en verdad es mejor “regalar un pescado en lugar de ensañar a pescar”).

Ahora viene un asunto de la mayor importancia y es el concepto de interés personal. Todos los actos se llevan a cabo por interés personal. En el lenguaje coloquial se suele hablar de acciones desinteresadas para subrayar que no hay interés monetario, pero el interés personal queda en pie. En verdad se trata de una perogrullada: si el acto en cuestión no está en interés de quien lo lleva a cabo ¿en interés de quien estará?

Estaba en interés de la Madre Teresa el cuidado de los leprosos, está en interés de quien entrega su fortuna a los pobres el realizar esa transferencia puesto que su estructura axiológica le señala que esa acción es prioritaria, también está en interés del asaltante de un banco que el atraco le salga bien y  también para el masoquista que la goza con el sufrimiento y así sucesivamente. Todas las acciones contienen ese ingrediente ya sean actos sublimes o ruines. Una buena o mala persona se define por sus intereses.

En esta línea argumental,  Erich Fromm escribe en Man for Himslef. An Inquiry into the Psychology of Ethics que “La falla de la cultura moderna no estriba en el principio del individualismo; no en el hecho de que la gente está demasiado interesada en su interés personal, sino en que no están interesados lo suficiente en su yo”. Es decir, el problema radica en que la gente no se ocupa lo suficiente de cuidar su alma.

El bien otorga paz interior y tranquilidad de conciencia que permiten rozar destellos de felicidad que es la alegría interior, pero no se trata solo de no robar, no matar, acariciar a los niños y darle de beber a los ancianos. Se trata de actuar como seres humanos contestes de la enorme e indelegable responsabilidad de la misión de cada uno encaminada a contribuir aunque más no sea milimétricamente a que el mundo sea un poco mejor respecto al momento del nacimiento.

No hay nada más sublime que el amor que tiene distintos grados de acercamiento y profundidad según sea el tipo de relación desde la establecida con los progenitores, la conyugal, la prole, alumnos, amigos y el vínculo con quienes necesitan ayuda en diversos planos, pero debe estarse muy en guardia de quienes alardean de “amor al prójimo” mientras proponen sistemas autoritarios que prostituyen la misma noción de amor y, en la práctica, fomentan el odio.

Por último, como hemos apuntado, en el campo crematístico el igualitarista insiste en la redistribución de ingresos que contradice la previa distribución que hace la gente en el supermercado y afines con lo que se desperdician recursos que naturalmente reducen salarios e ingresos en términos reales.

En resumen, el fenómeno del hombre-balín con que hemos bautizado la situación de velocidad y aturdimiento de nuestra época seguramente se debe a muchas causas, pero pensamos que los puntos que marcamos en esta nota deben ser revertidos si queremos evitar el escapismo de una cultura que propone el autoaniquilamiento. Y tengamos en cuenta que todo depende del esqueleto político que se derrumba si se acepta el voto mayoritario ilimitado, cuyo primer ejemplo ha sido la condena a Sócrates “por corromper a la juventud al no creer en los dioses del Estado”, que según nos relata Platón fue decidida por un tribunal de 556 miembros por una diferencia de 6 votos. El segundo caso resonante fue la condena de Jesús por una multitud convocada por Pilatos que prefirió soltarlo a Barrabás y contemporáneamente el caso de Hitler y otros imitadores de nuestro tiempo que sin llegar a la monstruosidad de las cámaras de gas convierten a los gobernados en siervos de los aparatos estatales.

Fuente del articulo:http://independent.typepad.com/elindependent/2016/11/la-cultura-de-la-inmediatez.html

Fuente de la imagen: https://www.elcato.org/sites/default/files/styles/story_tablet/public/images/stories/fast-paced-life2.jpg?itok=IhDvxJRr&timestamp=147870676

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Vivir fuera del Matrix

Por: Vicente Berenguer

Cuando uno ve la exitosa película “Matrix” no puede sino encontrar paralelismos con nuestra realidad actual. Como sabemos, allí se describe un mundo en el que los humanos están conectados a máquinas las cuales les hacen vivir una vida ficticia, una vida que no es suya. Los humanos crecen y viven en una realidad construida desde el exterior aunque habrá un grupo de personas que conseguirán averiguar qué está pasando y salir fuera del Matrix. Esta trama es una historia de ciencia ficción pero no distan tanto de lo que es la realidad porque la realidad no es otra que una gran parte de la población vive conectada a un programa diseñado desde el exterior, diseñado desde los poderes fácticos.

Ya desde la tierna infancia se nos adoctrina desde el poder político y económico -el poder fáctico-, ya desde bien pronto se nos intenta transmitir una ideología concreta que la persona va a asimilando e incorporando y que finalmente hace suya. Esta ideología inculcada pero más aún, esta manera de ver la vida y las relaciones humanas determinará la manera de pensar y de actuar de las personas creyendo sin embargo estas que su pensamiento es autónomo, que nace en ellos mismos, pero la realidad es que no es un pensamiento propio en tanto que ha sido “introducido” por varios mecanismos al igual que a los habitantes del Matrix se les hace creer que están viviendo unas vidas que son suyas. Los mecanismos mediante los cuales se produciría el intento de instaurar un pensamiento único con la consiguiente eliminación y el bloqueo de todo pensamiento autónomo serían principalmente los medios de comunicación convencionales y al servicio del poder, pero también a través de un sistema educativo diseñado por las élites y orientado no a hacer volar al pensamiento sino más bien a cortarle las alas. Y es que en última instancia lo que se pretende es erradicar el pensamiento crítico y la reflexión para a cambio lograr la total aceptación de sus postulados.

Porque de lo que se trata en el fondo es de la construcción de un tipo de ser humano, de la construcción de un ser humano irreflexivo y servil, alguien que crea todo lo que se le dice sin que ni siquiera formule dos preguntas básicas: ¿por qué? ¿y caben otras alternativas?, un ser humano irreflexivo pero a la par insensible ante los problemas sociales, En definitiva un ser puramente materialista y egoísta. Este tipo de humano que tanto abunda en las distintas sociedades del mundo es el que estaría conectado a la “incubadora” sin ser consciente de ello, sin ser consciente de que sus pensamientos no son suyos sino que sencillamente se está repitiendo la ideología o pensamientos que le han sido programados, amén de haberse convertido en un sujeto superficial e insensible ante los problemas que puedan afectar a los demás o mismamente ante el padecimiento ajeno.

Pero así como en el Matrix había un grupo que consiguió “despertar” y desconectarse en nuestra realidad ocurre lo mismo, y a pesar de que un gran número de personas siguen conectadas a la incubadora por desconocimiento –y algunas por interés–, otras muchas si se van cuestionando y cuestionan las cosas y se preguntan: personas, colectivos y medios de comunicación alternativos: ¿Por qué? ¿Por qué las cosas deben ser así? ¿Es que no caben otras maneras de organizarnos? La pregunta pues es la clave, el cuestionarse lo que hay es la puerta que abre la posibilidad de movilizar al pensamiento y por tanto la posibilidad de plantear otros caminos de justicia y solidaridad, y es por esto que nada hay que moleste más a los que han diseñado el sistema actual que las personas en particular y la sociedad en general se pregunte, se cuestione, en una palabra: piense.

Lo que está en juego por tanto es la construcción de un ser humano: si se vive conectado a la incubadora uno será un puro autómata sin pensamiento original y sin sensibilidad no siendo posible por tanto el alternativas a lo fáctico; pero si en lugar de esto se vive desconectado del programa, como afortunadamente cada vez más gente vive, uno podrá ir haciéndose, podrá ir construyéndose a sí mismo mediante el pensamiento, el cuestionamiento y la reflexión.

Y sí, hay esperanza fuera de los medios convencionales, fuera de las herramientas al servicio del poder. Hay motivos para creer que la sociedad en general irá gradualmente desconectándose del dogmatismo ideológico al que ha sido y es sometida pero no para reconectarse a ninguna idea en concreto que alguien pueda imponer, sino para conectarse concretamente con su sensibilidad social, con su reflexión y con su propio pensamiento.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=219982

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La insensibilización de la población

Por: Vicente Berenguer

Este es proyecto global de las élites para la población: deshumanizar a la gente, arrebatarles su sensibilidad y convertirlos en seres insensibles, sin capacidad de sentir los sentimientos de los demás.

Este es el plan de largo alcance que se ejecuta principalmente a través de los medios de transmisión (la televisión principalmente y ahora internet) y que tiene un mecanismo simple. Se trata, en efecto, de lograr que la persona se deshumanice y que no sienta nada por el dolor o sufrimiento de los demás. Es fundamental para sus planes conseguir sujetos indiferentes ante el dolor del otro y esto se consigue a través de los medios y través de una herramienta infalible: el suministro, o mejor dicho el bombardeo de violencia.

El bombardeo se realiza a través de las películas, en las cuales se ofrecerá pura violencia explícita más allá de la argumentación que en muchas ocasiones es inexistente. Lo importante será mostrar violencia en estado puro. Los héroes serán personas violentas y nunca pacíficas o cultas. Son modelos de conducta, modelos a seguir.

Otro campo de acción son los noticiarios. En ellos se mostrará tanta violencia como sea posible: personas desangrándose en plena calle, apuñalamientos, muertes por disparos captadas por la cámara de un banco (es solo un ejemplo), violencia entre adolescentes grabadas en móvil, terroristas matando gente con metralletas, explosiones de bombas y un sin fin de actos violentos explícitos sin igual. Y no, no se trata de que los atentados terroristas por ejemplo deban ocultarse sino que su tratamiento debería ser muy diferente.

 Un ejemplo de todo ello es la política que se utiliza en los noticiarios: se ofrece una noticia por ejemplo de política, acto seguido se enseñan imágenes de alguien que mata a una persona en plena calle y esta cae al suelo, enseguida se habla de una nueva droga que está haciendo estragos y que se puede conseguir por internet (propaganda) y a continuación Messi marca un gol y el estadio estalla de júbilo.

Así, los niños son «criados» en una sociedad violenta, una sociedad que en lugar de ofrecerles verdaderos héroes y modelos de conducta apropiados para ellos y para su alrededor les ofrecen modelos de conducta nefastos. Los niños por tanto son educados en la violencia y no en la empatía, más aún, los niños son educados en el culto a la violencia. ¿Estos niños serían personas adultas distintas si en lugar de «alimentarles» constantemente con violencia se les alimentara con valores positivos para ellos mismos y para los demás como por ejemplo el «placer» de ayudar a sus compañeros o a quien fuere? La respuesta parece obvia.

¿Cuál es el resultado de esta sobre exposición a la violencia explícita tanto en películas, series, noticiarios etc.? El resultado no puede ser otro que el buscado, la construcción de seres humanos que dejan de ser humanos (deshumanización); el resultado no es otro que la insensibilidad general de la población, la incapacidad de sentir nada por nadie, la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Este es el objetivo y el objetivo se está cumpliendo.

¿Evidencias de lo que digo? Son varias y simples, les propongo una: enciendan la televisión y miren el contenido que se ofrece a la población en películas, boletines de noticias etc: reparen en cuáles son los héroes que se les ofrece a los ciudadanos, cuáles son los modelos de conducta que son divulgados y cuáles son los valores que se nos transmiten: materialismo, superficialidad, consumismo, egoísmo, individualismo extremo…

La sensibilidad va desapareciendo y va reinando la insensibilidad y la deshumanización. Nos quieren insensibles y este será el resultado de estar sobre expuestos a la violencia continua. Pero de nosotros depende el tipo de “alimento” con el que nos vayamos a “alimentar”; de nosotros depende el tipo de persona que queramos y vayamos a ser.

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