España/13 abril 2017/Fuente: El Mundo
El desempleo juvenil en España se encuentra entre los más altos de la OCDE. En febrero se situaba en el 41,5% de la población menor de 25 años, por el 48% de Grecia y el 54% de Sudáfrica. En Alemania se encuentra en el 6,6%; en Francia, en el 23% y en Italia, en el 35%. El alto paro entre los jóvenes es una lacra para la economía.
Que 41 de cada 100 jóvenes que quieren trabajar no puedan hacerlo es un drama que lastra el crecimiento al país y, sobre todo, frustra las aspiraciones de buena parte de la población en un momento clave de sus vidas. En un contexto de envejecimiento de la población, que el mercado de trabajo no pueda incorporar a las generaciones más jóvenes añade incertidumbre, en primer lugar, a la propia fuerza laboral del país que no recoge el impulso de los profesionales más jóvenes y, después, a la sostenibilidad de las pensiones públicas.
Remediar esta situación debería ser unas de la prioridades de cualquier programa de lucha contra el paro de los gobiernos. En el caso español el problema es más grave porque buena parte del desempleo juvenil se explica por la falta de cualificación de los ciudadanos en la edad de incorporación al mercado de trabajo. Publicamos hoy un informe elaborado por el Observatorio Social de La Caixa, que relaciona el nivel de estudios con el desempleo.
Es un hecho que reflejan las estadísticas oficiales, que sirven para que los expertos saquen conclusiones. Por ejemplo, que el problema del paro para los jóvenes sin estudios es estructural en España y no depende de etapas de recesión o de bonanza económica: al margen del ciclo, «la tasa de empleo de las personas con estudios básicos no llega al 60% en los momentos centrales de sus vidas, mientras que la de aquellas que tienen estudios superiores alcanza el 90%», dice el informe.
El estudio insiste en algo evidente, las dificultades de inserción laboral de un joven universitario -o con título de Formación Profesional- son mucho menores que las de quien ha abandonado la educación obligatoria y, según los autores del estudio, no se tiene en cuenta por las autoridades al preparar los planes de lucha contra el desempleo juvenil. Por eso, la búsqueda de soluciones debe tener dos caminos. El primero pasa por una reforma del modelo educativo. Aunque el fracaso escolar se encuentra ahora en el 19% -frente al 31% de 2008- es todavía demasiado alto y en la sociedad del conocimiento, un joven que deja los estudios obligatorios está condenado al desempleo o a realizar trabajos precarios. Es una de las cuestiones que deben plantearse quienes negocian el nuevo sistema de enseñanza en España.
Otro de los caminos debería ser facilitar desde la Administración la inserción laboral de los jóvenes. En este sentido, el informe incide en que hay iniciativas que no funcionan en España. Por ejemplo, el programa de Garantía Juvenil para que los jóvenes tengan una oferta de empleo y formación al terminar sus estudios, promovido por la UE, sólo es conocido por el 25% de los mismos y sus resultados no son satisfactorios: el 38% de los jóvenes españoles encuentra trabajo tras seis meses de estar registrado en ese programa, por el 71% de los irlandeses o el 68% de los italianos. Afrontar el problema del desempleo juvenil desde estos ángulos debe ser una cuestión primordial en la agenda de cualquier Gobierno.
Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2017/04/13/58ee6285e5fdea3e558b45d9.html