La reforma, los maestros y la ADP (1 de 3)

República Dominicana / 16 de septiembre de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

La diferencia específica entre los países desarrollados y aquellos que no lo son casi siempre viene dada por la disponibilidad de recursos materiales y humanos de que disponen los primeros, en contraste con las carencias de los mismos de parte de los segundos. La velocidad de los cambios y de crecimiento constante en el dominio tecnológico internacional plantean a los países en desarrollo el reto de abordar, en niveles de excelencia comparable, aquellas áreas o campos considerados los más estratégicos para su futuro desarrollo. En ese contexto, las escuelas y los profesores tienen que enfrentarse a muchos problemas, incertidumbre y desafíos. La educación, a pesar de las sucesivas crisis que ha venido enfrentando, todavía se considera como la solución a muchos de los problemas que afectan a la humanidad y como fuente del bienestar social y económico. Muchos son los documentos elaborados por organismos internacionales que destacan la expansión de la oferta educativa y, en consecuencia, la calidad como un desafío a enfrentarse.

La calidad la entendemos a grosso modo como la capacidad que tenemos nosotros los maestros de hacer que nuestros alumnos aprendan, lo que supone que debemos de tener un buen desempeño, a tiempo en que presentemos una cualificación compatible con nuestro diario quehacer.

Esta época de grandes cambios en casi todo el mundo encuentra al país sumido en una crisis social y económica de grandes proporciones. La comprobada situación de deterioro en que se encuentra el sistema dominicano de instrucción pública es, al mismo tiempo, una manifestación de esta crisis y un factor que contribuye a agravarla.

Recuerdo haber leído en un documento escrito hace ya algunas décadas por el destacado educador dominicano Nicolás Almánzar que “existía una severa crisis educativa; que resultaría necio y absurdo negarlo, cuando la realidad era más fuerte que el pálido reflejo de los que escribíamos sobre la misma, los especialistas, y los formadores de opinión”. Como veremos más adelante, a pesar del tiempo transcurrido, todavía tenemos que enfrentarnos a situaciones, sino iguales, muy parecidas a las ya señaladas.

La idea, no del todo cierta, de que la mejora del desempeño de los alumnos es un factor dependiente casi exclusivamente de la calidad docente, ha llevado a que los problemas del aprendizaje se justifiquen en la baja cualificación profesional de los docentes. Esto está dando lugar a señalar a los maestros como los únicos culpables del fracaso de las autoridades del sector al definir los principios orientadores de la educación y al elaborar planes con miras a mejorar la pertinencia y calidad de las funciones docentes.
Es cierto que la calidad de la educación de un país no es superior a la calidad de su profesorado. Pero, si el profesorado es clave para la calidad de la enseñanza, debemos admitir también que no se puede mejorar el trabajo del docente sin lograr al mismo tiempo mayores niveles de calidad en el funcionamiento de las escuelas o del sistema de instrucción en general.

¿Son los profesores los únicos culpables de las fallas que en los últimos meses se ha venido registrando en el sistema dominicano de instrucción pública y que hoy afectan seriamente el desenvolvimiento del recién iniciado año escolar? ¿Son los dirigentes de la ADP los únicos encargados de propiciar el desarrollo de actividades educativas con miras a ofrecer igualdad de posibilidades de educación para todos?

Mejorar la calidad de la enseñanza y enseñar mejor sigue siendo uno de los principales objetivos de la educación. Otro, tan importante como esos que mencionamos, es lograr que la calidad de la enseñanza alcance a todos, es decir, que haya mayor equidad.

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La reforma, los maestros y la ADP

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La ADP y la reforma de la educación (3 de 3)

República Dominicana / 9 de septiembre de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

Los dominicanos y las dominicanas vivimos hoy un periodo crucial de nuestra historia. El momento de las grandes transformaciones encuentra al país sumido en una crisis social y económica de grandes proporciones resultado, no sólo de hechos y conflictos internacionales que escapan a nuestro control, sino de la acumulación progresiva de problemas que no hemos podido o sabido resolver. El atraso industrial, el desempleo, los problemas financieros y monetarios, la falta de infraestructura técnica científica básica y otras deficiencias por el estilo responden a razones muy diversas, entre las que pueden contarse la rigidez de nuestro sistema productivo en consonancia con las políticas y acuerdos enmarcados en nuestras relaciones con las grandes potencias industriales.

El contexto más arriba señalado, plantea a nuestra comunidad académica retos de trascendencia en la búsqueda de elementos que nos permitan llegar, como lo expresan personas expertas en la materia, “a una dinámica concertación entre los distintos actores de la sociedad y consensos globales sobre el futuro que guiará el desarrollo de la ciencia y la tecnología” Nos urge el ampliar y consolidar nuestros espacios de formación, innovación y circulación del conocimiento. Y encontrar articulaciones pertinentes entre tales procesos y la vida económica del país, paso indispensable en un ordenamiento mundial en plena gestación.

A decir de muchos, la comprobada situación de deterioro en que hoy se encuentra el sistema dominicano de instrucción pública es, al mismo tiempo, una manifestación de la crisis a la cual nos estamos refiriendo y un factor que contribuye a agravarla, por cuanto una población como la nuestra con muy bajo nivel educativo (quinto curso del nivel básico como promedio) no está en condiciones de afrontar la difícil tarea de sacar al país de la crisis y conducirlo por el camino del progreso.

Durante las primeras décadas del siglo 21 han ocurrido muchos cambios en el panorama mundial como consecuencia del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, de la reestructuración económica, de la competencia internacional, del movimiento multicultural y de las reformas en el ámbito del Estado. En ese contexto, las escuelas y nosotros los profesores tenemos que enfrentarnos a muchos y nuevos problemas, incertidumbre y desafíos.

La educación dominicana en particular, a pesar de la gran crisis que ha tenido que enfrentar, todavía se considera como la solución a muchos de nuestros problemas y como fuente de bienestar social y económico. Esa certeza de que la educación es una condición fundamental e imprescindible para el desarrollo económico y social, fue lo que dio origen al Pacto Nacional por la Reforma Educativa 2014-2030, una iniciativa del gobierno del presidente Danilo Medina, de rectores de universidades, de asociaciones de profesores, de líderes sindicales, políticos y comunitarios, y de otros, que nos reunimos durante meses en un gran esfuerzo para encontrar soluciones a los problemas medulares que afectan al sistema de instrucción pública. Pero, tal y como bien lo expresara Dalila Oliveira “la idea de que la mejora del desempeño de los alumnos es un factor dependiente casi exclusivamente de la calidad docente ha llevado a que los problemas de aprendizaje se justifiquen en la baja cualificación profesional de los docentes”.

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La ADP y la reforma de la educación (2 de 3)

República Dominicana / 26 de agosto de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

Connotados dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) les enrostran a las autoridades del Ministerio de Educación el estar llevando a cabo acciones contrarias a lo establecido por leyes y reglamentos tales como la contratación de profesores sin concurso; el atraso en las construcciones de aulas; las firmas de convenios con instituciones privadas sin tomarlos a ellos en cuenta; y los reiterados intentos de reformar la Ley de Educación sin la participación de los que habrán de ser sus principales actores, entre otras. De su parte, el Ministro de Educación acusa a los de la ADP de promover paros de actividades con el único objetivo de obstruir la docencia en el inicio del año escolar 2018-2019. ¿Quiénes o quién tiene la razón? Como lo expresara el editorialista del periódico Hoy, “Se necesitarían informaciones documentadas aportadas por las propias autoridades para configurar un cuadro fiel sobre la realidad imperante en el sistema educativo”. Ojalá que las acusaciones de esos dirigentes de la ADP, además de inoportunas, no respondan a la realidad porque de ser así, podría considerarse como un hecho en vía de consumación el fracaso de la Reforma de la Educación emprendida por el gobierno del presidente Danilo Medina.
La reforma de los sistemas de instrucción pública impulsada en la actualidad en la casi totalidad de los países de la América Española y el Caribe ha colocado como tema central la capacitación y formación docente. Aquí, el Ministerio de Educación Superior y las Facultades y Escuelas de las principales universidades del país han venido realizando grandes esfuerzos para modificar la formación docente y formular políticas integradas para el aprendizaje continuo de los maestros en servicio. Como lo expresa Marchesi y otros grandes pensadores: “La calidad de la educación de un país no es superior a la calidad de su profesorado”. De ahí la prioridad que la gran mayoría de las reformas educativas otorga al fortalecimiento de la profesión docente.
Desde la perspectiva más arriba señalada, las propuestas para mejorar la situación del profesorado debemos basarlas en enfoques contextuales e integrales, en los que se tomen en cuenta todos los factores que contribuyan a facilitar el trabajo de los docentes, comenzando por remover los posibles obstáculos que limitan el éxito de determinadas iniciativas orientadas en forma específica al desarrollo profesional y al bienestar de los maestros.
Dado que el maestro disfruta de una autonomía considerable en las aulas y laboratorios de clase, hasta el punto de que en esos lugares hace “lo que le da la gana” los proyectos de reformas de la instrucción pública necesariamente requieren para su exitosa implementación el apoyo individual y colectivo de los maestros en servicio.
Generalmente, percibimos las agrupaciones de maestros como opuestas a los cambios y a las transformaciones. Afortunadamente, esto no nos impide que reconozcamos que la ADP de hoy es muy distinta a la FENAMA de ayer, tanto en sus quehaceres ordinarios como en sus compromisos y comportamientos políticos.
La mayoría de los docentes de nivel medio y superior considera que las organizaciones magisteriales a las cuales pertenecen no han completado el trabajo de lograr que la sociedad se identifique con sus posiciones. Creemos que en gran parte esto se debe al hecho de que los dirigentes de esas agrupaciones siempre han mostrado más interés en el bienestar de sus afiliados que en el carácter de las reformas dirigidas a mejorar su aprendizaje y capacitación. ¿Cuál es la estructura de incentivos que hará de la reforma del sistema dominicano de instrucción pública algo auto sostenible y duradero? A ello nos referiremos en la próxima entrega.

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La ADP y la reforma de la educación (1 de 3)

República Dominicana / 26 de agosto de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

Entre los sectores más representativos de la sociedad dominicana existe un amplio y creciente consenso acerca de la necesidad y urgencia de una reforma educativa, manifestado en su interés por el fiel cumplimiento del Pacto Nacional por la Reforma del sector suscrito, el primero de abril del 2014, por el Gobierno dominicano y los principales actores de nuestra vida económica, política y social, con la presencia en calidad de testigos, de expertos e invitados especiales convocados por el presidente Danilo Medina.
En un mundo globalizado, orientado y conducido por tratados y acuerdos internacionales, aquellos individuos con amplios conocimientos y destrezas tienen más y mejores oportunidades de beneficiarse de la integración económica mundial y de prosperar más al amparo de la misma. Pero no sucede igual con la mayoría de las gentes. En todo el mundo capitalista existe una clara asociación entre la pobreza y la educación hasta el punto que por pobres se entiende aquellos individuos con bajos niveles de educación y, en el mejor de los casos, dedicados a labores de escasa remuneración.
En lo referente a la educación preuniversitaria, concebimos un paquete básico de reformas con tres principales componentes: una mayor cobertura básica localizada en las comunidades rurales de bajos ingresos; nuevos enfoques para mejorar la calidad de la enseñanza, enfatizando el fortalecimiento de la formación docente; y una mejor gestión escolar basada en la descentralización y el control del presupuesto empleado.
En lo referente a la educación superior, debemos definir los principios orientadores de la transformación de la misma y elaborar planes de reforma que permita a este nivel educativo “mejorar la pertinencia y calidad de sus funciones de docencia, investigación y extensión, ofreciendo igualdad de oportunidades a todas las personas a través de una educación permanente y sin fronteras, donde el mérito sea el criterio básico para el acceso, en el marco de una nueva concepción d la cooperación internacional”.
La organización y ejecución de algunos de esos eventos ha tropezado con obstáculos aparentemente insalvables debido a la coexistencia e interacción de diversos factores y circunstancias del entorno educativo. Cabe destacar la polémica desatada entre académicos y políticos por las interpretaciones y recomendaciones de diversas agencias y expertos internacionales respecto a las estrategias de cambio y desarrollo internacional: los de la ADP se manifiestan contrarios al diario quehacer de las autoridades del Ministerio de Educación; los de la UNESCO nos recomiendan unas cosas y los del Fondo Monetario otras. Otro elemento obstaculizador ha sido la reducción y reorientación de las inversiones en el nivel superior decidida en el marco de las políticas macro-económicas adoptadas en el país atendiendo a recomendaciones de organismos financieros internacionales.
En lo que al parecer todos estamos de acuerdo es en lo expresado por Álvaro Machesi, secretario general de la Organización de Estados Ibéricos (OEI), en el sentido de que “la calidad de la educación de un país no es superior a la calidad de su profesorado” y en que de ahí “la prioridad que la gran mayoría de las reformas educativas otorga al fortalecimiento de la profesión docente”.

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Pactos, 4 % y reforma de la educación -3 de 3-

República Dominicana / 4 de marzo de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

Después de largas jornadas de discusiones, miembros del Consejo Económico Social, funcionarios del sistema dominicano de instrucción pública, titulares de instituciones gubernamentales, rectores de universidades, dirigentes políticos, sindicales y comunitarios y otros actores de la sociedad dominicana, suscribieron, el 1° de abril del 2014, junto al Presidente Constitucional de la República, licenciado Danilo Medina Sánchez, el Pacto Nacional por la Reforma Educativa de la República Dominicana 2014-2030, con la finalidad de encontrar soluciones consensuadas a los problemas que afectan la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas y en los colegios privados. Todo ello, bajo el entendido de que la educación es un derecho fundamental consagrado en la Constitución de la República y que “toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”. Dicho Pacto consigna “que es obligación del Estado Dominicano financiar la educación pública en todos los niveles, grados y modalidades” y que la misma es la herramienta más poderosa para realizar las transformaciones requeridas en la sociedad dominicana. Diferente a lo ocurrido con el Pacto Eléctrico, en donde todavía las autoridades gubernamentales y los diferentes sectores involucrados en el mismo no han logrado un consenso en cuanto a su alcance y contenido, esta vez pudimos arribar a un acuerdo consensuado en materia de instrucción pública respecto a qué hacer y cómo hacerlo para alcanzar los fines deseados.

Tenemos entendido que el Plan Nacional para la Reforma Educativa 2014-2030 establece el marco para una amplia experiencia educativa que tardará años en desarrollarse. Y que nadie, absolutamente nadie, puede prever con certeza cuál será el resultado de sus diversas innovaciones. No nos cabe la menor duda de que en el trascurso de su aplicación hará falta introducir numerosas correcciones, por lo que será muy importante llevar a cabo, tal y como se ha venido haciendo, un control y evaluación continua del avance y progreso de la reforma, preferentemente por parte de analistas independientes que colaboren estrechamente con el Ministerio de Educación y con partes interesadas del sector privado.

En esta fase de desarrollo tan temprana del Plan de Reforma resultaría prematuro formular ningún juicio u opinión sobre si los requisitos más arriba expuestos llegarán a prevalecer y si se superarán los obstáculos que existen en potencia.

El Pacto Nacional para la Reforma Educativa 2014-2030 descansa en el desarrollo de cinco grandes proyectos: Campaña Nacional de Alfabetización de Adultos; Formación y Capacitación Docente; Construcciones y Equipamientos de Aulas y Laboratorios; Tandas Extendidas; Uso de Tecnología en la Transmisión de Conocimientos. La exitosa culminación de todos estos proyectos demanda de una inversión en educación de parte del Estado de más un 4% de nuestro Producto Bruto Interno. Pero, los inconvenientes ya comienzan a aflorar: En efecto, en la página 12B del periódico HOY, en su edición correspondiente a 22 de enero del año en curso, aparecen unas declaraciones atribuida a la experta fiscal Germania Montás Yapur en el sentido de que la destacada profesional entiende que “son inviables los porcentajes del PIB asignados a renglones como educación” El vespertino El Nacional, en la página 5 de su edición correspondiente al 30 de enero del año en curso, trae la información de que suplidores del almuerzo escolar se disponen a suspender el almuerzo en las escuelas de jornadas extendidas. Sí esto es así, debemos ir formulando posibles alternativas con miras a evitar lo peor.

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Pactos, 4 % y reforma de la educación

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http://crees.org.do/es/gráfica-del-día-calidad-de-la-educación-en-centroamérica-y-república-dominicana

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Pactos, 4 por ciento y reforma de la educación -2 de 3-

República Dominicana / 25 de febrero de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

En las décadas de los años ochenta del pasado siglo 20, la instrucción pública de la República Dominicana confrontaba grandes calamidades. Sus índices de calidad revelaban un gran desastre: baja tasa de cobertura acompañada de una alta tasa de deserción; bajo porcentaje de estudiantes promovidos de grado y sobrecogedores índices de sobre edad. Más de 700 mil niños y jóvenes debieron permanecer fuera de las aulas por falta de cupo o por problemas económicos que los afectaban tanto a ellos como sus padres. En las comunidades más empobrecidas del país se había ido perdiendo la costumbre de enviar sus hijos a las escuelas. La educación inicial era un producto muy caro por lo que la cobertura en ese nivel apenas cubría el 20% de la demanda potencial. El 20% de los dominicanos mayores de 15 años no sabían ni leer ni escribir. La escolaridad promedia de la República Dominica apenas alcanzaba los 4 años de educación básica; hecho éste, que se manifestaba en una baja capacidad tecnológica en su población económicamente activa. Como bien lo señaló el entonces Secretario de Educación, Bellas Artes y Cultos, Nicolás Almánzar: “existe una severa crisis educativa. Sería necio y absurdo negarlo, cuando la realidad es más fuerte que el pálido reflejo de lo que escriben sobre la crisis educativa, los especialistas y los formadores de opinión”. ¿Qué evitó el colapso definitivo del sistema dominicano de instrucción pública? El diseño y puesta en práctica del Plan Decenal de Educación 1993-2003 a cargo, no de un individuo en particular, sino de cientos de personas capacitadas y deseosas de mejorar las condiciones de vida de los dominicanos. Los candidatos de los principales partidos políticos a ocupar la Presidencia de la República en las elecciones generales celebradas aquí en 1996 acordaron con los comisionados del Plan Decenal de Educación 1993-2003 que quien resultara ganador en esos comicios nombrara como Secretario de Educación, Bellas Artes y Cultos a una persona ligada al sector y muy entendida en materia de educación y de didáctica. El candidato triunfador en esas elecciones, el doctor Leonel Fernández Reina, cumplió con lo acordado.

¿Quién o quiénes fueron los primeros en sugerir un presupuesto para educación equivalente a un 4% del Producto Bruto Interno? El Sistema Dominicano de Instrucción Pública era, y todavía lo sigue siendo, uno de los peores financiados de la América Española y el Caribe. Los gobiernos que se sucedieron en las décadas de los años 90 y en los inicios de la primera del siglo 21, invirtieron en educación un promedio de 2.3% del PBI, en momentos en que el promedio de los gastos en educación de parte de los gobiernos latinoamericanos sobrepasaba con creces el 4.7% del PBI. Ante esa situación, nuestros gobernantes reaccionaban de distintas manera; unos, otorgando al sector de educación montos cada vez más insuficientes; y otros, dejando hacer a los secretarios de Estado del ramo lo que querían y podían para mejorar la grave situación en que se encontraba el sistema dominicano de instrucción pública.

Todo ello, sin analizar los graves problemas a los cuales nos enfrentábamos y sin concertar soluciones de fondo a los mismos. Afortunadamente, al multiplicarse los grupos sociales que demandaban más y mejor educación, aumentaron las expectativas. Lo mismo ocurrió con el financiamiento de las escuelas públicas. Cuando eran pocas y poco también su impacto en las finanzas públicas, sólo a un reducido grupo de personas se le ocurría pensar y sugerir que los gobiernos invirtieran más en el ramo.

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Pactos, 4 por ciento y reforma de la educación

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http://crees.org.do/es/gráfica-del-día-calidad-de-la-educación-en-centroamérica-y-república-dominicana

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Pactos, 4 por ciento y reforma de la educación -1 de 3-

República Dominicana / 18 de febrero de 2018 / Autor: Jesús de la Rosa / Fuente: Hoy Digital

Los años de la década del 80 del pasado siglo 20 fueron trágicos para el desarrollo de la América Española y el Caribe. La tasa de crecimiento económico fue persistentemente negativa, a tal punto que el nivel de vida de sus habitantes estuvo por debajo de la de los años 70. Por eso, dicha década se denomina la “década pérdida” para el desarrollo social y económico de los países de la región.

El endeudamiento externo acumulado durante años, la recesión de los países industrializados, las altas tasas de interés internacional predominante, y la imposibilidad de adaptarse oportunamente a los cambios globales, fueron las razones para que los países latinoamericanos y caribeños se encontraran al final de la década perdida con la pesada carga de una deuda externa que superaba los 435 mil millones de dólares.

La República Dominicana no fue la excepción. Hacia finales de la década de los 80, nuestro país se encontraba con una deuda externa de más de 4 mil millones de dólares; los precios internacionales de los productos tradicionales en baja y sin expectativas de aumento; y con una tasa de inflación que sobrepasaba los tres dígitos. La sociedad dominicana se encontraba en un periodo crucial de su historia en momentos en que las grandes transformaciones en el orden económico, político y social que se estaban produciendo en el mundo obligaban a todos las naciones a redefinir sus políticas económicas y a trazarse nuevas estrategias para afrontar con éxito los problemas que las afectaban.

La situación de deterioro en que se encontraba el sistema dominicano de instrucción pública era una de las manifestaciones de esta crisis y uno de los factores que contribuían a agravarla. Parecía que no estábamos en condiciones de afrontar la difícil tarea de sacar el país del atolladero en que se encontraba y de conducirlo por el camino del progreso.

La certeza de parte de educadores y de algunos que otros funcionarios públicos, dirigentes empresariales, sindicales y comunitarios, de que la educación es una condición fundamental e imprescindible para el desarrollo y bienestar de la sociedad fue lo que dio origen al Plan Decenal de Educación 1993-2003. Dicha iniciativa contemplaba la eliminación total del analfabetismo; el establecimiento del nivel preescolar; la generalización de la educación primaria; la expansión de la educación técnica; la ampliación de la educación media; la reorganización de la educación superior; la revalorización de la profesión docente; la elevación de las partidas presupuestarias dedicadas al sector educativo; y, la implementación de una nueva ley orgánica de educación en sustitución de la vigente desde los tiempos de la Intervención Norteamericana de 1916.

El Plan Decenal no despertó, en principio, interés alguno de parte del gobernante de turno. Afortunadamente, dicho Plan, como bien lo expresara en su oportunidad el entonces rector del INTEC, Rafael Toribio, “fue capaz de reunir a representantes de distintos grupos sociales, políticos y económicos, en la tarea de elaborar, de manera conjunta, un plan de desarrollo educativo”.

En resumen, el Plan Decenal 1993-2003 se constituyó en todo un modelo de planificación colectiva, concebido y desarrollado por cientos de personas bajo las sabias orientaciones del educador costarriqueño Lorenzo Guadamúz. Del mismo cabe afirmarse que fue el de mejores resultados entre todos los planes de reformas de la educación implementados aquí desde la llegada de Eugenio Marías de Hostos al país hasta nuestros días.

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Pactos, 4 por ciento y reforma de la educación

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