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Karl Marx y Friedrich Engels | Obras Completas en 54 Libros (PDF)

Fuente: Bloghomia

Karl Marx y Friedrich Engels son considerados como los fundadores de la ideología revolucionaria y socioeconómica llamada «marxismo». 

Su trabajo intelectual estaba orientado hacia una comprensión global de los problemas socioeconómicos que parecían originarse dentro de la naturaleza humana y las sociedades organizadas. Tales problemas prevalecían en la mayoría de los sistemas de gobierno de su tiempo. El aspecto revolucionario de la ideología de Marx y Engels se centra en la noción de que las personas necesitaban cambiar activamente el sistema socioeconómico para mejorar su forma, en lugar de tratar de preservar el status quo existente.

Rompieron sistemáticamente el razonamiento detrás de la organización, las leyes financieras y la estructura social del sistema social existente, destacando los problemas y proponiendo soluciones revolucionarias alternativas que los resolverían.

Este complejo socioeconómico de hechos y tendencias analizados, más ideas y sugerencias para un sistema más funcional ahora se llama «marxismo». En su esencia, el marxismo sostiene que existe una situación de explotación muy injusta de los trabajadores medios, el proletariado, por parte de la élite rica del mundo, la burguesía. Este sistema de explotación está empeorando aún más por la participación impotente de la gente en él, porque de esta manera el sistema continúa produciendo más y más riqueza para la élite que lo controla. De este modo, los pobres están aún más esclavizados, debido a la distribución desigual de la riqueza y la distancia cada vez mayor entre quienes poseen el capital y los trabajadores que solo pueden vender su trabajo.

Marx y Engels intentaron que la gente entendiera que este sistema capitalista no es rentable para todos, sino solo para aquellos pocos en la cima de la pirámide que disfrutan de inmensas riquezas. Estas riquezas son el resultado de la explotación y poseer un inmenso capital permite el dominio perpetuo de la elite y las interacciones superior-inferior en la sociedad.

El marxismo sugiere que el sistema necesita una reestructuración total. Para que esta reestructuración sea factible, las injusticias inherentes del capitalismo deben ser eliminadas. Todas las formas de capital, y especialmente la infraestructura crítica y los medios de producción, tales como terrenos, fábricas o maquinaria, deben ser distribuidos a las personas por ley. Además, prohibir la propiedad del capital garantiza que no puedan existir en el futuro mecanismos de control de la explotación por parte de quienes pretenden acumular el exceso de riqueza.

Marx entendió que esta reforma era poco realista que se llevaría a cabo durante su vida, y solo esperaba que este cambio se realizaría cuando hubiera un grado suficiente de fermentación social con la participación activa de la gente en esta idea revolucionaria.

A continuación, les traemos 54 Libros digitalizados de ambos autores, agradecemos a la página Historia y Critica  por la digitalización del material.

Las Obras están completamente digitalizadas, en un archivo  ZIP de 911 Mb

Pueden acceder a las Obras en este enlace :

54 Libros de Marx y Engel

Fuente: https://www.bloghemia.com/2019/02/karl-marx-y-friedrich-engels-obras.html?m=1

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Karl Marx (1818-1883) En el bicentenario de su nacimiento (I)

Por: Salvador López Arnal

Nota del editor. Conviene (y es justo) aproximarse a la obra de Karl Marx, uno de los grandes filósofos (más que filósofo, como todos los grandes) de la historia de la humanidad, este 2018, el año del bicentenario de su nacimiento. Un texto por semana.

Y es igualmente justo abrir estas aproximaciones por un texto fechado en 1967, una voz para la enciclopedia Larousse-Planeta [1], de uno de los autores (más que un filósofo también) que más lo leyó (de verdad), estudió (en serio) e interpretó (con cabeza propia). Hablo de Manuel Sacristán (1925-1985), el autor de Sobre Marx y marxismo, Pacifismo, ecología y política alternativa, Lecturas, Intervenciones políticas, Papeles de filosofía, Estudios sobre El Capital y textos afines, Seis conferencias Sobre dialéctica. 

Las notas finales son del editor.

Marx, Karl (Manuel Sacristán)

Político, filósofo y economista alemán (Tréveris 1818-Londres 1883). Hijo de un abogado hebreo de formación y tendencias moderadamente ilustradas y liberales, su infancia transcurrió en Renania. Estudió en su ciudad natal y a los diecisiete años empezó la carrera de derecho en la Universidad de Bonn. Pero desde su traslado a la Universidad de Berlín (1836), Marx se orientó cada vez más claramente hacia la filosofía y la historia. De esta época data su noviazgo con Jenny von Westphalen, hija de un funcionario de la nobleza reciente. A su llegada a Berlín el joven Marx vivió intelectualmente en el mundo de ideas de la Ilustración. La filosofía hegeliana, recién muerto Hegel, dominaba el ambiente espiritual berlinés y estaba dando origen a una tendencia progresista y democrática dentro de la cual se situaría pronto el joven Marx. Pero el cambio de orientación intelectual de éste no se produjo sin crisis. En una carta dirigida a su padre el 10 de noviembre de 1837, llega a poner entre las causas de la enfermedad y la depresión que sufrió entonces la necesidad intelectual en que se vio de adoptar los motivos básicos del pensamiento hegeliano: «Enfermé, como ya te he escrito (…) de la irritación que me consumía por tener que convertir en ídolo mío una concepción que odiaba». A pesar de esas tensiones intelectuales Marx era ya en 1837 un «joven hegeliano» de izquierda bastante típico. De ello da testimonio la citada carta, en la cual abundan reflexiones directamente inspiradas por el pensamiento de Hegel e incluso temas de detalle muy característicos de la filosofía de éste, como la crítica despectiva del «pensamiento matemático» o formal en general.

La orientación dominante de los hegelianos de izquierda consistía en entender y aplicar la filosofía hegeliana como un instrumento crítico de la sociedad existente. Pero, de acuerdo con sus concepciones básicas idealistas, sociedad era para ellos tanto como cultura explícita o incluso teórica, o lo mismo que grado de realización de las ideas en las instituciones: la crítica es también teoría, como afirmara Marx aún en su tesis doctoral (un estudio sobre la filosofía de Demócrito y la de Epicuro) en 1841 [2]. Pese a ello, el ejercicio de la crítica puso progresiva y naturalmente al joven Marx en presencia de realidades sociales, sobre todo a partir del momento en que empezó a redactar trabajos periodísticos para la Rheinische Zeitung [3], de la que llegó a ser director (1842). Los debates de la Dieta renana acerca de materias como los robos de leña en los bosques, por ejemplo, despertaron en Marx una sensible conciencia de los problemas sociales [4]. Muy tempranamente percibió la naturaleza clasista de la legislación y de los debates mismos de la Dieta. Sus artículos al respecto en la Rheinische Zeitung pintan plásticamente no sólo las actitudes de clase de los oradores de los estamentos noble y burgués, sino también la naturaleza de clase del estado, cuya legislación y cuya acción administrativa tienden a convertir el poder social en guardia jurado de los intereses de los propietarios. La crítica del joven Marx (que tenía veinticuatro años en esa época) a dicha situación procede según una línea liberal apoyada filosóficamente en una interpretación izquierdista del pensamiento de Hegel: esa situación es reprobable porque un estado clasista no cumple la idea del estado como realización de la eticidad, de la especificidad humana.

Puede documentarse que Marx tuvo durante esos años un primer conocimiento del movimiento obrero francés e inglés y del socialismo y el comunismo utópicos de Fourier, Owen, Sain-Simon y Weitling [5]. Por lo que hace a los movimientos revolucionarios franceses de la época su fuente fue probablemente la Augsburger Allgemeine Zeitung [6], en al cual H. Heine [7] publicaba crónicas desde París en las que varias veces aludió al comunismo francés y al de los emigrados alemanes. La reacción de Marx a esos datos tiene dos aspectos distinguibles: por un lado, considera justificado que «la clase que hasta ahora no ha poseído nada» aspire a poseer, y reprocha a la clase dominante alemana su actitud puramente negativa; la aspiración económica del proletariado y su lucha por objetivos materiales inmediatos (Marx comenta la gran agitación de Lyon, por ejemplo) le parecen naturales y justificados fenómenos sin importancia y nada temibles. Pero en las ideas comunistas ve ideas parciales -ideas de clase-, tan incapaces como las de la clase dominante de realizar el estado ético. Las ideas comunistas son un «temor de la conciencia que provoca una rebelión de los deseos subjetivos de los hombres contra las comprensiones objetivas de su propio entendimiento». Esas «comprensiones objetivas» son el concepto hegeliano del estado, frente al cual el comunismo es para el Marx de entonces la parcial noción de un «estado de artesanos». En 1843 la censura procedió contra la Rheinische Zeitung y Marx tuvo que dimitir. Ya previamente este endurecimiento de la censura, el de la política universitaria prusiana, le había movido a desistir de su proyecto de carrera universitaria. Este año de 1843, en el cual Marx se sumaría a la emigración política alemana en París, fue abundante en acontecimientos decisivos para su vida: además de casarse, conoció a Heine, Börne, Proudhon y Engels. Con esos acontecimientos, nació el Karl Marx que ha pasado como figura de gran influencia a la historia de las ideas y a la de los hechos.

La amistad con Engels acarreó ante todo para Marx la convicción de que tenía que estudiar profundamente los problemas económicos [8]. La conciencia de ello coincidió con esta fase de su evolución intelectual y moral con la utilización del pensamiento de Feuerbach (un humanismo abstracto que culmina en una crítica recusatoria de la religión y de la filosofía especulativa) como correctivo del idealismo de Hegel. Esa situación se refleja sobre todo en tres trabajos muy importantes para la comprensión de su evolución intelectual: dos escritos (1843) para los Deutsch-französische Jahrbücher [9], la Crítica de la filosofía hegeliana del derecho y Sobre la cuestión judía; y otro no publicado durante su vida que se conserva en estado de borrador: los Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Todos estos escritos -el último sobre todo- presentan característicamente lo que después Marx consideraría una «mezcla» del punto de vista ideológico, o de historia y crítica de las ideas, con el factual, o de análisis e interpretación de los datos. Ese rasgo indica suficientemente el lugar de transición que ocupan esos escritos en la biografía intelectual de Marx. El aspecto más meramente filosófico de esa transición se aprecia, en los manuscritos sobre todo, en su intento de precisar la síntesis del pensamiento recibido a partir de la cual está organizándose el suyo.

En 1845 Marx tuvo que abandonar París. Pasó a Bruselas y en 1847 a Londres. De este período son las obras en las cuales se suele ver la primera formulación del materialismo histórico: La sagrada familia, La ideología alemana, Miseria de la filosofía y el Manifiesto del Partido comunista (escrito en 1847, publicado en 1848). Engels ha fechado en esos años el punto de inflexión, caracterizándolo como un rebasamiento de las ideas de Feuerbach: «Pero había que dar el paso que no dio Feuerbach; el culto del hombre abstracto, que constituía el núcleo de la nueva religión, se tenía que sustituir por la ciencia del hombre real y de su evolución histórica. Este ulterior desarrollo del punto de vista feuerbachiano más allá de Feuerbach empezó en 1845, por obra de Marx, en La sagrada familia«. En esa obra y en La ideología alemana, Marx (con la colaboración de Engels) va explorando, con ocasión de motivaciones polémicas, su nueva concepción de las relaciones entre lo que a partir de entonces se llamaría en el marxismo la sobreestructura (las instituciones y las formaciones ideológicas) y lo que recibiría el nombre de base de la vida humana, paulatinamente entendida como el sistema de relaciones (o condiciones, pues la palabra alemana «Verhältnisse», siempre usada en plural en este contexto, significa ambas cosas, y también circunstancias) de producción y apropiación del producto social. En el Manifiesto (por tanto en 1847 a más tardar) está ya presente, además de la clásica tesis marxista que aparece en la primera frase del célebre texto («La historia de toda sociedad hasta hoy es la historia de luchas de clase») también el esquema dinámico de la evolución histórica tal como lo entiende el marxismo, a saber: la tensión dialéctica entre las condiciones o relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas. En el Manifiesto afirma Marx, por ejemplo, que las «modernas fuerzas productivas» están en tensión «desde hace decenios» con «las modernas relaciones de producción, con las relaciones de propiedad que son las condiciones de vida de la burguesía y de su dominio.»

En 1847 era Marx miembro de la Liga de los comunistas y trabajaba intensamente en la organización del movimiento obrero. La evolución de 1848 le movió a pasar a Alemania (abril) igual que Engels, con objeto de colaborar personalmente en la revolución democrática alemana. Marx publicó en Colonia la Neue Rheinische Zeitung [10] de vida efímera (1848-1849). Tras el fracaso de la revolución, se encontraba en Londres (expulsado de París) en 1849. Y en 1850 se disolvió la Liga de los comunistas. Ya no se movería Marx de Londres más que muy transitoria y excepcionalmente, o por motivos de salud en los últimos años de su vida. La fase de ésta que empezó el año 50 es de mucho sufrimiento causado por la pobreza, el esfuerzo y la resultante mala salud. En esta época había empezado la preparación de los materiales y análisis para El Capital [11], que sufriría numerosos cambios respecto de los proyectos iniciales de Marx. Los textos conocidos con los títulos de Contribución a la crítica de la economía políticaEsbozo a una critica de la economía política y Teorías sobre la plusvalía son todos de esa época y preparatorios de El Capital (esto puede decirse objetivamente, no en el sentido de que tales fueran los planes literarios de Marx). Tres años antes de aparecer El Capital (vol I) se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, la Internacional por antonomasia. Al poco tiempo de su fundación se le llamó a participar en ella y se convirtió en su auténtico guía, al redactar la memoria inaugural y los estatutos. La distinta concepción del camino que había que seguir en la lucha revolucionaria le llevó a enfrentarse con Bakunin y sus partidarios, que en 1872 fueron expulsados de la Internacional. El primer volumen de El Capital, único publicado en vida de Marx, ha sido durante el siglo siguiente a su publicación la obra más influyente y famosa de su autor: sólo más recientemente empezó a solicitar una análoga atención su obra anterior y juvenil. Contemplado desde ésta, El Capital parece como el remate de un movimiento intelectual de alejamiento progresivo y negación de la especulación filosófica y su pretensión de ser fundamento de la acción política revolucionaria; en el mismo movimiento ese papel se atribuye a un conocimiento positivo de la realidad histórica, social y económica. «Una vez reconocido que la estructura económica es la base sobre la cual se yergue la sobreestructura política, Marx atendió ante todo al estudio de esta estructura económica» (Lenin)

Concepto básico y nuevo, al menos en su sistemático aprovechamiento, de las obras de la época de El Capital y de éste mismo es el de plusvalía. Con ese concepto propone Marx una explicación de la obtención de valor por parte del propietario del dinero como resultado de la circulación de éste. La ganancia de valor se explica porque el capitalista puede comprar y compra de hecho la única mercancía que produce valor con su consumo, la fuerza de trabajo. En las obras que, como señaladamente El Capital, son características de la madurez de Marx, se aprecia una recuperación de conceptos hegelianos. El propio Marx ha comentado el hecho, explicándolo simultáneamente en dos sentidos, como mero «coqueteo» intelectual con el lenguaje filosófico de Hegel, por reacción contra la vulgaridad antihegeliana de la cultura izquierdista alemana de los años 50 y 60; y como reconocimiento de que «la mixtificación [idealista] que sufre la dialéctica en manos de Hegel no anula en modo alguno el hecho de que él ha sido el primero en exponer de un modo amplio y consciente las formas generales de movimiento de aquélla. La dialéctica se encuentra invertida en el pensamiento de Hegel. Hay que enderezarla para descubrir el núcleo racional dentro de la cáscara mística» (Prólogo a la 2ª edición del vol. I de El Capital ).

Las vicisitudes y los puntos de inflexión de la evolución intelectual de Marx, tan rica y revuelta como la de cualquier otro pensador importante, suscitan dos problemas que son actualmente [12] tema de la mayor parte de la literatura marxiana: el de los «cortes», «rupturas» o «censuras» que haya podido haber en esa evolución, especialmente entre los años 1842-1847, y el de la naturaleza del trabajo teórico de Marx, tan directamente ligado (a diferencia del trabajo intelectual típico moderno, por ejemplo, el de un físico) con objetivos prácticos (políticos revolucionarios) [13]. Respecto del primer problema, cabe decir al menos que un examen de la evolución intelectual de Marx, por curioso que sea, permite identificar no uno, sino varios puntos de inflexión (alguno incluso posterior a El Capital), ninguno de los cuales, sin embargo, se revela como ruptura total: en 1851, por ejemplo, seleccionaba para encabezar una publicación de sus escritos un artículo del año 1842, las «Observaciones acerca de la reciente instrucción prusiana sobre la censura».

En cuanto al segundo problema, parece también claro que Marx ha practicado con los temas económicos un tipo de trabajo intelectual no idéntico con el que es característico de la ciencia positiva, aunque sí compuesto, entre otros, por éste. Es incluso claro que Marx atribuye un peculiar estatuto intelectual a toda ocupación científica general con los problemas económicos. Así escribe, por ejemplo, en el citado prólogo a la 2ª edición del vol. I de El Capital: «En la medida en que es burguesa -o sea, mientras conciba el orden capitalista como forma absoluta y única de la producción social, en vez de cómo estadio evolutivo transitorio-, la economía política no puede mantenerse como ciencia, sino mientras la lucha de clases sea latente y se manifieste sólo en fenómenos aislados». Marx no ha hecho nunca afirmación parecida acerca de ninguna otra ciencia.

En 1870 Engels pudo trasladarse a Londres y entró a formar parte del consejo general de la Internacional, aliviando a Marx de parte de su trabajo y haciendo posible que éste se retirase en 1873 de la actividad pública y dedicase los esfuerzos que le permitía su quebrantada salud a proseguir la redacción de El Capital[14]. La muerte de su mujer y de su hija [15] le afectaron profundamente y precipitaron su propio fin.

Notas:

1) «Marx, Karl»,Enciclopedia Larousse, pp. 6271-6272

2) Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro

3) Gaceta Renana.

 4) Lo mismo podría afirmarse, en otro orden de cosas, del joven Engels.

5) Pueden verse las aproximaciones del autor a estas corrientes socialistas en el tercer capítulo del Manifiesto Comunista.

6) Gaceta General Aubsburguesa.

7) Sobre Heine puede verse: M. Sacristán, «Heine la consciencia vencida». Lecturas, Barcelona, Icaria, 1985, pp. 133-215.

8) Sobre Engels escribiría Sacristán en una nota a pie de página de un artículo de 1960: «Al escolástico que después de laboriosa búsqueda consiga encontrar en Engels alguna frase que parezca decir lo mismo que dice Tresmontant que son las tesis del marxismo -y tal como éste las formula- se le contestará: 1º que Engels no fue un Padre de la Iglesia, sino, junto con Marx y Lenin, uno de los tres grandes pensadores, en los cuales el proletariado -y la humanidad al mismo tiempo- consiguió la consciencia de su ser; 2º que Engels murió en 1895, y 3º: que el que escribe estas notas tiene sobre Engels la tan decisiva como poco meritoria ventaja de ser un engelsiano vivo»

9) Anales franco-alemanes

10) Nueva Gaceta Renana

11). Sacristán tradujo los libros I y II para Crítica-Grijalbo. Dejó a medias la traducción del libro III que no llegó a editarse en las OME. César Rendueles ha usado esta traducción en alguna de sus antologías sobre la obra marxiana publicadas en Alianza editorial.

12) Recuérdese: finales de los década de los sesenta, en pleno auge de la influencia de Althusser y sus seguidores en el, digamos, marxismo occidental (o en gran parte de él cuanto menos).

13) Algunos de los textos recogidos en Sobre dialéctica, edi cit, se centran en esta problemática. Daremos cuenta de ellos.

14) Fue Engels como es sabido, con la ayuda de Tussy Marx, quien editó los libros II y III de El Capital. 

15) Su mujer: Johanna Bertha Julie von Westphalen,»Jenny» (Salzwedel, 12 de febrero de 1814-Londres, 2 de diciembre de 1881); su hija mayor: Jenny Marx Longuet (Jennychen) (11 de mayo de 1844-11 de enero de 1883. Sobre la vida de los Marx, y la propia obra de Marx, es imprescindible: Mary Gabriel, Amor y Capital. Karl y Jenny Marx y el nacimiento de una revolución, Vilasssar de Marx (Barcelona), El Viejo Topo, 2014, traducción de Josep Sarret.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=236108

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El líder de la revuelta anarquista de Ucrania (1918-1921) en sus propias palabras

Por: Jesús Aller

El siglo XIX alumbró dos proyectos para la emancipación de la clase trabajadora que tuvieron posibilidad de cristalizar en la centuria siguiente. Sin embargo, mientras en esta son frecuentes las experiencias que proclaman su fidelidad a la estrategia propuesta por Karl Marx, las que se reivindican herederas de la tradición libertaria son mucho más escasas. Entre ellas, ocupa un lugar destacado la revuelta de Ucrania, liderada por Néstor Majnó, que fue relatada por algunos de sus protagonistas, como Piotr Arshínov o Vsévolod Eichenbaum “Volin”. La obra que reseñamos, editada por Descontrol en 2014 constituye un esfuerzo por ofrecer en castellano una recopilación de escritos del hombre de acción que fue Néstor Majnó. Se trata de artículos publicados entre 1925 y 1932, muchos de los cuales pueden leerse en la web nestormakhno.info.

Como nos recuerda la breve biografía en catalán que abre el libro, Néstor Majnó viene al mundo en 1889 en la pequeña ciudad de Guliaipole (Ucrania oriental) en una familia de campesinos pobres. Huérfano de padre muy pronto, trabaja de pastor para sostener a los suyos y, a partir de los doce años, de peón en las fincas de colonos alemanes de la zona. Participa en la revolución de 1905 y se adhiere al movimiento libertario, para el que realiza peligrosas misiones. En 1908 es detenido e internado en la Butyrka moscovita, donde conoce a Piotr Arshínov, que le instruye en las ideas anarquistas. Cuando la insurrección de febrero de 1917 lo deja en libertad, regresa a su tierra, organiza el soviet de su aldea natal y se convierte a partir de entonces en el líder indiscutible en el combate por el autogobierno de obreros y campesinos, logrando importantes victorias contra los blancos, aliado a veces con los bolcheviques y otras perseguido por ellos. Herido gravemente en 1921, es trasladado al extranjero y tras un azaroso peregrinaje termina en París, donde sigue luchando por el ideal libertario hasta su fallecimiento en 1934.

En el texto más extenso recogido en el libro “El abecedario del anarquista revolucionario” (1932), Majnó defiende con coraje el proyecto de una sociedad sin opresión, e insiste en que la clave para alcanzarla es la superación de la psicología servil que encadena al hombre. Se trata de comprender que estamos ante una lucha que compete a todos para organizarnos fraternalmente y destruir el andamiaje de explotación que es hoy la vida, pero sin caer en el error de sustituirlo por un sistema como el soviético, que niega la libertad. Otro artículo es un alegato contra las acusaciones de persecución de judíos por parte del movimiento que lideró, vertidas en publicaciones próximas a los bolcheviques. Se incluye también una carta a los anarquistas españoles, a los que en 1931 estimula a una acción decidida para fortalecer la organización de las masas y llevarlas a la revolución: “¡Golpead mientras el hierro está caliente!”

Varios fragmentos insisten en su frustración ante la Rusia soviética, donde no encuentra una hegemonía de obreros y campesinos, sino una estructura estatal apenas diferente de otras, y en la que se ha renunciado a la idea de igualdad, con los bolcheviques como nueva clase burguesa. En este sentido, le resulta especialmente dolorosa la subordinación del mundo rural al poder centralizado. Hay también un recuerdo emocionado para la insurrección de Kronstadt en su quinto aniversario, y reflexiones sobre la disciplina revolucionaria, trabazón fraternal imprescindible en la batalla entablada. La obra concluye con dos cartas a Malatesta de 1929 y 1930, en las que Majnó asume la defensa de una responsabilidad colectiva en el movimiento anarquista, que debe dotarse según él de estructuras estables y tácticas unificadas, más allá de los grupos de propaganda que predominaban en aquel momento.

El ejército de campesinos, obreros e intelectuales que Néstor Majnó fue capaz de organizar en Ucrania obtuvo algunos de los mayores éxitos de su historia para el ideal anarquista de una sociedad sin explotación. Sus tácticas y la brillantez estratégica de su líder consolidaron un control sobre amplias regiones con grandes núcleos urbanos donde se puso de manifiesto lo que es posible construir desde una perspectiva que considera al hombre libre y dueño de su destino. Blancos y rojos frustraron las esperanzas de que aquello fructificara, pero las palabras del protagonista principal de aquel combate siguen aportando hoy a la foto en sepia de las primitivas ametralladoras en carros de caballos de la guerra civil rusa, un grito de coraje y un mensaje ineludible de organización y lucha sin cuartel por la liberación del ser humano.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/

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Los Marx, una biografía humana y política


Por: Enric Llopis
A partir del testimonio de dos hijas de Karl Marx –Eleanor, que se suicidó a los 43 años y Laura, que finiquitó su vida a los 66- el filósofo Juan Carlos Ruiz Franco trenza una novela documental de 138 páginas titulada “El bastardo de Marx”, publicada por Ediciones Dyskolo en noviembre de 2016. El título del libro invoca al vástago “ilegítimo” que el historiador, economista y filósofo germano tuvo con la criada de la familia, Helene Demuth. La narración, que intercala cartas y artículos de la época, permite una aproximación biográfica a Karl Marx, Friedrich Engels y otras personas del círculo íntimo. Cuenta Eleanor Marx que su padre nació el cinco de mayo de 1818 en la ciudad renana de Tréveris, inserta en el reino de Prusia. Hombre de fuerte carácter, se doctoró en la Universidad de Jena e intentó dedicarse a la docencia, pero del mismo modo que Bruno Bauer, un significado hegeliano de izquierda, fue expulsado de su cátedra en 1842, Karl Marx no pudo impartir clases. La mordaza del estado militarista prusiano se lo impidió. Entonces buscó una salida en el periodismo. Fue redactor jefe de “La Gaceta Renana”, un periódico liberal, pero a los seis meses (octubre de 1843) se topó de nuevo con la censura, que cerró el periódico por la publicación de un artículo considerado “antirruso”.

Eran sólo los comienzos y Karl Marx “gozaba de un gran prestigio entre la burguesía progresista de la época”, relata Eleanor. De ahí que, con la oferta de un buen estipendio, el editor Arnold Ruge le planteara la publicación en París de los “Anales Franco-Alemanes”. A la capital francesa se trasladaron, en 1843, Marx y su esposa Jenny Von Westphalen. La ciudad se destacaba por el fulgor intelectual: allí se hallaban entre otros el último poeta romántico, Heinrich Heine. Karl Marx entabló relación con ellos. Además en París “comenzó la fraternal relación entre mi padre y Engels”, subraya la hija del filósofo. Por aquellos años Marx ya se ubicaba en los aledaños del comunismo, lo que marcaba una distancia insalvable con Arnold Ruge, en posiciones demócrata-liberales. Debido al antagonismo, al editor no le agradó el primer número de los “Anales”, por sus excesos revolucionarios y por lo que consideró un abuso de las aportaciones alemanas. El Gobierno prusiano se sumó a los reparos: señaló nuevamente a la figura de Marx, la amenaza que implicaba la publicación de la obra y advirtió que se producirían detenciones si los autores entraban en el territorio de Prusia. “Pero mi padre tuvo suerte porque consiguió encontrar a un mecenas que le compró parte de la edición y organizó una colecta para mantenerle en parís”, relata Eleanor.

En esas circunstancias, Marx se vio obligado a prolongar las colaboraciones periodísticas. Por ejemplo en el rotativo “Adelante”, donde continuó apuntando contra el Gobierno de Prusia. La reacción del ejecutivo fue pedir que se le expulsara de Francia; y así ocurrió. El itinerario político y vital del filósofo y activista continuó en Bruselas, donde se tuvo que comprometer a no escribir artículos políticos. Sin empleo, Karl Marx se dedicó a publicar libros y textos con Engels, figura que resultó siempre capital para el sustento de la familia: “Mis padres lograron mantenerse económicamente gracias al dinero de algunos amigos, a varias colectas y a lo que ya entonces les daba Engels”, comenta Eleanor Marx en el libro de Juan Carlos Ruiz Franco.

Pese a la represión y la censura, nunca abandonó la militancia política; así, en Bruselas militó en la “Liga de los Justos”, que después se llamó “Liga de los Comunistas”. Advertido el Gobierno de Bélgica de sus actividades subversivas, Karl Marx volvió a tener problemas… En este punto Ruiz Franco introduce las palabras de Jenny Von Westphalen en primera persona, que complementan las impresiones de su hija: “La policía, los militares y la guardia civil fueron puestos en estado de alerta; entonces los trabajadores alemanes decidieron que ya era hora de armarse a su vez; se procuraron dagas, revólveres… Karl aportó dinero gustosamente, pues acababa de recibir una herencia; el Gobierno vio pruebas de conspiración e intriga; Marx obtiene dinero y compra armas, por lo tanto ha de ser expulsado” (“Breve bosquejo de una vida memorable”). Dos sargentos de la policía irrumpieron en la vivienda donde residía el revolucionario alemán. Afirmaban poseer una orden de arresto para conducirlo a un interrogatorio. Tras la estancia belga y revocada una antigua orden de expulsión, el siguiente destino revolucionario de Marx se hallaba en parís. Corría el mes de febrero de 1848 y la Monarquía de Luis Felipe I estaba a punto de sucumbir. Marx se enrola en las “barricadas” parisinas y ese año redacta con Engels el “Manifiesto del Partido Comunista”.

El “fantasma” revolucionario se propaga por Europa. Marx viaja a Colonia: publica un número de la “Nueva Gaceta Renana”. Cuando retorna a París, observa cómo el proceso revolucionario ha derivado en una República presidida por Luis Napoleón Bonaparte, que decide liquidar los sueños de emancipación obrera. Un año después, en julio de 1849, Marx recibe la orden de abandonar París, de manera que tiene que fijar un nuevo destino: Londres. En la capital inglesa “viviría prácticamente en la miseria; la familia subsistió en todo momento gracias a las ayudas y las herencias, ya que no existía ningún ingreso fijo”, explica Eleanor. Sólo entraba, de tanto en tanto, el dinero de algún préstamo a fondo perdido. La hija de Carlos Marx dedica asimismo unas palabras a Engels, su inseparable socio y mecenas. Nacido en el seno de una familia burguesa, religiosa y propietaria de fábricas textiles, Friedrich Engels se escoró ya en los años de universitario en Berlín (1841 y 1842) hacia el hegelianismo de izquierda. Se trasladó a Manchester para ayudar en la dirección de las factorías. Selló el inicio de su estrecha relación con Marx aquel día de noviembre de 1842 en que apareció por la redacción de “La Gaceta Renana”. Poco después empezaron a colaborar en los “Anales Franco-Alemanes”…

Además de uno de los fundadores en 1869 del Partido Socialdemócrata de Alemania, Wilhelm Liebnecht fue padre de Karl, mentor éste con Rosa Luxemburgo de la Liga Espartaquista y el Partido Comunista de Alemania. Wilhelm Liebnecht define la constitución física de Marx como naturalmente adecuada para los grandes esfuerzos. En Londres, tan pronto se sentía mejor de los achaques, “volvía a caer paulatinamente en la costumbre de trabajar por las noches, hasta que de nuevo se producía una crisis que le obligaba a un tren de vida más razonable (…)”. Pero sólo el tiempo justo: “Las crisis eran cada vez más intensas; contrajo una afección hepática y tumores malignos”. Poco a poco su fortaleza natural fue mermando.

El yerno de Marx, Paul Lafargue, también resaltaba esta capacidad titánica de Marx para la producción intelectual. Fue en 1865, en Londres, cuando Lafargue se encontró al activista e ideólogo por primera vez. El periodista y médico revolucionario nacido en Cuba, defensor de “El derecho a la pereza”, conoció a Marx enfermo y fajándose para levantar el primer volumen de El Capital. En el gabinete de Maitland Park Road, donde le visitaban camaradas de todo el mundo, “no se me apareció como el incansable agitador socialista, sino como un erudito (…), las paredes estaban cubiertas de estanterías repletas de libros, y cargadas hasta el techo de manuscritos y paquetes de periódicos”. No sólo leía en todas las lenguas europeas –también en ruso- y escribía en alemán, inglés y francés, sino que la biblioteca de Marx –cuenta Lagargue- “contenía más de mil volúmenes reunidos durante su larga vida de investigaciones”; pero no era suficiente y, por ello durante años frecuentó el Museo Británico.

Entre la encarnizada persecución de los poderes y la loa de los seguidores, el libro de Dyskolo incluye a los críticos de la época. Uno de los más reputados, Mijail Bakunin, afirmó sobre Marx: “Cree de modo absoluto en sus propias teorías, y desde sus alturas desprecia a todo el mundo”. Otra aproximación a los Marx puede basarse en la reconsideración del rol de las mujeres, a menudo relegadas frente a los prohombres. El dos de diciembre de 1881 falleció en Londres Jenny Von Westphalen. En el funeral Engels recordó que Jenny sufrió el exilio parisino, el hostigamiento del Gobierno de Prusia y la prisión en Bélgica. Tras la revolución, frustrada, de 1848 afrontaría todas las penalidades del exilio londinense.

También a la muerte de Jenny, hija mayor de Karl Marx, Engels rememoraba la “presencia de ánimo y energía que muchos hombres envidiarían”. Se refería a la actuación de Jenny cuando los periódicos irlandeses revelaron los maltratos afligidos en las cárceles británicas a los presos nacionalistas, juzgados en 1866; y, dado que el político liberal William Gladstone no cumplió con las promesas previas de amnistía al acceder a la presidencia, Jenny Marx tomó partido. Escribió dos artículos en el periódico “Marsellesa”, de Rochefort, en los que denunciaba las vejaciones. Después se hizo eco la prensa parisina. A las pocas semanas, celebraba Engels, O’Donovan Rossa y la mayoría de los patriotas irlandeses estaban ya libres y de camino a América. Pero el libro de Juan Carlos Ruiz Franco no es una biografía estrictamente política. Desentraña también el lado humano (demasiado humano) de los Marx: quién fue Helen Demuth, la tormentosa relación entre Eleanor Marx y Edward Aveling; el carácter de Freddy, el hijo bastardo; la vida sexual de Carlos Marx, su relación con el dinero…

El bastardo de Marx

J.C. Ruiz Franco

Ediciones Dyskolo 1.0. noviembre 2016

epub: 1,9 Mb.

mobi: 2 Mb.

pdf: 138 pág.

Página del libro [descarga]: http://www.dyskolo.cc/cat%C3%A1logo/lib024/

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221726&titular=los-marx-una-biograf%EDa-humana-y-pol%EDtica-

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