La «vida lenta», la revolución silenciosa del hacer nada

Por: Paula Alvarado

BAJAR UN CAMBIO ES UN IMPERATIVO, TANTO PARA RESTAURAR EL EQUILIBRIO DEL PLANETA COMO PARA DOMAR NUESTRAS MENTES HIPERESTIMULADAS. ¿CÓMO HABITAMOS ESOS ESPACIOS DE OCIO? ALGUNAS PISTAS PARA RESIGNIFICAR EL VACÍO.

“La inactividad es una forma de esplendor de la existencia humana”, dice el filósofo Byung-Chul Han en su libro Vida contemplativa, editado en la Argentina este año. “La inactividad tiene su lógica propia, su propio lenguaje, su propia temporalidad, su propia arquitectura, su propio esplendor, incluso su propia magia. No es una forma de debilidad ni una falta, sino una forma de intensidad que, sin embargo, no es percibida ni reconocida en nuestra sociedad de la actividad y el rendimiento.”

Cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de ir más lento, tanto para reducir la presión de nuestros hábitos consumistas sobre la capacidad del planeta para regenerarse como para darles un descanso a nuestras mentes exhaustas de hiperestimulación tecnológica. El tiempo libre es el bien más preciado, pero cuando aparece se presenta como un problema a resolver, un espacio sobre el que operan dinámicas productivistas: hay que “llenarlo”, hacer uso de él con algún fin que demuestre provecho.

Byung-Chul Han no fue el único que cuestionó esta lógica en los últimos años. La artista Jenny Odell explora el tema ampliamente en su libro How to Do Nothing, de 2019 (en español se tradujo Cómo no hacer nada, que suena a contradicción pues la traducción literal sería “hacer nada”, bastante más correcto y poético). “El punto de hacer nada no es retornar al trabajo refrescada y lista para ser más productiva, sino cuestionar lo que percibimos actualmente como productivo”, dice.

Y propone algo sencillo para habitar ese lugar aparentemente incómodo, esa resistencia a la improductividad que tan instalada tenemos en la cabeza: prestar atención. Nada menos que al tiempo y al espacio: al sitio geográfico en el que estamos situados, al momento en la historia, a la comunidad de la que somos parte. Para Odell, hacer nada puede ser un lugar de activismo social y ambiental: “Si podemos usar la atención para habitar un nuevo plano de la realidad, es posible que nos encontremos ahí por medio del prestar atención a las mismas cosas y los unos a los otros”.

Hábitos nutritivos

Si la vida productivista y veloz que estamos experimentando hubiera dado como resultado espectaculares cifras de bienestar y felicidad, nadie estaría buscando cambiar el ritmo. Es el creciente descontento el que lleva a cuestionar este estilo, y en las raíces de ese malestar hay pistas para reorientar los hábitos. O para buscar qué hacer con el tiempo que aparece cuando bajamos la velocidad.

El profesor e investigador en ciencias del comportamiento y psicología Stephen S. Ilardi estudia las causas de la depresión y de los cambios de humor desde un enfoque holístico, observando el estilo de vida actual, e identificó seis hábitos a nutrir para mejorar el ánimo. Estos representan buenos destinos para el ocio: hacer ejercicio, exponerse a la luz solar, conectar con otros seres humanos, dormir lo suficiente, cocinar/consumir alimentos que nutran al cerebro (en especial aquellos con omega 3) y salir del rumeo mental para pasar a la acción.

Por otro lado, cada vez hay más evidencia de los efectos negativos que tiene la falta de contacto con la naturaleza y de los beneficios que trae esa conexión. El proyecto Ejercicio Verde de la Universidad de Essex viene estudiando el tema desde 2003, con diversos estudios que demuestran la importancia de moverse en entornos naturales. Por ejemplo, un estudio de 2010 concluyó que solo cinco minutos de ejercicio diario en entornos naturales (caminar, hacer jardinería, andar en bicicleta, etc.) lleva a mejoras en la salud mental y física. En otro estudio de 2020 queda claro que el ejercicio en espacios verdes puede jugar un rol importante en mejorar el bienestar, y es una herramienta que podría aprovecharse más en la salud pública. Allí hay otro destino positivo para el tiempo libre: salir a moverse en el verde.

Como un buen ayuda-memoria para tener presentes estas actividades está el proyecto Plano Humano: un póster sobre los aspectos inmateriales que hacen al bienestar, que busca desvincular la felicidad del consumo y de las posesiones materiales. Creado por BAI Cultura Ambiental e ilustrado por Sebastián Gaguin, sus símbolos, en orden de aparición en el sentido de las agujas del reloj, representan la biofilia (conexión con la naturaleza), el respeto por los tiempos y ciclos del cuerpo, la conexión humana, el estado de flow (perderse en una actividad creativa), el ejercicio, la alimentación saludable y el silencio mental (en la forma de descanso y meditación).

Felices en casa

Aunque la conexión con el mundo exterior es vital, las poblaciones de zonas con climas arduos han sido expertas en crear interiores acogedores para pasar inviernos duros e hicieron de esta práctica todo un arte. En países como Dinamarca y Noruega se usa el término “hygge” para denotar un estado de ánimo acogedor, íntimo, de bienestar y satisfacción en el hogar. En los Estados Unidos se usa el término “nesting” (anidar) en forma similar, como una tendencia que se opone al uso productivo del tiempo en actividades culturales o experiencias fuera de casa: significa quedarse en el hogar haciendo lo que una disfruta en realidad, libre del FOMO que genera el flujo de imágenes en redes sociales.

En estas tendencias también hay pistas para orientar el tiempo libre: las actividades para cultivar estos estados tienen que ver con bajar un cambio. Leer, encender velas, jugar juegos de mesa en familia, cocinar y tejer son algunas de ellas.

Más allá de si es puertas adentro o afuera, la reivindicación del tiempo de ocio como un espacio libre de los mandatos de la sociedad de consumo es clave. Como dice Jenny Odell: “Recuperar nuestra atención tiene un potencial revolucionario. Para la lógica capitalista, que prospera en la miopía y en el descontento, hay algo peligroso en algo tan ordinario como hacer nada: si escapamos literalmente los unos hacia los otros, quizá encontremos que todo lo que siempre quisimos ya estaba acá”.

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“Recuperar Nuestra Atención Tiene Un Potencial Revolucionario. Para La Lógica Capitalista, Que Prospera En La Miopía Y En El Descontento, Hay Algo Peligroso En Algo Tan Ordinario Como Hacer Nada.” Jenny Odell, Autora De Resistirse A La Economía De La Atención

Fuente de la información e imagen:  https://elplanetaurbano.com

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