Durante el siglo XIX, en la primera fase de su lucha, los trabajadores y sus líderes todavía no habían entendido la verdad sobre la democracia, la revolución, la libertad, igualdad, fraternidad y justicia burguesa.
No entendieron, que la burguesía disfrazaba sus intereses particulares de clase como «causa de toda la humanidad»; no entendieron que cunado la burguesía hablaba y habla de libertad, fraternidad e igualdad está hablando de la libertad de explotar al fuerza de trabajo, la fraternidad entre los miembros de una clase dominante y la igualdad de poder repartirse el mundo.
En ese contexto, la educación, no escapo de ese camuflaje, pues a pesar de que la educación ha sido , y es, un proceso social fundamental porque otorga poder a quien la posee; porque constituye un recurso de primer orden para socializar, formar , capacitar y construir ciudadanía; Por ello debe tenérsele como un derecho humano universal y bien publico, que es precisamente lo que no ha sido reconocido a lo largo de la historia de la sociedad humana; Las clases dominantes expropiaron la educación a los pueblos, los mantuvieron en la sombra cultural, les hurtaron y negaron los saberes y de ese modo los convirtieron en simples instrumentos de producción.
Hablar del Estado Docente, puede tener el riesgo, de ser señalado como un concepto que pertenece al campo de la obsolescencia; sin embargo, quienes así piensan, están muy lejos de la verdad fluyente, y hoy mas que nunca, se puede afirmar que la obsolescencia o actualidad no es siempre una cuestión del tiempo lógico formal; conceptos acuñados en el pasado pueden sufrir transformaciones como ocurrió con el concepto «praxis» utilizado por Aristóteles para diferenciar a la «herramienta que habla» o esclavo del zoom politicón o verdadero ciudadano de la polis y que luego recibió otra connotación, la del acto revolucionario y transformador de la realidad.
La educación, siempre fue utilizada, como el proceso mediante el cual se legitimaba la base de nuestra economía mono exportadora-pasó de agrícola a petrolera-, situación que afianzo nuestra dependencia del sistema capitalista mundial.
En consecuencia, desde el momento del aparición del petróleo, la educación, se coloco al servicio del mismo, pero no en el sentido de formar al pueblo en los conocimientos del oro negro, sino comenzó la atadura de la utilización del petróleo como fuente rentística fundamental, aunado en forma vinculante a través de la educación, donde se inculcaron modos de vida propios de otras sociedades, ideas que fueron imponiendo, generando la llamada «cultura del petróleo».
En ese sentido Rodolfo Quintero, pionero de las luchas políticas, sociales y sindicales, razón tuvo al afirmar que «más que la relación directa de los norteamericanos con los venezolanos-trato personal-, influye la indirecta: prensa y publicaciones diversas, cine, radio, grabación, tv, que afecta a millones de personas y les hace llegar estilos de vida propia de EEUU». Hoy, en Venezuela, en pleno siglo XXI existe una elite sumamente orientada hacia la cultura norteamericana, especialmente el símbolo de la subcultura mayamera (Miami) su meca secular.
Al revisar la historia de la relación educación-sociedad- Estado, y en esto se debe ser recurrente, se aprecia de forma explicita la pugna entre dos concepciones acerca de esa relación; así, por un lado, aparece la concepción legitima de quienes plantean la función educativa del Estado y contraria a esta, la posición que señala que el Estado no debe intervenir, ni siquiera con función asistencial.
En esas dos concepciones, de manera trivial, se observan los intereses de clases, que son irrenunciables, por una lado la educación debería dejarse a libre iniciativa de la sociedad, como una faceta de la propiedad privada negando el reconocimiento de la educación como asunto publico y derecho humano.
A pesar de esas contradicciones, en la Venezuela rural que se asomaba al sol del siglo XX, las actividades educativas de entonces reconocieron en la Ley Orgánica de Instrucción Publica la orientación del Estado en la educación, aunque de una manera tímida y restringida, naciendo lo que podría llamarse un «Estado Docente» para las minorías.
Apegados a la rigurosidad de la historia, además de ser camino de la verdad, es importante afirmar, que fue durante los años 1941-1945, en la llamada revolución de octubre, la cual tuvo rasgos de revolución burguesa, ampliando derechos sociales, pero no así no llegó a realizar cambios profundos en la estructura de la propiedad, en el sistema productivo y menos aún en el de las clases dominantes, elementos estos que si sufren cambios en al revolución Bolivariana liderada por comandante Hugo Chávez.
En ese contexto, un hombre preñados de ideas, asoma las ideas educativas cuyo sustento político-institucional es el concepto de Estado Docente de Luis Beltrán Prieto Figueroa; La concepción del estado Docente, contiene de manera clara y taxativa de que si el Estado no asume la orientación, conducción, financiamiento y vigilancia de la educación, la sociedad no se puede aprovechar y hacer suyos los valores propios del sistema social que se intenta construir, de allí la necesidad de formar en el pueblo la capacidad necesaria para la acción política y social. La tesis del Estado docente, sigue teniendo una actualidad y valoración indiscutible.
En contraposición, el estado Docente, siempre ha tenido sus enemigos y detractores, pues el problema dela educación es una expresión de la lucha de clases, y hay quienes desde la IV republica viene predicando el desmontar y calificar en forma despectiva al Estado Docente, descalificándolo, por un lado, y elogiando el papel del sector privado quienes continúan al acecho de proponer la privatización de la educación y monopolizar la conducción del patrimonio educativo, discurso éste que se inscribe dentro de lo que dan en llamar un estado moderno, «la reconstrucción de una nueva sociedad».
Muchos de estos detractores del Estado Docente, tienen sus miradas en la educación de los EEUU, ignorando que, según Orlando Albornoz quien afirma que » el caso de EEUU de América, por cierto, es el mejor ejemplo de desarrollo desigual que existe en el mundo, porque si bien este país es la primera hegemonía del mundo actual es, del mismo modo, una sociedad cuya hegemonía es sólo parte de su política exterior, porque a lo interno d dicha sociedad aparecen las desigualdades mas extremas de sociedad alguna, incluyendo la que caracterizan el funcionamiento y operación de su sistema escolar».
En Venezuela, el proceso educativo se fractura, es por la des-educación y des-escolarización que se produce en el país como consecuencia del papel ilimitado, poderoso y de imperialismo interno de los medios de comunicación social, lo cual trae como consecuencia, que lo que la escuela enseña en valores durante el día, casi al mismo momento, los medios y redes sociales lo destruyen; basta apenas entrar en contacto con las redes (anti) sociales para ver las escenas de violencia, asedio cultural y social que pregonan y difunden en las mismas.
Durante la Venezuela de la llamada democracia representativa, todo lo concerniente a los diferentes ámbitos políticos, sociales, económicos, dentro de ellos la educación solían organizarse en el seno de las elites que a su vez organizaban su liderazgo; todo ello por supuesto, según sus intereses; eran las minorías dominantes, las que establecían sus acuerdos, sin que las mayorías sin poder protagónico hayan tenido alguna participación, eran en todo caso pasivos actores y ejecutantes de manuales educativos.
En cuanto a la educación universitaria, la actual constitución, estableció el rango constitucional a la autonomía universitaria, pero ese carácter, no debe ser para actuar como un estado paralelo; la autonomía no puede significar desligamiento de las grandes e ingentes responsabilidades que en la vida moderna le corresponde para formar al personal que la nación requiere para su crecimiento, para su pervivencia y estabilidad económica y social; no puede seguirse mintiendo sobre la independencia de la universidad respecto del Estado mientras sea instrumento de fuerzas internas o externas que la ponen al servicio de mezquinos y transitorios intereses.
Por eso, es necesario, que en la oportunidad de sentirnos convocados para profundizar la democracia a través de una nueva asamblea constituyente, en ella tiene que darse cabida a blindar el Estado Docente, el cual debe ser la expresión de los nuevos sujetos sociales organizados que participan en dicho ámbito; a partir de ese Estado, debe surgir una nueva subjetividad social corresponsable de la política educativa, para ser capaces de asumir la problemática educativa desde la raíz de las necesidades con la perspectiva social, clasista, popular, comunal y local sin perder el componente nacional.
El Estado docente, debe ser blindado, reforzado dentro de la constitucionalizacion de la nueva forma de democracia participativa y protagónica, a partir del reconocimiento de los nuevos sujetos del poder popular, tales como las comunas y consejos comunales, consejo de trabajadores, entre otras formas de organización de base territorial y social de la población.
Para fortalecer el Estado Docente, es necesario, que en cada uno de los estados territoriales exista la autoridad única en educación, pero integrando de forma operativa la territorialidad de la educación, atendiendo a la nueva geopolítica planteada por el comandante Chávez. Seguir como estamos, es correr el riesgo de perder la efectividad de las políticas educativas, su direccionalidad y rectoría en la educación.
El pueblo venezolano exige, no solo la declaración de sus derechos, sino asumir realmente el desafío para la democracia participativa y protagónica para sortear la «aporófobia», es decir el rechazo, la aversión, el temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado, el rechazo a los sectores mas vulnerables de la sociedad; el niño que sufre acoso escolar, ese pequeño sufre «aporófobia».
En consecuencia, para sacar la aporófobia, la educación es fundamental. Hay que profundizar la educación para la inclusión y la cooperación, no para el conflicto, lamentamos que en la actualidad, se educa a niños y jóvenes para que compitan y sean los primeros, eso es cultivar la aporófobia.
De allí, que urjan políticas publicas para formar en el niño y en el joven, las aptitudes para ser el ciudadano adulto capaz de entender la geopolítica actual y actuar en consecuencia.
Referencias:
Lee, Franz. Raíces transhistóricas de la revolución Bolivariana.
Luque, G (2009). Educación, Estado y Nación. Monte Ávila Editores Latinoamericana.
Prieto F, L. Estado Docente, en Pensamiento Pedagógico Emancipador Latinoamericano (2007). Ediciones Universidad Bolivariana de Venezuela.
Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a246948.html