Primero fue el nombramiento de Delfina Gómez, con un perfil muy bajo en términos académicos y ahora pasa lo mismo con Leticia Ramírez (Lety como le dice burlonamente en entrevista la Doña Elba Esther Gordillo). Ambos nombramientos del cargo más importante que se puede tener en la conducción, organización y gestión de los asuntos educativos en nuestro país, da cuenta de una postura y un lenguaje cifrado y en términos simbólicos nos da a entender al actual gobierno no le interesa el rigor académico, el nivel académico o la intelectualidad y algunos críticos son más severos: al actual gobierno no le interesa la educación.
En términos ortodoxos uno puede pensar que el nombramiento más importante para atender los asuntos educativos pudiera o debería recaer en un personaje (mujer u hombre) con el nivel académico más alto, pero que a su vez haya pasado por estudios básicos de magisterio, que conozca la vida en las escuelas y el funcionamiento del sistema educativo a todo lo largo y ancho de su complejidad. Los rasgos del perfil no son complicados, el problema viene con las y los candidatos para ocupar dicho cargo.
El optar en esta segunda ocasión por un personaje cuyo mérito central fue la militancia sindical y el haber sido maestra frente a grupo es pensar hacia abajo en el compromiso de sacar adelante un proyecto ambicioso y de largo aliento. El problema también no es personal, en el fondo se esconden las verdaderas aspiraciones institucionales. Lo que ha venido haciendo el actual gobierno es colocar a un personaje al frente del principal organismo educador, como figura decorativa y tiene y mantiene equipos de trabajo, que son los que verdaderamente están sacando adelante el proyecto educativo.
El mandar un mensaje de perfil muy por debajo pudiera entenderse como un anti – intelectualismo de la persona que estará al frente de la SEP, en el fondo da cuenta de esa especie de desprecio por el desarrollo académico y por la academia en sí misma. Ahora bien en estos momentos el abordaje de los asuntos educativos en pleno proceso de transición y en donde también se aspira a renunciar a un estilo de hacer gestión pedagógica nacional para dar lugar a un proyecto cuyos contenidos son nuevos, distintos, innovadores, en ello se requieren interlocutores que desde el ámbito institucional sean capaces de dialogar con la sociedad en su conjunto, comenzando con los y las académicos, investigadores, docentes sindicato, para generar una sinergia y un proyecto más potente y más ambicioso.
¿Que subyace debajo del nombramiento de Leticia Ramírez al frente de la SEP? Un gran cúmulo de aspiraciones de carácter político, de negociar y hacer ajuste de cuentas con el sindicato y con sus diversas aristas y corrientes sindicales, de preparar el terreno y sentar las bases para el futuro político y garantizar la continuidad trans – sexenal del actual proyecto político.
Atrás de este nombramiento también se esconde el desinterés por atender de mejor manera los asuntos educativos bajo un proyecto que demuestre la seriedad desde la principal persona nombrada para tal efecto. La atención al magisterio y sus demandas, la atención de padres y madres de familia que reclaman la apertura de las escuelas de tiempo completo, de guarderías que fueron cerradas, y de espacios de atención que inexplicablemente ya no están.
En el equipo del presidente hay personas que tienen un perfil más cercano a lo que ahora se necesita, ¿Por qué ni la decisión, ni la voluntad política estuvo centrada en ir por ellas o por ellos? Solo el presidente sabe, pero estas decisiones aisladas, personales dan cuenta de que sus asesores no se acercan y que la visión del presidente es corta en cuanto a darle el verdadero valor al componente de desarrollo educativo y por lo tanto al cuidado de la persona que habrá de hacerse cargo de facilitar dicho proceso.
Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-anti-intelectualismo-en-la-sep/