¡Qué viva la lectura!

Por: Elisabeth De Puig

En estos días de encierro me transporté a Japón, Irán y España con intensidad y en algunos casos con mucha emoción, gracias al poder de las palabras y talento de los autores.

Se ha dicho que los kindles, las tabletas, los smartphones han entablado una competencia feroz con el libro papel. No obstante, este soporte aún no da señales de perder la carrera.

En mi familia coexisten los defensores de ambas tendencias:  los amantes del libro como objeto que se puede palpar, tocar, subrayar, que no pueden dormirse sin el santo ritual dedicado a la lectura. Uno de ellos con tanto amor y aprecio hacia el objeto que ha asumido el difícil reto de editar libros. Y otro que desde que ha sacado sus libros de adolescente y cursos universitarios de su biblioteca lee solamente en tableta.

Entre los abanderados de los dos modos de lectura circulan motivos de sobra para inclinarse hacia una u otra modalidad que a veces conjugan.  Por ejemplo, que hay muchas más opciones impresas con los millones de libros imprimidos en el mundo, a pesar del aumento de los catálogos de e.books.

En cuanto a saber cuál de las dos versiones es más ecológica, se puede considerar que los libros papel tienen una vida generalmente más larga que los numéricos y que pueden sobrevivir hasta millares de años, resisten a las caídas y no necesitan electricidad para ser recargados.

Para algunos, tener un estante de biblioteca en su casa, al ser un mueble abierto, favorece la socialización. Saber lo que lee el otro es un potente indicador de personalidad y un tema de discusión. Claro está que, desde este punto de vista es más difícil tener a la vista su colección de e.books. Ahora bien, une biblioteca llena de libros requiere de un buen espacio y no es lo ideal si uno vive en una pequeña superficie.

Es verdad que hay que tomar en cuenta que al momento de mudarse los libros son pesados para transportar. En la cartera, en viaje, el kindle permite tener acceso a una inmensa biblioteca que no pesa nada.

Por otro lado, según un estudio realizado por investigadores canadienses y noruegos, la lectura sobre papel permite tener una mejor representacion mental del contenido que sobre kindle o tablet, además de que no cansa tanto los ojos como la luz azul de las pantallas.

Tenemos, hoy en día,  una pluralidad de soportes, sin embargo la constatación de la decadencia de la lectura, especialmente entre los niños y los jóvenes, es casi universal y se ha demostrado que el abuso de los medios informáticos entre la gente joven les invalida para el acceso a la cultura tradicional. Es notorio que  la progresiva disminución de la lectura acarrea como consecuencia cierta superficialidad del ser humano.

Empero, cuando se habla de las diferentes formas de leer hay algo alentador al demostrarse que uno puede seguir leyendo con las dos modalidades.

A la hora de Netflix, de la Playstation, de Facebook, etc. que roban cada vez una fracción mayor de nuestro tiempo, cada persona que lee un libro es una victoria que se debe saborear. Ver a alguien que lee un viejo libro de bolsillo de Neruda debe hacernos feliz de la misma manera que alguien que lee a Stephen King sobre su tableta.

Por el placer y los inumerables beneficios que generan buenas lecturas vale la pena luchar para que los niños, niñas y adolescentes de la República Dominicana tengan acceso a libros y a bibliotecas con buenos contenidos.

El libro desarrolla la imaginación y el sentido crítico. Nos abre al mundo, nos permite saber quiénes somos y vivir mil y unas vidas. La lectura es además un refugio, una pausa en el bullicio, una actividad que se realiza en el silencio y que merma la soledad.

Desarrollé mi gusto por la aventura leyendo los libros de una escritora francesa para niños, T. Trilby, seudónimo de Marie Thérese de Marnyhac, que escribía, entre otros temas, sobre países exóticos y lejanos como la India o Vietnam: Florette o el río de los Perfumes o Mâlasika, pequeño principe indu. De niña tenía una alcancía y juntaba cada franco recibido para comprar el último libro de esta autora y de muchos otros escritores para niños.

El viaje emprendido con la lectura puede ser interior y geográfico, a veces es sencillamente mágico. En estos días de encierro me transporté a Japón, Irán y España con intensidad y en algunos casos con mucha emoción, gracias al poder de las palabras y talento de los autores.

Como dijo últimamente el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire: “la literatura es libertad y la pantalla puede sojuzgar”.  La elección está en nuestras manos.

Fuente: acento.com.do

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Leer en papel mejora la comprensión lectora, según un metaanálisis

Paulette Delgado

Para averiguar qué método de lectura proporciona la mejor comprensión, Virginia Clinton, profesora asistente de educación en la Universidad de Dakota del Norte, Estados Unidos, realizó un metaanálisis de 33 estudios de alta calidad.

De todos los estudios, 29 de ellos encontraron que los estudiantes tienden a absorber más información cuando leen en papel, especialmente si la lectura es larga. Estos hallazgos chocan con la reciente decisión de editoriales como Pearson, el editor de libros más grande de América del Norte, de enfocarse en textos digitales y centrarse en una estrategia digital.

Los resultados también son problemáticos porque, según un informe de la Asociación Nacional de Tiendas Universitarias, en 2019 el 22 % de los estudiantes universitarios están usando textos y material en línea gratuitos, en comparación con sólo el 3 % en 2015.

Cabe mencionar que los estudios no incluyeron los complementos que le dan ventaja al formato digital. Estos elementos van desde silbatos, campanas, cuestionarios hasta la opción de buscar instantáneamente palabras desconocidas.

Según la autora, no existe un estudio confiable que analice el impacto de estos complementos, por lo que es difícil saber si ayudan a mejorar la comprensión y realmente les da ventaja sobre lo impreso. Clinton dijo estar decidida a estudiar su impacto en su laboratorio para encontrar una respuesta pronto.

Los expertos tienen diferentes explicaciones sobre por qué leer en formato impreso ayuda a los estudiantes. Algunos sostienen que es más fácil para ellos recordar lo leído porque recuerdan la ubicación de un pasaje en un papel físico.

Otro problema encontrado fue que los lectores digitales usualmente sobreestiman su comprensión lectora, pensando que lo hicieron mejor que los resultados reales. Por otro lado, los lectores que leen textos impresos fueron más precisos en su autoanálisis. La diferencia puede estar en una confianza excesiva porque puede afectar al estudiante al poner menos esfuerzo en su lectura.

El género también importa. Según algunos estudios, existe una ventaja considerable en la lectura de no ficción o textos informativos impresos, pero casi no hay diferencia en la ficción narrativa, como los libros de Jane Austen, por ejemplo.

Debido al alto costo de los libros impresos, es fácil entender por qué las compañías como Pearson se están volviendo digitales. Aún así, Clinton recomienda a los maestros que, de utilizar pantallas, se tomen un tiempo extra para mostrar a los estudiantes cómo leer mejor en línea. Al hacer ejercicios como pedirles que expliquen la lectura más detalladamente, ayuda a que comprendan mejor lo leído y a asegurarse de que no calculen mal su comprensión.

Aún así, cada formato tiene sus beneficios, es cuestión de saber cómo aprovechar cada uno. Por ejemplo, los libros digitales son excelentes porque ayudan a que los estudiantes más jóvenes sean más independientes, y el medio digital es más práctico y económico, lo cual puede ayudar a fomentar la lectura. Por otro lado, el texto impreso en papel es mejor para aquellos que se distraen fácilmente y necesitan prestar más atención.

¿Cuál es tu medio de lectura preferido? Comparte con nosotros tus hábitos de lectura.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/leer-en-papel-mejora-la-comprension-lectora

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El problema de los libros de texto y su vigencia como herramienta didáctica

El debate sobre la utilidad de los libros de texto es mucho más complejo que la antítesis “impreso vs. digital”. Hay que tomar en cuenta sus procesos de producción y distribución.

Los libros de texto han sido la columna vertebral de los métodos de enseñanza por siglos y muy posiblemente lo sigan siendo durante más tiempo. Pero hay cuestionamientos válidos en la comunidad educativa acerca de qué tan efectivos son en su forma actual.

La Revolución Digital del siglo XXI trajo consigo un cambio fundamental en la forma en la que producimos y consumimos contenido. Los medios digitales como periódicos, blogs y sitios web generan grandes volúmenes de información diariamente y las redes sociales nos mantienen en un estado de conversación constante.

Los métodos y fuentes para el aprendizaje ya no pueden ser estáticos, necesitan ser flexibles, adaptativos y conectados con la dinámica de tiempo real. ¿Los libros de textos cumplen con estos requisitos?

Lo que funciona

Los libros de texto tienen una razón de ser, brindan a los estudiantes la experiencia de interactuar con un libro en físico, actividad que, por si sola, conlleva beneficios propios que no están presentes en la lectura de textos digitales.

Un estudio realizado en 2013 demostró que los niños de tres a cinco años son capaces de comprender mejor lo que leen cuando viene de un libro en formato impreso. Los elementos interactivos inherentes a los libros digitales pueden volverse una distracción para los niños que están formando las estructuras cognitivas para aprender a leer.

De la misma forma, no ayudan tampoco a los estudiantes más avanzados, puesto que aunque ya conocen la técnica para leer, es más difícil generar una experiencia de inmersión cuando leemos en una tableta o en cualquier dispositivo con conexión a internet debido a los estímulos externos como las redes sociales, las notificaciones, los correos y los mensajes. El entorno digital tiende a la sobre exposición y facilita la procrastinación, no la concentración.

Aun si se trata de un libro digital descargado en un dispositivo sin conexión, nuestra calidad de lectura puede verse afectada. Estamos condicionados a no leer de forma enfocada cuando estamos frente a una pantalla porque asociamos el entorno digital a contenidos breves y entretenidos, como las conversaciones en redes sociales o artículos de sitios que visitamos por ocio más que por educación. Nuestra capacidad de retención se ve reducida en estos casos, como lo sostiene un estudio realizado en la Universidad Stavanger, en Noruega, en el que se midió la capacidad de los participantes para recordar noticias tras leerlas.

“Los lectores de Kindle tuvieron un desempeño mucho menor en la reconstrucción de elementos cuando se les preguntaron 14 eventos en el orden correcto”

Explicó Anne Mangen, autora del estudio. Mangen agregó que hay características inherentes a la lectura de un libro físico que facilitan la memorización y el aprendizaje. Cuando se lee en papel, hay una sensación táctil del progreso, palpable en el hecho de ir pasando las hojas de derecha a izquierda mientras estas se acumulan generando un peso tan físico como psicológico que refleja el avance del lector. No hay nada comparable a esto en el entorno digital, sostiene Mangen.

Todos los puntos anteriores refuerzan la utilidad de contar con libros físicos en los programas escolares, ya sea de material académico directo o recurso auxiliar. Sin embargo, aspectos de la producción y distribución de libros de texto generan preocupaciones válidas en el personal educativo. ¿Qué es lo que está causando que tantos expertos en educación y tecnología digan que el libro de texto es una herramienta obsoleta?

Lo que no funciona

Durante la última década hemos visto como el avance de la tecnología nos ha llevado a una democratización de los contenidos y filosofías educativas, como la del aprendizaje a lo largo de la vida, que nos motivan a usar cualquier herramienta para permanecer en un estado de aprendizaje continuo, sin embargo, decir que esta es la única razón por la que debemos evaluar la forma en que se producen los libros de texto, es simplista y poco productiva.

Para entender cuáles son las áreas de oportunidad de los libros de texto, necesitamos ir más allá del frecuente debate “digital vs. impreso”. Empatar el propósito de los libros de texto con los objetivos que deben cumplir y su mercado meta: los estudiantes.

Usualmente los editores a cargo de la producción de los libros de texto tienen un excelente nivel de conocimiento sobre los materiales académicos fuente y dominan a la perfección los procesos de un proyecto de publicación académica, pero no tienen mucho contacto con la experiencia educativa al momento que escriben la publicación.

No hay una preocupación por mantener un canal de comunicación abierto con lo que pasa en las aulas y los avances o cambios en cómo aprenden los estudiantes para generar herramientas óptimas y actualizadas.

Como resultado, tenemos materiales de estudio anacrónicos, que sirven para presentar exámenes y olvidar todo lo leído al día siguiente, en el que se estudia para la siguiente prueba. El insight más preocupante de esta reflexión es que entrenamos máquinas de almacenamiento de información, más que formar personas con habilidades competitivas en el mundo laboral y aptitudes para llevar una vida plena fuera del aula.

El enfoque comercial con el que se producen los libros de texto es un agravante, dado que los libros solo son vigentes por un par de ciclos escolares antes de necesitar otra versión revisada y actualizada. Por lo tanto, la inversión que las escuelas y padres de familia deben destinar a este recurso es enorme, e inútil a largo plazo.

Bajo este contexto, en lugar de ser una herramienta provechosa, el libro de texto incrementa los gastos escolares innecesariamente, aumentando la brecha de acceso a la educación de acuerdo al estatus económico.

Ante esta situación, el libro de texto gratuito se presenta como la mejor opción para defender la idea de que los libros de textos son indispensables. En el caso de México no podemos sostener este argumento con tanta presteza, dado que los libros de texto gratuitos son exactamente el mismo libro cada año, con todo y los errores ortográficos o de contenido.

Los cambios fundamentales en los libros de texto mexicanos gratuitos normalmente tardan décadas en hacerse y los estudiantes terminan con contenidos muy similares que no reflejan el avance del conocimiento en los distintos campos que cubren.

¿Cómo se puede mejorar?

No hay una sola solución para resolver el problema de los libros de texto. Se necesita un conjunto de estrategias que incluyan a los estudiantes, al personal educativo, a los especialistas en contenido educativo y a las editoriales que los publican.

El material didáctico no tiene que ser 100 % digital y abierto, pero la manera en que se producen necesita inclinarse más hacia ese rubro. Además, hacen falta plataformas y métodos para que el proceso de elaboración y distribución de los libros de texto sea más dinámico e involucre a todos los que hacen el material didáctico y los que se benefician de este.

Así como las instituciones educativas han puesto especial atención en el desarrollo de habilidades socio-emocionales y el mantenimiento de la salud mental de los estudiantes, creando departamentos exclusivamente para procurar los medios que logren estas metas, es necesario que las escuelas hagan un esfuerzo consciente por ser críticos con los materiales que ellos mismos usan.

Ningún especialista en contenidos, aun si se trata de un experto en fuentes y procesos, redacción, edición, métodos de enseñanza o cualquier otro tema relevante, será capaz de producir una herramienta que sirva al cien por ciento en el salón de clases si no recibe retroalimentación de estudiantes y maestros.

La tecnología digital no vino a sustituir a los libros de texto, de suceder esto, estaríamos incurriendo en un error que sacrificaría aspectos importantes de la lectura y el aprendizaje. Pero lo que sí podemos hacer es utilizarla para mejorar los procesos de creación y divulgación del conocimiento.

Esquemas como el de los contenidos abiertos, en el que los docentes colaboran para crear contenidos educativos mejor adaptados para las necesidades de sus cursos, ofrecen un buen ejemplo de métodos de cooperación para crear materiales más flexibles y conectados con la realidad educativa.

Las ventajas únicas de los libros impresos son suficiente razón para que los libros de texto continúen siendo una herramienta didáctica básica, pero para poder aprovecharlos más como recursos para enseñar la lectura y ejercitar la memoria, tienen que dejar de ser productos unilaterales y comenzar a ser un proceso colectivo sin miedo a la evolución ni al cambio.

Fuente:https://observatorio.tec.mx/edu-news/libros-de-texto

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