10 Diciembre 2017/Fuente: abc /Autor: M. ANTOLÍN
En los últimos años ha crecido el número de centros con un modelo educativo muy diferente al tradicional. Basados en la motivación del alumno y en potenciar su autonomía, la región ya cuenta con una veintena de escuelas de este tipo.
No hay deberes ni libros de texto. Tampoco exámenes. Con estos mimbres, los centros que apuestan íntegramente por una pedagogía y filosofía diferente a la tradicional son una verdadera revolución en el panorama educativo. Pero los cambios van más allá y se basan, sobre todo, en la manera en la que los alumnos aprenden los contenidos y en la forma en la que los profesores se los transmiten. Sus ejes son la motivación del estudiante -dejando atrás la clase magistral-, potenciar su autonomía y un aprendizaje más práctico y pegado a la realidad.
En los últimos años en España se ha producido un «boom» de este tipo de colegios, y en Castilla y León, pese a que el crecimiento no ha sido tan llamativo, existen, según el portal Ludus, dedicado a esta educación, una veintena de proyectos de Infantil -la mayoría de ellos al ser más sencillo aplicar esta filosofía- y Primaria que han impulsado de forma decidida una metodología alternativa a la que históricamente se viene realizando en las aulas. Son centros principalmente de carácter privado impulsados por profesores o por los propios padres en busca de otra forma de aprender.
En el caso de la etapa de Infantil los cambios son menores en cuanto al método, pero consisten fundamentalmente en respetar al máximo el ritmo de cada niño y no forzar el aprendizaje, por ejemplo en la lectoescritura -lo normal en la educación tradicional es que con 5 años empiecen a leer y escribir-.
Un ejemplo es la Escuela Sendas. Inició su andadura este curso con la homologación de la Junta, gracias al empeño de cinco madres que se plantearon que sus hijos recibiesen otro tipo de educación. Se pusieron manos a la obra y, en dos años, consiguieron recuperar la antigua escuela de la localidad, cerrada por falta de alumnos. El contacto con la naturaleza era un factor importante para ellas y, pese a que la localidad de Gomecello se encuentra a unos 15 kilómetros de la capital salmantina, algunos de sus diecisiete alumnos proceden de la ciudad.
Educación activa
La seña de identidad de este colegio, con Infantil y Primaria, es lo que se conoce como educación activa: aprender con la práctica, a través de cosas que se pueden ver y tocar -más que desde lo abstracto- y con el alumno como protagonista. Esto significa en el día a día que, lejos de la distribución habitual en la que el profesor es el foco de atención, el centro se divide en cinco aulas temáticas -letras, números, experimentación…- y en ellas existen diferentes rincones pedagógicos, por los que los estudiantes, divididos en grupos en función de la etapa educativa, pasan cada día sin un horario idéntico cada semana. En ellos, encuentran materiales manipulativos. Y es que la clave es que puedan tocar, ver y aplicar para qué sirve todo aquello que están aprendiendo más allá de memorizarlo. El profesor es el guía y explica los contenidos para que después los alumnos, que a menudo coinciden en el espacio con otros de diferentes edades, descubran cómo se pude aplicar a la práctica.
Otra de las principales características de estas nuevas metodologías es el trabajo por proyectos, en lugar de la distribución en asignaturas tradicionales. Es decir, los estudiantes trabajan en grupo sobre un asunto de «manera transversal» con la aplicación de diferentes materias -las asignaturas- y buscando información. Se trata de fomentar el trabajo cooperativo y en equipo, explica el director del centro, Jorge Manjón, en el que además dan mucha importancia a las emociones, las inteligencias múltiples, la creatividad y la motivación. «Hay que motivarles para que quieran aprender», subraya.
Todos estos nuevos métodos no impiden que el centro siga el currículo marcado por la Junta y las directrices que marca la ley. «Se llega a los mismos contenidos, pero de una forma diferente», relata. Son los profesores los que evalúan de una manera más individualizada y permanente si se han alcanzado los contenidos, pero sin los exámenes al uso.
Preocupación por el salto a Secundaria
Begoña Álvarez es una de las madres promotoras de esta iniciativa. «Buscábamos un lugar en el que se respetasen los ritmos y las inquietudes de cada uno de los niños», explica. Y es que, en su opinión, en la escuela tradicional esto no ocurre. «Nuestro mundo ha cambiado en los últimos 20 años, pero la educación permanece igual», asegura. El salto a la Educación Secundaria, cuando los chicos en principio deberán asistir a un instituto, le preocupa, pero no hasta el punto de renunciar a este tipo de educación. «Está demostrado que académicamente no tienen peores condiciones», defiende.
Pioneros fueron hace cuatro años en el colegio Magea, en Castrillo del Val (Burgos), también creado por un grupo de padres. Actualmente, cuentan con trece matriculados en Infantil y Primaria y siguen un esquema similar al del centro salmantino. No les gusta hablar de pedagogía alternativa, sino que se refieren a su manera de trabajar como educación activa. «Seguimos una estructura, una programación y el currículo marcado por la Consejería», defienden sus dos profesoras, que no tienen un método definido, sino que utilizan varios de diferentes pedagogías como la Montessori. En su caso, su homologación por parte de la Junta está ya en tramitación.
Centrados en la conocida como metodología Waldorf, originaria de Alemania y muy extendida en Europa, existen varios proyectos en la Comunidad, sobre todo en Infantil. Uno de los más veteranos es laescuela Puente Azul de Valladolid, autorizada por la Consejería de Educación, que tras ocho años de actividad cuenta con 98 estudiantes hasta quinto de Primaria.
En este caso, se trata de «equilibrar la faceta intelectual con la cognitiva y artística de los alumnos», explica su directora, Thurit Armbruster. No hay libros, sino que cada alumno tiene su propio cuaderno en el que plasma todo lo que le van trasmitiendo los profesores durante las clases y así se potencia la creatividad e independencia de los estudiantes.
Están distribuidos en los cursos habituales, pero la forma de aprender disa de la tradicional. Tiene muy en cuenta las emociones -al entrar a clase lo primero que hace el profesor es dar un apretón de manos al alumno y arranca con una parte rítmica, en movimiento-. No faltan los materiales manejables para que, por ejemplo, en matemáticas todos los contenidos puedan trasladarse a los objetos, pero también cuentan con otras herramientas como un huerto en el que aplicar las enseñanzas de Ciencias Naturales y hay talleres para tejer y coser, en Infantil. «Buscamos despertar en cada alumno su talento y capacidades. No se trata de competir», asegura la responsable, que defiende que a través de este método se les aportan las herramientas necesarias para afrontar el futuro.
Todos estos colegios deben contar con la autorización de la Junta para impartir clase y sólo en algunos casos -centros incompletos instalados en el medio rural- requieren de una homologación específica. Es la inspección educativa la que comprueba que, pese a ser privados, se ajustan a las leyes y a los contenidos marcados en la norma, así como que los alumnos alcanzan las competecias establecidas en las etapa obligatorias, aunque las metodologías sean diferentes.
Cuando el centro cumple, los estudiantes «no tienen por qué tener ningún problema en su expediente académico», señalan desde la Junta
Al Gobierno autonómico le consta el aumento de este tipo de centros y asegura que es «una corriente a nivel mundial», según la directora general de Innovación Educativa, Pilar González. Cuando el centro cumple, los estudiantes «no tienen por qué tener ningún problema en su expediente académico», asegura. Puede haberlos si no se cuenta con una autorización, pero aún no ha habido ningún tipo de «fricción». Si la inspección encontrase alguna «laguna», lo comunicaría inmediatamente.
Comunidad de aprendizaje
Son muchos los centros públicos y concertados que optan ya por sumarse de alguna manera a la innovación. De hecho, la propia Consejería trabaja para ello a través de la formación del profesorado o de proyectos como los centros BIT. Uno de los públicos que cuenta con una metodología puntera es el colegio rural La Pradera, en Valsaín (Segovia), premiado por el Ministerio. Se trata de una de las comunidades de aprendizaje que existe en la región. Y, ¿en qué consiste? Los padres se implican, pero también otras personas del entorno que participan como voluntarios en una sesión semanal en lo que denominan «grupos interactivos». Trabajan también con «rincones de experiencia» en Lengua y Matemáticas. «Se trata de combinar lo tradicional y lo más moderno», resume su directora, Azucena Jiménez. Esta transformación no sólo le ha valido galardones, sino que ha conseguido aumentar su matrícula. A día de hoy son 75 los alumnos que acuden al centro y han conseguido atraer a estudiantes, incluso, de Madrid.
Fuente de la noticia: http://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-pedagogias-alternativas-piden-paso-castilla-y-leon-201712091354_noticia.html
Fuente de la imagen: http://www.abc.es/media/espana/2017/12/09/pedagogia2-kmpH–620×349@