La paz no es un ámbito específico del género femenino, ni las mujeres poseen una predisposición natural para la misma, sino que su construcción es una tarea que concierne a ambos sexos por igual. Sin embargo, es innegable el hecho de que las movilizaciones de mujeres han incluido muy a menudo la paz entre sus reivindicaciones, tal y como puso de manifiesto la alianza entre el sufragismo y el pacifismo primero, y las uniones recurrentes entre feminismo y pacifismo después. En conflictos que han ocurrido en AL y el Caribe, los colectivos de mujeres han jugado un papel importante para la paz ¿crees que en Venezuela sería posible replicar esas experiencias? ¿Quiénes serían las sujetas de esas experiencias? Qué condiciones deberían cumplirse?
ML: lo que dice la recopilación de experiencias en diversos países es que la participación de las mujeres es clave en la construcción de la paz. Si por replicar estamos entendiendo copiar el modelo de tal o cual, no sé si replicar es lo que corresponda. Las venezolanas tenemos que generar algún tipo de estrategia, y no sé si es una, creo que más bien son muchas, por cierto. Generar estrategias en nuestro contexto y nuestras realidades porque no siempre son aplicables las recetas que a otras compañeras les sirvieron. A nosotras nos toca inventarnos nuestra receta, generar nuestras estrategias.
Estas estrategias no pueden ser de un grupo de mujeres tiene que ser de diversos grupos de mujeres, tienen que ser diversas estrategias. Pienso en las grandes luchas por el derecho al voto en el siglo XVIII y XIX, las mujeres lucharon en diferentes contextos, unas en los espacios de poder, otras en las fábricas, otras en las calles, otras en los medios de comunicación, en los sindicatos, creo que tenemos que actuar todas. Ahí es donde pienso que tenemos que actuar mujeres de las oposiciones y mujeres de los chavismos, ni siquiera sé si tiene que ser juntas o no. Creo que las estrategias no tienen que ser las mismas.
Por ejemplo, el otro día lo conversaba con alguien de Tinta Violeta y le decía: “tú sabes que yo a la ANC no voy a ir, pero vayan ustedes, sepan que yo las apoyo. Yo no reconozco la institucionalidad de la ANC porque en eso no estamos de acuerdo, pero yo estoy de acuerdo con lo que tú estás planteando. Déjame a mí y yo voy a la Asamblea Nacional y planteo algo similar. Apoyo lo que estás planteando y eso va a arrimar a la causa, yo no te voy a sabotear, no te voy a torpedear, en el entendido que estamos en lo mismo”. A ver, decir que todas vamos a ir juntas tomadas de la mano al mismo espacio es un absurdo, me parece que eso es pegar con chicle una cosa y forzar unas lealtades que me parece ingenuas y que nos hacen más daño que bien, desde mi percepción.
En unas cosas no estamos de acuerdo pero en esas en las que sí estamos de acuerdo, apoyarnos. Nombraría los temas de la agenda feminista, que son en los que estamos juntas: el aborto, sexualidades disidentes. Ojo! algunas, también hay que decirlo. Reconozco que hay mujeres de las oposiciones que no son Magdymar, que está de acuerdo con la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario, sabiendo que ellas no van a acompañar determinadas cosas. Qué cosas sí van a acompañar, violencia contra la mujer, cuotas, participación política de las mujeres, empoderamiento, esos temas que generan menos prurito, como más reconocidos, en los que no estás tocando las llagas centrales del patriarcado. Pero lo que está vinculado con el tema de sexualidades, no todas están dispuestas. Y creo que de parte y parte, porque del lado de las chavistas podríamos decir otro tanto, no todas tienen el mismo posicionamiento, es igual.
Hay diferentes articulaciones, hay unas que estamos resteadas con los temas más duros y otras no. En algunos temas como en el aborto surgen juicios como “asesina”, “abortera”. Muchas no se van a anotar en esa, no se van a pelear con la iglesia o con las iglesias porque forman parte de esa estructura. Los temas de sexualidad siempre son los temas más duros y en los que nos fotografiamos pocas, porque es una raya para la gente. Hay otros temas en los que todo el mundo quiere fotografiarse, como el del femicidio. Pero pelear por los derechos de “los maricos”, las lesbianas, ¡que vainas es esa!, ¡cómo voy yo a pelar por los derechos de esos pervertidos, enfermos!.
Es que ahí estamos tocando temas incluso de ciudadanía ¿quiénes son ciudadanos, ciudadanas y quiénes no? No todo el mundo ha llevado las reflexiones a esos niveles, siguen pensando que hay unas clasificaciones en el ejercicio de la ciudadanía o de los derechos ciudadanos.
Creo que quienes pueden hacer puentes son algunas personas, algunas mujeres, no veo organizaciones, sino personas, sobre todo en los temas más álgidos, por ejemplo de sexualidades disidentes. Claro, la articulación es casi que de tú a tú. En cuestiones como más manejables, violencia contra las mujeres, femicidio, paridad política, salud de las mujeres, muertes maternas, embarazo adolescente, temas ya políticamente trillados, manejados, es más sencillo articular.
Es interesante, todo el mundo está de acuerdo con que el embarazo adolescente es un problema, luego cómo se aborda el tema, ahí si hay diferencias, porque ¿dónde se pone el acento de responsabilidad, en que son unas “carajitas realengas”, unas “puticas”, las que abren las piernas? es la visión, cómo te estás acercando a la problemática. Luego cuando hablamos del tipo de educación integral que se va a brindar, es cuando viene el conflicto. Una forma de mirar el problema desde un enfoque moralista que tampoco contribuye para nada.
Algunos temas pueden ser más aglutinadores y puede haber un acercamiento un poco mayor. En temas como sexualidades disidentes, aborto, sexualidad, cuando toca hilar fino los acercamientos son menores. Pero ahí ya no creo que sea solamente entre estos dos grandes polos, no, es que yo creo que aquí la distribución es otra.
Es útil hacer estos mapeos más por temáticas e identificando en qué lugar están los diferentes actores porque te puedes encontrar gente políticamente distintísima, pero que en determinado tema es tu aliada. Verlo todo con el primer tamiz de la polarización política no sirve, está siendo un primer mal filtro que no lleva a buenas conclusiones.
Más que orientarme desde la visión del problema me quiero orientar desde la visión de la construcción, para dónde vamos, qué es lo que queremos, en ese diálogo creo que es que efectivamente podemos construir la paz. El discurso de mirar el problema siempre nos lleva al tema de lo mal que estamos, y no es que eso no haya que hacerlo, obviamente que si hay que hacer diagnósticos de las realidades, pero también hay que apostar para dónde vamos. Eso es central, porque esa ausencia de norte es la que nos ha estropeado.
En el contexto venezolano actual, el tema de la convivencia es un tema central, cómo construimos convivencia y un respeto, una no violencia entre nosotros. El tema de la convivencia puede ser una vía, porque en eso estamos todos y todas. Junto con el tema de la seguridad. Recuerdo que hay unas experiencias de mujeres en las comunidades venezolanas de sectores populares, que han sido protagonistas en poner la pauta para lograr ambientes seguros, fueron ellas las que finalmente pusieron orden entre malandros, colectivos, la fauna diversa de actores violentos que pueden estar en una comunidad, las mujeres fueron las que lograron poner punto de orden.
Experiencias como esas son replicables, las mujeres en el tema de la seguridad y la convivencia, que es apostar a la cultura de paz. Cómo las mujeres intervenimos en ese proceso desde un rol de construcción, de poner parámetros, pautas de convivencia, de contención. Cómo se traduce eso, es un reto. Eso pasa por evaluar nuestros discursos, evaluar nuestros mensajes, cómo me estoy vinculando, cómo estoy reconociendo a la otra persona ¿lo estoy respetando? Realmente ese es un trabajo muy importante. Cómo puedo escuchar un planteamiento que no es lo que a mí me gusta, pero lo escucho, lo entiendo, lo recibo, no respondo de forma violenta, no me atrinchero en mi posición.