Repitencia, una estrategia con poco resultado

Mariana Otero

El Ministerio analiza cambios en el sistema de evaluación. Volver a cursar todo igual no garantiza el aprendizaje.

Un grupo de adolescentes repitentes de una escuela ubicada en una zona marginal de la ciudad de Córdoba aseguran que sienten que han fracasado porque se quedaron de año. Creen que es su culpa y dicen que sus padres y profesores opinan lo mismo.

En Córdoba, cada año, repiten unos 30 mil estudiantes de primaria y secundaria. Las cifras vienen en leve descenso en los últimos años, pero los índices de permanencia en el sistema no mejoran. ¿Repetir de año es una estrategia válida para lograr los aprendizajes deseados? ¿O es la antesala del abandono?

Hace tiempo que en el mundo se analizan nuevas alternativas. En algunos países, la repitencia no existe (Noruega, Japón o Israel, por caso); y en otros, es excepcional, como Finlandia y Costa Rica.

Los operativos de evaluación nacional e internacional revelan que el nivel de desempeño de los repitentes es inferior al de quienes promocionan.En este sentido, el Ministerio de Educación de Córdoba estudia cambios en el sistema de evaluación y analiza diversos formatos.

“No se está pensando en eliminar la repitencia, pero sí en hacer ajustes, porque nos interesa que los chicos aprendan y que la evaluación dé cuenta de lo que el alumno puede y no de lo que no puede. Significará esfuerzo: estudiar más y modificar prácticas de enseñanza”, indica Delia Provinciali, secretaria de Educación. A fin de año, se presentarán propuestas de cambio.

En general, expertos y docentes coinciden en que la repitencia no ayuda a aprender si no se modifican las estrategias pedagógicas del año anterior. Además, sostienen, afecta la autoestima. A mayor edad del alumno, más alta es la probabilidad de obtener un desempeño bajo.

“Si se repite el grado o el año y no se modifican las estrategias de enseñanza y de aprendizaje y las formas de interactuar con el alumno –en las que muchas veces reside el problema– repetir es repetir el fracaso, con todas las consecuencias negativas a nivel motivacional, de relación con los pares y de estigma, que empeoran la situación”, subraya María Fernanda Freytes, magíster en Lingüística y docente en la UNC.

Sistema obsoleto

Tomás Montiel, maestro de primaria, opina: “La repitencia es el eslabón de un sistema que es viejo y obsoleto. Hay mucho para debatir sobre qué y para qué repetir ¿Qué significa repetir? ¿Repetir significa aprender? ¿Qué dificultades acarrea en un niño? ¿El sistema educativo genera las condiciones necesarias para promover el aprendizaje por sobre la repitencia?”.

Darío Delicia Martínez, especialista en Lectura y Escritura, investigador de la UNC, explica que la repitencia no es en sí misma una estrategia pedagógica, sino que es un fenómeno educativo que interpela al Estado y a la escuela a revisar sus modos de promover el rendimiento escolar.

“Con frecuencia se la asocia a la impericia de los alumnos, sin embargo, factores más radicales, como los problemas de aprendizaje, las circunstancias familiares o la adecuación de los contenidos curriculares por curso son, a mi juicio, las principales causas de la repitencia”, plantea. Y agrega: “Resulta complejo evaluar la conveniencia de que un estudiante repita un curso. Si se la entiende como una ‘nueva oportunidad para aprender’, la repitencia será una alternativa de solución, pero, lamentablemente, no es esta valoración positiva la que prevalece”.

Eduardo Suárez docente en el Ipem 2 dice que cuando repiten, los chicos sienten un fracaso personal. “Pero creo que el fracaso es del sistema escolar”, apunta.

Adriana Kloppenburg, directora de la escuela Alfonsina Storni, considera que no es un buen instrumento pedagógico, ya que no valora lo que los estudiantes hicieron bien. “Al repetir deben cursar todo el año, aun las materias que fueron aprobadas. Creo que habría que pensar un sistema en el que los chicos puedan ir aprobando por materias y no por año. En mi experiencia, generalmente les va peor cuando repiten que cuando cursaron el año por primera vez”, subraya.

Natalia Gianotti, profesora de educación especial y maestra integradora, cree que repetir puede ser beneficioso sólo en casos excepcionales. “Los estudiantes que repiten de grado tienen más posibilidades de abandonar la escuela. Son, en su mayoría, de sectores vulnerables”, plantea.

Silvana Belda, profesora de Educación Física en un colegio privado, sostiene que la repetición sirve, en ocasiones, en los primeros grados, cuando los alumnos no tienen la madurez suficiente.

“En la secundaria, depende mucho de cada alumno y también influye la familia. Nosotros, en general, hemos tenido buenas experiencias en lo pedagógico. El factor afectivo influye muy fuerte en adolescentes. A veces les cuesta vivir las experiencias en su nuevo curso y anhelan lo que hacen sus excompañeros”, remarca.

Delia Altamirano, profesora en el secundario, piensa que, en algunos casos, la repitencia sirve como una experiencia de crecimiento. Aunque no siempre.

“En Córdoba, los alumnos tienen permitido cambiar de especialidad, en casos específicos. Esto significa una trampa al sistema porque pasan de año, pero con muchas materias, previas y equivalencias. En este caso terminan repitiendo al año siguiente. El 70 por ciento de los chicos que pasan con tres materias previas repite el año que está cursando”, opina.

Mariano Montiel, profesor de Electrónica, remarca que los docentes deben adaptarse a los modos de aprender de las nuevas generaciones. “Si el alumno aprendió o no debería ser lo que nos debería llevar a hacer que pase o no de año.

Las cifras oficiales de la repitencia

Repetidores. Primaria: 4.568 alumnos (año 2016). El 1,3 por ciento de la matrícula. Secundaria: 23.994 estudiantes: 7,5% de la matrícula. La mayoría de los repetidores son de segundo año y de primero, en ese orden.

Sobreedad. (Alumnos con edad mayor a la teórica correspondiente al grado en el cual están matriculados). Secundaria: 88.836 alumnos (27,8%). El curso con mayor cantidad de chicos con sobreedad es tercer año (31,1%).

5,5%. Tasa de abandono anual o deserción (porcentaje de alumnos matriculados que abandonan el sistema antes de finalizar el año escolar).

9,5%. Tasa de abandono interanual (porcentaje de alumnos que no se matriculan en el año lectivo siguiente). Cuarto año es el más crítico: 12,7%.

Fuente del articulo: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/repitencia-una-estrategia-con-poco-resultado#

Fuente de la imagen:

http://staticf5a.lavozdelinterior.com.ar/sites/default/files/styles/landscape_1020_560/public/nota_periodistica/educacion_31.jpg

Comparte este contenido:

La escuela tradicional se convirtió en obsoleta y exige un gran cambio

Agustina Blanco/Inés Aguerrondo

Un sistema de educación equitativo y de calidad debe garantizar inclusión y aprendizaje significativo para todos los niños, niñas y jóvenes del país, asegurando en ellos el desarrollo de competencias apropiadas para la sociedad actual.

La escuela tradicional ya no responde a las demandas de capacidades y conocimiento de nuestra era, siendo que los saberes disciplinares, desconectados unos de otros, incorporados en gran medida a través de la memorización, representan un modelo pedagógico que ya es, indiscutiblemente, obsoleto.

Hoy en día la escuela produce y reproduce desigualdades. Es necesario modificar la propuesta para reconciliar el hacer con el conocer. Lograr que la escuela sea una posibilidad más equitativa para todos los grupos sociales exige hacer cambios en la propuesta de enseñanza.

Garantizar la equidad

El Estado es el garante para elevar los niveles de equidad de la sociedad. El ideal de una república con una democracia representativa conformó el «Estado docente» que, a través de su red de instituciones escolares, ejercía el monopolio de la función educativa, y permitió «educar al ciudadano». La ley 1420 del año 1884 estableció la obligatoriedad de asistir a las escuelas para completar la primaria. Hoy esta obligación se transformó en el derecho de educarse durante toda la vida.

El carácter «público» del bien educación es irrenunciable. Aún si pueden coexistir otros actores que provean educación, es el Estado el único capaz de garantizar la equidad a través de una propuesta democrática e inclusiva que logre brindar la posibilidad de asirse de los saberes y competencias necesarias para participar con plenitud en el mundo actual.

La tecnología en las escuelas es un componente indispensable a considerar, si el sistema busca reducir las brechas de oportunidades. El hecho de acceder a la información y al conocimiento no garantiza su comprensión, su apropiación y su uso. Es necesario dotar a las generaciones jóvenes de herramientas para sumergirse de modo eficaz en el océano de información que hoy está al alcance inmediato de todos, poder diferenciar lo importante de lo irrelevante, lo confiable de lo espurio, así como saber analizar las fuentes de información.

Hay múltiples hechos que muestran evidencia de que el cambio en educación ya empezó. Reformas educativas llevadas a cabo desde las más altas esferas del gobierno, propuestas de cambio del mundo académico, diversos aportes y ensayos por parte de la sociedad civil, esfuerzos múltiples llevados a cabo en las escuelas por comunidades de docentes sensibles y creativos.

La nueva educación incorpora elementos fundamentales como el pensamiento tecnológico, el desarrollo de competencias, la metacognición, la resolución de problemas reales, la evaluación con objetivo de retroalimentación.

El gran dilema que debemos resolver en nuestro país es cuál es el sistema de educación que queremos, y cómo lograr transitar gradual pero sostenidamente hacia un modelo pedagógico apropiado para el siglo XXI. Es fundamental no caer en la simplicidad de creer que sólo trasplantando modelos educativos exitosos, ajenos al contexto nacional, pueden superarse nuestros problemas. Aprovechando la experiencia de afuera, debemos revisar lo existente en nuestro país, evaluar las posibilidades de acuerdo a nuestros recursos, así como qué de lo que tenemos debe ser superado porque constituye un obstáculo para marchar hacia la transformación necesaria.

Argentina requiere acuerdos sociales amplios y una férrea convicción sobre el nuevo rumbo de la educación. El compromiso con el cambio requiere generar las condiciones para poderlo gestionar: el protagonismo del Estado como rector fundamental, una reforma de la estructura burocrática, recursos y conectividad en todas las escuelas. Por sobre todo, mantener el foco en lo que debe ser la gran apuesta, el docente como agente de transformación, comprendiendo su nuevo rol, una nueva carrera de formación, y condiciones satisfactorias en su contratación.

Fuente del articulo: http://www.lanacion.com.ar/1982057-la-escuela-tradicional-se-convirtio-en-obsoleta-y-exige-un-gran-cambio

Fuente de la imagen:http://bucket3.glanacion.com/anexos/fotos/65/2356165h765.jp

Comparte este contenido:

Los profesores: el verdadero problema de la educación en Colombia

Colombia/02 febrero 2017/Autor: Fabio Alberto Lopera Pérez /Fuente: Las 2 Orillas

Los malos resultados de las pruebas Pisa es la falta de vocación y la mediocridad de tantas personas que escogieron este oficio.

Leyendo el artículo “docentes rémoras; una triste realidad”, recientemente publicado por Las 2 Orillas, puedo decir que estoy casi de acuerdo con su autor, Fernando García, y con todos quienes en las redes sociales han dejado sus comentarios expresando un pensamiento y postura similar. Y digo casi, porque a diferencia del autor y muchos de sus lectores, estimo que, el porcentaje de “docentes rémoras” es muy superior al de quienes  se esmeran por dignificar el ejercicio educativo, pues mis experiencias, primero como alumno y luego como docente, me permiten afirmar que uno de los grandes motivos de la pésima calidad de la educación colombiana es la falta de vocación de tantos hombres y mujeres que ante su mediocridad, inseguridad material, diarrea mental  y falta de decencia, optaron por ser docentes.

 Sin embargo, en defensa de estos desventurados, desposeídos de principios y valor para transformar sus tristes realidades, considero que, si bien son parte del problema, no son el problema, dicho de otra forma, no son la enfermedad, son simplemente un síntoma, pues éstos infaustos  que deambulan por nuestras aulas con la consabida consigna de adoctrinar, llenando a sus alumnos de contenidos atomizados y estandarizados, que es una vil manera de aculturación, más que culpables, son víctimas (resultado) de un nefasto sistema educativo.
El principal problema de nuestro sistema educativo radica en que tenemos un modelo tan inhumano como quienes nos gobiernan; un modelo obsoleto y descontextualizado, hecho a la imagen y semejanza de la revolución industrial y que por lo tanto corresponde a los intereses del mercado, quien además de controlar a la comunidad controla también al estado, y éste a su vez a la comunidad, es decir, nuestro sistema educativo se mueve en una lógica de mercado, de ahí que tenga como eje fundamental la formación en competencias, donde el profesor actúa como un conferencista desde una tarima desde la cual emite un mensaje, sin que haya espacio para la crítica; todo lo que el profesor dice es palabra de Dios, creando, con insospechada complicidad, borregos que sean en el futuro  ciudadanos obedientes y trabajadores productivos para la industria.
Nuestro país tiene una riquísima diversidad cultural, que desafortunadamente está siendo devastada por un perverso sistema educativo que, lejos de ser el resultado de una construcción social, es decretado desde oficinas por “intelectualoides” que no saben absolutamente nada del asunto y que ignoran (o tratan de ignorar) las realidades y los contextos de los diferentes territorios.  Esto evidencia  que a nuestra clase dirigente lo que menos le interesa de la educación es su calidad y pertinencia,  pues sobre todo priman las cifras y estadísticas populistas de cobertura y retención, a tal grado que para incrementar el número de personas escolarizadas y disminuir los índices de deserción, no conformes con invadir el espacio familiar, han utilizado a la escuela, convirtiéndola en la plataforma desde la cual han sabido catapultar toda su política asistencialista.

En la escuela se desayuna, se almuerza y hasta se merienda; en la escuela se recibe ropa para asistir a ella, se dan útiles escolares, y bajo programas como “Familias en Acción”, hasta se les paga a los chicos y chicas para que asistan a estudiar. Todo parece ser válido con tal de mantener buenas cifras de “inclusión”.

Llega a tal punto la desvergüenza que para justificar la función asistencialista, que le han pretendido dar a la escuela pública, hasta se atreven buscarle un sentido pedagógico a todos estos beneficios, de dudosa filantropía, a los que se pueden  acceder: en la escuela hay que enseñar a comer, a vestir, a ahorrar. Mierda. Pura mierda y justificaciones. La escuela no tiene por qué enseñar valores que ya se deben traer de los hogares.

Pero como las inflexibles exigencias del mercado, y las regresivas políticas económicas y laborales, obligan a los padres a permanecer cada vez más ausentes de la casa, para ganar el sustento para sus hijos y satisfacer las necesidades creadas por el mismo mercado, el estado ha aprovechado la coyuntura, para usurpar el lugar del padre, presentándose como el padre putativo, único capaz de cumplir con las necesidades económicas del hogar;  y como todo padre necesita una madre, ahora pretenden hacer de la escuela la madre sustituta, única capaz de velar por el cuidado y crianza de los hijos. Muestra de ello es que no se están ahorrando esfuerzos por  ampliar el número de años y horas de escolarización, con la excusa de disminuir los índices de delincuencia, consumo de drogas, embarazos en menores, paternidad temprana y violaciones, entre otros, lo que no es más que una descarada manera de culpabilizar a la familia de todos los problemas sociales,  con lo que el mismo estado se está convirtiendo en el principal violador. Triste realidad, pero cierto, con todo esto lo único que está haciendo el estado es violar el espacio, la unidad y la convivencia familiar. Es el estado mismo quien mientras nos dice que la familia es la base de la sociedad, paradójicamente, la está destruyendo, con el pretexto de mejorar la calidad de la educación, al tiempo que acaba con el verdadero propósito que debe tener la escuela.

Si es cierto, como piensan muchos, que no hay mejor sistema que mamá escuela para garantizar el acceso a estas limosnas o dádivas de papá gobierno, habrá que buscar e implementar otros, si lo que realmente se busca es mejorar la calidad de la educación, cosa que sólo será posible cuando la escuela retome su verdadera función, que no debe ser otra diferente, que lejos de formar personas para la adaptación y resignación, forme sujetos críticos, propositivos, con capacidad para decidir e incidir, capaces de confrontar y trasformar sus realidades, y responsables con ellos mismos, con la sociedad y con el entorno natural.

Amigo lector, no puedo concluir este artículo sin aclarar que no estoy en contra de las ayudas del gobierno, puesto que,  el estado más que un deber está en la obligación de garantizar el bienestar y el cumplimiento de los derechos de sus ciudadanos, por lo que estas acciones no las debemos recibir como un reglado, sino como un derecho. Lo que cuestiono es la manera,  y el carácter de asistencialismo, con que se  ha venido deformando el concepto de política social; mientras el primero, (coincidiendo con muchas personas) “tiende a generar una situación de dependencia y a perpetuar la pobreza”; el segundo, “impulsa políticas de promoción de la persona, en donde el hombre sea sujeto y motor de su propio desarrollo”.  Por consiguiente, el asistencialismo le da a la pobreza un tratamiento de “desgracia personal”, de manera que se actúa con generosidad esperando agradecimiento; mientras que las políticas sociales están encaminadas a incidir y cambiar las causas estructurales de la pobreza, desigualdad y exclusión. Las políticas sociales tratan a los pobres como ciudadanos de derechos, a quienes hay que garantizar los mismos; en cambio, el asistencialismo trata a los pobres como pobres, a quienes hay que llegar con soluciones pobres, para que sigan siendo pobres, pues al fin de cuentas son los pobres quienes en las urnas depositan sus votos, que finalmente resultan siendo el pago a “tanta generosidad”. Es así como, vemos que los pobres no son un invento de Marx, sino el resultado de las políticas decretadas por los oligarcas que democráticamente elegimos cada cuatro años y quienes, como canta Serrat, “no se han enterado que Carlos Marx está muerto y enterrado”.

Desde esta perspectiva, siendo la educación una importante variable de las políticas públicas que impactan simultáneamente sobre otras como la equidad, la justicia, la convivencia  y el desarrollo social, además de ser la principal herramienta para construir una paz estable y duradera, hoy más que nunca, se precisa la necesidad de políticas públicas educativas, contextualizadas, encaminadas a formar personas con criterio, capaces de transformar sus realidades, no de adaptarse a ellas. Es necesario repensar la escuela como un escenario de cambio y no de adaptación; sólo cuando estas condiciones estén dadas se podrá invertir el orden de la pirámide y devolver al ciudadano su puesto en la misma, dicho de otra forma, una auténtica educación de calidad y pertinencia, nos debe conducir a que sea la comunidad quien controle tanto al estado como al mercado.

Bien describió Nelson Mandela a la educación como “el arma más poderosa para cambiar el mundo”, pero esto lo desconoce nuestra clase dirigente, por lo que hoy más que nunca se aboga por una educación diferente, que debe empezar por la construcción participativa de nuevos currículos, acordes a los contextos socio-culturales determinados; que corresponda a las verdaderas necesidades, intereses y expectativas de cada uno de los actores de la comunidad educativa; que acerque nuevamente la familia a la escuela para poner fin a ese divorcio ocasionado por el estado. Se precisa un modelo educativo más humano, que empiece por educar y humanizar a quienes hacen las leyes y las representan. Tarea difícil.

Fuente:http://www.las2orillas.co/los-profesores-verdadero-problema-la-educacion-colombia-2/

Comparte este contenido: