Page 1 of 5
1 2 3 5

Estudio: Las tasas más altas de mortalidad infantil están vinculadas a un mayor crecimiento de la población

Un nuevo estudio que demuestra que las elevadas tasas de mortalidad infantil contribuyen al incesante aumento de la población humana mundial apoya los argumentos a favor de un mayor acceso a la anticoncepción y la planificación familiar en los países de renta baja y media.

La investigación, publicada en la revista ‘PLOS ONE’ y dirigida por el profesor Corey Bradshaw, catedrático de Ecología Global de la Universidad Flinders, y Peter Le Souëf, catedrático de Pediatría de la Universidad de Australia Occidental, ha descubierto que, con tasas de mortalidad infantil más elevadas y un mayor tamaño de los hogares (como indicador de la densidad de población), las tasas de fertilidad son más altas.

En el primer estudio de este tipo, el profesor Bradshaw afirma que proporciona un argumento convincente de que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para reducir la mortalidad infantil pueden acelerarse aumentando el acceso a la planificación familiar.

«Aunque suene contraintuitivo, las tasas más altas de mortalidad infantil están vinculadas a un mayor crecimiento de la población, porque cuantos más bebés pierde una mujer, más hijos es probable que tenga. La planificación familiar, incluido el acceso a anticonceptivos de calidad, permite a las mujeres planificar mejor los embarazos y, por tanto, reducir la mortalidad infantil para frenar el llamado efecto ‘reemplazo’ o ‘seguro'», afirma el profesor Bradshaw.

«Evaluamos seis condiciones que se cree que influyen en la fertilidad de una mujer –añade–: disponibilidad de planificación familiar, calidad de la planificación familiar, educación, religión, mortalidad y condiciones socioeconómicas, en 64 países de ingresos bajos a medios».

La investigación comprobó específicamente si el aumento de la disponibilidad de servicios de planificación familiar se asocia a la reducción de la fecundidad; si el aumento de la calidad de los servicios de planificación familiar está asociado a la reducción de la fecundidad; si el aumento de los años de educación femenina se asocia a la reducción de la fecundidad, y si el aumento de la fecundidad se observa en países con una mayor prevalencia de fieles del catolicismo o el islam, dos religiones principales que dictan expresamente elementos de la fecundidad y/o la estructura familiar.

Además, investigó si un mayor tamaño medio del hogar está positivamente correlacionado con la fecundidad, así como con unas condiciones socioeconómicas más bajas; ysi una mayor mortalidad (tanto infantil como materna) se asocia a una mayor fecundidad.

La coautora del estudio, la doctora Melinda Judge, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Australia Occidental, afirma que «mantener vivos a los bebés reduce la fertilidad media y ayuda a frenar el crecimiento demográfico. Esencialmente, una mayor mortalidad infantil y un mayor tamaño de los hogares aumentaron la fecundidad, mientras que un mayor acceso a cualquier forma de anticoncepción la redujo», añade.

«Curiosamente, la educación femenina, las visitas a domicilio de los trabajadores sanitarios, la calidad de los servicios de planificación familiar y la adhesión religiosa tuvieron una contribución débil, si es que tuvieron alguna, a escala de países enteros», precisa.

El profesor Bradshaw afirma que los Objetivos de Desarrollo Sostenible 3 (buena salud y bienestar) y 5 (igualdad de género) de las Naciones Unidas hacen hincapié en el derecho básico a ejercer el control sobre la salud sexual y reproductiva mediante el acceso universal a la planificación familiar.

El mundo no va por buen camino para cumplir el Objetivo 3 de reducir la mortalidad materna mundial a menos de 70 por cada 100.000 nacidos vivos y poner fin a las muertes evitables de recién nacidos y niños menores de 5 años para 2030, advierten.

«Nuestros resultados muestran que el mejor camino para alcanzar estos objetivos es proporcionar servicios de planificación familiar de alta calidad y de fácil acceso -explica Bradshaw–. Estas acciones no sólo reducirán las tasas de fertilidad, sino también el número de embarazos no deseados, muertes infantiles y maternas».

E insiste en que «estos resultados respaldan la idea de que, para fomentar un descenso continuado de la fecundidad mundial, es necesario aumentar tanto las tasas de supervivencia infantil como el acceso a los métodos anticonceptivos».

Por su parte, la coautora Chitra Saraswati, también de la Facultad de Medicina de la Universidad de Australia Occidental, afirma que «las recomendaciones de medidas para reducir la mortalidad infantil hacen hincapié en mejorar la calidad de la atención prenatal, aumentar el número de personal sanitario formado en los partos y mejorar la atención posnatal tanto para los bebés como para las madres. Dada la evidencia de que los hogares numerosos pueden empeorar la salud infantil, la mejora de las condiciones de vida para paliar la alta densidad de población también podría redundar indirectamente en una menor fertilidad», apunta.

Por ello, indica que «permitir que los padres elijan la planificación familiar proporcionando métodos anticonceptivos modernos y fácilmente disponibles puede mejorar la supervivencia infantil y reducir la mortalidad materna. Esto se debe a que los padres pueden planificar y espaciar sus nacimientos, y poder decidir tener menos hijos también tiene el potencial de facilitar una mejor inversión en la salud y el bienestar general de las familias». Y destaca la importancia de facilitar el acceso a la anticoncepción como contribución directa a la disminución de la mortalidad infantil.

«Si no actuamos ahora para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, la fecundidad aumentará, morirán más niños y más mujeres sucumbirán a muertes relacionadas con el parto», concluye Bradshaw.

Fuente: https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-tasas-mas-altas-mortalidad-infantil-estan-vinculadas-mayor-crecimiento-poblacion-20230227073048.html

Comparte este contenido:

Mundo: ONU alerta sobre alta mortalidad infantil durante 2021

Mundo/13-01-2023/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Murieron entre 2,1 millones de niños y jóvenes de entre cinco y 14 años, así como 1,9 millones de bebés recién nacidos.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) anunció este martes que más de cinco millones de niños en el mundo murieron antes de cumplir los cinco años durante 2021 mientras llamó a un acceso más equitativo a la atención primaria.

El Grupo Interinstitucional de Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (IGME) señaló además en su más reciente informe que ese año fallecieron entre 2,1 millones de niños y jóvenes de entre cinco y 14 años.

De igual forma, el documento publicado apunta que en el año antepasado perdieron la vida 1,9 millones de niños en el parto o por complicaciones del embarazo. Ante ello, el grupo de expertos instó a invertir en un sistema de salud más justo.

En este sentido, la titular de la División de Análisis de Datos, Planificación y Seguimiento de UNICEF, Vidhya Ganesh, destacó que “cada día, demasiados padres se enfrentan al trauma de perder a sus hijos, a veces incluso antes de que respiren por primera vez”.

“Una tragedia tan generalizada y evitable no debería aceptarse nunca como inevitable. Es posible avanzar con una voluntad política más firme y una inversión específica en el acceso equitativo a la atención primaria de salud para todas las mujeres y todos los niños”, añadió la directora.

Al mismo tiempo, cabe enfatizar que el 56 por ciento de los decesos registrados en menores de cinco años en 2021 se produjeron en la región de África subsahariana, entretanto, Asia meridional reportó el 26 por ciento del total.

En consonancia, el jefe de salud maternal, infantil y juvenil de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Anshu Banerjee, afirmó que resulta “terriblemente injusto que las oportunidades de supervivencia de un niño dependan del lugar donde nace”.

A pesar de ello, el informe del IGME resaltó que la tasa mundial de mortalidad de menores de cinco años disminuyó a partir del año 2000 en un 50 por ciento mientras que en niños mayores y jóvenes un 36 por ciento.

No obstante, las autoridades precisaron que de no tomarse medidas urgentes en los servicios sanitarios, antes del 2030 podrían fallecer alrededor de 59 millones de niños y jóvenes, así como 16 millones de bebés recién nacidos.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/onu-mortalidad-infantil–20230110-0011.html

Comparte este contenido:

Mundo: Más allá del covid: la mortalidad infantil podría haber aumentado un 42% en el mundo durante la pandemia

Por: Sara Plaza Casares

2020 será recordado como el año de la pandemia del covid-19. Una pandemia que ha empañado al resto de problemas de salud, que, lejos de detenerse, se han agravado, principalmente en países de ingresos bajos. Esta es una de las conclusiones del último informe de Medicosmundi y Médicos del Mundo, “La salud en la cooperación al desarrollo y la acción humanitaria 2021”, presentado hoy y que destaca que la mortalidad infantil podría haber aumentado hasta un 42% al día. “Hay cinco millones de muertos en el mundo por covid y 10 millones por hambre”, se ha indicado durante la presentación de este informe, que ha tenido lugar hoy en presencia del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad (CCAES),Fernando Simón.

“Las enfermedades infecciosas están perdiendo terreno y están ganándolo las no transmisibles”, ha afirmado Fernando Simón durante la presentación del informe, repasando los cambios experimentados en la salud global en los últimos 20 años. “Los países tienen mejores indicadores sanitarios en términos globales. Pero no ha sido equitativamente, los países de rentas altas hemos mejorado más que los de rentas más bajas, las desigualdades se han incrementado”, ha indicado.

“Ya hay informes que indican que en algunos países ha habido un retroceso de más de 15 años durante la pandemia”, ha explicado Fernando Simón.

“La salud sigue siendo dependiente de agentes externos. El desarrollo económico de los países no lleva aparejado una mejora resilente de los sistemas sanitarios”, ha asegurado el director del CCAES. “Y esa fragilidad se ha visto durante la pandemia. Y ya hay informes que indican que en algunos países ha habido un retroceso de más de 15 años”.

“El mayor problema de salud en el mundo ahora mismo no es un virus, es la inequidad”, ha sentenciado Carlos Mediano, presidente de Medicusmundi, quien ha hecho hincapié en que sólo seis países de ingresos altos destinan el 0,7% a la cooperación al desarrollo. “España destina el 0,23%, está en el tercio más bajo, la media global es de 0,32% y la media europea es de 0,5%”, ha apuntado.

“No hemos llegado ni a cubrir al 40% de las necesidades que hay en el mundo con respecto al covid”, ha expresado José Félix Hoyo, vicepresidente de Médicos del Mundo. “Tenemos que tener una idea más global de la salud, vivimos en un mundo global y así nos lo ha demostrado la pandemia”, ha zanjado.

Las cifras de retroceso

Según este estudio, y basándose en estimaciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la pandemia habría provocado durante seis meses un aumento en las muertes infantiles diarias de más de 6.000, que se sumarían a las 14.245 muertes diarias esperadas de menores de 5 años. “En el informe de los avances de los Objetivos de Desarrollo Sostenible este incremento se cifra en 228.000 muertes adicionales debido a las interrupciones de los servicios de salud, ya que la mortalidad infantil directamente vinculada al SARS COv-2 es muy escasa”, asegura el informe.

Además, la lucha contra otras enfermedades como el sida, la tuberculosis o la malaria habría experimentado un retroceso, según los datos del Fondo Global de lucha contra estas enfermedades, presente en más de 150 países. Así, el informe señala que países que estaban libres de malaria, se han visto afectados por esta enfermedad. “En Bután, el retraso en la distribución de mosquiteras provocó un aumento en los casos de malaria, y en Timor del Este, que no había declarado ningún caso en 2018 ni 2019, se declaró un brote de malaria en la frontera compartida con Indonesia. En una encuesta realizada por la OMS, un tercio de los países reportaron interrupciones en los servicios de lucha contra la malaria en los tres primeros meses de 2021”, afirma el estudio.

La lucha contra el VIH también vive unos retrocesos históricos en algunos marcadores. Los diagnósticos disminuyeron un 22% y los servicios de prevención se redujeron un 11%, según el informe 2021 del Fondo Global. “Estos datos pueden suponer que las cifras de mortalidad de personas que viven con VIH aumenten de forma considerable, pues éstos tienen un 37% más de probabilidad de morir o tener una enfermedad grave debido al covid-19”, recoge el estudio.

“Estos datos pueden suponer que las cifras de mortalidad de personas que viven con VIH aumenten de forma considerable, pues éstos tienen un 37% más de probabilidad de morir o tener una enfermedad grave debido al covid-19”

Vacunas e inequidad en el acceso

La entrega número 20 de este informe que las dos ONG elaboran en coalición desde hace 20 años, se detiene en la inequidad en el acceso a la vacuna contra el covid-19, un medicamento que ha supuesto un cambio en la evolución de la pandemia “pero solamente en aquellos países que han podido acceder a ellas”.

El reparto a escala internacional maneja unos números totalmente desequilibrados. Así, mientras los países de ingresos altos han recibido 1.100 millones de dosis, los de ingresos medios-altos 2.000 millones, los de ingresos medios-bajos unos 700 y los de ingresos bajos solo 10 millones.

Como consecuencia del acaparamiento de vacunas en los países de ingresos altos, 241 millones de dosis se tendrán que tirar si no se emplean antes de que finalice 2021

Y desde este informe aportan un dato a consecuencia de este acaparamiento: 241 millones de dosis se tendrán que tirar si no se emplean antes de que finalice 2021. Mientras, la iniciativa COVAX, creada para poder distribuir 2.000 millones de dosis en 92 países de bajos ingresos este año, solamente ha repartido 330 millones hasta octubre. “Urge suministrarlas a los países empobrecidos para limitar los riesgos de las variantes Delta y Ómicron y reducir la posibilidad de aparición de otras nuevas, porque la pandemia está lejos de controlarse globalmente”, avisan.

De fondo, un debate que ha salido a la palestra durante la presentación del informe: el comienzo de la administración de terceras dosis entre la población de los países de ingresos altos.

“Hay evidencias científicas que nos podrían permitir pensar que la tercera dosis no sería necesaria para todos los grupos poblacionales“, ha asegurado Fernando Simón.

“Hay evidencias científicas que  nos podrían permitir pensar que la tercera dosis no sería necesaria para todos los grupos poblacionales”, ha asegurado Fernando Simón. Para quien lo que está claro es que hay una grave inequidad en el acceso a las vacunas. «Tenemos que tener claro el efecto de diferentes variantes que puedan llegar y, al mismo tiempo, grandes grupos poblacionales sin vacunar. Tenemos que buscar alguna solución al poco acceso de vacunas que están teniendo algunos países del mundo”, ha sentenciado el director del CCAES.

Fuente e imagen:  El Salto

Comparte este contenido:

Saraí Vallejo: ¿Por qué es tan importante que las niñas vayan a la escuela y cuál es el impacto en la sociedad?

La importancia de que las niñas vayan a la escuela muchas veces ha sido pasada por alto.

Desde el inicio de la pandemia el acceso a la educación ha sido limitado, especialmente en los países pobres o en desarrollo por la falta de internet y recursos. “Para unos 463 millones de niños cuyas escuelas cerraron a causa de la COVID-19, la educación a distancia no ha existido”, dijo Henrietta Fore, directora Ejecutiva de UNICEF.

En Ecuador, la pandemia afectó a 4.4 millones de estudiantes. Especialmente las niñas y adolescentes que están en situaciones de pobreza, que son migrantes o tienen alguna discapacidad se enfrentan a más desafíos para escolarizarse.

Aunque a nivel mundial, existen cientos de países que cuentan con leyes que protegen el derecho de la educación, esa no es la realidad de todos. Sin embargo, otro factor que limita dicho acceso es el género. Esto es porque excluyen a las niñas y jóvenes de las aulas y las limitan a trabajos del hogar o las casan en una edad temprana. Hasta 2017, 130 millones de niñas estaban desescolarizadas. Estas cifras siguen aumentando la analfabetización, la falta de oportunidades en el campo laboral y por ende la pobreza.

La importancia de que las niñas vayan a la escuela muchas veces ha sido pasada por alto. Sin embargo, es una situación que merece más atención por las repercusiones que tiene y puede llegar a tener en la sociedad, si es que no se gestiona rápidamente.

Según estadísticas de la ONU, si las niñas completaran la primaria cuando fueren madres la tasa de mortalidad materna podría reducirse en dos tercios. De igual manera, si es que recibieran educación secundaria la mortalidad infantil se reduciría a la mitad. Las tasas de niñas y adolescentes que se convierten en madres reducirían drásticamente si tan solo pudieran ir seguras a la escuela y colegio.

Nueve de cada 10 países donde la desescolarización es mayor, se encuentran en África. Allí se ha normalizado la practica de casar a las mujeres desde muy chicas. Sin embargo, si asistieran a las escuelas los matrimonios precoces reducirían en un 14% y eso aportaría autonomía a las mujeres.

En Ecuador, no estudiar hace que la red de trabajo infantil crezca cada día más. Aparte que las pone en situación de calle haciéndolas vulnerables para explotación sexual y otras practicas ilegales.

A pesar de los esfuerzos de la ONU, UNICEF, los gobiernos y otras instituciones por tratar de garantizar educación, no es suficiente. Gestionar el acceso a la educación de las niñas es el problema clave que, si se ataja de raíz, resolverá otros de los problemas como la pobreza extrema. Por lo tanto, la lucha por erradicar la desescolarización debe ser una lucha en la que todos aporten, por un mejor futuro para todos y todas. (I)

Fuente: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/dia-de-la-mujer-escuelas-ninas-educacion?

Comparte este contenido:

Irlanda: Unos 9.000 niños irlandeses murieron en hogares para madres solteras durante décadas

La Comisión Irlandesa de Investigación sobre Hogares Materno-Infantiles encontró niveles «inquietantes» de mortalidad infantil en dichas instituciones, que operaron en este país de larga tradición católica hasta 1998.

Un informe publicado este martes (12.01.2021) arrojó luz sobre las muertes de miles de niños en hogares materno-infantiles en toda Irlanda en el siglo XX, destacando la profunda crueldad hacia las madres solteras que duró décadas.

El primer ministro Micheál Martin anunció que pedirá «disculpas» en nombre del Estado irlandés en este asunto, después de que la Comisión Irlandesa de Investigación sobre Hogares Materno-Infantiles encontrase niveles «inquietantes» de mortalidad infantil en dichas instituciones, que operaron en este país de larga tradición católica hasta 1998.

«Es difícil imaginar la magnitud de la tragedia y el dolor que se esconde detrás de la cifra de 9.000 niños y bebés», afirmó el ministro irlandés de la Infancia, Roderic O’Gorman.

En memoria de todos los enterrados aquí: fosa común de hasta 800 niños en el sitio del antiguo Hogar de Madres e Hijos en Tuam, Condado de Galway,«En memoria de todos los enterrados aquí»: fosa común de hasta 800 niños en el sitio del antiguo Hogar de Madres e Hijos en Tuam, Condado de Galway,

Las madres solteras, despreciadas por la sociedad de la época, vivían en los hogares controlados por el Gobierno y bajo la administración de instituciones religiosas. Dirigidos por monjas, estos hogares acogían a adolescentes y jóvenes que habían sido rechazadas por sus familias.

El informe, que se elaboró durante varios años, señalaba que la falta de personal profesional, combinada con una indiferencia general hacia el futuro de los niños. El informe examinó 14 hogares maternoinfantiles y cuatro hogares del condado entre los años 1922 y 1998, según la emisora irlandesa RTE.

Gente se reúne para protestar en el sitio del antiguo hogar de Tuam para madres solteras en el condado de Galway, el domingo 26 de agosto de 2018. Gente se reúne para protestar en el sitio del antiguo hogar de Tuam para madres solteras en el condado de Galway, el domingo 26 de agosto de 2018.

 

Muchos niños eran separados de sus madres 

Los niños que nacían allí, considerados ilegítimos, a menudo eran separados de sus madres y dados en adopción rompiendo todos los lazos con sus familias biológicas.

El informe describe un «capítulo oscuro y vergonzoso de la historia reciente de Irlanda», afirmó el primer ministro, y destaca la «cultura misógina» del país durante «varias décadas».

En particular, Martin destacó «la grave y sistemática discriminación contra las mujeres, especialmente las que dieron a luz fuera del matrimonio» en este país profundamente católico.

La entrada al antiguo emplazamiento de la lavandería de las Hermanas de la Caridad Magdalena en Donnybrook, Dublín. La entrada al antiguo emplazamiento de la lavandería de las Hermanas de la Caridad Magdalena en Donnybrook, Dublín.

«Teníamos una actitud completamente distorsionada hacia la sexualidad y la intimidad», una «disfunción» por la que «las jóvenes madres y sus hijos e hijas» en estas instituciones «se vieron obligados a pagar un terrible precio», afirmó.

La cifra de 9.000 muertes representa el 15% de los 57.000 niños que pasaron por estos establecimientos durante el período de 76 años examinado por la comisión de investigación.

La investigación se abrió en 2015 a raíz del trabajo de la historiadora Catherine Corless. Esta afirmó que casi 800 niños nacidos en una de estas instituciones, el Hogar St Mary de las Hermanas del Buen Socorro en Tuam, en el oeste del país, fueron enterrados en una fosa común entre 1925 y 1961.

Fuente: https://www.dw.com/es/ni%C3%B1os-irlandeses-murieron-en-hogares-para-madres-solteras-durante-d%C3%A9cadas/a-56207594

Comparte este contenido:

La infancia en el antiguo Egipto

África/Egipto/Noviembre 2020/https://historia.nationalgeographic.com.es/

El crecimiento en el antiguo Egipto no era ningún juego. La tasa de mortalidad infantil era muy alta y la edad adulta empezaba apenas se llegaba a la pubertad, por lo que la infancia era vista como un periodo muy importante en el que había que dar a los niños y niñas las herramientas para poder valerse por sí mismos.

En el Egipto de los faraones, uno de cada tres niños no llegaba a su primer cumpleaños. De los que sobrevivían, la mitad llegaba a cumplir cinco años y poder disfrutar de su infancia. Pero por poco tiempo, ya que llegados a los doce o catorce años se esperaba que se casaran y empezaran su vida adulta. En ese breve periodo debían aprender todo lo necesario para abrirse paso en la vida, a menudo limitados por el entorno familiar en el que el azar les había hecho nacer.

UNA INFANCIA PELIGROSA

La razón de la alta mortalidad es que el antiguo Egipto era un país ya muy peligroso de por sí, pero más aún para un niño, debido a su fauna; escorpiones, serpientes venenosas, cocodrilos o hipopótamos, entre otros. Por ese motivo las madres llevaban casi siempre a sus bebés consigo, incluso cuando estaban trabajando, sujetos en cabestrillos de tela, para tenerlos siempre vigilados; o si tenían hermanos mayores, se les dejaba a su cuidado. Y esto sin contar las enfermedades o las carestías, que se cebaban especialmente con los más jóvenes.

Para protegerlos de tales peligros, los niños solían llevar amuletos consigo, como el famoso ojo de Horus o udjat, que supuestamente alejaba el mal de ojo y las enfermedades y ayudaba a sanar las heridas. Los padres también solían consultar a un astrólogo profesional para darle a su recién nacido un nombre propicio: este solía constar de al menos dos partes, una de las cuales reflejaba una cualidad y otra a un dios protector; por ejemplo, el nombre Meret-Net, “amada de Net” (la diosa de la sabiduría), ayudaría a la niña a convertirse en una mujer inteligente.

En sus ratos libres, los niños se divertían con juguetes –habitualmente de madera, cáñamo o papiro–, muñecas, pelotas, peonzas, juegos de mesa –el más popular era el senet– o, en el caso de los niños, diversiones “masculinas” como luchas y carreras. Pero siempre sin alejarse demasiado de los adultos, ya que existía el peligro de toparse con animales salvajes. Las mascotas eran habituales, sobre todo gatos y perros –que además mantenían a raya a escorpiones, serpientes y otras alimañas–, y en menor medida pájaros y monos. Si tenían hermanos menores, se esperaba que les cuidaran.

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN

A partir de los cuatro o cinco años y hasta llegar a la pubertad, la vida de los niños y las niñas se desarrollaba en función de la familia en la que habían nacido. Si tenían la suerte de formar parte de una casa rica podían estudiar escritura, ciencias, literatura y religión, para convertirse en profesionales cualificados. Los niños eran enviados a la escuela o, si se trataba de una familia noble o especialmente pudiente, al templo, donde tendrían la oportunidad de prepararse para acceder a puestos administrativos o religiosos. Algunas niñas también iban a la escuela, pero era más común que recibieran una formación particular en su propia casa a cargo de tutores.

En cambio, si se era de familia pobre, lo normal era que empezaran a ayudar a sus padres en su trabajo, ya fuera en el campo, en un negocio o en su oficio. Al morir sus progenitores –lo que en Egipto solía suceder a una edad muy temprana, antes de los cuarenta años si se era pobre– heredarían su negocio y sus bienes, teniendo preferencia los hijos sobre las hijas. Y si el padre o la madre tenía un oficio, convenía que empezaran a aprenderlo cuanto antes.

Desde que tenían uso de razón se enseñaba a los niños y niñas a tener respeto por los dioses, a obrar el bien y a actuar con rectitud, para prepararlos para el juicio de Osiris.

La religión ocupaba un lugar muy importante en la educación, independientemente del sexo y de la condición social. Desde que tenían uso de razón se enseñaba a los niños y niñas a tener respeto por los dioses, a obrar el bien y a actuar con rectitud. Todo esto era una preparación para el momento más importante de la vida, que irónicamente tenía lugar después de esta: el juicio de Osiris, el señor del Más Allá. Cuando alguien moría su corazón era pesado en una balanza junto con la pluma de Ma’at, símbolo de la verdad y la justicia universal: si el difunto había obrado correctamente en vida, se le permitía pasar a los Campos de Iaru, donde viviría eternamente; pero si su conducta no había sido recta, su corazón era devorado por una bestia monstruosa llamada Ammit y su alma dejaba de existir. Por ello, era vital inculcarles desde pequeños la importancia de llevar una vida correcta.

EL PASO A LA ADULTEZ

En el antiguo Egipto no había una edad específica que marcara el paso de la infancia a la adultez, pero esta tenía lugar durante la pubertad, generalmente entre los doce y los catorce años. A esa edad no sucedía ningún cambio legal (no existía el concepto de menor o mayor de edad), pero se consideraba que ya podían casarse. En el caso de las niñas, la primera menstruación era celebrada como una señal de fertilidad y a esa sangre se le atribuían propiedades mágicas, por lo que se guardaba para ser usada en caso de necesidad: por ejemplo, si una mujer tenía dificultades para concebir, se la podía frotar por los muslos, la barriga y los senos.

Elegir oficio era una de las decisiones más importantes en la vida de los egipcios. Escriba, médico, arquitecto o astrónomo eran algunas de las profesiones más bien consideradas.

Si se había tenido la suerte de recibir una educación era el momento de elegir oficio, una de las decisiones más importantes en la vida de los egipcios, como da fe la literatura –por ejemplo, la llamada Sátira de los oficios–. Una de las profesiones más importantes y codiciadas era la de escriba; muy poca gente en el antiguo Egipto sabía escribir, por lo que esto le abría las puertas a trabajar en casi cualquier lugar que desease –preferentemente, para la nobleza o los sacerdotes–. Otras elecciones magníficas eran arquitectura, astronomía o medicina, si su familia podía permitirse la formación. Todas estas profesiones requerían una enseñanza especializada que generalmente solo los más ricos podían permitirse.

A la mayoría de la gente, sin embargo, no le quedaba otra opción que ocuparse de los campos, del ganado, o aprender un oficio sin gloria, como herrero, panadero o alfarero. Todas estas profesiones eran duras y no ofrecían ninguna esperanza de ascenso social. Los hombres tenían la posibilidad de alistarse en el ejército, algo peligroso pero que tenía perspectivas mejores: un salario fijo, alimento garantizado, botín y posibilidades de ascenso social. Las mujeres bienestantes podían permitirse una vida más tranquila, dedicada solamente al hogar, pero a las más pobres les esperaba una vida doblemente dura; una opción para escapar a ello era ir a servir a casa de una familia noble.

La sexualidad en el antiguo Egipto

FORMAR UNA FAMILIA

En el momento del matrimonio, la mujer se iba a vivir con su marido y la familia de este, que a partir de entonces pasaba a ser también la suya. Las distintas generaciones convivían bajo el mismo techo, que a menudo era también el lugar donde tenían su negocio o sus tierras.

Se esperaba que las mujeres empezaran a tener hijos desde la adolescencia, ya que la vida en Egipto era difícil y en cualquier momento podía llegar la muerte. Los partos eran momentos especialmente peligrosos en la vida de una mujer, ya que podía fallecer por hemorragias o infecciones; de nuevo, los amuletos y los hechizos jugaban un papel importantísimo. Generalmente la madre se ocupaba ella misma de las criaturas hasta los tres o los cuatro años.

Muchas costumbres ligadas a la familia cambiaron con la llegada de los faraones ptolemaicos, de origen macedonio; y especialmente cuando Egipto se convirtió en provincia romana durante el principado de Augusto, momento en el que empezaron a migrar familias de otras partes del Imperio. Así, por ejemplo, las mujeres ricas adoptaron la costumbre de encargar la crianza de sus hijos a las nodrizas. En un fragmento de papiro de finales del siglo III d.C., una madre reprende a su yerno que permita a su esposa –“mi dulce hija Apolonia”– dar el pecho a su hijo recién nacido, porque implica que no tiene dinero para permitirse una nodriza o peor aún, que es un tacaño. Las mujeres también perdieron la libertad que habían tenido en la época de los faraones, que fue posiblemente la más igualitaria de la Antigüedad mediterránea por lo que respecta al género.

Fuente: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/infancia-antiguo-egipto_15886

Comparte este contenido:

Los retos ‘poscovid’ a los que se enfrentan las nuevas generaciones

Noticia/24 septiembre 2020/elpais.com

La educación, la mortalidad infantil por enfermedades prevenibles y la salud mental son algunas de las cuestiones que ya preocupaban sobre la infancia, y tras la irrupción de la covid-19 se han agudizado

¿Qué pasará con los niños que nunca regresarán a la escuela? ¿Cuántos podrían morir por enfermedades prevenibles por no alimentarse bien? ¿Cómo afecta el encierro a la salud mental de los más pequeños? ¿Cómo sobrevivirán las familias más vulnerables a la falta de ingresos? Estas son algunas de las muchas preguntas que sobrevuelan sobre la situación de la infancia y que se plantea la sociedad, en general, y las organizaciones internacionales, en particular, desde que comenzara la pandemia.

Desde la irrupción de la covid-19, a los niños y adolescentes del mundo se les ha calificado como las víctimas «ocultas, invisibles” de esta crisis sanitaria. Si bien el virus SARS-CoV-2 ha resultado, hasta la fecha, una enfermedad con poca incidencia de contagiados y mortalidad entre los más pequeños, son ya muchos los efectos colaterales que han empezado a mostrar cuáles son las consecuencias que sufrirá la infancia. En el último mes, algunas voces y varios informes alertan de que la malnutrición infantil, la falta de ingresos, las enfermedades de salud mental y las desigualdades en educación y género son desafíos fundamentales que hay que afrontar para no condenar a las generaciones futuras.

Educación para todos, sin brecha digital

A principios de marzo el mundo cerró sus escuelas y alrededor de mil millones de estudiantes y jóvenes de todo el planeta se vieron afectados por el brote de la covid-19, según cifras de la Unesco. Ya en agosto, la ONU advertía de la «catástrofe generacional» que supondría no reabrir inmediatamente los colegios. Hoy, seis meses después, al menos 53 países permanecen con sus centros educativos cerrados, y muchos otros han dado por finalizado su año académico. «Incluso antes de la pandemia, millones de niños y jóvenes se estaban perdiendo oportunidades de educación y formación de calidad porque no tenían acceso a Internet. Ahora, la covid-19 ha empeorado la situación”, sostenía la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, en una charla a principios de septiembre organizada por Generation Unlimiteden la que participaron mandatarios de todo el mundo, bajo el auspicio de Naciones Unidas.

«Tenemos una oportunidad única para cerrar la brecha digital y hacer que el acceso a Internet sea una realidad para todos los niños y jóvenes, y en todas las escuelas y comunidades», añadía Fore. Un informe reciente de Unicef destacaba que al menos uno de cada tres escolares en todo el mundo no podía acceder al aprendizaje a distancia después del cierre de colegios, lo que puso de manifiesto la falta de acceso a la tecnología digital. Si nos fijamos en África, Unicef estima que al menos la mitad de los niños en edad escolar de la región subsahariana no tienen acceso a Internet. «Invertir recursos en el aprendizaje y la formación digitales de los jóvenes es esencial para construir la cohesión social y reducir las desigualdades insostenibles que bloquean el desarrollo humano y el crecimiento económico», sostenía el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en el mismo evento en el que, además, las organizaciones se comprometieron a llegar a 3.500 millones de niños y jóvenes con una educación de calidad, incluidas soluciones digitales, para 2030.

Pero la digital no es la única brecha que la covid-19 ha destapado en el mundo educativo. La otra barrera importante y que preocupa a las organizaciones es la de género. La Unesco teme que alrededor de 10 millones de niñas en edad de asistir a la escuela secundaria podrían no volver a la escuela tras la pandemia, lo que supondría un aumento de matrimonios infantiles y explotación laboral, entre otras consecuencias.

«Las niñas de niveles socioeconómicos más bajos corren mayor riesgo de no volver a estudiar. En estas familias, muchas de las cuales subsistían en la economía informal, los ingresos se han reducido o desaparecido por completo, por lo que no pueden afrontar los costes de la educación o dejan a sus hijas a cargo de la casa y la familia, haciendo las tareas domésticas mientras los demás van a trabajar. Esto supondría un retroceso de unos 20 años en los avances hacia la igualdad de género», explica Julia López, directora de comunicación e incidencia política de Plan International en España. La ONG ha lanzado la campaña #GirlsInCrisis con la que planea beneficiar a 20 millones de personas, especialmente niñas y adolescentes, de 52 países y así garantizar el acceso a la educación de forma segura e inclusiva, la protección de la infancia frente a la violencia y la promoción de la inserción laboral de las jóvenes.

A principios de septiembre también se lanzó Reforzar la igualdad: Guía para el regreso de las niñas a la escuela, una iniciativa de Fonds Malala, Plan International, Unesco, Ungei y Unicef, para ayudar a los responsables de los Ministerios de Educación a abordar las dimensiones de género de los cierres de escuelas relacionados con la covid-19. En ella hay información que enfatiza un enfoque basado en “reforzar la igualdad”, a través de medidas con perspectiva de género que transformen los sistemas educativos, den prioridad a la resiliencia, y aborden los principales obstáculos y limitaciones para la educación de las niñas, según explican los socios del Grupo de Referencia de Género de la Coalición Mundial para la Educación covid-19 de la Unesco.

Inseguridad alimentaria y malnutrición infantil

Ubah, de 33 años, posa con cuatro de sus seis hijos en el campo de refugiados de Puntland, Somalia.
Ubah, de 33 años, posa con cuatro de sus seis hijos en el campo de refugiados de Puntland, Somalia. SAID M. ISSE SAVE THE CHILDREN

Casi 20 millones de personas más sufren hambre aguda en el mundo, según anunciaba la semana pasada la Red Mundial Contra las Crisis Alimentarias en la Asamblea anual de la ONU. Y los niños y jóvenes están siendo uno de los grupos más afectados. «La covid-19 es una palanca de empuje para la mortalidad infantil», sostiene David del Campo, director de acción humanitaria y cooperación internacional de Save The Children. La organización humanitaria ha advertido de que 67.000 niños y niñas corren el riesgo de morir de hambre en África subsahariana antes de que acabe el año por el grave impacto de la crisis de la covid-19. Estas cifras, que provienen de un nuevo análisis que la ONG ha realizado con datos publicados en The Lancet, revelan que aproximadamente 426 niños y niñas pueden fallecer cada día si no se toman medidas urgentes.

Save The Children recuerda que en el primer trimestre de 2020 diferentes estudios estimaron que la covid-19 aumentaría la pobreza en África subsahariana un 23% y alerta de que los informes más recientes ya señalan que para el 2030 puede haber 433 millones de personas sufriendo desnutrición en el continente. “La vida fue dura para mí y mi familia, pero trabajé duro y sobrevivimos. El coronavirus ha empeorado la situación porque hay poco trabajo y muy espaciado. Solo comíamos una vez al día, por la mañana. He visto a mis hijos irse a dormir con hambre. El peor sentimiento para una madre es ver que no puede alimentar a sus hijos”, explica Ubah, madre de seis hijos en Puntland (Somalia) a Save The Children, que le provee asistencia alimentaria.

Antes de la pandemia, África subsahariana era una de las regiones del mundo con mayor inseguridad alimentaria y se teme que, si continúan las tendencias actuales, sea el hogar de más de la mitad de las personas que padecen hambre crónica del mundo. “Cada día llegan más niños y niñas a nuestras clínicas con síntomas de desnutrición y esto es solo el principio. Si esperamos hasta que las clínicas estén llenas, será demasiado tarde. La crisis alimentaria podría matar a decenas de miles de niños y niñas si no reciben asistencia humanitaria de inmediato”, explica Ian Vale, director regional de Save The Children en África Oriental y Meridional.

Otra de las consecuencias que afectan directamente a la infancia y que se ha agudizado por la pandemia es la malnutrición infantil. En Brasil, el tercer país con más contagiados del mundo, el 49% de los brasileños ha informado sobre cambios en los hábitos alimentarios, con un aumento considerable del consumo de comida basura, desde que empezó la pandemia. Entre las familias que viven con niños y adolescentes, el impacto fue aún más grande: un 58% dijo haber cambiado su dieta, según datos de la investigación realizada por Unicef titulada Impactos primarios y secundarios de la COVID-19 en niños, niñas y adolescentes.

«Nos enfrentamos a un preocupante escenario de malnutrición. Por un lado, hemos visto un incremento en el consumo de alimentos no saludables, lo que contribuye significativamente al aumento del sobrepeso y las enfermedades crónicas no transmisibles. Por el otro, vemos el aumento de la inseguridad alimentaria y nutricional que puede llevar a la desnutrición y a las deficiencias de micronutrientes. Esta situación afecta principalmente a las poblaciones más vulnerables y tiene efectos a largo plazo. Es esencial actuar inmediatamente para invertir este escenario», asegura Cristina Albuquerque, jefa de salud de Unicef en Brasil.

Ansiedad e incertidumbre ante el futuro

El maltrato infantil durante la cuarentena, la depresión, los abusos y el estrés por el encierro, además de la incertidumbre por el futuro, son algunas de las grandes preocupaciones en relación con los más pequeños. Nueve de cada diez niñas en todo el mundo confiesan tener un nivel alto o medio de ansiedad como consecuencia de la pandemia, según el nuevo estudio de la ONG Plan International, Vidas interrumpidas: el impacto de la COVID-19 en las niñas y las jóvenesLos temores más frecuentes entre las encuestadas, que recoge experiencias de más de 7.000 adolescentes de entre 15 y 19 años de 14 países, son el bienestar de sus familias, que preocupa a un 40%, así como su propia salud, una cuestión que inquieta a un 33%.

La investigación, que se ha llevado a cabo en Estados Unidos, Brasil, Ecuador, Nicaragua, España, Francia, India, Australia, Vietnam, Zambia, Etiopía, Ghana, Egipto y Mozambique, refleja que existe una correlación entre el grado de ansiedad y su nivel socioeconómico: cuanto más bajo es, mayores son los niveles de estrés de las jóvenes. “Este estudio sirve como una llamada de atención para que los gobiernos incluyan un enfoque de género y edad en sus respuestas a la pandemia. Para las niñas y adolescentes, especialmente para las más vulnerables, esta crisis ha supuesto un aumento de la desigualdad y de los riesgos a los que se enfrentaban”, explica Concha López, directora general de Plan International.

El informe evidencia los desafíos y las preocupaciones que están teniendo las niñas y adolescentes debido a la pandemia en los distintos ámbitos de sus vidas, desde su educación hasta su capacidad para independizarse y socializar (*). Todas ellas, alarmas a tener en cuenta para el futuro de las nuevas generaciones.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/09/18/planeta_futuro/1600434335_174604.html

Comparte este contenido:
Page 1 of 5
1 2 3 5