De lo que hablan las mujeres africanas cuando se les da voz y una cámara

Reseñas/19 Marzo 2020/elpais.com

La exposición fotográfica ‘Parlamento de mujeres de África’, de la AECID y la Federación Africana sobre el Arte Fotográfico (FAAP) llega a Saint Louis para suscitar el debate en torno a la igualdad

Nunca se me habría ocurrido cómo plasmar la violencia contra las mujeres en una imagen”, confiesa Mbaye Diouf, estudiante de último curso de la carrera de Artes y Culturas en Saint Louis (Senegal) mientras visita la muestra de fotografía Parlamento de mujeres de África, un trabajo colectivo expuesto desde el pasado 15 de febrero en la Galería Siki Rio de la ciudad.

Bajo el lema Igualdad, equidad y derechos de las mujeres, esta muestra, promovida por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID) y la Federación Africana sobre el Arte Fotográfico (FAAP), es el resultado de un taller impartido por los fotógrafos españoles David Palacín y Marta Moreiras en Dakar en junio de 2019. Participaron ocho fotógrafas y cinco fotógrafos procedentes de Senegal, Benín, Malí, Costa de Marfil y Congo-Brazaville.

 

“Lo que más me llama la atención es que, en realidad, para ver las desigualdades solo había que mirar alrededor”, reflexiona Diouf, de 25 años, y amateur en este arte. Ante sus ojos se exhibe un abanico de obras que, a través de diferentes técnicas artísticas, ofrecen miradas diversas, inspiradas en la realidad femenina que las rodea: la identidad, la discriminación, las violencias, las cargas de trabajo, el papel de los hombres, etcétera. “En África, en Europa y en todo el mundo, los derechos de las mujeres son violados cotidianamente. Como artistas, debemos pronunciarnos”, expone Mamadou Gomis, presidente de la FAAP.

Koukambakana Matthieu Urielle, originaria de Congo-Brazaville y asentada en Senegal desde hace cinco años, ha elegido hablar del sexismo. Con su trabajo quiere reflejar la vida cotidiana de muchas mujeres que se ven juzgadas por su forma de vestir, según comenta la artista. Para ello, utiliza el color rojo saturado y una minifalda como metáfora “accesible a todo el mundo”. “La vestimenta no hace a la persona en ningún caso”, opina, “pero el juicio que se hace a lo que llevan las mujeres es injusto y sesgado, y se hace tanto desde la familia, como en la calle o el sistema en general”.

Urielle vincula su obra a la campaña en redes sociales #balancetonporc (“denuncia a tu cerdo” en francés), que permite a las víctimas de acoso, agresión sexual o violación compartir de manera anónima su testimonio con el objetivo de sensibilizar y debatir sobre las situaciones que viven las mujeres.

EN ÁFRICA, EUROPA Y EN TODO EL MUNDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES SON VIOLADOS COTIDIANAMENTE. COMO ARTISTAS DEBEMOS PRONUNCIARNOS

MAMADOU GOMIS, PRESIDENTE DE LA FAAP

En la misma línea pero más centrado en el ámbito laboral es el trabajo de la senegalesa Nana Marie Helene Faye (conocida como Nan’art). A través del concepto de un pequeño zapato rojo, denuncia las dificultades de las mujeres para desenvolverse profesionalmente.

Foto del grupo participante en el taller procedentes de Senegal, Benín, Malí, Costa de Marfil y Congo-Brazaville.
Foto del grupo participante en el taller procedentes de Senegal, Benín, Malí, Costa de Marfil y Congo-Brazaville. MARTA MOREIRAS

A la fotógrafa gallega afincada en Dakar, Marta Moreiras, que ha seguido el desarrollo de cada proyecto durante el taller, le parece muy interesante la heterogeneidad de los participantes. “Hay miradas más artísticas que se concentran más sobre lo poético o estético y otras que proceden del mundo periodístico y que han hecho creaciones más documentales”, reflexiona. Es el caso de Hostilia Basséne, de 25 años, que se centró en la intimidad de una joven empresaria. Con una serie de fotos de su vida cotidiana, nos traslada a los malabarismos de esta mujer para responder a su papel de madre, esposa, trabajadora y creadora. Los roles tradicionales que ejercen las féminas.

Implicar a los hombres

“¿Y si los invirtiésemos?”, se pregunta Ismaïla Diouf. “Consideré que era importante implicar a los hombre en el discurso», afirma este fotógrafo senegalés. «Nosotros también tenemos que posicionarnos en la defensa de los derechos de las mujeres, complementar el alegato de la mujer, porque en una sociedad igualitaria todo el mundo ganaría”.

Su trabajo es uno de los más comentados. Sobre un sobrio fondo negro, se ven bien iluminados los retratos de hombres mayores vestidos con trajes tradicionales, símbolo de solemnidad y del estatus social de la persona, ejecutando tareas consideradas como femeninas: uno lavando ropa, otro pilando cebolla, otro barriendo con una escoba.

“Desde pequeño he participado en las tareas de mi casa, y sé que hay otros muchos hombres que lo hacen, aunque no lo quieran asumir en público. La sociedad no está lista para aceptar que un jefe de familia lleve a su hijo a la espalda, como hacen tradicionalmente las mujeres”, tercia.

Dice incluso que hay hombres que se han sentido ofendidos al ver su obra. “Hay una hipocresía imperante en esta sociedad, porque si ayudas a tu mujer, te ayudas a ti mismo. Incluso en la religión, que es donde a veces se escuda la gente para no reflexionar sobre estas cuestiones, se insta a compartir las labores del hogar y a apoyar a tu mujer en su trabajo en general”, declara.

Ly Lagazelle, fotógrafa marfileña residente en Marruecos, realiza un ejercicio práctico de iluminación y retrato a David Palacín, uno de los formadores del taller.
Ly Lagazelle, fotógrafa marfileña residente en Marruecos, realiza un ejercicio práctico de iluminación y retrato a David Palacín, uno de los formadores del taller. MARTA MOREIRAS

El lugar de las mujeres en la religión

Diouf explica que el tratamiento de los temas durante el taller no estuvo exento de debates, “de debates constructivos”, matiza. “La igualdad es un tema que escuece, que levanta ampollas”, afirma, comentando que una de las fotografías de Mystic Bram’s (Ibrahima Dia) fue retirada del Museo de la Mujer en Dakar, donde Parlamento de mujeres de África se expuso durante tres meses. La polémica imagen mostraba una mujer vestida de cardenal de la Iglesia católica y fue tachada de susceptible de herir sensibilidades. El resto de la serie, titulada Ñun itam! (Nosotras también)! cuestiona también el lugar de las mujeres en la religión, esta vez en la musulmana, mostrando una mujer dirigiendo la oración, algo reservado a los hombres.

Modou Diop, visitante de la muestra en el Siki Rio, comparte la opinión de la galerista de Dakar. “No me gusta que se plantee el debate sobre el papel de la mujer en la religión, me parece inapropiado: no entiendo qué se quiere transmitir”, dice. A su amigo Medoune sin embargo, la creación de Ibrahima Dia sí le transmitió un mensaje: “Creo que es algo tan improbable que una mujer dirija la oración a día de hoy en este país, que lo que traslada la fotografía es que ellas pueden hacer hasta lo más difícil, lo que se cree imposible. Y yo estoy de acuerdo”.

Las miradas de los asistentes circulan por la sala admirando la selección, que se expone por tercera vez en Senegal y que se verá en España el próximo mes de octubre, en el marco del Festival Internacional de Cine Invisible de Bilbao.

Entre las obras, hay una que quizá sorprenda más, remueva más, obligue a detenerse más tiempo: desenfocada, se percibe una niña en diferentes posiciones. Acaso la imagen no sea nítida, pero el sentimiento que transmite y la comprensión de la situación que representa sin duda lo es. “La vergüenza, el tormento y la desesperación”, dice contundente Oumou Balde en su lengua materna, el wolof. Habla de un episodio demasiado común y demasiado silenciado, en su opinión, en la sociedad senegalesa: la violación.

“Quise tratar ese tema porque en mi barrio de Guediawaye, en Dakar, pasa a menudo y no se habla. Me he inspirado de un caso real de una vecina: un tío la violaba y sus otros tíos y su tía lo sabían y no decían nada. Muchas veces la familia sofoca la situación para que no se hable, lo que supone una nueva forma de violencia hacia la joven”, denuncia apuntando también la falta de seguimiento psicológico de estas jóvenes víctimas de violación como una de las causas de que posteriormente sientan miedo y aversión hacia los hombres.

Aunque el trabajo de Balde ha creado también revuelo, ella lo defiende con orgullo, con la intención de que el tema deje de ser un tabú y se debata en la sociedad, y se muestra dispuesta a seguir trabajando en la defensa de los derechos de las mujeres.

Lo sagrado, mítico y bello

“Mientras para ellas lo importante era trasladar la frustración, la discriminación que sufren en los diferentes ámbitos de la vida y muchas veces pasan desapercibidos por sus compañeros (la pubertad, las presiones sociales, las mujeres migrantes), ellos tiraron más por ensalzar a la mujer, como ser sagrado, mítico, bello”, afirma Moreiras, encargada de trabajar con el grupo el tratamiento de los diferentes temas y la edición de las series finales que cuentan con entre 10 y 15 fotografías por artista.

Es el caso del senegalés Xaadim, con su obra La mujer árbol, o de los 100 ritmos del beninés SODOKPA que pone en valor el trabajo informal realizado por las mujeres en muchas de las capitales africanas. La congolesa Samuelle Paul Banga tuvo un sueño. Soñó una sociedad donde la educación no haga distinciones por sexo, donde hombres y mujeres compartan responsabilidades. Lo representa con un cesto, cargado de verduras, llevado por un varón; y también con los pies de un hombre y una mujer a la misma altura, subidos ambos a un taburete, el de ella calzado con maderas, para situarse a similar nivel.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/10/planeta_futuro/1583852536_267608.html

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Sufren más agresiones, pero progresan más que los hombres: este es el perfil de la africana en Europa

Por: Lola Hierro

Las mujeres migrantes dicen padecer menos privaciones que sus homólogos masculinos y acceder con mayor facilidad a los servicios pero son objeto de más delitos

Se percibe ya: las migraciones se están feminizando y aumentan por parte de un colectivo muy concreto: mujeres de países en vías de desarrollo que han recibido una educación y deciden emigrar a otros desarrollados para seguir progresando en su formación. Suponen la mitad de los 272 millones de personas que se desplazan alrededor del mundo, pero a la hora de estudiar las experiencias de esta masa, se ignora la realidad de ellas y se toman solo la masculina como norma.

En este contexto, un grupo de investigadores de la división africana del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se puso a recabar datos para redactar un ambicioso informe publicado este lunes sobre la relación entre el desarrollo y la inmigración clandestina africana hacia Europa. Y aunque esta investigación no estaba especialmente pensada en ellas ni para ellas, que ya suponen 24 de los 47 millones de emigrantes que residen en Europa occidental y del sur, los autores han calificado los hallazgos como «sorprendentes». «Ganan más que los hombres, presentan niveles menores de privaciones y tienen más acceso a servicios sociales y mejores alojamientos»,  indica en conversación telefónica Mohamed Yahya, director de la investigación.

En sus conclusiones, los autores señalan la necesidad de mejorar la inclusión de las mujeres en las investigaciones sobre movilidad para asegurar que las políticas migratorias respondan a los objetivos de igualdad de género. «Deducimos y concluimos que se debe a que hay un contexto menos patriarcal en Europa que el contexto africano, por lo que las condiciones para progresar son más favorables. Otra razón es que muchas vienen con hijos o los tienen en Europa, y eso les da un mayor y mejor acceso a los servicios sociales que el que tienen los varones», añade Yahya .

Frente a la victimización constante desde la que se ve a las emigrantes africanas, ellas dicen sufrir menos privaciones que sus homólogos masculinos y acceder con mayor facilidad a los servicios. También residen en lugares mejores y ganan más dinero. «Las mujeres que respondieron a la entrevista se mostraron particularmente motivadas, determinadas y conscientes de sus capacidades personales», dice el informe.  No obstante, no se puede obviar que también sufren más agresiones sexuales y otros delitos. Pero ellas han llegado más lejos, superando incluso barreras de género, normas patriarcales en sus casas y diversos tipos de explotación. Este es el retrato robot de una mujer africana en Europa.

Más educación que las que se quedan

Varias investigaciones ya han demostrado que quienes emigran suelen estar mejor preparados que quienes se quedan. Solo el 16% de los encuestados no había recibido ninguna educación o no había acabado la educación primaria, mientras que entre los demás, tanto hombres como mujeres estudiaron una media de nueve años.

Entre las mujeres, la diferencia con sus pares es mayor: presentan una media de cinco años más en el sistema educativo frente a los hombres, con tres. «Se puede deducir que el aumento del acceso a la educación para las niñas ha expandido mucho los horizontes y aspiraciones», indican los autores.

Ellas se van por la familia o para escapar de abusos

Porque influyen en la decisión de emigrar, porque financian el viaje o porque esperan remesas por parte del pariente desplazado, la familia desempeña un papel clave. Entre las mujeres, más de la mitad esgrimieron esta última razón como la principal a la hora de decidirse, seguida de estar más cerca de seres queridos y de la intención de obtener mejor educación. En el caso de los hombres, más que ellas aseguran que emigran por dinero, y menos por asuntos familiares y educación. Ellas, además, esgrimen la huida de un matrimonio forzado, de relaciones abusivas, de la mutilación genital o de abusos sexuales para hacerlo.

Emigrar es más caro si eres mujer

Emigrar a Europa supone un desembolso de dinero considerable, y para ellas más: pagan de media 3.900 dólares frente a los 2.370 de los hombres. Influye en buena medida la sensación de inseguridad ante los riesgos de la ruta, que llevan a las mujeres a «comprar protección». Además, los varones suelen trabajar durante el viaje y ellas no. Sin embargo, también las mujeres suelen recibir más apoyo económico de su familia para pagar el viaje, y solo un 24% de ellas se lo autofinancia.

Ganan más que los hombres

Diversos estudios anteriores ya revelaban que quienes emigran tenían en el país de origen unos ingresos más altos que quienes quieren quedarse en su país o solo están pensando en irse. Y la mayoría trabajaba o estudiaba. Llegados a Europa, los migrantes experimentan mayores tasas de desempleo y de inseguridad laboral que los nacionales, complicaciones para obtener un permiso de trabajo y también discriminación racial. De todos los entrevistados, el 38% estaba ganando dinero y más de la mitad con permiso laboral, una proporción que es ligeramente mayor entre las mujeres.

Tal y como reflejan los patrones globales y africanos sobre la brecha salarial, en los países de origen las mujeres ganan de media un 26% menos que los hombres. Sin embargo, en Europa ganan un 11% más que ellos. Este es un salto significativo que sugiere que las africanas han logrado escalar barreras específicas por cuestión de género. «Se puede suponer que su mayor probabilidad para lograr un permiso de trabajo ha contribuido directamente a este resultado».

En sus países de origen, la mitad de las mujeres migrantes trabajaba en el sector de los servicios, generalmente como dependientas. Entre las ocupaciones mayoritarias de las que llegan a Europa están las labores de limpieza, cuidado de hogar, niños o ancianos, atención sanitaria, peluquera y, por último, trabajo sexual (un 5% frente al 0% en origen).

Envían más dinero… cuando no lo tienen

Cuando preguntas a un inmigrante por qué se marchó, no suele esgrimir una sola razón, pero ayudar a la familia casi siempre está entre las principales. Lo demuestran los datos de envío de remesas: en 2017 fueron enviados 25.300 millones de euros a África desde Europa, un 36% del total recibido.

A pesar de las dificultades, la mayoría de los migrantes envía dinero a casa, y no hay diferencias de género. Pero dónde sí las hay es entre quienes no tienen dinero y aún así, se buscan la manera para hacer llegar algo: un 24% de mujeres frente a un 15% de hombres.

Más violencia contra las mujeres

Las mujeres son mucho más conscientes que los hombres sobre los peligros de emigrar de manera irregular. Durante la investigación, los autores escucharon diversas historias de extorsión y acoso, y un 12% más de mujeres que de hombres aseguraron que los peligros experimentados fueron mayores de lo que esperaban. Esto se explica porque las mujeres y las niñas que viajan de forma clandestina son más susceptibles de ser violadas y explotadas sexualmente por compañeros de viaje, por contrabandistas o por personal o reclusos de los centros de detención de migrantes. La petición de sexo como moneda de cambio ante favores también es recurrente.

Los riesgos no acaban al llegar al país de destino. Más mujeres que hombres fueron víctimas de algún delito en los seis meses previos a la encuesta. De entre las víctimas, casi un tercio sufrieron algún tipo de agresión sexual. En otros estudios ya se ha demostrado que el miedo a la deportación o al arresto, las barreras lingüísticas y la falta de información impiden a las mujeres informar sobre casos de violencia, explotación y abuso sexual.

Menos privaciones y más satisfacción

VIVIAN, NIGERIANA EN ESPAÑA

Sufren más agresiones, pero progresan más que los hombres: este es el perfil de la africana en Europa

Mis padres decidieron enviarme a España para trabajar.  Mi tía y su esposo me recogieron en una estación de trenes de Madrid y me pidieron que les entregara todos mis documentos. Pronto supe la verdad: estaban dirigiendo una red de tráfico sexual. Nunca imaginé que alguien en quien confiaban mis padres estaría involucrado en la trata. Rechazaba clientes y casi no ganaba dinero, así que mi tía decidió que me iría a Valencia y buscaría trabajo para devolver el dinero del viaje a España: 20.000 euros. Al llegar me acogieron en una casa que me había recomendado y descubrí que el resto de chicas eran también trabajadoras sexuales a las órdenes de mi tía. No era una vida para mí, pero no tenía otra opción: sin mis papeles, no podía solicitar trabajos formales.

Después de unos meses, conocí a un hombre que me ayudó a pagar mi deuda. Después, corté todos los lazos con ella. Tuve mi primera hija en 2003, y la segunda siete años después. Mi pareja y yo nos separamos después.

Han pasado casi 20 años desde que vine a Europa, y he pasado por un infierno. Había días que estábamos sin casa y sin nada para comer. Pero mis hijas son mis mayores bendiciones. Ahora estoy estudiando. Quiero proteger a las niñas que están en riesgo de trata y también quiero luchar por los derechos de los migrantes.

Numerosas organizaciones y activistas han documentado la marginación y discriminación sufridas por migrantes en Europa, algo que puede afectar a su bienestar físico y psicológico. Todos los entrevistados afirman haber pasado por situaciones difíciles relacionadas con no tener suficiente para comer, sentirse inseguro en el lugar donde vive, no tener acceso a tratamientos médicos y quedarse sin dinero. En todos los casos, las mujeres los han vivido en menor proporción que los hombres y también afirman en más casos que han tenido acceso a distintos servicios. Ellas están más satisfechas que ellos en cuanto a su bienestar financiero, social, emocional y su seguridad personal.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/10/18/planeta_futuro/1571410563_724531.html

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“¡Poder de las mujeres africanas. La nueva generación!”

Redacción: El País

La artista marfileña Manou Gallo acude con la fuerza de su voz, su bajo de cinco cuerdas y su ‘looper’ a la XXVII edición del Festival Internacional de Jazz de Saint Louis, en Senegal

Fuerza, potencia y ritmo. Hace suyo el espectáculo ataviada con un bajo de cinco cuerdas y un elegante traje de chaqueta de tela de wax azul fuerte con figuras naranjas. Lidera la banda, lidera el instrumento y lidera su voz, a veces rasgada otras brillante. La marfileña Manou Gallo abre uno de los conciertos oficiales del XXVII Festival Internacional de Jazz de Saint Louis, donde las mujeres han protagonizado la programación de este histórico encuentro que revoluciona la isla de la ciudad senegalesa. «Es un gran símbolo que las mujeres estén delante. Así poquito a poco la mentalidad cambia», dice satisfecha tras terminar el concierto en el que invitó a subir al escenario a la también bajista, de Senegal, Maah Keita. «Es mi hermana», le dice cómplice y emocionada durante la actuación en la que el dúo sacó a bailar a parte de los asistentes.

«¡Poder de las mujeres africanas. La nueva generación!», exclama al entregado público esta artista que nació en 1972 en la localidad marfileña de Divo, rodeada de la percusión y los tambores de su comunidad. Atiende amable después de dejar a la audiencia variedad de ritmos, armonías, acordes y energía que pasan por el jazz, el funk y el groove. Se sienta en la furgoneta aparcada tras el escenario dispuesta a descansar para volar al día siguiente a Burkina Faso, donde actuará en Ouagadougú. Se mueve por África, Europa o América con su último disco, titulado Afro Groove Queen, donde marca los tiempos, no solo musicales a cinco cuerdas, también de otra era. «La situación de la mujer africana está cambiando, hay una emancipación, una nueva generación. Gracias a las nuevas tecnologías, las mujeres ya no están tan aisladas, ni la juventud tampoco. Esto permite la apertura que África necesita», señala la artista.

«Gracias a las nuevas tecnologías, las mujeres ya no están tan aisladas, ni la juventud tampoco. Esto permite la apertura que África necesita»

«En mi época, como yo comencé en la música, no había Internet, no se conocían muchas mujeres bajista. Ahora, las jóvenes que he visto en Saint Louis tienen la posibilidad de ver vídeos en Internet… Ahora ellas proponen, componen, escriben. Todo esto es positivo para el mundo. Y es importante para el poder de las mujeres que sea en todos los dominios, en la medicina, donde sea. Deben tomar el lugar que se merece. Hace falta mostrar que cambian las cosas», señala la artista, que ahora, convertida en referente, considera un honor haber sido invitada al histórico festival «como marfileña, como africana y como ciudadana del mundo».

«Con nuestros instrumentos tenemos la oportunidad de participar en la evolución de la mujer africana y del mundo», dice la intérprete, convencida del cambio. Ella lidera la banda con el bajo y canta a la vez. Hace la base y la melodía al mismo tiempo, una tarea compleja que ha conseguido con la formación que desde pequeña recibió de la percusión, los tambores, y el ritmo de su Divo natal y después de estudiar durante ocho años sin descanso en Bruselas. «Empecé siendo percusionista, y mezclando los ritmos africanos con el jazz. Conocí lo de aquí y posteriormente incorporé los instrumentos de hoy. Así puedo desprender toda la energía. En esto no hay fronteras ni color, solo emoción y compartir», reflexiona.

Detalla que practicó la polirritmia para desarrollar sus destrezas. «Fueron muchos años, estudiando todos los días, trabajando la capacidad intelectual que se necesita para asimilar las cosas, con mucho tiempo», dice la artista, que culmina el espectáculo grabándose a sí misma en diferentes pistas en un lopper. Encuentra en la improvisación de su música una forma de expresión de libertad, como lo fue el jazz cuando se desprendió de la esclavitud. «La improvisación es libertad. Eres libre con esta música. En esto no se puede ser racista. La fuerza del mundo nos hace diferente y que nos encontremos cada uno con nuestra cultura es lo que da la riqueza».

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/02/africa_no_es_un_pais/1556799756_701563.html

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Entrevista a Everjoice Win, activista feminista: «Las mujeres africanas hemos tenido un ‘Me too’ durante 50 años, era el mundo occidental el que necesitaba despertar»

Redacción: Icíar Gutiérrez/El Diario.es

Entrevista a Everjoice Win, activista feminista zimbabuesa y directora de programas internacionales de la ONG Action Aid

«El mundo occidental no estaba enfrentando la violencia contra las mujeres, no se estaba organizando, porque pensabais que ya habíais ganado la lucha»

«Frases como ‘las mujeres son el motor de África’ suenan bonitas y progresistas, pero no nos reconocen como ciudadanas con derechos, sino como máquinas», asegura

Everjoice Win (Shurugwi, 1965) lleva a sus espaldas décadas de lucha por los derechos de las mujeres dentro y fuera de su Zimbabue natal. La violencia machista, el sida o la desigualdad en el acceso a la tierra han sido algunos de sus frentes. Por eso siempre se ha declarado feminista, incluso cuando sus compañeras europeas, según asegura, le decían que era una palabra del pasado.

«En África, las mujeres hemos tenido nuestro ‘Me too’ durante 50 años, era el mundo occidental el que estaba dormido y necesitaba despertar», afirma con convicción en una entrevista con eldiario.es.

Licenciada en Historia económica, ahora está al frente de Action Aid como directora de programas internacionales de la ONG, desde donde trata de ser esa pieza que conecte los movimientos sociales locales con las organizaciones extranjeras que luchan contra la pobreza y los donantes. «Solo así podemos lograr un cambio», sostiene la activista feminista, que ha estado de visita en España para participar en los encuentros  ‘Mujeres y poder: liderazgo político, conectando luchas y territorios’, organizados por Alianza por la Solidaridad en varias ciudades del país.

La igualdad de género es una de las prioridades de la ayuda al desarrollo en el mundo. Pero, ¿cómo se logra una cooperación verdaderamente feminista en los países de actuación?

Lo primero y lo más importante cuando hablamos de cooperación feminista es preguntarnos, antes de nada, qué voces estamos escuchando, qué experiencias estamos priorizando y qué liderazgos estamos valorando. Para mí, la respuesta está en la gente a la que le afectan directamente los problemas, tanto cuando estamos en Gobiernos como en ONG.

Se trata de cómo nos solidarizamos con estas personas, no tratar de controlarlas o decirles qué tienen que hacer. Es lo más importante: escuchar a las mujeres que están viviendo una realidad determinada y que dicen: ‘Esto es lo que vemos y esto es lo que necesitamos’. Entonces, tenemos que apoyarlas para hacerlo posible. Y jugar, por ejemplo, el papel de conectarlas, porque hay mujeres que están trabajando en distintos países, pero no pueden reunirse unas con otras. Ese debe ser el rol de gente como yo, que las mujeres se conozcan, que hablen, porque las luchas son muy similares y así pueden lograr un cambio mayor. Porque los enemigos que estamos tratando de combatir están bastante conectados, a nivel global y local.

¿Cree que el sector de la cooperación internacional olvida a las organizaciones locales de mujeres? Por ejemplo, los recortes en los fondos pueden acaban afectando al trabajo de estas organizaciones.

No las olvidamos del todo, pero tampoco las escuchamos lo suficiente. Por otro lado, a menudo, no damos prioridad a las voces, al liderazgo o a los conocimientos de las mujeres que viven en las zonas rurales o que tienen un nivel educativo limitado porque no hablan nuestro lenguaje. Me refiero al lenguaje muy técnico, académico y basado en los datos. Ellas expresan sus problemas de una forma propia y muy frecuentemente no las escuchamos.

Cuando nos cuentan qué estrategias no funcionan o cuáles pueden funcionar, a menudo no escuchamos, tratamos de proporcionarles soluciones previamente diseñadas que nosotros creemos que pueden funcionar. Si algo funciona en Kenia, pensamos que va a funcionar en Guatemala, y muchas veces no es así.

Ha sido  especialmente crítica con el estereotipo empleado por las ONG que representa a la mujer africana como «pobre, indefensa y siempre con niños encima». ¿Cómo afectan estos prejuicios a las mujeres? ¿Ha cambiado en algo?

Creo que poco a poco está cambiando, y no es por la industria de la ayuda, sino por el trabajo de las feministas y de las propias mujeres que dicen: ‘Nosotras no somos así, no es nuestra imagen’.

Últimamente he estado trabajando mucho en desastres humanitarios. La industria de la ayuda humanitaria ha esperado hasta 2018 para empezar a hablar de las mujeres en los equipos de primera respuesta. Las mujeres que se encuentran en primera línea de los desastres son a menudo las primeras en llegar. Ha costado mucho tiempo reconocer su liderazgo, su capacidad y su conocimiento, que podríamos apoyar.

Sin embargo, lo que hacemos a menudo es traer gente de fuera, expertos humanitarios, normalmente hombres. Y dejamos a estas mujeres a un lado, a pesar de que fueron las primeras, cuando llegaron las inundaciones o tras el terremoto, en recoger los escombros, identificar a los afectados o proporcionar comida. Desde hace poco, esta imagen está empezando a cambiar. No lo suficiente, pero sí está cambiando.

Aquí se suele usar el mantra ‘Las mujeres de África son el motor del desarrollo de África’. ¿Qué opina de esta afirmación?

(Risas) Cuando la gente dice que las mujeres son el motor del desarrollo de África suena progresista y bonito, pero cuando ves lo que hay debajo, no es así. Lo primero, no viene desde una perspectiva que destaque los derechos humanos de las mujeres: no se les reconoce como ciudadanas, con derechos y necesidades. Con este tipo de expresiones parece que somos máquinas y herramientas para ser utilizadas.

Este es el problema y desafortunadamente no se trata solo de una imagen. Un ejemplo es la idea de que «las mujeres son la espina dorsal de la agricultura africana». Genial. Las mujeres reciben formación para ser mejores agricultoras, pero al final del día, esto no ha cambiado la posición que ocupan: no tienen voz en la toma de decisiones, no se les escucha, sus conocimientos no se toman en cuenta, no salen en los periódicos. Por supuesto, seguro que la agricultura irá mejor, pero, al final, ¿habrán mejorado sus derechos las mujeres ? Este es el gran desafío detrás de frases como esta.

Hay voces que apuntan a que el mundo está inmerso en una cuarta ola feminista con un corazón claro: el ‘Me too’ [yo también], contra la violencia sexual. ¿Es este un análisis occidental? ¿Cómo se está viviendo desde África?

Es muy interesante lo que ha pasado recientemente con el ‘Me too’. Creo que es fantástico y que ofrece enormes oportunidades para que la violencia contra las mujeres esté sobre la mesa. También, para que las mujeres más jóvenes se interesen en el feminismo, algo que no estaba ocurriendo y esto es maravilloso.

Pero, como feminista africana, realmente pienso que ha sido el mundo occidental el que no estaba enfrentando estos problemas, el que no se estaba organizando, porque pensabais que ya habíais ganado la lucha. Hace un par de años, tuve una conversación con compañeras europeas y me decían: «No entiendo por qué sigues refiriéndote a las mujeres como feministas, el feminismo es algo de los 70». Igualmente, algunas jóvenes de otro país europeo me dijeron: «Para nosotras, las leyes están ahí, nos protegen, tenemos los mismos derechos que los hombres, incluso en el hogar ellos realizan trabajos de cuidado no remunerados, así que no entendemos de qué va la lucha feminista”.

El movimiento ‘Me too’ que se ha desencadenado es el despertar de los países occidentales, lo que era necesario que pasara, porque nosotras, en el sur global, hemos estado luchando durante los últimos 50 años. ¿Y qué más hemos hecho además del ‘Me too’? En África, hemos centrado nuestro trabajo contra el VIH/sida, viendo cómo afecta a las mujeres, cómo es el estigma. Ha sido un gran problema para nosotras en las últimas dos décadas. También lo ha sido la violencia sexual que hemos estado sufriendo. Las mujeres hemos estado empoderándonos unas a otras, hablando y alzando la voz. En África, las mujeres hemos tenido un ‘Me too’ durante 50 años, era el mundo occidental el que estaba dormido y necesitaba despertar.

Es algo que las mujeres más jóvenes de Europa deberían aprender de las mujeres africanas y latinoamericanas que han estado organizadas y defendiendo la tierra en Guatemala, luchando contra la guerra en Colombia, contra la violencia en los campus universitarios en Kenia o las mujeres de Sudáfrica organizadas para defender los derechos LGTB. Nosotras hemos estado organizadas en los últimos 50 años. Son las mujeres occidentales las que necesitaban un ‘Me too’ porque no estaban hablando de ello.

Y en la actualidad, ¿cuáles son las principales luchas en las agendas de los movimientos feministas africanos?

Muchas (ríe). El trabajo decente, el mismo salario por el mismo trabajo. Pero claro, muchas mujeres trabajan en la economía informal, así que, ¿qué es lo que pasa con esas mujeres, cuáles son sus derechos? También luchamos por que las mujeres tengan un mayor acceso a las oportunidades laborales y a la educación superior, porque se ha hecho mucho énfasis en la educación primaria en los últimos años, lo que está bien, pero también tenemos que ir a los niveles superiores, que son más caros y no reciben la misma atención del mundo.

Por supuesto, la violencia contra las mujeres en todas sus formas sigue siendo una cuestión crucial. Hay muchas mujeres organizándose. También, la lucha de las minorías sexuales: la heterosexualidad sigue siendo la norma correcta y todavía es un gran desafío ser lesbiana o una persona trans. Cada vez más, la violencia contra las mujeres en Internet, porque en muchos países no hay libertad de prensa, así que muchas mujeres encuentran en estos espacios en las redes sociales, y reciben también unos niveles considerables de violencia en ellos.

A mí, personalmente me preocupa el papel cada vez mayor de la Iglesia pentecostal, que están lanzando un mensaje peligroso sobre el rol de las mujeres, antiaborto, antihomosexualidad… y tienen conexiones con el Estado, porque muchos líderes acuden a estas iglesias y estos mensajes que acaban impactando en las políticas públicas. Es aterrador. No se habla mucho de ello, pero está ahí.

¿Y cuáles han sido los logros?

El África de 1980, cuando empecé a trabajar en los derechos de las mujeres, no es el África de 2018. Ha habido un cambio profundo, absolutamente. Por ejemplo, en la participación política de las mujeres: tenemos un 50% de representación en Ruanda, una presidenta en Liberia. El derecho a la educación cada vez es mayor. En algunos países, las mujeres cuentan con mayores niveles educativos que los hombres. La violencia de género está en las agendas políticas, los 25 de noviembre vemos grandes manifestaciones. Todo esto es increíble y no ha venido de los gobiernos, sino de la lucha de las mujeres feministas, tanto de forma individual, como de las organizaciones y los movimientos por todo el continente. Si ellas no hubieran luchado por este cambio, nunca habría ocurrido.

Si tuviera delante a una mujer blanca feminista y occidental, ¿qué le diría?

Le diría que estamos juntas en esto. Que nos tenemos que mirar unas a otras. Hay mujeres con diferentes historias, que quizás tienen puntos de partida distintos, de clases diferentes. En efecto, nuestras razas son muy diferentes y los privilegios que conllevan también, pero estamos juntas en esto. Lo importante es cómo nos solidarizamos unas con otras, cómo conectamos nuestras luchas, porque las fuerzas contra las que luchamos están juntas: el patriarcado, la heteronormatividad, el racismo -aquí en Europa hay fascismo-… están conectados.

Si echas un vistazo a la Historia, las fuerzas contra las que luchamos son las mismas y están conectadas. Por eso es imprescindible, para ti, hermana, y para mí, que estemos juntas. No significa que olvidemos nuestras diferencias de un plumazo, pero sí hay que ver cómo maximizar nuestras similitudes y la solidaridad. Debemos reconocer no solo el poder que tenemos para cambiar las cosas, sino nuestros privilegios y nuestras desigualdades para ver cómo los juntamos en un poder colectivo que logre el cambio que deseamos.

Fuente: https://www.eldiario.es/desalambre/Africa-mujeres-occidental-necesitaba-despertar_0_841315895.html

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Igualdad en Etiopía: Mujeres compondrán la mitad del nuevo Gobierno

Redacción: El Espectador

Con el deseo de promover la paridad de género en África, el primer ministro del país, Abiy Ahmed, eligió a mujeres para ocupar la mitad de los cargos del nuevo gabinete. Los nombramientos que más destacan son las carteras de Defensa, Educación y el recién creado Ministerio para la Paz.

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, continúa impulsando reformas en el país africano. Esta vez, el mandatario ha elegido a mujeres para ocupar diez de los veinte cargos del nuevo gobierno. Una de las mayores sorpresas estuvo en la cartera de Defensa, donde por primera vez una mujer estará al mando. Los nombramientos fueron aprobados por los legisladores de manera unánime y pretenden impulsar la paridad de género en el país.

“Nuestras mujeres ministras refutarán el viejo adagio de que las mujeres no son capaces de liderar”, dijo Abiy hoy en el juramento de los ministros celebrada en la Cámara de Representantes del Pueblo (Cámara Baja) en Adís Abeba, Etiopía. “Los

nombramientos se realizan teniendo en cuenta la competencia y los antecedentes educativos”, aclaró el primer ministro que llegó al poder el pasado abril.

La ingeniera y exministra de Construcción Aisha Mohammed será la nueva titular de Defensa y hace historia como la primera mujer que logra esa cartera ministerial en el país del Cuerno de África. Asimismo, la expresidenta de la Cámara de Representantes Muferiat Kamil liderará el recién creado Ministerio de Paz, cuando el país se enfrenta a una espiral de violencia étnica en un contexto de mayores libertades impulsadas por Abiy. Vea también: Fin del Estado de Guerra entre Etiopía y Eritrea

La semana pasada, Abiy aprobó la reducción del número de ministros de 28 a 20 y ahora acalla con sus nuevos nombramientos a quienes criticaban que su Gobierno carecía de mujeres. La investidura, el pasado 2 de abril, de Abiy Ahmed como primer ministro generó un gran optimismo, al proceder de una mezcla de religiones -de madre cristiana y padre musulmán- y hablar las tres principales lenguas del país: amara, oromo y trigriya.

Ahmed Shide deja su cargo como ministro de Comunicación y se sitúa al frente de la cartera de Finanzas, reemplazando a Abraham Tekeste en el cargo, mientras que Workneh Gebeyehu se mantiene a cargo de Asuntos Exteriores.

Aunque varias naciones africanas han contado con ministras de Defensa en diversos momentos de su historia, entre ellas Sudáfrica, la República Centroafricana, Kenia y Guinea Bisau, esta es la primera vez que Etiopía nombra un Ejecutivo compuesto por un 50 % de mujeres, una rareza en el continente africano en el que sólo destaca Ruanda por su mayoría femenina en el Parlamento desde hace años.

En poco más de seis meses, el mandatario, de 42 años y primer miembro de los oromos (etnia mayoritaria) en liderar el país, ha revolucionado Etiopía. Entre los logros del mandatario, hasta el momento, destacan numerosas amnistías a presos políticos, el retorno de grupos de oposición en el exilio y la firma de un acuerdo de paz con Eritrea que puso fin a dos décadas de conflicto. Le puede interesar: Un nuevo Cuerno de África

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/igualdad-en-etiopia-mujeres-compondran-la-mitad-del-nuevo-gobierno-articulo-818252

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La mitad de las mujeres africanas no saben leer ni escribir

África/31 Mayo 2018/Fuente: Europa Press

Ellas son la columna vertebral de la familia

Cerca del 50% de las mujeres de África no saben leer ni escribir y son las encargadas de mantener a su familia, las que van en busca del agua, las que cosechan, preparan la comida, cuidan de los menores y los ancianos, según indica Misiones Salesianas, que quiere destacar el papel de la mujer africana como «columna vertebral» de la familia y «motor de desarrollo», con motivo de la celebración del Día de África este viernes 25 de mayo.

Nacer mujer en África es, según precisa la entidad religiosa, «tener muchas posibilidades de no ir a la escuela, de ser pobre y de ser madre muy joven». «Los hombres cuando llegan a casa quieren que los niños estén acostados y la cena puesta», explica Moukpe, que vive en Atchangbade (Togo). Esta mujer de gran sonrisa y alguna arruga, saca adelante a su familia con un pequeño huerto del que vende lo que cosecha. «Soy una mujer con suerte. Ahora, en el mercado no me engañan», puntualiza.

Cursos de alfabetización

Moukpe fue una de las 50 primeras mujeres que empezaron los cursos de alfabetización para la mujer rural puestos en marcha desde el Centro Don Bosco de Kara. A día de hoy, más de 1.000 mujeres reciben una educación elemental gracias a este proyecto. «Desde entonces somos muchas las mujeres que participamos en las asambleas comunitarias, porque también tenemos cosas que decir», añade.

La portavoz de Misiones Salesianas, Ana Muñoz, precisa que educar a una mujer es educar a un pueblo. «Las mujeres son muy trabajadoras y debido a las cargas familiares muy responsables. Así, la ayuda que reciben va a mejorar no sólo su vida, también la de sus hijos y la de su pueblo», explica.

Sobre la «cabeza» de las mujeres africanas está el peso familiar, pero también en sus manos se encuentra el desarrollo de sus comunidades y la lucha contra la pobreza. «Fortalecer el papel de la mujer en África es uno de los trabajos que estamos llevando a cabo, sobre todo, a través de la alfabetización y la formación profesional de las jóvenes», afirma Muñoz.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180523/mujer-africa-alfabetizacion-desigualdad-6834958

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Necesario apoyar en educación de niñas y mujeres africanas: Kandinki

Por: Antoinette Kandinki

La filósofa Antoinette Kandinki, Premio Harambee 2017 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, destacó el papal de la mujer para promover valores como la familia, la solidaridad y la hospitalidad, que ayudan al desarrollo de las sociedades. En rueda de prensa con motivo de la concesión del galardón, Kankinki, originaria de Nord-Kivu R.D. Congo, aseguró que proporcionar ropa, alimentos o enseres a los africanos no les ayuda, pues «lo que verdaderamente les ayuda es el acceso de las niñas, jóvenes y mujeres a la educación».

Kankindi es profesora de Filosofía Política en la Universidad de Strathmore en Nairobi, es una intelectual muy reconocida en su país por su lucha  a favor de la igualdad de la mujer y contra la corrupción política. Su proyecto “Áfrican Women Leadership”, en el que han participado mujeres de diferentes países africanos,  fue financiado por la  UAF-A (Urgent Action Fund-Africa). La filósofa ahora pretende seguir desarrollando ese proyecto para dotar a las mujeres kenianas de oportunidades de empleo y asegurar los medios de subsistencia a familias enteras, como mejor forma de luchar contra la pobreza y la marginalidad.

«El objetivo principal de mi proyecto es intentar reducir la desigualdad en términos de oportunidades, darle autonomía económica a la mujer para que no siga queriendo salir del país y engrosar las filas de inmigrantes de otros». sostuvo.

«Quiero que cada vez haya más mujeres que se quieran quedar en el país, que creen empleos con medianas y pequeñas empresas, que ayuden a reducir el desempleo femenino», agregó. Se refirió a los términos que usualmente se usan para fortalecer el

liderazgo de mujeres como el empoderamiento y expresó que «a mí me gusta más usar el de desvelar ese liderazgo». Hizo hincapié en que hay tres valores de la cultura africana que no son tan diferentes a los de otras culturas que ayudan a desvelar ese liderazgo: la familia, la solidaridad y hospitalidad.

«Que no se me enfaden los señores, pero es la mujer la guardiana de estos valores, el principio integrador de la sociedad», subrayó. Kandinki manifestó su convencimiento de que es imposible mejorar la vida en cualquier lugar de África si no se trabaja por mejorar la situación de la mujer y dar a la juventud razones para tener esperanza. «La mujer es el auténtico motor de África», agregó.

En 2012 la Fundación Integrity Action patrocinó uno de sus proyectos sobre Ética y Gobernabilidad para participar en política con sentido ético y de servicio al ciudadano. En 2013 fue invitada al Seminario Internacional de Liderazgo de la Mujer celebrado en Lilongwe, la capital de Malawi. Su conferencia sobre «Liderazgo de las mujeres de África» fue acogida con tanto interés por los países presentes que el Fondo de Acción Urgente-África le financió un programa durante los dos últimos años, en el que participaron mujeres empresarias, políticas, periodistas y científicas de distintos países africanos. El proyecto, ahora premiado y patrocinado por los laboratorios René Furterer, quiere dotar de habilidades de liderazgo e integridad a mujeres jóvenes y proporcionarles conocimientos de sus derechos y responsabilidades para ayudar a mejorar los medios de vida sostenibles para otras mujeres.

Harambee es el proyecto de solidaridad que promueve iniciativas de educación en África y sobre África, a través de proyectos de desarrollo en el área subsahariana y de actividades de sensibilización en el resto del mundo, a fin de difundir los valores, las cualidades y las posibilidades de futuro de la cultura africana. Harambee nació en 2002 con motivo de la  canonización de Jose María Escrivá, fundador del Opus Dei, con la convicción de que no es verdad que África sea una tragedia sin solución.

Fuente:  http://www.20minutos.com.mx/noticia/197924/0/necesario-apoyar-en-educacion-de-ninas-y-mujeres-africanas-kandinki/

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