Entrevista a Olga Carmona: “El niño superdotado no se crea ni se destruye, solo se transforma”

Entrevista/06 Agosto 2020/elpais.com

El éxito de su educación se debe en un 70% a factores emocionales y solo un 30% a la cognición. Una forma divergente de aprender y razonar, dificultada por la educación ‘online’ en tiempos de pandemia

El futuro incierto de la educación y las dudas sobre el próximo curso escolar afectan a miles de familias con hijos. Entre ellos, un porcentaje de alumnos con altas capacidades o superdotación, detectados o no, aprende y se relaciona de forma divergente, dificultada por la pandemia. Según las recientes estadísticas sobre alumnado con necesidades de apoyo, en España en el curso 2018-2019, la cifra total de alumnado con necesidades específicas ascendió a 707.405, de los que un 5% (35.494 alumnos, casi 12.000 más que en el curso 2015-2016) son niños con altas capacidades, detectados en la enseñanza preuniversitaria. La psicóloga Olga Carmona, experta en altas capacidades y coautora del libro El genio que llevas dentro, recomienda la detección precoz y la potenciación de las posibles inteligencias múltiples de estos niños, para no perder un talento que enriquecería el futuro de nuestra sociedad.

PREGUNTA. ¿Qué son las altas capacidades y cómo se detectan?

RESPUESTA. No hay un consenso, ni entre la comunidad científica, ni entre las Comunidades Autónomas en España, para definir las altas capacidades. En Madrid, por ejemplo, solo se reconoce con una puntuación de cociente intelectual por encima de 130 y además un perfil homogéneo. Así que solo se enfoca a la superdotación y deja fuera todo lo que son “talentos”. La Asociación Americana para los Gifted Children o Niños Superdotados, en cambio, define un nivel de aptitud sobresaliente para la capacidad de aprender o razonar, y además los niños deben tener una competencia en uno o más dominios de cualquier área del sistema simbólico: matemáticas, danza, deportes… Joseph Renzulli es una de las personas que más ha investigado este tema y lo define como una “capacidad intelectual superior a la media, tanto en habilidades generales (sobredotación), como específicas (talentos), asociado al alto grado de dedicación en las tareas, que tiene que ver con su perseverancia, resistencia al fracaso y confianza en sí mismos, además de altos niveles de creatividad”.

P. ¿Cuáles son los mitos más frecuentes sobre altas capacidades?

R. Uno de los estereotipos más extendidos es que un niño con altas capacidades sacará buenas notas en todas las asignaturas. Es totalmente falso y además está relacionado solo con el rendimiento académico. Otro mito es que no necesitarán apoyo en la escuela ni en el aula, porque van sobrados de inteligencia, aunque por ley se les reconoce (y pocas veces se les aplica) necesidades específicas de apoyo educativo. Otra creencia falsa es que los padres habrán estimulado a ese niño desde bebé. Eso es imposible: el superdotado ni se crea ni se destruye, solo se transforma. El cerebro de estos niños, ya desde su nacimiento, es morfológicamente y estructuralmente distinto. No se trata solo de inteligencia a nivel cuantitativo, sino cualitativo, y eso no se puede crear, pero sí podemos ayudar a expresar ese potencial. Curiosamente, acuden a consulta padres que no han detectado previamente a sus hijos porque ellos también son superdotados y lo han normalizado. Para ellos, la excepcionalidad es lo normal. No vienen porque vean nada raro en sus hijos, sino porque de repente no tienen interés en la escuela o su comportamiento ha empeorado, fruto del aburrimiento.

P. ¿Cuáles serían las claves para que padres y profesores detecten a tiempo esa sobredotación?

R. El 99% de estos niños presentan un desarrollo precoz en algún aspecto evolutivo: hay recién nacidos que muestran mayor tono muscular en el cuello y las piernas, una mirada enfocada e intencionada, buscan estímulos. Suelen ser muy activos, les cuesta dormir, puede que dejen el pañal y caminen antes de lo esperado. No todos los niños presentan todas estas señales, pero con toda seguridad, alguna de ellas. El problema es que en el colegio, el niño va a pasar desapercibido si no se le observa. No hacemos evaluaciones en los centros para saber si un niño es más lingüístico o naturalista, eso sería ideal, con aulas de enriquecimiento y rincones basados en las inteligencias múltiples, donde los niños pudieran seguir formándose desde el área que más les interesa. Destacarán en aquello que les guste. Nosotros vemos que cada niño difiere de otro, pero muchas veces se repite un patrón: nos aparece un perfil multipotencial, que está por encima de la media en todas las inteligencias múltiples, con relativa frecuencia en el caso de los superdotados.

P. ¿Qué sucede si los padres o los profesores no estimulan esa curiosidad innata?

R. Con el tiempo pueden surgir problemas de conducta, desmotivación, abandono y fracaso escolar, trastornos psicosomáticos relacionados con la escuela, trastornos ansiosos y / o depresivos y pérdida de potencial. En consulta vemos niños y adolescentes que no fueron detectados a tiempo, o bien lo fueron y no se hizo nada, porque en el colegio al que iban no se les pudo apoyar, o porque sus padres no le dieron importancia o incluso porque alguien les recomendó que “hicieran como que no pasaba nada”, que con el tiempo se les pasaría. Niños a los que han dicho “que no se te note”, para no ser el niño que interrumpe en clase, el que pregunta mucho, cuestiona o participa, para no ser estigmatizado y señalado. Las niñas son auténticas expertas en “mimetizarse” con el entorno, y son capaces de disimular sus altas capacidades para no destacar y adaptarse a los demás. A los niños les cuesta más disimular y por eso tenemos muchos más niños detectados que niñas.

P. ¿El talento innato acaba manifestándose, aunque no lo potenciemos ni reconozcamos?

R. No necesariamente. Hay estudios que demuestran que cuando la inteligencia o un determinado potencial de nacimiento no es estimulado, se pierde. Saramago es la excepción que rompe la regla. De niño tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a su familia, pero se colaba en la biblioteca de su barrio para leer todo lo que encontraba. Ahí tenemos un ejemplo de una sobredotación innata que, en condiciones desfavorables, consigue expresarse, pero es la excepción. El 98% de posibles Saramagos se nos quedan sin detectar por el camino. No hay que confiar en la excepcionalidad, sino trabajar para que todos esos talentos puedan expresarse en su máximo potencial. Porque nos arriesgamos, como sociedad, a perder a los futuros investigadores, creadores, artistas, inventores, científicos. Podrían haber sido las mentes brillantes de un país, si se les hubiera atendido en su momento. Solo una sociedad mediocre no se daría cuenta de esto.

P. ¿Cómo han vivido estos niños el cierre de las escuelas?

R. Depende mucho de los perfiles: los talentos académicos quizá no tanto, pero en líneas generales, muchos de ellos lo vivieron con un profundo alivio. No estaban expuestos, no se aburrían, no estaban limitados a una silla sin moverse… Al principio fueron más felices en casa que en clase, porque tenían más tiempo para jugar, desarrollar aficiones y aprender cosas nuevas de forma autodidacta. Pero después, cuando empezamos a comprobar que ni las clases online ni los docentes estaban preparados para esto, las conexiones se volvieron rutina y entraron en la desilusión y desmotivación. Habían desconectado mentalmente de la escuela porque, además, les faltaba el vínculo, el componente social. Los estudiantes con altas capacidades no funcionan con premios ni castigos, sino por un vínculo emocional y una motivación intrínseca, de hecho, el éxito de su educación depende en un 70% de factores emocionales y un 30% de la cognición. Muchos de ellos van al colegio motivados por el vínculo con sus compañeros, amigos o determinados profesores con los que han conectado. Y esto con la educación online durante el confinamiento fue inviable.

P. ¿Será entonces fácil la vuelta al colegio, si finalmente abren las escuelas en septiembre?

R. Si los niños, en general, se han adaptado a vivir con sus familias en pisos de 60 metros cuadrados, regresar a un colegio con mascarilla no va a ser traumático. Y si alguno no quiere volver porque realmente se lo ha pasado bien en casa y tiene su grupo de amigos fuera del colegio, quizá los padres podrían trabajar con él los aspectos positivos de la escuela, focalizando en el aspecto más lúdico o experimental que le guste. Por ejemplo, sus clases de robótica o de música, la hora del recreo, la biblioteca, el vínculo con sus compañeros y profesores. Debemos ayudarles a crear una narrativa positiva, porque la única forma de que puedan afrontar una realidad hostil es hacerlo desde una posición optimista y automotivante.

P. Y en este verano atípico, ¿cómo se puede entretener a un niño con altas capacidades, para que no se aburra?

R. En realidad son niños que se entretienen muy bien solos porque tienen un mundo interior muy rico y variado, no hay que convertirse en un monitor de tiempo libre con ellos, solo ofrecerles oportunidades de aprendizaje. Nosotros lo que recomendamos a los padres para este verano es mucho ejercicio físico, todo lo que se pueda, mientras se pueda. Nadar, correr, bicicleta, camas elásticas… Muchos niños con altas capacidades suelen ser “fagocitadores de libros”: que lean todo lo que quieran, adaptado a su edad. También se les puede proponer crear un mini huerto en casa, musicalizar poesía, juegos que implique coordinación, aprender a tocar un nuevo instrumento con videotutoriales, desarrollar la creatividad con arcillas y pinturas, maquetas tridimensionales, inventar instrumentos con material reciclado… En nuestro libro El genio que llevas dentro proponemos juegos para toda la familia adaptados a las distintas inteligencias: solo hay que abrir puertas y ellos seguirán inventando juegos nuevos.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/30/mamas_papas/1596089774_245347.html

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El error de asociar a los niños superdotados con el alto rendimiento escolar

Por: Olga Carmona

El error de asociar a los niños superdotados con el alto rendimiento escolar

De todos los mitos difundidos y trágicamente interiorizados acerca de las altas capacidades, que son muchos y muy generalizados, creo que el más dañino es aquel que asocia la sobredotación con el alto rendimiento, traducido en calificaciones excelentes, es decir, con el alumno brillante.

Si bien es verdad que hay un porcentaje de niños y niñas con altas capacidades que tienen un alto rendimiento académico, hay muchos, muchísimos que no. Este colectivo que no se adapta a las demandas de la escuela basada en aprendizajes creados para la media de la población desde el punto de vista de inteligencia, tiene rendimientos mediocres e incluso fracaso escolar. Entonces, los profesores y algunos orientadores no solo no les detectan, sino que además tienden a cuestionar las valoraciones hechas por profesionales privados.

El fracaso escolar no es solo suspender

El fracaso escolar no es solamente suspender asignaturas, o el abandono de los estudios, también es que alumno rinda muy por debajo de sus capacidades.

Normalmente, el alumno brillante suele ser un talento académico, no un superdotado. Este último suele tener una forma de aprender que en ningún caso se parece a la del alumno medio. Gracias a la investigación y a las modernas técnicas de neuroimagen, sabemos que el cerebro del niño con altas capacidades es diferente en morfología y funcionalidad, respecto al cerebro del niño normotípico. Entonces, no es tan difícil entender que un cerebro que es diferente aprende también diferente.

La investigación realizada por el Instituto Nacional de Salud Mental de EE UU y de McGill University de Montreal mediante resonancia magnética a 307 niños y publicada posteriormente en la Revista Nature puso de manifiesto el desarrollo diferente, así como una configuración morfológica final del cerebro de las personas superdotadas:

  • Distinto grosor de la corteza cerebral que permite desarrollar una red de circuitos neuronales de pensamiento de alto nivel.
  • Rápida reducción cortical a partir de los 12 o 13 años que se traduce en una superior plasticidad que el de los niños con inteligencia promedio.
  • El córtex de las personas superdotadas tiene un grosor menor.
  • Diferente seccionado de conexiones neurales redundantes.

Por tanto, numerosos autores reflejan que a partir de la certeza de estos hallazgos se puede concluir que “los niños superdotados piensan y sienten de forma distinta de los demás” (Acereda); “ las personas intelectualmente superdotadas piensan de una manera diferente de la mayoría de la gente” (Yolanda de Benito); y por último Stenberg y Davidson llegaron a la conclusión de que “los niños superdotados utilizan formas diferentes de resolución de los problemas y tienen formas diferentes de aprendizaje”. La metáfora planteada en la Teoría Emergente de la Inteligencia es por sí misma explicativa: “De la misma manera que el agua cambia de propiedades al llegar a determinado grado de temperatura, la inteligencia humana puede cambiar de propiedades cuando llega a un nivel crítico”.

Adaptación del superdotado a los métodos de aprendizaje

Entonces, la pregunta que hay que hacerse no es cómo hacer para que el superdotado se adapte a los métodos de aprendizaje que la escuela ha diseñado para los niños que se encuentra en la media desde el punto de vista de potencial cognitivo, sino entender cómo aprende el cerebro del niño excepcionalmente dotado y ofrecer una respuesta académica acorde con su demanda. Si las diferentes leyes sobre educación en España defienden la atención a la diversidad y son teóricamente garantes de la atención a esta, entonces el niño o la niña con Altas Capacidades, tiene legítimo derecho a ser atendido en su diferencia, sea esta cual sea.

Es decir, no es el niño el que debe adaptarse al sistema, sino al contrario. Es fácil comprender que no le podemos pedir al niño con un retraso en el desarrollo que alcance estándares de normalidad o que aprenda al mismo ritmo y manera que los no afectados por ningún retraso, tampoco se lo podemos pedir al superdotado.

Al niño superdotado, aprender le produce un placer intelectual muy potente, entonces, si esto no ocurre es porque algo no se está haciendo bien.

Entonces, ¿de qué manera aprende el niño o niña con altas capacidades? La respuesta es “de forma autorregulada con saltos intuitivos” (UNED. Primer congreso internacional de estilos de aprendizaje).

La forma general de aprender, la de la población normotípica, se da en dos tiempos: primero se “comprende” y después se “aprende”. Aquello que no se comprende no produce aprendizaje a largo plazo, solo vómitos memorísticos para superar un examen. Para el alumno superdotado, comprender y aprender pueden darse, de forma paralela, cuando se dan las condiciones adecuadas, que básicamente son que el niño con alta capacidad hay finalizado el proceso entendimiento-aprendizaje mediante su descubrimiento personal, investigando, a través del aprendizaje autorregulado y que no se le someta a la repetición.

Cuando la información ya es redundante para ellos, se desconectan. Y entonces el docente interpreta que está ausente o distraído (que lo está), pero es un mecanismo de defensa para no caer en el tedio y doloroso aburrimiento que les produce la repetición cuando el aprendizaje ya se ha producido. Entonces, ya no hay estímulo, no hay reto, no hay nada que hacer. El riesgo es el rechazo y la fobia al colegio, pudiendo desembocar en trastornos tales como el Síndrome de Disincronía Escolar, donde entra en confrontación su necesidad cognitiva con el contexto escolar, que le exige una desaceleración de la que no es capaz y el Síndrome de Difusión de la Identidad, que le hace sentirse y verse como un “raro”, fragmentando autoestima y generando un autoconcepto distorsionado que nada tiene que ver con la realidad de su potencial.

Ergo, otra de las condiciones ineludibles en cualquier adaptación metodológica para un alumno con alta capacidad es la eliminación de los contenidos repetitivos. De forma sintética y en líneas generales el estilo de aprendizaje común de los niños y niñas superdotados está centrado en el aprendizaje autorregulado, es decir: descubridor autónomo, personal y generador de nuevas formas de pensamiento.

Es imprescindible conocer sus intereses y tratar de aunarlos con los contenidos curriculares necesarios para su curso académico, ayudarles a planificar (suelen ser caóticos e impulsivos) el material, el tiempo, etc. La flexibilidad a la hora de permitir la forma o técnica con la que quieren llevar a cabo la tarea, la duración o profundidad de esta, ayudarle a conectar los aprendizajes con la vida real y las relaciones entre las asignaturas, cuya segmentación en compartimentos estancos, no favorece la visión global del aprendizaje del niño superdotado.

Desde este lugar, el rol del docente se transforma en guía, en orientador y acompañante, cuya función principal es la de estimular permanentemente al alumno, desde el reto, no desde la presión y el chantaje a través de las calificaciones. Y, más allá de entender que su manera de aprender requiere formas diferentes de las que ofrece la escuela convencional, lo que es esencial es atender la demanda afectivo-emocional del niño o niña con altas capacidades, piedra angular del ajuste o no, del superdotado.

Sin ajuste emocional no hay rendimiento intelectual: “Los aspectos emocionales de los estudiantes modulan su aprendizaje favoreciéndolo o dificultándolo, donde el autoconcepto afecta significativamente al rendimiento. (Herrera, Ramírez y Rosa, 2004). Desde esta premisa, la primera y urgente obligación del docente que tiene en su aula a un alumno con esta condición es la de saber vincularse a él. Establecer un vínculo emocional entre ambos donde el niño o niña se sienta aceptado, comprendido, reconocido y valorado.

Aquella frase de “le bajo la nota porque sé que puede dar más”, o “no le recompenso para que no se vuelva un soberbio”, no pueden ser más caducas y contraproducentes, en este alumnado en particular, y en el resto de niños y niñas en general. En palabras de Josep de Mirandés, presidente del Instituto Internacional de Altas Capacidades: “hay que poner fin a tanto sufrimiento, respetando el derecho de cada uno a ser como es, a ser diferente”.

Y yo añadiría, no solo respetando, sino dando respuesta a las necesidades tanto educativas como emocionales de los niños y niñas con altas capacidades, puesto que tienen este legítimo derecho y porque los adultos, padres, madres, educadores… somos los garantes de su felicidad.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/06/01/mamas_papas/1590992179_592191.html

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La soledad del niño superdotado

Por: Olga Carmona

El menor con altas capacidades se da cuenta de su diferencia, antes que nadie. Y ya ahí, empezará un sentimiento de aislamiento que le acompañará durante el resto de su vida.

Soledad que comienza tan pronto como la conciencia de individualidad. El niño o niña superdotado se da cuenta de su diferencia, sin poder explicarla, antes que nadie. Y ya ahí, empezará un sentimiento de soledad que le acompañará, a veces con intensidad insoportable y otras más mitigado, durante el resto de su vida.

El niño pequeño conoce las letras, los números, en muchos casos sabe leer, sumar…le interesan las palabras, los cuentos, los libros, le inquieta el funcionamiento de las cosas, la muerte y la angustia de lo irreversible. Lo intenta compartir con sus compañeros de guardería o del colegio y estos le miran con extrañeza, le evitan, no le comprenden. El niño interioriza que algo pasa, que algo en él no va bien, pues no es como los demás. Si tiene que elegir entre adaptarse a jugar a lo que el resto propone, y que le aburre desorbitadamente, o aislarse y refugiarse en sus pensamientos, la mayoría de las veces, elegirá aislarse.

Las niñas, sin embargo, priorizarán ser parte del grupo, ser aceptadas socialmente, y aprenderán desde muy temprano a negarse a sí mismas, escondiendo su diferencia para mimetizarse con el grupo en un intento de construir y sostener una autoestima basada en el reconocimiento externo. Con el tiempo, esta sobreadaptación pasará su factura y un día, a fuerza de disfrazarse y fingir, ya no sabrán ni quienes son. Y en la intimidad de su vida, siguen sintiéndose profundamente solas.

La etapa escolar avanza y la soledad no disminuye. Aquellos que tienen madera de líder encontrarán una forma de mitigarla y aquellos otros, muchos, que en cambio son introvertidos, rígidos, normativos y con claros intereses fuera de su grupo de edad, se convertirán en los raros, en los niños frikis que no juegan al fútbol, ni a Fortnite, y a los que nadie invita a los cumpleaños. Es fácil reconocer la inmensa soledad que soportan, basta con mirar el patio del colegio en horas de recreo: son los solos, los que caminan sin rumbo completamente ajenos al entorno imbuidos en sus razonamientos, los que están sentados en un rincón jugando con hormigas sin matarlas, porque su nivel de empatía va más allá de todo lo imaginable, no se lo permite.

En palabras del Profesor Jim Delisle* de la Universidad Ohio: “ Lo que debería ser visto como muestras de asombro, emoción, imaginación y perspicacia, a menudo se malinterpreta como rareza, excentricidad, falta de lógica y realidades ilusorias. Tomamos las cualidades que hacen que un superdotado vea el mundo desde una posición diferente de la mayoría y tratamos de homogenizarlas en puntos de vista existenciales más comunes, más aceptables”.

Y así, la mayoría de las veces con más pena que gloria, atravesarán el desierto sin oasis de la Educación Primaria. Solos en el aula, solos fuera de ella. Solos. Los más afortunados habrán sido detectados y se les habrá explicado con mucho amor, que nada malo les pasa. Y el resto, los invisibles, los que en nada destacan tendrán que lidiar con saberse distintos sin explicación alguna y con una autoestima rota antes de poder construirla.

Y llegamos a la adolescencia. El adolescente superdotado tendrá que enfrentar todos y cada uno de los desafíos propios de esta etapa sumados a los inherentes a su condición. Es ahora más que nunca cuando la brecha entre él o ella y su grupo de edad se vuelven insoportable. El adolescente necesita construirse en el adulto que será a través de la identificación con sus iguales, sus padres ya no serán el referente más relevante y por ello, quedan en tierra de nadie. ¿Cómo hacer esa transición sin ningún espejo con el que poder reflejarse? Algunos harán infructuosos y vacuos intentos por pertenecer, imitarán un lenguaje zafio y retador, intentarán salir de fiesta y divertirse de la misma forma que el resto, incluso negarán su condición o la maldecirán. Otros optarán por esconderse en la soledad de su habitación, volcándose aún más en sus inquietudes y necesidades, resintiendo al mundo por ser cómplice de su incomprensión. Las niñas sin embargo, es en este momento cuando sus esfuerzos por no diferenciarse del grupo habrán fracasado estrepitosamente. La adolescente no solo no tiene dónde mirarse , sino que además, ni siquiera sabe quién es. La estrategia de la sobreadaptación tiene la patas muy cortas y una amplia factura.

Con heridas de guerra y una gran dosis de resiliencia llegamos al adulto superdotado, ese gran desconocido. Afortunadamente y en los últimos años comienza a generalizarse cierta sensibilidad hacia el niño o niña superdotado o con Alta Capacidad o llámale x si ninguna de las denominaciones te gusta, porque esto es lo de menos. La cuestión es que están en el dos por ciento de la población, al oeste de la campana de Gaüs y ello les confiere una mirada distinta, una manera de procesar la realidad lejos de la media, una sensibilidad inmensa y profunda producto de una configuración y funcionamiento cerebral también distinto. El superdotado no solo difiere en su potencial cognitivo, bien lo saben los padres de niños y niñas que lo son. Como lo sabe el adulto, detectado o no. Es muy frecuente, en nuestra práctica clínica, que los padres empiecen a entenderse a sí mismos, a identificar su propia sobredotación a través de la detección de alguno de sus hijos. Y ahí comienza un proceso vital de descubrimiento que en muchos casos atravesará fases parecidas a las de un duelo. El adulto superdotado siente mucha rabia por no haberlo sabido a tiempo, por haber arrastrado durante años la autopercepción de rareza, incluso ha valorado la posibilidad de estar loco. Aparecen las respuestas abriéndose paso a empujones en su historia de vida y algunos interrogantes también. Se trata de un auténtico parto vital, puesto que se impone comenzar a vivir con la constatación de saber porqué somos como somos, o como fuimos y qué hacer con ello a partir de ahora. Muchos, por no decir todos, ya se sabían diferentes, no desde un lugar de superioridad, sino contrariamente a lo que se suele pensar, más bien de inferioridad, porque lo excepcional, se asocia a lo patológico y porque las minorías nunca han estado bien vistas.

No pretendo que sea este un alegato pesimista, sino un abrazo empático al lado más doloroso de la diferencia, un reconocimiento a las madres y padres que en el día a día no solo hacen el inimaginable esfuerzo de educar a un niño de estas características, sino que además o sobre todo sufren su soledad como propia y también sobreviven como pueden a la incomprensión constante cuando no directamente la negación o la sospecha de soberbia y superioridad. Yo los conozco, yo los veo llorar y no rendirse. Yo fui una de esas niñas y ahora, madre de dos.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/09/mamas_papas/1568015045_053133.html

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¿Ser superdotado es incompatible con ser feliz?

Por: Olga Carmona

El lenguaje crea realidad. El pesimismo ante las altas capacidades puede generar mucha angustia en los niños y en sus familias

Una misma circunstancia o hecho produce emociones diferentes según la persona, por lo que la reacción emocional dependerá de la interpretación que hagamos del hecho y no del hecho en sí. La circunstancia se transforma en relato y atraviesa nuestro filtro de creencias en cuya base se encuentra lo vivido, nuestra psicobiografía.

Y luego está lo que vende. El drama vende mucho más que la felicidad. El drama, la tragedia, es enormemente atractiva para todo un mercado que vive de ella. Parecería que estamos programados para poner el foco en lo que no funciona más que en lo útil, en lo que nos falta y no en lo que tenemos. Parecería que encontramos consuelo en el drama ajeno o hacemos una suerte de catarsis por poderes con el dolor y la insatisfacción de otros.

Como psicólogos que trabajamos en el área del Talento y las Altas Capacidades, nos negamos rotundamente a formar parte de la cultura del pesimismo y la futurología catastrofista que rodea a los más dotados y a sus familias.

Títulos de libros que anuncian la infelicidad garantizada por ser superdotado. El fracaso seguro por ser “demasiado” inteligente, la incompatibilidad entre inteligencia y felicidad, como si de una maldición de cuento de hadas se tratara. Un terrible estigma que viene de la mano de esa condición y cuya influencia es inevitable. Si inteligencia y felicidad son incompatibles, ¿significa entonces que la falta de inteligencia equivale a felicidad? Y para quienes creen que esa premisa es cierta, ¿a qué tipo de felicidad se refieren? Parece que a esa que es el eslabón perdido entre el mundo vegetal y el animal, la que produce la ignorancia y la falta de cuestionamiento.

Es imprescindible cambiar esa visión, a caballo entre lo oscuro, lo raro, lo excéntrico y lo simplista o negador. No hablo de normalizar, muy al contrario. Hablo de naturalizar la diferencia y no añadir más prejuicios al asunto. Haz esta prueba: si tecleas “superdotado” en Google te van a salir al primer pantallazo 16 imágenes de niños con gafas con una pizarra detrás con fórmulas matemáticas. Es decir, la cultura nos dice que ser superdotado es tener gafas y ser un as de las matemáticas. Y tocar el violín.

Y luego está la profecía del fracaso escolar sobrevolando sobre las cabezas de los “demasiado” inteligentes, y el pronóstico de infelicidad en lo personal, y la creencia de su dificultad para relacionarse…

Algunos padres lloran cuando reciben el diagnóstico y nosotros les damos la enhorabuena porque eso es lo que es: una buena noticia. Y les ayudamos a mirar a su hijo o hija como un reto educativo donde todos van a crecer más a allá de lo que creían posible. Les animamos a que coloquen el foco del problema donde está: en la cultura, en el colegio, en la sociedad que ignora y sospecha maliciosamente entre la envidia y la curiosidad, en la incomprensión de los otros. En una sociedad que dice que si no eres como todos, tienes un problema.

Sí, su capacidad para la felicidad es superior a la de la mayoría de la gente, en tanto que una de sus características más acusadas es la intensidad emocional. Pero también está su capacidad para fluir, para comprometerse con la tarea, para sentir un inmenso placer al conocer y entender. Para la psicología, el concepto de felicidad no se refiere a ese estado de intelecto comatoso, ni a la vida simplista orientada al placer hedónico.

Para Mihaly Csikszentmihalyi, considerado el investigador más importante del mundo en el ámbito de la Psicología Positiva, la felicidad es el resultado de un estado de flujo o fluidez. Este ocurre cuando estamos tan inmersos en una actividad que el tiempo se detiene, absortos a todo cuanto ocurre a nuestro alrededor, experimentando una sensación de placer continuo. Cuando ese estado es un reto y conduce al crecimiento personal, reporta satisfacción y plenitud, lo que se traduce en un estado de felicidad.

La mayoría de los padres con hijos superdotados han vivido esa experiencia a través de sus hijos, los han visto sordos, absortos y ausentes completamente inmersos en esa actividad que les fascina. Eso es el auténtico estado del fluir, la esencia de la felicidad.

Para Martín Seligman, otro grande de la psicología positiva, el ser humano es feliz cuando alcanza sus propósitos y su vida tiene un sentido. Sin embargo, vivimos en un mundo que ha confundido felicidad con hedonismo, una suerte de felicidad bulímica que ha creído que acaparar bienes materiales nos dará lo que todos buscamos.

Nosotros invitamos a los padres a que pongan el foco en la luz que desprende su hijo, en su energía inagotable, en la risa que estalla y en el llanto feroz sin solución de continuidad, en la voracidad con la que exploran, en la honestidad con la que abrazan o se niegan a hacerlo, en la mirada inquieta y el verbo experto, en la ingenuidad infantil para relacionarse, en la maravillosa empatía para con otros, en su estricto sentido de la justicia, en su estar vivos, más vivos si cabe, que los llamados “normales”.

Les proponemos una excursión improvisada y urgente lejos de su zona de confort sin más equipaje que una mirada optimista y constructiva y cuya única brújula sea mantener el brillo en los ojos de su hijo.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/04/24/mamas_papas/1556089798_100352.html

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“Si tienes un hijo con altas capacidades, no te queda más remedio que cambiar tu modelo de autoridad”

Europa/España/14 Febrero 2019/Fuente: El país

Los psicólogos Olga Carmona y Alejandro Busto reprochan al sistema educativo su incapacidad para detectar y alentar el desarrollo de los niños superdotados

La psicología era su segunda opción. Y aun así le han dedicado los últimos 20 años de su vida. Olga Carmona (Madrid, 1968) y Alejandro Busto (Montevideo, 1966) estudiaron en la UNED y se conocieron en un congreso de psicología en Barcelona. “El debate entonces era si se podría llegar a hacer terapia en Internet, algo que hoy hacemos”, cuenta Busto riéndose. Después, en el año 2000, llegó Ceibe, el centro de psicología en el que atienden a padres desconcertados por el diagnóstico de alta capacidad de sus hijos, donde les orientan para superar “el miedo” que les da la detección. “No lo viven de un modo optimista, a pesar de que lo que les estamos diciendo es que sus hijos tienen un gran potencial”. Esa y otras enseñanzas las han plasmado en El genio que llevas dentro (Ediciones B),un libro con el que han querido romper el paradigma de la inteligencia académica como la única relevante. “Queremos que los padres empiecen a ver a sus hijos desde un lugar más sano a través del conocimiento de las inteligencias múltiples”, comenta Carmona. Y avisan: “Todos los niños tienen esas inteligencias en mayor o menor medida”.

Esta pareja, con dos hijos de altas capacidades, pretende desterrar la idea de que “un niño que académicamente no es bueno no es inteligente”. Y quiere que padres e hijos descubran que se puede ser listo de múltiples maneras. Hay hasta ocho formas, según apuntó en 1983 el psicólogo Howard Gardner de la Universidad de Harvard. La inteligencia espacial, la musical, la corporal, la interpersonal, la lingüística, la lógico-matemática, la naturalista y la intrapersonal. “Y todas están bien, no hay ninguna mejor que otra”, cuenta Carmona. “Parece que los niños que son buenos músicos o buenos deportistas no son inteligentes, y lo son, aunque de otra manera”. No querían que el libro “fuera un tostón”, por eso apostaron por reinos, metáforas, juegos y referentes como Leo Messi o Jane Goodall para que padres e hijos recorran juntos el camino de las inteligencias múltiples.

El problema viene con la gestión de las altas capacidades. Según estos psicólogos, los menores superdotados ya saben desde muy pronto que son diferentes, porque “se dan cuenta de que sus intereses no tienen nada que ver con los del resto”. Y en ese punto, avisan, es importante que los padres sean capaces de decirle qué es exactamente lo que le está pasando, “porque, si no, lo entienden como algo malo. Pueden llegar a decir que están enfermos porque les interesan los dinosaurios y no pueden dejar de pensar en ellos”.

Los padres también tienen que reeducarse, porque piensan que cuando su hijo ingresa en la alta capacidad su educación “está hecha” y exigen sobresalientes. Pero esas notas, sostienen, “dependen del sistema educativo, del tipo de examen y hasta de que le interese la materia o no al crío”. Por eso, continúan, los padres tienen que cambiar el paradigma. “Si tienes un hijo con alta capacidad no te queda más remedio que cambiar tu modelo de autoridad”. Ambos han constatado en estos años la desesperación que alcanzan algunos. «Llegan y te dicen: nada funciona. Los premios no sirven. Los castigos tampoco. No hay nada de lo que yo sé hacer o de lo que a mí me han enseñado a hacer que funcione”.

Y a los profesores, explican, tampoco se les ha enseñado a manejar esto. “Solo identifican como sobredotados a quienes obtienen sobresalientes, pero estos no son el prototipo. El superdotado es un cuestionador, Y claro, los profesores viven eso como un desafío a su autoridad. Además, les hacen caer en inseguridades”. Carmona y Busto lamentan que la respuesta de los centros educativos a la superdotación sea, por norma general, “horrorosa”, y que esta vaya “desde me da igual, a la negación: ‘No, no tiene altas capacidades por más que lo ponga en el informe’”. Ambos se quejan de que “un niño pueda ser alta capacidad en Murcia y no en Madrid, porque los criterios de detección son distintos”.

Carmona y Busto, que esperan una revolución en la forma de enseñar, quieren que el modelo educativo se sensibilice y permita integrar las necesidades de este tipo de alumnos. “Sabemos que en el Ministerio de Educación hay un grupo de profesionales muy sensibilizados. No solo con las altas capacidades, sino con la competencia general”. Ambos autores han escudriñado cuáles van a ser las competencias del siglo XXI que se van a tener que adquirir en la escuela. Y sostienen que muchas de ellas no están ligadas para nada a las enseñanzas tradicionales. “Estamos educando a niños del siglo XXI en una escuela del siglo XX con metodología del siglo XIX”, zanja Carmona.

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Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/02/08/mamas_papas/1549614653_788005.html

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México: Jalisco cuenta con primer modelo educativo para niños sobredotados

México/14 de Agosto de 2017/Informador

  • Más de cinco mil alumnos han demostraron un incremento de 9.8 % en su Coeficiente Intelectual

El programa dirigido a estudiantes de dos a 16 años desarrollará sus capacidades intelectuales a su máximo nivel

GUADALAJARA, JALISCO (11/AGO/2017).- El Centro de Atención al Talento (CEDAT) de Guadalajara arrancó este mes las actividades del Programa de Potenciación Intelectual Intensivo, que es el primer modelo diferenciado a tiempo completo para niños sobredotados en Jalisco.

El director de Investigación y Psicología del CEDAT, Andrew Almazán Anaya, señaló que el programa atenderá a menores desde los dos a los 16 años de edad con el mismo modelo psicoeducativo para inteligencia superior que ha sido empleado de forma exitosa en la Ciudad de México por más de siete años.

Mencionó que el Programa de Potenciación Intelectual Intensivo ha sido reconocido a nivel mundial y presentado en congresos científicos tanto en México como diversos países, entre ellos Estados Unidos, China y Dinamarca.

Almazán Anaya indicó que el objetivo del programa es desarrollar las capacidades de cada niño sobredotado a su máximo nivel, al mismo tiempo que busca fomentar el desarrollo anímico y social en cada uno de ellos.

En ese sentido, destacó que se ha demostrado con más de cinco mil casos de alumnos sobredotados que cursaron por cuatro años este programa un incremento de 9.8 por ciento en su Coeficiente Intelectual y aproximadamente 20 por ciento en su desempeño académico.

«Lo anterior les ha permitido ingresar a universidades de prestigio como el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Veracruzana, entre otras», sostuvo.

Explicó que decenas de niños que se incorporaron al programa en Guadalajara podrán adentrarse en áreas como iniciación científica, idiomas (francés, chino mandarín, inglés), talleres de pintura, teatro y música, ajedrez, defensa personal, laboratorios de robótica, unidades de investigación y desarrollo de tecnología, medicina, entre otras.

«Con la instauración de este modelo, el CEDAT Guadalajara una vez más demuestra que se ha convertido en el centro líder en sobredotación intelectual infantil en la zona de occidente y del Bajío con centenares de casos atendidos desde su fundación en 2016», afirmó Almazán Anaya.

El joven investigador recordó que del Programa de Potenciación Intelectual Intensivo para niños sobredotados egresó la psicóloga más joven del mundo, Dafne Almazán Anaya. En la actualidad hay jóvenes de 15 años edad que ya están estudiando licenciaturas y maestrías en la Ciudad de México y Veracruz.

«Próximamente veremos también a niños sobredotados de Jalisco potenciar sus capacidades cognitivas y con certeza podrán estudiar alguna licenciatura a tan temprana edad», añadió.

El Centro de Atención al Talento (CEDAT), surge para servir a una parte de la población: los niños con mayor capacidad intelectual, que en incontables ocasiones sufren una discriminación educativa y social.

Muchas veces estos niños talentosos son mal diagnosticados y al confundirlos se les llega a considerar como niños con Síndrome de Déficit de Atención (TDAH) o malos estudiantes, que son segregados y corren el riesgo de llegar a tener una baja autoestima en el área académica, tan sólo por ser diferentes a la media.

Estadísticamente se calcula que el tres por ciento de la población infantil tiene sobrecapacidad, lo que equivaldría a cerca de un millón de niños en México, por lo que es importante detectarlos a tiempo.

Fuente: http://www.informador.com.mx/jalisco/2017/734318/6/jalisco-cuenta-con-primer-modelo-educativo-para-ninos-sobredotados.htm

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