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Argentina: Se profundiza la brecha de desigualdad entre universidades públicas y privadas

Argentina/03 de Febrero de 2018/La Izquierda Diario

Lo reveló un informe privado de la Universidad de Belgrano. El aumento de graduados en instituciones privadas en los últimos 20 años fue del 338% mientras que en las públicas fue de un 137%.

El dato surge de un estudio con datos oficiales elaborado por el Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano.

En 1995 había 86 universidades e institutos, ahora son 131. A su vez, la creación de instituciones privadas proliferó de la mano de las políticas educativas de los diferentes Gobiernos de las últimas dos décadas.

Alieto Guadagni, autor del informe, sostuvo que una de las principales razones por las cuales crece el número de graduados en universidades privadas, en detrimento de las públicas, tiene que con el nivel socioeconómico de los estudiantes. “Cuanto más alto el nivel socioeconómico más alta la graduación. Eso viene de la escuela secundaria”

Por otro lado, apenas uno de cada cien jóvenes provenientes del quintil más pobre se recibe en la Argentina logra recibirse de la universidad.

Estos datos no llaman la atención si tenemos en cuenta la pauperización y falta de prioridad presupuestaria que tiene la educación pública en Argentina. La realidad es que desde los 90 todos los Gobiernos mantuvieron las condiciones de precariedad estructural en la que se sustenta la universidad pública: con miles de docentes ad honorem, falta de oferta horaria, en pésimas condiciones edilicias, etc.

Por otro lado, la juventud sigue siendo uno de los sectores de la sociedad más golpeado, porque miles de jóvenes siguen desempleados o trabajando de manera precaria y flexibilizada, situación que también fue históricamente ignorada por los Gobiernos de turno.

Desde que asumió Cambiemos han sido varios los ataques hacia la educación pública, con recortes y políticas de vaciamiento sobre un sistema en el cual el 90% del presupuesto solo alcanza para el pago de salarios.

Como contrapartida aparece el incentivo a las universidades privadas, que busca poner al servicio de las ganancias empresarias la investigación y formación de los jóvenes. De esta manera, el conocimiento aparece como una mercancía más.

Sin embargo, si bien es cierto que estas políticas no son novedosas, también lo es que su ejecución plena fue obstaculizada por la fuerte tradición de movilización y lucha que la docencia universitaria y el movimiento estudiantil.

Durante el año pasado se puso de manifiesto con el conflicto educativo nacional, que los únicos interesados en defender la educación pública y de calidad son los estudiantes, docentes y trabajadores, frente a la posibilidad de que esta termine siendo una variable más de ajuste a los trabajadores y la juventud por parte del Gobierno.

Resulta fundamental recuperar esas experiencias para enfrentar con el conjunto de la clase trabajadora la ofensiva reaccionaria del actual Gobierno.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Se-profundiza-la-brecha-de-desigualdad-entre-universidades-publicas-y-privadas

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El puzzle de la equidad educativa

España / 15 de octubre de 2017 / Autor: José Saturnino Martínez García / Fuente: Agenda Pública

Nuestro sistema educativo es razonablemente equitativo desde el punto de vista de las competencias. Las diferencias entre alumnado son relativamente bajas (desviación típica), los de bajo origen social logra un nivel bueno (resiliencia), el nivel socioeconómico y cultural de la familia influye, pero menos que en los países de nuestro entorno, y frente a lo que se asevera de forma insistente, el nivel promedio está en línea con los países de la OCDE, especialmente si corregimos por nuestro atraso cultural.

De estos datos (puede consultarse una amplia base de datos sobre la influencia de los factores socioeconómicos y culturales sobre el rendimiento escolar en este barómetro del Observatori Social la Caixa), me gustaría destacar tres cuestiones. Por un lado, la equidad observada se debe a que el alumnado de bajo origen social obtiene resultados más altos que en el promedio internacional, mientras que el alumnado de alto origen social, obtiene malos resultados (cuando hablamos de alto origen social no hablamos del 1% más rico, sino de familias con progenitores universitarios). ¿Por qué nuestros jóvenes de orígenes populares son buenos en competencias pero los de alto origen social son malos? No lo sabemos a ciencia cierta, solo cabe aventurar hipótesis no comprobadas, como el escaso valor de la cultura entre nuestras clases medio-altas. La segunda cuestión a destacar es que la crisis más intensa de la economía española desde la Guerra Civil apenas les ha hecho mella, a pesar de que la inversión por estudiante ha disminuido un 25%,  la renta de las familias un 10% y somos de los países de la OCDE en que más ha crecido la desigualdad económica. Quizá porque sus efectos se noten en un plazo más largo. Pero lo cierto es que entre quienes ya se han escolarizado durante la crisis, tampoco se nota. Da la sensación de que la lógica educativa, en el ámbito de las competencias, es más robusta a los embates económicos de lo que creíamos, posiblemente debido a las inercias de la vida escolar (el profesorado no trata peor al alumnado cuando le recortan el salario), o a que las competencias no se forman principalmente en la escuela, como sostiene Julio Carabaña. Y en tercer lugar, estos indicadores nos ponen cerca de países nórdicos, como Dinamarca, que en materia económica y social, sin embargo, es mucho más igualitaria que nuestro país. Todos estos datos ponen en cuestión mucho de lo que creíamos saber sobre la relación entre economía y educación, al menos desde el punto de vista de las competencias.

Pero las competencias son solo una parte de lo que se evalúa en el sistema educativo. Además, se evalúan contenidos (currículum) y aptitudes, como el orden, la obediencia, la motivación, la perseverancia, etc. Todas estas dimensiones se resumen en un solo indicador: el título educativo.Lograr un título guarda una relación compleja con las crisis. Por un lado, familia y Estado, son más pobres, lo cual influye negativamente. Pero por otro, el aumento del paro hace los estudios más atractivos, sobre todo en países como España con amplia oferta de educación post-obligatoria gratuita o subsidiada. Incluso el importante incremento de las matrículas universitarias, se transforma en una cifra asumible de unos 30€ al mes, prohibitiva para algunas familias (un 5% de los jóvenes declara no estudiar por problemas económicos), pero no para la mayoría, al punto que ha aumentado el dinero que las familias dedican a educación, a pesar de la disminución de la renta. El efecto del paro gana al empobrecimiento, por lo que el fracaso escolar ha llegado a los niveles más bajos de nuestra historia. Desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades, ha habido un aumento de la desigualdad, debido a que el 5% más pobre ha empeorado su logro académico.

Por último, me gustaría destacar el peor indicador de equidad del sistema español: la repetición de curso. Por un lado, la repetición es anormalmente alta en España, hasta el punto de que los jóvenes que no repiten tienen un promedio de competencias claramente superior a la media internacional, lo que quiere decir que muchos estudiantes que repiten en España, no lo harían si viviesen en otros países desarrollados. Pero además, durante la crisis ha aumentado el peso de la influencia socioeconómica y cultural de las familias en la repetición de curso, de forma que si dos estudiantes tienen el mismo nivel de competencias, las posibilidades de repetir del de origen popular quintuplican al de origen alto. Esta desigualdad se ve agravada por la rigidez de nuestro sistema educativo, pues el paso a la educación post-obligatoria exige acabar la ESO (aunque esto ha cambiado tímidamente con la FP Básica), a diferencia de los países de nuestro entorno. Por ejemplo, para acceder a la FP Dual en Alemania no obligatorio el título equivalente.

Este artículo resume en líneas generales los principales resultados del libro del mismo autor “La equidad y la educación” (La Catarata, 2017), que es un resultado del Proyecto INCASI, que ha recibido fondos dl proyecto 2020 de la UE (Marie Skłodowska-Curie GA No 691004), coordinado por Dr. Pedro López-Roldán.

Artículo realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”

Fuente del Artículo:

http://agendapublica.elperiodico.com/puzzle-la-equidad-educativa/

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Otra sorpresa de PISA: la Ciudad está primera en desigualdad

De la prueba PISA 2015 surgen varios datos preocupantes que, tal vez por acostumbramiento, no producirán la misma indignación que las cuestiones políticas y técnicas debatidas durante esta semana. Varios de esos datos tienen que ver con los altos niveles de inequidad que caracterizan al sistema educativo de la Ciudad de Buenos Aires (para la Argentina, como es sabido, ni siquiera hay información). De los 70 participantes de PISA, la Ciudad es el distrito donde el nivel socioeconómico de los alumnos tiene mayor impacto sobre su desempeño escolar: esa variable explica el 26% de la variación de los aprendizajes en Ciencias entre los estudiantes; el promedio de la OCDE es la mitad (12,9%).

Así, Buenos Aires es el lugar donde la escuela tiene menor capacidad para reducir las desigualdades, es decir, donde los pobres tienen más probabilidades de aprender poco y los ricos, de acceder a una educación de mayor calidad. En la Ciudad, el nivel socioeconómico de los alumnos tiene mayor impacto educativo que en Perú (22%, segundo en esta medición), Chile (17%), Uruguay (16%) y Colombia (14%). En los países nórdicos, conocidos por sus condiciones más igualitarias, este indicador es igual o menor al 10%.

Otro indicador de equidad tiene que ver con la cantidad de alumnos “resilientes”: PISA califica como tales a aquellos estudiantes de 15 años que viven en entornos económicos, sociales y culturales desfavorecidos, y a pesar de eso obtienen niveles altos de desempeño. Son quienes logran sobreponerse a la “determinación” de su origen social. En la Ciudad de Buenos Aires, la medición de PISA encontró un 14,9% de estudiantes “resilientes”: la mitad que el promedio de la OCDE (29,2%). En investigaciones previas, PISA halló que una diferencia clave entre los alumnos de entornos poco favorables que son resilientes y quienes no lo son, es que los alumnos resilientes asisten más y regularmente a clases. Es decir que un alto ausentismo de docentes o de alumnos conspira en contra de poder quebrar el pronóstico según el cual un alumno de bajos recursos está “condenado” a una educación de baja calidad.

La prueba también mide las probabilidades de que un estudiante “desfavorecido” (aquel que pertenece al 25% de menor estatus socioeconómico) quede en el nivel más bajo de desempeño en Ciencias. Una vez más, en Buenos Aires los alumnos más vulnerables tienen 6,1 veces más probabilidades de no alcanzar los niveles mínimos de aprendizaje. Para la OCDE, esa diferencia entre vulnerables y no vulnerables es menos de la mitad (2,8); solo República Dominicana presenta una desigualdad mayor que la Ciudad (6,6).

El capítulo del informe PISA sobre inclusión y equidad también advierte que en la Ciudad de Buenos Aires las mayores desigualdades socioeconómicas se dan entre escuelas: es decir, hay escuelas “para pobres” y otras “para ricos”. Al interior de una misma escuela no se registra una “diversidad socioeconómica” significativa: las clases baja, media y alta han dejado de convivir en la escuela pública desde hace varias décadas. Especialistas locales como Guillermina Tiramonti han señalado que el sistema educativo argentino –no solo el porteño– se caracterizan por la “segregación”: las distintas clases sociales circulan por espacios educativos diferentes. “En CABA, Chile, Colombia, Indonesia y Perú, más del 40% de la variación en el estatus socioeconómico de los estudiantes se da entre escuelas distintas”, plantea el informe, y marca un contraste: en los países de la OCDE, ese porcentaje desciende al 23,5% porque hay mayor diversidad socioeconómica dentro de cada escuela.

Fuente del articulo: http://www.clarin.com/sociedad/sorpresa-pisa-ciudad-primera-desigualdad_0_S1zMVQLQx.html

Fuente de la imagen:https://es.panampost.com/wp-content/uploads/pisa2015-argentina6diciembre.jpg

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España: Guía para entender PISA, el examen de la educación que muchos citan y pocos comprenden

Europa/España/6 de diciembre de 2016/Fuente: el diario

Prepárese. Este martes se publican los resultados del, probablemente, examen más famoso de cuántos se realizan en el mundo. PISA revela su informe trienal.

Si se cumplen los pronósticos, y en educación no suele haber milagros, las siguientes semanas leerá y escuchará varias veces que el sistema educativo español es mediocre, que se ha estancado desde la última edición, hace tres años, y que estamos a la altura de países como Francia, República Checa o Lituania y lejos de los referentes educativos, que se encuentran en el sureste asiático y en Finlandia.

Si el resultado sube, oirá al Gobierno explicar las bondades de la Lomce, pese a que cuando se hizo el examen apenas daba sus primeros pasos. Si la nota baja, oirá a la oposición hacer lo contrario y lamentar los recortes de los últimos años.

¿Pero qué es PISA realmente? ¿Qué mide y qué no? ¿A quién y cómo? ¿Para qué sirve?

La prueba

El examen PISA (programa internacional para la evaluación de alumnos, en sus siglas en inglés) lo realiza la OCDE cada tres años desde el 2000 bajo el argumento de que «tu educación hoy es tu economía mañana», según su responsable, Andreas Schleicher.

Participan todos los países que voluntariamente lo demanden, 72 en esta edición. Algunas regiones, como en España, solicitan también ser evaluadas por sí mismas, como si fueran un país. Se examina a alumnos de 15 años, independientemente del curso en el que se hallen, de ciencias, matemáticas, lengua y –novedad este año– resolución de problemas en equipo y conocimientos financieros.

Con los resultados, la OCDE realiza una clasificación de países según su rendimiento educativo (aunque ni siquiera es puramente educativo, como se verá). La organización sostiene que en un mundo globalizado las naciones deben compararse entre sí para prosperar.

En cuanto a resultados, España suele estar en la segunda categoría de países. En la última edición sacó 490 puntos de media entre las tres categorías examinadas, diez puntos por debajo del estándar de la OCDE. Una diferencia nimia a nivel estadístico, pero que sirve para generar grandes titulares.

En las últimas diez ediciones los resultados españoles apenas han variado. A nivel mundial, en las últimas ediciones el examen ha pasado de tener como referencia el elitista modelo finlandés a los del sureste asiático (Singapur, Hong Kong y Corea del Sur).

Este año, más de medio millón de estudiantes de todo el mundo han realizado el test de dos horas de duración. Los alumnos complementan el examen con un formulario que incluye sus circunstancias personales (nivel socioeconómico y cultural, la escuela a la que acude, entorno, motivación, etc.). También el director del centro rellena una instancia detallando cómo es el colegio, sus alumnos, profesores y qué políticas desarrollan.

El modelo de examen no es memorístico, que exija a los estudiantes reproducir contenidos. Se evalúa «la capacidad de los alumnos de extrapolar lo que saben y con creatividad aplicar sus conocimientos a situaciones nuevas».

Ejemplo pregunta PISA: Gráfico de barras
Una pregunta de PISA 2012 de un ejercicio de nivel 1 de Matemáticas.

Qué mide y qué no

Esto quiere decir, y es un matiz importante que demasiadas veces se olvida, que PISA no evalúa los conocimientos que se adquieren en la escuela per se. Lo advierte la propia OCDE en el prólogo de todas las pruebas: «PISA no está diseñado para evaluar el aprendizaje de los contenidos específicos fijados en los programas de las escuelas (…). Tampoco está pensado para evaluar el desempeño de los docentes ni los programas vigentes. PISA se centra en el reconocimiento y valoración de las destrezas y conocimientos adquiridos por los alumnos al llegar a sus quince años. La adquisición de tales destrezas y conocimientos es fruto de numerosas circunstancias familiares, sociales, culturales y escolares. PISA trata de recoger información sobre esas circunstancias para que las políticas que pudieran desprenderse del análisis de los resultados de la prueba atiendan a los diferentes factores involucrados».

PISA mide algo que la OCDE llama la literacia, un conjunto de conocimientos entre los que los académicos son sólo uno más junto a la educación familiar, el aprendizaje no formal, etc. Sin embargo, PISA es citado recurrentemente para justificar ciertas medidas educativas o las contrarias, en ocasiones incluso para cambiar la ley. Y eso pese a que con la misma ley en Castilla y León están muy por encima de la media de la OCDE y en Andalucía bastante por debajo. Se hace pese a que voltear todo el sistema educativo sólo afectaría a una parte de esta literacia –imposible saber en qué medida– y por tanto poco a los resultados.

Para qué sirve

PISA clasifica los países por rendimiento en cada una de las materias examinadas. Aquí empiezan los problemas con este examen. Según se publican los resultados, prensa y público en general se lanzan a mirar dónde estamos. «Decimoquintos, qué desastre».

El catedrático José Saturnino García explica las confusiones con este sistema. «La histeria sobre la mediocridad se debe a que se malinterpretan los resultados de PISA como si fuera una liga deportiva», escribía en este diario hace unos meses. «Cuando en todo caso habría que interpretarlos como una tabla salarial. En una clasificación deportiva ser primero es todo (…), en una salarial si el primero gana 10.000 euros y el segundo 9.999 nadie va a dramatizar mucho». Y concluye: «En qué otro indicador de bienestar estamos tan cerca de Dinamarca?».

Uno de los puntos de fuertes de PISA es que es capaz de generar cantidades ingentes de datos que ofrece libremente a los investigadores. Existe estadística específica sobre el desempeño de los alumnos por sexo, por área de conocimiento, según su origen social, si sus padres tienen estudios y libros en casa, si han repetido curso o si son inmigrantes, cuántos son en clase o cuántas horas semanales de deberes hacen (ahora saben de dónde salen las cifras que alimentan esta polémica) y cuánto condiciona los resultados cada uno de estos aspectos.

Dos ejemplos para ilustrar esto: sin los resultados andaluces, España estaría por encima de la media de la OCDE y seguramente los titulares postPISA no serían tan severos. Si no se evaluara a los repetidores, lo mismo. Pero Andalucía es España y los repetidores también existen (rondan el 30% a los 15 años; de hecho, existen y mucho), así que estamos donde estamos.

PISA, en definitiva, ofrece información de qué funciona y en qué país, aunque incompleta (vuelta a la literacia) y no acaba de explicar los porqués. Lo resume el catedrático de la universidad Pompeu Fabra José García Montalvo: «No establece muy bien las causas y diferencias» entre unos y otros. Una cosa sí es segura: se seguirá utilizando como excusa para criticar y proponer reformas.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/PISA-examen-educacion-mundial_0_587241437.html

Imagen: images.eldiario.es/politica/Hoy-conocen-resultados-espanoles-PISA_EDIIMA20131203_0024_4.jpg

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