Por Mujer Fariana/Victoria Sandino Palmera, Delegación de paz de las FARC-EP
El proceso de paz ha significado para las guerrilleras una oportunidad en varias dimensiones: Una, responder a los ataques mediáticos dirigidos contra la organización, pero de manera especial contra las mujeres, desvalorando su papel en la organización, su condición de insurgente y de sujetos políticos.
Dos, ha sido un espacio para la reflexión y el intercambio de opiniones con representantes de organizaciones femeninas frente a la situación de las mujeres en Colombia, sobre sus problemáticas y agendas, con quienes tendemos puentes de unidad para el logro de la paz con justicia social y de la materialización efectiva de sus derechos humanos. A partir de nuestras experiencias colectivas, podemos afirmar que la organización ha venido asumiendo el principio de igualdad de oportunidades en sus filas, mucho antes de que de ese discurso se posesionara como una necesidad para la sociedad colombiana.
Y tres, ha sido una oportunidad para la reconstrucción de una mirada histórica de las luchas de las mujeres, en la búsqueda de la igualdad con equidad. En tal sentido reivindicamos los aportes de todas las corrientes feministas revolucionarias tanto en sus avances teóricos como en sus luchas antipatriarcales.
Por ello hemos asumido la tarea de formular, a partir de la observación de nuestra práctica y del estudio de las teorías e historia feminista, una línea política de genero propia de nuestra organización.
Desde las herramientas marxistas de análisis, el feminismo fariano no puede ser sino profundamente clasista, antipatriarcal, emancipador, impulsor de la igualdad de oportunidades y en especial, por la garantía de los derechos de las mujeres como principio revolucionario y organizativo; con el compromiso explícito de luchar por su materialización en el seno de la sociedad y de nuestra misma organización a plenitud.
El feminismo insurgente es una construcción colectiva que formulamos desde nuestra práctica cotidiana, en interacción con teóricos y teóricas, militantes y representantes de organizaciones de mujeres.
Partimos de la consideración que el feminismo no es solo cosas de mujeres, ni mucho menos es una lucha contra los hombres por ser hombres; sí es contra los roles que le dan una posición superior y ventajosa a los varones con respecto a las mujeres por el solo hecho de ser hombres. La lucha antipatriarcal debe ser asumida por el conjunto del movimiento revolucionario. Ese feminismo insurgente que proponemos, debe empeñarse en la construcción de nuevas masculinidades, fuera de las relaciones de poder propias de los roles de género, que liberen a hombres y mujeres del peso del patriarcado.
Esa lucha se dirige a la potenciación de las capacidades de las mujeres en el ámbito público, en la participación política y la toma de decisiones, en el respeto y garantía de sus derechos, en la no violencia contra las mujeres, en la igualdad de oportunidades, en la identidad propia.
Las insurgentes en el post-acuerdo:
El compromiso de las insurgentes para la construcción de la paz es absoluto. Así como hemos aportado en la resistencia armada, en consecuencia con los principios de las FARC-EP, estamos comprometidas con los cambios que requiere Colombia para una paz estable y duradera, con justicia social.
Hoy tienden puentes de identidad y unidad con las mujeres colombianas, con aquellas que han sido históricamente excluidas, con esas mujeres de los sectores populares: campesinas, indígenas, afrodescendientes, pobres de las ciudades. Nos proponemos construir conjuntamente iniciativas que permitan alcanzar de manera definitiva, el fin del conflicto armado, implementar los acuerdos y poder avanzar en la emancipación de las mujeres y de la sociedad.
Las mujeres insurgentes sabemos que la sociedad colombiana está lejos de garantizar los derechos adquiridos en la organización político-militar, con respecto a la práctica de igualdad de condición para desarrollar nuestras vidas. Como colombianas e insurgentes que venimos de una experiencia participativa propia de nuestro colectivo, no volveremos a los hogares con los roles tradicionales; queremos ser motor de cambios y ejemplos de liberación.
Vemos el post-acuerdo como la oportunidad de demostrar con el ejemplo, la factibilidad de construir una sociedad justa en armonía con sus congéneres y la naturaleza, con un nuevo modelo económico que redistribuya la riqueza, haga viable el buen vivir y posibilite la emancipación de las mujeres. Por lo que le apostamos a conservar un modo de vida colectivo y organizado, esta vez, alrededor de formas de producción colectivas y formas de organización social basadas en la solidaridad y la equidad. No está en nuestro léxico la palabra desmovilización; ante la posibilidad de la firma de un acuerdo de paz a las mujeres farianas nos espera la mayor movilización de nuestras fuerzas para continuar la lucha por la emancipación.
Ponemos al servicio de toda Colombia nuestra fortaleza como luchadoras, nuestra experiencia organizativa, y nuestra disposición de trabajar por la justicia y la paz.
Fuente: http://www.mujerfariana.org/vision/663-el-feminismo-en-las-farc-ep.html