Libro(PDF): Volver al después del contagio. Las post-epidemias argentinas de la colonia a nuestros días

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Cuando todo hacía parecer que los brotes de pestes, endemias o epidemias eran cuestiones del pasado, otro virus y otra pandemia llegaron sin previo aviso. La sensación de inseguridad se vio atizada por la inasible presencia del covid-19 que signó nuestras experiencias vitales como nunca lo hubiéramos pensado ante el vertiginoso avance científico y tecnológico que la humanidad parecía haber alcanzado. ¿Qué percepción tuvieron las sociedades del pasado y la nuestra ante una enfermedad desconocida? ¿Contamos con repertorios culturales, políticos, económicos para superar psicológicamente los efectos de una pandemia? ¿Los intereses particulares influyen en las respuestas políticas a la catástrofe humana? Interpelado por este escenario de incertezas y situaciones que nos atraviesan, este libro procura reflexionar sobre las pandemias desde una perspectiva histórica y generar un aporte para volver a analizar contextos de epidemias y enfermedades con el fin de dar cuenta de esos escenarios pospandémicos.

Autora: Yolanda de Paz Trueba. Olga Echeverría. Silvana A. Gómez. Lucía Lionetti. [Coordinadoras]

Diego Armus. Lucía Lionetti. Jesús Binetti. Yolanda de Paz Trueba. Lucas Andrés Masán. Lucas Bilbao. Marcelino Irianni. Jorge Troisi Melean. Silvana A. Gómez. Adriana Carlina Álvarez. María Silvia Di Liscia. Karina Ramacciotti. Daniela Testa. Olga Echeverría. Irene Molinari. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Facultad de Ciencias Humanas – UNICEN.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 78-987-813-071-2

Idioma: Español

Descarga: Volver al después del contagio. Las post-epidemias argentinas de la colonia a nuestros días

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2459&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1599

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La era del hambre

Por: Carolina Vásquez Araya

 

“El arma de los imperialismos es el hambre. Nosotros, los pueblos, sabemos lo que es.” (Evita)

 

Con retraso en el crecimiento, peso inferior al 60 por ciento del previsto para la edad, escasa o nula grasa subcutánea, extremidades delgadas, diarrea, infección respiratoria, tuberculosis y signos de otras carencias nutricionales como deficiencia de micro nutrientes, se manifiestan algunas características de un cuadro de desnutrición en la infancia. En nuestro continente, un continente rico en recursos pero sometido a un sistema económico y político criminal, discriminatorio y deshumanizante, las grandes mayorías enfrentan la peor de las pandemias: el hambre.

El hambre, definido como el producto de la escasez generalizada de alimentos básicos que padece la población de forma intensa y prolongada, es una violación de un orden jurídico cuya premisa principal es la protección de la persona contra el abuso de autoridades, servidores públicos y particulares. Esta especie de patología política contraviene las garantías de los textos constitucionales y se encuentra presente con diferente intensidad y extensión en todos nuestros países, respondiendo a un sistema de reparto injusto de la riqueza pública y a la acumulación del patrimonio común en manos de una élite explotadora. La paradoja, es que el empobrecimiento resultante provoca un inevitable colapso de las capacidades productivas de la comunidad y, por ende, una disminución progresiva de los atributos intelectuales y físicos del recurso humano que pudiera contribuir al progreso de esa misma élite.

En América Latina, la pobreza impuesta de manera tan implacable a las grandes mayorías podría definirse como una fórmula estratégicamente concebida por los genios del sistema neoliberal: A mayor pobreza, menor poder ciudadano y, por ende, más oportunidades de enriquecimiento y concentración del poder para el sector privilegiado. La aplicación de esta norma perversa alcanza sus mayores cotas en países centroamericanos, en donde la carencia nutricional ha colocado a millones de niñas, niños y adolescentes ante un escenario de privaciones, enfermedad, dolor y muerte precoz por la carencia de algo tan básico como el alimento.

Para las élites en el poder, el hambre no es un problema. Es una realidad supuestamente inevitable reflejada en estadísticas más o menos manipuladas y asépticas, mediante las cuales la tragedia humanitaria se reduce a números. Esto, con el propósito de justificar políticas públicas sesgadas e ineficaces y así, mediante el uso de su poder mediático, endosar la responsabilidad en quienes lo padecen. De ese modo, para las castas políticas se abren nuevas oportunidades de enriquecimiento ilícito a través de donaciones de la comunidad internacional, préstamos cuyos fondos van a caletas y paraísos fiscales y otras argucias estratégicamente creadas con el mismo propósito.

En un escenario ideal, el hambre como tragedia humanitaria no debería existir. El planeta tiene recursos suficientes para satisfacer esa necesidad y, de no imperar los intereses corporativos que obligan a desechar millones de toneladas de alimentos cada año, con el único propósito de mantener los precios de mercado, nadie debería morir por falta de nutrientes. En la realidad, la vida de la niñez condenada al peor de los destinos, tiene menos importancia para las clases privilegiadas que los índices económicos, sólidamente asentados sobre la base de la injusticia y el despojo. Nuestros países necesitan con urgencia un relevo político capaz de construir las bases de un sistema inclusivo y justo para todos, pero sobre todo la actuación de líderes inteligentes, capaces de comprender y asumir el desafío de romper las estructuras y construir auténticas naciones.

Para las élites en el poder, el hambre es un fenómeno “inevitable y natural”.

Fuente de la información:  https://insurgenciamagisterial.com/la-era-del-hambre/

Fotografía: Radio Macondo

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Covid, vuelta a clases y el apocalipsis de julio de 2022

Por: Aram Aharonian

América Latina vio hace un año cumplir sus peores presagios: un brasileño que llegó de Italia daba positivo en Sao Paulo el 26 de febrero de 2020 por covid-19 y hacía saltar las alarmas en la región, con sistemas de salud –quizá- más frágiles que en Europa. Desde entonces, 21 millones de latinoamericanos se han contagiado y casi 700.000 han muerto.

Hoy, el llamado a la vuelta presencial a las aulas de clases pareciera ser un común denominador de muchos de los gobiernos en América Latina, que han pautado el mes de marzo para esta convocatoria. La propaganda oficial, encubierta con un discurso de legitimación con narrativas de Unesco y Unicef,  trata de esconder los enormes intereses mercantiles que subyacen detrás de esta convocatoria.Cuidados. Unas 16 provincias ya publicaron en sus sitios web las medidas para la reapertura escolar.

Mientras, la debacle económica amenaza con lastrar los avances conseguidos y el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, tan necesarias en épocas de crisis económicas, sociales, sanitarias, ambientales.

Pero no cante victoria: Dos sesudos técnicos del Fondo Monetario Internacional dibujaron el escenario posible de la pospandemia en julio de 2022, cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica: el mundo, de repente, se enciende, hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas. Apocalipsis el año que viene.

Philip Barrett y Sophia Chen, técnicos del FMI,  en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021) señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”.

A partir de un análisis de millones de artículos de prensa publicados desde 1985 en 130 países, el FMI elaboró un índice de malestar social que permite cuantificar la probabilidad de una explosión de protestas como consecuencia de la pandemia. Los técnicos relacionan los casos de estallidos sociales con 11.000 diferentes acontecimientos ocurridos desde los años ochenta: desastres naturales como inundaciones, terremotos o huracanes, así como epidemias.

Los expertos descubren “una relación positiva y significativa” entre desastres, epidemias y estallidos sociales. Muchos lo entendimos por experiencia o instintivamente, pero lo interesante del análisis del FMI es la relación cronológica que identifica entre las epidemias y los estallidos sociales, donde hay un importante efecto retraso de hasta dos años, que separan el momento álgido de la epidemia de las rebeliones.

Seguimos sufriendo

Un total de 20.747.458 casos de Covid-19 han sido registrados en América Latina y el Caribe. Brasil es el país más afectado por esta pandemia en la región, con alrededor de 10,5 millones de casos confirmados y 254 mil muertos. Colombia se ubica en segundo lugar, con más de 2,2 millones de infectados y casi 60 mil decesos.  México y Argentina registraron poco más de dos millones de contagios, con 185 mil y 52 mil decesos, respectivamente.

La llegada de las primeras vacunas ofrece esperanza pero la desigualdad en el acceso a más lotes, el reto logístico y la lentitud en su distribución, además de la corrupción, invitan a la precaución. Además, las nuevas variantes evidencian que el virus está lejos de controlarse en la región epicentro mundial de la pandemia. “Quiero enfatizar que ciertamente no estamos fuera de peligro”, aseveró la directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne.

El impacto de un año de pandemia se centró en las mujeres, los alumnos pobres, en la clase media y por supuesto, en la gente que tenía comorbilidades y la gente mayor. Esos son los grandes perdedores en la región.  Un impacto recrudecido en Centroamérica, que tuvo que hacer frente a la crisis sanitaria y al embate de los huracanes Eta e Iota en octubre y noviembre, con gente en refugios sin poder aislarse. La Cepal advirtió que cerrarán 2,7 millones de empresas en América Latina y se perderán unos nueve millones de empleos.

La educación

Volviendo a la educación y la pandemia, las condiciones materiales de vida de la población estudiantil y docente fueron y siguen estando seriamente afectadas por la covid-19.  Muchas familias han sufrido sus estragos  y ahora los gobiernos, sin que previamente se haya vacunado a docentes y estudiantes, pretenden la reapertura general o parcial de las escuelas, lo cual atenta contra el derecho humano a la vida.

La precariedad de las condiciones de bioseguridad y los limitados o inexistentes apoyos institucionales para garantizar los protocolos que ella conlleva pueden derivar en una tragedia que afectará fundamentalmente a los trabajadores de la educación y, sobre todo, a les hijes de las familias de menos recursos, señala Otras voces en Educación.

En toda América Latina y el Caribe los sueldos y salarios docentes se han deteriorado mientras, aprovechando la precaria capacidad de movilización del magisterio, se atacan conquistas sociales importantes.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2021/03/01/covid-vuelta-a-clases-y-el-apocalipsis-de-julio-de-2022/

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«Las pandemias son el resultado de la destrucción de la naturaleza»

Llamamiento conjunto de la ONU, la OMS y la WWF «por un mejor futuro para la gente y para el planeta». «La mayoría de enfermedades emergentes están causadas por acciones humanas»

La ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) han lanzado un llamamiento conjunto advirtiendo que pandemias como el coronavirus están causadas por la destrucción de la naturaleza y por el efecto de acciones humanas, como la deforestación y el comercio de especies silvestres.

«En los últimos años hemos visto emerger muchas enfermedades -como el zika, el zida, el zars o el ébola- que, aunque parezcan diferentes, tienen su origen en poblaciones de animales en condiciones de severo estrés ambiental«, advierten en un artículo conjunto en The Guardian el director general de WWF, Marco Lambertini; la directora ejecutiva de la Convención de la ONU de la Biodiversidad, Elizabeth Maruma Mrema; y la directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, Maria Neira.

«Todas estas nuevas enfermedades ilustran cómo nuestra conducta destructiva hacia la naturaleza está poniendo en peligro nuestra propia salud, una dura realidad que ha sido ignorada durante décadas», advierten los firmantes. «Las investigaciones indican que la mayoría de las enfermedades emergentes están causadas por las acciones humanas».

El llamamiento a tres bandas coincide con la difusión del informe sobre el impacto global del Covid-19 de WWF, la mayor organización mundial de conservación de la naturaleza, que concluye que «el riesgo para nuevas enfermedades emergentes es más alta que nunca, con el potencial de destruir la salud, las economías y la seguridad global».

El informe del WWF recalca el vínculo entre las enfermedades zoonóticas (transmitidas de animales a humanos) y la presión humana sobre los hábitats naturales, la tala indiscriminada de los bosques, la agricultura y la ganadería intensiva y el tráfico y consumo de animales silvestres.

Las tres organizaciones urgen a la acción «para construir un mejor futuro para la gente y para el planeta», prohibiendo el comercio de animales silvestres, combatiendo la deforestación, apoyando a las comunidades más afectadas por la crisis y orientando los programas de rescate económico hacia una «recuperación verde».

UNA SOLA SALUD

Las tres organizaciones instan a los gobiernos a tomar decisiones transformadoras y a apoyar en septiembre un Acuerdo Marco de Biodiversidad 2020, equiparable al acuerdo del clima de París. Los firmantes piden también una aproximación integrada bajo el concepto Una Sola Salud, que reconozca el vínculo entre la salud de los humanos, de los animales y del medio ambiente.

«Preocupantemente, mientras el Covid-19 nos ha dado una razón más para proteger la naturaleza, hemos visto que lo que está ocurriendo es lo contrario», advierten al unísomo Marco Lambertini, Elizabeth Maruma Mrema y Maria Neira.»Del Gran Mekong a la Amazonia y a Madagascar, nos llegan informes alarmantes sobre al aumento de la caza furtiva, de las talas ilegales y de los incendios, mientras muchos países están recortando las protecciones ambientales cuando más las necesitamos».

«Debemos abrazar una recuperación justa, saludable y verde como el inicio de una transformación más amplia hacia un modelo que ponga los valores de la naturaleza en los cimientos de la sociedad«, advierten los firmantes. «No hacer eso, y ahorrarnos el dinero que requieren las protecciones ambientales, los sistemas de salud y la seguridad social, ha demostrado ser una falsa economía. La cuenta que deberemos pagar en el futuro puede ser muchas veces mayor».

Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/06/18/5eeb1bae21efa0f6438b460b.html

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Y sin la educación

Por: Hugo Aboites

Como las guerras, las pandemias tienen el potencial de sacudirlo todo, dentro y fuera de las naciones, en las instituciones y comunidades. Pueden desorganizar, recluir en sus casas a la mitad de la población, cerrar fábricas y comercios, acelerar crisis económicas, vaciar los almacenes y farmacias, dejar sin escuela a decenas de millones, alentar el miedo cerval a un enemigo invisible, obligar a pensar en la supervivencia mediante el conteo diario de los fallecimientos, agonizantes y contagiados y alterar así y llevar al límite los sustentos emocionales básicos que son fuente de estabilidad. Y además pueden impulsar a ver de distinta manera y a cuestionar las estructuras de poder que desde fuera y, en reflejo, desde dentro, organizan nuestras vidas.

No hemos llegado todavía a ese punto. A pesar de la alteración que ya sufrimos, la crisis de los sistemas que nos gobiernan y nos organizan no ha estallado aún. Ayuda grandemente el que exista una persuasión básica de que el manejo de la pandemia –por gobiernos y autoridades institucionales– en México está siendo exitoso y eso se traduce en una importante dosis de confianza. Lo corrobora, en contraste, la situación de España, Italia y, sobre todo, Estados Unidos que, gracias a Trump, es visto ahora como el más eficiente epicentro mundial de la pandemia. Ha ayudado también a la relativa tranquilidad el hecho de que el 20 de abril ha sido establecido por el gobierno mexicano –queriéndolo o no– como la fecha mágica del fin de la anormalidad. Es cierto que de inmediato se agrega que en esa fe-cha sólo se habrá conseguido un nivel de contagios manejable que no sature la capacidad de la infraestructura de salud del país, pero no queda claro su significado en términos del aproximado de contagios y fallecimientos diarios que significará lo manejable, qué tanto podrá domarse una curva en ascenso que se anticipa no será para nada semejante a la situación muy mitigada que hasta hoy vivimos. El otro elemento clave es el de la profunda desigualdad que tiene el país. Esta no es homogénea, no es igual en la ciudad que en el campo, en el norte o sur, entre los pueblos indígenas y sus comunidades, entre quienes tienen diversos niveles de escolaridad, de ingresos, de acceso a servicios médicos. Por eso es difícil prever. Si lo que tendremos a finales de abril no es alentador y el contagio ha comenzado a extenderse en esa otra mitad de México, la situación puede ser sumamente complicada y hasta descontrolada. En concreto, con un nivel de contagios que ciertamente será más alto que el que ahora tenemos, ¿volveremos a abrir escuelas y universidades? ¿Nos encerraremos otra vez con grupos de 30, 40 y hasta 60 niños y jóvenes? ¿y las empresas? ¿centros de diversión? Y si no lo hacemos, la crisis de la economía se alzará de un tamaño amenazador; además, podrá haber desabastos y reacciones sociales difíciles de controlar. Habrá dilemas muy profundos dentro del propio gobierno y las instituciones y estarán solos.

Todo esto sucederá dentro de una sociedad muy fracturada, con polos extremos de riqueza y de visiones de la sociedad. Ahí estarán incluidos los 30 millones de estudiantes y maestros, con el rol asignado de meros testigos de lo que otros hacen y deciden. Porque, en lugar de prepararnos durante años tejiendo lazos y redes de conocimientos desde las escuelas y universidades, hemos privilegiado la idea de la distancia escolar respecto de los grandes y pequeños problemas de la comunidad y la sociedad. Hemos adoptado la concepción del mundo y de la sociedad implícitos en el énfasis de la excelencia y calidad, las que llevan a un profundo conservadurismo social. El peso demográfico de la educación (organiza a casi un tercio de la población del país) y su potencial como generador de corrientes de conocimiento capaces de seguir funcionando a lo largo y ancho de la nación, desde vetas hasta enormes cauces, es estratégico para generar participación, en un momento como este y en una crisis –lo dijo el subsecretario de Salud– que no se agotará pronto; tal vez, se dice, hasta octubre.

Sólo los maestros que durante años se organizaron para resistir, dentro y fuera de la escuela, aliados con comunidades y colonias, tienen la experiencia y la visión de qué hacer en un momento como éste. Y ya comienzan a ensayarlo en la Ciudad de México y en Michoacán, manteniendo vivas las escuelas no como lugares físicos, sino como espacios de convergencia de problemáticas sociales que niños y padres, en sus casas, analizan y procesan. Es decir, lo que no sabemos hacer los académicos universitarios, individualizados y distantes del contexto, en instituciones vendedoras de cursos, asesorías e investigaciones y con una visión profundamente privatizada de nuestro trabajo. Y, como resultado, con universidades que no construyen su papel como actor social clave, somos los cascarones vacíos de nuestros edificios; como si no existiéramos para el país y para su gente.

Fuente:  https://www.jornada.com.mx/2020/03/28/opinion/020a2pol
Imagen: https://pixabay.com/photos/class-classroom-room-school-empty-1986501/
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Banco Mundial insta a ampliar la labor en materia de riesgos mundiales

11 de octubre de 2016/ Fuente: Banco mundial

El Grupo Banco Mundial debe ser “más adecuado, más sólido y más ágil” para encarar los principales desafíos mundiales en los próximos 15 años y, al mismo tiempo, trabajar para poner fin a la pobreza extrema, promover la prosperidad compartida, y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las metas del Acuerdo de París sobre cambio climático.

Ese fue el mensaje clave del Comité para el Desarrollo, un foro ministerial del Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en un comunicado dado a conocer al finalizar las Reuniones Anuales de ambas instituciones.

El Comité, que representa a los 189 países miembros del Grupo Banco Mundial, dijo que el panorama del desarrollo experimentará “transformaciones fundamentales” en el futuro, impulsadas por el cambio climático; los desastres naturales; las pandemias; la migración; las situaciones de fragilidad, conflicto y violencia; la urbanización, y los cambios demográficos. Para encarar estas transformaciones se necesitará una mayor colaboración con otros [asociados e instituciones] y más recursos, indicó en el documento.

Al reconocer la existencia de un entorno caracterizado por un lento crecimiento económico mundial e incertidumbres geopolíticas y económicas, el Comité instó también al Grupo Banco Mundial y al FMI a trabajar con los países para “reforzar la sinergia entre las políticas monetarias, fiscales y de reforma estructural; estimular el crecimiento; generar empleo, y consolidar los beneficios del multilateralismo para todos”.

El mensaje del Comité puso fin a dos días de reuniones de los accionistas del Banco y del FMI, en que participó la mayoría de los países del mundo. En vísperas de las Reuniones, el Grupo Banco Mundial dio a conocer un informe (i) emblemático que aborda los temas de la pobreza, la prosperidad compartida y la desigualdad, y el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, expuso su visión para acelerar el desarrollo y la lucha contra la pobreza durante su segundo mandato al frente de la institución en un discurso pronunciado en la Brookings Institution.

Kim dijo que el Banco está cada vez más involucrado en los desafíos de desarrollo más allá de su misión tradicional, lo que se traduce en importantes nuevas iniciativas para encarar la crisis de refugiados, (i) el cambio climático[MIS3] , y la amenaza que plantean las pandemias.

Los desafíos, agregó, incluyen los cambios tecnológicos y la automatización del trabajo, lo que podría tener efectos en el empleo y la capacidad de los países en desarrollo para competir a nivel mundial. Se proyecta que para 2030 la mitad de las personas [extremadamente] pobres del mundo vivirá en países afectados por fragilidad y conflictos. En la actualidad, el déficit anual de financiamiento de la infraestructura alcanza hasta USD 1,5 billones en los mercados emergentes y los países de ingreso bajo, dijo Kim.

En la sesión plenaria de las Reuniones Anuales, Kim solicitó a los países miembros dar flexibilidad al Banco para “resolver los problemas más importantes y asegurarnos de que tenemos la capacidad financiera de cambiar el mundo para los más pobres y marginados”.

Desde su creación hace más de 70 años, el Banco Mundial ha movilizado USD 15 000 millones de capital pagado para proporcionar USD 600 000 millones en préstamos, y aumentar la cantidad de asistencia disponible para los países en desarrollo. Según el documento (PDF, en inglás) Forward Look: A Vision for the WBG in 2030 (De cara al futuro: Visión del Grupo Banco Mundial para 2030) —que fue presentado al Comité para el Desarrollo—, el efecto multiplicador del capital de la Corporación Financiera Internacional (IFC), la institución del Grupo Banco Mundial dedicada al sector privado, es de 20 veces, y el efecto multiplicador del capital de los accionistas del Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) es de 39 veces.

 El Comité señaló que consideraría opciones para fortalecer la posición financiera del Banco a más tardar en las Reuniones Anuales de 2017, que se realizarán del 13 al 15 de octubre de ese año en la ciudad de Washington.

Instó al Grupo Banco Mundial a que “ayude a crear mercados, particularmente en los lugares donde las condiciones son más difíciles, y a movilizar recursos privados, incluso a través del otorgamiento de garantías, en especial para infraestructura de buena calidad y para las pequeñas y medianas empresas”.

Kim, quien fue reelecto el mes pasado para su segundo mandato como presidente del Grupo Banco Mundial, expuso un planpara acelerar el crecimiento económico inclusivo y sostenible, aumentar las inversiones en capital humano, e impulsar la resiliencia frente a las amenazas y las crisis mundiales.

Dijo que el financiamiento privado será crucial y que el Grupo Banco Mundial procuraría movilizar inversiones privadas en los sectores y los países más difíciles, y hacer “mucho más para abordar algunos de los riesgos que limitan la participación del sector privado en estos mercados”.

“Quiero que sepan que en el futuro actuaremos mucho más decididamente para ofrecer instrumentos de capital y otras herramientas específicas que permitan reducir los riesgos. Creemos que de ese modo podremos crear nuevos mercados y alentar a los inversionistas a aventurarse en países y proyectos que de otro modo nunca habrían tenido en cuenta”, dijo Kim en Brookings.

El Comité para el Desarrollo dio la bienvenida a un plan para aumentar la capacidad de financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los países más pobres. “Propugnamos un alto nivel de dicha reposición, con una base más amplia de donantes. Celebramos el novedoso conjunto de políticas y financiamiento, incluida la propuesta de permitir que la AIF, que acaba de marcar un hito al recibir las calificaciones crediticias Aaa y AAA, recurra a los mercados de capitales para complementar sus recursos”.

Más de la mitad de la población pobre del mundo vive en países afectados por situaciones de fragilidad, conflicto y violencia, donde el apoyo de la AIF reviste particular importancia, añadió el comunicado del Comité.

El Comité para el Desarrollo también solicitó al Banco y al FMI que ayuden a los países a conseguir acceso a financiamiento para la mitigación y la adaptación al cambio climático, y la mejora de la gestión de los riesgos de desastres.

Instó al Banco a continuar “haciendo hincapié en el desarrollo de la resiliencia, simultáneamente con la ampliación de los sistemas de seguro y el aumento de las inversiones en infraestructura ecológica, ciudades sostenibles y usos de la tierra inteligentes en relación con el clima”. Kim anunció asistencia para Haití (i) durante las Reuniones para responder a los daños provocados por el huracán Matthew, así como USD 20 millones provenientes del Fondo de Seguro contra Riesgos de Catástrofe para el Caribe, desarrollado con asistencia del Banco Mundial.

Fuente: http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/10/08/bank-urged-to-expand-work-on-global-risks

Imagen: www.bancomundial.org/content/dam/photos/780×439/2016/sep-4/devcommAM.jpg

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