Por: Ruben Reinoso
Transformar el currículo que rige a la educación primaria y al bachillerato, implica un proceso tecno-político y pedagógico, que tiene como actores a distintos sectores de la sociedad, pero que es protagonizado por los y las docentes y por nuestros estudiantes. El ser docente o mejor dicho, maestra o maestro en la República Bolivariana de Venezuela, implica actuar en un contexto institucional y cultural específico.
El ejercicio del magisterio en Venezuela ha estado vinculado desde siempre a la realidad político ideológica del país. En la colonia por parte de la iglesia que con la ideología cristiana trataron de “domesticar” a la población indígena. Con la llegada de la Ilustración los maestros venezolanos influenciados por ese pensamiento produjeron la teoría pedagógica que le dio sustento a la revolución de independencia y al proyecto nacional que iniciaron la oligarquía conservadora y liberal. Con la Federación se genera el Decreto de Instrucción Pública Gratuita y Obligatoria, que estaba en consonancia con los ideales liberales del último trienio del siglo XIX. El inicio del siglo XX va a estar marcado por la influencia del positivismo en el pensamiento educativo venezolano. La dictadura de Juan Vicente Gómez entregada al capital extranjero, encontró en el positivismo el soporte ideológico para desarrollar su proyecto. Con la muerte del dictador llega a Venezuela la misión de pedagogos chilenos que contribuyen a la fundación del Instituto Pedagógico de Caracas. Paralelamente a este proceso ideológico e institucional, se crean las primeras organizaciones gremiales que tienen en Luis Beltrán Prieto Figueroa su principal dirigente. El principal aporte del pensamiento gremial venezolano es el Estado Docente. Esta visión del rol del Estado en materia educativa ha tenido en la jerarquía eclesiástica un antagonista de primer orden; en distintos episodios de la historia nacional han sido frecuentes los enfrentamientos entre la iglesia y el Estado venezolano.
Con la instauración de la democracia puntofijistase desarrolla una visión adeca y copeyana de la educación estas dos visiones tenían matices que las diferenciaban, pero que en esencia respondían a una concepción colonial y dependiente del fenómeno educativo. Con el auge del neoliberalismo se desarrolla una idea de la educación que tiene en la sociedad educadora, una perspectiva que pretende convertir en un asunto de interés privado la concepción de la educación. La sociedad educadora tiene como defensores a los sectores conservadores de la iglesia a los empresarios educativos y a la derecha venezolana. Paralelamente desde los sectores populares y de izquierda se crea el movimiento de educación popular inspirado en la pedagogía crítica, el pensamiento de Paulo Freire y Luis Antonio Bigott. Otro impulsor de la educación popular en el país es el movimiento Fe y Alegría.
Este apretado resumen de las concepciones que han privado en la educación venezolana, es para resaltar que la educación en el país, al igual que en el resto del planeta, nunca ha sido neutra y por el contrario, ha sido un campo de lucha de distintas visiones de los que debe ser la educación en el país. Este debate más allá de las concepciones tecno-pedagógicas que se han desarrollado durante la modernidad y la posmodernidad, implica, en primer lugar, un debate sobre los fines del Estado.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela tiene muchas virtudes, pero su principal virtud es que fue discutida y aprobada por el pueblo. Por ello, cualquier propuesta curricular que se instrumente en el país tiene una legitimidad de origen en la CRBV.
Derivado de lo anterior, hablar de currículo, reforma curricular, cambio curricular, transformación curricular o revolución curricular implica un debate que establece cuales son los valores, principios y elementos que estructuran a las venezolanas y venezolanos. Qué proyecto de país se desarrolla desde la educación.
Este debate, que era difícil en el pasado por el peso que han tenido en la educación los sectores conservadores de la sociedad, hoy se encuentra con un ambiente cultural complejo derivado de los efectos que genera en la educación, las tecnologías de información y comunicación. (TIC)
Confrontar las dificultades de un proceso de esta naturaleza, pasa por el desarrollo de una metódica que ponga el énfasis en el diálogo con diversos sectores, pero en primer lugar con las maestras y maestros del país que son los que van a poner en práctica el nuevo pensum de estudios.
Para el desarrollo de este diálogo se requiere identificar las diferentes experiencias positivas que se han desarrollado en el país y a partir de allí construir un plan de formación que enfatice esas prácticas.,
A partir de estos dos hechos se debe desarrollar una metódica de planificación curricular sencilla que recoja las experiencias exitosas de nuestras maestras y maestros. Esta metódica debe combinar la planificación, la ejecución y la evaluación.
La planificación requiere que se precisen los logros de cada trimestre, semestre o año escolar, a nivel local, regional y nacional. Por otra parte, se debe planificar de forma tal que se propongan logros a corto mediano y largo plazo en una secuencia que precisa los aprendizajes concretos y abstractos, y por otra parte los prácticos y los teóricos.
La ejecución demanda la construcción de un soporte tecnológico que permita a maestros y maestras establecer los propósitos mínimos a lograr durante el proceso de enseñanza.
En materia de evaluación demandamos un proceso que sea la justa medida entre la exigencia y la flexibilidad. En los últimos años se ha enfatizado en la evaluación cualitativa dejando de la do los elementos cuantitativos del proceso evaluativo. Establecer una evaluación que crea una falsa dicotomía entre lo cualitativo y lo cuantitativo implica desconocer los avances que se han realizado en esa materia. Por último, es fundamental regular este proceso estableciendo, la coevaluación y la autoevaluación individual por una parte, y la evaluación grupal por otra.
La profundización del protagonismo educativo es una condición necesaria para la instrumentación de cualquier cambio educativo que se desarrolle en el país. Este proceso debe ser continuo y progresivo para ir adquiriendo el aprendizaje social y el apresto necesario para elevar la calidad del proceso educativo.
*Profesor Asociado UBV
Fuente:http://www.aporrea.org/educacion/a240489.html
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