Reino Unido: Expertos piden colaboración global en lucha contra contaminación por plástico

Europa/Reino Unido/26-01-2020/Autor(a) y Fuente: Spanish. xinhuanet. com

Deben realizarse esfuerzos para acelerar la lucha contra la contaminación por plástico a escala global y evitar que más plásticos tóxicos lleguen al océano, indicaron expertos durante una reciente conferencia organizada por la Asociación Internacional Británica de Educación (BIEA).

La producción de tereftalato de polietileno casi se duplicó desde 2014 a pesar del mejoramiento en los métodos mecánicos y químicos de reciclado, dijo Manu Mulakkal, ingeniero mecánico del Imperial College de Londres.

La investigación ha demostrado que el daño causado a la vida marina y a los océanos se debe principalmente a los empaques, muchos de los cuales con el tiempo se descomponen en microplásticos y entran en la cadena alimenticia humana.

En la conferencia se hizo la presentación de la Competencia Internacional de Innovación Juvenil STEM de la BIEA. Equipos de estudiantes son invitados a investigar y diseñar soluciones para «salvar nuestras costas de los desechos plásticos».

La tecnología por sí sola no puede resolver el problema de la contaminación por plástico, dijo Mulakkal, y agregó que la industria, las políticas y la creciente concienciación pública acerca del reciclado y la vida útil del plástico juegan un importante papel.

En este sentido, China es un buen ejemplo de lucha contra la contaminación por plástico, dijo Rick Chandler, experto en Internet de las Cosas y consultor del proyecto «ciudades inteligentes» de China.

Al recordar su trabajo de investigación en China, Chandler comentó a Xinhua que ha visto sistemas de manejo de desechos integrados la infraestructura de nuevas ciudades chinas para que los desperdicios de consumo sean clasificados desde su fuente, con lo cual no se necesita recolección o clasificación posterior.

«Antes de que podamos tratar de resolver cómo eliminar los plásticos del océano, podemos tratar de evitar que más plásticos tóxicos lleguen a él», dijo Chandler.

Reino Unido y China han sido reconocidos por su innovación pero el mercado británico no es lo suficientemente grande para explotarlo a escala, dijo, y pidió una colaboración bilateral mutuamente benéfica.

China presentó el domingo un ambicioso plan para prohibir o reducir significativamente la producción y uso de productos de plástico hostiles al medio ambiente en los próximos cinco años para contener la contaminación.

El país gradualmente prohibirá o restringirá la producción, venta y uso de ciertos plásticos a la vez que promueve sus alternativas degradables y reciclables, señaló un documento emitido por la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y el Ministerio de Ecología y Ambiente.

Para el 2025, China espera controlar eficazmente la contaminación por plástico, reducir sustancialmente la cantidad de los desechos de plástico en vertederos de ciudades clave, establecer un sistema completo de manejo de plásticos y avanzar en el desarrollo de productos alternativos, dijo el documento.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2020-01/21/c_138721882.htm

Imagen: Francis Ray en Pixabay

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El revolucionario material natural desarrollado en Finlandia para reemplazar el plástico

Redacción:  BBC

Uno de los grandes desafíos de la ingeniería de los materiales ha sido lograr crear un producto que sea fuerte y extensible a la vez.

Hasta ahora, aumentar la rigidez de un material significaba reducir su extensibilidad, y viceversa.

No obstante, investigadores en Finlandia han resuelto el problema inspirándose en la naturaleza con ingredientes biológicos para crear un producto realmente revolucionario.

Se trata de una combinación única de materiales que supera en firmeza, resistencia y extensibilidad a los actuales productos sintéticos y naturales y que, además, es biodegradable.

Madera y telaraña

Técnicos e ingenieros de la Universidad Aalto y el Centro de Investigación Técnica VTT, en Finlandia, adhirieron fibras de celulosa de madera a la proteína de la seda de telaraña.

TelarañaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption: La seda de telaraña es uno de los productos naturales más flexibles y resistentes.

El resultado es un material muy firme, elástico y resistente que bien podría reemplazar el plástico en múltiples usos.

Sus aplicaciones futuras incluyen compuestos con base biológica, productos médicos, fibras quirúrgicas, la industria textil, empaques y envoltorios.

Según el profesor Markus Linder, de la Universidad Aalto, la naturaleza ofrece excelentes materias primas que están fácilmente disponibles para el desarrollo de nuevos materiales, como la celulosa rígida y la resistente y flexible seda que se utilizaron en la investigación.

La ventaja de ambos materiales es que, contrario al plástico, son biodegradables y no dañan el medio ambiente ni constituyen un potencial riesgo para la salud como los microplásticos.

«Nuestros investigadores sólo necesitan poder reproducir estas propiedades naturales», señaló el profesor Linder, que también dirigió la investigación.

Materiales y métodos

Uno de los productos naturales que utilizaron provino del abedul, un árbol abundante en los bosques del norte de Europa, que combinaron con proteína de seda clonada sintéticamente.

Bosque de abedulesDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption: El abedul es un árbol abundante en el norte de Europa.

La celulosa de la madera y la seda son biopolímeros que demuestran un gran potencial como futuros materiales sostenibles.

También tienen propiedades que se complementan y son aptas para combinarse en materiales compuestos donde la celulosa forma el elemento de rigidez y la seda la matriz resistente.

«Utilizamos pulpa de abedul, desintegrada para obtener nano fibrillas y éstas las alineamos en forma de un andamio firme. Al mismo tiempo, infiltramos esa estructura con una matriz adhesiva de seda de telaraña que es suave y disipa energía», explicó Pezhman Mohammadi, científico investigador de VTT.

La seda es un producto natural que es secretado por animales como gusanos de seda y que también se encuentra en las telarañas.

Sin embargo, la seda utilizada por los investigadores de la Universidad de Aalto no fue realmente tomada de las secreciones de estos invertebrados sino producida por los científicos combinando bacteria y ADN sintético.

«Como conocemos la estructura del ADN, podemos copiarla y utilizarla para fabricar las moléculas de proteína de seda que son químicamente similares a las que se encuentran en los hilos de una telaraña», indicó Linder. «El ADN contiene toda esta información».

Imágenes microscópicas de materialDerechos de autor de la imagenVTT/UNIVERSIDAD AALTO
Image caption: Los investigadores midieron la resistencia de varias combinaciones del material.

Nuevos compuestos

Los investigadores añadieron que su trabajo ilustra las nuevas y versátiles posibilidades de la ingeniería de proteínas.

«En el futuro, podríamos fabricar compuestos similares con materiales básicos ligeramente diferentes y lograr una colección de productos con características diferentes para otras aplicaciones», dijo Pezhman Mohammadi.

«Actualmente, estamos trabajando en la producción de nuevos materiales compuestos como implantes, objetos resistentes a los impactos y otros productos», concluyó el científico.

El proyecto investigativo es parte de un trabajo desarrollado por el Centro de Excelencia en Ingeniería Molecular de Materiales Híbridos Biosintéticos (Hyber).

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-49729591

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El bolígrafo escribe a mi escuela para alertar del uso del plástico

Por: Carmelo Marcén

En EEUU se tiran cada año 1.600 millones de bolígrafos. China fabrica 38.000 millones en ese tiempo. La mayor parte están hechos de plástico. Tal vez es hora de hablar de sus usos.

En tiempos ya le dedicamos aquí un artículo, preocupados por el escaso reconocimiento universal que disfrutaba a pesar del papel que ha desempeñado en la educación. Pero debo confesar que hacía tiempo que no mantenía comunicación con él, ocupado en entender asuntos más grandes como el cambio climático, la pérdida de la diversidad o el consumismo que está acabando con el planeta.

Me vino otra vez al encuentro porque en casa me preguntaron a qué contenedor debía llevarse un bolígrafo de plástico una vez utilizado. De entrada dije que al amarillo, pues la mayoría llevan partes plásticas y metálicas. En mi familia nos picó la curiosidad y contamos los bolígrafos que teníamos. La sorpresa fue mayúscula: ¡Eran 68!, ahora que casi todo lo escribimos en el ordenador y lo guardamos en archivos o nos lo imprime la impresora. Los había de todos colores y modelos: más o menos anatómicos, con muelle o sin él, silenciosos o con clic anunciador de estar dispuestos al uso, y recargables o no. Entre estos, unos portaban una carga estilizada y otros la tenían con sección circular mayor.

Admiro a los bolígrafos desde que me hicieron más fácil la escritura; los de más edad aprendimos con ellos a anotar cosas con algo que no fuera un lápiz y a dejar constancia de nuestros sentimientos y proyectos. Por mi reconocimiento hacia ellos, supe que fue el húngaro László Bíró quien los imaginó al observar el viaje de una piedra por un charco y patentó en 1938 un artilugio que iba a revolucionar la escritura y, por extensión, la cultura universal. La persecución nazi lo hizo huir desde su país a Argentina. Desde allí “los lapicitos a tinta Birome”, así se llamaban, llegaron a EE.UU., donde, como casi siempre, se hicieron con las patentes más prometedoras.

Para quienes hace muchos años que abandonamos la escuela, no se nos olvida el impulso de las marcas americanas como Reynolds y Parker –la aristocracia de la escritura– y sobre todo la francesa Bic. Hay que contar que el señor Marcel Bich vio hacia 1950-1961 en la punta esférica de Byrone una manera de poner en la mano de todo el mundo un bolígrafo que le permitiese la escritura ágil y por eso compró la patente para Europa. De todo ello quedó constancia en aquel cantarín anuncio que los chicos y chicas de hoy deben escuchar. Tanto éxito ha tenido el Bic que figura en un lugar importante del MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) y en el Centro Pompidou de París (Museo Nacional de Arte Moderno).

Indaguen con el alumnado cómo ven el bolígrafo: pídanle que escriba una frase sobre él o que le dedique calificativos. Anoten lo uno y lo otro en la pizarra y jueguen con estas ideas; es posible que así se valore la importancia de las cosas pequeñas. De paso, les pueden informar que hoy casi todos están fabricados con poliestireno, aunque la bolita deslizante suele ser de acero y el capuchón de propileno. Hagan un cuenteo de los bolígrafos que portan chicos y chicas en sus estuches. Anoten el número total, a cuantos salen por persona, separen los que sean o no recargables, miren si alguno de ellos está fabricado con un material diferente al plástico. Cuenten al alumnado la carta que ha escrito a mi clase para relatarnos sus pesadumbres, que el tiempo y las nuevas modas no hacen sino aumentarlas. Se lamenta de que, a pesar de seguir prestando sus servicios con humildad y sin excesivo costo, se ha visto arrinconado por los ordenadores y tabletas. Me dice que da igual que sus diseños sean elegantes y modernos, su figura más o menos anatómica, con o sin tecnología punta, etc. Muchas veces ni se usa; cuando sí se hace, si la carga de tinta no fluye como debiera o se termina, todo él acaba en la basura. Tiene razón, la acelerada “sociedad del ahora mismo” en la que estamos inmersos desdeña lo todavía útil, aunque sustituirlo por algo igual o similar suponga un aumento considerable de materia y energía, además de provocar efectos contaminantes como la acumulación de tóxicos en el medioambiente.

Pero el mensaje más contundente que quería hacerme llegar el bolígrafo era su adhesión a una campaña para reducir el mundo plástico. En ella se propone que no se fabriquen bolígrafos de un solo uso y que se elaboren con plástico 100% reciclable, además nos invitaba a instalar contenedores para su recuperación en todos los centros educativos, asociaciones de barrios, papelerías, ayuntamientos, etc. Nos informaba de que cada año se desechan unos 1.600 millones de ellos en Estados Unidos de América –lo asegura la EPA, que es la Agencia de Protección Ambiental–, que en China se fabrican unos 38.000 millones.

En la misma carta, nos anima a pasarnos por una papelería o por la sección de material escolar de la gran superficie comercial, para fotografíar su plastificado estuchado y proyectar en clase las imágenes, para ver si nos dicen algo. Así podremos saber si predominan los de un solo uso y ver si portan o no instrucciones de reciclado o recarga; también nos decía que nos fijemos si en esos comercios venden cargas para renovar una y otra vez su uso. Al final, con letras grandes, nos informaba de que no deben arrojarse al contenedor amarillo, que ha conocido una empresa, Terracycle, que los recoge y trata sus materiales; en su web informan de sus puntos de recogida, que en ocasiones están en colegios o ayuntamientos, y de la forma de hacérselos llegar si no se pueden llevar a esos lugares.

Finalizaba la carta con un consejo que debería hacerse universal y recordarse siempre: ¡Fuera ya de la escuela los bolígrafos de un solo uso!

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2019/05/17/el-boligrafo-escribe-a-mi-escuela-para-alertar-del-uso-del-plastico/

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Océanos de plástico

Por: Carmelo Marcén

Hubo que cambiar la clasificación escolar de los océanos y añadir el de plástico

Los océanos y mares, habrá que recordar para los curiosos que representan el 71 % de la superficie del planeta, se estudian en muchos cursos de la escuela y adornan nuestra vida con cantidad de imágenes, casi todas espectaculares. Son protagonistas de muchos documentales –recordemos a Jacques Y. Cousteau, la BBC o National Geographic- en los que se ensalza su inmensidad, el color y los movimientos de sus aguas, la grandiosidad de la vida que albergan. Su magnetismo atrae desde hace siglos en la cultura universal y por eso son protagonistas de aventuras noveladas, como “Moby Dick” de Herman Melville –vivió sus andanzas oceánicas con poco más de 20 años y publicó en 1849 su ballenero libro, que supuso entonces un espectacular fracaso- o “20 000 leguas de viaje submarino” de Julio Verne –publicado veinte años más tarde, en donde se explora la variada vida marina y las contradicciones de la condición humana-. Pero además los grandes depósitos de agua pueden ser una muestra novelada de la vida pues albergan un 99 % de la biosfera global, de su variabilidad y belleza; incluso de su misterio. Se estima que el 95 % del volumen de mares y océanos nos resulta ignoto. ¿Quién no querría conocer cómo son las centroamericanas Fosa de Puerto Rico y Fosa de las Caimán?, unos precipicios de más de 9000 kilómetros que nos ayudarían a entender el carácter discontinuo del fondo marino y de su vida. A pesar de que los mares tienen tantos atributos, incluida la adoración que desde los griegos se dedicó al dios Océano, los humanos los hemos utilizado como si fueran una fuente inagotable de recursos o un cubo de basura sin fondo. De tal forma que han perdido sus cualidades físico-químicas y una buena parte de su variabilidad biológica. ¡Ya no son lo que eran! El dios Océano estará pensando en cambiarse de nombre.

Tal como están las cosas se nos ocurre que habrá que empezar a enseñar en las escuelas que los océanos –masas enormes de agua que contienen muchos mares- ya no son cinco sino 6. El océano de plástico, va creciendo sin parar. Los ecologistas de Greenpeace aseguran que cada año se vierten unos 8 millones de toneladas de plástico a las aguas marinas y oceánicas –casi suponen las tres cuartas partes de la basura marina-. Nos cuesta asignarle a esos océano/mares unos límites pero podemos clasificar fácilmente las especies que podrían definirlos: bolsas, microplásticos, toallitas higiénicas, botellas, bastoncitos para los oídos, pvc en cantidad, etc. Sabemos quién lo ha originado: nosotros. El asunto es grave pues los plásticos acumulados han formado ya dos grandes islas en el Atlántico, otras dos en el Pacífico y una en el Índico, ¡qué cosa tan fea! Pero además, las organizaciones ecologistas alertan de que una buena parte de los residuos plásticos se rompen en trozos de pequeño tamaño que se esparcen por la columna de agua o por el fondo marino y entran en las redes tróficas del mar, con los peligros añadidos que para las mismas suponen y también para las capturas dedicadas al consumo humano. Y es que los polímeros sintéticos de largas cadenas moleculares –así se forman los plásticos- tardan, dependiendo de factores diversos como la radiación ultravioleta (UV) y otros, mucho tiempo en degradarse: a una botella puede costarle 500 años y una simple bolsa más de 50. ¡Horror!; se calcula que en 2050 los plásticos superarán al número de peces en los mares.

El hecho es que poco a poco los océanos se asfixian por basuras, falta de oxígeno, acidificación, vertidos de nutrientes procedentes de la agricultura y varias actividades industriales, y otros añadidos humanos; ya hay detectadas más de 400 zonas muertas en el mundo y crecen sin parar. Pero el problema añadido que se nos presenta es quién cuida los océanos. En la tierra se establecen reglas y normas para proteger los recursos y existe una creciente preocupación social por no degradar en exceso el medio ambiente. Pero los mares poco nos preocupan, es posible que no los sintamos como nuestros – el 67 % de su superficie escapa a la jurisdicción de cualquier país- y ya se sabe que si no está la propiedad por medio tendemos a alejarnos del cuidado y protección. Eso sin contar que hay países poco cuidadosos, por ejemplo España que en el Ocean Index no figura en muy buen lugar (126 entre 221) con una nota de 67 sobre 100, debido sin duda a la pésima protección de las aguas de sus costas. Alemania es el primer país europeo entre los grandes, se sitúa 4º lugar, mientras que los países latinoamericanos no se encuentran bien posicionados, casi todos detrás de España, con la excepción de Ecuador y pequeñas repúblicas isleñas.

Sabemos que no podemos aspirar a que los mares vuelvan a ser lo que eran hace unos 100 años, pero necesitamos un saneamiento global, por la biología marina y porque bastante gente se podría alimentar de su biodiversidad. Seguramente los dioses del mar estarán pensando algo parecido a Cousteau: “Cerrar los ojos a la naturaleza solo nos hace ciegos en un paraíso de tontos”. Como la escuela debe ser un lugar de sabios, debe ocuparse de estudiar los océanos y mares de manera diferente: hay que entender las interconexiones de la vida humana con los cambios globales, máxime si estos se convierten en problemas, siempre difíciles de gestionar. Por cierto, habrá que buscar en los libros de texto de nuestras escuelas qué dicen sobre la contaminación del mar, por plásticos u otras causas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2018/02/15/oceanos-de-plastico/

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