Redacción: Noticias ONU
La gran disparidad de la inversión pública en educación entre clases sociales implica aulas más pobladas, maestros poco formados y falta de materiales educativos. Las diez naciones con mayores desigualdades son africanas. Más de la mitad de los niños que viven en países de ingresos bajos y medios no pueden leer o comprender una historia sencilla al final de la escuela primaria.
El 44% de las niñas y el 34% de los niños y adolescentes entre 10 y 19 años de las familias más pobres nunca han asistido a la escuela o la han abandonado antes de completar la educación primaria, indica un informe publicado este lunes por UNICEF.
El estudio se publicó el lunes coincidiendo con una reunión de ministros de educación que asisten al encuentro anual del Foro Económico Mundial que se celebra en la ciudad suiza de Davos.
El documento destaca las grandes desigualdades en la distribución del dinero público en educación y concluye que “una financiación limitada y desigualmente distribuida” comporta “aulas con numerosos alumnos, maestros poco formados, falta de materiales de educación y deficiencias en las infraestructuras escolares”.
Este conjunto de contrariedades provoca además consecuencias negativas en la asistencia a clase, la matrícula y el aprendizaje.
Según el informe, los obstáculos que encuentran los menores más pobres para acceder a una educación de calidad son la propia pobreza, la discriminación por razones de género, la discapacidad, el origen étnico o el idioma de instrucción, la distancia física de las escuelas y la infraestructura deficiente.
Los países africanos, los grandes perdedores
El estudio de 42 países destacó las grandes disparidades de la inversión pública en educación destinado a los menores de las familias más ricas en relación con el de las más pobres.
“En promedio, la cantidad de recursos de educación pública destinados a los niños más pobres se acerca al 16%, mientras que la media que se asigna a los niños más ricos es del 26%. En los países de bajos ingresos, la diferencia es muy marcada: el 10% se destina a los más pobres, mientras que el 38% se destina a los más ricos”, concluye UNICEF.
Los diez países que presentan las mayores desigualdades de la inversión pública en educación son africanos, seguidos por Costa Rica, Filipinas y El Salvador. El mayor contraste se produce en Guinea y la República Centroafricana donde los fondos destinados a los niños más ricos son nueve y seis veces superiores a sus contrapartes pobres.
Por el contrario, los únicos países que distribuyen sus fondos públicos de educación de manera equitativa entre los menores ricos y pobres son Barbados, Dinamarca, Irlanda, Noruega, Suecia y Chile.
“La exclusión en cada paso de la educación perpetúa la pobreza”, destaca el informe que muestra cómo la falta de recursos para los niños más pobres agrava la crisis de aprendizaje, ya que las escuelas no consiguen ofrecer una educación de calidad a sus alumnos.
Según el Banco Mundial, más de la mitad de los niños que viven en países de ingresos bajos y medios no pueden leer o comprender una historia sencilla al final de la escuela primaria.
“Un enfoque equitativo debe tener como objetivo llegar a todos los niños y niñas para que nadie se quede atrás, y reducir la brecha existente en la distribución de los recursos. Llegar a los niños más pobres implicará necesariamente costos más elevados porque sus necesidades de aprendizaje son mayores que las de los niños más ricos y requieren un apoyo sustancial de los sistemas de educación… por consiguiente, desde una perspectiva de equidad, es preciso dedicar por lo menos un 20% de la inversión pública en educación a la prestación de servicios a los niños más pobres y vulnerables”.
Henrietta Fore destacó que estas grandes diferencias no solo perjudican la educación de los adolescentes con menores recursos de todos los países sino también a ellos mismos.
«Mientras el gasto público en educación esté desproporcionadamente orientado hacia los niños y niñas de los hogares más ricos, los más pobres tendrán pocas esperanzas de escapar de la pobreza, de aprender las aptitudes necesarias para competir y tener éxito en el mundo de hoy, y de contribuir a las economías de sus países».
Recomendaciones para Gobiernos y otras partes interesadas para lograr una educación más equitativa:
- Los Gobiernos nacionales deben tomar la iniciativa. La promoción de políticas pro-equidad puede resultar difícil, especialmente ante la limitación de los recursos, pero la apropiación nacional es fundamental para el proceso.
- Centrar la financiación pública en los niveles inferiores de educación, donde hay una mayor representación de niños de las familias más pobres. A continuación, aumentar paulatinamente las asignaciones a los niveles superiores cuando la cobertura se aproxime a la universalidad en los niveles inferiores, centrándose siempre en los niños más pobres y vulnerables.
- Los Gobiernos deben asignar por lo menos el 10% de su presupuesto total de educación a la enseñanza preescolar.
- Prestar atención a la igualdad en el sector de la educación a nivel mundial. Si no se atienden las necesidades de aprendizaje de los niños más pobres, será imposible hacer realidad la promesa del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 relacionado con una educación de calidad inclusiva y equitativa universal.
Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/01/1468211