Pigmentocracia y educación

Por: Erick Juárez Pineda

La pigmentocracia, alimentada del racismo y la discriminación, parece marcar el destino de la población.

En México, existe una relación directa entre el tono de piel, los niveles educativos y el desarrollo socioeconómico de las personas. La pigmentocracia, alimentada del racismo y la discriminación, parece marcar el destino de la población.

Estudios realizados por investigadores de El Colegio de México (2019) y la Universidad Autónoma Metropolitana (2020), revelan que el color de piel está conectado de manera importante al posicionamiento financiero y nivel académico: quienes tienen el tono de piel blanco cuentan con escolaridad que varía entre los 10 y 12 años; mientras que el grupo con tono de piel más oscuro tienen una escolaridad promedio de 8 a 9 años (Herrera, 2022).

Al medir los ingresos económicos, estas diferencias son muy similares. La Encuesta PODER (2019) revela que las pieles oscuras “son más frecuentes entre quienes provienen del 20 por ciento de familias más pobres, mientras que las más claras predominan entre quienes surgen del 20 por ciento más rico” (Solís, 2020).

En el análisis “Tono de piel y desigualdad socioeconómica en México”, los investigadores Patricio Solís, Marcela Avitia y Braulio Güémez (2020) señalan que estas “desigualdades de cuna” junto con la persistencia de prácticas discriminatorias vinculadas al color de piel, alimentan las brechas de movilidad social de manera preocupante: “Las personas con tono de piel más claro tienen más del doble de posibilidades de acceder al quintil socioeconómico superior en comparación con quienes tienen el tono de piel más oscuro, las cuales tienen 3.5 veces más probabilidades de permanecer en el quintil socioeconómico más bajo.” (Solís, 2020)

En el acceso a la Educación Superior, estas correlaciones tienen un impacto igual de profundo. Según la Encuesta de Discriminación realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (2022), las personas con tonos de piel claros tienen mayor acceso a educación superior: el 30.4 por ciento de los que se identificaron con tonalidades de piel más blancas se encuentran en este nivel y aquellos que se identificaron con tonos más oscuros apenas alcanzan un 18 por ciento.

Para las Instituciones de Educación Superior públicas, esto ha sido todo un reto mayúsculo.

Desde la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) también se realiza una importante encuesta de autopercepción de tonos de piel al alumnado de nuevo ingreso para identificar y romper con estas correlaciones de discriminación y “desigualdades de cuna”.

En este análisis, donde también se incluyen preguntas opcionales sobre discapacidad, hablantes de lenguas indígenas y diversidad sexual, se encontró que de los 4112 alumnos aceptados en el trimestre 23-P, apenas el 7.9 por ciento se identificó con tonos de piel claros; el 90.28 por ciento con tonos más oscuros y el 1.75 por ciento no se identificó en ninguna tonalidad.

Dada la conexión entre el tono de piel y la exclusión social, universidades públicas como la UAM buscan contribuir en la construcción de una sociedad más inclusiva e impulsar acciones concretas contra estas desigualdades.

Es lamentable que los factores asociados al desarrollo educativo y social tengan que incluir también el color de nuestra piel. Es ahí, donde las comunidades académicas de todos los niveles desarrollamos un papel importante para eliminar estas brechas y rupturas que nos marca la errónea y lastimosa pigmentocracia.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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En Israel, una minoría etíope se enfrenta al racismo

Redacción: Clarín

La comunidad, que empezó a llegar al país en 1991, afirma que no recibe las mismas oportunidades que los demás.

l único recuerdo que Izra Ayalo, de 25 años, no puede sacudirse fue el momento en que el oficial le dijo a un comandante: “Mira esto”, y volvió a alzar el puño.

“Desde entonces he tenido un agujero en el corazón”, dijo.

Izra Ayalo dijo que fue arrestado 10 veces bajo cargos falsos. Cuatro de sus arrestos fueron eliminados (Jonas Opperskalski para The New York Times).

Izra Ayalo dijo que fue arrestado 10 veces bajo cargos falsos. Cuatro de sus arrestos fueron eliminados (Jonas Opperskalski para The New York Times).

No es el único. El fatal tiroteo policial contra un adolescente etíope-israelí desarmado el 30 de junio desencadenó protestas iracundas y a veces violentas en ciudades de todo Israel, obligando a una evaluación nacional de lo que es, a decir de los israelíes de raza negra, una historia de racismo endémico, sobre todo en lo que se refiere al trato por parte de la policía.

Los etíopes-israelíes, una pequeña minoría de 150.000 en un país de 9 millones de habitantes, dicen que esperan que el asesinato de Solomon Tekah, de 18 años, sea por fin su momento. La policía asesinó a al menos cuatro etíopes-israelíes desde 1997. Otros siete fueron registrados como suicidios o murieron después de encuentros con la policía. Nueve de los 11 tenían menos de 25 años.

“Todos tenemos historias como ésta”, dijo Ayalo, que trabaja en la ciudad de Netanya, donde está la mayor concentración de etíopes-israelíes del país. Dijo que sus antecedentes penales contenían 10 arrestos falsos, cuatro de los cuales han sido eliminados hasta ahora.

“Saben que no tenemos dinero para abogados”, dijo. “Saben que no podemos defendernos”.

En 2015, cuando dos oficiales fueron captados en vídeo golpeando a un joven soldado de origen etíope en un ataque sin provocación, el gobierno formó una comisión para erradicar el racismo. Encontró políticas y prácticas discriminatorias contra los etíopes-israelíes en la educación, la atención médica, el empleo y el Ejército, así como por parte de la policía. Se encontró que los etíopes eran acusados y encarcelados en proporciones mucho mayores que otros israelíes.

Cuando la ola más grande de unos 14.000 judíos etíopes llegó en 1991 en un transporte aéreo secreto, los israelíes se regocijaron y los inmigrantes besaron el piso. Pero la integración no fue fácil.

“La idea era que se desarrollarían mejor como comunidad”, dijo Isaac Herzog, un ex ministro de servicios sociales y bienestar que ahora preside la Agencia Judía, que se encarga de la inmigración. “Ese fue un error histórico”.

Según un estudio, sólo el 20 por ciento de los etíopes-israelíes que crecieron aquí tienen un título académico, en comparación con el 40 por ciento del resto de la población judía. El ingreso mensual de los hogares es casi un tercio más bajo que el promedio nacional.

“Es muy difícil para una persona negra tener las mismas oportunidades”, dijo Alamito Itzhak, de 32 años, de Netanya, quien dijo haber obtenido un certificado de maestra, pero trabaja como cajera en un supermercado. “A la gente le cuesta mucho verte como igual”.

Las autoridades dicen que ha habido avances. El ministerio de Justicia indicó que existe “una disminución en la vigilancia policial excesiva” y “una mejoría significativa en las interacciones de la policía con jóvenes etíopes-israelíes”.

En los años 80, cuando Zion Getahun era adolescente, caminó cientos de kilómetros desde Etiopía hasta Sudán, desde donde fue trasladado a Israel.

Había crecido escuchando el sueño de su abuela de llegar a Jerusalén. Llegar ahí fue “como tocar la luna”, dijo.

“¿Es éste el Israel con el que soñamos?”, añadió Getahun. “Es una pregunta que me hago”.

Fuente: https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/israel-minoria-etiope-enfrenta-racismo_0_ONTYmTzcfc.html

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