Por: Feliciano Castaño Villar
Al oír la palabra España, me viene a la memoria esos versos de Cernuda “soy español sin ganas”, junto a otras realidades de una transición de traiciones y ficciones; una democracia demediada por los partidos dinásticos, la conferencia episcopal y el liso camino del empresariado; unas instituciones patrimonialistas, donde la sombra del franquismo es alargada, en radical transformación hacia un Estado mínimo; un sujeto político consumido por todo lo de beneficiario y usuario.
Un país de países que cumple con las diferentes revoluciones tecnológicas e imperialistas, sin proyecto de luces alguno en el horizonte; una ley de silencio, una mordaza y venda en reconversión permanente; una huída de la realidad primera que nos afecta, un día a día conectivo y mediático de excitación que desplaza la presencialidad y el tacto de la vida; un vacío de pensamiento e invención que deviene la fuerza creativa de lo social en fiesta huera.
Pero también, al oír la palabra España, me vienen otros hechos cargados de deseos y certezas, por personas resistentes y sectores sociales comprometidos, aquellas que persiguen radicalizar la libertad y la democracia en sus grupos de semejantes, en espacios comunes y en las instituciones.
Una política del estar junt@s, de la cotidianeidad y de movimiento de aquellas gentes y grupos que luchan por la dignidad de la libertad, los bienes comunes y la justicia social, “pidiendo de cada uno según su capacidad, dando a cada uno según su necesidad”. El poder de las prácticas se constituye paso a paso, aunque en algunos escenarios sea muy lento y costoso.
Fracturada la cohesión social por el despotismo de los políticos y la banca, la movilización popular del 15M pluralizó y distribuyó la participación en el campo político, ayudó a revitalizar las acciones y los tejidos sociales elaborados desde hace tiempo. Demostró cómo de la colaboración discutida y la inteligencia compartida es posible generar innovaciones y herramientas democráticas.
Terminadas las asambleas populares de las plazas llegaron la PAH, las mareas, marchas, acciones para denunciar y visibilizar la represión policial y judicial, el ingenio de la Solfónica, la contestación de Gamonal, la creación de mercados sociales y otros ejemplos de virtud ciudadana y del poder hacer social y democrático ampliado.
Todos estos hechos y causas, cargados de futuro, me azuzan y me invitan a escribir sobre ello.
La propuesta “¿Dónde estabas en 1975? Recapitulando: 40 años de vida cotidiana en España” tiene la intención de cumplir con el deber de desobedecer esa “ley de silencio”. Un silencio y autocensura que no nos lleva más que a las tinieblas, y al desastre político y moral de las sociedades.
En julio de 1975 la Revista Triunfo publicaba el artículo de Mª Victoria Abril y Mª Jesús Miranda, La educación preescolar: una doble necesidad. Una doble necesidad para dos grupos sociales: por una parte para las madres y su camino para la reincorporación al empleo tras la baja de maternidad, y por otra para los niños y niñas como adquisición de pautas de comportamiento y valores que ayudarán en el desarrollo posterior.
Esta breve y parcial reflexión quiere invitar a un debate abierto que implique a las diferentes posiciones y cuestiones éticas, políticas, de género, sociales, económicas, laborales y educativas que se entrecruzan en la discusión de esa doble necesidad que supone la crianza y educación de 0 a 6 años.
LA CONSTRUCCIÓN SOCIOHISTÓRICA DE LA MADRE Y EL PADRE
Gracias al análisis de la relaciones de poder de Simone de Beauvoir, en 1949, comenzó a denominarse subordinación de la mujer respecto al hombre, lo que llamaron costumbre o estabilidad la teoría funcionalista de M. Mead y T. Parsons. Algunos, desoyendo lo dicho, siguen llamando hoy a lo mismo costumbre o estabilidad, o peor aún, bienestar, equilibrio o estructuración familiar.
La maternidad es una representación histórica repleta de mitificaciones, la mayoría de ellas consagradas al culto de la santa madre, sacrificada y cuidadora. Al lado de la misma, reside la construcción social del padre proveedor (simbólico), aquel que trabaja y a mayores exige su tiempo y espacio, pero que apenas se ocupa de aquellos cuidados (“menores”) infantiles y familiares.
Desde el imaginario cultural dominante de la sociedad de alto consumo, emerge un modelo de padre y madre individualista y de consumo alejado de la tarea de los cuidados. Ambos de clase media (o con aspiraciones a ella), la madre y el padre, trabajan y asumen un tiempo y espacio propio (no exento de tensiones ni de indudable simetría), delegando de algún modo las responsabilidades y tareas de la crianza.
Aquí aparecen los ofrecimientos u ofrendas de las abuelas, y algún abuelo (incidental, normalmente), o en su defecto, los servicios domésticos o de la custodia y el ocio. Apareciendo un grupo de mujeres que tiene a sus espaldas el cuidado de tres generaciones (hijos, padres y nietos), cuando no a su cónyuge. Entre estos dos polos se dan multitud de variantes y composiciones. Madres trabajadoras y cuidadoras que cuentan con recursos y redes sociales establecidas, padres y madres que comparten los cuidados, y un largo etcétera.
El Estado contribuye a una objetivación de la paternidad y maternidad conservadora y mercantilista, que garantiza una tutela a los dos, pero que desatiende el estímulo del cuidado y la educación equitativamente. Resultado de ello son unos permisos por nacimiento y adopción desiguales, así como unos dispositivos institucionales, para la ayuda a la crianza, acompañamiento y al parto, alejados en su orientación y elaboración a la corresponsabilidad.
Inusualmente algunos padres se aventuran, por elección o solicitud, a vivir las implicaciones de la crianza de sus vástagos, con sus no menos fricciones ante un mundo cultural y laboral acostumbrado a otras reglas y rituales en las relaciones sociales.
El patriarcado domina el arbitrario cultural y ser padre de hecho será mirado con ojos de extrañeza, aunque en otros espacios renovados pueda resultar una glorificación indebida. Aquellas mujeres que quieren ser madres y seguir con su carrera laboral serán doblemente penalizadas, con contradicciones ante una realidad que se superpone en el día a día. La familia, las relaciones con el mundo laboral, los media, entre otros, sufriendo diversas presiones y obstáculos por su papel de madre exclusiva o su doble rol de madre y ocupada en su trabajo, estudio y/o actividad. La esfera laboral tenderá a sancionar a aquellas madres con capacidad de trabajo que no tengan recursos suficientes para delegar el cuidado.
UNA DOBLE DEMANDA NUNCA ALCANZADA
Si hoy, estamos en una época en la que el tiempo y los ritmos de las máquinas y del beneficio son modelos contrapuestos a los tiempos humanos, entonces se hace necesario saber de qué parte están la psicología, la pedagogía y la cultura.
Loris Malaguzzi
La importancia de los tiempos naturales de l@s niñ@s, la estima, el buen trato, el afecto y la compresión de l@s adultos, son aspectos más que se estan devaluando por las condiciones materiales y sometimientos a los que se está forzando en los lugares de trabajo y en los centros infantiles.
Las fascinaciones progresistas de consolación tales como “hemos avanzado mucho”, han contribuido a aminorar las diferentes demandas sociales que nunca tocamos.
Según Cáritas Europa (2014), España aparece como el segundo país de la UE con mayor pobreza entre l@s menores de edad, superando el 30% en algunas regiones. La inseguridad social y laboral es un hecho, la última reforma laboral y el estrechamiento de las políticas sociales conducen sin freno a la moldelación de un Estado social mínimo.
El abandono que sufre el ciclo de 0 a 3 años y la etapa infantil, y la escasez de ayudas al transporte escolar y a los comedores escolares reducen al máximo las posibilidades de conciliación para la vida personal, familiar y laboral.
Ni que decir de las circunstancias para aquellas familias con mayor dificultad social, como la monoparentalidad al complicarse el equilibrio sin el reparto posible entre los progenitores, ni tampoco ingresos económicos suficientes. Políticas renovadoras claras serían dar más para quién más lo necesita y no a la inversa como esta ocurriendo.
Para gran parte del empresariado (60%) la conciliación sigue siendo una problemática del ámbito privado, cuando no un conflicto creado por las propias mujeres (para un 40%), según el Instituto Vasco de la Mujer – Emakunde (2006).
Las largas jornadas laborales impuestas generan unas frágiles condiciones para una armonización de la vida familiar, individual y laboral digna. Según la Secretaría de Estado de la Seguridad Social en el primer trimestre de 2014, han solicitado la excedencia por cuidado familiar 7.197 mujeres y 637 hombres (se evidencia la disparidad entre unas y otros), una diferencia en positivo con respecto a 2013 de 660 permisos. Los permisos de maternidad bajaron un 6,47% en el primer trimestre de 2014, respecto al mismo trimestre del año anterior, y un 4,59% el de los padres.
Y a pesar de seguir en descenso el número de empleos y el de nacimientos. Estos datos expresan que, tanto las familias de clase media (y media alta) como las de clase popular, tienen más dificultades a la hora de compatibilizar trabajo con crianza, recurriendo las primeras a la excedencia laboral y las segundas a una renuncia o disminución del permiso por miedo ante posibles sanciones laborales.
Los permisos por nacimiento y adopción, por lactancia, el teletrabajo optativo, la flexibilidad horaria, los permisos por acompañamiento no han mejorado en lo sustancial. Hay una gran resistencia al cambio en los andamiajes de las instituciones y en los intersticios de las mentalidades, que ha demostrado la insuficiencia de las leyes. La ley de Conciliación (1999) y la de Igualdad (2007) han tenido utilidad, pero se hace imprescindible reglamentaciones que exijan a todas las empresas y lugares de trabajo mejorar las condiciones y a velar por la no exclusión y discriminación a la hora de contratar a mujeres.
Del mismo modo, se requiere sensibilización y formación respecto al deber y el derecho a la corresponsabilidad familiar, buscando incentivos para ello e implicando a todas las instituciones, así como exigiendo un mínimo de rupturas en los estereotipos que producen los grupos de comunicación.
Los niños y las niñas tienen la necesidad y el derecho a estar el mayor tiempo posible con sus padres. Un tiempo de serenidad, ajustado a la lentitud consustancial del niñ@, atendiendo al acompañamiento para que se posibilite el deseo de estar junt@s.
¿QUIÉN ACOGE, CUIDA Y EDUCA A LAS PERSONAS DE 0 A 6 AÑOS?
El largo período más importante de toda la vida, en el cual se asientan las bases sobre las que se construirán la personalidad, la cultura, las habilidades de la mujer y del hombre, es el de los primeros días, los primeros meses y los primeros años… Por ello es correcto pensar que las mayores y mejores inversiones deben dedicarse a los primeros estadios de vida, de aprendizaje y de experiencias.
Tonucci (2003)
La red del sistema escolar infantil es un entramado desmembrado y desregulado, en el que conviven diferentes normativas que dependen de diferentes conserjerías o que forman parte de variados centros que incluyen en ocasiones primaria e incluso secundaria.
En la etapa de 0 a 3 años hay una serie de servicios de guardería, ludoteca, bebeteca, parques,… que se adaptan urgentemente a las diferentes necesidades de los padres, sin garantizar un mínimo de requisitos para l@s menores y consagrándose al respecto explicaciones simplistas interesadas.
El modelo actual de la etapa educativa infantil reproduce, unas desigualdades sociales en ascenso. El Estado, y muy desigualmente los gobiernos autonómicos, desatienden una etapa del sistema educativo pre-obligatoria, frente al resto de las cuales se sirve para sus fines.
Desde diversos espacios de práctica profesional de la infancia, se apostó por un modelo universal que nunca llegó a generalizarse, donde l@s niñ@s fueran felices y se desarrollaran en grupos de semejantes de la mano de profesionales preparad@s y comprometid@s con su trabajo.
La política educativa y científica, no han considerado con el mérito que merece la etapa de la educación infantil. Aunque la LOGSE la atribuyó inicialmente los principios e ideas de la Escuela Nueva (Freinet, Decroly) y los principios de la Convención de los Derechos del niño, contribuyó de otra a desnaturalizarla de su identidad unitaria, al crear dos ciclos con sus consecuentes resultados. Nunca se garantizó la gratuidad, la cualidad y universalidad para 0-3 años,desprofesionalizando al personal cualificado para esta edad temprana.
En los últimos años se han deteriorado las condiciones laborales del personal, nunca equiparado a los de primaria (el orden sigue hasta la universidad). Un hito importante es el Decreto de financiación (2008) por medio de la estimulación de la privatización de una de las referencias estatales, la red pública de escuelas infantiles y Casa de Niños (1986) de Madrid.
La LOMCE (2013) transforma el primer ciclo de 0-3 años en mero asistencialismo, acudiendo exclusivamente a la “conciliación”, para eximirse de requisitos especiales en su ejercicio. Abriendo con ello las puertas a la conversión a empresas multiservicio de seguridad, limpieza, construcción o entretenimiento.
En Valencia y Madrid (con una subida de tasas de hasta el 175%) ya se estan cerrando aulas, despidiendo a maestr@s, pedagog@s y dotando de “cheques guardería” a aquellas familias que acudan a centros privados, vacíos de proyecto educativo y de profesionales de la educación y la infancia temprana.
Aunque no sólo, la mejora de la oferta reclama inversión económica. En este sentido el presupuesto del Ministerio de Educación para Infantil (2014) baja un 0,3%, de 159,84 a 159,36 millones de euros.
La escolarización temprana de niños de 0 a 3 años es una necesidad que exige interrogación y reflexión profunda, que implique a l@s diferentes afectad@s. La necesidad laboral, personal, de equidad y familiar en aumento no puede empujarnos, sin más, a llevar a pequeñ@s a almacenes “guarderías” sin antes pensar las demandas de las características de l@s niñ@s. Y ello no es responsabilidad de las familias, sino de toda la sociedad.
Si los máximos responsables del ministerio son capaces de decir que la etapa de 0 a 3 años no es educación, es conciliación. Nos exige, a tod@s, reflexionar si representantes con una inteligencia y sensibilidad tan corta, proclive a no hacer vínculos ni afectos con l@s niñ@s, puedan gobernarnos.
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Bibliografía
- Beauvoir, Simone de (2002): El segundo sexo. Cátedra, Madrid.
- Goldschmied, E y Jackson, S. (2007): La educación infantil de 0 a 3 años. Morata, Madrid.
- Malaguzzi, Loris (2001): La educación infantil en Reggio Emilia. Rosa Sensat-Octaedro, Barcelona.
- Tonucci, Francesco (2003): Cuando los niños dicen ¡basta!.Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Madrid.
- Iguales e intrasferibles
- Corresponabilidad, valores y género. Emakunde
- Formulas para la igualdad. Fundación Mujeres
- The European Crisis and Its Human Cost. Caritas Europa
- Pobreza infantil y exclusión social en Europa. Save the Children
- Los presupuestos con enfoque de género. Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional
- Tasas de escolarización en las edades teóricas de los niveles no obligatorios. Minsiterio de Educación y Cultura
- Gastos en prestaciones por maternidad y paternidad. Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
- La Casa de los Niños CEE Participación Educativa
- Preocupaciones feministas para el presupuesto de Estado 2014 Plataforma Impacto de género YA!
- Comunidades Educadoras Plataforma de Madrid por la Defensa de la Etapa Educación Infantil de 0-6 años
- Associació de Mestres Rosa Sensat
- Acción Educativa
Fuente del articulo: https://dondeestabasen1975.wordpress.com/2014/06/03/precarizacion-de-la-vida-declives-e-inestabilidades-de-nins-madres-padres-y-familias-una-doble-necesidad-o-una-necesidad-a-remolque-de-la-otra/
Fuente de la imagen: http://coblabrecha.com.ar/category/campanas/contra-la-precarizacion/