Si te escandalizan las colas en las guarderías tienes que ver lo que está pasando en China

Asia/China/20 Enero 2020/elcofidencial.com

Millones de padres chinos están dispuestos a todo con tal de que su hijo pueda acabar en una buena universidad. Y lo que se les pide a los niños no es mucho menos

En China, la carrera por entrar en los mejores colegios o universidades es una competición despiadada. No lo es tanto en España, ni mucho menos, pero la larga cola que hacían unos padres a la puerta de Santa Bernardita en Madrid para conseguir una plaza para sus hijos recuerda a la obsesión que se vive en el gigante asiático por la educación.

Con una clase media en China en constante crecimiento, que esta década pasará de los 430 a los 780 millones de personas, acceder a una de las universidades más prestigiosas del país se percibe como la llave para ascender de clase social. Millones de padres están dispuestos a todo: desde dilapidar los ahorros de toda la familia hasta cambiarse a una casa diminuta para estar cerca de un buen colegio. A los hijos no se les exige menos: agendas de ministro y renunciar a su vida personal desde que nacen.

De los pañales a los libros

«En ciudades como Shanghái uno debe empezar a planificar la educación de su hijo antes de que nazca. Es mucho mejor elegir, por ejemplo, una guardería privada. Aunque son caras, con dos años los niños ya tienen un profesor nativo que les enseña inglés», explica Qi Ruifang, una mujer de 36 años que trabaja en una empresa de logística.

Esta madre y su marido no dudaron en inscribir a su hija en una guardería privada al poco de que naciese. Están convencidos de que esta elección ha sido decisiva para que la niña lograse entrar en una escuela de primaria de élite. Con solo seis años, Xuan Xuan tuvo que enfrentarse a su primera entrevista para ser admitida. No era de trabajo, pero bien lo parecía. Qi recuerda cómo madre e hija pasaron días repasando sus conocimientos de matemáticas, inglés y chino para impresionar a la maestra encargada de seleccionar a los nuevos alumnos.

Ahora que la pequeña está admitida la presión no disminuye. «Con seis años tiene que quedarse hasta las 10 de la noche para terminar todos los deberes. Al menos son tres horas de estudio más al día después del colegio. Los caracteres es una de las tareas más arduas. Son muchas horas y su padre y yo tenemos que ayudarla todas las noches», reconoce Qi Ruifang con resignación.

Las clases sustituyen el tiempo de juego

Meimei no sabe lo que es levantarse un fin de semana y perder el tiempo viendo la televisión y yendo a jugar al parque con sus amigos. Solo tiene diez años pero su agenda se parece más a la de un CEO al mando de una empresa que a la de una niña de su edad. Nada más desayunar tiene que vestirse corriendo para asistir a su primera clase del día: danza. Luego tiene piano y por la tarde pintura.

«Los fines de semana se consagran a actividades más creativas, mientras que entre semana tiene que asistir a clases de cálculo, chino y STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas)», explica Sarah, una madre de 40 años que vive en Cantón. Para Meimei la diversión queda relegada a unos minutos antes de acostarse y a un rato el domingo por la tarde. Parece un buen entrenamiento para una sociedad en la que el 9-6-6, trabajar de nueve a seis de la tarde seis días a la semana, es una filosofía bastante extendida.

«Mi prioridad es que mi hija reciba la mejor educación posible y no me importa sacrificar una gran parte de nuestro presupuesto en esto», dice Sarah, que confiesa gastar 1.200 euros en clases extraescolares al mes para su hija. «He abandonado la idea de tener un segundo hijo hace años. Es demasiado tiempo y dinero. Prefiero dedicar todos mis esfuerzos en uno para que pueda llegar más lejos», concluye Sarah.

A pesar de que el gobierno ha intentado en estos últimos años disminuir la presión que viven los niños reduciendo la carga lectiva, la situación no ha hecho más que empeorar ya que los padres han aprovechado este vacío para llenarlo aún más con clases extraescolares.

Y mientras la obsesión de los padres por la educación aumenta también lo hacen las cifras millonarias que suma este negocio. Según ha publicado la agencia de noticias china Xinhua en 2016, más de 137 millones de estudiantes (de un total de 180 millones) asistían a clases extraescolares. Se calcula que el volumen de negocio en este país podría superar los 100.000 millones de euros al año.

Las ‘xuequfang’

Desde que nació su hija, Hualing tenía claro que la llevaría a las mejores escuelas de Shanghái. Cuando se puso a buscar vio que las que tenía cerca de su barrio no estaban mal, pero ella quería la mejor. Fue entonces cuando Hualing y su marido decidieron invertir en una ‘xuequfang’, es decir, un apartamento en una zona con colegios buenos. «Primero tuve que vender mi casa. Después convencí a mis padres de que vendieran la suya y se fuesen a vivir a las afueras a un apartamento más pequeño», explica Hualing. La pareja sacrificó los ahorros familiares para mudarse a un piso de 60 metros cuadrados en el centro de Shanghái por el que pagaron 1.2 millones de euros.

Los ‘xuequfang’ existen en toda China, pero principalmente se concentran en megaurbes como Pekín, Shanghái y Cantón. Aunque estos pisos no son una garantía para entrar a la escuela deseada, su precio no ha dejado de aumentar en los últimos años. En Shanghái la diferencia de precio entre una ‘xuequfang’ y otro piso cerca al que no le toca el colegio puede ser de más de 5.000 euros el metro cuadrado», explica Fenfang, una profesora que invirtió en uno de ellos hace años.

En ocasiones, en estos pisos que literalmente se traducen por «escuela, zona, casa» ni siquiera viven los padres. «A veces no miden más de 15 metros cuadrados. Son cuatro muros y un techo pero merece la pena pagar por ellos con tal de que tu hijo pueda estudiar donde quieras», dice Fengfang. Tanto ella como Hualing están convencidas de que mereció la pena gastar esa suma de dinero.

Pensar la universidad en la guardería

Calles cortadas, cámaras de vigilancia, toma de las huellas dactilares e incluso sistemas de reconocimiento de retina. No es una película de ciencia ficción, sino una imagen habitual en muchos de los centros donde cada año millones de alumnos se examinan del ‘gaokao’ o la prueba de acceso a la universidad en China.

Uno de estos centros está en Maotanchang. Esta localidad se ha hecho famosa por alojar a más de 8.000 madres que cada año se mudan con sus hijos para acompañarlos en el tortuoso proceso del ‘gaokao’. Detrás dejan a sus maridos, que continuarán trabajando para poder financiar los gastos ese año. Durante el año de preparación, las madres asumen el papel de entrenadoras personales, disponibles 24 horas al día para que sus hijos no pierdan ni un solo segundo de estudio.

La presión es también brutal para los hijos. Angie, productora en la provincia de Anhui, lo recuerda como una pesadilla: «Medio año antes del ‘gaokao’ tenemos que estudiar de domingo a domingo. Vas a clase de ocho de la mañana a nueve de la noche y cuando vuelvas a casa cenas y sigues estudiando hasta medianoche».

Numerosos expertos llevan años advirtiendo de las consecuencias negativas que un proceso tan exigente puede tener para la salud mental de los hijos. Para Joán, un español casado con una mujer china y con más de diez años en el país, la decisión está clara. «Este año nos volvemos a España. Jugar y experimentar es tan importante como estudiar. No quiero que mi hija se críe en un entorno con tanta presión», dice convencido este empresario.

Muchos padres en China se han hecho eco de esta advertencia y han optado por buscar un modelo alternativo enviando sus hijos al extranjero. Una opción que cada vez es más popular pero que no deja de estar restringida a solo unos pocos privilegiados.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-01-20/guarderias-asia-china-largas-colas-overbooking_2409247/

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Las revueltas en Chile llegan a los salones de clase durante la jornada de selectividad

América del sur/Chile/El país

Grupos de estudiantes intentan boicotear la prueba que permite el acceso a las universidades públicas y privadas

A 80 días del estallido social chileno del 18 de octubre, que ha puesto contra las cuerdas la institucionalidad del país, grupos de jóvenes han intentado boicotear la Prueba de Selección Universitaria (PSU), el examen que unos 297.000 estudiantes recién egresados rinden hoy y mañana para ingresar a la educación superior, tanto pública como privada. En las últimas horas se han registrado ataques, ocupaciones y protestas en algunos de los 729 establecimientos destinados a la selectividad en todo el país, lo que ha obligado a las autoridades a suspender la prueba en 64 recintos educacionales, según ha informado el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional de la Universidad de Chile (DEMRE), que tiene a su cargo el proceso de admisión a la educación superior. Cerca de un 10% de los estudiantes no han podido rendir el examen a causa de las manifestaciones, que han dejado al menos 81 detenidos en todo el país, de acuerdo al Gobierno.

“Una minoría amenaza con boicotear con violencia la PSU. El Gobierno protegerá el legítimo derecho de la mayoría a ejercer sus derechos”, señaló el presidente Sebastián Piñera, que este lunes se reunió en La Moneda con sus ministros de Interior y Educación para avaluar el complicado arranque de la selectividad, que mantiene en alerta a miles de jóvenes y familias chilenas. Algunos padres y madres se organizaban durante el fin de semana por redes sociales para proteger los locales.

Originalmente programada para el 18 y 19 de noviembre pasado, la PSU se había postergado primero para el 2 y 3 de diciembre, pero la compleja situación del país –todavía con serios problemas de orden público–, llevó a las autoridades a aplazarla por segunda vez para este 6 y 7 de enero. Agrupaciones como la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios de Chile (ACES), sin embargo, buscaban que se acordara un “método de emergencia” que contemplara la cancelación de la PSU, que consideran un instrumento discriminador contra los estudiantes de familias con menos recursos. “El 6 y 7 de enero no será una fecha de normalidad para les secundaries”, informaron hace dos días a través de su cuenta de Twitter bajo el hashtag #NoMásPSU. “Porque no queremos más pruebas segregadoras que ponen nuestro futuro en manos del mercado y el negocio de la educación. Porque queremos que todos tengas las mismas oportunidades”, señalaron desde la ACES.

El Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), que tiene a su cargo la organización de la prueba, hizo un llamamiento en las horas previas a quienes impulsan las manifestaciones: “Piensen en los estudiantes que están ejerciendo un derecho. Nada nunca debe justificar que otros no puedan ejercer un derecho por medios de actos de fuerza”, señaló Aldo Valle, vicepresidente ejecutivo del consejo y rector de la Universidad de Valparaíso.

En Puente Alto, un popular municipio del sur de la capital, cuatro jóvenes de entre 18 y 21 años fueron detenidos cuando intentaban ocupar el colegio Fernando de Aragón junto a otras 10 personas. Lo mismo buscaban unos cincuenta jóvenes en el Liceo Politécnico Ciencia y Tecnología de La Cisterna, otra comuna del sur de Santiago de Chile, pero Carabineros impidió la ocupación. Lograron, sin embargo, romper la parte de la infraestructura del establecimiento educacional y sacar mobiliario a la calle para prender barricadas. Una situación similar ocurrió en el municipio de El Bosque.

En el norte del país, unos 40 manifestantes lograron su objetivo en los liceos José Antonio Carvajal y De Música de la ciudad de Copiapó –a unos 800 kilómetros al norte de Santiago– y clausuraron las puertas del establecimiento, por lo que las autoridades optaron por cambiar las sedes del examen. En la isla de Chiloé, al sur del país, el colegio Rayen Mapu de la localidad de Quellón amaneció este lunes ocupado, por lo que los 351 estudiantes del municipio deberán rendir la PSU en otro lugar y por la tarde. Tampoco funcionarán como sedes del examen un establecimiento de la ciudad de Valparaíso –a unos 100 kilómetros de Santiago­– y otro en Arica, en el extremo norte del país.

De acuerdo con uno de los portavoces de la ACES, Víctor Chanfreau, “son cerca de 60 los establecimientos donde se suspendió la PSU y van a aumentar, porque habrá recorridos por liceos para cancelar la prueba de la tarde”. “Mantenemos el llamado a protestar en la PSU de esta tarde y en la de mañana”, agregó.

Las protestas sociales, que comenzaron en Chile el pasado 18 de octubre, estallaron por la acción de los estudiantes, que protagonizaron las entradas masivas a las estaciones del metro sin pagar, en protesta por el alza del precio del pasaje. Los alumnos llevan más de una década reclamando en las calles contra el sistema educativo que implantó en el régimen de Augusto Pinochet que aún hoy, tras varias reformas, se mantiene en el puesto más bajo de la OCDE. Las revueltas sociales en demanda por mejores servicios básicos como las pensiones, la salud y la propia educación han sido masivas: más de un millón de personas se congregó el 15 de noviembre solo en Santiago. Mientras, las protestas desbordadas han registrado niveles inéditos de violencia y destrucción en distintas ciudades.

De acuerdo con información oficial, en estos 80 días se han registrado 27 muertos (cinco habrían fallecido por acción de agentes del Estado). De los 21.686 detenidos, los tribunales decretaron prisión preventiva para 1.615. El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) reporta 3.583 civiles heridos, mientras el Gobierno ha informado de 3.516 policías y militares en la misma condición. Diversos organismos internacionales como Human Rights Watch (HRW) y la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas ACNUDH (por sus siglas en inglés) han denunciado violaciones a los derechos humanos en Chile por parte de carabineros y militares.

En estos 80 días, las movilizaciones han disminuido en masividad y niveles de violencia. Si en los primeros días del estallido social los “eventos graves” llegaron a 350 a nivel nacional solo en una jornada –el domingo 20 de octubre–, en diciembre solo hubo tres días donde se reportaron más de 10 en todo el país. Influyeron las fiestas de fin de año y la inminente llegada de las vacaciones de verano, lo que no significa, sin embargo, que la protesta haya desaparecido, como lo mostraron los miles de manifestantes que se reunieron la noche del 31 de diciembre en Plaza Baquedano y quienes todos los viernes llegan a la Plaza Italia de Santiago de Chile, el epicentro de las concentraciones en la capital. Hace tres días, nuevamente algunos grupos provocaron graves destrozos en la zona, como el incendio de la capilla de Carabineros.

La clase política no tiene un solo diagnóstico sobre las razones del estallido y tampoco una posición única para abordar la protesta y la violencia, que podrían resurgir en marzo cuando se inicie oficialmente el 2020 con el inicio del año académico. El Gobierno del presidente Piñera –con 12% de apoyo y un 80% de rechazo– apuesta a asegurar que se desarrolle adecuadamente en proceso constitucional que contempla un plebiscito el 26 de abril próximo y una agenda social que involucra 5.000 millones de dólares entre 2020 y 2022, que incluye reformas a las pensiones y al sistema público de salud. Para el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, ninguno de estos objetivos será posible de concretar sin el restablecimiento del orden público.

Fuente: https://elpais.com/internacional/2020/01/06/america/1578331501_697909.html

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España: Educación publica la orden que regula la prueba para acceder a la universidad, muy similar a la Selectividad

Europa/España/24 de enero de 2017/Fuente: el mundo

Para acceder a la universidad, la nota media de Bachillerato seguirá ponderando un 60% y la de la prueba de acceso un 40%

¿Cómo será al final el examen que sustituye la Selectividad?

La Consejería de Educación ha publicado en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid la orden que regula la evaluación final de Bachillerato para el acceso a la universidad, con una prueba muy similar a la antigua Selectividad y que también recoge una fase obligatoria y otra optativa para subir nota.

La evaluación final de Bachillerato para el acceso a la universidad será aplicable exclusivamente para el alumnado que desee acceder a enseñanzas universitarias y recoge las disposiciones marcadas por el Ministerio de Educación en la materia.

La orden establece que las pruebas de evaluación se basarán en el currículo básico de las materias del bloque de asignaturas troncales de segundo curso de Bachillerato.

Cada prueba constará de un número mínimo de 2 y de un máximo de 15 preguntas y tendrá una duración de 90 minutos. Se establecerá un descanso mínimo de 30 minutos entre la finalización de una prueba y el inicio de la siguiente, y se llevarán a cabo en un plazo de cuatro días. Se desarrollarán, como venía siendo habitual con la Selectividad, en las universidades.

La calificación para el acceso a estudios universitarios se calculará ponderando un 40 por ciento la calificación de la prueba y un 60 por ciento la media del expediente académico obtenido en el Bachillerato.

Se entenderá que se reúnen los requisitos de acceso cuando el resultado de esta ponderación sea igual o superior a 5 puntos, como venía sucediendo con la Prueba de Acceso a la Selectividad.

La calificación obtenida en cada una de las materias de opción del bloque de asignaturas troncales de la evaluación señalada anteriormente se expresará en escala de 0 a 10. La fase optativa podrá aumentar la nota en cuatro puntos. También habrá una convocatoria ordinaria y otra extraordinaria.

El Ministerio de Educación estableció que, a diferencia de la conocida como ‘reválida’, la prueba no es necesaria para obtener el título de Bachillerato.

Fuente: http://www.elmundo.es/madrid/2017/01/19/58811e0f268e3ec7508b46ef.html

Imagen: e01-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2017/01/19/14848565827101.jpg

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