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Universitarios sin universidad: la otra cara de la reforma educativa en Perú

América del sur/Perú/16 enero 2020/eldiario.es

A Jordy Cueva le llegó la noticia de que a su universidad le habían denegado la licencia institucional el día de Navidad. Precisamente a puertas de iniciar el que debía de ser su último año como estudiante de Enfermería de la sede limeña de su universidad.

«Mi Navidad fue lamentable», refirió a la agencia Efe sobre ese momento. La evaluación del expediente de la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (Sunedu) sobre las condiciones en las que opera la Universidad Alas Peruanas, en sus 17 filiales y sede en Lima, arrojó que no cumple con las mínimas exigidas para seguir operando, por lo que como otras 35 universidades del país, deberá cerrar en dos años.

Por ello, Jordy podrá culminar sus estudios, aunque no sabe cuánto valor tendrá su título universitario. «¿Con qué prestigio vamos a egresar de una universidad que no está licenciada?», se preguntó a las afueras de la sede de la Sunedu en Lima, hasta donde llegó este martes para protestar contra lo que siente ha puesto en riesgo sus sueños profesionales.

LA REFORMA UNIVERSITARIA

El licenciamiento institucional forma parte de la reforma universitaria que el Perú puso en marcha en 2014, con la creación de una nueva ley donde se estableció la creación de la Sunedu, ente encargado de evaluar, bajo filtros básicos de calidad, a los 145 centros de educación superior del país.

«Son condiciones esenciales para el servicio universitario», explicó a Efe en octubre pasado el superintendente de la Sunedu, Martín Benavides, sobre los ocho puntos exigidos por este ente regulador para otorgar la licencia funcionamiento a las universidades.

Entre estos, que toda universidad tenga objetivos académicos, grados, títulos y planes de estudio; oferta educativa compatible con los instrumentos de su planeamiento; e infraestructura y equipamiento adecuados.

También líneas de investigación y disponibilidad de personal docente calificado, servicios educacionales complementarios básicos, mecanismos de inserción laboral y la condición complementaria de una gestión universitaria con transparencia.

SITUACIÓN CRÍTICA

Desde la promulgación de la nueva ley, las universidades conocían que habría un plazo para cumplir con las condiciones básicas y presentar su expediente, y en el caso de no cumplir con las ocho exigencias básicas, tendrían que pasar por un plan de adecuación que les permita subsanar sus deficiencias.

No obstante, alrededor del 24 % de las universidades peruanas no lograron cumplir su plan de adecuación en los cinco meses establecidos, ni en las prórrogas que en la práctica, según informaron a Efe fuentes de la Sunedu, esta institución les brindó.

De las universidades con licencia denegada 35 son privadas y una es pública, sin embargo aún quedan alrededor de cinco universidades públicas en espera de conocer el resultado de su evaluación.

Ante el peligro de dejar sin acceso a la educación a los estudiantes del Estado, el Gobierno promulgó en diciembre pasado un decreto de urgencia para declarar en reorganización e intervenir la universidad pública con licencia denegada, a fin de que esta cumpla con ejecutar el Plan de Emergencia del Ministerio de Educación, con miras a una segunda solicitud de licenciamiento ante la Sunedu.

PIDEN UNA OPORTUNIDAD

Una segunda oportunidad que las universidades públicas, a partir de este decreto de urgencia tendrán, y que las universidades privadas con licencia denegada, cuya población estudiantil en total supera a más de 140.000 estudiantes, también reclaman.

«A las universidades estatales se les está dando dos años más y a nosotros no se nos da. Para mí eso va contra la constitución e igualdad de peruanos ante instituciones y Gobierno», señaló Francisco Pérez Expósito, rector de la Universidad Alas Peruanas, en medio de la protesta frente a la sede de Sunedu a la que llegó junto a docentes universitarios y personal administrativo.

«Estamos unidos, en pie de lucha. Queremos que ese decreto de urgencia que el presidente sacó sea igualitario, y que no solo sean dos años de prórroga para las universidades públicas, sino también privadas», señaló a Efe Max Aguilar, otro estudiante de la misma casa de estudios, de la filial de Ayacucho, quien cursa el cuarto año de Derecho.

Para Aguilar, su universidad, que en 2018 estuvo en el ojo público debido a las denuncias por presunto enriquecimiento ilícito y lavado de activos contra su fundador, exgerente y exrector Fidel Ramírez, por las que se vio obligado a separarse del centro de estudios, «ha hecho mucho en un año».

Él está seguro que «con dos años de prórroga» podrían lograr los cambios que exige Sunedu y él podría así continuar con sus estudios, con una pensión de alrededor de 110 dólares al mes.

Una esperanza que no viven las decenas de estudiantes que ya forman colas en los exteriores de la oficina de trámite documentario para solicitar su certificado de estudios, sus sílabos impresos y su certificado de conducta, requisitos para inscribirse en otra universidad.

«Está bien lo que ha hecho la Sunedu con esta universidad», señaló a Efe un egresado de Estomatología de Alas Peruanas que prefirió no dar su nombre. Él señaló que ha visto cómo la universidad incumple con condiciones de infraestructura y que sus autoridades muestran desinterés ante las necesidades de su población universitaria.

«Nosotros hemos estudiado aquí toda la carrera y sabemos que las condiciones han sido demasiado deficientes», agregó.

Este egresado acudió junto a sus compañeros de promoción a dicha oficina para solicitar abran un curso que les permita obtener su título universitario antes de que la universidad cese en sus actividades.

Al frente de la Sunedu, en tanto, Aguilar ni Cueva piensan aún en la posibilidad del traslado porque aseguran han visto «el dolor» de sus amigos, quienes en ese proceso han tenido que resignarse a ser retrasados en sus años de estudios, además del costo económico que representa y que no están seguros que sus familias o ellos mismos puedan asumir.

BECAS PARA ESTUDIANTES DESTACADOS

Las autoridades del Ministerio de Educación han reconocido que muchos de los estudiantes tendrán dificultades económicas para trasladarse a otras universidades con licenciamiento, por lo que el Gobierno ha establecido la creación de becas para asegurar la educación de los estudiantes con mejor rendimiento académico y de escasos recursos económicos.

Asimismo, anunció una partida extra de dinero a las universidades públicas para que puedan ampliar sus vacantes para recibir a estudiantes provenientes de las instituciones que no han sido licenciadas.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.eldiario.es/sociedad/Universitarios-universidad-reforma-educativa-Peru_0_985151504.html

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El desafío de encarar la educación

Por: David Velázquez Seiferheld.

Mucho se discute y se habla sobre lo que es indispensable a la hora de diseñar y ejecutar los sistemas pedagógicos más adecuados a las necesidades del país. Por ello, este trabajo publicado por el investigador David Velázquez Seiferheld es de vital importancia.Y así lo expresa en el libro MBO’E, recientemente lanzado.

El 30 de enero de 2018, el entonces flamante Ministro de Educación y hoy Presidente de la Agencia Nacional de Acreditación y Evaluación de la Educación Superior (ANEAES), Raúl Aguilera, asumía el cargo con la siguiente premisa: “Queremos hacer una evaluación formal del sistema educativo; hacer una evaluación científica de la Reforma Educativa que lleva 24 años y darle un corte”1. Así, el más alto cargo de la Educación paraguaya anunciaba el final de la Reforma Educativa iniciada en las aulas en 1994.

La Reforma Educativa de 1994 gozó del más elevado de los consensos. Nadie discutía la necesidad de remplazar la educación verticalista y autoritaria, marcada por la Guerra Fría, pergeñada por el estronismo a través de dos reformas: las de 1957 y 1973, por una educación crítica y democrática. A esta exigencia histórica específica del Paraguay se sumaban las de un entorno mundial sociocultural y económico en cambio permanente, con problemáticas relativamente novedosas para la educación, como por ejemplo, el enfoque de Derechos Humanos, las nuevas concepciones acerca de la niñez y la adolescencia; el giro cognitivo en la Educación; la aparición del concepto de competencias; la diversificación del mundo económico-productivo y de los empleos; la caída del muro de Berlín y el derrumbe del bloque liderado por la URSS; la emergencia de los pueblos indígenas y de colectivos históricamente postergados como las mujeres; el surgimiento de una suerte de “pensamiento único” en educación a nivel mundial, un desarrollo tecnológico sin precedentes.

En este complejo escenario se desarrolló la Reforma. A las expectativas e ilusiones siguió el desencanto generalizado y las críticas. Lo que ocurría en las aulas estaba lejos de todo aquello que se imaginaba en 1994. Abundaron las críticas externas sobre la base de una negligencia insólita por parte del ente rector de la Educación: “nunca se evaluó integralmente la Reforma”, señaló también Aguilera en oportunidad de su asunción al cargo de Ministro, dejando así la impresión de un sistema educativo fracasado en buena medida por la falta de estabilidad en el liderazgo. Aquí cabe agregar un dato no menor: en los últimos 30 años, desde la caída de la dictadura de Stroessner, los gobiernos cambiaron de titular de la Cartera de Educación en 21 oportunidades. 16 personas alternaron en dicho cargo, algunas en más de una ocasión.

En ese marco comenzaron los más recientes estudios de historia de la educación paraguaya. Conocer ese pasado, especialmente el reciente, era parte de los esfuerzos de reparación histórica; pero también era necesario conocer los procesos de larga duración, siguiendo la feliz expresión acuñada por Braudel y la Escuela de los Annales para descubrir, con sorpresa, que las continuidades eran más de las que podíamos imaginar. Desde los sistemas pedagógicos verticales, directivos, propios de la época colonial (lo que incluso llevó al especialista Friedhelm Guttandin a caracterizar las escuelas contemporáneas con los conceptos de “escuela jesuita”, “escuela franciscana” y “escuela encomendera”), pasando por la incapacidad para que la educación pueda asumir la realidad de un Paraguay de muchas culturas y lenguas; el autoritarismo; el deterioro de la condición de vida de los docentes; el deterioro de la formación docente; la elevada centralización de las decisiones y la reducción de roles de las comunidades y autoridades locales al cuidado y mantenimiento de la infraestructura, sin incidencia en el currículum; la partidización educativa; hasta el escaso financiamiento para la educación, son apenas algunos de los aspectos que esta obra recoge tras un viaje a un pasado de por lo menos cinco siglos.

“No hay duda de que la realidad educativa está marcada por el signo de la historicidad. Porque la educación es una cualidad privativa del hombre y al hombre le es esencial el moverse en la Historia”. (MARÍA ÁNGELES GALINO).

Buena parte de la reiteración de fórmulas que fracasaron tienen que ver con la ignorancia y el descuido del pasado de la educación paraguaya. O, siguiendo el paradigma predominante en el Paraguay, con el sometimiento de la Historia a la política. Cualquiera sea la razón, la materia Historia de la Educación paraguaya no forma parte de la amplísima mayoría de planes de estudio de las universidades e institutos de formación docente del Paraguay. Y cuando aparece, lo hace con el tono biografista y heroico propio de la historiografía tradicional paraguaya, con maestros y maestras que son héroes, pero sin cuestionamientos acerca de los porqué de las precariedades que envolvieron su actuación. No se trata de impedir que los sujetos históricos sean vistos como agentes de procesos históricos: pero es muy distinto el aproximarse críticamente al concepto de agencia en la Historia, que la romantización del pasado y de las acciones de los personajes. “Desgraciado del pueblo que necesita de héroes”, dice Brecht por medio de uno de sus personajes célebres: Galileo Galilei. El Paraguay insiste en los héroes, sin darse cuenta que tal necesidad permanente es un indicador de la incapacidad para resolver sus tragedias, desgracias y fracasos también permanentes. Debería, entonces, la desgracia ser objeto de estudio y del mejor de su pensar, y no la vida de sus héroes solamente.

Este trabajo espera ir en esa dirección, en la dirección del conocimiento de cómo acontecieron los hechos, hasta configurar el presente. Quizás es mejor decir cómo acontecieron hechos, memorias, silencios y olvidos, hasta configurar el presente. Porque el libro además vuelve a la vida a las condiciones de la educación tanto como las condiciones de la exclusión en cada momento histórico desde el periodo colonial. Aparece la tensión entre las ideas educativas medievales que se hicieron presentes en los años de la colonia y la educación tal como se la entendía en los pueblos indígenas, originarios del continente. Aparece el “negro”, ese otro invento de la normativa colonial al igual que el “indio”, en cuyo concepto se oculta y destruye en una sola palabra la riqueza del África: su presencia permanente, recuperada en estas líneas, pigmenta nuestra piel y nuestra memoria, reconciliándonos con buena parte de nuestro pasado, ese que es nuestro en singular y en plural a la vez. Aparece el guaraní que puebla con sus voces buena parte de Sudamérica al mismo tiempo que es silenciado por la “civilización”. Reviven, finalmente, las resistencias contra la dictadura, mostrando cómo sus fisuras solo pudieron ser llenadas por la fuerza.

Ponemos en escena nuevamente los métodos pedagógicos y didácticos, los programas de estudio y el currículum, mostrando también en cuanto fue posible los juegos de poder y los conflictos ideológicos que subyacen a su elaboración. Recorremos la alfabetización en el aula, sin olvidar el masivo analfabetismo de la población paraguaya durante la mayor parte de su historia. Cuestionamos asertos sin base documental, o, si se quiere, con base ideológica, como aquellos acerca de una inexistente y fantasiosa edad dorada educativa de los tiempos de la primera República, uno de los refugios favoritos de la evasión ante tanto deterioro del presente. Mostramos los esfuerzos de los docentes, no –reiteramos— con el ánimo de romantizar sus esfuerzos, sino presentándolos como personas con conciencia histórica, que hicieron lo posible para cambiar sus realidades en la medida de sus escasas probabilidades, mientras la tierra era explotada a manos llenas por capitales trasnacionales instalados mediante los corruptos y descontrolados procesos de venta de las tierras públicas.

“La educación es el punto en que decidimos si amamos al mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él (…) también mediante la educación decidimos si amamos a nuestros hijos lo bastante como para no arrojarlos de nuestro mundo y librarlos a sus propios recursos, ni quitarles de las manos la oportunidad de emprender algo nuevo, algo que nosotros no imaginamos para la tarea de renovar un mundo común”. (HANNAH ARENDT).

El libro es, entonces, no solo recopilación, sino recopilación y análisis, para sorprendernos de cuántas, demasiadas quizás, son las continuidades de un sistema educativo que se comporta de manera excluyente a lo largo del tiempo. El presente no tiene responsabilidades con el pasado, pero sí las tiene con el futuro: y para ser completamente responsables con el futuro, eficazmente responsables con el futuro, es necesario conocer el pasado para no presentar hoy como un gran logro al llamado complemento nutricional, que no es sino la repetición de la Gota de Leche, de los comedores comunitarios, de diversas épocas de la educación, que han sido invisibilizados y olvidados por estos mecanismos tan políticos del olvido y la destrucción de la memoria.

No podemos vivir en el pasado: no es posible, es ilusorio y, convertido en consigna política, es reaccionarismo puro. Pero tampoco podemos construir sin él, a riesgo de desconocer nuestra identidad, a veces edificante, a veces degradante y conflictiva, pero con la que hay que ser absolutamente honestos para planificar el futuro de manera humana. “La destrucción de los recuerdos es una medida típica de los gobiernos totalitarios” señala Metz. Y agrega: “A esclavizar a los hombres se comienza despojándolos de sus recuerdos. Toda colonización tiene ahí su principio”.

De manera que recuperar el pasado es un elemento de la descolonización, la fase negativa, el primer paso para dejar de ser quienes somos y construir un Paraguay democrático, plural e incluyente.

(Extracto de la Introducción del Libro MBO’E, recientemente lanzado).

Fuente del articulo: https://www.lanacion.com.py/gran-diario-domingo/2019/12/29/el-desafio-de-encarar-la-educacion/
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Biología sintética: una fábrica de vida en favor del medioambiente

TyN Magazine / Dra. Graciela Salas / 30-12-2019

Los organismos personalizados revolucionarán la forma en la que fabricamos todo. Científicos del MIT forman parte de Ginkgo Bioworks, una startup de biología sintética, valuada en 1.400 millones de dólares, que está elaborando los pilares para nuestro futuro en bioingeniería.

Estos son tiempos muy fértiles para compañías como Ginkgo, impulsadas por los avances tecnológicos y económicos, en particular por el desplome del costo de la secuenciación del ADN y herramientas de edición genética como Crispr.

Hoy más de 600 empresas trabajan en este sector de la industria según SynBioBeta, una firma californiana que mantiene la base de datos de startups de biología sintética. Este universo tiene un crecimiento del 5% al 10% cada año a medida que el dinero se invierte en estas empresas, recibiendo solo el año pasado 3.800 millones de dólares, según John Cumbers, fundador de SynBioBeta.

“Estamos viendo una demanda creciente de grandes y sofisticados actores estratégicos en industrias multimillonarias que se dan cuenta de que la biología sintética transformará sus campos”, dijo Jason Kelly , CEO y cofundador de Ginkgo Bioworks.

La promesa del campo no es solo la proliferación de nuevos productos, sino también una reducción del daño ambiental que proviene de nuestra fuerte dependencia de productos petroquímicos. Estas nuevas empresas abarcan toda la gama de venta de moléculas de ADN, que son los componentes básicos de vida para las firmas de consumo de alto perfil.

Ejemplos de estas compañías son Beyond Meat, la startup de hamburguesas de origen vegetal, que salió a la bolsa en mayo y ahora vale casi 10.000 millones de dólares. Su competidor más cercano es Impossible Foods, un unicornio respaldado por una compañía que recientemente comenzó a vender las hamburguesas a Burguer King.

La carne artificial a partir de plantas como las que ofrecen compañías como Beyond Meat e Impossible Foods (Bill Gates es inversor de ambas compañías) tienen mejores propiedades medioambientales. Esta ‘carne’ utiliza proteínas de guisante, soja, trigo, patatas y aceites vegetales para imitar la textura y el sabor de la carne de animal. Beyond Meat tiene una nueva fábrica de 2.400 metros cuadrados en California (EE.UU.) y ya ha vendido más de 25 millones de hamburguesas en 30.000 tiendas y restaurantes. Según un análisis realizado por el Centro de Sistemas Sostenibles de la Universidad de Michigan (EE.UU.), una hamburguesa de Beyond Meat probablemente generaría un 90 % menos de emisiones de gases de efecto invernadero que una hamburguesa convencional hecha de una vaca.

El enlace original de esta información es:

Biología sintética: una fábrica de vida en favor del medioambiente

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EL ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA 2019 Crecer bien en un mundo en transformación Niños, alimentos y nutrición

UNICEF 

UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN

Hace 20 años que el Estado Mundial de la Infancia examinó por última vez la nutrición infantil. Desde esa fecha han cambiado muchas cosas. Hemos cambiado el lugar donde vivimos: cada vez es mayor el número de familias que han abandonado las áreas rurales y se han trasladado a las ciudades. Hemos cambiado nuestras funciones: cada vez hay más mujeres que se incorporan a la fuerza laboral, conciliando las responsabilidades laborales con su función de cuidadoras primarias en el hogar, y a menudo con escaso apoyo de las familias, los empleadores o la sociedad en general. Las condiciones de vida en nuestro planeta han cambiado. La crisis del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los daños medioambientales suscitan ahora la preocupación de si será posible alimentar de manera sostenible a esta generación de niños, por no hablar de las generaciones venideras. Y también hemos cambiado lo que comemos. Estamos dejando atrás los tipos de alimentación tradicionales y autóctonos y adoptamos prácticas de alimentación modernas que con frecuencia son ricas en azúcares y grasas, y bajas en nutrientes esenciales. Este es el telón de fondo de la malnutrición infantil actual. Como tantas otras cosas, esta condición también está cambiando. La malnutrición, una palabra que antes estaba inextricablemente ligada a las imágenes del hambre y la hambruna, ahora debe utilizarse para describir a los niños con retraso en el crecimiento (cuya estatura es menor a la que corresponde a su edad); a los que padecen emaciación (cuyo peso es bajo en proporción a su altura); a los que presentan “hambre oculta” (es decir, deficiencias en vitaminas y minerales esenciales); y al creciente número de niños y jóvenes afectados por el sobrepeso o la obesidad. Estos son los niños que no están creciendo bien.

Las cifras son preocupantemente altas. En todo el mundo, uno de cada tres niños menores de 5 años presenta retraso en el crecimiento, emaciación, o sobrepeso y, en algunos casos, una combinación de dos de estas formas de malnutrición. En América Latina y el Caribe, la cifra es de uno de cada cinco. La triple carga de la malnutrición La desnutrición continúa afectando a miles de millones de niños. Su presencia es visible en el retraso en el crecimiento de los niños que no reciben una nutrición adecuada durante los primeros 1.000 días y a menudo después. Estos niños puede que soporten la carga del retraso en el crecimiento durante el resto de sus vidas y es posible que nunca alcancen el desarrollo pleno de sus capacidades físicas e intelectuales. La desnutrición también es evidente en la emaciación de los niños en cualquier etapa de sus vidas, cuando circunstancias como la escasez de alimentos, las malas prácticas de alimentación y las infecciones, a menudo agravadas por la pobreza, las crisis humanitarias y los conflictos, los privan de una nutrición adecuada y, en demasiados casos, provocan su muerte. En 2018, 149 millones de niños menores de 5 años sufrían de retraso en el crecimiento y casi 50 millones tenían emaciación. En América Latina y el Caribe, 4,8 millones de niños menores de 5 años sufren de retraso en el crecimiento y 0,7 millones de emaciación. Las carencias de vitaminas y minerales esenciales –lo que se conoce como el “hambre oculta”– privan a los niños de su vitalidad en todas las etapas de la vida y perjudican la salud y el bienestar de los niños, los jóvenes y las mujeres.

El número de niños y mujeres afectados por el hambre oculta es alarmante. Las estimaciones realizadas por UNICEF y sus aliados indican que existen al menos 340 millones de niños menores de 5 años (es decir, uno de cada dos) que padecen hambre oculta. El número de niños con obesidad de entre 5 y 19 años se ha multiplicado, aumentando entre 10 y 12 veces en todo el mundo. El sobrepeso y la obesidad, durante mucho tiempo consideradas trastornos de los ricos, afectan ahora cada vez más a los pobres, lo cual refleja la mayor disponibilidad en todos los países del mundo de “calorías baratas” procedentes de alimentos grasos y azucarados. Estos trastornos incrementan el riesgo de contraer enfermedades no contagiosas, como la diabetes tipo 2. Los análisis realizados como parte del estudio sobre Carga Mundial de Enfermedades sugieren que las prácticas de alimentación que carecen de una nutrición adecuada son actualmente la principal causa de muerte en todo el mundo. Sobrevivir sin prosperar Cada vez hay más niños y jóvenes que sobreviven, pero son muy pocos los que prosperan. Para comprender la malnutrición actual, es necesario centrarse en los alimentos y la alimentación en todas las etapas de la vida del niño. El panorama que surge es preocupante: Demasiados niños y jóvenes comen muy pocos alimentos saludables y demasiados alimentos poco saludables. Estos problemas comienzan temprano en la vida: en todo el mundo y en la región de América Latina y el Caribe, solo dos de cada cinco niños reciben exclusivamente leche materna en sus primeros seis meses de vida, lo que les priva de la mejor comida que un bebé puede obtener. En cuanto a los “primeros alimentos” que los lactantes deben empezar a consumir alrededor de los 6 meses de edad, estos también son, en demasiados casos, inapropiados para satisfacer las necesidades de los niños.

Menos de uno de cada tres niños entre los 6 y los 23 meses está consumiendo una alimentación lo suficientemente diversificada para sustentar sus cuerpos y cerebros en rápido crecimiento. En el caso de los niños más pobres, la proporción se reduce a sólo uno de cada cinco. Lograr que los sistemas alimentarios beneficien a los niños Si se mantienen las tendencias actuales, los efectos de la producción de alimentos en el medio ambiente no harán si no agravarse, mientras que la demanda de alimentos aumentará por lo menos en un 50% para mediados de siglo. Esta demanda tendrá que resolverse en el contexto de un mundo que, tras décadas de reducción, experimenta un lento aumento del hambre, con 820 millones de personas subalimentadas en 2018. Comprender cómo funcionan los sistemas alimentarios es fundamental para mejorar nuestras alimentación. Pero, con demasiada frecuencia, hay un grupo muy importante cuyos intereses quedan fuera del análisis de los sistemas alimentarios: los niños. Esta es una omisión peligrosa. Los niños son un grupo único. La mala alimentación tiene consecuencias de por vida en su crecimiento físico y en su desarrollo cerebral. Por eso deben ocupar un lugar central cuando se habla de sistemas alimentarios. Si los sistemas alimentarios benefician a los niños, también nos benefician a todos nosotros. Una buena nutrición puede romper el círculo vicioso intergeneracional a través del cual la malnutrición perpetúa la pobreza, y la pobreza perpetúa la malnutrición. Los niños que están bien alimentados disponen de una base sólida a partir de la cual pueden lograr el pleno desarrollo de sus capacidades. Y cuando los niños consiguen esto, las sociedades y las economías también se desarrollan mejor. Nuestro objetivo debe ser proporcionar a los niños una alimentación nutritiva, segura, saludable, asequible y sostenible.

Pueden descargar el Informe completo en este enlace:

EL ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA 2019 Crecer bien en un mundo en transformación Niños, alimentos y nutrición

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IE:Los resultados del informe PISA resaltan presiones sobre los sistemas educativos

IE / 29-12-2019

El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) que se ha publicado recientemente ha propiciado una reflexión entre los sindicatos de la educación sobre los sistemas escolares y el futuro de la educación.

En Alemania, el Reino Unido (RU), España y Australia, los sindicatos de la educación han recalcado sus principales conclusiones a partir del informe PISA publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el 3 de diciembre. El informe PISA evalúa la capacidad de los estudiantes de 15 años para utilizar sus competencias y habilidades en lectura, matemáticas y ciencia. 

 

RU: un trabajo bien hecho en circunstancias complicadas 

La National Association of Schoolmasters Union of Women Teachers (NASUWT), una afiliada de la IE en el Reino Unido, señaló que “los altos niveles de calidad de la enseñanza y el aprendizaje solo se garantizan con la presencia de docentes muy motivados y comprometidos con condiciones de trabajo que les permitan centrarse en la enseñanza en el aula. Los resultados del informe PISA de este año indican que los docentes están haciendo una gran labor, pero a menudo en circunstancias complicadas”. El sindicato advirtió sobre el uso que se hace de los resultados de PISA para clasificar a los países o las jurisdicciones. 

El sindicato añadió que, en lo que respecta al bienestar, los estudiantes del Reino Unido parecen tener menos “probabilidades de decir que están satisfechos con sus vidas que casi en cualquier otro país”. El sindicato manifestó su preocupación por que “el miedo al fracaso y la enorme presión que ejerce sobre niños y jóvenes la naturaleza de responsabilidad y alto riesgo de los exámenes en las escuelas del Reino Unido pueden ser un factor importante de esta conclusión”. 

 

EE. UU.: los sistemas escolares funcionan 

En los Estados Unidos de América, la American Federation of Teachers (AFT) relacionó el aumento del activismo de los docentes que exigen una mayor inversión pública y un descenso en los exámenes de alto riesgo con “un repunte en los resultados de PISA en los EE. UU.”. El Presidente de la AFT, Randi Weingarten, declaró: “Cuando intentas atender las necesidades pedagógicas y socioemocionales de los estudiantes, y escuchar a docentes, padres y madres —en lugar de penalizarlos por las puntuaciones de los exámenes—, puedes empezar a mover la aguja”. 

“Aun así, debemos ser cautos de las clasificaciones de la OCDE que comparan manzanas con naranjas y enfrentan a las naciones entre sí. En lugar de clasificar a los países con contextos educativos muy diferentes, deberíamos centrarnos en la investigación subyacente que indica que los sistemas escolares funcionan cuando los docentes están bien preparados y bien respaldados, y cuando a los estudiantes no solo se les presentan normas, sino que se les ofrecen herramientas para cumplirlas”. 

 

Alemania: se necesita una mayor inversión en las escuelas desfavorecidas 

En Alemania, el sindicato de educación Gewerkschaft Erziehung und Wissenschaft (GEW) manifestó su preocupación por la falta de apoyo facilitado a las “escuelas en situaciones difíciles”. Dada la fuerte correlación demostrada por PISA entre el logro académico y la situación social y económica del alumnado, la afiliada alemana de la IE pidió más inversiones en las escuelas de los vecindarios más desfavorecidos socialmente. Un descenso en la calidad de la educación también podría atribuirse a la escasez de docentes, señalaron desde el sindicato, que insta a realizar un esfuerzo nacional para atraer y retener a nuevo personal calificado. 

El GEW también destacó el bienestar de estudiantes y docentes, y advirtió frente al uso de los sistemas educativos chino y coreano como ejemplos basados únicamente en sus buenos resultados. 

 

España: las medidas de austeridad han afectado a la calidad 

En relación con España, el sindicato de la educación FECCOO ha achacado el bajo desempeño de los estudiantes españoles directamente a la reforma educativa conservadora de la Ley para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). El sindicato ha pedido revisar la LOMCE y crear un nuevo marco donde el aprendizaje eficaz sea una prioridad y se eviten la segregación y la discriminación. Las medidas de austeridad y la menor inversión en infraestructuras y personal habían pasado factura a la calidad general del sistema educativo, señalaron desde el sindicato, que instó al gobierno socialdemócrata recién elegido la concepción de una nueva propuesta para solucionar la situación. 

 

Australia: un sistema con diferencias entre «los que tienen y los que no tienen» 

El Australian Education Union (AEU) también lamentó la repercusión de las medidas de austeridad y los recortes en la educación en su país. Dijo que el informe PISA ha puesto de relieve la falta de equidad en la financiación del Gobierno federal destinada a las escuelas públicas. El Presidente del AEU, Correna Haythorpe, señaló que el informe PISA no presentaba ninguna sorpresa para los docentes que trabajaban en contextos desfavorecidos. “Las carencias de recursos son evidentes en la arquitectura de financiación escolar del Gobierno de Morrison, y esto tiene un gran efecto a nivel de la escuela en lo que se refiere a dotación de personal y a programas de aprendizaje”, dijo Haythorpe. “La política de desigualdad en la financiación escolar del Gobierno de Morrison está engañando a una generación de estudiantes australianos mediante la creación de un sistema con diferencias entre ‘los que tienen y los que no tienen’”. 

Según el informe, la brecha entre los que tienen el mejor rendimiento y los que tienen el peor rendimiento en las escuelas australianas fue mucho mayor que el promedio de la OCDE. “Nuestros docentes realizan una labor superlativa en la enseñanza de todos los estudiantes, pero el informe PISA indica que persiste una diferencia en el desempeño de los estudiantes de situaciones socioeconómicas más altas en comparación con aquellos de situaciones socioeconómicas más bajas”, declaró Haythorpe. “Los recursos didácticos adicionales que estarían disponibles si se garantizara que todas las escuelas se financian con el 100 % del punto de referencia de la norma de recursos de escolarización (SRS, por sus siglas en inglés) son fundamentales para estrechar estas diferencias en el desempeño”. 

 

El enlace original de la noticia es: https://ei-ie.org/spa/detail/16574/los-resultados-del-informe-pisa-resaltan-presiones-sobre-los-sistemas-educativos

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Colombia:La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación – FECODE, RECHAZA la aprobación de la Reforma Tributaria de Iván Duque. Proyecto de Ley 278 de 2019 Cámara, 227 de 2019 Senado.

FECODE / 28-12-2019

La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación – FECODE, RECHAZA la aprobación de la Reforma Tributaria de Iván Duque. Proyecto de Ley 278 de 2019 Cámara, 227 de 2019 Senado. Por las siguientes razones:

1. Es una reforma tributaria, no una ley de crecimiento económico. Cambiando el título del proyecto no se modifica su esencia, ya que el articulado no es más que una modificación al sistema tributario colombiano.

2. El proyecto tiene un impacto negativo en los ingresos para la Nación por más de $9.4 billones, principalmente, producto de la reducción del impuesto de renta del 32 al 30% para personas jurídicas.

3. El escaso recaudo del proyecto se soporta en un impuesto regresivo, como el IVA Plurifásico para gaseosas y cervezas con el que se espera recaudar más de $2.1 billones.

4. Es una reforma inequitativa, ineficaz y regresiva. Colombia es el cuarto país más desigual del mundo; el coeficiente de Gini antes de impuestos es de 0.57 y después de impuestos de 0.55; el proyecto no es más que una disminución de la carga tributaria y generación de exenciones a quienes tiene capacidad de pago.

5. La redistribución de ingresos que plantea el proyecto no corresponde a las necesidades de los colombianos. Mientras se reducen impuestos a los más ricos, el gasto fiscal, entendido como lo que se deja de percibir, tendrá que ser asumido por todos a través de una reducción en subsidios, inversión y gasto social en general, así que quienes más necesitan del Estado, son quienes pagarán la carga de esta medida.

6. La devolución del IVA, es una medida para acallar la movilización social. Se ha demostrado que los problemas socioeconómicos de los colombianos menos favorecidos, no se resuelven con el continuismo de políticas asistencialistas. Los problemas estructurales no se resuelven con medidas ineficientes.

7. Los tres días sin IVA, representan una cortina de humo. Dicha medida beneficiará a las familias que tengan capacidad de ahorro y puedan esperar determinado tiempo para acceder al beneficio; además, excluye a los colombianos que no cuenten con medios financieros para realizar las compras, ya que el pago se debe hacer en entidades comerciales y electrónicamente, lo cual, de paso le servirá a los grandes empresarios, quienes dinamizarán sus ingresos, mientras que el comercio informal, del cual dependen millones de colombianos no tiene ningún beneficio.

8. La reducción gradual de la cotización a salud de los pensionados con un salario mínimo, es lo único bueno de esta reforma. Sin embargo, no corresponde al compromiso del Estado Colombiano con todos los pensionados, por tanto, quienes quedan por fuera de este tope seguirán en espera del cumplimiento integral.

9. Se introducen mecanismos para fomentar el emprendimiento de la economía naranja y del sector agropecuario, que son excluyentes y rivales, ya que solo beneficiarán a grandes empresarios, acentuando las condiciones adversas de competencia que enfrenta millones de campesinos y emprendedores.

10. Mediante la figura de las “Megainversiones” se pretende dar una tarifa especial en el impuesto de renta del 27% para grandes empresarios por medio de contrato de estabilidad tributaria con una duración de 5 años, si realiza inversiones de capital de 30.000.000 UVT y genera escasos 300 empleos directos.

11. La experiencia internacional más reciente (Reforma Fiscal en Estados Unidos del Presidente Donald Trump) y en la que el Gobierno del Presidente Iván Duque fundamentó la presentación de este proyecto, es decir, la reducción de carga impositiva a las grandes empresas y grandes contribuyentes, no garantiza la creación de empleos. Para el caso de Estados Unidos, una investigación de Just Capital encuentra que, “(…) desde que se aprobaron los recortes de impuestos, las 1,000 compañías públicas más grandes en realidad han reducido el empleo, en general. Han anunciado la eliminación de casi 140.000 empleos, que es casi el doble de los 73.000 empleos que dicen haber creado en ese tiempo (…)”

12. Lejos de generar crecimiento económico con estas medidas, que en su mayoría están, hoy se encuentran vigentes dada la decisión de la Corte Constitucional de la ley 1943 de 2018. Las cifras reflejan un panorama desalentador: tasa de desempleo del 9.8%, aumentando la informalidad hasta llegar al 48%, aunado al fenómeno migratorio más importante de los últimos años; un crecimiento del PIB de 3.3% sobresaliente si se compara con el resto de economías de América Latina, pero, lo que se esconde en esta cifra, es que esta dinámica es por el exagerado crecimiento del sector financiero 8.2% que no genera valor agregado al aparato productivo del país, mientras que, la industria y la agricultura crecen apenas un 0.4% y 2.6% respectivamente.

En definitiva, menos ingresos tributarios para la Nación, conduce a la imposibilidad de una Reforma Constitucional al Sistema General de Participaciones, que incremente real y progresivamente los recursos para Educación, Salud, Agua Potable y Saneamiento Básico y Resguardos Indígenas, lo cual, agudizará las condiciones en estos sectores sociales.

 

 

Enlace original de la nota: https://www.fecode.edu.co/index.php/fecode-rechaza-la-aprobacion-de-la-reforma-tributaria-de-ivan-duque.html

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We Must Overcome Our Atomization to Beat Back Neoliberal Fascism

 

The recent impeachment hearings in the United States made clear that President Donald Trump abused his office and committed a crime against the Constitution. Not only did he attempt to pressure the Ukrainian government into investigating his presidential political rival Joe Biden and his son Hunter Biden in exchange for military aid, Trump also used the power of his administration to pressure loyal followers, such as Rudy Giuliani (his personal lawyer) to claim that Ukraine, not Russia, had intervened in the 2016 election – a position completely debunked by every US government intelligence agency.

In addition, Trump once again displayed his disregard for the law and the separation of powers by refusing to cooperate with the House impeachment inquiry, claiming that the evidence pointing to his use of power to secure political favors from the Ukrainian government was fake news and amounted to nothing more than a witch hunt. Moreover, he escalated his contempt for the proceedings by conducting a smear campaign against investigators leading the hearings by calling them “human scum.” And he threatened Marie L. Yovanovitch, the former ambassador to Ukraine, who criticized Trump’s policies with Ukraine, and derided media outlets that critically covered the event.

At the same time, Trump made clear his disdain for any viable notion of justice by pardoning three American servicemen accused of war crimes. There is more at stake here than simply a president’s abuse of office for political gain and his authoritarian embrace of unaccountable power and a shameful disregard for the law. Trump has launched a direct attack on the ideological, institutional and ethical foundations central to the functioning of a democracy.

Trump Playbook

Meanwhile, in Brazil, President Jair Bolsonaro has repeatedly attacked Indigenous groups working to protect the environment from illegal loggers and from lawbreaking networks that are driving the destruction of the Amazon. In doing so he has given a green light to groups that are illegally pillaging the rainforest and threatening to kill Indigenous people, small farmers, law enforcement agents and anyone else who tries to stop them. Exhibiting a Trump-like embrace of solipsism, the spectacle of distraction, and a penchant for political absurdity, Bolsonaro has falsely accused actor Leonardo DiCaprio “of bankrolling the deliberate incineration of the Amazon rainforest” and praised Augusto Pinochet’s military coup in Chile in 1973. Unsurprisingly, Bolsonaro has also expressed his support for Brazil’s 1964-1985 military dictatorship on a number of occasions. And when faced with opposition, he draws from the Trump playbook by producing scapegoats.

Resistance to the emboldened authoritarianism of Bolsonaro’s government is growing in Brazil, however, especially with the release from prison of former president Luiz Inácio Lula da Silva. Protests are occurring daily in the streets of Brazil, though not on the scale in which they are taking place in Colombia, Bolivia, Chile and Ecuador, and in spite of accelerating state repression. The massive protests that have occurred in Bolivia, Chile, Colombia and Ecuador have been met with violent police abuse and state repression.

These events may seem unrelated, but in fact they are part of intertwined trends that are transforming the political landscape across the globe. These movements of resistance represent a reaction to the multiple abuses produced by a mix of political authoritarianism and neoliberalism marked by cruel predatory policies, a disdain for human rights, and fascist claims to ultra-nationalism and social cleansing. In Chile, Bolivia, Colombia and other Latin American countries, people are organizing against a neoliberal system that denies meaningful health care, a decent pension system, quality education, public transportation, investment in public goods, and social mobility to the underclass of people deemed as disposable. In countries such as Hong Kong, the United States and Brazil, there are growing movements for democratic rights, solidarity and economic equality. In this instance, resistance movements share the struggle for combining struggles for economic equality, social justice and minority rights.

In other words, two distinct political tremors are shaking the world: the spread of resistance to rising neo-fascism (evident in places like Brazil and the United States) on the one hand, and a new surge in massive forms of collective resistance against neoliberalism (evident in places like Chile and Colombia) on the other.

These movements, which are engaging in massive forms of collective resistance, are aiming to destroy the structures and ideological plague of neoliberal global capitalism, with its relentless attacks on public goods, unions, social provisions and the ecosystem, as well as its relentless drive to privatize everything and turn all social relations into commercial transactions.

Taken together, these two movements are confronting the interrelated and mutually compatible demons of neoliberalism and fascist politics. Moreover, both movements are predicated on the need to engage the role of the symbolic as a political site where politics can be rethought and collective strategies can emerge.

Toward a Politics and Pedagogy of Everyday Life

Pedagogy as a politics of persuasion, identity formation and resistance offers up the opportunity for such movements to speak to a vision that addresses the core values of justice, equality and solidarity while taking on economic inequality, corporate power and racial injustice. Rather than talk in abstractions about freedom, equality and justice, it is crucial for radical political movements to frame their language in relation to the everyday experiences and problems that people face. For instance, it is important for radical social movements to fashion a language that resonates politically and emotionally with peoples’ needs, values and everyday social relations while embracing the core values of equality, freedom, solidarity and justice. Leah Hunt-Hendrix points to the importance of addressing such core values in the US. She writes:

“Millions of Americans – whether they’re people of color, white, immigrants; whether they live in cities, suburbs, small towns or the country; whether they’re Republicans, Democrats, independents, voters or non-voters – living in poverty or struggling to make it from paycheck to paycheck. Millions are unemployed or underemployed, choosing between health care, heat or housing. Many more feel like they’re slipping behind and lack the economic security they once had.”

At the same time, movements in Chile, Colombia and Ecuador are mobilizing against the twin evils of neoliberalism and fascism, and are demonstrating the need to address the cultural forces shaping society. Such forces are viewed as constitutive of the very nature of politics and modes of agency that both repress progressive alternatives and make them possible. Such movements are not only addressing the educative nature of neoliberal politics, but creating the theoretical and pedagogical groundwork for giving people the tools for understanding how everyday troubles connect to wider structures of domination. This pedagogy of resistance is critical of the attack on notions of the democratic imagination, redemptive notions of the social, and the institutions and formative cultures that make such communities, public goods and modes of solidarity possible. A radical pedagogy in this instance functions to break through the fog of manufactured ignorance in order to reveal the workings and effects of oppressive and unequal relations of power. Pedagogy as a tool of resistance opens up a space of translation, critique and resistance.

Atomization Makes Us Vulnerable to Oppressive Regimes

One reason the movements in Chile, Colombia and Ecuador have gained momentum is through their successful resistance to the atomization that isolates individuals and encourages a sense of powerlessness by claiming the existing order cannot be changed. They have at times succeeded in countering this atomization by refusing what Robert Jay Lifton in a different context calls a “malignant normality.” That is, the imposition of “destructive versions of reality” and the insistence “that they are the routine and the norm.”

This is particularly crucial because atomization is one of the conditions that make oppressive regimes possible. In order to dismantle these regimes, we must also find a way to break out of the patterns of atomization that enable them.

Leo Lowenthal writing in Commentary in January 1, 1946, writes about the atomization of human beings under a state of fear that approximates a kind of updated fascist terror, one that echoes strongly with the present historical era. Hannah Arendt went further and argued that, “What prepares men for totalitarian domination in the non-totalitarian world is the fact that loneliness, once a borderline experience usually suffered in certain marginal social conditions like old age, has become an everyday experience of the ever growing masses of our century.” She elaborates her view of loneliness as the precondition for fascist terror when she writes:

“Loneliness, the common ground for terror, the essence of totalitarian government, and for ideology or logicality, the preparation of its executioners and victims, is closely connected with uprootedness and superfluousness which have been the curse of modern masses since the beginning of the industrial revolution and have become acute with the rise of imperialism at the end of the last century and the break-down of political institutions and social traditions in our own time. To be uprooted means to have no place in the world, recognized and guaranteed by others; to be superfluous means not to belong to the world at all.”

What both understand, writing in the aftermath of the ravaging destruction produced by fascism and World War II, is that democracy cannot exist without the educational, political and formative cultures and institutions that make it possible. Moreover, atomized, rootless and uninformed individuals are not only prone to the forces of depoliticization, but also to the false swindle and spirit of populist demagogues, and the discourses of hate and the demonization of others.

We live in an age of death-dealing loneliness, isolation and militarized atomization. If you believe the popular press, loneliness is reaching epidemic proportions in advanced industrial societies. The usual suspect is the Internet, which isolates people in the warm glow of the computer screen while reinforcing their own isolation and sense of loneliness. The notion of friends and likes become disembodied categories in which human beings disappear into the black hole of abstractions and empty signifiers.

Many blame the internet for this development, but the rootlessness and loneliness on display in many internet-facilitated interactions actually predate the internet. In neoliberal societies, even before the invention of the internet, dependence, compassion, mutuality, care for the other and sociality were already undermined by a market-driven ethic in which self-interest becomes the organizing principle of one’s life, and a survival-of-the-fittest mode of competition breeds a culture that promotes an indifference to the plight of others, a disdain for the less fortunate, and a widespread culture of cruelty aimed at those considered poor, “disposable” and excess.

Isolated individuals do not make up a healthy democratic society. A more theoretical language produced by Marx talked about alienation as a separation from the fruits of one’s labour, and while that is certainly more true than ever, the separation and isolation now is more extensive and governs the entirety of social life in a consumer-based society run by the demands of commerce and the financialization of everything. Isolation, privatization and the cold logic of instrumental rationality have created a new kind of social formation and social order in which it becomes difficult to form communal bonds, deep connections, a sense of intimacy and long-term commitments.

Neoliberalism has created a society where pain and suffering are viewed as entertainment, warfare a permanent state of existence and militarism as the most powerful force shaping masculinity. Politics has taken an exit from ethics, and thus the issue of social costs is divorced from any form of intervention in the world. This is the ideological metrics of political zombies and the currency of neoliberal fascism. The key word here is atomization, and it is a curse imposed by both neoliberal and authoritarian societies while also posing a dire threat to any viable form of democracy.

Toward a Politics of Investment

As we are witnessing in Chile, Ecuador, Hong Kong and Brazil, the heart of any type of politics wishing to challenge this flight into authoritarianism is not merely the recognition of economic structures of domination, but something more profound – which points to the construction of particular identities, values, social relations, or more broadly, agency itself. Central to such a recognition is the fact that politics cannot exist without people investing something of themselves in the discourses, images and representations that come at them daily.

Rather than suffering alone, lured into the frenzy of hateful emotion, individuals need to be able to identify – see themselves and their daily lives– within progressive critiques of existing forms of domination and how they might address such issues not individually, but collectively. This is a particularly difficult challenge today because the scourge of atomization is reinforced daily not only by a coordinated neoliberal assault against any viable notion of the social, but also by an authoritarian and finance-based culture that couples a rigid notion of privatization with a flight from any sense of social and moral responsibility. Moreover, under the dynamics of a fascist political machine, power is concentrated in the hands of a small financial elite that promote divisiveness and hatred through appeals to white nationalism, a deep contempt for liberalism, a propensity for violence and a suppression of dissent.

The atomization of individuals in fascist and neoliberal societies finds its counterpart in the often fatal political fragmentation that is often seen on the left with its proliferation of different groups articulating and addressing often single-issue forms of oppression, whether they are rooted in some version of identity politics or specific instances of domination such as issues associated with climate change. This is not to suggest such struggles are not important politically. On the contrary, what is crucial and equally important is the strategic imperative to unite them around a politics of solidarity that can get them to work together through narratives that, as Nancy Fraser and Houssam Hamade argue, unite struggles for emancipation and social equality.

Feminist scholar Zillah Eisenstein captures insightfully and with great lyrical power the necessity for coalition building as part of a politics of solidarity. She writes:

“Coalitions are part of building solidarity with and between the differences. They are demanded by the complexity of our presences. We must move with and beyond the categories that push us apart like center and margin; we must move beyond binaries that separate and divide, and instead find a way toward connectedness that denies unity, or oneness, and instead images solidarity and its tensions. This is a moment for cross-movement and intersecting actions that will create new alliances that we might not know or imagine yet. This means supporting autonomous actions that become cross movement through the intersections that exist within each.”

A politics of solidarity could incorporate calls for health care, higher wages, decent pensions, access to quality education, a clean environment, and social goods that improve the dignity and quality of life for everyone. What is needed in this case is a politics that awakens new modes of identification, desire and self-reflection. Stuart Hall was right when he argued in the journal Cultural Studies that, “There’s no politics without identification. People have to invest something of themselves, something that they recognize is of them or speaks to their condition, and without that moment of recognition… Politics also has a drift, so politics will go on, but you won’t have a political movement without that moment of identification.”

The cultural apparatuses controlled by the 1 percent are the most powerful educational forces in many authoritarian societies, and they have been transformed into disimagination machines – apparatuses of misrecognition, ignorance and cruelty. Collective agency is now atomized, devoid of any viable embrace of the social. Too many people on the left and progressives have defaulted on this enormous responsibility for recognizing the educative nature for politics and for challenging this form of domination, working to change consciousness, and make education central to politics itself. Democracies are only as strong as the people who inhabit society. Put differently, the relationship between culture and politics becomes clear in the understanding that democracy’s survival depends on a set of habits, dispositions and sensibilities of a formative culture that sustains them.

Authoritarians Use Miseducation to Maintain Power

Trump plays to and manipulates the media because he understands how politics and theater merge in an environment in which the spectacle becomes the only politics left. He does not want to change consciousness, but to freeze it within a flood of shocks, sensations and simplisms that demand no thinking while erasing memory, thoughtfulness and critical dialogue.

For authoritarians like Trump and Bolsonaro, miseducation is the key to maintaining power. In addition, they use the media, schools and other cultural institutions to kill the social imagination, collapse the distinction between the truth and falsehoods, and abolish the line between civic literacy and lies. Education in the broadest sense has become a powerful weapon not merely of propaganda, but a tool of power in the shaping of desires, identities and one’s view of the future. The central political issue here is not about the emergence of an existing reign of civic illiteracy, but about the crisis of agency, the forces that produce it, and the failure of progressives and the left to take such a crisis seriously by working hard to address the symbolic and pedagogical dimensions of struggle – all of which is necessary in order to get people to be able to translate private troubles into wider social issues. The latter may be the biggest political and educational challenge facing those who believe that the current political challenge is not between simply Trump and progressives who rail against the financial elite and big corporations, but over those who believe in democracy and those who do not.

The threat to the planet and humankind is so urgent that there is no space in between from which to refuse to challenge these predatory political movements. The machinery of social and political death unleashed by the avatars of greed, disposability and exploitation parades its horrors like a badge of honor, all the while escaping into the global networks of finance and social irresponsibility, while preaching a feral nativism and developing a politics of entrenched walls and borders. Against these new political formations – as is evident in resistance movements in Puerto Rico, Ecuador, IraqLebanon and Hong Kong – movements for resistance have developed that are global, mobilized by millions, and call not to win justice through often rigged and corrupt elections, but to shut down the militarized institutions, cultures and ideologies of racism, exploitation and death through direct action. When thousands take to the streets, the punishing state loses the only weapon it has left: sheer repression. If these authoritarian states imprisoned and killed millions, such actions would attract even more resistance. Susan Buck-Morss, the author of Revolution Today, is right in writing:

“In order to challenge the illegality of law itself, the force that is needed has nothing to do with firearms. It is the overwhelming, globally democratic force of numbers across every line of difference. The way to prevent an ‘end to democracy’ is to make democracy the means.”

Any viable strategy for change needs a politics that informs the masses and immobilizes the ruling elite. Also needed is a politics that shuts down the flow of capital, the production of misery and the institutions that make it possible.

This suggests a politics that must unite workers, educators and others across the boundaries of race, class and a range of other oppositional movements. The biggest challenge to create such a unified movement speaks not only to a crisis of politics, but agency itself. Such a politics is only possible if it is accompanied by rigorous forms of self-reflection and self-determination as well as a rejection (as Theodor Adorno once put it) of the educational ideal of hardness and toxic masculinity that informs and shapes current right-wing populist movements. Paul Valery’s insistence that “inhumanity has a great future” can only survive if people accept the alleged universal presupposition that power is only about domination and that nothing can change.

As Byung-Chul Han argues in What is Power?, power exceeds the domination of the will, and its affirmation and use are never far from both a critique of oppressive power relations and a full-fledged resistance to them. Rather than only acting so as to repress freedom, power also constitutes itself through the production of freedom. If there is to be a successful challenge to the rise of neoliberal fascism across the globe, the root causes of the current political and economic threats to humankind must be uncovered by recognizing the “societal play of forces that operate beneath the surface of political forms.” In part, this means being historically aware of what forces are at work in a number of countries that signal the rise of new forms of authoritarianism and modes of fascist politics. While no historical moment provides the perfect mirror to the current crisis, our current situation offers up warnings about how the horrors of the past can crystallize into new forms.

Without Hope, There Is No Possibility For Resistance

Central to such a task is recognizing that the globe faces a crisis not only of politics, but also of memory, history, agency and hope. Without hope, there is no possibility for resistance, dissent and struggle. Agency is the condition of struggle, and hope is the condition of agency. Hope expands the space of the possible and becomes a way of recognizing and naming the incomplete nature of the present. It is worth noting that the US is suffering from a crisis of agency brought on in part by a crisis of civic literacy, education and the heavy hand of relegating millions to an ethic of sheer survival. As civic institutions collapse under the ideological and economic weight of global neoliberalism, a unique blend of fascist politics – with its hyper nationalism, call for racial purity, religious extremism and market fundamentalism – operates in what appears to be an ideological ecosystem of ignorance, power and alleged common sense, not to mention the allure of hatred, bigotry and racism.

One consequence is that the inability to relate to and identify with the suffering of others has reached crisis proportions in the current historical moment. This is a politics that celebrates brutality, aggression and sadism, and can be seen in the exercise of state terrorism in Brazil against ecological activists trying to save the Amazon rainforest, and in the United States in the separation and incarceration of undocumented immigrants and their children. In this plague of human cruelty and misery, what must be addressed is an understanding of the forces at work in the updated fusion of fascism and neoliberalism that now dominates a number of countries. At the very least, this is a politics in which political zombies masquerade as patriots, all the while promoting forms of racial and economic fundamentalism and social cleansing.

In the current historical moment, fascism in its neoliberal forms has moved to the center of power in a number of countries, such as Brazil and the United States, and it represents a unique political formation that is haunting the globe. If it is to be challenged, we must rethink how dominant politics resonates with the simplified discourses of populism and easily accommodates the call for strongmen to take over the reins of governance. To do so we must critically analyze the educational conditions that allow individuals to surrender their sense of agency, modes of identification and dreams to the ideological and political forces of neoliberal fascism.

At the heart of this issue is the question of how education can enable forms of self-formation that enable people to resist fascist and neoliberal mentalities, which are inevitably present within cacophonous democratic political modes of governance. To resist these mentalities, we must expose the ideological and economic workings of power and collectively embrace the need to engage in direct action in order to shut down the machineries of death. People in Chile, Puerto Rico, Hong Kong, Ecuador, and Iraq, among other countries, are rising up against the corruption and brutal austerity measures produced by neoliberalism and in doing so they are producing a fierce critique of capitalism and constructing a new understanding of politics and mass resistance. These protests are occurring at a crucial time when the forces of militarism, state violence and disposability are on the march. Under such circumstance, it is crucial to remember – as Marx once stated – that history is open and is made by human beings. It is in precisely that warning and hope that democracy will either perish or thrive. •

This article first published on the TruthDig.com website.

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