Por: Tomás F. Ruiz
Bajo el lema “Parar la masacre palestina” (Stop Palestine massacre) varios miles de manifestantes se convocaron frente al 10 de Downing Street en Londres para protestar por la venta de armas británicas al régimen nazi de Israel, así como contra la complicidad que el gobierno británico mantiene con el primer ministro Benjamín Netanyahu, en relación con las ultimas masacres provocadas por bombardeos israelíes en territorio palestino que dejaron 30 muertos. No contento con esta última y sanguinaria acción de castigo, el fhürer israelí ha prometido escarmentar a los palestinos con nuevas acciones bélicas de este tipo.
La concentración en Londres para protestar contra estas criminales agresiones y por una Palestina libre, fue ampliamente seguida por la población árabe que reside en la capital británica, contando en esta ocasión con un significativo porcentaje de ciudadanos ingleses que acudieron a la cita para manifestar su apoyo a la causa palestina en el Oriente Medio.
Hubo momentos de tensión cuando un grupo de provocadores israelitas desplegó una bandera de Israel en medio de la concentración. A continuación comenzaron a gritar consignas a favor de la ocupación de tierras y el exterminio de la población palestina. La indignación ante esta provocación pudo haber generado un linchamiento, acción que la policía británica evitó desplegando varias compañías de agentes que protegieron a los provocadores y los escoltaron hasta un lugar seguro.
Son muchos los grupos y asociaciones antibelicistas las que piden al gobierno británico que deje de abastecer al Estado de Israel con todo tipo de armamento, considerando que seguir vendiendo armas a un Estado terrorista, con el mismo tipo de actuaciones criminales en los territorios ocupados que desplegó la Alemania nazi durante la segunda guerra mundial, es convertirse en cómplice de Israel en todos los crímenes contra la Humanidad que comete.
La influencia del Estado de Israel en territorio británico, un poder que viene sobre todo marcado por la presión de los bancos y las sociedades financieras de propiedad hebrea, fue la que acusó al líder laborista Jeremy Corbyn de colaborador con terroristas -por su reunión con Hammas- y no paró hasta defenestrarlo como cabeza visible del partido. A pesar de la importante labor de regeneración que Corbyn llevo a cabo tras la decadencia ideológica del laborismo en manos de Tony Blair, fueron sus propios compañeros de partido los encargados de castigar su honestidad y su compromiso humanitario.
Mientras el canciller del Reichstag israelí, Benjamin Netanyahu, amenaza con nuevos y cruentos bombardeos como acción de castigo contra una Palestina que se resiste a ser ocupada por tropas nazis, la despreciable ramera en relaciones internacionales que representa la ONU mira para otro lado y ni siquiera condena estos inhumanos ataques a una población indefensa.