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Afganistán revoca prohibición de que niñas canten en público

La prohibición de que las niñas canten en público, impuesta la semana pasada por las autoridades educativas de la capital de Afganistán, fue revocada tras una campaña de protesta en las redes sociales.

Los coros de colegialas son habituales en los actos oficiales afganos, pero cuando las autoridades educativas de Kabul prohibieron la participación de adolescentes se produjo una reacción inmediata.

La orden suscitó temores de que los funcionarios de educación estuvieran «talibanizando» el país, anunciando un retorno a la época en que el grupo islamista prohibía la participación de las mujeres en casi todos los ámbitos de la sociedad.

A última hora del domingo, el ministerio de Educación emitió un comunicado en el que afirmaba que la prohibición «no refleja las posiciones o políticas del Ministerio».

El anuncio llegó tras una reacción masiva en las redes sociales con el hashtag #IAmMySong.

«En Afganistán, el ministerio de Educación ha sofocado hoy las voces de nuestras niñas al hacer ilegal que canten», tuiteó Shamila Kohestani, excapitana de la selección nacional de fútbol femenino.

La controversia se produce en medio de los temores de un posible regreso de los talibanes al poder, cuando Estados Unidos está estudiando la posibilidad de retirar las tropas que todavía tiene en el país en las próximas semanas, de conformidad con un acuerdo histórico firmado con los insurgentes el año pasado.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/03/15/mundo/por-descontento-afganistan-revoca-prohibicion-las-ninas-canten-en-publico/

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Noam Chomsky aboga por las tres causales en carta a arzobispo y todos los obispos dominicanos

Exhorta expresamente al arzobispo Francisco Ozoría Acosta a parar «el odio y las injusticias que generan esta situación».

El afamado lingüista, filósofo y activista político estadounidense Noam Chomsky firmó una carta pública dirigida al arzobispo Francisco Ozoría Acosta, «y todos los obispos dominicanos», en la que se aboga por la despenalización del aborto en tres circuntancias puntuales.

El legendario profesor laureado de lingüística de la Universidad de Arizona destaca en esa carta, con fecha 24 de marzo de 2021, que «han sido muchos los sacerdotes y monjas que han luchado y dado su vida porque las mayorías puedan vivir sin explotación, con oportunidades, con derechos y sin injusticias» y exhorta a los jerarcas católicos dominicanos a alinearse en ese sentido.

En la misiva se reconoce que República Dominicana está dividida, entre aquellos que apoyan y quienes desconocen el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, lo que «ha traído y seguirá trayendo malestar, odios y encono en todo el país», se apunta.

«De no aprobarse la despenalización en 3 causales, los abortos clandestinos y las muertes de niñas y mujeres continuarán y se incrementarán», advierte.

Recuerda diversos pasajes en distintas épocas y lugares en los cuales «la Iglesia ha sabido tomar el camino correcto cuando ha sido necesario y lo ha hecho de manera ejemplar», subraya.

«Esperamos que usted -dice en alusión directa al arzobispo- tome por iniciativa propia» la senda de «ayudar a detener el odio, ayudar a detener las injusticias que generan esta situación y abrir su capacidad visionaria, con tolerancia, para que la nación en su conjunto pueda elevar a la categoría de personas libres y con derechos, a las mujeres dominicanas.

Carta pública de Noam Chomsky y José Santana al Arzobispo Ozoria y a todos los Obispos dominicanos

24 de marzo, 2021

Su Excelencia

Reverendísimo Francisco Ozoría Acosta

Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo

Espero que al recibir esta correspondencia sienta la paz y sabiduría para hacer una pausa en el importante papel que le ha encomendado la vida y así quizás leerla con la mayor objetividad posible, separándose—aunque sea de manera abstracta—de su investidura.

En más de 2,000 años la Iglesia Católica ha jugado un papel significativo en la vida de millones de seres humanos. Algunas veces, ese desempeño ha sido heroico y se ha puesto a la altura de las circunstancias, encarnando en sí el mensaje de Cristo por los más necesitados y más desposeídos.

Han sido muchos, los representantes de la Iglesia Católica que durante largos años han asumido la salvación cristiana como una lucha que debe ser complementada por la disminución de las desigualdades económicas, por la participación política de los más necesitados, por la reivindicación de los derechos de hombres y mujeres como signos tangibles de la dignidad humana. Han sido muchos los sacerdotes y monjas que han luchado y dado su vida porque las mayorías puedan vivir sin explotación, con oportunidades, con derechos y sin injusticias.

Sé que usted conoce esa parte de la historia de la Iglesia y que no le son ajenos los nombres de hombres y mujeres de fe como: Ernesto Cardenal, Arnulfo Romero, Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Camilo Torres, Gaspar García, Elsa Támez, María Pilar Aquino, Ivone Gebara, María Clara Bingemer y Clelia Luro.

Por otro lado, esa misma historia de más 2,000 años tiene episodios oscuros y tenebrosos, de lo cuales sabemos que hoy día pesan como un lastre condenatorio sobre la Iglesia Católica y que esos episodios oscuros se vieron también florecer en los momentos de las dictaduras en muchos países del mundo en las cuales la Iglesia Católica fue el Concertino de esas orquestas fúnebres que dejaron miles y miles de muertes.

También han pesado mucho los escándalos de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia contra niños y niñas que estaban supuestos a ser protegido bajo el manto de la fe cristiana y resultaron vejados indecorosamente por aquellos que estaban llamados a protegerlos.

Como ve Su Excelencia, la Iglesia ha sabido tomar el camino correcto cuando ha sido necesario y lo ha hecho de manera ejemplar.

Actualmente, les toca a ustedes decidir de qué lado de la historia colocarse y aunque esta carta pueda no tener ningún efecto sobre sus posturas, bien servirá de testimonio para los años venideros, años en los que esperamos que ningún dominicano y dominicana tenga que decirles: “Se lo advertimos”.

La República Dominicana está dividida, entre aquellos que apoyan el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo en 3 causales y quienes no lo apoyan.

Esta división ha traído y seguirá trayendo malestar, odios y encono en todo el país. De no aprobarse la despenalización en 3 causales, los abortos clandestinos y las muertes de niñas y mujeres continuarán y se incrementarán.

La práctica de negarle a los seres humanos las posibilidades de tomar decisiones sobre sí mismos es conocida como “esclavismo” y resulta incompresible a toda luces, que hoy en día, la sociedad dominicana esté dividida entre aquellos que pueden decidir ser padres o no y aquellas “esclavas” que están obligadas por ley a ser madres en caso de quedar embarazadas, aun en contra de su voluntad, aun cuando ese embarazo sea resultado de una violación o incesto, aun siendo niñas de 9 años o aun corriendo peligro de muerte.

Como hombres que defienden la causa de las mujeres a decidir por sí mismas, si desean ser madres o no, es difícil entender la inequidad, diferencias e injusticias que existen cuando se trata la temática del derecho de las mujeres a interrumpir voluntariamente el embarazo. Normalmente las mujeres han tenido que tomar decisiones sobre sus cuerpos que les cambia la vida para siempre, cosa que no ocurre cuando se trata de nosotros, los hombres.

Debemos asumir sin conocerlo, que en su corazón palpita la voluntad de que este país llegue a un entendimiento justo sobre la despenalización de las 3 causales. Ustedes están llamados a dar un paso hacia adelante y hacia el futuro entendiendo que la despenalización de las 3 causales no es “carta abierta para el aborto” más bien todo lo contrario; es el derecho de las mujeres a decidir si desean ser madres o no, es el derecho a que las mujeres dominicanas tengan acceso a las atenciones de salud mínimas y asistidas para que no corran riesgo. Mujeres y niñas, que en su mayoría son las más desposeídas, tan desposeídas que muchas veces se les roba la infancia como resultado de las violaciones y el incesto.

El 18 de septiembre de 2013, Su Santidad, Papa Francisco, manifestó que: “La Iglesia católica debe dejar de lado su obsesión con las enseñanzas sobre el aborto, la anticoncepción y la homosexualidad y volverse más misericordiosa o se arriesga al derrumbe de toda su edificación moral como un castillo de naipes

Fue visiblemente notorio que la Iglesia se mantuvo en un segundo plano durante el referéndum irlandés sobre la Octava Enmienda a su Constitución el 25 de mayo de 2018. De igual forma, en noviembre, 2016 el Papa Francisco anuncio públicamente a todos los sacerdotes que absuelvan a las mujeres del “grave pecado” del aborto, extendiendo indefinidamente el permiso especial que había otorgado por la duración del Año Santo de la Misericordia.

El Papa Francisco escribió en su Carta Apostólica hecha pública que “no hay pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y borrar cuando encuentra un corazón arrepentido que busca reconciliarse con Dios”.

Lo que sucedió en Irlanda y Argentina, sin embargo, fue una clara indicación de que las cosas han cambiado, sobre todo por los escándalos de abusos sexuales que, sin dudas, han tenido un efecto importante. Muchas cosas están cambiando en el mundo actual, pues más de tres generaciones de mujeres en todo el mundo han demandado la necesidad de aceptar el aborto en 3 causales. El mundo ha cambiado y seguirá cambiando, porque varias generaciones de mujeres han luchado y continuarán luchando por sus legítimos derechos a la educación, por sus legítimos derechos al trabajo digno, por sus legítimos derechos a ocupar cargos públicos y por sus legítimos derechos a la no violencia y abuso sexual generalizados en los que tantas mujeres, niñas y niños han llegado a perder la vida.

Todas estas luchas no son producto de ningún tipo de conspiración orquestada en las oficinas de ningún magnate millonario con el objetivo de desestabilizar el mundo en su beneficio, son el resultado de años de opresión, de humillación, de ultraje que definitivamente la mujer de hoy no está dispuesta a tolerar.

Esperamos que vea estos cambios como algo bueno y los anime.

En el debate sobre las 3 causales, se dice que éstas son inconstitucionales porque la Constitución dominicana lo prohíbe. Sin embargo, es oportuno aclarar (y usted conoce los hechos históricos que así lo corroboran) que si bien es cierto la Constitución es la Ley Fundamental del Estado Dominicano y este tiene el PODER de hacer cumplir cierto concepto de lo que es legal bajo el precepto de la Constitución, PODER no implica JUSTICIA. La Constitución, el Código Penal y el Estado pueden definir las 3 causales como ilegal y estar equivocados al hacerlo, porque eso no necesariamente implica que lo que hoy es LEGAL sea JUSTO.

Ojalá nuestras palabras no resulten proféticas al decirle que la no inclusión de las 3 causales traerá consecuencias devastadoras para la sociedad dominicana en el futuro, ensordeciendo a millones de jóvenes que se alejarán cada vez más de la espiritualidad que la iglesia pueda ofrecerles y se aferraran más a un mundo material donde sentirán que solo ellos pueden ser sujetos de su propia historia.

Tanto la decisión de tener un aborto como la de llevar un embarazo a término tienen consecuencias. Estas consecuencias pueden ser físicas, sociológicas y/o psicológicas. Por eso es importante que la decisión se deje en manos de cada mujer para que decida por sí misma con qué consecuencias puede vivir. Por esta razón, el acceso a la atención médica segura con relación al embarazo y el aborto, en 3 causales, deben estar disponible para todas las mujeres, en todo el país.

Como dijimos anteriormente no estamos seguro de que esta comunicación pueda revertir la posición que ustedes han mantenido con respecto a las 3 causales, pero bajo el manto de la creencia cristiana siempre existe esa posibilidad y esperamos que usted tome por iniciativa propia ayudar a detener el odio, ayudar a detener las injusticias que generan esta situación y abrir su capacidad visionaria, con tolerancia, para que la nación en su conjunto pueda elevar a la categoría de personas libres y con derechos, a las mujeres dominicanas.

Con sinceros sentimientos de respeto, se despiden.

“Firmo esta carta en apoyo al derecho de las mujeres dominicanas a interrumpir voluntariamente el embarazo en las circunstancias citadas”. José M. Santana

“I am signing this letter in support of the right of Dominican women to voluntarily interrupt pregnancy in the cited circumstances.” Avram Noam Chomsky

Fuente: https://acento.com.do/actualidad/noam-chomsky-aboga-por-las-tres-causales-en-carta-a-arzobispo-y-todos-los-obispos-dominicanos-8927694.html

 

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La crítica de las ideologías frente a la crítica de la religión. Libro descargable en formato (pdf)

SBN 978-987-722-822-9
CLACSO.
Buenos Aires.
Febrero de 2021

*Disponible sólo en versión digital

Este libro reúne un conjunto de trabajos que ensayan una aguda lectura de la obra de Marx con el propósito de demostrar cómo el autor de El Capital procuró sustentar un humanismo científico no exclamatorio o, dicho de otro modo, un humanismo de la praxis. Es decir: un humanismo a partir del cual el ser humano sea reconocido y tratafo como el ser supremo para el ser humano.
«Hinkelammert lee a Marx con la meticulosidad y el cuidado de quien se agarra al hilo de Ariadna para transitar por la crítica del capitalismo actual».
Del prólogo de Carlos Aguilar

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Curas y militares: ¿continuismo o transformación?

Por: Marcelo Colussi 

Nunca más oportuna una cita: ejército e iglesia son instituciones conservadoras, hiper jerárquicas, autoritarias. No permiten el disenso, la pregunta creativa, el cuestionamiento.

¿Qué significa la revolución socialista? Es un gran cambio en la historia, un parteaguas que marca un antes y un después. No es cualquier cambio: es la transformación político-social, económica y cultural más grande que pueda concebirse. Es, para ser congruentes con lo pensado por los clásicos decimonónicos, Marx y Engels, el inicio de un camino hacia el comunismo, hacia la sociedad sin clases sociales, aquella pretendida «unión de productores libres asociados«, aquel lugar donde rige la máxima «de cada quien según su capacidad, a cada quien según su necesidad«.

Ha habido algunos procesos de esos en la historia, muy pocos, que marcaron rumbo, que iniciaron un camino socialista, habiendo logrado fenomenales mejoras para su población: Rusia en 1917, China 1949, Cuba en 1959. Hubo procesos que se acercaron a la construcción de esos nuevos paradigmas: Vietnam, Corea, Nicaragua. Hubo igualmente numerosos momentos de cambio en la historia reciente, que no pasaron al socialismo en sentido estricto, pero fueron buenos intentos: los socialismos africanos, los socialismos árabes, interesantes procesos en Latinoamérica.

Sin dudas, cambiar radicalmente paradigmas no es fácil. De ahí que, pese a tanta sangre derramada, tantos esfuerzos, tantas luchas heroicas de pueblos que se alzaron contra las injusticias, lograr edificar una sociedad nueva es una tarea titánica. La toma del poder político, el asalto final a la Casa de Gobierno, es apenas un paso, minúsculo en relación a la magnitud del cambio en ciernes. Lo más dificultoso viene después: edificar el socialismo no es solo industrializar o electrificar un país, como decían los bolcheviques en 1917. Eso puede ser básico, pero no alcanza.

¿Qué significa entonces una revolución socialista? Es un cataclismo social, en el más amplio sentido de la palabra. Es decir: no se trata solo de cambiar -transformar de raíz, no con cambios cosméticos pasajeros sino cambios irreversibles- la estructura económica de base, confiscar en nombre del pueblo alzado las grandes propiedades privadas del capitalismo (extensiones territoriales, grandes empresas privadas de producción industrial o de servicios, la banca). No se trata solo de transformar el Estado, de órgano de dominación de clase en un Estado obrero-campesino-popular; no se trata solo de desarticular los órganos represivos de la otrora clase dominante: fuerzas armadas, policía, todos los mecanismos de control e inteligencia, sino que se trata también de cambiar la ideología, la cultura dominante, transformar de raíz el pensamiento autoritario, machista-patriarcal, racista, adultocéntrico, homofóbico que permea todas las sociedades. Es decir: es una revolución en todos los campos, al mismo tiempo, que libera todas las fuerzas sociales, las expande, que no tiene miedo a nada, que no es conservadora.

Sin dudas, la magnitud del cambio en juego es fabulosa. Por eso cuesta tanto, y no hay manual que presente los pasos «correctos» para lograrlo. ¿Quién es el encargado de ese cambio? Eso es un complejo proceso, y lo que las experiencias exitosas de revoluciones socialistas nos enseñan es que se deben conjugar necesariamente dos factores: una población hastiada de las injusticias y penurias debidamente movilizada, y un grupo que, en articulación con esa movilización, esté en condiciones de conducir políticamente toda esa energía. En otros términos: si no se dan ambos factores, con una potencia revolucionaria que saca de una vez a la hasta ese entonces clase dirigente, no hay revolución. Puede haber cambios superficiales, pero no revolución. La revolucionaria polaco-alemana Rosa Luxemburgo, analizando la revolución bolchevique de 1917, expresaba: «No se puede mantener el «justo medio» en ninguna revolución. La ley de su naturaleza exige una decisión rápida: o la locomotora avanza a todo vapor hasta la cima de la montaña de la historia, o cae arrastrada por su propio peso nuevamente al punto de partida. Y arrollará en su caída a aquellos que quieren, con sus débiles fuerzas, mantenerla a mitad de camino, arrojándolos al abismo«.

Una movilización espontánea, tal como las que se han visto en muchos puntos del mundo últimamente, y en especial hacia fines del 2019 antes que llegara -casualmente- la pandemia de COVID-19, sin conducción, sin proyecto político revolucionario a mediano y largo plazo, termina extinguiéndose; allí no hay revolución socialista (la Primavera Árabe, las cuantiosas protestas en Latinoamérica, los “chalecos amarillos” en Francia, etc.) Y una vanguardia -intelectual o guerrillera- sin conexión con las masas movilizadas, igualmente no es revolución socialista. Ejemplos de fracasos al respecto -tristes y estrepitosos en algunos casos- sobran en la historia. El mesianismo debe dejársele a los Mesías. Y parece que mesías, fuera del oratorio compuesto por Haendel en 1741, no hay.

Hablando de este segundo elemento, del grupo conductor, vale profundizar el análisis. «¿Qué representa una minoría organizada? Si esta minoría es realmente consciente, si sabe llevar tras de sí a las masas, si es capaz de dar respuesta a cada una de las cuestiones planteada en el orden del día, entonces esa minoría es, en esencia, el partido» [revolucionario], decía Lenin en 1920. Ahora bien: ¿quién forma ese partido, vanguardia, elemento de conducción o como quiera llamársele? Gente que tiene una firme convicción en el ideario socialista, gente con sólida preparación ideológico-política y con una ética de la solidaridad a toda prueba. Obviamente, ningún «político» de cualquier partido de la democracia restringida que presenta el capitalismo cumple con estos requisitos. Ellos son, en definitiva, quienes manejan el aparato que custodia los capitales y que está destinado a continuar con las cosas tal cual están. Puede haber maquillajes reformistas, socialdemócratas, pero de allí no pueden pasar. Si lo intentan (Salvador Allende en Chile con un socialismo por vía democrática, Jean-Bertrand Aristide en Haití con importantes reformas sociales o, salvando las distancias, John Kennedy en Estados Unidos intentando oponerse al poderoso complejo militar-industrial, por poner algunos ejemplos) terminan desplazados del poder con un golpe de Estado, o con un balazo en la cabeza.

Ahora bien: ¿pueden militares o religiosos ser revolucionarios? ¡Absolutamente imposible! ¿Por qué? Porque en su ADN ideológico no hay revolución posible alguna. Ambos estamentos sociales están preparados para otra cosa: obedecer y no cuestionar. «Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre» rezaba una pinta del Mayo Francés. Nunca más oportuna la cita: ejército e iglesia son instituciones conservadoras, hiper jerárquicas, autoritarias. No permiten el disenso, la pregunta creativa, el cuestionamiento.

Muchas de las experiencias de nacionalismo socializante que se ha dado, y se sigue dando, en Latinoamérica, con tonos antiimperialistas a veces, no pueden pasar de reformismos capitalistas con cierta preocupación social. Pero de revolución socialista: nada. Y muchas de esas expresiones han sido conducidas justamente por militares: Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Jacobo Árbenz en Guatemala, Juan Velasco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá, Hugo Chávez en Venezuela. Es que, si son militares los que conducen el cambio, no puede haber cambio revolucionario genuino y sostenible, porque ellos (muchos formados en el más visceral anticomunismo, incluso en la Escuela de las Américas regenteada por Estados Unidos) están listos para «matar enemigos», cumplir órdenes y desfilar (payasada que alimenta un pensamiento no pensante, que solo acata voces de mando). Solo para poner un ejemplo: en Guatemala, los comandos kaibiles -el grupo elite más avanzado- tenía como consigna militante sentirse «máquinas de matar». ¿Puede alguien preparado en esta lógica, en el más absoluto respeto a la autoridad sin cuestionamiento alguno, en el acatar sin deliberar, estar en condiciones de cambiar las estructuras profundas de la sociedad? ¡¡No, en absoluto!!, porque está preparado para conservar esas estructuras.

El general Jorge Rafael Videla en Argentina no entendía por qué lo estaban juzgando como criminal de guerra, cosa que expresó públicamente, si se consideraba un «salvador de la patria ante el avance del comunismo internacional»… ¡Y tenía razón en su razonamiento! Si se dedicó a «matar enemigos», según los manuales con los que se formó, no podía entender por qué ahora lo criminalizaban. Él, al igual que todos los militares latinoamericanos, están para servir al capital, para mantener el estado de cosas y no para cambiarlo. Hugo Chávez en Venezuela pudo afirmar sin vergüenza que en ese país «no hay lucha de clases». «Nosotros, el Movimiento Bolivariano, yo Hugo Chávez, no soy marxista pero no soy antimarxista. No soy comunista pero no soy anticomunista«. ¿De verdad? Intríngulis difícil de digerir.

¿Y los curas? Su máxima expresión de preocupación social fue la Teología de la Liberación, surgida luego del Concilio Vaticano II, cuando la iglesia católica, en sintonía con el clima contestatario dominante en ese entonces: década de los 60 del siglo XX, propuso su «opción preferencial por los pobres». Pero «optar por los pobres» no significa transformar de raíz su situación de exclusión histórica. Fue un movimiento importante, sin dudas, que incluso sirvió para alimentar grandes luchas sociales en su momento, e incluso movimientos de acción armada, pero que no pudo pasar de un reformismo samaritano. En numerosas ocasiones los sacerdotes (¡todos varones, ni una sola mujer!, déficit inaudito ya de entrada) se plantearon la posibilidad de salirse de la curia romana, más nunca lo hicieron. Finalmente, como proyecto transformador no cuajó, no pasó nunca de una buena intención. Más aún: en Latinoamérica fue neutralizado por la llegada en masa de los nuevos cultos neopentecostales, con un discurso enfermizamente anticomunista e individualista. Al no salirse de la égida de Roma, acatando las órdenes del Vaticano finalmente, terminó esfumándose (la imagen del padre Ernesto Cardenal arrodillado frente al Papa Juan Pablo II pidiéndole perdón en Managua lo dice todo).

Definitivamente un proceso revolucionario necesita de revolucionarios. O, para decirlo de otro modo (pues suena demasiado altanero, petulante, cuestionable incluso llamarse «revolucionaria» una persona; los pueblos, a veces, son revolucionarios), necesita la conjunción de masas movilizadas y conducción coherente. Alguien preparado para matar, o alguien que hizo votos de castidad, definitivamente no puede entender de verdad lo que es la gente común (que no mata y que sí tiene actividad sexual).

Por tanto, sabiendo que curas y militares no pueden, aunque quieran, llevar adelante un proceso revolucionario (en las academias castrenses y en los seminarios se prepara a jóvenes para distanciarse de la gente, para sentirse distintos, para no cuestionar el orden dado), sabiendo todo eso, habrá que pensar en algo distinto. Todos los procesos de reforma social con talante antiimperialista que se conocieron en Latinoamérica a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI impulsados por militares «progresistas» terminaron fracasando, no caminaron hacia el socialismo. Cuba se mantiene. ¿Habrá que estudiar el porqué? Todos los procesos conocidos en Latinoamérica inspirados en la Teología de la Liberación, murieron. ¿Habrá que estudiar el porqué? Una revolución socialista la hace la gente común, que no está preparada solo para recibir órdenes. Diferencia absolutamente fundamental.

Marcelo Colussi

Analista político e investigador social, autor del libro Ensayos

mmcolussi@gmail.com,

https://www.facebook.com/marcelo.colussi.33

https://www.facebook.com/Marcelo-Colussi-720520518155774/

https://mcolussi.blogspot.com/

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/211075
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Libro (pdf). La religión ante los problemas sociales. Espiritualidad, poder y sociabilidad en América Latina. Verónica Giménez Béliveau (Comp)

El presente volumen es el resultado de las discusiones del grupo de trabajo CLACSO “Religiones, espiritualidades y poder en América Latina y el Caribe”, que funcionó desde 2013 hasta 2016 abordando temáticas relacionadas con los fenómenos religiosos y espirituales desde la perspectiva de las Ciencias Sociales. Enmarcado en una línea de reflexión que desde hace años reúne a investigadores, pensadores
y profesionales de América Latina, es la continuidad de dos Grupos de Trabajo (GT) precedentes (2005-2008 y 2009-2012) que buscaron profundizar distintos aspectos de las temáticas relacionadas con lo espiritual y lo religioso, y que continuará luego en el GT “Religión, neoliberalismo y poscolonialidad” en el período 2016-2019.
Nuestra experiencia de investigación como grupo nos ha llevado a profundizar la recomposición de las creencias socio-religiosas en América Latina y el Caribe: las personas no dejan necesariamente de creer, en muchos casos las creencias se reconfiguran, cambian de forma y de objetos, generan sociabilidades renovadas. A su vez que estas otorgan legitimidad a espacios de ejercicio del poder y de la dominación (Dri, 2011), también contribuyen a la consolidación de tiempos y lugares de resistencia y de alternativas sociales y culturales relacionándose desde allí con otras instancias de poder (Mella, 2008; Lozano, 2008). Las sociedades de América Latina y del Caribe han demostrado  una vitalidad en el campo religioso que se expresa en la pluralidad de religiones y espiritualidades asociadas a procesos de emancipación, y
también a dominaciones variadas.

Link de descarga: Beliveau-La-religion

Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20200604051639/Beliveau-La-religion.pdf

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Islamofobia y creación del otro en Europa

Por: Sarah Babiker

La Francia de Macron se ha puesto a la vanguardia de un discurso que sitúa al Islam como amenaza a la identidad europea y que lleva años de apogeo gracias a la extrema derecha.

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Entrevista a la escritora y periodista Cristina Fallarás «La Iglesia católica es la fuente de todo el dolor para la mujer»

Por: Juan Losa

Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) se ha saltado dos de sus máximas a la hora de sentarse a narrar; no escribir novela histórica y no estudiar para escribir. La culpa es de María Magdalena, o mejor, de la imagen de puta que la Iglesia ha perpetuado sobre su figura. Su último libro, El evangelio según María Magdalena (Ediciones B, 2021), planta cara a una versión patriarcal que ha resultado devastadora para las mujeres.


De prostituta a santa, el periplo de María Magdalena a lo largo de la historia no es cosa menor, que diría aquel…

Y el caso es que en La Biblia jamás aparece como prostituta ni nada que se le parezca. Ella en realidad es la que acompaña a Cristo en los evangelios y la única que está ahí cuando resucita, sólo ella puede dar fe de lo que ha ocurrido. Hay una contradicción tremenda en la construcción del personaje de María Magdalena, una contradicción que se hace evidente cuando encuentran los papeles del Mar Muerto y de repente la Iglesia católica no puede seguir ninguneando su figura.

Aquel hallazgo deslizaba la hipótesis de que María Magdalena venía de una «ciudad judía rica» y que cuidaba de Jesús con sus propios medios…

Y que era una persona culta perteneciente a la élite del momento, una mujer privilegiada para la época. De repente, la cúpula de la Iglesia con Bergoglio a la cabeza decide de la noche a la mañana que hay que santificarla, la hacen incluso apóstol de los apóstoles…

Pero el daño, entiendo, ya está hecho.

Exacto, María Magdalena será ya por siempre la puta. Pero es que esto no es lo que pone en los evangelios, y no sólo eso, es que resulta además redundante porque nosotros ¡ya teníamos una puta!La escritora Cristina Fallarás en su casa de Madrid. Fernando Sánchez

Ah, ¿sí?

Claro, Eva, la del pecado original. Por eso sorprende que conviertan a María Magdalena en prostituta siglos más tarde, es una redundancia en toda regla.

No contentos con una…

Eva es la que ofrece la manzana de la tentación y por su culpa tú trabajas con el sudor de tu frente y yo paro a gritos de dolor, ella es culpable de todo lo que somos y por lo tanto merecemos castigo. Pero ahí no queda la cosa, es que también está la Virgen María, que es la madre de Dios y que siendo virgen da a luz, no como tú, puta, que para parir necesitas follar, y que incluso exiges gozar. Y ahí tienes un segundo castigo, que es el castigo de la sexualidad femenina.

Una sexualidad que, además, aborda con tremenda crudeza en el libro.

Es que a las vírgenes se les llamaba así no porque las casaran sin haber follado, sino porque las casaban sin la regla. Así que lo que les pasaba a aquellas muchachas es que el tipo las empezaba a follar cuando ni siquiera tenían la regla, eran crías de trece o catorce años, no estaban suficientemente desarrolladas y las pobres reventaban.

Y cuando esto sucedía, eran ellas, también, las que se encargaban de curarlas.

No sólo de curarlas, es que eran ellas las que se ocupaban de todo lo doméstico. El parto, la crianza, la salud, la higiene… La mujer no participa en el ámbito público, eso se lo apropian los hombres, la mujer permanece en el castigo, en el oprobio.

Ni penitente, ni prostituta, ni sirvienta… La María Magdalena de Fallarás es independiente y dura. ¿Así la imagina?

No hace falta imaginarla. Le doy la vuelta. Simplemente introduzco otro punto de vista a lo que narran los evangelios; el punto de vista de una mujer. Y al mirarlo así, te das cuenta de que todo lo que son grandes gestas, toda esa ampulosidad y esa épica, todos esos milagros, se convierten en asuntos cotidianos, porque la ampulosidad, la guerra y los milagros forman parte de un relato masculino, de esa épica masculina.Cristina Fallarás. Fernando Sánchez

Y frente a esa épica, ¿lirismo?

Sólo en el estilo. Frente a esa épica; lo práctico, lo doméstico. Las narraciones épicas se convierten en historias domésticas. Así, cuando se escucha aquello de pedid y se os dará, en realidad de lo que se está hablando es de qué coño, todo se os dará porque nosotras ordeñamos las cabras, amasamos el pan, parimos, cuidamos, limpiamos la casa… De repente, todo es verosímil, es decir, todos aquellos milagros pasan al plano de lo cotidiano.

¿Qué opina de que ahora las mujeres puedan dar la comunión y leer textos en la misa?

Bueno, partamos de la base de que a mí la Iglesia católica me aterra. En realidad me aterran todas las religiones, pero la católica en particular; la Iglesia católica es la fuente de todo el dolor para la mujer. El papel de las monjas es el papel de aquellas que obedecen lo que de verdad la Iglesia querría para todas las mujeres. Fíjate en los votos de castidad de las monjas, en el de silencio o el de obediencia, es aterrador porque reproduce exactamente el papel que quisieran para la mujer. Quizá por eso las monjas se dedican a la educación y por eso somos como somos. A mí me educaron las monjas.

Pues algo no fue del todo bien…

Porque yo me revolví de puro cristiana, es decir, yo fui cristiana de la misma manera que ahora soy marxista, y por las mismas razones.

¿Abrazó una nueva fe?

Busqué otra construcción de la igualdad y del reparto de la riqueza. En realidad, si lees los evangelios te das cuenta de que te están hablando de igualdad.

Fuente: https://rebelion.org/la-iglesia-catolica-es-la-fuente-de-todo-el-dolor-para-la-mujer/

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