Voces que irrumpen en el silencio. La lucha por los de derechos de las mujeres indígenas

Por: Alicia Moncada

Comprender que –históricamente- las indígenas han generado sus propias ideas y formas de resistencia ante la subordinación evita la infantilización que impregna la producción teórica feminista noreurocéntrica.

Sabemos que el movimiento y la resistencia indígena han develado al poder neocolonial racista, pero son las mujeres indígenas organizadas quienes revelan su fondo patriarcal. Ellas han podido “separar que cosas que sufren exclusivamente como mujeres y que específicamente como indígenas” (Aura Cumes, 2012, p. 2). Allí radica una de sus grandes contribuciones: nos muestran la imbricación de múltiples y simultáneas discriminaciones (etnia, sexualidad, clase y raza) en el fenómeno de la opresión patriarcal. Sus experiencias como oprimidas exponen los “lados perversos del poder desde su posición en los márgenes” (Ibídem, p. 3). Afirman, desde la resiliencia, que “si no fuera por el sufrimiento, tal vez no lucharíamos” (Comandante Esther citada por Guiomar Rovira, versión digital), teniendo que vencer la invisibilización y la disolución de sus reivindicaciones étnicas y de género en las premisas de un feminismo hegemónico blanco, liberal y burgués.

Además, este feminismo hegemónico aúpa un paradigma y la visión liberal de los Derechos Humanos que se caracteriza por desconocer las violaciones de Derechos que vivencian las indígenas como productos de la intersección de su situación de vulnerabilidad individual y colectiva. Cuando se presentan estas situaciones no sólo se violan los derechos de las indígenas como individualidades, sino como parte de un pueblo, por lo mismo “el avance de los derechos humanos de las mujeres indígenas está intrínsecamente vinculado a la lucha para proteger, respetar y ejercer, tanto los derechos colectivos de nuestros pueblos como nuestros derechos como mujeres” (Foro Internacional de Mujeres Indígenas, versión digital)

Ahora, para poder entender la opresión patriarcal que denuncian las mujeres indígenas debemos revisar la universalización de la noción de patriarcado, tomando en cuenta “la compleja sumatoria de causales de vulnerabilidad” (Karina Bidaseca, versión digital) que vivencian las originarias. Todas las sociedades han desarrollado sistemas sexuales, pero es preciso distinguir la manera en que se “han organizado los mundos sexuales y los modos empíricamente opresivos en que se han organizado los mundos sexuales” (Gayle Rubin, 1975, p. 8) En el caso del patriarcado se habla de un sistema sexual en donde el poder masculino, elaborando ideología sexista, se ha posicionado sobre el cuerpo de las mujeres. Pero es sólo “una forma específica de dominación masculina” (Idem). Los pactos patriarcales se efectúan dependiendo de la cultura y a través de coaliciones estratégicas, por lo que el análisis del patriarcado no puede basarse en categorías universalistas y antihistóricas. Asumir que la noción de patriarcado ha fungido como un localismo globalizado1, nos ayuda a entender los grandes impedimentos y severas limitaciones “para conocer y cuestionar la vida de las mujeres cuyos deseos, afectos y voluntad han sido modelados por tradiciones no liberales” (Aida Hernández y Liliana Suárez, 2008: 39).

Empero, el patriarcado occidental ha contribuido al sostenimiento del orden colonial moderno, pues aunque “siempre hubo jerarquía y relaciones de género como relaciones de poder y prestigio desigual (…) con la intervención colonial estatal y el ingreso al orden de la colonial modernidad esa distancia opresiva se agrava y magnifica” (Idem). Si las mujeres no indígenas fueron atadas, por adjudicación patriarcal, a un estado de pasión e instinto, las originarias poseen grilletes más poderosos que las condenan un estado inhumano. Nos dice Todorov que son indios al cuadrado, pues su atadura a un estado de naturaleza indomeñable es doble.

De la misma forma, dentro de las organizaciones de mujeres indígenas y su potencial emancipador, se han generado propuestas que surgen de la crítica a una idea de mujer genérica, universal –producto de la hegemonía del pensamiento feminista blanco, burgués y liberal- desde la que, generalmente, se construyen propuestas estatales, privadas y de la sociedad civil, basadas en una emancipación y empoderamiento neoliberal y asistencialista. Ante esta situación, las propuestas de las organizaciones de mujeres indígenas son acciones políticas que buscan “descolonizar al sujeto y develar la manera en que las representaciones textuales de aquellos sujetos sociales -construidos como “los otros”- (…) se convierten en una forma de colonialismo discursivo que no sólo da cuenta de una realidad sino que la construye” (Rita Segato, 2010, p. 25).

La construcción de categorías monolíticas de “mujer”, “mujeres” y “mujeres del tercer mundo” obvian “la relaciones complejas y dinámicas entre su materialidad histórica en el nivel de opresiones específicas y decisiones políticas, por un lado, y sus representaciones discursivas generales, por el otro” (Chandra Mohanty, 1984/2008, p. 16). La articulación del discurso de la “mujer indígena” refiere a una visión con la impronta “legitimadora del discurso humanista de Occidente” (Ibídem: 3) que convierte a las mujeres del “tercer mundo” e/o indígenas en objetos de análisis, sin ánimos de vislumbrar sus métodos de resistencia -ancestrales y actuales-antes las condiciones de la opresión patriarcal. De esta manera los feminismos eurocéntricos se “apropian y colonizan la complejidad constitutiva que caracteriza la vida de las mujeres” (Idem) con diversas procedencias étnicas. Esta situación es una trampa colonial que ve, en las mujeres indígenas, simples víctimas que no han encontrado salidas a su situación y que precisan de la tutela de los mecanismos de protección articulados desde una visión feminista que pregona una igualdad y equidad basada en una mujer genérica criolla y urbana.

Aunque algunas indígenas no cuestionen la dominación, muchas se han unido para desmantelar la opresión de sus culturas y la del mundo criollo-mestizo. Podría decirse que la subordinación patriarcal en los pueblos indígenas es “diferente a la del género occidental y que podría ser descripta como un patriarcado de baja intensidad” (Segato, 2010: 3). Pero independientemente de las diferencias entre un patriarcado y otro lo que sí podemos asegurar es las acciones de las indígenas organizadas socavan los privilegios masculinos dentro de sus comunidades y están en constante pugna con el patriarcado colonial moderno. Estas agrupaciones y sus acciones también surgen por la indiferencia de los hombres indígenas a introducir las reivindicaciones de las mujeres en la agenda de la lucha étnica. Estos varones que también padecen la discriminación étnica y el racismo, hacen doble uso de los privilegios patriarcales sobre las indígenas. Aprovechan las prebendas, fundamentadas en la cosmovisión y la tradición, que les brindan algunas de las culturas indígenas, mientras que emplean las prerrogativas del patriarcado colonialista para aislar a las mujeres en el ámbito de lo privado, la reproducción y el cuidado de los otros.

Millaray Painemal, investigadora Mapuche, señala las múltiples dificultades que tiene el trabajo político de las mujeres en las organizaciones mixtas lideradas por varones, dando la impresión de que los hombres, tal como afirma María Lugones “no se identifican con las mujeres” (Lugones, versión digital) ni sus problemas, aunque esto no implique una traición sino “una complicidad forzada” (Idem) por el mantenimiento del poder que ejercen sobre las mujeres. Las indígenas al agruparse por sus demandas de género desmantelan ese apartamiento hacia el ámbito de lo privado que obstaculiza el fortalecimiento de sus voces reivindicativas.

Comprender que –históricamente- las indígenas han generado sus propias ideas y formas de resistencia ante la subordinación evita la infantilización que impregna la producción teórica feminista noreurocéntrica. Las mujeres indígenas organizadas, desmontan pues la misión civilizatoria de un feminismo blanco/criollo/mestizo, nacionalista, nor-eurocentrado y burgués que andan en búsqueda de sujetas a quienes salvar del primitivismo y el sub-desarrollo. Un ejemplo es la construcción de la Ley revolucionaria de las mujeres del EZLN, esfuerzo generado por las indígenas combatientes, quienes se dedicaron a generar cambios en favor de la igualdad. Dice la mayor Ana María, del pueblo tzotzil, que “nosotras protestamos porque no había una ley de mujeres. Así nació, la hicimos y presentamos en la asamblea donde estamos todos, hombres y mujeres, representantes de los pueblos” (Citado por Rovira, 1997, p. 115). La configuración de la Ley fue un arduo trabajo comunitario de movilización y discusión, donde los hombres no participaron activamente. Dicen las zapatistas que “para redactarla iban las compañeras a las comunidades a platicar con las compañeras y a preguntarles cuál es su opinión y qué es lo quieren o necesitan que aparezca en una ley. Se fueron juntando las opiniones de las mujeres de cada pueblo y entonces las que sabemos escribir lo escribimos” (Idem). Esta acción hasta despertó el asombro del Sub-comandante Marcos quien describió inicialmente este levantamiento como “un verdadera revolución” (Idem)

Las mujeres indígenas organizadas instan al mundo a reconocer que “esa imagen de la india sumisa, callada y que ‘aguanta todo’ es una visión estereotipada y discriminatoria que demuestra una incapacidad para reconocer que nosotras, sin la ‘iluminación’ del feminismo criollo, podemos distinguir las desigualdades de género” (Organización de Mujeres Indígenas Amazónicas Wanaaleru, versión digital). Con sus planes, sueños y proyectos de cambio, ellas trazan el camino para que otras “despierten más y más y que tengamos la palabra todas las mujeres” (Comandante Susana citada por Rovira, 1997, p. 210). Aunque estas mujeres que siguen tejiendo cambios, pugnando por la erradicación de las discriminaciones que padecen y trabajando por un verdadero buen vivir, saben que todavía faltan muchísimos nudos que desatar. Mientras tanto, esas voces originarias en resistencia que irrumpen en el silencio de la discriminación, el dolor y la invisibilización seguirán exigiendo Derechos, promulgando exhortaciones y exclamando: somos y existimos.

Referencias bibliográficas

Bidaseca, Karina (2014) Cuerpos racializados, opresiones múltiples. Ser mujer, indígena y migrante ante la justicia. Versión digital [http://www.trabajosocial.unlp.edu.ar/uploads/docs/gt17__cuerpos_racializados__opresiones_multiples__ser_mujer__indigena_y_migrante_ante_la_justicia_.pdf]

Cumes, Aura Estela (2012) “Mujeres indígenas, patriarcado y colonialismo: un desafío a la segregación comprensiva de las formas de dominio” en: Anuario Hojas de Warmi, n° 17. Versión digital.

Foro Internacional de Mujeres Indígenas (2005) Declaración del FIMI de Beijing +10. Versión digital

Hernández, Aida y Suárez, Liliana (Editoras) (2008) Descolonizando el feminismo: teorías y prácticas desde los Márgenes. Madrid. Editorial Cátedra.

Lugones, Maria (2008) Colonialidad y Género. Versión digital [http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39600906]

Mohanty, Chandra (1984/2008) “Bajo los ojos de occidente. Academia feminista y discurso colonial” en: Descolonizando el feminismo: teorías y práctica desde los márgenes. Madrid, Editorial Cátedra.

Organización de Mujeres Indígenas Amazónicas Wanaaleru (2014) Ideas estereotipadas comunes, racistas, colonialistas y eurocéntricas sobre las mujeres indígenas. Versión digital [https://wanaaleru.wordpress.com/2014/11/27/ideas-estereotipadas-comunes-racistas-colonialistas-y-eurocentricas-sobre-las-mujeres-indigenas/]

Rovira, Guiomar (2001) “Entrevista a la Comandante Esther” en Enlace Zapatista. Versión digital [http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2001/02/22/comandanta-esther-entrevista-con-guiomar-rovira/]

_____________ (1997) Mujeres de maíz. México. Ediciones Era

Rubin, Gayle (1975) (1996) “El tráfico de mujeres: Notas sobre la «economía política» del sexo.” En: Lamas Marta (Comp) El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. México. PUEG.

Segato, Rita (2010) “Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico descolonial” en: Quijano, Anibal y Navarrete, Julio (Eds) La cuestión Descolonial. Lima. Universidad Ricardo Palma – Cátedra América Latina y la Colonialidad del poder.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/voces-que-irrumpen-en-el-silencio-la-lucha-por-los-derechos-de-las-mujeres-indigenas/

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Trata de mujeres indígenas: la continuidad de la conquista sexual de América

La voz arrebatada a las mujeres que deviene de una larga historia de “sexuación de la razón” (Fraisse, 1991) nos ha adjudicado el status de objetos de estudio o de musas inspiradoras, pero jamás de constructoras de conocimiento.  Esta negación de la razón y el derecho a gestar sabiduría es un tema que se complejiza cuando consideramos la existencia de un vampirismo epistémico que se enuncia como feminista y que se ha trazado la colonización de la voz de la diversidad.

Es así como, además de los monopolios ongistas que nos tenía acostumbrados a interesarse desde la postal y sin compromisos en el botín de la “otredad”, un sector del feminismo avanza sin dudar hacia la colonización de la otra racializada frente al creciente interés de donantes y agencias de cooperación internacional en performativizar la reducción de la pobreza.

Las buscadoras del botín de la diferencia ya están conscientes de que la categoría monolítica de mujer no existe y con una batería de referencias bibliográficas se lanzan a la conquista de un continente de nuevos commodities temáticos, todo siempre desde la lástima producida por una realidad tan ajena de la que se deslindan una vez que la investigación o el proyecto ha concluido.

Parece bastarles solo con realizar proyectos de investigación que nunca llegan a las manos de sus “objetos” de estudio y artículos construidos desde la opinión o la teorización, sin la labor que implica vivir junto a la otra –hombro a hombro con todo y las dificultades que ello acarrea- la opresión que se denuncia.

No obstante, lo más vil de esta avanzada es la contribución que realizan a mantener la caracterización de las racializadas como víctimas pasivas entrampadas en la rueda de la pobreza, que no pueden representarte a sí misma por lo que deben ser representadas.

Estas representaciones, bastante abonadas por el sector ongista y su “pornografía humanitaria” (Negrin, 2011), son funcionales para aquellas -que usando las mismas estrategias de las empresas extractivas- buscan construirse una remunerativa experticia en la otra racializada como commodity temático.

Aunque no es una novedad el saqueo del botín de la otredad, ya que tiene mucho tiempo siendo usufructuado por las ciencias sociales que inauguraron los primeros especialistas en los “otros”, el crecimiento de este sector del feminismo que ha aprendido a matizar el discurso mesiánico de occidente es abrumador.

Una de sus estrategias para potabilizar sus acciones es dirigir el discurso de la culpa del rapto de la voz de las mujeres solo hacia a los hombres y cuando toca mirar dentro del feminismo lo diluyen. Chandra Mohanty en Bajo los ojos de Occidente (1986) ya había vislumbrado cómo un feminismo liberal, occidental y burgués coloniza “la complejidad constitutiva que caracteriza la vida de las mujeres en el tercer mundo” (Mohanty, 2008: 11).

Mohanty dio ejemplos claros de los primeros pasos de la capitalización de las mujeres que arrastran múltiples y pesadas mochilas de discriminación. Ahora ese feminismo no se posiciona como blanco y burgués, sino que se camufla como decolonial reduciendo la participación de las subalternas a la categoría de activistas (Pineda, 2018).

Lamentablemente, no pululan las mujeres racializadas que tratan de vencer los muros de la subalternidad ni en la academia o en las organizaciones no gubernamentales, pues mucho nos cuesta incluso llegar a posicionar nuestras voces en los espacios comunitarios.

Quienes hemos luchado para responder si puede hablar el subalterno, tal como nos interrogó Gayatri Spivak hace unas décadas, sabemos que aprender a sortear las barreras y estrategias de quienes pretenden robarnos la voz es una tarea cotidiana y que atraviesa incluso los espacios que se suponen despatriarcalizados.

El solo aprender a hablar resulta un largo y tedioso camino marcado por una historia de despojo territorial y la operatividad de mecanismos sociales que reproducen relaciones de desventaja. Asimismo, la desigualdad formativa que acarrea un escaso acceso a la educación de calidad y con pertinencia cultural, aunada a la vergüenza étnica, deja el umbral abierto a cualquiera con intenciones de convertirse estratégicamente en vocera de las “sin voz”.

La educación formal no es la única barrera, se suma el lobby de clase social y la discriminación en los espacios académicos, e incluso ongistas, que aún no logran concebir que sus objetos de estudios y rebaño de subalternas pueden hablar por sí mismas.

Por lo mismo, creo en las sororidades que reivindican a la otra con respeto a su labor e historia de contribuciones previas. Que sirven de puentes y no de interlocutoras, pues son capaces de reconocer que los privilegios sociales que detentan son potenciales herramientas para el saqueo.  Al atreverse a desnudar sus propias agendas y partiendo de unas sinceras ganas de aportar a las causas de aquellas que no miran las manifestaciones de la patriarcal colonialidad desde la lejanía es que podrán estar en condiciones de responsablemente vincularse a la experiencia viva.

Bibliografía

Fraisse, G. (1991) Musa de la razón. La democracia excluyente y la diferencia de los sexos. Barcelona, España: Ediciones Cátedra.

Nerín, G. (2011) Blanco bueno busca negro pobre. Barcelona, España: Roca Editorial de Libros.

Mohanty, C. (1984/2008) “Bajo los ojos de Occidente. Academia feminista y discurso colonial” En: Liliana Suárez y Aida Hernández (Editoras) (2008) Descolonizando al feminismo. Teoría y práctica desde los márgenes. Madrid, España: Ediciones Cátedra.

Pineda, E. (2019) Recolonización, clasismo y racismo: CLACSO y los estudios “Afrolatinoamericanos”. Recuperado de https://iberoamericasocial.com/recolonizacion-clasismo-y-racismo-clacso-y-los-estudios-afrolatinoamericanos/

Fuente: https://iberoamericasocial.com/la-colonizacion-de-la-otra-reflexiones-sobre-el-uso-de-las-mujeres-racializadas-como-objetos-de-estudio/

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12 de octubre: Ni descubrimiento, ni encuentro de 2 mundos, Día de la Dignidad y Resistencia Indígena

Pável Uliánov Guzmán / @PavelUlianov

Para los pueblos originarios, el 12 de octubre es una fecha clave para su identidad, es día de lucha,  reivindicación, dignidad y resistencia indígena.

El 12 de Octubre se conmemora desde el punto de vista de la  historia oficial y eurocentrista, como el día del “Descubrimiento de América” por Cristóbal Colon en el año de 1492,  sin embargo, los españoles no hicieron tal hallazgo, pues para descubrir, es necesario encontrar algo desconocido, y estas tierras que hoy se llaman América eran ya conocidas, habitadas, nombradas y dominadas  por los pueblos originarios desde miles de años antes del arribo de los conquistadores.

A  esto se le puede aunar que Cristóbal Colon murió creyendo que había llegado a la India, por lo que no se puede descubrir en base a una aberración geográfica.

Paralelamente, el 12 de octubre también se celebra lo que se ha denominado “Día de la Raza”, como  aniversario del mestizaje de las culturas indígena, negra y europea, designación  derivada del llamado “Día de la Raza Española”, noción creada en Europa por el ex ministro español Faustino Rodríguez en 1913, con lo que nuevamente se reproduce una visión eurocentrista. En México, aberrantemente la primera celebración del “Día de la Raza” fue en el año 1928, durante el gobierno de Álvaro Obregón.

Así mismo,  estas designaciones  también son inapropiadas debido al concepto de raza, el cual es un intento discriminatorio de clasificación de los seres humanos y como es bien sabido, en el género humano no existen las razas, pues todos procedemos de una misma especie biológica.

En otros países como Argentina o Ecuador, el 12 de octubre se celebra el “Día de la Diversidad Cultural” o “Día de la Interculturalidad”, haciendo alusión al respeto e  interacción de  las diferentes culturas coexistentes, así como con el objetivo de reconocer y rectificar la colonización de América. Conmemoraciones establecidas hace pocos años.

Por otro lado, en algunas naciones se celebra el “Día del Encuentro de Dos Mundos”, sin embargo, históricamente no fue un encuentro de dos culturas, sino, conquista, sometimiento y explotación de una minoría española en contra de las culturas originarias. En otros países se conmemora el “Día Panamericano” como en Belice.

Cabe mencionar que en Bolivia, en base a un decreto del 12 de octubre del 2011, se festeja el “Día de la Descolonización”, después de haberse llamado “Día de la Liberación, de la Identidad y de la Interculturalidad”.

Para los pueblos originarios, el 12 de octubre es la fecha en que recuerdan el inicio del  genocidio, sometimiento y discriminación indígena. La llegada de los españoles significó la interrupción y destrucción de diversas civilizaciones originales, que de forma singular y aislada de la interacción existente entre África, Asia y Europa, elaboraron sus propias concepciones de mundo, Estado, escritura, idioma, educación, ciencia y arte.

Antes del arribo de los españoles, en el México central vivían alrededor de 20 millones de personas, después de la conquista,  la población de todas las naciones mesoamericanas disminuyo radicalmente, en resumen durante los primeros 130 años de dominación española murió el 95% de la población nativa, de ahí surgió la necesidad de importar mano de obra de África.

Durante más de 500 años, los indígenas carecieron de autogobierno efectivo y les impusieron Ayuntamientos, Audiencias, Visitadores, Virreyes y Gobernadores, permaneciendo durante siglos sin voz en sus propios territorios ancestrales. Despojándolos de sus tesoros como el oro,  la plata y las  piedras preciosas, saqueando sus recursos naturales tales como el caucho, el hierro y el petróleo,   explotando su fuerza de trabajo en diferentes modalidades como el esclavismo, las encomiendas, el vasallaje y el peonaje,  y al mismo tiempo destruyendo o en el mejor de los casos distorsionando su propia historia.

En general, los pueblos originarios han participado en los grandes movimientos y trasformaciones sociales, a nivel nacional, participaron en importantes hechos de rebelión durante la época colonial, en la lucha por la independencia de México, contra la invasión norteamericana y francesa, en la Guerra de Reforma, en la Revolución Mexicana y en importantes insurgencias cívicas en distintos momentos del Siglo XX.

Así mismo, ante el supuesto festejo por el V Centenario del descubrimiento de América, se generan e impulsan enormes movilizaciones indígenas en todo el Continente Americano, con acciones de tomas de tierras, cierre de caminos, tomas de oficinas, marchas, plantones, vigilias, asambleas, para hacerse presentes y reivindicar sus demandas históricas y la exigencia de sus derechos como pueblos originarios.

En este contexto, el 12 de octubre de 1992, en Morelia Michoacán es derrumbada la estatua del Virrey Antonio de Mendoza, esto como símbolo de opresión y dominación hacia los indígenas y como señal de la lucha por la liberación de los pueblos originarios. Posteriormente, se realiza el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que vuelve a colocar como un tema prioritario de la agenda nacional el tema indígena.

En particular, para los pueblos originarios de Michoacán, es día de recordar las contiendas históricas de sus antepasados, la resistencia indígena de las rebeliones de Pátzcuaro en los años de 1766 y 1767, el estallido social que tuvo mayor significancia en el siglo XVIII en la llamada “Nueva España”, donde cientos de indígenas y mestizos se levantaron en armas,  adelantándose a lo que 43 años acontecería después,  la lucha por la independencia.

Día de evocar el combate agrario de Primo Tapia que durante la década de los 20 del siglo pasado, quien junto con sus hermanos p´urhépecha de Naranja, Tiríndaro y Tarejero, lograron la expropiación de la hacienda de Cantabria, propiedad de latifundistas españoles, encabezando una década antes el llamado “reparto agrario”.

Día de rememorar, la defensa de las tierras comunales de Elpidio Domínguez Castro y la comunidad de Santa Fe de la Laguna en los 80 del siglo XX, quienes tomando decisiones por medio de Asambleas Generales y defendiendo ante todo la propiedad comunal y el trabajo colectivo, lograron el deslinde de tierras comunales a su favor.

Día de conmemorar la oposición en contra de los voraces hacendados coordinada por Efrén Capiz o las batallas por la autonomía de tata Juan Chávez en Nurio. Día de reflexionar y luchar por la libre determinación y autogobierno como hacen las comunidades de Cherán K´eri, Urapicho, Pichátaro, entre muchas otras.

Bajo el anterior marco, el 12 de octubre no es el día  del descubrimiento de América, ni  día de la raza, es el Día de la Dignidad y Resistencia Indígena,  día en que se celebra que después de 523 años, pese a los sistemáticos intentos de destrucción,  los pueblos originarios continúan preservado su organización comunitaria, su cultura y  su idioma.  Escribiendo hoy por hoy, gradualmente pero a paso firme,  su propio devenir histórico.

Email: pavel-ulianov@hotmail.com
Facebook: /PavelUlianov

Fuente: http://michoacantrespuntocero.com/12-de-octubre-ni-descubrimiento-ni-encuentro-de-2-mundos-dia-de-la-dignidad-y-resistencia-indigena/

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Venezuela Investigadores de África y Latinoamérica participarán en congreso de antropología en Mérida.

Investigadores de África y América del Sur participarán este lunes en el I Congreso Internacional de Antropología, que se llevará a cabo en la Universidad de Los Andes (ULA), ubicada en el estado Mérida.

El acto de inauguración será a las cuatro de la tarde en las instalaciones del Aula Magna de la ULA. La entrada es libre y se pueden consultar los horarios de los conversatorios en el portal web del evento,www.antropologiasdelsur.org.ve.

En las actividades, que se llevarán a cabo en diferentes instalaciones del campus universitarios, se contará con la presencia de investigadores como Esteban Krotz, doctor en Filosofía de la Universidad de Munich, Alemania, y profesor de la Universidad de Yucatán, México; Eduardo Restrepo, fundador de la Red de Antropología del Mundo y profesor de la Universidad de Carolina del Norte y en Colombia; Esteban  Mosonyi, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela así como Jacqueline Clarac, doctora en Antropología por la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y profesora de la ULA, refiere una nota de prensa.

Además de los conversatorios, se realizarán proyecciones de materiales audiovisuales de cada uno de los 16 simposios del Congreso, distribuidos en ocho ejes temáticos, que finalizará el viernes 14 de octubre.

Se prevé que el miércoles, en conmemoración al Día de la Resistencia Indígenas, los investigadores realicen una visita al moján Valerio Gutierrez y a la laguna de Urao en Lagunilla, ubicado en la entidad andina, agrega la nota.

Fuente:

http://www.onlinenewspapers.com/spanish-index.htm

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/z8yChbV099d18WuCiJ9TGvh-LWjOz7V6Z3Ay5MJAREiT_Fd2C02FQpmkPqsMN8P6N_QJHA=s85

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