Revaloricemos la educación

Por: Marcelo Trivelli

Las cifras entregadas por el Ministerio de Educación sobre la deserción escolar en el año 2021 indican que cerca de 40 mil niños, niñas y jóvenes en edad escolar abandonaron sus estudios en el último año, de ellos, un 53% son hombres y el 46% mujeres. Este número sólo se refiere a aquellos que, habiendo estado dentro del sistema, no se matricularon este año.

Muchos otros estudiantes simplemente no asisten. El ausentismo es la principal causa de déficit en el aprendizaje de contenidos y desarrollo de habilidades socioemocionales. Según Fundación Presente, uno de cada tres estudiantes tiene ausentismo crónico, es decir falta a clases un mes o más al año.

Las tres principales causas que explican la deserción y el ausentismo son, sentirse o estar siendo agredidos por sus pares (matonaje) o desvalorizados por uno o más profesores, no contar con condiciones para asistir a clases (ser cuidadores de un familiar, tener que trabajar, etc.) o falta de valoración de la educación por parte del estudiante y/o de su familia.

Recordemos que la obligatoriedad en la educación fue contemplada por primera vez en Chile en la ley N°3.654 del 26 del año 1920 que establecía que “a falta de cumplimiento que se refieren a las obligaciones de los padres o guardadores con respecto a la matrícula y a la asistencia escolar, será penada: a) Con amonestación verbal; b) Con multa de dos a veinte pesos, o prisión de uno a diez días, si pasados quince después de la amonestación no se ha cumplido todavía con la ley; y c) En caso de reincidencia, con pena doble de la anterior, precedida de amonestación hecha con quince días de anterioridad”.

Y continuaba: “La misma pena señalada en el inciso primero del artículo precedente sufrirá el director de fábrica o taller que acepte como trabajadores a menores de dieciséis años que no hayan cumplido la obligación escolar”.

La suspensión de clases presenciales por la pandemia de COVID-19 ha demostrado que la escuela juega un rol fundamental en la socialización; el aprender a vivir en comunidad y compartir con otros niñas, niños y jóvenes. En otro ámbito fue una buena decisión del Ministerio de Educación suspender la aplicación del SIMCE que ha terminado siendo un instrumento de discriminación más que un aporte al aprendizaje de las y los estudiantes.

Actualmente la educación básica y media son obligatorias, sin embargo, no existe política pública que haga a padres, madres y/o apoderados, ni al Estado hacer cumplir la ley resguardando el interés superior del niño, niña o joven. Por tanto, nadie se hace cargo efectivamente de la exclusión escolar.

En el caso de la educación, aplica el refrán popular que dice: “lo que por conocido se calla, por callado se olvida”. Y a eso podemos agregar que el discurso hegemónico, pero equivocado, de estos días es que en Chile la educación es de mala calidad. Hay problemas, sí, pero la educación es mucho más que el rendimiento en pruebas estandarizadas.

Quienes trabajamos en educación tenemos el desafío de revalorizar, resignificar y volver a dignificar la escuela como el lugar donde se aprende a convivir y también se aprenden materias. Por el interés superior del niño, niña y joven, la escuela debe valorarse como un lugar de convivencia y bienestar de las comunidades educativas.

Fuente de la información: https://www.pressenza.com

Imagen: Fotografía: UNICEF. Pressenza

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Educar, combatir y revalorizar.

Por: Saturnino Acosta.

Así de sencillo, tres simples objetivos que por obvios se han obviado. Ayer comenzaron en el Congreso las comparecencias ante la Subcomisión de Educación y Deporte para alcanzar un Pacto de Estado Político y Social por la Educación. Esta subcomisión, además debería conformar una nueva ley que sustituya a la anterior y controvertida Lomce.

Será la primera vez que comparezcan más de 50 ponentes en cualquier subcomisión creada para oír a los distintos estamentos políticos, sociales y profesionales para cuestiones de esta índole, concretamente 82 comparecencias de las cuales hay que recordar como buen comienzo que 19 han sido consensuadas, nueve sindicatos docentes, tres patronales, cuatro de estudiantes y tres padres y madres. Como bien subyace del consenso, la piedra angular del próximo pacto, será principalmente el profesorado, la verdadera herramienta y el motor de cualquier ley y avance educativo no cómo exclusivo pero sí como principal artífice de la búsqueda de la ansiada excelencia educativa. Por fin algo de cordura.

Y es que no es tan complicado si dejamos la paja a un lado y nos centramos en lo obvio, si abandonamos el ideario políticos, algunos enmascarados en sociales, y los réditos electorales. ¿Y qué se necesita en la Educación del siglo XXI?, algunos lo tienen claro y lo dicen claro. Educar, combatir el fracaso escolar y revalorizar la profesión docente.

Con un cambio de modelo educativo hacia parámetros de calidad que valore el conocimiento, la adquisición de competencias, la exigencia, la evaluación y el esfuerzo partiendo de la individualidad y sin límites de desarrollo. Definir unos principios y contenidos básicos y comunes para todo el Estado que vertebren nuestro sistema educativo a nivel curricular, social así como para los cuerpos docentes. Una ley de financiación que alcance al menos el 6% del PIB, elevar la autonomía organizativa y pedagógica de los centros a través de sus claustros, un estatuto docente que revalorice al profesorado y la implantación del MIR educativo, y ahondar más en la convivencia escolar en todos los ámbitos.

Hemos tenido el mejor comienzo, esperemos tengamos el mejor final, suerte.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/educar-combatir-revalorizar_1000474.html

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