Por: Andrés Figueroa Cornejo
Miles de personas se congregaron en la Plaza de la Dignidad, ex Baquedano, situada en el epicentro de Santiago de Chile, este 18 de octubre de 2020, desde las 10am.
Cuando se aproximaba la media tarde, miles de manifestantes se agruparon en torno a la bautizada popularmente Plaza de la Dignidad en el corazón de la capital del país andino.
La masiva movilización social conmemoró el primer año del inicio de la revuelta popular que sacudió la paz de cementerios en la que estaba sumida la sociedad chilena, luego de 30 años de administraciones civiles del ultra liberalismo que, independientemente de las componendas políticas institucionales pertenecientes al sistema de partidos políticos alternados en el Ejecutivo, caracteriza al país desde fines de los 70 del siglo XX.
La composición humana de la movilización tuvo de la diversidad del pueblo chileno: familias con sus hijos, organizaciones sociales y políticas, trabajadoras y trabajadores, ambientalismo, lucha mapuche e indígena, antipatriarcado, grupos que levantan distintos derechos sociales (salud, educación, vivienda, medioambiente sano, seguridad social, arte y cultura, trabajo seguro), libertad a las y los prisioneros políticos del estallido y mapuche, gente llamando a votar por el Apruebo y la Convención Constitucional la próxima semana; y sobre todo personas que buscan participación real y democrática para realizar transformaciones multidimensionales en todo el orden establecido.
La crisis económica, social y sanitaria, al igual que en el conjunto del sur global, ha golpeado ferozmente a las clases populares en Chile. La crisis capitalista en curso pretende resolver la caída de su tasa de ganancia mediante la imposición de políticas antipopulares y antisociales. De acuerdo a cifras de diversas entidades nacionales e internacionales, el desempleo escala a las dos millones de personas (más de un 20 % de la población económicamente activa). Igualmente, las mayorías sufren la intensificación del trabajo informal, precario, flexible, uberizado, de aplicaciones o plataformas; la destrucción de pymes y concentración corporativa; el encarecimiento del costo de las mercancías de primera necesidad y la reducción de salarios e ingresos. El fortalecimiento del dólar castiga a una sociedad que debe importar desde los alimentos hasta las tecnologías.
Sin una conducción política estructurada mediante un instrumento político amplio y federado por la conquista de los derechos sociales, libre de hegemonismos, caudillos y sectarismos, la manifestación autoconvocada dio una nueva muestra del crisol de opresiones que ilustran los efectos de un capitalismo de vanguardia donde incluso las relaciones entre las personas se han tornado una mercancía.
La movilización del primer año del 18-O se realizó pacíficamente. Hasta el cierre de esta nota, la policía militarizada se mantuvo relativamente alejada de la concentración, pese a que diseminó gases lacrimógenos con químicos no revelados, casi imperceptiblemente. Es sabido que, de manera habitual, la agresión y provocación represiva de la policía inicia los intentos de autodefensa social.
La autoconvocatoria llamó a expresar el descontento popular en los territorios de Santiago y las principales ciudades del país durante el resto de la jornada.
Por su parte, el régimen de extrema derecha de Sebastián Piñera, alineado con los gobiernos subordinados políticamente a los intereses de Washington en la región (Bolsonaro, Duque, JOH, Vizcarra, Lacalle, etc.), no ha realizado ningún pronunciamiento todavía.
PD: Se informó por redes sociales confiables que el productor cultural y legendario luchador social, «Toño» Kadima, que dirige el Taller Cultural Sol, en el cascarón antiguo de Santiago centro, fue alcanzado por un proyectil lacrimógeno. De acuerdo a su hija, «Toño» se encuentra estable y en observación en la Posta Central.