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Carolina del Olmo: «Familia y tribu no son conceptos contrapuestos»

Por João França / El diario.es

Entrevista a Carolina del Olmo

Poco se debía imaginar la diputada de la CUP Anna Gabriel que abriría la caja de los truenos del debate sobre el modelo de familia cuando hizo unas declaraciones a Catalunya Radio en las que decía que le gustaría tener hijos en comunidad. Gabriel planteó que en otras culturas «la concepción de la maternidad o la paternidad no está tan individualizada, la concepción es que quien educa es la tribu». Mientras tanto, Carolina del Olmo se mira con sorpresa las críticas a la diputada. Esta gestora cultural, licenciada en filosofía, publicó en 2013 un libro que se titulaba precisamente ¿Dónde está mi tribu?, fruto de la desazón de una madre que se encuentra que, en vez de una tribu, con lo que cuenta para criar sus hijos es con un puñado de libros de expertos que se contradicen.

Por la polémica que hemos tenido estos días, parece que nuestra sociedad está poco dispuesta a cuestionar el modelo tradicional de familia.

Me ha dejado fascinada la sensación de que todo el mundo finge que todo va bien. Cualquiera sabe que esto es un desastre. ¿Por qué estamos tan cerrados a una posibilidad diferente, que ni siquiera es nueva? La gente se escandaliza y dice que le quieren quitar a sus hijos cuando en realidad los padres vemos a los niños dos horas al día, más o menos. Mis hijos duermen casi doce horas y se tiran tropecientas en el colegio. Un padre de su escuela, que creció en un kibutz en Israel, contaba en una entrevista que pasaban el día en la casa de niños y una hora al día con sus padres. A la gente le pareció súper escandaloso. Pregúntale a los niños que recoge el abuelo o el cuidador remunerado a qué hora llegan sus padres a casa y cuánto rato los ven. Mientras sea que cuando tú no estás lo está cuidando el colegio o una empleada dominicana, parece que son pequeñas muletas que no cuentan, como si la crianza de verdad la estuvieras haciendo tú. Eso es una ficción completamente insostenible.

¿Qué entendemos hoy en día por familia?

Según la antropología hay seis o siete grandes tipos de familia, pero luego está la noción de familia estrecha que tenemos hoy en día, que es una innovación histórica. Es lo que se conoce como la familia nuclear moderna: padre, madre e hijos conviviendo en un mismo hogar. Otras relaciones familiares ya no son de convivencia como solía haber en otras épocas o hay en otras culturas. Que los padres críen a los hijos solos no es ni mucho menos lo que se ha hecho toda la vida. Familia y tribu no son conceptos contrapuestos, sino que lo habitual siempre ha sido una familia-tribu o una familia insertada en una tribu. Lo que sí son ideas contrapuestas es la crianza cooperativa, en un marco más amplio, y la familia nuclear moderna, todos agobiados en un apartamento pequeño.

¿Cómo surge ese modelo de familia nuclear moderna?

Con la industrialización se va imponiendo el paso de lo rural a lo urbano, y también unos ritmos y una organización del trabajo que sacan del hogar lo que tenía que ver con la producción. Los hogares antiguos eran sitios donde la gente no solo dormía, charlaba o educaba, sino que también se producía ropa, alimento, de hecho casi todos los útiles diarios. La producción estaba totalmente imbricada en en el trabajo de reproducción. Pero esto desaparece con la modernización, el tamaño de los hogares se reduce y la dependencia de producción ajena para sobrevivir o emplearse hace que las cosas sean menos estables. Todo esto va erosionando las estructuras amplias de solidaridad, ya fuera la familia extensa, o los pueblos y barrios bien cohesionados. Lo que queda es un núcleo familiar mínimo, muy pequeñito. Y ese proceso sigue en marcha. Las familias siguen teniendo cada vez menos hijos y el número de hogares unipersonales es el que más crece, cuando hace cien años un hogar de una sola persona era una cosa muy exótica. Por otro lado también es verdad que aparecen modelos nuevos y nuevas formas de hacer comunidad que funcionan, pero la tendencia general evidente es individualizarse y deshacer los pegamentos sociales, y va ganando preponderancia la familia pequeñita, la unidad mínima.

Se impone esta unidad mínima pero hay otros elementos, como la escuela, que siguen interviniendo en la crianza. ¿No es un mito, este modelo?

Esa unidad es una unidad de convivencia, pero hay una gran mitología sobre lo que sucede ahí dentro. Primero desapareció la producción de los hogares, pero luego también desapareció casi todo lo importante del trabajo reproductivo: ya no se muere ni se nace en casa, sino en un hospital, la educación no es preponderantemente en casa, sino en la escuela, a los enfermos tampoco se les atiende en casa, … Cada vez más procesos relacionados con la reproducción de la vida suceden fuera del hogar, y los que suceden dentro están fuertemente tutelados por un lado por el Estado y por el otro por los expertos. Cada vez hay más expertos en la vida personal: pedagogos, psicólogos, pediatras, psiquiatras, que dan indicaciones de como vivir la vida. Y luego el Estado extiende sus redes de control, con asistentes sociales, por ejemplo, para controlar lo que pasa en los hogares. Las familias pierden capacidad de organización autónoma. Esto es positivo en algunos casos y negativo en otros, pero en cualquier caso tienen muchas menos responsabilidades que antes. Sin embargo, vivimos obsesionados y convencidos que lo importante en la educación del niño es lo que le hacen los padres.

¿Y no lo es?

Me interesa mucho un libro de Judith Rich Harris que en España se llama El mito de la educación y en el que demuestra hasta qué punto hemos exagerado el papel de los padres en la crianza y el peso que le damos en la conformación de la identidad adulta. Ves una persona alcohólica y violenta y piensas: «¿cómo lo educaría su madre?», porque se aplica sobre todo a las madres. La autora habla de la importancia de los pares para la socialización. A los niños les afecta una barbaridad, muchísimo más de lo que estamos dispuestos a aceptar, lo que les pasa con otros niños que lo que les pasa con los padres. Un ejemplo clarísimo de esto es el acoso escolar y los casos de suicidio.

¿A qué se debe la proliferación de expertos en asuntos de la vida cotidiana?

Los expertos son reclamados por la gente. Tú tienes un bebé y estás en tu casa, en un apartamento urbano, no se acerca nadie, sin internet o el libro o la revista de turno estás aún más perdido.

¿Entonces la gente reclama a los expertos como consecuencia del modelo de familia que se ha impuesto?

Claro, y por la pérdida de cauces de transmisión de saberes, que se transmitían por cauces informales, que tienen que ver con el roce y el cariño. La gente está muy desarmada y requiere a los expertos. Por otro lado, los expertos tampoco son totalmente inocentes. En la historia de la medicina, se sacó por ejemplo el parto de las casas. Se arrancaron cosas como esa de las manos sobretodo de mujeres, que sabían bastante bien lo que hacían, para recluirlas en el reino del experto. Eso tiene mucho de violencia y privatización de saberes.

El sociólogo Lucas Platero nos decía en una entrevista que «los padres tienen que entender que no son ellos los que tienen hijos, sino que son los hijos los que tienen padres». ¿Hay un sentimiento de propiedad sobre los hijos?

Sí. En cierto modo es inevitable. Estás encerrado con ellos y eres responsable en un nivel muy alto de lo que les pase, hay muy poco apoyo social, uno está muy solo frente a sus hijos. Eso propicia la idea de que los hijos son tuyos y es tu responsabilidad criarlos. Y además vivimos en una sociedad bastante individualista, consumista, y dada a ser propietaria de todo. No llevamos muy bien que las cosas no sean exactamente de nadie. También tiene mucho que ver que todo el mundo busque en los rasgos de cualquier individuo huellas de la crianza que ha recibido de sus padres, cuando a veces casi no queda. Siempre pensamos que la causalidad va de padres a hijos y no tiene porque. También los hijos generan un tipo de padres. Los que tienen hijos tranquilos parece que educan a sus hijos con gran serenidad, y la gente piensa qué bien lo están haciendo, pero es bastante fácil que la cosa vaya al revés. Si tienes un hijo muy activo de estos que se tiran de cabeza por todos lados te conviertes en un loco histérico de esos que van gritando «¡No! ¡Cuidado! ¡Para!», muy desmelenado y muy poco fino [ ríe].

Hay quien dice que la función de la escuela es quitarles los niños a sus padres.

La sociología crítica siempre ha resaltado la tarea de las escuelas, los asistentes sociales, los pediatras y un montón de expertos que tutelan la vida de las personas. Son lo que Foucault llama los biopoderes y la biopolítica, que se meten en tu vida, en tu dormitorio, en todas partes, con el objeto de ejercer control y que los niños no salgan de las familias sino que sean leales al Estado. Lo que pasa es que las familias también son unos entornos peculiares, y yo en este tema cambio de idea con mucha facilidad. En principio soy más de pensar que el Estado está intentando tutelar nuestras vidas y esto es intolerable, pero luego por otro lado hablas con algún asistente social que dice que las familias son reinos inexpugnables, que pueden estar destrozándole la vida a un niño y no hay manera de incidir. También es verdad. Pero en general la tutela experta me resulta bastante desagradable. Me fastidia mucho como la escuela te intenta reglamentar la vida, con los deberes, por ejemplo, o con las manualidades para hacer en casa. En la familia nos organizamos como nos dé la gana, tienen a los niños ahí un montón de horas.

María Jesús Izquierdo, también socióloga, nos hablaba de opresiones en las relaciones de cuidados. ¿El modelo actual de familia genera violencia?

Esta manera de criar por fuerza tiene que disparar la violencia de madres desesperadas que hacen alguna barbaridad con sus hijos. La autora feminista Adrienne Rich cuenta que en una tertulia de noticias alguien comentó que una mujer de un suburbio americano, deprimida y en situación de pobreza, mató a sus hijos, y que lo sorprendente fue que todas las mujeres presentes lo comprendieron. Es espantoso, el peor crimen del mundo, pero a la vez no es nada ajeno, decía. No es una cosa patológica ni monstruosa que no se pueda pensar, sino al revés: casi todas las mujeres que han tenido hijos en soledad han sentido en algún momento de su vida cierta atracción por la violencia, o por lo menos han comprendido lo desesperada que puedes llegar a estar, y lo que se te puede ir la cabeza con algo así. Me imagino que con una crianza respaldada, apoyada y bien organizada será mucho más difícil que te pase esto.

¿El modelo imperante es esclavizador para las madres?

Lo que esclaviza no es la crianza, es el trabajo. Se habla de las cargas familiares y cómo conseguir que las mujeres no lleven todo el peso, y es verdad que hay que repartir la responsabilidad, pero se habla poco de la carga laboral. La crianza, incluso en soledad, en una familia monomarental, no tiene nada que ver con una jornada laboral de 20 horas o con una de 40 horas. Pero sí que hay cierta esclavización, hiperresponsabilización y culpabilización de la madre. Si un niño muerde a otro en la guardería, todo el mundo mira a la madre con cara de «a ver qué estará haciendo».

¿Y qué soluciones hay para estas cargas laborales?

La herramienta fundamental para una mejor crianza sería una reducción general de la jornada laboral. Llevamos muchísimos años con la jornada de 40 horas, que fue una revolución y un éxito sin precedentes del movimiento obrero, pero fue hace muchísimo. Hemos tecnologizado nuestra sociedad una barbaridad, hemos avanzado en todos los sentidos y tenemos unos niveles completamente desaforados de paro. Sólo cabe en la cabeza de algunos economistas, que son los que mandan en nuestra sociedad, que estas jornadas laborales tan estúpidamente largas tengan sentido. Hay que repartir el trabajo, tocarían a 20 horas a la semana como mucho y esto nos permitiría también repartir el trabajo de cuidados, el ocio, todo.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/Carolina-Olmo-Familia-conceptos-contrapuestos_0_517599164.html

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En Argentina: Escuela pidió a padres que transformen a su hijo en “un hombre”

El psiquiatra del estudiante de secundaria denunció el maltrato en su cuenta deFacebook. Ocurrió en Buenos Aires, Argentina

Autoridades de un colegio en Argentina les pidieron a los padres de un alumno de secundaria que transformen a su hijo en “un hombre”.  La carta, que ha generado una ola de críticas, fue compartida en la red social Facebook por el psiquiatra del estudiante.

En un polémico mensaje evidenciado en Facebook, el Colegio del Sol de Buenos Aires informó a los papás que la actitud poco masculina del estudiante estaba preocupando a sus amigos y compañeras.

La directora de la institución, Marcela Besana, dijo a Clarín que no hablará sobre el caso que ha despertado la indignación enFacebook. “No voy a hacer declaraciones. Trabajo de lunes a viernes. Mañana a las 7:30 a.m. estoy en la escuela”.

“Sres. padres: su hijo demuestra actitudes para nada masculinas preocupando a sus amigos y compañeros. Le pido que de una vez por todas hable con él y lo transforme de una vez por todas en un hombre. Saluda atte: la Dirección», escribió la escuela.

El médico del estudiante, Daniel Eduardo Budeguer, aseguró que el centro educativo ubicado en la calle 2 de Abril al 1200 de Burzaco colocó el mensaje en el cuaderno de control.  Ex padres de familia del colegio su sumaron a las críticas luego de ver su publicación en Facebook.

«El acta existe y encima fue leída por el alumno también”, denunció el médico en Facebook.

Fuente de la noticia: http://elcomercio.pe/redes-sociales/facebook/facebook-escuela-pidio-padres-que-transformen-su-hijo-hombre-noticia-1903493

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Seis acciones para redefinir los roles de género y transformar las normas sociales

 CLARA ALEMANN

Todas las personas, pero en particular padres y madres criando niños y niñas, podemos tomar acciones concretas para que los adultos de mañana crezcan libres de estereotipos, puedan desarrollar su potencial y no se vean limitados por su género. Los primeros años de vida son críticos para alimentar el desarrollo cognitivo y socio-emocional de los niños y las niñas. Es en este periodo que los niños y las niñas construyen su identidad a través de los vínculos que establecen con los adultos y los modelos de relacionarse que observan. También aprenden, a través de las pautas de crianza, qué comportamientos, gustos y habilidades se espera de ellos o ellas en función de su género.

Hay seis acciones que pueden contribuir a redefinir los roles de género y a transformar gradualmente las normas sociales y creencias que sustentan las desigualdades, desde la primera infancia. Si cada uno de nosotros se compromete con al menos una de estas acciones, entre todos, podemos hacer una diferencia:

1. Dando el ejemplo como padres y madres, compartiendo las responsabilidades de cuidado y las tareas domésticas, tratándose con respeto y valorando el trabajo no remunerado independientemente de quien lo haga, ya que, como lo transmite esta efectiva campaña en India, los patrones de género se transmiten de generación en generación. Los niños que crecen en hogares donde ambos progenitores comparten las responsabilidades laborales y familiares y donde se respetan mutuamente tienen mayores probabilidades de reproducir relaciones equitativas en su vida adulta.

2. Incentivando juegos, juguetes y libros no sexistas que no segreguen y categoricen espacios, temas, actividades y roles para niños y niñas. La existencia de secciones divididas en librerías y jugueterías para niños y niñas puede parecer inofensiva, pero su impacto no termina en la tienda. Desincentivar a una niña a leer un libro de dinosaurios o el espacio porque están etiquetados para varones puede traducirse mañana en que esta niña no escoja una carrera porque es para varones.

Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo que analiza textos escolares en Chile encuentra que aún queda mucho por hacer para que estos reflejen un tratamiento equitativo de personajes femeninos y masculinos, y que persiste la división sexual del trabajo, mayor protagonismo y presencia de personajes masculinos y roles de género estereotipados, los personajes masculinos aparecen liderando, tomando riesgos, son autosuficientes y ambiciosos, mientras que los personajes femeninos se destacan por su emotividad, roles de cuidado y protección dentro de la esfera privada, y están excluidas de los campos político y científico.

Como sugiere un manual para la inclusión de género en educación inicial elaborado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) en Uruguay, también podemos revisar canciones y juegos tradicionales que a menudo, tienen un fuerte contenido sexista y reinventarlos para promover igualdad: En vez de cantar Arroz con leche me quiero casar con una señorita….que sepa coser, que sepa planchar…podremos cantar Arroz con leche, me quiero encontrar, con amigos y amigas para ir a jugar, que sepan correr, que sepan saltar, que canten y que bailen para disfrutar.

3. Asegurando que tanto niñas como niños aprendan y gradualmente tomen responsabilidades relacionadas con el cuidado, el orden y la limpieza, así como tomar decisiones, liderar iniciativas, expresar sus opiniones y resolver problemas apropiados para su edad.

4. Oponiéndose a cualquier burla sexista, comentario peyorativo o que refuerce roles estereotipados de género, desde preguntarle a un niño de 4 años cuantas novias tiene, hasta reírse de él porque tiene miedo o criticar a una niña porque se muestre dominante, vocifere sus opiniones enérgicamente o no se preocupe por su apariencia.

5. Incentivando a las niñas en el aprendizaje de matemáticas y enfrentando los sesgos inconscientes de que las matemáticas no son para ellas. En muchos países, el desempeño de las niñas en matemáticas es peor que el de los niños; ellas suelen pensar que no son buenas, pierden el interés en esta materia y esto es reforzado por los adultos (en el hogar y en la escuela) lo cual repercute más tarde en el bajísimo número de mujeres que escogen carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. En vez de esto las mujeres escogen carreras humanísticas con remuneraciones más bajas.

Tikichuela, un programa innovador de matemáticas para niños de preescolar implementado por el Ministerio de Educación en Paraguay logró eliminar la brecha inicial de género en el aprendizaje asegurando que los docentes incluyeran obligatoriamente a las niñas a participar en clase. Adaptar los procesos de aprendizaje en el aula, creando grupos de trabajo de solo niñas y solo niños, reconociendo que niños y niñas aprenden de maneras diferentes, también ha resultado efectivo.

6. Brindando oportunidades para que las niñas tomen riesgos y realicen actividades físicas (trepar, reptar, hacer equilibrio) aunque puedan estar fuera de su zona de confort ya que estas contribuyen a desarrollar tanto destrezas físicas, como la confianza y autoeficacia para enfrentar desafíos y situaciones nuevas. Sobreproteger a las niñas e insistir en que tengan cuidado -en vez de incentivarlas a que superen su temor y desarrollen coraje como se hace con los varones- porque se las piensa frágiles y temerosas les enseña a evitar actividades fuera de su área de comodidad y no las prepara para ser protagonistas de su vida.

Construir sociedades igualitarias donde las niñas no crezcan en desventaja y tengan las mismas oportunidades que los niños, empieza por casa. Cada uno de nosotros puede hacer algo concreto para apoyar a las niñas, que pronto serán mujeres, a ampliar sus aspiraciones, a que desarrollen las aptitudes y habilidades para perseguirlas y a alcanzar sus ambiciones.

Clara Alemann es especialista en el diseño y gestión de programas de desarrollo social con una perspectiva de género en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/05/11/actualidad/1462952123_387579.html

 Imagen:Imágenes del catálogo de la juguetería Toy Plane

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