El migrante y su niña ahogados: el mundo necesita profesores sensibles

Por: Carlos Aldana

Dialogar sobre tantos problemas y sufrimientos en el mundo debiera constituir nuestra herramienta pedagógica más poderosa para comprender, incluso, nuestra propia realidad.

Óscar Martínez y Valeria Martínez. Así se llamaba el salvadoreño que murió ahogado en junio del 2019, junto a su pequeña hija Valeria, de un año y 11 meses, en el intento por llegar a Estados Unidos. El drama mundial en una foto. La migración forzada por condiciones económicas, políticas y sociales que niegan la dignidad a millones en todos los continentes.

El mundo necesita profesores sensibles a esta y otras realidades. Esto significa que no prevalezca en las aulas la indiferencia y el silencio frente a la injusticia global. No es solo lo que sufre el vecino, o lo que vive mi familia, o lo que pasa en nuestra comunidad o en nuestro país. Es el mundo, en general, el que nos muestra sufrimiento humano en todas sus formas. Las y los profesores no podemos “hacerle el juego” a las estructuras y sistemas, tampoco a sus personajes, abandonando el interés y la preocupación por lo que le sucede a seres humanos de otros lugares que padecen de negaciones, de abusos, de exclusión. Óscar y Valeria son la muestra más palpable de que las sociedades humanas no están bien.

Profesores sensibles debiera ser la consigna para una pedagogía de la vida y de la dignidad. Eso empieza por el interés real y genuino por las problemáticas que tienen lugar en el presente. Este interés deberá convertirse en una actitud contagiosa hacia el alumnado, mediante un esfuerzo curricular por tener presente a la realidad. Como diría el asesinado jesuita y académico Ignacio Ellacuría: “La realidad es la primera asignatura”. Tenerla en la mirada, en la voz, pero también en los esfuerzos de planificación y ejecución didácticas constituye una manera de convertir la sensibilidad en opción pedagógica y política. El sistema no puede negarnos esta sensibilidad, aunque sí puede imbuirnos, mediante la pasividad cotidiana, en la indiferencia que nos aleja –como comunidad de aprendientes– de los problemas en el contexto.

La sensibilidad de los profesores no se aprende en un taller o una conferencia; pueden ayudar, por supuesto. La primera llamada a una sensibilidad que movilice a los profesores y profesoras del mundo a comprender y sentir la necesidad de transformarlo, va a nacer de la propia actitud personal. Necesitamos dejar a un lado la pedagogía y la didáctica para también ponerle atención a la política, a la sociología, a las informaciones más cercanas a las realidades locales. Necesitamos, como profesorado, intercambiar y conectarnos con colegas de otras realidades y descubrir lo que sucede más allá de nuestro propio entorno.

Así, la sensibilidad enriquecida por las vías de las emociones y de la comprensión cognitiva de la realidad, va a convertirse –más allá del esfuerzo curricular y didáctico– en un talante, en un modo de ser y de interactuar con nuestros estudiantes. Dialogar sobre tantos problemas y sufrimientos en el mundo debiera constituir nuestra herramienta pedagógica más poderosa para comprender, incluso, nuestra propia realidad.

En América Latina todavía hay movimientos de estudiantes y profesores que lanzan la voz de alarma y que nos despiertan del letargo ideológico y pedagógico. Es urgente que cuidemos que la imposición de modelos, conceptos y visiones educativas –casi todas dirigidas a la tecnocracia, la tecnología y el consumismo– no nos robe la capacidad de sentir la realidad y educar desde ella.

Necesitamos profesores sensibles porque solo así la escuela puede ser el lugar en el que confluyan intereses, solidaridades y sentimientos a favor de los otros. ¿Para qué necesitamos una educación ciudadana que no tenga como punto de partida la empatía, el “ponernos en los zapatos” de individuos, comunidades y pueblos enteros que sufren en eldial presente? Sentir que los problemas humanos no nos son ajenos ni lejanos puede ser la pauta para hacer de la educación un camino hacia la solidaridad. Esa que moviliza, que arrastra, que empuja.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/17/el-migrante-y-su-nina-ahogados-el-mundo-necesita-profesores-sensibles/

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Escuela Inclusiva: Del concepto al efecto

Por: Noelia Fernández (Plataforma Reivindicativa).

¿Una escuela igual para todos? ¿Cómo es posible? ¿No somos diferentes?

Estas son algunas de las preguntas que suele hacerse el profesorado de los centros docentes, incluso de los centros educativos preferentes para el alumnado con algún tipo de necesidad educativa especial. Centros donde la sensibilización hacia este tipo de alumnado debería ser más notable.

Trabajo como profesora de Audición y Lenguaje y Pedagogía Terapéutica en un centro con Aula Preferente para alumnado con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Desde mi práctica docente observo como el concepto de inclusión todavía no llega a estar del todo claro para todos los docentes, aún formando parte de un colegio donde el alumnado con TEA cuenta con todos los apoyos   y medios necesarios para hacer efectiva la inclusión de la que hablamos.

Cuando se habla de una educación equitativa, no podemos confundir este término con una educación exactamente igual para todos. Se trata de una educación donde la atención a lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje sea la más adecuada y adaptada para acceder a los contenidos planteados y poder lograr los mismos objetivos propuestos para el resto del alumnado sin necesidades educativas especiales.

En el caso de los alumnos con Trastorno del Espectro Autista, es básico que todo el profesorado del centro conozca las estrategias metodológicas y los recursos más apropiados para facilitar el acceso al currículo. Además de la formación continua y la dedicación, es imprescindible contar con sensibilidad. Una sensibilidad que no se aprende, que no se enseña, que se nace con ella. ¿Realizarías una actividad de audición si hubiese un alumno sordo en tu grupo-clase?, ¿pondrías vídeos para explicar un tema contando con un alumno ciego en tu aula? Me atrevería a decir que a ningún docente se le ocurriría excluir de tal forma a un alumno. ¿Por qué con otro tipo de trastornos y dificultades no se tiene la misma sensibilidad?

El alumnado diagnosticado con TEA necesita una serie de adaptaciones para poder comprender el entorno que le rodea, el contexto de cada situación y más concretamente, las tareas diarias a las que se ve expuesto. Necesitan claves visuales (pictogramas) para entender los conceptos más abstractos, un ambiente tranquilo y estructurado, delimitación de espacios, explicaciones secuenciadas y muy desglosadas por pasos… Necesitan apoyar toda explicación oral en imágenes, necesitan un orden en el aula (una pizarra llena solo de letras supone un caos interior para ellos), necesitan un adulto organizado que pueda anticiparles en todo momento que va a pasar (la desorganización e improvisación tan frecuente en las aulas les crea crisis de ansiedad).

Además de conocer la teoría de cada trastorno, conozcamos también su realidad diaria y de que manera se ven las dificultades reflejadas en el aula. Conozcamos la forma en que podemos solventar estas dificultades y no crear más necesidades. Y sobre todo, dotemos de sensibilidad al equipo docente. Es la pieza clave. No importan los cursos a los que se haya asistido, los seminarios realizados, los grados superados. Sin sensibilidad hacia las necesidades de los más vulnerables no es posible educar en igualdad. Pero como hemos apuntado anteriormente, con sensibilidad se nace. Es el principal factor de que la inclusión no llegue a efectuarse realmente después de llevar tantos años concienciado en esta tendencia. Mientras tanto, algunos seguiremos luchando por una escuela inclusiva REAL y por una educación equitativa de CALIDAD.

Fuente: http://www.laeducacioncuantica.org/educacioncuantica/SEducacionCuantica?PN=16&PE=2&WEBLANG=1&NOTICIA=1027

Autor Fotografía:Plataforma reivindicativa

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