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¿Dónde comienza la Educación Emocional?

02 de noviembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Antonio Esquivias

Hasta hace relativamente pocos años, emociones y sentimientos han sido consideradas como no científicas, como algo estrictamente personal y, por tanto, estaban relegadas al mundo de lo personal, de lo privado. Mundo personal de los sentimientos y mundo público eran opacos uno para el otro. Aún hoy en el trabajo entra muchas veces solo lo objetivo, y los sentimientos son lo subjetivo. «Los sentimientos se dejan en la puerta por la parte de fuera, aquí se viene a trabajar y a rendir», frase muy habitual que aún no ha desaparecido de los ambientes laborales y profesionales.

Varios acontecimientos han hecho cambiar la primacía total de lo “objetivo”. Primero en la ciencia, el escáner, el TAC (Tomografía Axial Computarizada), ya en los años 70, permitió ver en el cerebro las emociones y si es enfado o miedo. Desde entonces innumerables estudios y otros descubrimientos, han ido permitiendo a las emociones entrar en el terreno científico. Pero la verdadera revolución se produce en la cultura. La cultura dominante hasta quizá los años 60, privilegiaba la política y la vida pública, lo objetivo, el progreso industrial y tecnológico, el poder, una cultura básicamente masculina en todas las esferas.

La misma falta de humanidad de esa cultura es el revulsivo para hacer aflorar que lo importante son las personas concretas y su vida, la ecología del planeta en que vivimos, que es necesario dar peso a la mujer y lo femenino. De pronto emociones y sentimientos, que estaban relegados y vilipendiados, se encuentran en el centro de ese cambio, ya que emociones y sentimientos son lo que nos hacen singulares, únicos, la persona tan especial que somos.

Todo este inmenso cambio cultural afecta de lleno a la educación, porque trabaja con personas. Acercarse al alumno, a sus necesidades concretas, dejar de tratar en masa, necesita que los profesores sean capaces de reconocer y gestionar las emociones de sus alumnos, necesita en los docentes sensibilidad por las emociones. Esa es la Educación Emocional que va entrando en las aulas. La educación gira desde estar centrada en la enseñanza a focalizar el aprendizaje, del profesor como portador y transmisor del conocimiento a guía y potenciador de la motivación de las personas. El cambio es imparable, cada vez hay más sensibilidad para emociones y sentimientos, para entender a la persona detrás del alumno, para fomentar la motivación, gestionar el conflicto, incrementar la autoestima. Detrás de cada fracaso escolar hay una autoestima lesionada… y los docentes, profesores, maestros, muchos desde su iniciativa personal, buscan gestionar todos esos elementos.

La primera dificultad es que en la formación de maestros y profesores hay una gran carencia con respecto a emociones, sentimientos, autoestima, liderazgo, empatía, etc. El segundo obstáculo es que las escuelas son instituciones cuyos modos de hacer hunden sus raíces en otras épocas y hay que luchar contra el sistema cuando se quiere implementar a fondo la Educación Emocional, en realidad cuando se quieren introducir cambios profundos. El tercer elemento es el más importante, en realidad el central. Si emociones y sentimientos son la clave, la persona se convierte en el centro y… ¿qué sucede con la persona del docente?¿Puedo interesarme en emociones y sentimientos de los demás sin interesarme por los míos? Aún más, ¿puedo gestionar emociones de los otros sin saber personalmente cómo me siento?

En este punto todo el sistema se bloquea. ¡Los docentes son profesionales, las emociones son privadas! ¡No debemos meter las propias emociones en el aula! El que lo hace, el que implica la propia persona en el aula, entra en un desgaste terrible que incluso puede acabar en burnout, como de hecho sucede con cierta frecuencia entre los docentes. Además de ese modo no mantiene la distancia con el alumno y si no hay distancia, no hay autoridad, y sin autoridad no hay clases, hay un barullo continuo. Todo este conjunto de dificultades gripa el sistema: el profesor no puede implicarse con los alumnos si no quiere terminar quemado y además debe mantener la distancia de la autoridad: ¡no es un amigo de los alumnos! ¡Lo cierto es que hay miedo y resistencia a meterse en los sentimientos!

Hay un montón de malentendidos en todo esto y voy a buscar deshacer algo la madeja. Primero establezcamos las verdades.

  • La primera es que no se pueden gestionar emociones si no se conocen las propias. Esto es así porque las emociones cambian nuestra mirada, por ejemplo, si estamos enfadados no vemos todo lo que hay, sino que nuestra vista se enfoca en lo que consideramos un obstáculo. Algo similar sucede con el miedo. Por el contrario, la alegría nos permite mirar todo lo que sucede, sin embargo, cuando un alumno ha interrumpido la clase es difícil que estemos en la alegría. Esto quiere decir que todo profesor que pretende trabajar con las emociones está obligado a conocerse, a percibir lo que siente en cada momento, primero porque sino su propio sentimiento se va a mezclar con el del alumno y mezclados no se pueden gestionar. O se identificará con su alumno o lo rechazará, en ambos casos sin ser consciente plenamente de que lo está haciendo.
  • Debe conocerse, en segundo lugar, porque necesita ser auténtico: impregnar su comunicación con los sentimientos reales que la acompañan, comunicar alguna vez su sentimiento real. Sus alumnos van a advertir enseguida cuando no es así, y no se van a abrir. Las emociones son lo más personal y por lo mismo lo más libre, solo se comunican libremente. Cualquier otra cosa no funciona. Solo la autenticidad crea la confianza necesaria entre docente y alumno. Solo la libertad permite esa profunda comunicación en la que están implicados nuestros sentimientos. Esta segunda parte implica una cierta igualdad con el alumno. Los sentimientos se comunican sólo en situaciones de igualdad. Luego hay momentos en que el maestro o el profesor debe saber ponerse al nivel de sus alumnos. Por decirlo de un modo sintético, como personas son iguales, en cuanto que son docente y alumno están a un nivel diverso. El docente debe saber gestionar ese doble prisma y ser profesor cuando debe serlo y persona cuando es necesario que lo sea. Esta es una habilidad emocional fundamental.

Mi conclusión de todo esto es que la Educación Emocional comienza en el docente. Si el docente no se conoce, si no es auténtico y honesto, si no sabe ser persona, si no es capaz de ponerse a nivel de sus alumnos en su conjunto y de cada uno de ellos, si no es empático con ellos, la Educación Emocional no comienza. Y por otro lado existen siempre esos profesores/as que tienen una gran humanidad, saben ser persona, hayan recibido o no una formación específica en gestión de emociones. Se trata de esos maestros, de los que todos hemos conocido alguno, que han sabido entendernos como persona. Porque la clave de la Educación Emocional, lo que la hace permanente y necesaria en nuestras aulas, es la comunicación y comprensión persona a persona.

Ese es el centro de la Educación Emocional: funciona cuando el docente saber ser persona y respetar y comprender la persona de su alumno.

La Educación Emocional comienza en el docente.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/donde-comienza-la-educacion-emocional/

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“Tu hijo, tu espejo: un libro para padres valientes”

Resumen: Autoría de Marta Alicia Chávez

“Los padres proyectamos en nuestros hijos nuestras expectativas de la vida, nuestras frustraciones, nuestras etapas de la infancia o adolescencia sin resolver, nuestros “hubiera” y nuestras necesidades insatisfechas, esperando inconscientemente que ellos
se conviertan en una extensión de nosotros mismos y que cierren esos asuntos inconclusos. Conocer la “parte oculta” de nuestra relación, comprender por qué ese hijo, específicamente ése, nos saca tan fácil de nuestras casillas, por qué nos desagrada, por qué
nos es tan difícil amarlo, por qué estamos empeñados en cambiarlo, por qué lo presionamos con tal insistencia para que haga o deje de hacer, nos abre la puerta a la posibilidad de un cambio profundo en la relación con él. Darnos cuenta contribuye a transformar los sentimientos de rechazo, rencor y su consecuente culpa, que pueden resultar devastadores, facilitando el paso al único sentimiento que sana, une y transforma: el amor”.

Citas del Libro:

“La mejor forma de garantizar ser buenos padres es ser padres felices. Qué lógico y verdadero suena esto cuando conocemos a una persona feliz, cuando vemos lo que hace, lo que siente, cómo se relaciona, cómo vive, cómo trabaja, cómo ama y cómo se ama. Una persona feliz está plena, disfruta todo, hasta las pequeñas cosas, ama la vida y la abraza, y se relaciona con otros ya sean familiares, amigos o pareja, no porque los necesite para llenar sus vacíos, sino para compartir con ellos su abundancia y su plenitud”.

“Mientras más feliz seas, mejor padre serás. Cuando hablo de felicidad no me refiero a esos momentos de efusividad que en alguna ocasión podamos sentir, provocados por algo externo como una buena noticia, una nueva relación, una vivencia estimulante. La felicidad no depende de lo que está pasando afuera; es un estado interno presente aun en los momentos difíciles de la vida”

Link: http://www.casadellibro.com/libro-tu-hijo-tu-espejo-un-libro-para-padres-valientes/9788425341489/1134514

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Actitudes que nos hacen docentes más empáticos

Por. Rocio Lopez.

Quiero empezar este artículo haciéndote una pregunta sencilla: ¿Te consideras un docente empático? Depende, me dirás. Me refiero a si escuchas con atención lo que tienen que decirle tus alumnos, lees su comunicación gestual y eres capaz de descifrar cómo se sienten, das validez a sus emociones y les ayudas a expresarlas sin dañarse o dañar a los demás.

Si te implicas en todas estas acciones y participas afectivamente de la realidad emocional de tus alumnos, no es necesario que continúes leyendo. Sin embargo, si crees que podrías hacerlo todavía mejor y quieres, ¡te espero unas líneas más abajo!

1. Pregunta antes de afirmar

Este es el primero de los trucos que puedes aplicar desde hoy para que la comunicación en el aula cambie. Por lo general, todas las personas solemos imponer nuestra postura y obviamos que existan otras realidades. Así que, te propongo cambiar el común “otra vez te has dejado los deberes en casa” por “¿le ha sucedido algo a tus deberes?”.

De esta manera, estarás fomentando el diálogo y mostrando interés por lo que ha sucedido. Así, te será más fácil que tus alumnos se sientan cómodos para expresarse contigo, y compartir sus problemas y preocupaciones.

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2. Empieza tus conversaciones interesándote por el otro

¡Qué sencillo es y cuánto nos cuesta a veces! Te propongo un reto: Prueba a empezar hoy las conversaciones con tus alumnos un “hola, ¿cómo estás hoy?”. Estarás dando un primer paso para que esa persona se abra y te explique cómo se siente. Por un rato, evita hablar sobre ti y céntrate en escuchar, aprenderás mucho.

3. Conoce a tus alumnos

Proponte descubrir cosas que desconoces sobre tus alumnos: Qué hacen al salir de la escuela, qué les gustaría aprender en clase, qué opinan sobre un tema concreto,etcétera. Todo lo que descubras te resultará de gran ayuda para tus clases, podrás emplearlo para motivarlos y centrarlos en la tarea.

4. Adiós prejuicios y etiquetas

Conoce a tus alumnos por primera vez. Suena loco, ¿verdad? Dales la oportunidad de verles hoy sin los filtros que tú mismo te has impuesto con el paso del tiempo: Raúl es un trasto, María es muy buena alumna o a Juan no se le dan bien las matemáticas.

5. Piensa en positivo

empatia2¡Ponte las gafas de la felicidad!Durante un rato, presta atención solo las cosas que hacen bien tus alumnos y destierra lo malo. Hazles saber lo mucho que valoras el esfuerzo que dedican en aprender y cuánto han aprendido desde el inicio del curso. No te permitas ningún pensamientos negativos y si por un momento te aborda un problema, ¡transfórmalo en una oportunidad!

Puedes practicar este cambio de actitud con la sencilla dinámica de “El semáforo de la felicidad”. ¡Te la explico a continuación!

Al final de la semana, durante la asamblea semanal o la clase de tutoría, da a tus alumnos unos folios en blanco con caras que expresen diferentes emociones: alegría, miedo, tristeza y enfado. Pídeles que coloreen aquella que describa mejor su estado de ánimo a lo largo de la semana y que coloquen ese folio, de forma anónima, en una bolsa o cajita.

Toma todos los folios y, delante de ellos, haz el recuento de los resultados. Apunta cada semana en un póster cuántas caritas ha habido de cada tipo y juntos comparad esta semana con la anterior: ¿qué cambios ha habido?, ¿hay más caritas alegres? o ¿hay muchas caritas enfadadas esta vez?

Preguntaros por qué ha habido estas variaciones y tú, docente, da paso al diálogo. Permite que los alumnos expresen libremente cómo se han sentido, por qué están alegres o por qué no lo están. Escucha y muéstrate empático con los consejos que has leído anteriormente.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/actitudes-nos-hacen-docentes-mas-empaticos/36428.html

Imagen: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/736x/eb/8f/5f/eb8f5f7a1d5adf5f2d4ce82243326ddc.jpg

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