Debemos transformar más la educación

Por: La Jornada Zacatecas. 

Hablar de educación en este siglo implica hablar de observación, diagnóstico, investigación, rediseño y acción. Somos constructores del proceso educativo no sólo docentes y directivos: también quienes somos alumnos y papás de alumnos.

En la carrera de relevos de la transmisión de saberes y actitudes, la batuta está ahora en nuestras manos y nuestra tentación constituye también nuestro peligro: educar a las generaciones contemporáneas con métodos, contenidos, sanciones y evaluaciones con que nos educaron a nosotros, mayormente hijos de las décadas 50, 60, 70 y 80.

Los estudiantes del siglo 21 no pueden ser más receptores de aprendizajes transmitidos mediante sermones o exclusivo reparto delegado de exposiciones. Los constantes debates en torno a la poca o nula vinculación de escuelas con el sector productivo, por mencionar un ejemplo, dan cuenta de la urgencia de reformar nuestros conceptos de educación y sus mecanismos en el aula.

Como apunta César Coll, “el desvanecimiento progresivo del sentido que profesores y estudiantes atribuyen a los aprendizajes escolares se detecta igualmente en los centros y en las aulas, y la toma en consideración de este hecho tiene también implicaciones importantes para la planificación y el despliegue de las actividades de enseñanza y aprendizaje”. Además, ante la arrolladora neoliberal del capitalismo se puede cuestionar cada vez más: ¿educación para qué?

Contrario a lo que sucedía en el pasado, la educación se vuelve ahora una actividad más comunitaria que individual. Tras la crisis reciente que ha sufrido su esencia, la educación refrenda su vocación de enriquecerse en comunidad mediante la redefinición y actualización en sus contenidos y enfoques. La educación del siglo 21 debe hacerse entre todos y para el provecho de todos, poniendo énfasis, ante la abrumadora ola de información pluriasequible, en el “cómo” y ya no en el “qué”.

Explotación y limitación de derechos laborales parecen ahora la constante. Terminar secundaria y preparatoria para trabajar en una tienda departamental como “asociado” pretende plantearse como una nueva utopía consoladora en este tercer mundo dominado por los titanes capitalistas. Reintensificar la subcultura de la “tienda de raya” al ser esclavos de una empresa franquicia y salir a gastar nuestro salario, o de plano endeudarnos, en otras de esas mismas tiendas pertenecientes al mismo conglomerado… o su contrincante.

En el caso de México, parece que hemos hecho realidad el sueño del ex presidente Fox: nos capacitamos no sólo para ser excelentes jardineros de los estadounidenses, sino también sus maquiladores y técnicos. En los últimos 15 años hemos configurado planes, programas de estudio e instituciones que alientan la formación de mano de obra calificada.

Los sistemas educativos parecen enfocarse a ello, como una prolongación de un Servicio Nacional de Empleo. Universidades tecnológicas y politécnicas insisten en el mensaje de que no podemos estudiar para ser patrones o emprendedores sino simples empleados.

Al respecto, la máxima ilusión de los gobiernos estatales parece ser, a falta de mayores recursos otorgados por la Federación y capacidades para generar fuentes de empleo, invitar a empresas chinas, japonesas y alemanas a que establezcan una planta de producción en dichas entidades. Es el “turismo atractor” de gobernadores y locales secretarios de Economía. Vivan las exenciones fiscales, los privilegios y ofrecimientos para que por favor contraten a operarios con sueldos poco atractivos. Viva el México del café importado y vendido a diez veces más de su valor. Viva el México que consume tecnología pero no la produce. Viva el México del petróleo más crudo que luego compra más caro.

Al contrario de las anteriores, en estas generaciones no podemos darnos el lujo de la inercia en educación. No podemos gozarla, y menos trabajar ante la nueva realidad con las herramientas viejas: la regla castigadora, el púlpito, las planas para enmendar errores. No se transforma una sociedad que de por sí es cambiante queriendo emular orillas y profundidad de un río que ya no existe.

Por otro lado, la transformación de la educación no debe ser sólo la del educador y el educando, sino también de las instituciones educadoras. Para que sea considerada como tal, la educación debe ser vigente. Para transformarla no se puede medir una nueva realidad con parámetros de una anterior. Vezub propone: “La modificación de los rasgos e imágenes asociados al ejercicio del trabajo docente no puede ser disociada de la transformación de las instituciones y de las gramáticas escolares que estructuran las experiencias de alumnos y maestros en las escuelas”.

En el nuevo contexto, uno donde la información está al alcance de cualquier módem o teléfono celular “inteligente”, deja de ser fundamental el “qué”, destronado por el más fundamental “cómo”.
El historiador y novelista Henry Brooks Adams dejó dicho que “saben lo suficiente quienes saben cómo aprender”. Nunca como ahora cobra tanta actualidad tal máxima. Si la invertimos, podemos deducir también que “logran lo suficiente quienes saben cómo enseñar”.

Refrendo: ya no son tiempos para enseñar dentro del aula determinada información, sino para enseñar en el aula y fuera de ella cómo lidiar con la indeterminación, cómo discriminar lo que se dice y expone, cómo analizar y comprobar eso que se dice y sobre todo cómo ser creativos y proactivos ante el legado en este naciente siglo.

Si logramos eso, dejaremos la excelente aportación que como educadores nos toca legar en México y en nuestro entorno, en nuestro Zacatecas.

Fuente del artículo: http://ljz.mx/2019/08/03/debemos-transformar-mas-la-educacion/

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Las Competencias Educativas para el Siglo XXI

Por Beatriz Villarreal 

Desde fines del siglo pasado el contexto social ha sido afectado por los cambios globales como la tecnología, las finanzas y el ambiente que junto con las crisis mundiales políticas y económicas  han hecho del mundo un lugar en constante cambio y urgido de respuestas nuevas  para enfrentar estas problemáticas. La profundidad de los cambios requeridos le mostró sus límites también a la educación. La educación se vio sometida a una serie de desafíos para continuar ocupando su lugar  privilegiado en la sociedad y en la economía. Nuevas teorías educativas como las del aprendizaje, en lugar de las de la enseñanza, las teorías democráticas y ciudadanas de las  identidades y sociedades plurales y multiculturales  han sumado con su presencia y desarrollado  respuestas a los  nuevos estilos  sociales y comunales ante las posibilidades que le ofrecen las tecnologías  y las industrias. Este contexto eligió una educación para el desarrollo de la enseñanza por medio de competencias que son vistas como nuevas posibilidades que preparan a los estudiantes para aprender a aprender.

Ya no es solo hacer que el estudiante aprenda para la escuela, sino hay  enseñarlo  a que pueda   aprender por sí mismo y esté preparado para hacerlo en cualquier momento de su vida. Esto requiere una sólida formación de base que tome en cuenta varios aspectos del aprendizaje que le permita aprender a aprender o sea aprender por sí mismo a enfrentar situaciones problemáticos tanto en la vida como en el trabajo y en la comunidad. Es desarrollar capacidades (competencias) y adquirir conocimientos, para subsistir ante las situaciones cambiantes del mundo en el que vive.

Esto le ha dado una mayor centralidad a la educación para la vida, el trabajo y la ciudadanía. Las personas serán capaces de aprender para vivir bien, para ser miembros activos de su comunidad  y poder acceder a uno o más empleos a lo largo de su vida, para lograr obtener los objetivos que se proponen, así como estar capacitado para plantearse metas educativas. Las metas educativas han sido ampliadas durante los últimos años. Con estas nuevas metas es posible determinar qué es lo que se debe de aprender. Se requiere entonces de una educación fundamentada en los procesos sociales y personales. Se tiene que contar con el  conocimiento adecuado y en la formación de habilidades que lo lleven a ello. Esto es la educación por competencias. Muchas sociedades con un grado de desarrollo educativo alto lo han intentado y están teniendo resultados educativos sustantivos.

El Informe en Gauge, Naperville (2003) destaca que para el siglo XXI la educación debe fortalecer cuatro tipos de competencias que son:

1.   Alfabetización digital: Alfabetización básica, científica, económica y tecnológica.

Alfabetización visual e informática.

Alfabetización multicultural y conciencia global.

2.   Pensamiento inventivo o creativo: Adaptabilidad, manejo de la complejidad y dirección personal.

Curiosidad, creatividad y toma de riesgos.

Pensamiento de orden superior y razonamiento sensato.

3.   Comunicación efectiva: Trabajo en equipo, colaboración y habilidades interpersonales.

Responsabilidad personal, social y cívica. Comunicación interactiva.

4.   Alta productividad

Priorización, planificación y administración para alcanzar resultados.

Uso efectivo de herramientas del mundo real.

Habilidad para crear productos relevantes de alta calidad.

El énfasis se pone en el conocimiento, la calidad, la creatividad, la comunicación y la oportunidad. El tipo ideal de persona educada es sumamente competente según los estándares que se incluyen. Todo lo cual hace de la educación un proceso de mucho dinamismo, creatividad, propuesta y conocimiento. Los viejos modelos son muy parciales y deficientes. Incapaces de dar alguna salida a los problemas que requiere el conocimiento actual. Esto tiene que hacer pensar a los gobiernos, para reformar sus sistemas educativos lo más pronto posible. La educación con estas propuestas se pone a la cabeza del desarrollo intelectual y social, por lo tanto requiere de intelectuales, maestros y profesionales que estén a la altura de sus demandas.

El Foro Económico Mundial del 2014  basado en las brechas y desigualdades educativas existentes en los países hizo una propuesta como guía sobre la educación en la que incluyó los siguientes temas:

1.   Alfabetizaciones fundamentales

Dominio de la lengua (lectura y escritura), alfabetización matemática,  alfabetización científica,  alfabetización en               tecnologías de la información y la comunicación (TIC), alfabetización financiera, y alfabetización cultural y cívica.

2.   Competencias

Pensamiento crítico, solución de problemas,  creatividad,  comunicación y  colaboración.

3.   Cualidades del carácter

Curiosidad,  iniciativa, persistencia, adaptabilidad, liderazgo, conciencia social y cultural.

Estas competencias fueron identificadas por el Foro Económico Mundial basado en las expectativas de trabajo que pueden satisfacer las exigencias de las industrias, el Programa Internacional de Evaluación de Alumnos de las OCDE utilizó criterios normativos extraídos de un análisis de las exigencias de la vida y el trabajo para definir las competencias. Y PISA lo define como el nivel de alfabetización necesario para funcionar en una economía basada en el conocimiento y en una sociedad democrática.

¿Qué se puede retomar de lo anterior para Guatemala?  Guatemala con una democracia débil, una educación de mala calidad, un presupuesto escaso, ante el referente mundial anterior es mucho lo que debe hacer y rápido. Tiene que utilizarlo como criterio normativo, como punto de referencia para examinar y proponer las metas que se proponen en el sistema educativo nacional, elaboración del currículo nacional con sus propias ambiciones, utilizando las competencias de PISA como la guía para construir su sistema evaluativo.

Fuente del artículo: https://www.horizontegt.com/beatriz-villarreal/2018/6/11/las-competencias-educativas-para-el-siglo-21-beatriz-villarreal
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