Por: Beatriz Villareal.
La revisión y adecuación del concepto de humanismo es necesaria ante las complejidades que han surgido en el contexto social originado por la acelerada transformación y agresión a la naturaleza causada por el progreso económico y tecnológico y la supremacía ideológica de la insolidaridad, porque hacen más difícil la construcción de espacios comunes para una convivencia social armoniosa, ante fenómenos como las migraciones y las guerras locales, nacionales o tri nacionales como es el terrible caso de Yemen en África. Este contexto hace necesario a replantearse la fundamentación del significado del humanismo. El vigente se basa en la ideal de bienestar básicamente material como el lugar común para todos en el mundo. Pero no lo es realmente, exhibe profundas fisuras y rasgos que le dan fecha de defunción al acercarse cada vez más a la destrucción de la base natural que lo vio nacer.
Es así porque la problematización de esta definición planteada recientemente por E. Lledó (2018) considera que si del dinero empleado en guerras, destrucción y ausencia de solidaridad se utilizara en investigaciones sobre los problemas esenciales de la vida, la faz del mundo sería mucho mejor. Es necesaria la construcción de un nuevo paradigma del humanismo. Su significado es útil al pensamiento y a la toma de conciencia, aunque por ahora no lo es a la acción. Que se piense y se pronuncie el nuevo contenido permite saber que están ahí, comprometiéndonos, y haciendo posible la creación de situaciones que hagan posible esta nueva definición, visión filosófica y conceptual. Requiere de una educación emocional e intelectual para vencer un mundo lleno de ideología del poder, de competitividad, agresión y fanatismo económico que no pueden desprenderse fácilmente de estos lastres.
Para Lledó en la educación se encuentra la imprecisa frontera donde coinciden la teoría y la praxis y donde ambos dominios se interfieren. Ya que pareciera que las humanidades han quedado al margen de los intereses concretos e inmediatos de las personas ante los avances de la ciencias y de la tecnología. En educación conceptos como la verdad o el bien son tan imprescindibles en el contexto cultural, al igual que los elementos físicos, para sostener y hacer posible la vida en común, los ideales humanos, la posibilidad de comunicación y la inteligencia. Son respuestas a problemas planteados por las demandas de un humanismo renovador en la incesante tarea de modificación y revisión ante las condiciones cambiantes de la humanidad.
Para la nueva concepción humanista la verdad como primer término es uno de los conceptos esenciales para que se pueda desarrollar la sociedad. El lenguaje establece los elementos que la hacen válida. Son las personas las que tienen que establecer los nuevos fundamentos y trazar las nuevas fronteras. Antes, la verdad sólo servía a la clase poderosa y era un conglomerado ideológico sobre el cual esta clase se apoyaba. Con la democracia, se supone, en teoría, al ser todos iguales, nadie puede detentar para sí le discurso del poder ni nadie posee el privilegio de la verdad. La verdad es un bien común, un bien para construir en el diálogo con la tradición literaria y con la tradición del lenguaje en el que vivimos y estamos con los otros, sin que nadie, por la autoridad derivada de su poder, se arrogue el privilegio y del derecho de poseerla.
Desde la filología el significado de las cosas y la filosofía con los seres y las cosas, la verdad como fundamento de las relaciones humanas brotó de una necesidad democrática histórica que descubrió un horizonte de referencias en las que los seres humanos pudieron iluminar la fuerza y seguridad de sus afirmaciones. La verdad como resultado del proyecto de creatividad humana se convirtió en un reflejo, en una referencia e impulsora y prolongadora de un territorio mental que encontraba el cauce para deslizarse y avanzar en el conocimiento. La verdad a través de las palabras señala los pasos fundacionales de este humanismo. El amor por la vida de la filosofía, la ciencia y la literatura fueron el inicio de las aspiraciones teóricas y prácticas que dieron origen a la ciencia y a la cultura.
El bien es otro de los conceptos de la vida humana. Es una idea muy sutil por las diferentes formas bajo las que aparece. Descubre todo lo que organiza a todas las formas de ser. Expresa lo que es y en su búsqueda se afirma, se sostiene y realiza el dinamismo de existir. Aristóteles lo definió en la Ética a Nicómaco como aquello hacia lo que todo aspira. Para Lledó es el indicador que señala el último y más completo horizonte de referencia de toda realidad. Tiene sus raíces en la afirmación más real y firme de la existencia.
Y la justicia, es una forma de bien repartido en una sociedad para que ésta pueda cohesionarse sin desgarrar el tejido colectivo. No hay palabra alguna que no tenga su origen en la sustancia misma del ser humano. Las palabras de la cultura como el bien o la verdad son el territorio de la libertad. Por lo que el autor propone el placer y la necesidad que se tiene de pensar de nuevo estas palabras clásicas dentro de la tradición cultural y de la pedagógica para redescubrir esos territorios y renovar estos conceptos.
Fuente del artículo: https://www.horizontegt.com/beatriz-villarreal/2018/12/26/el-humanismo-actual-verdad-bien-y-justicia-beatriz-villarreal