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Teoría y conocimiento en la rebelión de los saberes

Venezuela / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Enrique Contreras Ramírez / Fuente: Aporrea

Si algo hay que concientizar en nuestras realidades de América Latina, es que hemos carecido de un pensamiento propio, producto de los procesos colonizadores que hemos vivido, pensamiento que ha infundado en nuestra mente que el ser humano vive para hacer y no para ser y en ese afán de hacer y tener hemos olvidado SER. Perdiendo de esta manera nuestra condición humana.

En las construcciones teóricas modernas, en muchas oportunidades nos toca ese envite que nos lleva a estudiar, indagar y explorar las verdades dentro de nosotros mismos, a conocernos y verbalizar ese conocimiento ante otros. Esta destreza de desciframiento, descodificación de querer zambullirse en las propias ideologías y sentimientos para someterlos a una definición ilimitada, es lo que Foucault llamó «hermenéutica de sí».

Es querer insertarse de manera crítica en nuestras realidades, en el marco de una categoría de totalidad para apropiarnos críticamente de la posición que uno ocupa, en relación con los demás en ese caleidoscopio de la gnoseología y que la misma sirva para asumir el verdadero papel que tenemos como seres humanos en esa dialéctica de la cotidianidad, en términos más concretos son reflexiones ontológicas que permanentemente debe uno hacerse en esa búsqueda de lo real, de lo profundo y que se oculta como el sol en el horizonte, para darle paso a la oscuridad y evitar dar luz que pueda alumbrar el camino de un renacer histórico que dé al traste con la dominación de unos pocos sobre la inmensa mayoría de seres humanos.

En algunas oportunidades en la vida de los seres humanos, llegan tiempos de reflexiones, de análisis, que nada tienen que ver con situaciones de carácter existencial. Son tiempos, en donde el ser humano se reexamina, en aras de reencontrarse consigo mismo, con sus creencias, con su entorno, con su pensamiento, con su cosmovisión acerca del mundo y comienza a interrogarse así mismo, sobre sus posiciones ante la vida, ante el país, ante la humanidad y es aquí donde se manifiesta lo esencial en su conducta en el campo sobre todo intelectual, que termina dirigiendo su vida, ante problemas de orden axiológico, deontológico, epistemológico en sus variadas corrientes y del propio conocimiento dentro de una realidad histórica, para revisar sus equivocaciones y aciertos. En esta línea, revisando teoría y práctica, filosofando a ratos, teorizando en los distintos escenarios políticos-ideológicos del proceso de producción del conocimiento y las condiciones en que se produce ese conocimiento, es donde uno puede llegar a reencontrarse con su pensamiento y poder salirse del de ese panóptico intelectual para seguir o tratar de continuar equivocándose haciendo, hasta llegar en esa cotidianidad del claro-oscuro que presenta el mundo sensorial, a encontrar caminos, que sean capaces de aportar luces para la emancipación de nuestros pueblos. El conocimiento que se rebela es eso, constituye un instrumento para transformar y mejorar el mundo, no permite condicionamiento, se desliga de la dominación-alienación, es ontocreador y se materializa en programas donde la utopía es posible, creo que es su fin último. Va más allá del mundo sensorial, de la percepción, es entender y comprender la realidad histórica. Pero cuando ese «conocimiento», se encuentra impregnado y contaminado de la ideología dominante, independientemente de cuál sea esa ideología, ese proceso de producción de «conocimiento», por las condiciones en que se produce, se nos presenta enredado, confundido y castrado de creatividad para inventar y ese «conocimiento» producido de esta manera y en estas condiciones, termina como ideología expresando en el fondo de manera subliminal, los intereses del que domina, que no es otra cosa que la ideología como falsa conciencia, reproduciendo de esta manera los intereses del opresor.

CONOCIMIENTO Y MANIPULACIÓN

Esta práctica de las construcciones teóricas modernas, las percibo de acuerdo a nuestras propias realidades, son la expresión de todo un proceso ontocreador que nos permite descifrar, explicar y entender la lógica de la dominación, es percibir los elementos teóricos-prácticos sobre las cuales se sustenta la injusticia, el poder y el colonialismo eurocentrista para poder cambiarlo y transformarlo, en aras de provocar la concientización colectiva que nos permita convivir en la disidencia, en un mundo donde todos tengamos cabida, pero entendiendo que ese mundo hay que compartirlo en igualdad de condiciones y para tales fines y parafraseando a Paulo Freire la tolerancia es indispensable como virtud del acuerdo humano, de cultivarse para aprender a vivir con el diferente, con el diferente, no con el inferior.

Es por eso que el propio Freire, señala que el intolerante tiene como característica «… la incapacidad de convivir con el diferente. Segundo, es la incapacidad de descubrir que el diferente es tan valioso como nosotros o a veces mejor, en ciertos aspectos es más competente. Lo que significa que el diferente no necesariamente es inferior, no existe eso. Pero la tendencia de uno al rechazar al diferente es la intolerancia…» (FREIRE, Paulo. Pedagogía de la tolerancia. Edit. Fondo de Cultura Económica (2000). Pag. 71)

Esa injusticia que mantiene el poder que conocemos y quienes lo ejercen, se encuentra sustentado sobre técnicas que permiten la manipulación de los seres humanos y que cambian el concepto de vida, el modo de vida, el concepto de hombre y mujer en su dimensión humana convirtiendo al ser humano en una cosa para desaparecerlo como sujeto histórico, como un ser abierto que ha de construirse mediante sus actos o como argumentan los cristianos, como un ser semejante a Dios o lo planteado por Platón y Aristóteles, un ser humano que se edifica, se construye a base de virtudes. O como la concepción que tenía nuestro maestro Simón Rodríguez, quizás la más sublime, la más humana, la más inteligente, la más hermosa, la más ontocreadora acerca de lo que debe cultivarse en los seres humanos y que de manera magistral lo definiera el mismo Libertador Simón Bolívar: «Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido por el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto…»

Esa concepción del ser humano -la del maestro Simón- la han aplastado los modelos de dominación que hemos tenido, llámese socialismo o capitalismo, convirtiendo la vida en una gran tragedia, tragedia que la define perfectamente Paulo Freire como: «Una de las grandes -si no la mayor- tragedia del hombre moderno es que hoy, dominado por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir. Está siendo expulsado de la órbita de las decisiones. El hombre simple no capta las tareas propias de su época, le son presentadas por una élite que se las interpreta y se las entrega en forma de receta, de prescripción a ser seguida. Y cuando juzga que se salva siguiendo estas prescripciones, se ahoga en el anonimato, índice de la masificación, sin esperanza y sin fe, domesticado y acomodado: ya no es sujeto. Se rebaja a ser puro objeto. Se «cosifica». «Se liberó –dice Fromm- de los vínculos exteriores que le impiden trabajar y pensar de acuerdo con lo que había considerado adecuado. Ahora- continua- sería libre de actuar según su propia voluntad, si supiese lo que quiere, piensa y siente. Pero no sabe. Se ajusta al mandato de las autoridades anónimas y adopta un yo que no le pertenece. Cuanto más procede de éste modo, tanto más se siente forzado a conformar su conducta a la expectativa ajena. A pesar de su disfraz de iniciativa y optimismo, el hombre moderno está oprimido por un profundo sentimiento de impotencia que lo mantiene como paralizado, frente a las catástrofes que se le avecinan.» (Freire, Paulo: ¿Extensión o comunicación?/ Freire Cita a Erich Fromm, «El Miedo a la Libertad». Pág.275,6).

FILOSOFAR PARA ENCONTRAR UN CAMINO

Si algo hay que concientizar en nuestras realidades de América Latina, es que hemos carecido de un pensamiento propio, producto de los procesos colonizadores que hemos vivido, pensamiento que ha infundado en nuestra mente que el ser humano vive para hacer y no para ser y en ese afán de hacer y tener hemos olvidado SER. Perdiendo de esta manera nuestra condición humana.

Si concientizamos esta realidad, nos vemos obligados –los que creemos que es posible la emancipación del ser humano y de nuestros pueblos- generar nuestros propias teorías de acuerdo con nuestras realidades, reencontrar nuestros conocimientos ocultos por el colonialismo, es insertarnos críticamente en nuestra realidad, que nos permita apropiarnos del verdadero papel que tenemos que jugar como latinoamericanos.

Ese proceso concientizador, nos permitirá reflexionar, comprender nuestro medio a pesar que la ciencia y la tecnología nos arropa y nos transforme el entorno socio-cultural de nuestro continente, el ser humano seguirá requiriendo filosofar; mucho más cuando tenemos a una sociedad en crisis, cubierta de trivialidades y de apatía y donde se corre el riesgo de perder de vista la propia identidad y el sentido y la orientación de la coexistencia. En otros términos, en mi humilde opinión es que el ser humano de hoy necesita filosofar para no olvidar que es eso: un ser humano.

Los valores dominantes en nuestro mundo, impuestos por el modelo de dominación, llámese socialismo o capitalismo están íntimamente ligados a la ambición perturbada por el poder, el tener y el poseer placer. El ser humano no tiene conocimiento de sí mismo y de su valor como individuo, como sujeto histórico, pues se encuentra atrapado por su práctica mercantilista, materialista y la rapidez de un mundo en permanente cambio, no piensa, su alienación no le permite razonar ni reflexionar sobre su identidad, vive el día a día, el momento, la inmediatez, y lo peor, es una víctima de un sistema que lo convierte en objeto, en una cosa, en algo que respira, camina, trabaja, se reproduce y muere , pero que jamás se dio cuenta, que ante todo era y es un ser humano.

De allí que el filosofar, teorizar, investigar, estudiar, reflexionar y producir conocimiento, hoy más que nunca se hace necesario para nosotros los latinoamericanos. Es una tarea que se encuentra perfectamente acoplada a la rebelión de los saberes, frente a ese colonialismo eurocentrista que ha invadido nuestra historia.

A manera de conclusión podemos afirmar que la crisis que vivimos nos coloca en la posición de ser el único país latinoamericano, que a pesar de su superioridad en cuanto a potencial de desarrollo e industrialización, está siendo empujado por una indolencia sin matiz de orden y estratagemas de corrección.

La esencia: total perversión de la gestión pública actual; gestión pública retrógradamente concentrada y centralizada, primitivamente autócrata; militarizada y desnacionalizada; cuya orientación es la homogenización del autoritarismo en el Poder.

Creo firmemente que los procesos de cambio, de transformación, de revoluciones auténticas y verdaderas en las utopías de los pueblos, representan necesariamente un proceso de construcción que hacen las patrias en colectivo y no los partidos, ni las vanguardias, ni los gobiernos, es hacer caminos, es reconocernos en términos de igualdad entre los seres humanos, es cooperación y al mismo tiempo, compartir sacrificios y muchos esfuerzos, es perseguir y recorrer caminos hasta encontrar objetivos comunes donde se aspire a un mañana mejor, para que el sol salga para todos.

Es buscar en colectivo un TERCER CAMINO, un lugar para la convivencialidad donde el hombre viva en armonía con la naturaleza, es un espacio para la práctica de la libertad que conlleve a valorarnos como seres humanos, a elaborar una deontología y una axiología con convicciones críticas y comprometidas que rechace toda actitud, comportamiento y acción que intente agredir y violentar la dignidad humana. Es unir la solidaridad, la reciprocidad y el amor por la humanidad y la tierra para construir un nuevo modelo civilizatorio que nos lleve a elaborar una nueva sociedad, un proyecto sin relaciones de poder y por lo tanto, sin oprimidos y sin opresores. Es inventar nuestro propio camino, tal y como lo añoraba nuestro Simón Rodriguez.

Fuente del Artículo:

https://www.aporrea.org/ideologia/a252518.html

Fuente de la Imagen:

http://liceohypatia.edu.co/portfolio-tag/package/

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Reseña: Simón Bolívar: Su natalicio 24 de Julio de 1783

Venezuela/24 de Julio de 2017/Biografía

Si se forzase a los historiadores a designar el más decisivo protagonista de los convulsos procesos que, en las primeras décadas del siglo XIX, condujeron a la emancipación de la América Latina, no hay duda de que resultaría elegido el militar y estadista venezolano Simón Bolívar (1783-1830), justamente honrado con el título de «Libertador de América».

Tras no pocos reveses, Simón Bolívar lideró las campañas militares que dieron la independencia a Venezuela, Colombia y Ecuador. Y al igual que otro insigne caudillo de la independencia, José de San Martín, Bolívar comprendió la ineludible necesidad estratégica de ocupar el Perú, verdadero centro neurálgico del Imperio español. Las victorias de Bolívar en la batallas de Junín y de Ayacucho (1824) significaron la caída del antiguo Virreinato, la independencia de Perú y de Bolivia y el punto final a tres siglos de dominación española en Sudamérica.

Tal fue la trascendencia de su figura que ha podido afirmarse que, en el ámbito sudamericano, la historia de la emancipación es la biografía de Bolívar y parte de la de San Martín. Y no menos admirable resulta su total entrega al ideal emancipador, causa a la que había jurado consagrarse con sólo 22 años en un evocador escenario: el Monte Sacro de Roma. Políticamente, su sueño fue unir las colonias españolas liberadas en una confederación al estilo estadounidense; tal proyecto se materializó en la «Gran Colombia» (1819-1830), que presidió el mismo Bolívar y llegó a englobar Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.

Pese al realismo y rigor de su pensamiento político (siempre juzgó que era preciso adaptar las doctrinas europeas a la realidad americana), el éxito no le acompañó en la monumental empresa de configurar las nuevas repúblicas; sometida a la presión de los caudillismos y las reivindicaciones territoriales, la desmembración de la Gran Colombia también hubiera sido inevitable sin el prematuro fallecimiento de Bolívar.

Biografía

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Venezuela era entonces una Capitanía General del Reino de España entre cuya población se respiraba el descontento por las diferencias de derechos existentes entre la oligarquía española dueña del poder, la clase mantuana o criolla, terratenientes en su mayoría, y los estratos bajos de mulatos y esclavos.

Los criollos, a pesar de los privilegios que tenían, habían desarrollado un sentimiento particular del «ser americano» que los invitaba a la rebeldía: «Estábamos (explicaría Bolívar más tarde) abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones».

Ésta era, por lo demás, la clase a la cual pertenecían sus padres, Juan Vicente Bolívar y Ponte y María de la Concepción Palacios y Blanco. El niño Simón era el menor de cuatro hermanos y muy pronto se convertiría, junto a ellos, en heredero de una gran fortuna. Bolívar quedó huérfano a los nueve años de edad, pasando al cuidado de su abuelo materno y posteriormente de su tío Carlos Palacios; ellos velarían por su educación, aunque también la negra Hipólita, su esclava y nodriza, continuaría cuidando del muchacho.


La lección de Andrés Bello a Bolívar, de Tito Salas

Entre los valles de Aragua y la ciudad de Caracas discurrió la infancia y parte de la adolescencia del joven Simón. Combinaba sus estudios en la escuela de primeras letras de la ciudad con visitas a la hacienda de la familia. Más tarde, a los quince años de edad, los territorios aragüeños cobrarían un mayor relieve en su vida cuando, por la mediación que realizó su tío Esteban (ministro del Tribunal de la Contaduría Mayor del Reino ante el rey Carlos IV), fue nombrado subteniente de Milicias de Infantería de Blancos de los Valles de Aragua.

Mientras esto sucedía, tuvo la suerte de formarse con los mejores maestros y pensadores de la ciudad; figuraban entre ellos Andrés Bello, Guillermo Pelgrón y Simón Rodríguez. Fue este último, sin embargo, quien logró calmar por instantes el ímpetu nervioso y rebelde del niño, alojándolo como interno en su casa por orden de la Real Audiencia, lo cual sería la génesis de una gran amistad. Pero ni el apego al mentor ni el ingreso en la milicia fueron suficientes para aquietar al muchacho, y sus tíos decidieron enviarlo a España a continuar su formación.

La estancia en Europa

Corría el año 1799 cuando Bolívar desembarcó en tierras peninsulares. En Madrid, a pesar de seguir sus estudios, el ambiente de la ciudad le seducía: frecuentaba los salones de lectura, baile y tertulia, y observaba maravillado la corte del reino desde los jardines de Aranjuez, lugar éste que evocaría en sueños delirantes en su lecho de muerte. Vestía de soldado en esos tiempos en los cuales España comenzaba a hablar de Napoleón, y así visitaba al marqués de Ustáriz, hombre culto con quien compartía largas tardes de conversación.

En una de ellas conoció a María Teresa Rodríguez del Toro, con quien se casaría el 26 de mayo de 1802 en la capilla de San José, en el palacio del duque de Frías. Mientras Bernardo Rodríguez, padre de la muchacha, decidía dar largas al compromiso, Bolívar los siguió hasta Bilbao y aprovechó para viajar a Francia: Bayona, Burdeos y París. Inmediatamente después de la boda, los recién casados se trasladaron a Caracas y, a pesar de los resquemores que canalizaban los criollos a través de sus conspiraciones, Bolívar permaneció junto a su esposa, llevando una vida tranquila. Esta serenidad conyugal, sin embargo, no duraría mucho: María Teresa murió pocos días después de haberse contagiado de fiebre amarilla, en enero de 1803. Bolívar, desilusionado, decidió alejarse y marchó nuevamente a Europa.

Mientras el caraqueño Francisco de Miranda, desde Estados Unidos y las Antillas, reunía pacientemente apoyos para una expedición militar que diese la independencia al país, los acontecimientos en Venezuela comenzaban a tomar aires de revuelta. Ajeno a todo aquello, Bolívar se reunió con su suegro en Madrid, para trasladarse a París en 1804. A la sombra de Napoleón Bonaparte (quien no tardaría en proclamarse emperador de Francia) se había formado una clase aristócrata, hallada entre la burguesía, que se reunía en los grandes salones a los cuales asistía Bolívar en compañía de Fernando Toro y Fanny du Villars.


El juramento del Monte Sacro

Allí el joven Bolívar, especie de dandy americano, se contagiaría poco a poco de las ideas liberales y la literatura que habían inspirado la Revolución Francesa. Era un gran lector y un interlocutor bastante interesado en la política de la actualidad. En esos tiempos conoció al eminente naturalista alemán Alexander von Humboldt, expedicionario y gran conocedor del territorio americano, quien le habló de la madurez de las colonias para la independencia. «Lo que no veo (diría Humboldt) es el hombre que pueda realizarla».

Su antiguo preceptor, Simón Rodríguez, se hallaba por entonces en Viena; Bolívar, al enterarse, corrió en su búsqueda. Posteriormente el maestro se trasladó a París, y en compañía de Fernando Toro emprendieron un viaje cuyo destino final era Roma. Cruzaron los Alpes caminando hasta Milán, donde se detuvieron el 26 de mayo de 1805 para presenciar la coronación como rey de Italia de Napoleón, a quien Bolívar admiraría siempre. Después visitaron Venecia, Ferrara, Bolonia, Florencia, Perusa y Roma. En esta última ciudad tuvo lugar el llamado Juramento del Monte Sacro: en presencia de Simón Rodríguez y Fernando Toro, Simón Bolívar juró solemnemente dedicar su vida y todas sus energías a la liberación de las colonias americanas.

La gestación de un ideal

Evidentemente, tal propósito y convicciones no habían nacido en Bolívar de forma espontánea o repentina; el fervor del momento y sus conversaciones con importantes intelectuales (empezando por su maestro Simón Rodríguez) le habían hecho comprender la injusticia que entrañaba el sometimiento de América al yugo de España. Tras tener noticia de las fallidas expediciones libertadoras de Francisco de Miranda en Ocumare y la Vela de Coro, Bolívar decidió emprender el viaje de vuelta.

Tras una corta estancia en Estados Unidos, Bolívar regresó a mediados de 1807 a Caracas, donde hubo de retomar sus antiguas ocupaciones de hacendado. José Antonio Briceño, un vecino de tierras y fincas, le esperaba con un cerco en sus tierras; tal asunto debía resolverse cuanto antes. Pese al fracaso, las incursiones de Miranda habían tenido la virtud de adherir algunos caraqueños al proyecto emancipador; sin embargo, la gran mayoría de los criollos se conformaba con rebelarse pasivamente violando las normas que se dictaban desde España.


Simón Bolívar

En 1808 Bolívar se había ya incorporado a las actividades conspirativas. Ese mismo año tuvieron lugar gravísimos sucesos en la metrópoli: Napoleón invadió la península, mantuvo retenidos en Bayona a Carlos IV y a su hijo Fernando VII y dio la corona a su hermano José I Bonaparte. Tal usurpación desencadenó la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), convulsa etapa en la que los continuos combates contra el invasor y el rechazo popular al impuesto rey francés ocasionaron un vacío de poder en España, cubierto apenas con el establecimiento en Sevilla de la Junta Suprema de España e Indias (27 de mayo de 1808).

La situación era propicia para que Martín Tovar y Ponte, entonces alcalde de Caracas, presentara a la Capitanía General un proyecto para crear una junta de gobierno adscrita a la Junta Suprema de Sevilla, expresando así las demandas criollas de participación política. En un comienzo, las autoridades coloniales se mostraron reacias al proyecto, pero posteriormente, ante el vacío de poder que se había producido, decidieron pactar con los conspiradores. Enterado de la situación, Bolívar abrió las puertas de una casa de verano familiar (la Cuadra de Bolívar) para acoger las reuniones. Se negó categóricamente a participar en cualquier alianza; para él, debía clamarse por la emancipación absoluta.

En las vísperas del jueves santo de 1810, arribaron a la ciudad los comisionados del nuevo Consejo de Regencia de Cádiz, órgano de gobierno que actuaba en la península en sustitución de Fernando VII, tras haber relevado a la Junta Suprema. Fueron recibidos por Vicente Emparan, máxima autoridad colonial en tanto que gobernador y capitán general de Venezuela, pero al día siguiente los criollos lo sitiaron y lo obligaron a dirigirse al cabildo. La mitología venezolana recoge de esta fecha (19 de abril de 1810) el instante en el cual Vicente Emparan se asomó al balcón del cabildo de Caracas para interrogar al pueblo enardecido acerca de su predisposición a continuar aceptando su autoridad, con el clérigo José Cortés de Madariaga detrás de él haciendo señas con el dedo al pueblo para que negasen. Tras un rotundo «¡No!» por parte de la población, Vicente Emparan cedió: «Pues yo tampoco quiero mando».

Comenzaba así la famosa revuelta caraqueña que, sin proponérselo, daba inicio al proceso de independencia de Venezuela. Se constituyó la Junta Suprema de Venezuela, órgano gubernativo teóricamente fiel al rey Fernando VII que, entre otras disposiciones, nombró a Simón Bolívar coronel de infantería y le asignó la tarea de viajar a Londres, en compañía de Andrés Bello y Luis López Méndez, en busca de apoyos para el nuevo gobierno.

En Londres fueron recibidos por el ministro de Asuntos Exteriores, Lord Wellesley, quien después de varias entrevistas terminó por mantenerse neutral frente a la situación. Bolívar, a pesar de ver frustrado el intento, encontró en esta coyuntura una reorientación y clarificación de sus ideas sobre la emancipación de la América Latina. El momento clave fue su entrevista en Londres con Francisco de Miranda, ideólogo y visionario de la independencia de América, quien ya había ideado, entre otras cosas, un proyecto para la construcción de una gran nación llamada «Colombia», que había de reunir en su seno a todas la antiguas colonias, desde México hasta Chile y Argentina. Bolívar se empapó de las ideas del gran precursor y las reformuló a lo largo de una campaña que duraría veinte años.

Bolívar regresó a Caracas convencido de la misión que había decidido atribuirse. Miranda no tardaría en seguirlo; su figura era algo mítica entre los criollos, tanto por el largo tiempo que había pasado en el exterior como por su participación en la independencia de Norteamérica y en la Revolución Francesa. Casi nadie lo conocía, pero Bolívar, convencido de la utilidad de Miranda para la empresa que se iniciaba, lo introdujo en la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía, creada en agosto de 1810.

La independencia de Venezuela

Partidarios a ultranza de proclamar una independencia absoluta para Venezuela, Bolívar y Miranda instaron a los miembros de la Sociedad Patriótica a pronunciarse en ese sentido ante el Congreso Constituyente de Venezuela, reunido el 2 de marzo de 1811. Fue a propósito de ello que Bolívar dictó su primer discurso memorable: «Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es perdernos». El 5 de julio de 1811, el Congreso Constituyente declaró la independencia y se aprobó la Constitución Federal para los estados de Venezuela.

La primera República se perdió como consecuencia de las diferencias de criterios entre los criollos, de los resentimientos entre castas y clases sociales, y de las incursiones de Domingo Monteverde (capitán de fragata del ejército realista) en Coro, Siquisique, Carora, Trujillo, Barquisimeto, Valencia y, finalmente, Caracas. Estaba claro que una guerra civil iba a desatarse de inmediato, pues la empresa en cuestión era todo menos monolítica. Bolívar tomaría conciencia del carácter clasista de la guerra y reflexionaría sobre ello a lo largo de todas sus proclamas políticas.


Simón Bolívar

En esta oportunidad, sin embargo, le tocó defender la República desde Puerto Cabello. A pesar de su excelente labor política y militar en defensa del castillo, todo fue inútil; las fuerzas del otro bando eran superiores, y a ello se le sumaba la ruina causada por los terremotos ocurridos en marzo de 1812. El 25 de julio se produjo la capitulación del generalísimo Francisco de Miranda; si bien era necesaria en su opinión, Miranda no había consultado a sus compañeros, y la rendición llenó de ira a Bolívar, quien, al enterarse de los planes de Miranda de abandonar el territorio, participó en su arresto en el puerto de La Guaira: «Yo no lo arresté para servir al rey, sino para castigar a un traidor».

La estrategia de Bolívar fue entonces huir hacia Curazao, desde donde partió a Cartagena, en la costa caribeña de Colombia. El 27 de noviembre de 1811, Cartagena y otras ciudades del Reino de Nueva Granada (actual Colombia) habían proclamado su independencia y constituido las Provincias Unidas de Nueva Granada. La intención de Bolívar, arropada en el manto de un discurso deslumbrante, era encontrar apoyo en las fuerzas neogranadinas para emprender la reconquista de la República en la vecina Venezuela. «Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas, y políticas»: con estas palabras se iniciaba el Manifiesto de Cartagena, carta de presentación de Bolívar ante el Soberano Congreso de las Provincias Unidas de Nueva Granada, en la cual trazaba un diagnóstico de la derrota al tiempo que ofrecía sus servicios al ejército de esa región. Los granadinos lo acogieron otorgándole el rango de capitán de la guarnición de Barrancas.

Bolívar libró unas cuantas batallas, incluso desobedeciendo órdenes, y bajo el mismo procedimiento inició su arremetida hacia Venezuela. En mayo de 1813 emprendió la «Campaña Admirable», gesta que consistió en la reconquista de los territorios del occidente del país (mientras, de forma simultánea, Santiago Mariño tomaba los de oriente) hasta entrar triunfalmente en Caracas en agosto del mismo año. A su paso por Mérida le llamaron «el Libertador», y con ese título fue ratificado por la municipalidad de Caracas, que lo nombró, además, capitán general de los ejércitos de Venezuela. Pero la Segunda República iba a ser, en esencia, tan efímera como la primera.


Bolívar en la Batalla de Araure (5 de diciembre de 1813)

Estaba claro que la naturaleza de la guerra era cambiante, lo cual no tardaría en demostrarse nuevamente. La astucia con la cual Bolívar intentó polarizar los bandos a través del Decreto de guerra a muerte de 1813 («Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes. […] Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables»), no fue suficiente para mitigar las diferencias existentes entre los ejércitos de mulatos y negros frente a la gesta emancipadora. La furia de los ejércitos realistas, al mando del español José Tomás Boves, forzó a los patriotas a abandonar Caracas en julio de 1814. La República caía nuevamente.

Había que repensar la situación. Después de un corto pero victorioso tránsito por la Nueva Granada (dirigió las tropas que ocuparon Santafé de Bogotá, sellando así la adhesión de Cundinamarca a las Provincias Unidas de Nueva Granada), Bolívar marchó hacia Jamaica en mayo de 1815. En Kingston se dedicó a divulgar, a través de una copiosa correspondencia con personalidades de todo el mundo, el propósito de la guerra que se estaba librando en el territorio de la América meridional. Hasta entonces, el mundo sólo conocía la versión de los realistas.

De estos documentos divulgativos, el más famoso es la Carta de Jamaica. En ella reproduce el panorama de todas las luchas que se llevaban a cabo simultáneamente en América, especula acerca del futuro del territorio y adelanta la idea de la unión colombiana. Y es que la escritura fue un capítulo importante en la vida de Bolívar. Puede decirse que el poder que ejercía su pluma le garantizó gran parte de sus triunfos. Revolucionó el estilo de la prosa haciendo de su letra el reflejo vivo de sus pasiones, pensamientos y acciones. Sus amanuenses y secretarios convenían en que los dictados del Libertador «tenían ganada la imprenta sin un soplo de corrección». Al mismo tiempo, desde el despacho de Jamaica, Bolívar preparaba la nueva estrategia para Venezuela.

La «Gran Colombia»

La reconquista de Venezuela tardaría seis años en conseguirse. Las expediciones se iniciaron en la isla Margarita y continuaron su escalada por el oriente en dirección hacia Guayana. La batalla de San Félix (1817) dio a los independentistas la región de Guayana y la navegación por el Orinoco. En 1819, Bolívar emprendió la Campaña de los Andes, y, tras derrotar a los realistas en la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819), obtuvo el control de las Provincias Unidas de Nueva Granada (la actual Colombia), que habían caído en manos de los españoles en 1816. Finalmente, la victoria en la batalla de Carabobo (24 de junio de 1821) selló definitivamente la independencia de Venezuela y Colombia.

Fueron los tiempos del temible general realista Pablo Morillo, al que el absolutista monarca español Fernando VII, repuesto en el trono una vez finalizada la Guerra de la Independencia Española, había encomendado la misión de aplastar toda insurgencia. Vencerlo fue tarea difícil, y Bolívar tuvo que emplear nuevas estrategias de adhesión: proclamó la libertad de los esclavos y ofreció tierras a cambio de lealtad militar. Obtuvo así la colaboración de los ejércitos llaneros al mando de José Antonio Páez, vitales para el desarrollo de la contienda, como también lo fue la ayuda de un importante contingente de soldados y generales europeos, británicos fundamentalmente, quienes anhelaban unirse al Libertador.


Bolívar y Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la «Gran Colombia»

Simultáneamente, Bolívar se encargó de la reconstrucción política de la región. En febrero de 1819 convocó el Congreso de Angostura, ante el que pronunció un célebre discurso en el cual instaba a los representantes a promulgar una constitución centralista que había de ser el fundamento jurídico de la soñada República de la Gran Colombia. Presidida por el mismo Bolívar, la «Gran Colombia» quedó constituida ese mismo año, y agrupaba por el momento los territorios de las actuales Venezuela y Colombia.

El sur se encontraba en la mira de la Gran Colombia, es decir, de Bolívar. La liberación y adhesión de las provincias de Quito y Guayaquil (el actual Ecuador) resultaba fundamental para consolidar y mantener la hegemonía en el continente de la recién creada República. Ello fue logrado, desde el punto de vista militar, en la batalla de Pichincha (1822), y desde el punto de vista político, por las negociaciones adelantadas por Antonio José de Sucre y Simón Bolívar, gracias a las cuales la región aceptó integrarse en la Gran Colombia una vez liberada.

El proceso de emancipación de Latinoamérica terminaría en Perú dos años después. El valor estratégico que tenía la conquista y liberación de este territorio por parte del ejército libertador era vital: en tanto que verdadero centro neurálgico del poderío español, la caída del Virreinato del Perú significaría la salida definitiva de los españoles del territorio americano. Tal victoria supondría, además, el triunfo de la ideología bolivariana republicana sobre la propuesta de construir monarquías en los territorios del sur, defendida por la oligarquía peruana y secundada, aparentemente, por otro gran caudillo de la independencia americana: José de San Martín.

En una inolvidable gesta que incluyó la travesía de los Andes desde Argentina, San Martín había liberado Chile en 1817; desde allí, al frente de un nutrido ejército que trasladó por mar, desembarcó en Perú, ocupó Lima en 1821 y proclamó la independencia. Pero apenas un año después, la disensiones internas y el hostigamiento de los realistas, que controlaban de hecho la mayor parte del territorio, habían debilitado sensiblemente su posición. Ambos libertadores se reunieron en Guayaquil en julio de 1822 con el fin de tratar éste y otros asuntos relativos a la guerra. Nunca se supo de qué hablaron Simón Bolívar y José de San Martín, pero el curso de los acontecimientos brinda la evidencia de un profundo desacuerdo; poco después, San Martín renunció a su cargo de Protector del Perú y regresó a Chile.


Tras constituir la «Gran Colombia», Bolívar derrotó a los españoles en Perú, poniendo fin a tres siglos de colonialismo

La definitiva liberación del Perú quedó así en manos de Bolívar. Apenas dos años después, tras hacerse cargo en persona de los preparativos, las batallas de Junín y de Ayacucho (agosto y diciembre de 1824) acabaron con la resistencia realista: la caída del Virreinato del Perú ponía fin a tres siglos de dominación española. En el Alto Perú, liberado en los primeros meses de 1825, se constituyó la actual República de Bolivia, presidida por su lugarteniente Antonio José de Sucre. Culminadas así todas las operaciones militares, Bolívar regresó a rendir cuentas al Congreso colombiano.

Bajo su impulso medio continente había alcanzado la independencia, pero, pese a haber reflexionado largamente sobre la forma de gobierno que convenía a los territorios americanos, ni la fortuna ni la clarividencia le acompañarían en su acción política. Bolívar abogó en todo momento por la edificación de un Estado centralista que lograra cohesionar aquello que, en virtud de una heterogeneidad racial, cultural y geográfica de la que era muy consciente, no resistía la perfección de una federación; pronto se puso de manifiesto, sin embargo, que el proyecto de mantener unidas en confederación a las nuevas naciones era una quimera.

Si bien logró todavía aplacar la sublevación de la Cosiata (1826), Bolívar intentó luego evitar la desmembración de la Gran Colombia invistiéndose de poderes dictatoriales (1828), lo que sólo sirvió como pretexto para que, el 25 de septiembre del mismo año, se perpetrase un atentado fallido contra su persona que minó profundamente su moral. Todo era inútil: el general victorioso en las luchas por la libertad de las naciones se veía vencido en aquella nueva etapa de lucha para la verdadera construcción de las mismas. El 27 de abril de 1830, Bolívar presentó su renuncia ante el que sería el último Congreso de la Gran Colombia. Las pugnas caudillistas y nacionalistas desbarataron toda posible conciliación y condujeron a la separación de Venezuela y Ecuador.

Durante los meses que precedieron a su muerte, el Libertador había de evocar constantemente su amarga derrota política. Recordaba a su último amor, Manuela Sáenz, que al salvarle la vida en el atentado del 25 de septiembre de 1828 se había ganado el título de «Libertadora del Libertador»; también evocaba otros amores y otros atentados. Lloraba la muerte de Sucre, el fiel lugarteniente asesinado el 4 de junio de 1830 en Berruecos; recordaba y deliraba, y así murió, solo y defenestrado de los territorios que había liberado, por causa de una hemoptisis, en la Quinta San Pedro Alejandrino, el 17 de diciembre de 1830. En 1842 el gobierno de Venezuela decidió trasladar los restos de Bolívar, según su último deseo. Desde entonces, su legado ha devenido mito y veneración como fundador de la patria.

Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/monografia/bolivar/

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La Revolución Bolivariana, el fantasma que recorre América

Por: José Marcano

Partiendo de la importancia de las ideas del filósofo Argentino Néstor Kohan (Revista Digital: La Rosa Blindada. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs 165601.pdf). Quien sostiene: sin memoria histórica no hay identidad, ni personal ni colectiva. Sin identidad, sin conocer de dónde venimos (historia memoria colectiva) y sin recordar quienes somos (memoria personal), se hace imposible la independencia con soberanía plena. Sin independencia no hay dignidad ni decoro. Sin dignidad la vida no merece llamarse vida. Sin memoria histórica no hay esperanza de un futuro digno.

La memoria histórica hay que reivindicarla a pesar de los reiterados embates de la burguesía apátrida por socavar nuestros cimientos ancestrales libertarios a partir de un discurso instaurado, inclusive, en los planes educativos promoviendo un ser humano desclasado, que siente vergüenza de sí mismo y sin sentido de patria, pretendiendo someterlos de manera dócil al servicio de los intereses de las grandes corporaciones las cuales continuamente desvirtúan nuestras concepciones de independencia y soberanía, legado de nuestros precursores independentistas.

El mismo autor al respecto nos orienta al afirmar  “Nosotros sabemos quiénes somos y de dónde venimos. La voz del amo y el discurso del poder insisten una y otra vez para que nos avergoncemos y nos despreciemos a nosotros mismos, renegando de nuestra historia y nuestra cultura bajo un complejo, inducido, de supuesta inferioridad.” (Simón Bolívar y nuestra independencia. Ob. Cit.: 4).

A pesar de dichos embates con los que intentan “formarnos” no han logrado quebrar nuestra identidad, nuestro sentido de resistencia. Pasa el tiempo y se sigue avanzando remontando corrientes en busca del bien más preciado la independencia. Los americanos del sur en los momentos de mayor dificultad, (cuando el imperialismo ha clavado sus garras en nuestros países), han apelado al legado histórico que con sangre indígena, africana y mulata se regó por toda nuestra América haciéndola libre e independiente. Este sentir es el que hoy nos guía en lo personal y en lo colectivo.

Lo expuesto conlleva a los venezolanos (as) a transitar de nuevo gloriosamente y sin vacilaciones por el triunfal camino de la segunda y definitiva independencia inspirando a los pueblos latinoamericanos. Esto no es casual, surge después de casi 200 años de independencia política (fue atenuada con la muerte política y luego física de Simón Bolívar y el “secesionismo” que promovió el imperialismo por toda América).

En dicho transitar tiene particular relevancia las iniciativas insurgente de los años 50, 60 y 70 del siglo XX en Venezuela y en el resto de América del sur y el caribe, ya que en ese contexto histórico se iniciaron luchas emancipadoras de fuerte arraigo marxista que facilitaron el desarrollo de una conciencia clasista y revolucionaria que tuvo y tiene repercusiones a escala planetaria. Un ejemplo de ello es la revolución cubana, como un pueblo en armas, consiente e ideológicamente conformado lleva acabo un proceso de transformación que procura bienestar para la gran mayoría. El Che Guevara y Fidel Castro sus líderes fundamentales son fuente de motivación para todo los continentes.

Este transitar concreta esfuerzos en los años 80 con un grupo de militares venezolanos, liderado por el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, quienes crearon un movimiento clandestino revolucionario y bolivariano, con el objetivo de liberar al pueblo Venezolano de la desigualdad, pobreza y la dominación burguesa quienes se enquistan “oligárquicamente” en todas las esferas del quehacer venezolano de manera determinante en la petrolera.

El proyecto revolucionario y bolivariano, originalmente, tiene su fundamentación filosófica e Ideológica en el llamado árbol de las tres raíces, que recoge la praxis de tres grandes revolucionarios venezolanos: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora.

Con el advenimiento de la Revolución Bolivariana (1998) y luego de más de 13 años de accionar político, económico y militar del Presidente Hugo R. Chávez F., en el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y sus contribuciones al rescate de la dignidad de pueblo venezolano, su sentido nacionalista con amplio contenido antiimperialista de inspiración bolivariana y americanista concreta un pensamiento, una corriente política que hace síntesis histórica de las otras tres raíces y permite en este momento reconocerlo y asumirlo como la cuarta raíz de la revolución bolivariana; tal como lo podemos observar en el “Acta de Decisiones Aprobadas en la Plenaria Nacional del III Congreso Socialista del Partido Socialista Unido de Venezuela.” (Disponible en: http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2014/08/iii-congreso acta-de-decisiones-aprobadas.pdf)

         Los contenidos fundamentales de lo que hoy conocemos como el árbol de las cuatro (4) raíces con especial énfasis en lo que se denomina el legado de Chávez, se expone sucintamente a continuación:

Primera Raíz: Simón Rodríguez.

Simón Rodríguez, pensador venezolano, latinoamericano y universal, precursor y protagonista de las gesta de nuestros libertadores. Se caracterizó por un sentido estricto de la honestidad y por la trascendencia revolucionaria de sus ideales sociales, políticos y en materia de educación. Además de ser maestro del Libertador Simón Bolívar, se nutrió de las ideas libertarias de su época para desarrollar un pensamiento original, centrado en la necesidad de hallar un camino propio para los pueblos latinoamericanos.

El objetivo y aspiración de toda su actividad intelectual fue servir a la liberación de los pueblos sometidos por el yugo del imperio español y a su integración en hermandad. A través de sus métodos para una educación liberadora, propugnó la emergencia del nuevo hombre americano y la creación de repúblicas de hombres y mujeres libres.

El maestro Simón Rodríguez utilizó con frecuencia el seudónimo de Samuel Robinson, por lo que su sistema de pensamiento es conocido como robinsoniano. Debido a su originalidad, puede considerarse como fundador de la historia de la filosofía política libertadora venezolana. De él Simón Bolívar llegó a decir que era “el hombre más extraordinario del mundo”. En una carta del libertador a Santander, afirmó: “Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio… Cuando yo lo conocí valía infinito”. (Ideario Bolivariano, Eje de formación sociopolítica. 2005:18)

Educación Popular para Todos.

El pensamiento innovador y la acción ejemplarizante de Simón Rodríguez brillaron especialmente en el campo de la educación. Para él, la finalidad de la educación no era formar aristócratas, sino hacer de todos los habitantes verdaderos ciudadanos al servicio de la república. Las herramientas para lograrlo son una educación liberadora, el trabajo dignificante y la participación activa en los procesos de transformación política.  Así, preparó el terreno para el concepto de democracia participativa, al afirmar: “Hacer las leyes para los pueblos no es tan fácil como se cree. Hacer un pueblo legislador es obra muy laboriosa y ésta es la que ha de emprender la América Española.”. (Ob. Cit.: 18)

            Criticó ácidamente las concepciones excluyentes que prevalecían de su época, defendió la idea de que “sin educación popular no habrá verdadera sociedad”. Afirmó entre otras cosas: “No puede negarse que es inhumanidad el privar a un hombre de los conocimientos que necesita, para entenderse con sus semejantes, puesto que, sin ellos, su existencia es precaria…” (Idem: 18). Consecuente con esta máxima, dedicó gran parte de su esfuerzo a la profesión docente y al desarrollo de propuestas innovadoras para una educación integral e inclusiva. En tiempo en que el acceso a las escuelas formales era un privilegio de la oligarquía, defendió la necesidad de brindar educación a todos los hombres y mujeres de Venezuela, independientemente de su posición económica u origen étnico.

         Tras alcanzar la independencia de Perú, Bolívar lo nombró director general de educación de Lima. Rodríguez imprimió una educación libertaria a su gestión. Fundando múltiples escuelas en pueblos y ciudades, donde compartían la enseñanza niños indios, cholos, blancos y negros. Esta posición quedo testimoniada en el lema: Escuela para todos, porque todos son ciudadanos.

La Utopía Americana

            El pensamiento político de Simón Rodríguez se caracteriza por la defensa de un proyecto de futuro para las naciones americanas y la integración entre las nuevas repúblicas. Planteó la necesidad imperiosa de buscar caminos propios para la emancipación de nuestras sociedades, creando modelos políticos apropiados que no se basaran en los modelos impuestos por los colonizadores.

            Sin embargo, no proponía partir de cero, sino tomar en cuenta lo bueno de otras latitudes a la hora de enriquecer un modelo original para estas tierras. En su libro Sociedades Americanas (1842), Simón Rodríguez dejó sentada la necesidad de los pueblos latinoamericanos: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y sus gobiernos y originales los medios de fundar unos y otros. O inventamos o erramos” (Ob. Cit.: 19).          Este llamado robinsoniano obedece a la disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas latinoamericanas, basadas en nuestras propias tradiciones y culturas; o de errar el camino, al copiar los modelos y actitudes que han mantenido a nuestras naciones bajo el yugo del sometimiento, las desigualdades y la explotación.

            Rodríguez sabía que se trata de un proceso de construcción colectiva y de largo aliento, una tarea titánica. Esta idea se ve reforzada con sus planteamientos sobre la tarea permanentemente inconclusa: “El Dogma de la vida social es estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanza de acabarla porque con cada hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo”. (Idem: 19)

            Sin embargo la filosofía robinsoniana no es un sueño difuso, sino de contornos claros y firmes. Es la utopía de la igualdad, solidaridad y hermandad, una comunidad de naciones construidas a partir de los valores propios del Nuevo Mundo, de la que serán responsables los ciudadanos y ciudadanas liberados por medio de la educación y el conocimiento. Asimismo, destaca la necesidad de fundar las nuevas repúblicas en sólidos valores éticos, al afirmar que “la fuerza de la autoridad republicana es puramente moral”.

            Rodríguez fue un defensor de la independencia y la integración latinoamericana. Propuso, antes que Bolívar, una organización verdaderamente democrática de las repúblicas hermanas como medio necesario para defenderse contra los enemigos comunes. Su mensaje es determinante: “Las Repúblicas nacientes de la India Occidental sean amigas, si quieren ser libres… Ha llegado el tiempo de entenderse con palabras”. (Ob. Cit.: 20)

            A su vez, señaló que había que realizar la revolución económica para coronar la revolución política dirigida por Simón Bolívar, pues la una sin la otra no pueden sostenerse en el tiempo. Sin embargo, la revolución política fue traicionada por los gobernantes, y se profundizó la dependencia económica. Ante esto, Rodríguez no se quedó callado, fustigando a las nuevas repúblicas que traicionaron los ideales independentistas.

Los Ideales y la Refundación de la Patria.

            El poder de anticipación y el carácter revolucionario de los planteamientos de Simón Rodríguez le llevaron a ser, en gran parte, un incomprendido. Hoy, más de 161 años después de su muerte, sus  teorías educativas están más vigentes que nunca. De hecho, muchas de ellas apenas comienzan a aplicarse en nuestros tiempos, en el marco de la Revolución Bolivariana.

            La idea robinsoniana de buscar los orígenes propios para fundar las nuevas sociedades se encuentra en la base del proyecto de la Revolución Bolivariana. Los enemigos del proceso revolucionario utilizan etiquetas de todo tipo para descalificarlo. Sin embargo, la realidad demuestra que se está desarrollando un modelo de democracia participativa original, basado en los valores de nuestra herencia libertaria y por medio de la participación directa del pueblo en los procesos constituyente y en la consolidación de la República, Así, como propugnaba el Maestro Simón Rodríguez, la República Bolivariana no es copia de ninguna otra experiencia, sino que es el pueblo en revolución en búsqueda de sus propios caminos.

            De hecho, cuenta con formas de hacer política convertidas en referencia para el resto de los países del mundo. Ejemplo de ello es el proceso constituyente, que permitió la elaboración colectiva de una nueva Constitución, aprobada por el pueblo en referéndum nacional. Además, la Constitución contiene la posibilidad de revocar el mandato a cualquier funcionario o funcionaria que haya sido electa o electo popularmente y que no cumpla satisfactoriamente su trabajo.

Los Ideales y la Educación en la Revolución Bolivariana.

            Las ideas de Simón Rodríguez son la principal fuente filosófica  de la Revolución Bolivariana en la educación. Sus planteamientos sobre una educación inclusiva y una formación republicana crítica se encuentran ampliamente recogidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

            A su vez, las políticas públicas se nutren de sus ideas. El conjunto de misiones educativas, por ejemplo la Misión Robinson, se inspira en sus ideales de ciudadanía plena, al orientarse a garantizar que ni un solo venezolano o venezolana quede al margen de los procesos educativos. En las escuelas y liceos bolivarianos, además de brindar una educación de calidad, se promueve una formación republicana crítica, orientada a garantizar que los estudiantes se incorporen como ciudadanos y ciudadanas a la consolidación de las instituciones republicanas.

             Rodríguez también propuso que las y los jóvenes estudiaran de acuerdo a sus necesidades y las necesidades socioeconómicas de la futura república. Propuso la formación profesional en aspectos como  la albañilería, la carpintería y la herrería, por ser estos los oficios más requeridos. Esto se evidenció, en su momento, en la Misión Vuelvan Caras que se nutre del pensamiento de Rodríguez, al promover la formación profesional para la emancipación de quienes han sido excluidos de la educación, para su plena incorporación a los procesos de transformación social y al desarrollo de la nación.

Segunda Raíz: Simón Bolívar.

            Simón Bolívar es la raíz principal del árbol de las cuatro raíces. Sus gestas de revolucionario visionario y sus conquistas políticas constituyen uno de los grandes legados de la historia latinoamericana y universal. En él se conjugan todas las virtudes del auténtico revolucionario: el gran militar y estratega, el líder inigualable, el pensador social y el estadista.

            Además, de ser gran líder de la Independencia, Bolívar nos legó su poderoso pensamiento revolucionario, que fue la base ideológica fundamental del movimiento antes mencionado. Hoy, adaptado a las circunstancias actuales, pretende guiar al pueblo venezolano en la senda de la revolución bolivariana. A su vez, su ideario convoca también a los pueblos de América Latina a luchar juntos por la segunda Independencia y por una integración solidaria.

Bolívar y la Integración Latinoamericana.

            A pesar que el proyecto de unidad latinoamericana no pudo tomar forma, el pensamiento bolivariano es el punto de referencia para pensar hoy sobre la integración en América Latina. La idea de unir los países Latinoamericanos en un solo bloque económico, político y social, buscaba defender la soberanía y las riquezas de la América mestiza, frente a las intenciones imperialistas de los países poderosos. Asimismo, buscaba convocar a todos los pueblos bajo un mismo proyecto libertario, basado en una democracia verdadera sustentada en los principios de libertad, igualdad y justicia.

            Ya en 1812, señalaba en el Manifiesto de Cartagena: “Yo soy del sentir y del pensar que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, nuestros enemigos obtendrán las ventajas más completas; seremos envueltos indefectiblemente en los horrores de las disensiones civiles y conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infectan a nuestra comarcas” (Ob. Cit.: 22)

            Además de retratar la opresión del imperio español y las oligarquías apátridas, analizó con gran agudeza el peligro que provenía de los intereses de otras naciones. En concreto, anticipó el voraz y criminal imperialismo del Norte, al afirmar en 1829: “Los EEUU parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad”. (Idem: 22)

Washington también condenó el proyecto bolivariano de una América Latina unida. El presidente Monroe, que decretó que América Latina era el patio trasero de Estado Unidos de América (EUA), identificó a Bolívar como “un déspota militar de talento”, “el loco de Colombia”, el “libertador de esclavos”… Incluso la jerarquía eclesiástica llegó a excomulgarlo, y lo equiparó con el mismo Satanás.

            El proyecto de integración, orientado a sentar las bases para la confederación hispanoamericana, tenía varios elementos centrales:

  1. la unidad para hacer frente a los peligros que amenazaban a las nacientes repúblicas.
  1. la adopción de pactos de protección y defensa mutuas como mecanismos para garantizar que ninguna nación extraña se inmiscuyese en los asuntos internos de las nuevas Repúblicas.
  1. y la adopción de acuerdos amistosos para resolver eventuales disputas entre nuestras naciones.

            Inicialmente, propuso ante el Congreso Anfictiónico de Panamá la gran Confederación, que incluía desde México hasta Argentina. Cuando entendió que la Confederación estaba llamada a fracasar, debido a los intereses mezquinos de las clases dominantes locales y sus gobernantes, puso todo su empeño en la Constitución de la Federación de los Andes, que comprendía a las naciones que él había liberado (la Gran Colombia, Perú y Bolivia).

            Tras el fin de la Federación, el Libertador se concentró en salvar la unidad de la Gran Colombia. Sin embargo, también este proyecto integracionista se vino abajo, luego de que las oligarquías locales de las tres actuales Repúblicas conspiraran para dividirla.

Bolívar Revolucionario.

Además de ser el padre de la Independencia y de la integración latinoamericana, Bolívar es el precursor del pensamiento social revolucionario de nuestro continente. En su proyecto, la victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera revolución social, que debía permitir eliminar los groseros privilegios de las minorías y “la odiosa diferencia de clases”, elevando a todos los habitantes al rango de ciudadanos.

            Finalizada la guerra, trató de aplicar en la Gran Colombia sus ideas literarias. Entre otras cosas, decretó la libertad de los esclavos y la devolución de sus tierras a los pueblos indígenas; instituyó la educación gratuita y creó hospitales. Sin embargo, sus ideas chocaron con los intereses de las clases oligárquicas y la nueva aristocracia militar y terrateniente, que se oponían a cambios de fondo en las estructuras heredadas del imperio español. Sus enemigos le llamaban el “caudillo de los descamisados”, “monstruo del género humano”, “tirano libertador de esclavos”. Mientras defendían un modelo parlamentario excluyente, que chocaba con el proyecto revolucionario del Libertador y con el sueño de libertad e igualdad de las mayorías oprimidas.

            Cuando regresa del Perú, después de cinco años de victorias y tras haber expulsado definitivamente al imperio español de tierras sud-americanas, Bolívar se indigna ante el espectáculo de miseria que todavía ofrece el pueblo oprimido. Le escribe a Santander: “No se cómo todavía no se levantaron todos estos pueblos y soldados al concluir que sus males no vienen de la guerra, sino de leyes absurdas” (Ob. Cit.: 24). Santander, que era vicepresidente de Colombia, lo acusaba de querer provocar “una guerra interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son muchos, y que perdamos los que tenemos, que somos pocos”. Queda así sellada la naturaleza del conflicto. El Bolívar libertario, en defensa de la justicia y la igualdad, se enfrenta a los generales que defienden los intereses de las oligarquías.

Bolívar, El estadista.

            En lo político, Bolívar delinea un modelo de Estado democrático, que permita a todos los habitantes participar en los asuntos políticos en un plano de igualdad real y no sólo declarada. En sintonía con el llamado robinsoniano, proponía la reconstrucción de nuestras sociedades y valores propios y comunes. En su discurso ante el Congreso de Angostura, afirma: “Tengamos presentes que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una nación de la Europa”. (Idem: 24)

            Defendió la necesidad de ser originales en tono inequívocamente revolucionario: “…que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos el templo a la justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración, dictemos un código de leyes venezolanas” (Idem: 24). Y no lo hacía simplemente porque los modelos importados fueran extraños a estas tierras, sino porque consideraba justamente que la reconstrucción de nuestras sociedades debía partir del esfuerzo creador de nuestros pueblos. Por eso propuso una democracia real, no formal, en la que tuvieran participación igualitaria los mestizos, los indios y los campesinos.

            Anticipó la tesis del Estado fuerte, al entender que la democracia, como gobierno de las mayorías, era burlada por las minorías opresoras. Se trataba de un modelo presidencialista de transición, para vencer los intereses de las oligarquías, que se oponían a la participación de los oprimidos en las dinámicas políticas. Sin embargo, su proyecto de sociedad ideal apuntaba a la consolidación de la división de poderes, como medio para balancear las acciones de gobierno. Entre otras cosas, identificó la necesidad de adelantar ingentes esfuerzos para la transformación política y cultural, mediante la creación del Poder Moral, como medio para “…regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado…”

            En lo económico, Bolívar consideró el trabajo, la educación y el conocimiento como elementos fundamentales para el desarrollo. Se anticipó a la crítica de los acuerdos de libre comercio que someten a nuestros pueblos hermanos. Sostuvo que los pactos bilaterales entre el poderoso y los débiles conducen necesariamente a la dependencia. “Firmado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil”, escribió en 1823.

Entre otros medios, propuso la educación obligatoria y generalizada, para garantizar que todo el mundo se incorporara al desarrollo; incentivó la industria y el comercio; implementó políticas de protección a la producción nacional; nacionalizó las minas y decretó el monopolio estatal de todas las riquezas del subsuelo. Complementariamente, combatió decididamente la corrupción.

En lo militar, Bolívar identificó la necesidad de crear una verdadera unidad entre ejército y pueblo. Concebía al ejército libertador como el pueblo en armas, como instrumento de garantía de su futura independencia y de las libertades y derechos de la ciudadanía. El ejército imaginado por Bolívar se formó en la dinámica misma de la guerra. En la batalla de Ayacucho pelearon bajo el mando de Sucre: colombianos, venezolanos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos, panameños, chilenos, argentinos. Por eso, puede afirmarse que este ejército internacionalista fue la primera materialización de su proyecto continental.

Bolívar en El Siglo XXI.

El pensamiento y acción de Bolívar están presentes en todos los aspectos de la revolución permanente del pueblo venezolano. Él fue el líder y máximo inspirador de las masas libertarias que se alzaron en armas contra el imperialismo español y la presión de las oligarquías. Él fue también el inspirador de las gestas de Zamora y de tantos otros revolucionarios de estas tierras y de la América Latina toda. Hoy, su ideario y liderazgo convocan de nuevo al pueblo venezolano, bajo el llamado robinsoniano, para superar los límites de la democracia representativa y la voracidad del capitalismo salvaje, y construir una patria soberana donde todos los hombres y mujeres quepan.

La proyección de su pensamiento define el carácter latinoamericanista del proyecto a desarrollar, y pone de relieve la necesidad de lograr la independencia política no solo de Venezuela, sino también de los países latinoamericanos y caribeños. Esto explica por qué desde su llegada a la presidencia de la república Cmte. Hugo Chávez, no dejó de impulsar el desarrollo de una conciencia revolucionaria más allá de nuestras fronteras.

Sólo la traición y las intrigas de las oligarquías y sus aliados marcaron el fracaso de un proyecto de alcance latinoamericano y universal, que resumía el sueño de todos los pueblos de América: una patria común de igualdad, libertad y justicia.

Cuando Bolívar murió, las clases dominantes de todo el hemisferio celebraron su desaparición física, pues creían que su obra había sido destruida para siempre. Sin embargo, el espíritu libertario de los pueblos latinoamericanos y el ejemplo del Libertador desarrollo una unidad orgánica armoniosa entre los pensamientos y la acción. Su ejemplo, su concepción de la unidad latinoamericana, sus lecciones están hoy más vivas que nunca, y sus banderas son enarboladas en Venezuela y en toda América Latina.

Tercera Raíz: Ezequiel Zamora.

Ezequiel Zamora retomó la bandera de Bolívar treinta años después de la muerte del libertador, enfrentándose con la oligarquía que truncó el sueño bolivariano. Conocido como el general del pueblo soberano.

La principal bandera de lucha de Zamora fue la distribución de la tierra y dignificación de los campesinos. Las luchas que lideró bajo las consignas de tierras y hombres libres, encontraron un apoyo masivo en los habitantes del campo, que para ese entonces eran la mayoría del pueblo venezolano. A su vez, fue un acérrimo enemigo de las oligarquías. Su defensa de la dignidad de los campesinos y su arrojo libertario hacen de él una fuente permanente de inspiración revolucionaria.

Tierras y Hombres Libres.

Zamora comenzó su carrera política, uniéndose al partido de los liberales. En 1846, el gobierno conservador desató una feroz represión contra los miembros de su partido, lo que provocó que Zamora y otros caudillos populares se alzaran para tomar el poder. En su proclama rebelde, de inspiración bolivariana, invitó al pueblo a luchar “…para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que, opóngase quien se opusiere, y cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia”. (Ob. Cit.: 28)

Esta insurrección, que vio nacer la consigna de tierra y hombres libres, le hizo ganarse el apoyo, la devoción popular y el nombre de “General del Pueblo Soberano”. Zamora fue hecho prisionero y sentenciado a muerte, pero el presidente Monagas le conmutó la pena por el destierro.

La Guerra Federal.

Treinta años después de alcanzada la independencia, la República seguía viviendo un sistema semifeudal. La inmensa mayoría del pueblo, los trabajadores, los esclavos, los campesinos, los artesanos y los marginalizados de la ciudad y el campo, se debatían en la mayor miseria y hambre. El latifundio, lejos de eliminarse, se había extendido bajo el amparo del gobierno. Tras la abolición de la esclavitud, decretada en 1854, los 40.000 esclavos liberados se encontraron sin tierras y sin condiciones para ganarse un sustento.

Bajo la consigna de “La Federación es el gobierno de los libres”, los federales convocaron en 1859 al pueblo a “sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los oligarcas”. Tanto el pueblo campesino, desposeído y explotado, como la nueva masa de desempleados, se incorporaron masivamente a la lucha.

Gracias a su carisma y su conexión con el pueblo campesino, Zamora logró organizar un ejército popular de milicias, con el que libró batallas decisivas. La más famosa es la Batalla de Santa Inés (Barinas), que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1859. En ella, Zamora demostró su genio estratégico, al conducir a las tropas del gobierno por sucesivas líneas de defensa, para asentarles la victoria en el terreno donde mejor podía sacar provecho de sus milicias. Sin embargo, el 10 de enero de 1860 una bala de origen desconocido trunca su vida, durante el asalto a San Carlos (Cojedes).

A partir de la muerte de Zamora, la guerra se transformó en un gran movimiento de guerrillas. Finalmente, en 1863 los ideales de Zamora fueron traicionados, y con ellos los ideales de Bolívar.

Zamora era un hombre emprendedor, arrojado y contradictorio, que no cedió en su voluntad de transformación. Su pensamiento está marcado por el símbolo de la plena soberanía popular y por el carácter igualitario de la lucha social, así como por la defensa de la democracia como forma de gobierno. Comprendió que para poner fin al dominio de las oligarquías y conquistar una República de iguales, debía tomar el gobierno por las armas. Con su verbo incendiario y sus ideales libertarios y revolucionarios, convocó al pueblo a incorporarse a la lucha por su propia liberación.

El Programa de Federación, que Zamora dio a conocer al desembarcar en las Costas de Coro, proponía un avance inédito en las conquistas populares y la organización democrática de la República. Entre sus principios fundamentales, destacan: La igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; la abolición de la pena de muerte; la prohibición de la esclavitud; el voto para todos los habitantes de la república la elección universal, directa y secreta, del Presidente de la República y otros cargos públicos, incluyendo a todos los jueces; la creación de la milicia nacional armada; la administración de justicia gratuita; la abolición de la prisión por deuda; y el derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.

En 1859, Zamora constituyó el Estado Federal de Barinas. Entre otras medidas, ordenó la creación de terrenos para uso común de cada pueblo; la eliminación del cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; la fijación de jornales para los peones de acuerdo con las labores; y la obligación de los terratenientes de colocar en las tierras comunes vacas para el suministro diario y gratuito de leche a los hogares pobres.

Zamora y la Revolución Bolivariana en el Siglo XXI.

El proceso revolucionario actual se nutre de la raíz zamorana en diversos aspectos. Al igual que el caudillo popular, convoca a los venezolanos a retomar las banderas de nuestros libertadores, para conquistar la igualdad y nuestra verdadera independencia. Al igual que las luchas zamoranas por la tierra, el proceso de transformación actual de la sociedad venezolana es protagonizado por los sectores populares, es decir, el 80% de venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y excluidas de la toma de decisiones y las riquezas nacionales.

El actual gobierno de inspiración bolivariana y zamorana desarrolla una política social incluyente, que se expresa en las Misiones Sociales y en el conjunto de políticas y programas sociales orientados a devolverles la dignidad a los venezolanos.

Por otra parte, Zamora es la principal fuente de inspiración del proceso de reforma agraria, guerra contra el latifundio y reparto de tierras entre los campesinos. La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario ha sido el instrumento legal empleado para enfrentar el latifundio. A su vez la denominada Misión Zamora es la encargada de avanzar en la forma y en las políticas participativas para el desarrollo rural integral. Si bien en esta ocasión la expropiación y el reparto se realizan bajo un marco de verdadera democracia, este proceso ha producido un enfrentamiento con los descendientes de la oligarquía que en su tiempo enfrentó a Zamora.

Es importante considerar que la independencia de Venezuela pasa por conocer y concienciar el legado de estos personajes y de otros (Sucre y Miranda) que han aportado a la construcción heroica de nuestra patria en la cual se construye una sociedad centrada en los principios de solidaridad, ayuda mutua, disciplina para el trabajo, protección al medio ambiente y fundamentalmente soberanía y autodeterminación.

Esos principios facilitarán la transformación del actual sistema económico a otro que a partir del desarrollo de las fuerzas productivas, sin menoscabo del medio ambiente y fuera de la concepción del libre mercado, impulse la concreción del socialismo bolivariano como alternativa al destructivo y salvaje capitalismo. En ello Venezuela en compañía de América Latina se juega su destino.

Cuarta raíz: Hugo R. Chávez F.

El presidente Hugo R. Chávez F., fue un hombre único en múltiples áreas de la vida política, social y económica, que realizó importantes contribuciones al avance de la humanidad. La profundidad, el alcance y la popularidad de sus logros le distinguen como uno de los líderes más influyente siglo XXI.

Diferentes pensadores, desde diferentes posiciones (amigas o enemigas), resaltan las contribuciones de Hugo Chávez a los procesos políticos, económicos y sociales de América y el mundo. En plena sintonía con socialismo del siglo XXI, impulsado y promovido por el comandante eterno Hugo R. Chávez Fría, a continuación se destaca las contribuciones y aportes que pensadores como James Petras (2013) y Atilio Borón (2013) han expresado en diversos medios.

Hugo Chávez, maestro de los valores cívicos

Desde el momento que asumió el cargo de presidente de la República, Hugo R. Chávez F., emprendió cambios constitucionales que facilitaron la rendición de cuentas de los dirigentes y las instituciones políticas ante los ciudadanos. A través de sus discursos, informó clara y meticulosamente al pueblo venezolano de las medidas y las leyes que sirvieran para mejorar el modo de vida e invitó a expresar comentarios y críticas. Impulsó diálogos constantes, particularmente con los más necesitados, los desempleados y los trabajadores. Su éxito en las enseñanzas de las responsabilidades cívicas al pueblo venezolano fue tal que millones de habitantes de los barrios pobres de Caracas se levantaron espontáneamente para oponerse a la junta militar-empresarial respaldada por Estados Unidos que había secuestrado al presidente y clausurado el parlamento. En 72 horas (algo nunca visto en la historia) los ciudadanos con conciencia cívica restauraron el orden constitucional y el imperio de la ley en Venezuela, rechazando por completo a los golpistas y la defensa que realizaron los medios de comunicación de esos personajes y de su brevísimo régimen autoritario.

Chávez, como educador, también tuvo esclarecedores aprendizajes con esta intervención democrática del pueblo venezolano: que los defensores más efectivos de la democracia estaban entre la gente trabajadora, y que sus peores enemigos se hallaban en las élites empresariales y en los oficiales del ejército con contactos en Miami y Washington.

La pedagogía cívica de Chávez hacía énfasis en la importancia de las enseñanzas y los ejemplos históricos de los padres fundadores de la nación como Simón Bolívar, José Leonardo Chirinos, Guaicaipuro, entre otros, a la hora de crear una identidad nacional y latinoamericana. Sus discursos elevaron el nivel cultural de millones de venezolanos que habían crecido en medio de la cultura servil y alienante de Washington y de las obsesiones consumistas que provocaban los grandes centros comerciales de Miami.

Chávez consiguió infundir una cultura de solidaridad y apoyo mutuo entre los explotados destacando la importancia de los vínculos «horizontales» frente a la dependencia clientelar vertical de los ricos y poderosos. Sus ideas, su visión de patria contribuyeron de forma determinante en la creación de una conciencia colectiva que afectó decisivamente al equilibrio de poder alejándolo de los gobernantes adinerados y los partidos políticos y sindicatos corruptos y orientándolo hacia los nuevos movimientos socialistas y sindicatos de clase. Lo que provocó la cólera histérica de los venezolanos ricos y su odio imperecedero al presidente que había creado un sentido de autonomía, dignidad y conciencia, explicando a la mayoría popular su derecho a disfrutar de una salud y una educación (a todos los niveles) gratuitas, salarios dignos y pleno empleo, lo que consiguió mediante una educación pública que terminó con siglos de privilegios y omnipotencia de la oligarquía dominante.

Es preciso resaltar que los discursos de Chávez, con enseñanzas tanto de Bolívar como de Carlos Marx, crearon un trascendente, generoso sentido patriótico y nacionalista que generó rechazo generalizado a las élites postradas a los pies de Washington, los banqueros de Wall Street y los ejecutivos de las compañías petroleras. Los discursos antiimperialistas de Comandante Presidente Hugo Chávez tenían y tienen eco porque utilizando el lenguaje de la gente común ampliaba su conciencia nacional hasta lograr su identificación con América latina, especialmente con la lucha cubana contra las intervenciones y las guerras imperialistas.

Las relaciones internacionales y la doctrina Chávez

Luego el 11 de septiembre de 2001, Washington declaró la «Guerra al Terror». Fue una declaración pública que abría la puerta a intervenciones militares unilaterales y guerras contra naciones soberanas, movimientos e individuos considerados como adversarios, en franca violación al derecho internacional.

La gran mayoría de los países cedieron frente a esa flagrante violación de los Acuerdos de Ginebra, pero no así el presidente Chávez, que hizo la refutación más profunda y sencilla contra Washington: «No se combate al terrorismo con terrorismo de Estado». En su defensa de la soberanía de las naciones y de la jurisprudencia internacional, Chávez subrayó la importancia de encontrar las soluciones políticas y económicas a los problemas y conflictos sociales, repudiando las bombas, la tortura y el caos.

La Doctrina Chávez hacía hincapié en el comercio y las inversiones Sur-Sur y en la solución diplomática y no militar de los conflictos. Defendió los Acuerdos de Ginebra frente a la agresión colonialista e imperialista a la vez que rechazaba la doctrina imperial de la «Guerra contra el Terror», definiendo el terrorismo de Estado occidental como peligrosamente similar a los grupos más violentos, reaccionarios y fundamentalistas que azotan a áfrica y el medio oriente.

La gran síntesis de teoría y práctica política

Uno de los aspectos más profundos e influyentes del legado de Chávez es su original síntesis de tres grandes corrientes de pensamiento político: el cristianismo popular, el nacionalismo y la integración regional bolivariana y el pensamiento político, social y económico del marxismo. El cristianismo de Chávez le inculcó una profunda creencia en la justicia y la igualdad de las personas, así como la generosidad y el perdón a los adversarios, aunque participaran en un golpe de Estado violento, en un paro patronal asfixiante, o colaboraran abiertamente y recibieran financiación de organismos de inteligencia enemigos.

            Mientras en cualquier otro lugar del mundo quienes pretenden derrocar gobiernos con golpe de Estado se enfrentan a condenas en prisión o incluso a ejecuciones. La mayoría de los golpistas rehuyeron la acción judicial e incluso reincidieron, volvieron a formar parte de organizaciones subversivas. Chávez demostró una firme creencia en la redención y el perdón. Su cristianismo forma parte de la «opción por los pobres», de la amplitud y profundidad de su compromiso con la erradicación de la pobreza y de su solidaridad con los pobres frente a los ricos.

            La aversión profunda de Chávez y su oposición eficaz al imperialismo norteamericano y europeo y al colonialismo brutal israelí estaban hondamente arraigadas en su interpretación de los escritos y la historia de Simón Bolívar, el fundador de la patria venezolana. Su fuerte e inquebrantable defensa de la integración regional y del internacionalismo estaba muy influida por los «Estados Unidos Latinoamericanos» propuestos por Simón Bolívar y por su actividad internacionalista en apoyo de los movimientos anticoloniales.

            Chávez incorporó sus ideas marxistas a una previa visión mundial basada en su antigua filosofía internacionalista de corte cristiano y bolivariano. La opción por los pobres se profundizó con su reconocimiento de la importancia de la lucha de clases y de la reconstrucción de la nación bolivariana mediante la socialización de «las cumbres de mando de la economía». El concepto socialista de fábricas autogestionadas y de poder popular mediante consejos comunitarios adquirió legitimidad moral gracias a la fe cristiana en un orden moral igualitario de Chávez.

            Es importante resaltar que el pensamiento bolivariano de Chávez sobre liberación nacional fueron muy anteriores a cualquier contacto con escritos de Marx, Lenin o de otros autores antiimperialistas más contemporáneos.

Uno de los grandes méritos de El Presidente Hugo Chávez fue aprovechar lo que le resultaba útil de los académicos extranjeros y de los estrategas políticos financiados por ONG, mientras desechaba aquellas ideas que no tenían en cuenta las especificidades histórico-culturales, de clase y de Estado rentista de Venezuela.

            El método de pensamiento que Chávez ha legado a los intelectuales y activistas del mundo es global y específico, histórico y teórico, material y ético, y abarca análisis de clase, democracia y trascendencia espiritual en resonancia con la gran masa de la humanidad, en un lenguaje que cualquier persona puede entender. La filosofía y la práctica de Chávez (más que cualquier discurso elaborado por expertos exaltados en un foro social) han demostrado que el arte de formular ideas complejas en un lenguaje sencillo puede mover a millones de personas, por ejemplo: «a hacer historia, y no solo a estudiarla…»

La reforma radical de un Estado rentista

            Nada reviste más dificultades que cambiar la estructura social, las instituciones y las actitudes de un Estado petrolero rentista, con políticas clientelistas bien enraizadas, corrupción endémica del aparato de los partidos y del Estado y una psicología de masas basada en el consumismo.

            Sin embargo, Chávez tuvo éxito donde otros regímenes petroleros fracasaron. La administración Chávez comenzó realizando cambios constitucionales e institucionales para crear un nuevo marco político. Luego puso en marcha programas sociales, que profundizaron los compromisos políticos de una mayoría activa, que, a su vez, defendió valientemente al régimen frente a un golpe de Estado violento promovido por la élite empresarial y el ejército, respaldados por Estados Unidos.

            Las movilizaciones de masas y el apoyo popular radicalizaron, a su vez, al gobierno de Chávez y prepararon el camino para una mayor socialización de la economía y la puesta en marcha de una reforma agraria radical. La industria del petróleo fue socializada, se aumentaron los impuestos y las tasas para conseguir financiar el enorme aumento del gasto social en beneficio de la mayoría de los venezolanos.

Transformación social en una «economía globalizada»

            Analistas de diferentes corrientes y tendencias políticas, han defendido que el advenimiento de una «economía globalizada» descartaba las transformaciones sociales radicales. No obstante, Venezuela, que está profundamente globalizada e integrada en el mercado mundial a través del comercio y las inversiones, ha realizado grandes avances en reformas sociales. Lo realmente relevante en una economía global es la naturaleza del régimen político-económico y de sus programas, que dictamina cómo se distribuyen los beneficios, los costes del comercio y la inversión internacional.

            En resumen, lo que resulta decisivo es el carácter de clase del régimen que gestiona su lugar en la economía mundial. Chávez, desde luego, no «des-conectó» a Venezuela de la economía mundial, sino que la «re-conectó» de una nueva manera. Dirigió el comercio y la inversión venezolana hacia América Latina, Asia y Oriente Próximo, especialmente a países que no intervienen o imponen condiciones reaccionarias sobre las transacciones económicas.

Antiimperialismo en tiempos de ofensiva imperialista

            En una época signada por una intensa ofensiva imperialista por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, que conllevó invasiones militares «preventivas», intervenciones con mercenarios, torturas, asesinatos y ataques con drones en Iraq, Mali, Siria, Yemen, Libia y Afganistán y brutales sanciones económicas contra Irán; expulsiones colonialistas israelíes de miles de palestinos con el apoyo de EE.UU.; golpes de Estado con respaldo norteamericano en Honduras y Paraguay y revoluciones abortadas mediante títeres en Egipto y Túnez, el presidente Chávez, en solitario, se mantuvo como el principal defensor de la política antiimperialista.

            El presidente Chávez se enfrentó a las presiones y amenazas de la OTAN y a la subversión desestabilizadora de sus adversarios internos y articuló valerosamente los principios más profundos y significativos del marxismo de los siglos XX y XXI: el derecho inalienable a la autodeterminación de las naciones oprimidas y la oposición incondicional a las guerras imperialistas mientras Chávez hablaba y actuaba en defensa de los principios antiimperialistas, muchos europeos y norteamericanos de izquierdas consentían las guerras imperiales.

No ha habido ningún otro dirigente político ni intelectual de izquierdas contemporáneo que haya desarrollado, profundizado y ampliado los principios fundamentales de la política antiimperialista en la era de la guerra imperialista global con mayor agudeza que Hugo Chávez.

Transición de un Estado neoliberal fracasado a un Estado de bienestar emprendedor

            La reorganización programática y global de Venezuela y su transformación de un régimen neoliberal desastroso y fallido a un Estado de bienestar emprendedor supone un hito en la economía política de los siglos XX y XXI. La reconversión exitosa de las políticas e instituciones neoliberales, así como la nueva nacionalización de las «cumbres de mando de la economía» demolieron el dogma neoliberal reinante derivado de la era Thatcher-Reagan y resumido en el lema «No hay alternativa» a las brutales políticas neoliberales.

            Chávez rechazaba las privatizaciones; de hecho, realizó una verdadera nacionalización de las industrias clave relacionadas con el petróleo, socializó cientos de empresas capitalistas y desarrolló un extenso programa de reforma agraria incluyendo distribución de tierras a 300.000 familias. Además, fomentó las organizaciones sindicales y el control obrero de las fábricas, en oposición incluso a administradores públicos y a su propio gabinete de ministros.

            En Latinoamérica, Chávez mostró el camino para definir con mayor precisión y con cambios sociales más generales la era post-neoliberal. Chávez visualizó la transición del neoliberalismo a un nuevo Estado de bienestar emprendedor como un proceso internacional y proporcionó fondos y apoyo político a las nuevas organizaciones regionales como el ALBA, PetroCaribe, CELAC y UNASUR. Rechazó la idea de construir el Estado de bienestar en un solo país por lo que formuló una teoría de las transiciones post-neoliberales basada en la solidaridad internacional.

            Chávez demostró mediante la teoría y la práctica la posibilidad de superar el neoliberalismo, lo que supone un descubrimiento político fundamental para el siglo XXI.

Más allá del liberalismo social: definición radical del post-neoliberalismo

Hugo Chávez fue el líder que definió una alternativa más socializada para la liberación social y la conciencia que aguijoneaba a sus aliados para avanzar. Este personaje de su tiempo planteó una alternativa completamente diferente al «post-neoliberalismo»: nacionalizó las industrias de materias primas, dejó fuera a los especuladores de Wall Street y limitó el papel de las élites vinculadas con los agronegocios y la minería. Proyectó un Estado de bienestar emprendedor como alternativa a la ortodoxia social-liberal imperante de los gobiernos de centro izquierda, aunque trabajara con estos gobiernos en la integración latinoamericana y en oposición a los golpes de Estado promovidos por EE.UU.

Socialismo y democracia

            Chávez inauguró un nuevo y extraordinariamente original y complejo camino al socialismo basado en elecciones libres, reeducación del estamento militar para defender los principios democráticos y constitucionales, desarrollo de los medios de comunicación de masas y comunitarios. Acabó con el monopolio capitalista de los medios de comunicación y reforzó la sociedad civil como forma de contrarrestar el intento de paramilitares y quintacolumnistas apoyados por Estados Unidos de desestabilizar el Estado democrático.

            Ningún otro presidente demócrata-socialista ha resistido con éxito las campañas de desestabilización promovidas por el imperio (ni Jagan en Guayana, ni Manley en Jamaica, ni Allende en Chile). Desde el principio, Chávez comprendió la importancia de crear un marco legal y político sólido para facilitar su liderazgo ejecutivo, promover las organizaciones populares de la sociedad civil y terminar con la influencia norteamericana en el aparato del Estado (policía y ejército). Puso en marcha programas radicales de gran impacto social (las misiones y base de misiones socialista) que le aseguraron la lealtad y fidelidad de las mayorías populares y debilitaron los tentáculos económicos del poder político ejercido por la clase capitalista desde mucho tiempo atrás. Como resultado, los dirigentes políticos, los soldados y oficiales leales a la constitución y las masas populares aplastaron un sangriento golpe derechista, un paro petrolero asfixiante y un referéndum financiado por Estados Unidos y se lanzaron reformas socio-económicas continuas y de creciente de socialización.

            La originalidad de Chávez radicaba en su «método experimental»: Su profunda comprensión de las actitudes y comportamientos populares estaba fuertemente enraizada en la historia de injusticias raciales y de clase y de la rebeldía popular de Venezuela. Chávez, además de estar formado en el seno del pueblo en su experiencia militar viajó, conversó y escuchó a las clases populares de Venezuela hablar de las cosas cotidianas. Su «método» era trasladar el conocimiento basado en lo pequeño a grandes programas de cambios, es decir, diseña cambios estructurales.

             La muerte física de Hugo Chávez ha sido llorada por millones de personas en Venezuela y por cientos de millones en todo el mundo porque su transición al socialismo era su mismo camino; porque escuchó sus demandas y actuó en consecuencia con eficacia.

La socialdemocracia y la seguridad nacional

            Chávez fue un presidente socialista durante más de 13 años que hizo frente a una oposición violenta y prolongada a gran escala y a sabotajes financieros de Washington, la élite económica local y los magnates de los medios de comunicación. Fue el artesano de la conciencia política que dio motivación a millones de trabajadores y aseguró la lealtad constitucional del ejército para vencer el golpe militar-empresarial apoyado por Estados Unidos en 2002. Chávez adaptaba los cambios sociales de acuerdo a una evaluación realista de lo que podía encajar dentro del orden político-legal. Siempre enmarcado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Y, sobre todo, Chávez se aseguró la lealtad de los militares poniendo fin a los «asesores» norteamericanos y al adoctrinamiento imperial en el extranjero, promoviendo en su lugar cursos intensivos sobre la historia venezolana, la responsabilidad cívica y el vínculo fundamental que debe unir a las clases populares y a los militares en una misión nacional común.

 

            Las políticas de seguridad nacional de Chávez se basaban en principios democráticos y en el claro reconocimiento de las graves amenazas que se cernían sobre la soberanía del país. Consiguió salvaguardar la seguridad nacional y los derechos democráticos y libertades políticas de sus ciudadanos al mismo tiempo, una proeza que ha ganado para Venezuela la admiración y la envidia de abogados constitucionalistas y ciudadanos de Estados Unidos y la UE.

Chávez procuró una resolución diplomática y pacífica de los conflictos con vecinos hostiles, como Colombia, que alberga siete (7) bases militares norteamericanas.[http://www.aporrea.org/tiburon/n259717.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+aporrea+(Aporrea.org)], potenciales trampolines para una intervención norteamericana.  Por el contrario, los gobernantes de Estados Unidos han estado y están implicados en guerras abiertas con otros países y ha realizado acciones hostiles encubiertas contra otros muchos más.

            El legado de Chávez posee múltiples facetas. Sus contribuciones son originales, teóricas y prácticas y de relevancia universal. Demostró en la práctica cómo un pequeño país puede defenderse contra el imperialismo, mantener los principios democráticos y a la vez poner en marcha programas sociales avanzados. Su búsqueda de la integración regional y su promoción de los valores éticos en el gobierno de la nación son ejemplos relevantes en un mundo capitalista anegado de políticos corruptos que rebajan el nivel de vida de sus pueblos mientras enriquecen a los plutócratas.

            El rechazo de Chávez a la doctrinas que justifica el «terrorismo de Estado para combatir al terror», su firme convicción de que las raíces de la violencia son la injusticia social, el saqueo económico y la opresión política y su creencia en que el camino hacia la paz pasa por la resolución de estos temas fundamentales suponen una guía ética-política para la supervivencia de la humanidad.

            Enfrentado a un mundo violento de contrarrevolución imperial y decidido a estar del lado de los oprimidos del mundo, Hugo R. Chávez Frías, entró a formar parte de la historia mundial como un dirigente político completo, con la estatura del líder más humano y multifacético de nuestra época: Un líder del siglo XXI.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Venezuela: Buque Escuela Simón Bolivar galardonado como el velero más veloz del mundo 2016.

América del Sur/Venezuela/16.08.2016/Autor y Fuente: http://www.avn.info.ve/

El Buque Escuela Simón Bolívar obtuvo el primer lugar en la Regata Grandes Veleros Europa 2016, como el más veloz en su categoría, informó este sábado la Armada Nacional.

La información se dio a conocer a través de su cuenta en twitter.

Al Buque le fue otorgado el trofeo como Velero más veloz del Mundo 2016 en la categoría de grandes veleros de más de 1.000 toneladas. En dicha Regata participaron más de 60 Veleros de todo el Mundo.

El buque, que lleva el nombre Embajador Sin Frontera, llegó este jueves al puerto de la ciudad de Galicia, España, tras culminar su participación en la 60 edición la competencia deportiva.

Su tripulación, integrada por 171 cadetes aspirantes a oficiales de la Armada Nacional, al mando del Capitán de Navío Alfonso de Gregorio, fue recibida por la cónsul general de segunda –Jefe Interina– del Consulado General de la República Bolivariana de Venezuela en Vigo, Mónica Alejandra Sánchez Morles, indica una nota de prensa de la Cancillería Venezolana.

Sánchez expresó que «nuestra delegación venezolana se llena de orgullo patrio al ver que por primera vez al puerto de A Coruña recibir a nuestro Embajador sin Fronteras. Viene hoy con su inmensidad a traer el amor y el ejemplo de paz de nuestra Venezuela. Somos un país de paz de valores y mucho compromiso por nuestra libertad y estos jóvenes lo demuestran».

Está previsto que la embarcación zarpe este domingo para continuar su gira de entrenamiento a los puertos de Tenerife y la isla de Guadalupe para luego retornar a Venezuela

El buque escuela fue construido en España en 1979 en los Astilleros y Talleres Celaya en Erando, Vizcaya, y fue entregado a la Armada Venezolana el 12 de agosto de 1980. Lleva en su proa el Mascarón de la Libertad, obra del artista venezolano Manuel Felipe Rincón, que representa a una mujer cubierta por el tricolor patrio.

La Regata Grandes Veleros Europa 2016 tuvo una duración de un mes y es una actividad concebida para proyectar los 60 años de esta competencia deportiva, entre embarcaciones a vela y competiciones de embarcaciones a remo, donde participan grandes buques escuela y veleros de diferentes partes del mundo.

Fuente: http://www.avn.info.ve/contenido/buque-escuela-sim%C3%B3n-bolivar-galardonado-como-velero-m%C3%A1s-veloz-del-mundo-2016

Imagen: http://www.avn.info.ve/sites/default/files/imagecache/index4-nodos-noticia-centro/fotografia/201608/img_448614632740191463414848.jpg

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Venezuela: Se cumplen 233 años del nacimiento de Simón Bolívar

América del Sur/Venezuela/24 Julio 2016/Fuente:eluniversal

Los venezolanos conmemoramos hoy a «El Libertador», considerado por la mayoría de los historiadores el personaje más determinante en el proceso de emancipación de América Latina, también celebramos la batalla naval del lago de Maracaibo y recordamos uno de los peores accidentes ferroviarios en la historia de España.

1783:

Cada 24 de julio, en Venezuela se celebra el nacimiento de Simón Bolivar, militar y estadista venezolano considerado por la mayoría de los historiadores el personaje más determinante en el proceso de emancipación de América Latina en las primeras décadas del siglo XIX.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, como fue bautizado quien es considerado el “Libertador de América”,  nació un día como hoy en Caracas, la capital de Venezuela, que en ese entonces era una Capitanía General del Reino de España, en la que predominaba el descontento por las diferencias de derechos existentes entre la oligarquía española dueña del poder, la clase mantuana o criolla, terratenientes en su mayoría, y los estratos bajos de mulatos y esclavos.

Movido por ese descontento y aupado por las ideas revolucionarias que llegaban desde Europa, Bolívar lideró las campañas militares que dieron la independencia a Venezuela, Colombia y Ecuador. Las victorias de Bolívar en la batallas de Junín y de Ayacucho (1824) significaron el fin del reinado español, la independencia de Perú y de Bolivia y el punto final a tres siglos de dominación española en Sudamérica.

1823:

Se libró la batalla naval del lago de Maracaibo, en la cual el almirante José Prudencio Padilla derrotó a la Armada Española, dando así un paso importante para la independencia de Venezuela. El combate que se llevó a cabo en las aguas del lago de Maracaibo, en el actual estado Zulia, representó una acción decisiva en la emancipación venezolana del reinado español.

En el ataque patriota, que inició al amanecer de ese 24 de julio, fueron destruidos muchos buques realistas y otros fueron capturados y tras varias horas de recio combate se decidió la victoria que obligó a entregar el resto de los buques españoles, la plaza de Maracaibo, el Castillo de San Carlos, el de San Felipe en Puerto Cabello, así como todos los demás sitios que ocupaban los españoles.

 

Fuente de la noticia: http://www.eluniversal.com/noticias/doblevia/cumplen-233-anos-del-nacimiento-simon-bolivar_385169

Fuente de la imagen: http://cdnmed.eluniversal.com//resources/jpg/4/5/1469311141654.jpg

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5 de Julio de 1811: Declaración de la Independencia de Venezuela

Venezuela/5 de julio de 2016/Fuente: noticias

En abril de 1810 despertaron los vientos de independencia en Venezuela tras la disolución de la Junta Suprema de España y la renuncia del Rey Fernando VII.

Un 5 de julio de 1811 una nación entera finalmente logró firmar el acta de Independencia del Reinado Español que sometió a Venezuela desde 1498, pero esta no fue una lucha de un día sino que fue antecedida por El 19 de abril de 1810.

En abril de 1810 despertaron los vientos de independencia en Venezuela luego de la disolución de la Junta Suprema de España y  la renuncia del Rey Fernando VII, se convocó un Cabildo extraordinario en la ciudad de Caracas donde Vicente Emparan, Capitán General de Venezuela fue destituido iniciando una ola independentista que sería imparable.

Más de un año más tarde Venezuela concretó su emancipación de las autoridades españolas y donde se formó lo que se conoce como la primera república pero la lucha continuaría hasta 1820 con la formación de La Gran Colombia, luego de varias batallas del lideradas por Simón Bolívar en territorio Nacional.

Sin embargo, a pesar del tiempo que conllevó lograr la independencia de Venezuela 1810 y 1811 fueron años trascendentales donde eventos como la revolución francesa inspiraron los aires para traer estos ideales al país.

El 3 de julio de 1810 se inició el debate en el Congreso, que culminó a comienzos de la tarde  del día 5 de julio cuando se procede a la votación donde fue aprobada la Independencia con 40 votos a favor.

En la misma tarde del 5 de julio el Congreso celebró otra sesión, en la que se acordó redactar un documento, en el que debían aparecer los motivos y causas que produjeron la Declaración de la Independencia, para ser aprobada el 7 de julio por todos los diputados.

Fuente: http://www.noticias.com.ve/5-julio-1811-declaracion-la-independencia-venezuela/

Imagen: http://www.noticias.com.ve/wp-content/uploads/2016/07/ACTA_independencia-700×467.jpg

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