La educación a distancia está lejos de acercarse siquiera un poco a la educación presencial. Un reciente estudio de una universidad alemana lo confirma con una conclusión lapidaria: este proceso de estudio produce un efecto educativo similar al de las vacaciones, por lo cual el rendimiento y las competencias de los alumnos no progresan.
En algunos lugares la implementación de la educación a distancia, producto del confinamiento por el Coronavirus, es más difícil y precario que en otros. Por ejemplo, no es lo mismo la educación a distancia en Alemania que en Venezuela, un país que padece una Emergencia Humanitaria Compleja, según organizaciones no gubernamentales e informes de organismos internacionales. Peor aún, dentro del propio suelo venezolano, hay regiones donde las clases se hacen más cuesta arriba que en otras.
La Guajira venezolana lamentablemente se asoma como uno de los peores lugares dentro del país para llevar a cabo la educación a distancia, con zonas en las que hay apagones que llegan a superar las 72 horas, una señal telefónica prácticamente inexistente, hogares en los que no hay equipos tecnológicos para sobrellevar el proceso y profesores que caminan hasta 10 kilómetros hacia las escuelas, porque no cuentan con dinero para pagar transporte público, debido a que el sueldo que reciben apenas alcanza para comprar harina, arroz o azúcar.
“Yo creo que este año se debe repetir”
Liliana Vargas, una madre wayúu de dos niños pequeños, confiesa que la educación a distancia para ella no ha sido fácil, especialmente porque no tiene ni siquiera un teléfono inteligente para atender las tareas y actividades escolares de sus hijos.
“No recuerdo hasta cuándo tuve teléfono y tengo que visitar a las madres de los compañeritos de mis hijos y muchas me dicen ‘no tengo’, ‘no puedo’, ‘también estoy falla’. Entonces, bueno, hay veces que voy dos o tres veces a la escuela tratando de buscar, de resolver. Las actividades, de verdad, las entrego fallas. Y creo que no soy la única”, expresó Vargas.
“Somos muchas las representantes que estamos realmente tratando de resolver como se pueda. Escribiendo aquí, pidiendo por allá, prestando para poder copiar, para poder escribir, y de esa manera es lo que logramos entregar”, explicó.
Según Ricardo Reverol, jefe de circuito de educación de esta región, se han implementado guías pedagógicas preparadas y elaboradas por los docentes de grados y áreas, pero los padres y madres de este municipio que se ubica al norte del Zulia, aseguran que la educación se volvió fatigante y pobre, tanto para el estudiante como para el docente.
La educación a distancia está lejos de acercarse siquiera un poco a la educación presencial. Un reciente estudio de una universidad alemana lo confirma con una conclusión lapidaria: este proceso de estudio produce un efecto educativo similar al de las vacaciones, por lo cual el rendimiento y las competencias de los alumnos no progresan.
En algunos lugares la implementación de la educación a distancia, producto del confinamiento por el Coronavirus, es más difícil y precario que en otros. Por ejemplo, no es lo mismo la educación a distancia en Alemania que en Venezuela, un país que padece una Emergencia Humanitaria Compleja, según organizaciones no gubernamentales e informes de organismos internacionales. Peor aún, dentro del propio suelo venezolano, hay regiones donde las clases se hacen más cuesta arriba que en otras.
La Guajira venezolana lamentablemente se asoma como uno de los peores lugares dentro del país para llevar a cabo la educación a distancia, con zonas en las que hay apagones que llegan a superar las 72 horas, una señal telefónica prácticamente inexistente, hogares en los que no hay equipos tecnológicos para sobrellevar el proceso y profesores que caminan hasta 10 kilómetros hacia las escuelas, porque no cuentan con dinero para pagar transporte público, debido a que el sueldo que reciben apenas alcanza para comprar harina, arroz o azúcar.
“Yo creo que este año se debe repetir”
Liliana Vargas, una madre wayúu de dos niños pequeños, confiesa que la educación a distancia para ella no ha sido fácil, especialmente porque no tiene ni siquiera un teléfono inteligente para atender las tareas y actividades escolares de sus hijos.
“No recuerdo hasta cuándo tuve teléfono y tengo que visitar a las madres de los compañeritos de mis hijos y muchas me dicen ‘no tengo’, ‘no puedo’, ‘también estoy falla’. Entonces, bueno, hay veces que voy dos o tres veces a la escuela tratando de buscar, de resolver. Las actividades, de verdad, las entrego fallas. Y creo que no soy la única”, expresó Vargas.
“Somos muchas las representantes que estamos realmente tratando de resolver como se pueda. Escribiendo aquí, pidiendo por allá, prestando para poder copiar, para poder escribir, y de esa manera es lo que logramos entregar”, explicó.
Según Ricardo Reverol, jefe de circuito de educación de esta región, se han implementado guías pedagógicas preparadas y elaboradas por los docentes de grados y áreas, pero los padres y madres de este municipio que se ubica al norte del Zulia, aseguran que la educación se volvió fatigante y pobre, tanto para el estudiante como para el docente.
En la Guajira hay una matrícula de casi 24 mil alumnos desde preescolar hasta sexto año de bachillerato. Hay 174 escuelas. Sin embargo, el 80% de las que se encuentran en las zonas rurales permanecen cerradas, en su mayoría porque la conectividad es totalmente nula, lo cual ha puesto en peligro el año escolar 2020-2021.En los pueblos de Sinamaica y Paraguaipoa, algunos pagan tres mil (3.000) pesos colombianos, que al cambio equivalen a unos 3.000.000 de bolívares, por una hora de internet para poder descargar, investigar y enviar las actividades académicas. Otros pasan hasta cinco horas en las escuelas copiando las tareas por la falta de un teléfono inteligente.Cuando se le pregunta a la señora Liliana Vargas sobre qué opina del presente año escolar en líneas generales, no duda en responder que cree que hay que repetirlo. “Yo creo que este año, para mí como madre, se debe repetir. Los niños para mí no están aptos para el siguiente grado”, argumenta.
En esa misma línea, Josefina González, madre de una niña que cursa primer grado, manifestó que los niños en este año escolar 2020-2021 no han recibido el aprendizaje correspondiente, por lo cual hizo un llamado al Ministerio de Educación para evaluar las estrategias aplicadas en este municipio, ya que el resultado ha sido nulo para estas comunidades de difícil acceso. Podría decirse que la educación a distancia es un mito en el territorio Wayuú.
Sin techos, sin pupitres, sin clases
Desde hace cuatro años, las instituciones educativas en la Guajira lucen en el olvido por el Gobierno nacional. En medio de la pandemia la situación ha empeorado, pues las escuelas han sido desvalijadas, otros están sin techos y sin pupitres. Tampoco faltan las que el monte las adorna por falta de mantenimiento.
Yadira Castillo, representante de la Escuela de Bella Vista II, relató que esta institución permanece cerrada e incluso se encuentra sin puerta, mientras las cabillas de la infraestructura han sido arrancadas para ser vendidas como chatarra en el municipio de Maicao, Colombia. Por ello, Castillo simplemente no sabe qué hacer con la educación de su hija.
“Los docentes no están asistiendo. Hace dos meses le colocaron una tarea a mi hija, pero no la ha entregado porque la escuela está cerrada; ahí incluso consumen droga y eso que está la policía cerca. No sé qué hacer con la educación de mi hija, porque prácticamente está perdiendo el año”, dijo esta representante.
Tomar concienciaSoraya González, quien tiene a su cargo la Coordinación de Inicial y Primaria en la escuela de Fe y Alegría en Paraguaipoa, aseguró que han buscado diversas estrategias para enfrentar la educación en tiempos de pandemia, desde lo presencial, pasando por lo semipresencial y hasta en la distancia.“Hemos tratado de dar respuestas. Es muy difícil el confinamiento social y la crisis compleja de la Guajira, pero es la voluntad del docente y el talento humano que de alguna u otra manera ha ayudado a tratar de que se permanezca en este proceso, donde también se involucran las familias”, señaló González.“Hemos utilizado estrategias como visitas al hogar, entrevistas a los padres, incluso ayudando a las familias a través de la alimentación, con el objetivo de garantizar la permanencia de los estudiantes. Pero no hemos podido abarcar toda la educación y muchos han emigrado a Colombia”, lamentó.
Por esto, González hizo un llamado al Gobierno para que amplíe la mirada sobre la educación y vea la realidad que vive la Guajira con la educación, en medio de la pandemia COVID-19, y que de alguna manera apoyen a los docentes, pues “para nadie es un secreto que el sueldo de nosotros es menos que el valor de un producto en el mercado, como un kilo de arroz”.
“No es solo pedir vocación. Es darnos las condiciones para seguir laborando. Tienen que tomar conciencia”, sentenció.
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