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Crítica desde los contornos de lo instituido

Por: Oswualdo Antonio González.

Como parte del Comité de Defensa Popular de Zaragoza (CDP-Z) participamos en el Éxodo por la Democracia, caminata encabezada por Andrés Manuel López Obrador, era el inicio de la década de los noventa. Nunca hubo duda como organización, respecto del Partido con el que había que establecer alianzas electorales. El PRD representaba la posibilidad de construir una gran coalición de organizaciones sociales, partidos de izquierda, académicos e iglesia “progresista”, con la suficiente fuerza como para expulsar al PRI del poder público e instaurar un nuevo sistema, donde las decisiones respondieran a los intereses de los de abajo.

Grandes episodios se vivieron en esa coyuntura, basta con recordar la declinación de Heberto Castillo candidato a la Presidencia de la República por el PMS a favor de Cuauhtémoc Cárdenas del naciente PRD.

Pero silenciosamente, una cúpula de arribistas, de “profesionales de la política” se fue apropiando de los espacios de toma de decisión, de los “puestos”, de las “candidaturas”, se fueron formado grupos, que más tarde fueron tribus que se vendían al mejor postor, cuyo valor radicaba en el número de grupos que supuestamente representaban. Así, la esperanza de un nuevo sistema construido con los más necesitados, se fue transformando en abultadas carteras de los nuevos rostros opositores de la izquierda funcional.

¿Qué hicimos mal?

Personalmente, ante la coyuntura de participar en una Organización social o en un Partido político, siempre he optado por la primera, basta con mencionar dos razones: la primera es que el fin no es lograr “puestos públicos”, sino defender un derecho o impulsar una agenda pública y segundo, las acciones se construyen siempre con los “otros” en una relación de aprendizaje colectivo. Puntualizando, se pueden establecer alianzas con Partidos, a nivel de estrategia, pero no en la lógica de subordinación, silencio o complicidad.

Uno de los problemas de fondo en el PRD, fue que las diferencias al interior del partido se procesaron cediendo espacios de poder y aplastando aquellos polos que no se “disciplinaron” a esta forma de hacer política.

El debate público fue sustituido por los “acuerdos en privado” y la crítica solo era aceptada cuando tenía como objetivo a los enemigos externos o internos.

Este camino y sus resultados ya los conocemos, cambian los nombres, las estridencias, pero en el fondo es lo mismo.

Corresponsabilidad por autocensura e invisibilidad.

Tuve la fortuna de nacer en un contexto de lucha social, donde el actuar público y privado se sintetizaba en la siguiente guía: ver, pensar y actuar. Desafortunadamente el relajamiento de la disciplina al interior del CDP-Z y la falta de carácter para navegar en el poder público sin perder “el piso”, provocó la mutación de lo organizacional-social, hacia lo partidista-puestos públicos. Así, dos condiciones se conjugaron para acabar con la posibilidad de tejer un nuevo sistema: en lo macro las “tribus” en el PRD y en lo micro con la reducción de la “organización” a lo electoral. Este es el riesgo en el que nos encontramos en este momento histórico. MORENA representa lo que en su momento representó el PRD y algunas señales ya conocidas se empiezan a presentar.

A diferencia de lo que ocurrió con muchas de nuestras actuaciones, así como la de organizaciones completas ante las señales que emanaban de la práctica institucional del PRD y que pueden sintetizarse en autocensura e invisibilidad, en esta ocasión, hemos decidido a pesar de los costos, asumir una postura de crítica pública, de visibilidad de un polo de análisis histórico, comparativo y prospectivo que al igual que lo hacemos con las actuaciones del PRI o el PAN evidencie las incongruencias y los intereses privados que se impulsan desde el interior de MORENA.

Así pues para los que nos han preguntado de manera directa si hay un cambio en nuestra postura personal y de grupo hacia MORENA y lo que representa, la respuesta es NO. Mantenemos nuestra convicción y llamado a movilizarnos junto con MORENA como una vía para lograr un cambio desde lo instituido, pero puntualizando, como lo hicimos en el contexto electoral, que esto no implica subordinación y autosilenciamiento. Lamentamos que algunos “amigos” se incomoden con esta postura, pero es una decisión ética y corresponsable.

Finalmente, con varios colegas estamos tejiendo diversas acciones que parten del supuesto que una ciudadanía informada, formada, participativa y crítica es necesaria si aspiramos a un país donde la corrupción, la injusticia y el influyentismo no tengan lugar. El Portal Insurgencia Magisterial está abierto para difundir cualquier posicionamiento; la Escuela de Cuadros que se desarrolla de manera presencial cada semana puede compartirse con cualquier interesado; la formación periodística básica está a disposición de todos; los espacios académicos locales, nacionales e internacionales están abiertos; las alianzas construidas con diversas organizaciones e instituciones aceptan nuevos tejidos y sobre todo, las puertas están abiertas para todos los que tengan algo que compartir.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/critica-desde-los-contornos-de-lo-instituido/

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Guerra y democracia los militares peruanos y la construcción nacional Eduardo toche

Aamerica del Sur/ Perú/Noviembre 2016/Eduardo Medrano/

Esta tesis adolece de generalidad y de una ausencia de diagnóstico histórico que evita abordar dimensiones que han resultado cruciales en el desarrollo de las instituciones militares del continente. Las fuerzas armadas, si bien se convirtieron en un determinado momento en el segmento más calificado del Estado, también debe asumirse que tuvieron un ámbito de acción dentro de los aparatos del Estado que desbordó lo que estrictamente les concernía, debiéndose intentar explicar cómo el control de estos espacios estatales no militares, de acuerdo a los criterios de seguridad que manejaban, fue otorgándoles los componentes esenciales para llevar a cabo su misión.

En el caso peruano, es indudable que durante el siglo XX los militares experimentaron una profunda profesionalización, que no fue acompañada por un proceso similar en los otros sectores estatales, salvo en el sector de Relaciones Exteriores, dándose una disyunción entre los objetivos del Estado y las herramientas para conseguirlos, que intentó ser salvada con el experimento político que iniciaron los militares a fines de los años ‘60. Pero, además, debemos contemplar que los militares no fueron una entidad pública más: fue y es la única presencia del Estado en los espacios de frontera, no sólo físicos sino también culturales. En ese sentido, puede afirmarse que su parte más moderna era, paradójicamente, la que actuaba en los linderos mismos del sistema.

Los resultados de este “diá- logo” múltiple, consistente en ser el intercomunicador entre lo “civilizado” y lo “bárbaro”, actuar como entidad integradora, discernir sobre lo que debía quedar “afuera”, definir al “amigo” y al “enemigo”, fue articulando un discurso que tuvo enormes implicancias para las formas que adquirió el proceso de construcción del Estado nacional peruano.

Ubicados como estaban en el cuadro de roles y funciones estatales, tuvieron la posibilidad de darse una importante autonomía respecto de los intereses generados por los sectores dominantes del país. Esto les permitió la formulación de una doctrina de seguridad que obtuvo altos grados de legitimidad debido, precisamente, a su apariencia “técnica”, totalizante e integradora, que resultaba fácil de identificar con las “necesidades nacionales”. A su vez, estas últimas no podían cumplirse por la importante debilidad de las expresiones políticas que, en la lectura de los militares, aparecía como la primacía de los intereses particulares sobre los comunes, en otras palabras, la expresión del “desorden” propio de los civiles manifestado en la propensión hacia el debate estéril poniendo de lado la acción.

Por otro lado, aunque las fuerzas armadas plantearon su posición, en gran medida antagónica, frente al orden oligárquico que imperó durante gran parte del siglo XX, era obvio que no podían abstraerse de los sentidos y valores que adquirían las relaciones entabladas entre los diferentes grupos que componían la sociedad peruana.

Esto tuvo especial significación cuando debieron construir una imagen del “subversivo”, es decir, del enemigo interno que paulatinamente se les presentó como una de las amenazas más importantes para el país. En efecto, el “subversivo” no pudo entenderse sin la presencia de un “poder externo” cuya intención era la disolución de las bases civilizatorias sobre las que descansaba la armonía social —de allí el importante tributo que tuvo la idea del “bárbaro” y el “salvaje” para formularla—, y la existencia de un sector enquistado en la sociedad que actuaba como operador de estas intenciones, compuesto por personas que debíamos suponer como ajenas.

El caso peruano es importante al respecto porque muestra, en efecto, un derrotero particular en su proceso histórico, que diferencia a las fuerzas armadas peruanas de las otras fuerzas armadas de Latinoamérica pero, también, porque el desenlace ha producido resultados muy negativos en estas instituciones.

Entonces, el neoliberalismo y la contrasubversión se tocaron en más de un punto y se retroalimentaron, dando como resultado un Estado organizado bajo un régimen de excepción cuyo objetivo último fue “disciplinar” la sociedad de acuerdo a las pautas exigidas por el “orden” necesario para imponer las medidas dirigidas a la liberalización de la economía.

Las consecuencias de este proceso fueron muy graves para las instituciones militares peruanas, pues dieron lugar a una generalizada corrupción en su mandos (especialmente los del ejército), denuncias por la aplicación de una política sistemática de violaciones a los derechos humanos —cuyas sanciones se mantienen pendientes—, la desestructuración de sus jerarquías, la pérdida de identidad institucional, la ausencia de definiciones estratégicas, y la inoperancia ante los nuevos retos que plantea la seguridad del país.

Por otro lado, esta ausencia de objetivos nacionales hizo que se descuidara la evolución del sistema internacional. La crisis del bloque soviético indujo a un cambio de perspectivas en la seguridad hemisférica. En este sentido el “Consenso de Washington” contempló: • Primero, la reducción de los aparatos estatales que exigía la implantación del modelo económico neoliberal, viéndose a los ejércitos nacionales latinoamericanos como una fuente de gastos excesivos que debían limitarse. • Segundo, para lograr estos resultados se debía amenguar o, en su defecto, eliminar los focos de tensiones regionales. Bajo este panorama, las reorientaciones hemisféricas no fueron previstas por los militares peruanos, y esto quedó de manifiesto con el “ciclo del Cenepa”, cuyo momento central fue el choque armado entre las fuerzas armadas del Perú y Ecuador en aquel lugar limítrofe, en 1995. Hacia 1998, dicho conflicto llegó a su fin mediante un tratado que cedía una porción de territorio peruano y concesiones fluviales y comerciales para el Ecuador.

Otra consecuencia del reordenamiento de la seguridad en el Hemisferio para el Perú es el protagonismo que ha empezado a adquirir la región amazónica como espacio estratégico para la seguridad continental. Si bien el 60% del territorio peruano forma parte de la Amazonía, lo cierto es que el fomento para el desarrollo de esa región fue bastante relativo.

Ante este escenario, la construcción democrática escenificada a partir del 2001 tuvo como uno de sus objetivos fundamentales establecer nuevos marcos para la seguridad nacional y los roles de las instituciones militares. Sin embargo, la ausencia de una decisiva voluntad política, así como la vaguedad de los objetivos, han conducido el proceso hacia una situación de entrampe.

Aun así, en los últimos tiempos han empezado a vislumbrarse algunas intenciones ciertas en este sentido, cuando se formó la Comisión Multisectorial que debía elaborar un Plan Integral de Reparaciones y, posteriormente, se anunció la aprobación del mismo y la promesa de su financiamiento.

Fuente:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20120419125101/medrano.pdf

Fuente imagen

https://lh3.googleusercontent.com/PIhy_6v_l911LzmRuU6KToe7Hn2qPP3wG7cHgc2v1b1_6vLZY8wjxe9FXv8LcLHpMwE=s85

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