La dignidad de la infancia

Por: Claudia Rafael

Niñas y niños son sujetos políticos. A contracorriente de lo que plantea la ministra de Desarrollo Social. Como quedó plasmado en cada una de las marchas históricas del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. Como planteaba Alberto Morlachetti la infancia tiene voz. Y hay que escucharla.

Si un pibe se muere al lado de una pila de comida… ese pibe muere asesinado. Por eso el hambre es un crimen. Es mentira que el capitalismo tiene un rostro humano, no tiene ninguno. Haber inventado el hambre en la Argentina es lo más perverso que pasó en este país. (Alberto Morlachetti)

“Un niño es un sujeto político. Y ese niño tiene que tener voz. Hay que escucharlos”, decía Alberto Morlachetti. A kilómetros luz de ese pensamiento se ubica la convocatoria de la ministra de Desarrollo Social de la Nación cuando pidió la intervención de la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes para evitar que haya pibes en los acampes piqueteros. Corre toda responsabilidad estatal sobre el hambre y las privaciones de las infancias y culpabiliza a sus familias por impedir que estén “en las escuelas, en los clubes o en las instituciones de sus barrios, ejerciendo sus derechos a educarse, alimentarse, relacionarse con sus pares y jugar”.

¿Acaso esas infancias a las que alude la ministra están atravesadas por todos los derechos enunciados por escrito en las leyes y en las convenciones nacionales e internacionales? Desmembrar esa misma frase desnuda con una contundencia inapelable que los chicos que no quiere en los acampes se alimentan en las escuelas, clubes e instituciones barriales. Y no junto a sus familias porque –elude la ministra ese tramo de la realidad que rodea a siete de cada diez niños que son pobres y al 16,3% que son indigentes- hace demasiado que no hay un plato sobre la mesa.

La historia misma de la humanidad ha contado con manojos de pibes en cada lucha. Cuando 22 años atrás arrancaba en la Quiaca aquella marcha heroica del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo cuatro centenares de niñas y niños recorrerían casi 2000 kilómetros y plantaban bandera con su mirada de la vida: “Marchamos para que todos los chicos que están en la calle puedan tener un hogar y que los padres que están sin trabajo puedan tenerlo”, decía una de las chicas criadas en Pelota de Trapo.

En esa y en cada una de las marchas posteriores se fueron enriqueciendo y fueron a su vez enalteciendo el contenido de los reclamos desde su propia óptica. Decían apenas unos pocos años después que “estamos marchando porque cuando termina la zafra y la cosecha de limón nuestros padres quedan sin trabajo. Perdimos la mitad del año de clases porque el gobernador no les pagó a los maestros. Queremos, además, comer en nuestras casas y no en un comedor”, refería una niña tucumana. Y un chico santiagueño planteaba que “marchamos para que no nos desalojen de nuestra tierra y para que se cumplan los derechos de los niños. Vamos a seguir marchando porque no debe haber hombres sin tierra ni tierra sin hombres”.

O también, otra niña que contaba que “marchamos para que la Patagonia no sea un lugar ignorado por los gobernantes, para que no se negocien nuestras tierras como fueron expulsados nuestros hermanos mapuches y para que nunca en la Patagonia haya un repositorio nuclear”.

Es hora de que quienes hoy se debaten en una pugna obscena por puestos y sillones asuman sus propias responsabilidades en el padecimiento febril y doloroso de las infancias. No se trata de exigir a una defensoría que controle si niñas y niños están con sus padres y madres en acampes, marchas o protestas. Se trata de ubicar las deudas en la columna del debe y asumirlas sin desmarcarse de las propias responsabilidades.

Si el hambre sigue siendo este crimen cotidiano por el que hay que alzar la voz en cada rincón, en cada calle, en cada plaza, en cada esquina es porque hay responsables concretos, con nombre y apellido y conscientes de sus propias falencias y de sus propias obligaciones e incumbencias. Porque haber inventado el hambre en la Argentina es lo más perverso que pasó en este país.

Fuente de la información e imagen: Pelota de Trapo

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De consumidores a sujetos políticos

El gran desafío es que la educación se convierta en el puente de un consumismo ciego y salvaje a un compromiso político por la realidad cercana y mundial.

La población infantil y juvenil es nuestra principal preocupación, nuestra prioridad. Eje y sentido de nuestro oficio como educadores. Por eso debe resultarnos angustiante lo que este mundo globalizado les impone.

Uno de los rasgos más elocuentes del escenario que vive la generación joven de hoy es su enorme adicción al consumo en todo sentido. Aquellos que no pueden, porque sus condiciones económicas se lo impiden, mantienen en su horizonte de vida esas cosas o productos que ven en los que pueden.

Consumidores de cosas, pero también de esa Cultura (con mayúscula) que nos impone una globalización neoliberal que nos hace adorar al dios del Mercado. Los avengers terminan siendo más importantes y de mayor conocimiento que cualquier personaje, pasado o actual, con incidencia en la lucha por la transformación de la realidad. La cultura es ese instrumento fundamental para que nuestro mundo se convierta en una masa homogenizada de pensamientos, visiones y modos de ser que son más útiles para los ejes de poder.

En todo esto la escuela tiene un papel crucial. Es allí donde se reproduce ese mundo impuesto, ese imaginario que adormece y enajena. Representa la herramienta fundamental para la construcción cultural. Por ello tiene mucha responsabilidad en el escenario actual en el cual la cultura juega un papel reproductor de los intereses económicos en el planeta, empezando por la imposición de una pretendida Cultura que destruye las culturas originarias.

Afirma Hervé Juvin: “La crisis en la que nos ha introducido el sistema de mercado es una crisis de cultura, dado que es una crisis de la relación con lo real, del juicio y la inteligibilidad del mundo. (…) El problema no es tanto la uniformación de todas las culturas en el seno de la cultura-mundo como la ignorancia convertida en cultura. Es conveniente y útil no comprender; comprender es empezar a desobedecer” (El Occidente globalizado, 106, 144).

Los jóvenes de hoy son los principales consumidores de esa Cultura que tiende a deformar la realidad, que tiende a afectar nuestras capacidades de comprensión del mundo. No es solo el móvil que se compra y desecha, sino el conjunto de hábitos y actitudes que se interiorizan sobre las cosas. Sobre el consumo en sí mismo.

El gran desafío es que la educación se convierta en el puente de un consumismo ciego y salvaje a un compromiso político por la realidad cercana y mundial. Es decir, que la educación asuma el riesgo de ser el camino para que la juventud encare su tarea política por la transformación del mundo. Pasar de consumidores a sujetos políticos, ¡semejante desafío!

No es fácil porque todo empieza con que las y los jóvenes constaten, en carne propia, las realidades que excluyen y generan sufrimiento. Que la indignación sustituya a su fascinación mediática o visual. Que dejen de admirar a los héroes futbolísticos o de Holywood y vuelquen su interés por las mujeres y hombres anónimos que luchan contra todo -incluida la misma oferta cultural-, y que están en sus realidades denunciando, levantando la voz, organizándose, buscando cambiar estructuras y sistemas. Las auténticas heroínas y héroes de este mundo tan inundado de falsos superhéroes.

Para que la educación contribuya al paso de consumidores a sujetos políticos, es necesario que el adulto que educa escuche, busque, se interese, sea curioso por la realidad estructural, que propicie diálogos permanentes, que sea creativo para la construcción de herramientas y estrategias de comprensión profunda de la realidad. Que esas iniciativas personales de educadores comprometidos con la transformación alcancen el nivel de iniciativas institucionales, de abajo arriba, desde adentro. (Aunque, por supuesto, la bidireccionalidad en esto es necesaria).

Se precisa, en otras palabras, que quienes ejercemos el oficio de educar, nos eduquemos hacia la comprensión del mundo y seamos testimonio de verdaderos sujetos políticos. Que a los miles de sustantivos con los que enseñamos, le incorporemos muchos verbos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/23/de-consumidores-a-sujetos-politicos/

Imagen tomada de: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/7/72/Elconsumismonosdomina.jpg/260px-Elconsumismonosdomina.jpg

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