Asco proyectivo y política de la exclusión

Por: Leonardo Díaz

La historia nos muestra ejemplos de ese asco proyectivo en la actitud del supremacismo blanco. No olvidemos que uno de los argumentos clásicos del racismo ha sido describir a las personas de color como “subhumanas”.

Hace muchos años, un colega confesó que sentía angustia al dialogar con un paciente VIH positivo, a pesar de saber que el virus no se transmitía por una conversación.

Esa declaración fue un acto de gran honestidad. No todos, especialmente si somos ciudadanos de quienes se esperan determinadas sensibilidades y discursos, acordes con la educación que se nos atribuye, estamos dispuestos a confesar que determinadas personas nos provocan un rechazo por poseer una determinada condición de salud. Ese reconocimiento es el primer momento en el proceso de superar la situación.

Muchas veces, no somos conscientes de lo que genera la angustia. Llegamos incluso a sentir “asco” por determinados individuos, una emoción provocada por una asociación inconsciente entre nuestros semejantes y la presencia amenazante de la muerte.

Desde una perspectiva evolucionista, el asco ha jugado un papel estelar en nuestra sobrevivencia como especie permitiéndonos sobrevivir muchos siglos antes de poseer el conocimiento de la existencia de gérmenes como las bacterias o los virus.

Basándose en los estudios experimentales del psicólogo de la Universidad de Pensilvania, Paul Rozin, la filósofa Martha Nussbaum subraya el carácter cognitivo del asco. (La monarquía del miedo, cap. 4).

Según dichos estudios, el asco está condicionado no solo por el objeto sensorial, sino también, por la interpretación previa de lo que significa dicho objeto. Experimentamos el asco ante personas y grupos que asociamos simbólicamente con la contaminación, la degeneración o la muerte, aunque desde un punto intelectual, no representen objetivamente nuestra destrucción.

Nussbaum relaciona este fenómeno con una actitud humana denominada por el antropólogo Frans de Waal como “antroponegación”. Se trata de una tendencia humana a rechazar la condición animal de nuestra especie, a un permanente intento de trascender simbólicamente el vínculo que nos une con el resto de los animales.

Nussbaum piensa que el esfuerzo por escapar simbólicamente de la animalidad y de la muerte se va transmutando en un “asco proyectivo”.  Todas nuestras características asociadas con la animalidad, la descomposición o la muerte las proyectamos hacia otros, usualmente grupos humanos socialmente excluidos que alimentan nuestra falsa autopercepción de superioridad.

La historia nos muestra ejemplos de ese asco proyectivo en la actitud del supremacismo blanco. No olvidemos que uno de los argumentos clásicos del racismo ha sido describir a las personas de color como “subhumanas”, con mayor semejanza a los simios que a los integrantes de la etnia caucásica.

Pero también, podemos apreciarlo en la suciedad que la mirada homofóbica atribuye a las relaciones homosexuales, especialmente las masculinas. En dicho imaginario, estas interacciones se relacionan con posturas animales donde el sexo no reproductivo se reduce a una mera circulación de sucios fluidos.

Y como ocurre con el miedo, el asco proyectivo puede ser explotado políticamente, no solo por líderes que sienten dicha emoción de un modo sincero; sino también, por cínicos y demagogos que, sin experimentar la emoción, conforman su liderazgo intentando ganarse la adhesión de quienes la experimentan.

De este modo, alimentan una política de la exclusión. Un error común para combatirla consiste en proporcionar una lectura intelectualista del fenómeno y esperar que los ciudadanos se persuadan racionalmente de que el “Otro” no significa animalidad, suciedad, o descomposición.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/asco-proyectivo-y-politica-de-la-exclusion-8911749.html

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Estados Unidos: Trump insiste en que cuatro congresistas latinas y negras deben «irse» de EEUU

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, alimentó este viernes la polémica generada por los tuits en los que pidió «volver a su país» a cuatro congresistas demócratas latinas o negras y que son ciudadanas estadounidenses, al acusarlas de «racistas» e insistir en que deben «irse del país».

En medio de una fuerte controversia que ha generado nuevas acusaciones de racismo y supremacismo blanco contra Trump, el presidente redobló sus críticas a las legisladoras, que llegaron al Congreso este año y se han convertido en voces muy influyentes en el movimiento progresista en Estados Unidos.

«Si los demócratas quieren unirse en torno a las expresiones repugnantes y el odio racista que escupen las bocas y acciones de estas congresistas tan impopulares y que no representan (al pueblo), será interesante ver cómo les salen las cosas», escribió Trump en su cuenta oficial de Twitter.»Puedo decirles que ellas han hecho que Israel se sienta abandonado por los Estados Unidos», añadió.

En otro tuit, Trump preguntó: «¿Cuándo se disculparán las congresistas de la izquierda radical con nuestro país, el pueblo de Israel e incluso la oficina del presidente (de EE.UU.) por las expresiones repugnantes que han usado y las cosas terribles que han dicho?» «¡Mucha gente está enfadada con ellas y sus actos horribles y desagradables!», agregó.

Trump echaba así leña al fuego de la polémica que comenzó este domingo, cuando él preguntó en un tuit «por qué esas legisladoras no vuelven a sus países y ayudan a arreglar los lugares completamente rotos e infestados de crimen de donde vienen».

El mandatario se refería a un grupo de legisladoras de la Cámara Baja, conocidas popularmente como «La brigada» («The Squad»), y formado por Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley. Todas ellas son ciudadanas estadounidenses, y tres de ellas nacieron en Estados Unidos: Ocasio-Cortez en Nueva York, Tlaib en Detroit (Michigan) y Pressley en Chicago. Omar, por su parte, nació en Mogadiscio (Somalia) pero obtuvo la ciudadanía estadounidense cuando era adolescente, después de llegar como refugiada al país junto a su familia.

Pero las raíces puertorriqueñas de Ocasio-Cortez, las palestinas de Tlaib y las somalíes de Omar le bastaron a Trump para exigir que las congresistas volvieran a su país, incluso cuando Puerto Rico es parte de Estados Unidos.

En declaraciones a la prensa durante un acto posterior en la Casa Blanca,Trump insistió en pedir que las congresistas «se vayan» de Estados Unidos: «Si odian nuestro país, pueden irse». Preguntado por si le inquieta que supremacistas blancos hayan alabado sus tuits, Trump respondió: «No me preocupa, porque mucha gente está de acuerdo conmigo«. Ocasio-Cortez utilizó su cuenta de Twitter para expresar que el mandatario estadounidense «tiene miedo».

Su comentario ha merecido la condena de un centenar de congresistas demócratas, incluida la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, quien ha tenido algunos desencuentros públicos con las congresistas de «La brigada». Ocasio-Cortez siguió este lunes denunciando las palabras de Trump, al advertir que son «propias de los supremacistas blancos», y exigió que los políticos republicanos condenen sus declaraciones, algo que hasta ahora han hecho pocos legisladores de ese partido, entre ellos la senadora Susan Collins y el congresista Chip Roy.

Fuente de la Información: https://www.elconfidencial.com/mundo/2019-07-15/trump-insiste-cuatro-congresistas-latinas-negras-deben-irse_2127039/

 

 

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