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Vídeojuegos: cursos para convertir el juego en un empleo

Redacción: Aprende Más

Diferentes cursos permiten conocer todo el proceso de creación y desarrollo del vídeo-juego de la mano de las últimas herramientas que se utilizan en el sector.

La pasión por los vídeo-juegos no solo se vive por el interés creciente en jugar partidas o conocer los diferentes personajes que los protagonizan. También es un sector que presenta un gran atractivo para labrarse un futuro profesional.

No en vano, los vídeo-juegos se han colocado entre las primeras opciones de entretenimiento, generando un volumen de negocio de más de 2.000 millones de euros. Una cifra que hace que España sea el noveno mercado mundial y el cuarto europeo.

Esto ha llevado a su vez a que nazcan más empresas especializadas en este segmento de actividad y que, evidentemente, necesitan profesionales con perfiles que están sobre todo relacionados con el diseño, desarrollo y toda la etapa de creación del vídeo-juego e, incluso, para su posterior distribución.

Son puestos que requieren de una formación específica y para los que, hoy en día, existen varias opciones para formarse. Una de ellas, por ejemplo, es el Máster en Programación de Videojuegos y Realidad Virtual de Tokio, que habilita para trabajar como programador de videojuegos en Unity 3D; ser tester técnico de videojuegos, game design o responsable de las dinámicas y mecánicas de los juegos o emplearse como desarrollador de aplicaciones de realidad virtual y aumentada, entre otras posibilidades.

Son conocimientos que se adquieren a través de seis módulos formativos, que abarcan desde el diseño inicial a su exportación, testeo y distribución. Para ello, se pone especial énfasis en el lenguaje de programación C# y en el manejo del software de realidad virtual y aumentada, entre otros aspectos.

Más info del máster en este formulario:

Máster en programación de vídeojuegos y realidad virtual

Otra opción es el Curso Superior de Programación de Vídeo-juegos y Diseño 3D, que imparte el Instituto Tecnológico MasterD, que está dirigido a cualquier persona que quiera aprender herramientas de diseño en 3D y realizar trabajos de vídeo-juegos o animación, así como a profesionales que deseen enfocarse hacia el 3D.

El curso, que consta de tres amplios bloques temáticos, incluye clases en directo como webinars o seminarios, así como videoclases 24 horas, talleres presenciales y prácticas en empresas del sector para lo que, previamente, se habrá aprendido todo sobre el diseño y la animación 3D, así como todos los aspectos relacionados con la programación de videojuegos con Unity 3D.

Precisamente, en Unity está centrado el Curso de Diseño y Desarrollo de Videojuegos con Unity de Deusto Formación, aunque se obtiene una doble titulación, siendo reconocida por esta entidad y por la Universidad Rey Juan Carlos. El curso, avalado por la Asociación de Técnicos Informáticos (ATI), capacita para diseñar y desarrollar por completo los videojuegos a través de ocho módulos formativos para saber todos los secretos de la herramienta Unity 3D y poder crear y configurar archivos que se puedan ejecutar en las distintas plataformas.

Es una formación impartida por profesores expertos del sector y que también se apoya en vídeo-tutoriales, videoconferencias y masterclases. Además, una vez finalizado el programa formativo, se puede pasar a formar parte de la bolsa de empleo de Randstad. También hay servicio de prácticas.

Y otra alternativa de formación es el Máster en Diseño de Videojuegos con Unity – Curso Experto en Diseño de Videojuegos con Unity de Implika Cursos Onine, cuya formación comprende todo el proceso de la creación del vídeo-juego, prestando especial atención a cada una de sus partes.

Es un programa que capacita en la programación para el desarrollo de vídeo-juegos multiplatarforma en nuevos entornos, PC, dispositivos móviles y consolas, incluyendo las de última generación. El temario también comprende conocimientos relacionados con el diseño artístico, gráfico, modelado y la animación 3D, así como los vinculados con las herramientas clave en el sector de los videojuegos como la Unity 3D.

Fuente: https://www.aprendemas.com/es/blog/empleo/videojuegos-cursos-para-convertir-el-juego-en-un-empleo-85819

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Tecnología, economía y sociedad

Por: Alfons Barceló

En su versión primigenia el siguiente escrito fue redactado en catalán a demanda de Antoni Hernández-Fernández, para que sirviera como Presentación de una selección de textos de Mario Bunge relativos al asunto Filosofía y tecnología, textos que estaba acabando de traducir y pensaba publicar pocos meses más tarde.

De hecho, había ido perfilando este proyecto a lo largo del año 2018, con la vista puesta en que coincidiera la publicación de este libro con la pronta celebración del “cumpleaños feliz” dedicado al maestro Bunge, en su primer siglo de existencia terrenal (nació el 21 de septiembre de 1919).

El objetivo principal era sencillamente materializar este homenaje del Centenario con una aportación valiosa y duradera en catalán orientada a examinar uno de los pilares más sólidos del mundo moderno. O sea, una selección de ensayos en sintonía con los tiempos (por la temática) y de cosecha reciente y novedosa (en cuanto a terrenos explorados por nuestro autor en los últimos lustros). Pues bien, el coordinador del homenaje no sólo asumió la puesta a punto y edición de esta antología, sino que logró además el apoyo de entidades señeras de la cultura catalana en pro de este género de iniciativas. A saber, y en concreto, la Universitat Politècnica de Catalunya y el Institut d’Estudis Catalans (sobre todo a través de su filial, la Societat Catalana de Tecnologia). El final de la primera etapa de ese trayecto fue celebrado con la presentación oficial de dicho libro el 3 de octubre de 2019, en Barcelona, en la sede del Institut d’Estudis Catalans.

Un último detalle, intrascendente y tal vez innecesario. La presente versión en castellano de este Prólogo ha sido realizada por mí mismo, en formato de traducción libre, con leves retoques y sin complejos, dadas las metas y circunstancias, durante el mes de septiembre de 2019.

Alfons Barceló

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El hombre pensante

He aquí una obra que puede marcar un jalón en el modesto y complejo territorio de la cultura catalana. No le faltan merecimientos para cumplir tan ambicioso objetivo. En síntesis, tenemos aquí una recopilación de trabajos originales y luminosos de un autor gigantesco sobre una problemática notable: las gracias y desgracias de la tecnología. Un asunto de primera magnitud tanto para hoy como para nuestro futuro. Por supuesto, no hace falta hacer hincapié en que nuestra vida cotidiana está envuelta y condicionada por objetos y servicios buena parte de los cuales han sido producidos y distribuidos con el auxilio de una abundante tecnología. Tampoco es preciso subrayar que los artefactos que de ella han ido emanando se proyectan por doquier y experimentan una expansión inacabable en casi todos los dominios. El asunto, en suma, merece ser examinado con atención y desde diversos ángulos. Pues bien, de esos menesteres se ha venido ocupando de refilón Mario Bunge desde hace décadas, con mente despejada, mirada de aguilucho e inmenso cúmulo de conocimientos científicos.

Pero, ante todo, una escueta presentación de nuestro autor. Mario Bunge (Buenos Aires, 1919) ha sido uno de los filósofos más creativos y curiosos de nuestra época. Uno de los grandes pensadores contemporáneos, sin rival en lo que se refiere a laboriosidad y amplitud de los campos que ha ido roturando sin hacer mutis por el foro. No sólo por la inmensa temática abordada (más de un centenar de libros que son vivo testimonio de una ambición filosófica un tanto desmesurada, siempre dispuesto a examinar las ramas —viejas o nuevas— del árbol de las ciencias naturales y sociales), sino también por el carácter sistemático y riguroso de esta producción, que no deja herencias intelectuales sin revisar, ni tesis consagradas sin someter a juicio y escrutinio. Y por otra parte me atrevo a pronosticar que el legado intelectual de Bunge tiene futuro: no envejecerá en seguida, sino que continuará estimulando a librepensadores de todas las tendencias durante mucho tiempo. Conviene señalar, no obstante, que don Mario no goza de admiración unánime, sino que también es objeto de antipatía en ciertos medios donde no se ve con buenos ojos su talante crítico contra idealismos, subjetivismos e irracionalismos, ni su beligerancia de intelectual bien informado, moderadamente escéptico y radicalmente cientificista contra aquellos discursos trufados de ocurrencias poco fundadas o de oscuras logomaquias.

Procede advertir, por lo demás, que las aportaciones intelectuales de Bunge no tienen como destinatarios principales a expertos o especialistas en filosofía (sean profesores o simples graduados en esta materia). Sin caer en banalidades ni retóricas, lo cierto es que ha procurado exponer con rigor y claridad sus reflexiones metafísicas y críticas, con la intención de transmitir sus planteamientos filosóficos a las inmensas minorías, al mismo tiempo que sostenía valores éticos y solidarios, con humanismo y racionalidad. Como hecho un pelín anecdótico, pero bien significativo, conviene anotar que no sólo ha despotricado contra el lenguaje críptico y los planteamientos oscuros cuando no insondables, sino que siempre procuró echar un vistazo colateral a los problemas sociales de relieve, tanto materiales como éticos, ya fueran de carácter estratégico o cotidiano. Vale destacar, a ese respecto, que rondando los 90 años se aventuró en un viaje exploratorio por los andurriales de la “filosofía política” (con un libro de 600 páginas, de las que cuarenta estaban dedicadas a referencias bibliográficas), a la vez que tomaba partido y defendía como objetivo (ideal, pero no imposible) una democracia integral, sustentada sobre un régimen económico basado en un mar de cooperativas de producción y distribución de bienes y servicios, al tiempo que sostenía que la diana de dicho régimen debía centrarse en la satisfacción de las necesidades y deseos legítimos de las personas y de sus agentes o representantes.

El periplo ha sido largo. Tras doctorarse en Ciencias Fisicomatemáticas por la Universidad Nacional de La Plata, fue durante un tiempo profesor tanto de Física Teórica como de Filosofía. Luego, tras diversos avatares, y hasta su jubilación, fue catedrático de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill en Montreal. O sea que, tras doctorarse en física (cuántica), orientó sus estudios hacia la exploración de la investigación científica en todas sus vertientes. Asumió y sostuvo, como grandes pilares y quintaesencia del método científico, la racionalidad, la objetividad y la sistematicidad. En general y en cualquier caso, defendió combinar la visión ideal que combinaba análisis con síntesis, todo adobado con buenas dosis de escepticismo moderado, dado que —como ha recordado a menudo— todo es falible y perfectible. Y, por añadidura, siempre estuvo dispuesto a subrayar que jamás se llega a un estadio genuinamente terminal, puesto que el conocimiento no tiene límites.

En resolución, merced al combinado de una inagotable curiosidad y una vida centenaria, Bunge se ha ocupado de estudiar los variados trayectos y los frutos de un gran abanico de exploraciones científicas de todo tipo, atendiendo no sólo a los resultados más o menos asentados, sino también a los procesos de la formación y consolidación de las diversas disciplinas, con sus logros y sus fracasos. Y, sobre todo ha subrayado el papel de diversos referentes, como el juego entre preguntas y problemas, la emergencia de hipótesis, la valoración de observaciones, el diseño de pruebas y experimentos, la exploración de los confines y campos vecinos, la busqueda de pruebas e indicios colaterales, todo ello y más formando la sustancia esencial de un método científico, sometido de continuo a revisión crítica y acompañado de una caja de herramientas auxiliares en expansión y revisión permanente. Esas exploraciones le han servido para hacer balance de las estrategias de la investigación científica y de la modificación (paulatina o veloz, según las etapas históricas) de las cosmovisiones dominantes. Llegó así a una síntesis exigente y a la vez abierta, en la que se aceptaban todas las pruebas e indicios razonables, así como la pluralidad de métodos y enfoques, aunque exigiendo respeto por aquellos irrenunciables principios constitutivos señalados más arriba, así como atención a las interacciones entre los diversos planos, enfoques e ideales (o de los grandes conglomerados reales o mentales: ciencias, técnicas, colectividades humanas, tradiciones culturales, sistema de valores).

A modo de resumen, he aquí los seis pilares que reconocía como basamento estructural de su largo periplo: *materialismo emergentista; *realismo científico; *rigor, exactitud, precisión; *sistemismo; *dinamicismo, historicismo; *humanismo. (Bunge, 2009, 33). Y un año más tarde (en Matter and Mind, pXI) sintetizaba así su opinión general sobre las principales áreas del gran territorio de la filosofía: “Creo que una filosofía sin ontología es una filosofia invertebrada; sin semántica es una filosofía confusa; sin gnoseología es acéfala; sin ética es sorda, paralítica sin filosofía social y obsoleta si no goza del respaldo de la ciencia; y no es filosofia en absoluto si carece de todo lo anterior” (Bunge, Materia y mente, p. 16).

En suma, y añadiendo unas pinceladas coloristas, podemos afirmar que Mario Bunge es un pensador original y un filósofo eminente de primera categoría; un intelectual revisionista modélico, si bien poco diplomático; un hombre sabio y humanista, aficionado a añadir algún toque de humor cuando se tercia; un ciudadano cosmopolita cooperador y solidario, a la vez que defensor de todas las causas que considera justas y cívicamente merecedoras de apoyo.

Un mundo en ebullición

La humanidad vive, hoy por hoy, en el planeta Tierra, y sobrevive, en última instancia, merced a la energía solar y al aprovechamiento de gran cantidad de recursos naturales sobre los que practica un dominio colosal. Pero en tiempos lejanos las cosas no habían funcionado así. Durante muchos siglos la gran mayoría de recursos se iban reponiendo de foma espontánea, y casi todos los residuos se reincorporaban al medio ambiente sin alterar de forma significativa los ciclos naturales. Sin embargo, primero con el dominio del fuego, después con las secuelas de la revolución neolítica, más tarde —en simbiosis con la revolución industrial— merced al uso desbocado de minerales energéticos, y finalmente con la generación creciente de desechos y residuos de todas clases, aquel panorama beatífico quedó sustancialmente modificado. En síntesis, la comunidad humana terrenal es hoy una pieza esencial de un único supersistema global que está alterando el ambiente secular del planeta, sin que asomen en el horizonte proyectos creíbles de corrección del rumbo, a pesar de las amenazas que tales cambios inducen sobre el buen andar de los ecosistemas globales y locales de la biosfera terrestre.

Verdad es que, a escala cósmica, el modo en que la humanidad se ha adueñado del planeta Tierra durante los últimos siglos (un lapso insignificante de acuerdo con las escalas temporales estándar de la geología) constituye una singularidad curiosa y seguramente con poco futuro (sobre todo en comparación con el exitazo de los 300 millones de años que duró la era de los trilobites). En cualquier caso lo cierto es que desde hace unas cuantas generaciones las diversas comunidades humanas —combinando variadísimas modalidades de cooperación y conflicto, y la subsiguiente emergencia de determinadas propiedades sistémicas bien complejas— han ido transformando y colonizando en beneficio particular (y por lo común de manera muy poco igualitaria) las áreas y regiones que iban ocupando, y sometiéndolas a los intereses de los mandamases o de las clases hegemónicas de cada formación social. Pues bien, cada vez resulta más obvio que no se puede continuar por esa ruta, y que pronto será ineludible tomar medidas a escala mundial. Esto es, las nuevas circunstancias ambientales harán patentes los límites de las fronteras políticas hoy dominantes, y se impondrá la necesidad de remozar a fondo la arquitectura política de la actual “economía mundo” (estructura que resulta hoy periclitada y claramente inviable), es decir, un supersistema federal con unas fronteras y soberanías reconocidas por la legalidad internacional, pero sometidas de hecho a importantes límites y servidumbres, “por el bien del imperio” (o de alguna de las unidades imperiales supervivientes, estén en fase de auge o de declive).

Bunge ha explicado muy bien (y repetido a menudo) que los sistemas sociales son cosas concretas y no entes de razón ni tipos ideales de carácter platónico. Por descontado, siempre conviene tener presente la máxima que afirma “La palabra ‘perro’ no muerde y el concepto de “perro” ni muerde ni come ni ladra”. En resumidas cuentas, una sociedad no es un mero conglomerado de individuos, como se ha sostenido desde un enfoque de individualismo metodológico doctrinario, sino una retícula de personas y artefactos, con nódulos, conexiones varias y un envoltorio natural. Es decir, un sistema estructurado que se reproduce con estabilidad y mutaciones y cambios y algún eventual colapso. Y resulta patente que esos sistemas no son ni entidades simples ni inmutables: a lo largo de sus trayectorias temporales van emanando de ellos propiedades emergentes, al tiempo que se suelen poder distinguir diferentes planos (o facetas o niveles), con algún grado de autonomía. No es ahora el momento de adentrarse en estos asuntos, pero nunca hay que olvidar que las estrellas pueden ser enormes, pero no pueden pensar ni amar. Sea como fuere, y en este sentido, parece oportuno hacer hincapié en que es aconsejable evitar los disparates ontológicos. Con ejemplos: la clase obrera no piensa, porque no tiene cerebro; el capitalismo no es malvado, porque no es un sujeto moral, los mercados no aprenden ni enseñan porque no tienen memoria ni inteligencia; la naturaleza no es sabia ni aborrece el vacío; ni la Tierra ni ningún planeta gozan de buena salud ni pueden estar enfermos. Por supuesto no siempre son torpes o estúpidas las metáforas de esta calaña. Cierto: a veces pueden ayudar a percibir problemas o sensibilizar sobre asuntos serios. Pero no son compañeros de viaje recomendables, con los que uno puede arrejuntarse sin adoptar ciertas cautelas.

En cualquier caso, y en sintonía con las reflexiones de Bunge, me parece una buena hipótesis de trabajo postular que todo sistema social se puede analizar considerando de entrada que está formado por cuatro subsistemas: biológico, económico, político y cultural. A eso hay que añadir, obviamente, que todo sistema tiene un entorno que lo envuelve y del cual obtiene recursos y sobre el cual excreta sus residuos y desechos. Cierto que hoy parece que se ha alcanzado un consenso prácticamente unánime respecto a que estamos a las puertas de una fase crítica de este colosal proceso de modificación del ambiente y los paisajes. Y al mismo tiempo conviene recordar que jamás la población humana había tenido a su alcance tanta cantidad de recursos y artefactos, a punto para planear un mejor entorno para las generaciones venideras. Pues bien, detrás de todo eso se halla agazapado un aspecto esencial, a saber, ¿cómo se rige la distribución de la renta nacional o producto social neto? El meollo de la cuestión estriba en conocer y comprender qué parte reciben los trabajadores (asalariados o no) del producto neto que van generando con sus manos y su cerebro (vía salarios, honorarios, donaciones, jubilaciones, prestaciones sociales, servicios educativos y sanitarios, bienes públicos, …) y quién se apropia del resto (y por qué vías). En definitiva, un asunto clave estriba en averiguar cómo se materializa y entre quiénes se reparte el excedente económico y social, año tras año.

Sociedades y tecnologías

En definitiva, si se quiere entender cómo funcionan las comunidades humanas, o sea, cuál es su estructura y cómo se orienta su trayectoria, hará falta estudiar las propiedades de sus componentes esenciales, esto es los determinantes físicos, biológicos y sociales que rigen las modalidades de interacción de los seres humanos entre sí, junto con la coevolución con el ambiente que les rodea. Sin duda, todo va cambiando y envejeciendo de manera que será obligado promover mecanismos que vayan remozando y reajustando las diversas piezas del sistema, salvo para aquellas que merecen ser rechazadas sin remilgos. Desde luego, resulta obvio que desde hace unas pocas generaciones las sociedades humanas más desarrolladas han ido modificando los entornos (propios y ajenos) en beneficio particular (sobre todo, en favor de los grupos o estratos sociales dominantes, conviene no olvidarlo).

Pues bien, opino que una buena manera de bosquejar el perfil básico de cualquier sistema económico consiste en imaginarlo como un cúmulo de procesos reproductivos interconectados que generan un excedente período tras período, evidentemente con diferentes grados de estabilidad y de cambios para cada proceso singular. Para acercarnos algo más al plano de la realidad observable: podemos distinguir varios bloques de elementos a considerar, a saber, un substrato de espacios y recursos naturales juntamente con un enorme abanico de artefactos (edificios, maquinaria, fuentes energéticas) que coadyuvan a la manipulación, transporte y transformación de objetos de trabajo, todo ello sometido a la actividad de colectivos de trabajadores que operan con estos artefactos y con los objetos de trabajo a fin de conseguir objetos útiles, bien sean como productos finales o bienes intermediarios de todas clases. Así pues, de forma sintética, todo ciclo económico estándar combina recursos naturales, medios de producción y fuerza de trabajo.

Desde luego es evidente que la revolución industrial y sus secuelas no han asegurado el pan y la paz para todos, pero también resulta patente que se han producido sensacionales mejoras en el confort y en el nivel de vida material de amplios sectores de las poblaciones humanas (e incluso para buen número de sus animalitos de compañía). Asimismo cabe reconocer que las cosas tampoco han ido del todo mal en lo que se refiere a las coexistencia de las aspiraciones democráticas y autonómicas de las personas civilizadas. Bien es verdad que para condensar en un balance global todas las partidas habría que considerar también un gran número de situaciones obscenas (como la marginación y sojuzgamiento de las mujeres, indigencia de millones de personas, vulneración de derechos humanos esenciales) hasta aspectos colaterales extremadamente perversos, como el imperialismo, las guerras y el terrorismo de estado, la explotación, la opresión, el desperdicio de recursos materiales y de fuerza de trabjo, la degeneración de muchos sistemas judiciales, el auge del parasitismo y el engaño (desde la hipocresía y la falsedad en la política, hasta los fraudes económicos descomunales o la publicidad engañosa), así como la erosión de buenos valores ancestrales como la confianza, la lealtad y la solidaridad.

Un futuro extraño y confuso

Con todo y con eso no cabe duda que nuestra especie jamás había gozado de tal abundancia de recursos y artefactos con vistas a programar un medio mejor para las nuevas generaciones. Pero la tarea no se presenta nada fácil. Por diversos motivos. En primer lugar, por la falta de consenso político en los principales niveles de intervención: tanto en el plano estatal (debido a las rivalidades y conflictos interclasistas), como en el plano del concierto de las naciones. Y aquí, tanto si el campo de confrontación y de eventuales acuerdos fuese la ONU (que es más bien una confederación de Estados con pesos políticos indefendibles en términos racionales), como si se plantea sobre la base de bloques regionales de carácter específico y singular (por ejemplo: geopolítico, económico, militar, ideológico). El corolario es que tenemos un “concierto” con demasiada improvisación, poco debate riguroso y muchos intereses más bien repelentes (de cariz burocrático, o muy miopes, o sesgados en favor de los Estados imperiales, de las clases privilegiadas o de de los grandes grupos de presión económicos, culturales o militares).

En fin de cuenta, pues, muchas naciones desafinan, mientras que otras ejercen un protagonismo en consonancia con la ley del más fuerte, o amparados en reglamentos hechos a su medida y todavía vigentes, a pesar de estar caducados en términos racionales. Por otro lado hay que hacer hincapié en que las fórmulas para enfrentarse a los retos sistémicos graves pueden ser de muy difícil diseño y articulación, a la vez que pueden resultar aparcadas a medio camino, o quedar muy lejos de las soluciones óptimas (las cuales a menudo son difíciles de detectar o quizás sólo resultan bien visibles a posteriori). Pero no es mala cosa proponer una lista indicativa de algunos retos sistémicos enormes, como el cambio climático, la contaminación, la pobreza, las migraciones, la salud básica, los conflictos armados, la escolarización elemental para todos, las redes de protección contras grandes desastres (naturales o no), la protección de los derechos humanos consagrados o la justicia universal contra la macrocorrupción y los crímenes de lesa humanidad.

En definitiva, sin embargo, no parece muy complicado ponerse de acuerdo, al menos en términos especulativos, sobre determinados objetivos estratégicos fundamentales, como los indicados sintéticamente como “paz y bien”, “felicidad”, “bienestar y buena vida”, “prosperidad sostenible” o ideas similares. El maestro Bunge desarrolló todo un tratado de ética en el que adoptaba como núcleo fundamental o pilar básico el principio “Goza de la vida y ayuda a vivir a los demás”. En un plano más tradicional y clásico se puede subrayar que si bien conservan su validez y atractivo los grandes lemas de la revolución francesa (Libertad, Igualdad, Fraternidad), convendría añadir al menos algunas referencias más “modernas” como la eficiencia y la sostenibilidad ambiental.

Economía y tecnología

De todos modos conviene desconfiar un tanto de las recetas demasiado ambiciosas. A mí me place sobremanera la máxima “Más ciencia y más democracia”, como principio estratégico de validez presuntamente universal. Pero reconozco que es muy dudosa su capacidad movilizadora, dado que en mi opinión tiene escaso gancho como consigna adecuada para enardecer a multitudes.

Sin pretender acertar, me atrevería a sugerir descender a un terreno más a ras de suelo. Quizá bajando de las alturas podríamos ir a parar a dos campos de cultivo esenciales y no tan etéreos: por ejemplo, economía y/o tecnologia. Desde luego, al hablar de “economía” me refiero a una disciplina ideal con buena fundamentación conceptual y empírica, capaz de exhibir algunos resultados positivos (como tendencias y leyes verificadas), a la vez que atenta a los problemas ecológicos y antropológicos de las personas en sociedad, a los aspectos institucionales y a los sistemas de valores de cada una de las diversas comunidades que han existido a lo largo de la historia.

Conviene puntualizar, no obstante, que este proyecto de una economía inclusiva (o de una economía política actualizada) no sólo está hoy por hoy en mantillas, sino que en realidad está lejos de lo que todavía se enseña en los primeros cursos de la gran mayoría de facultades de economía. En efecto la enseñanza estándar de los “principios de economía” constituye una mezcolanza pasteurizada de ciencia, tecnologia e ideología individualista y librecambista. Más grave aún es que casi no interactúa con las disciplinas vecinas (psicología, antropología, sociología, historia económica y social, tecnología, ecología, politología), a la vez que maneja categorías deficientes o poco exploradas o tratadas escolásticamente (por ejemplo, valor económico, utilidad, mercado, inversión, capital, beneficios, producción, cambio técnico, crecimiento, consumo, expectativas, probabilidades, son conceptos que se caracterizan, en general, de forma difusa, cuando no se definen o manejan falaciosamente). Aprovecho la ocasión para denunciar asimismo la pseudoexactitud de la mayoría de las variables económicas que se presentan en sociedad. A menudo se da por sobreentendido que se trata de “mediciones” refinadas y hasta se emperifollan con cifras de 3 y más digitos aparentemente significativos, cuando en realidad se trata de datos recogidos y cocinados a partir de observaciones poco fiables y sobre la base de medidas e indicadores más bien imaginativos, cuando no ilusorios.

Algún lector ingenuo puede sospechar que exagero. Seguramente hay una pizca de retórica en este escueto memorial de críticas: cierto que no para todas las quejas citadas se pueden aducir indicios y pruebas resolutivas. Pero al menos insistiré en dos casos bien claros y contundentes, aceptados por representantes de todas las escuelas o corrientes de opinión académicamente respetables. Así, por ejemplo, aunque está demostrado que el concepto de “capital agregado” (como magnitud objetiva de carácter técnico) es inválido, continúa infestando los manuales de teoría económica y los trabajos de econometria. De manera parecida, muchos profesionales y políticos se refieren al PIB o a la renta nacional de un país, como si se tratara de conceptos bien perfilados y dando a entender que la cuantificación de estas magnitudes se lleva a cabo por medio de mediciones rigurosas y fiables. Pues bien, habida cuenta de que no se computa de manera seria la destrucción del “patrimonio natural” (en especial, la extraccción de carbón, petróleo, uranio, conjuntamente con la irreversibilidad de muchos de los procesos en los que intervienen estas materias primas), resulta que las cifras referentes al crecimiento económico del siglo XX de cualquier país están considerablemente hinchadas (y sin posible remedio, puesto que parece que no existe ni existirá ninguna forma impecable de calcular el valor de los recursos energéticos destruidos irreversiblemente, mediante su uso y abuso en sectores como los transportes colosales de todo género de mercancías, los desplazamientos masivos de turistas por todos los confines del planeta o los consumos desbocados de las industrias petroquímicas y eléctricas).

No es ahora el momento de explorar esta situación ni de insistir sobre estas cuestiones. Solamente, para uso privado de los tecnólogos más inocentes, recomendaré que no se fíen de las estadísticas sobre “crecimiento” o “productividad”, sobre todo cuando no se expresan de forma desagregada y en términos físicos claramente controlables. Nótese que en algunos casos sumar peras y manzanas tiene sentido (por ejemplo, cuando se planea el menú semanal de una familia numerosa o para el gerente de una cantina de fábrica, sobre todo si el precio de los dos productos es similar), pero no he sido capaz de imaginar ninguna situación en la que sea legítimo sumar melones y cerezas, por muy caras que sean las cerezas en un momento dado (¡Ojo! Para una empresa de transporte puede ser perfectamente razonable sumar quilos de melones y quilos de cerezas, cuando se trata de hacer una factura referida al transporte por vía aérea de ambos productos).

Echemos ahora un vistazo al segundo tema, la tecnología. Digamos ante todo que para muchos el término “tecnología” sirve de comodín detrás del que se cobijan un conglomerado variopinto de adelantos científicos, técnicos y organizativos, sobre todo si uno quiere sortear ciertas dificultades y complejidades analíticas. Hasta cierto punto se trata de una simplificación válida, pero tiene costes ocultos: distorsiona y escamotea ciertos rasgos que pueden ser importantes, a veces esenciales. Así que vamos a apuntar brevemente algunas observaciones.

Empecemos por unas consideraciones básicas. En primer lugar tenemos la naturaleza como fuente primigenia de todos los recursos y sumidero de todos los residuos. Sobre esta naturaleza se proyectan las técnicas artesanales y/o las tecnologías científicas de cada época (materializados en utensilios de todas clases y en la transmisión de habilidades y conocimientos, ya sea por aprendizaje familiar, instrucción formal o estudio de los manuales de uso). Ciertamente, detras de las tecnologías actuales hay una enorme acumulación (y acoplamiento) de resultados obtenidos por variadas ciencias y técnicas a lo largo de trayectorias dilatadas. No hace falta resaltar que la expansión de esos conocimientos prácticos ha sido enorme y en general acumulativo; por otra parte, no parece aventurado afirmar que en el horizonte inmediato de sucesos plausibles no se adivinan señales de inevitable agotamiento, aunque puedan darse (temporal o localmente) desviaciones, frenazos o incluso retrocesos. Pero los frutos del árbol de la ciencia son demasiado apetecibles para que sean menospreciados por pueblos hartos de pasar hambre o de padecer frustraciones por mor de necesidades insatisfechas (o de apetencias imperiosas).

Pero hay que estar al tanto. Son enormes en estos dominios la variedad y la complejidad de objetos implicados. Por ejemplo, humildes inventos como la fregona con su palo y su cubo adaptado, o la maleta con ruedas, son sensacionales tanto desde el punto de vista del bienestar humano (una notable mejora del confort de muchísima gente) como de los rendimientos económicos de ambas innovaciones, a pesar de que sea ridículo su contenido científico o tecnológico. También es cierto que frente a la vieja contraposición tópica entre “teoría “ y “práctica”, la balanza se decanta hoy en día claramente por la teoría. Ahora bien, es indiscutible que, cada vez más, detrás de las tecnologías hay mucho conocimiento científico. Con todo y con eso, más que dar prioridad absoluta a uno de los dos polos o contraponerlos, lo que conviene es promover la cooperación, la interacción y hasta el control mutuo en todas las vertientes en las que parezca conveniente u oportuno.

En síntesis, el campo científico està colonizado por una red de disciplinas en expansión (con diferentes grados de robustez analítica y de proyección práctica), en general bien consolidadas e interconectadas. Cuando se acoplan y armonizan adquieren, en su conjunto, una sensacional potencia capaz de abordar y resolver muchísimos problemas (y tambien con una capacidad destructiva que da pavor). Sin embargo, nunca hay que olvidar que hay límites y, por consiguiente, que no todo es posible. Por ejemplo, no pueden alcanzarse (a medio plazo) tasas de crecimiento o de beneficio que superen las tasas de reproducción neta de los seres vivos sobre los que se sustenta directa o indirectamente la vida humana. Tampoco pueden dejarse fuera del escenario los límites ocasionados por la destrucción desenfrenada de los bienes no reproducibles (sobre todo los energéticos), ni por la acumulación desbocada de residuos y desperdicios.

En resumen, y en fin de cuenta, para entender nuestra realidad y actuar con eficacia con vistas a lograr un mundo más justo, solidario y perdurable, es preciso mejorar y expandir una ingeniería social, técnica y económica que tenga muy en cuenta esas características, así como los límites ecológicos básicos y las propiedades esenciales de la naturaleza humana.

Y, antes de concluir, quisiera indicar —sólo indicar— un aspecto asociado a todo lo que acabamos de exponer. En concreto deseo curarme en salud subrayando la importancia de las cosmovisiones y los sistemas de valores que cada sociedad sostiene y va revisando a su aire. Y la verdad es que ignoramos muchísimos aspectos de los procesos de constitución, consolidación y derrumbe (o enaltecimiento, cuando alguna llega a disfrazarse de concepto científico acotado y bien consolidado, o convertida en dogma sostenido por un poder político autocrático) de las creencias e ideologías en boga. Si se me permite la confidencia, anotaré que para mí es un misterio la vitalidad de ciertas supersticiones y de muchos dislates intelecuales (desde humildes crencias erróneas sobre aspectos de la vida cotidiana hasta los sistemas filosóficos disparatados, pasando por las imposturas intelectuales de académicos oportunistas [Cf. Shermer, 2008; Sokal i Bricmont, 1997]).

A modo de colofón irreverente

No querría concluir sin poner en solfa algunas tesis que podrían poner en peligro aquellas buenas intenciones que se proponen a la brava, pero que no suelen ir acompañadas de una buena cosecha de emoticones de carácter materialista vulgar. La excusa es muy simple: una excesiva carga de ingenuidad bonachona puede desembocar en la inoperancia y el ridículo. Me limitaré a recoger un par de anécdotas de cosecha propia, pescadas en entornos cercanos y en tiempos recientes. El primer ejemplo se refiere a un libro de texto que se supone que ha pasado la tira de controles previos, por parte de agentes literarios serios y responsables, dotados de sentido común y de capacidades pedagógicas y didácticas. Pues bien, he aquí el hallazgo, detectado a principios del año 2017, en el manual escolar de Llengua (editorial Teide, 2014) destinado a alumnos de 5 curso de Primaria. El tema 15 de este libro (el último tema, tal vez para celebrar la apoteosis de la asignatura y remachar el clavo de su importancia social y cultural) está íntegramente dedicado al Horóscopo, al conocimiento de estos símbolos y a exponer consideraciones sobre los límites de las predicciones que en ellos se pretenden cimentar. Sin duda se trata de un asunto tan apasionante como conocer la lista de los reyes godos, escudriñar la política matrimonial de los Reyes Católicos o memorizar el nombre de las comarcas de Cataluña.

Pero conviene ser ecuánimes y mostrar que estos pozos negros se pueden encontrar en muchos sitios: no son exclusivos de una determinada etapa escolar o nivel educativo. Unos años antes (principios de 2012) ya me había asombrado e indignado (y protestado por escrito) a causa del aval y apoyo que la Universidad de Barcelona daba por las buenas al Chi Kung y a la Medicina tradicional china, en una comunicación oficial de su Comissionat per a la Societat i l’Envelliment. Me pareció escandaloso y vergonzoso que mi Universidad cayera en la tentación de ser neutral ante las pseudociencias y las pseudotécnicas. Estimulado por el dislate, se me ocurrió sugerir que quizá se podría analizar en términos de coste / beneficio si era apropiado organizar algún máster de “Prácticas de exorcismo” o algún taller sobre “Teoría y práctica de la lluvia artificial” (cotejando, por ejemplo, la eficacia de las rogativas al santo patrón de la comarca frente a la práctica de las danzas rituales precolombinas). Algún optimista podría puntualizar que recientemente las universidades y el gobierno han empezado a tomar medidas para corregir perversiones de esta índole. Esperemos que continúen avanzando por el buen camino y que todos podamos verlo, vivirlo y celebrarlo.

De momento, sin embargo, vale más ser un tanto desconfiados. Al fin y al cabo, conviene no olvidar que el diario de mayor circulación en Cataluña adoctrina día tras día a los románticos un pelín ingenuos con una atractiva columna de refinados vaticinios astrológicos. Y con cierta frecuencia ofrece para lectores más instruidos, o algo más exigentes, artículos de opinión o entrevistas en las que se explanan tesis y ocurrencias con aroma New Age y/o en buena sintonía con las modas postmodernas. A veces los asuntos a los que aludimos pueden ser más bien concretos y singulares, como las “medicinas alternativas”, o más bien de carácter generalista y global, como serían las “cosmovisiones” (ya se hallen en proceso de construcción, como la “cienciologia”, o bien en proceso de refundación a base de materiales de derribo procedentes de arcanas doctrinas orientales prestas a ser recicladas a bajo costo). En todo caso, como indicio probatorio y botón de muestra, sugiero la lectura del artículo “Homeopatía acosada” (La Vanguardia, 30.11.2018, pág. 25, sección Opinión), en el que la socióloga y escritora Eulàlia Solé se lamenta de que los poderes públicos estén montando un “implacable combate contra este tipo de medicina”, siendo el caso que —según recoge y suscribe la autora— “una cuarta parte de los españoles confían en la homeopatía, y la utilizan porque han constatado su eficacia”.

Verdad es, por lo demás, que no desentonan estas posiciones “vanguardistas” de las de otros notables diarios celtibéricos, como El País. Así, por ejemplo, en el suplemento “Ideas” correspondiente al domingo 16 de diciembre de 2018, en un artículo titulado “El aislado títere de Puigdemont” (Sección: “Séptimo día”; Apartado: “La cara de la noticia”), se pueden leer esas inspiradas reflexiones sobre datos arcanos y de relevante trascendencia tanto para proceder al examen de ingenios como para el avance de la psicología científica:

Impresionan las coincidencias entre Torra y Puigdemont, hasta el extremo de que nacieron el mismo año (1962) y casi el mismo día. Torra el 28 de diciembre, y Puigdemont, el 29. Ambos son Capricornio. Y responden al estereotipo zodiacal: determinantes, pacientes, leales, pero también autocráticos, suspicaces y vanidosos” (pág. 12).

Barcelona, diciembre de 2018

Referencias bibliográficas

Bunge, Mario (2009): Filosofía política. Solidaridad, cooperación y Democracia Integral. Barcelona, Gedisa.

Bunge, Mario (2010): Matter and Mind. A Philosophical Inquiry. Springer (Boston Studies in the Philosophy of Science, vol 287).

Bunge, Mario (2010): Las pseudociencias ¡vaya timo! Pamplona, Laetoli.

Sauvy, Alfred (1986): La máquina y el paro. Empleo y progreso técnico. Madrid, Espasa Calpe.

Shermer, Michael (2008): Por qué creemos en cosas raras. Pseudociencia, superstición y otras confusiones de nuestro tiempo. Barcelona, Alba.

Sokal, Alan & Bricmont, Jean (1997): Impostures intellectuelles. Paris, Odile Jacob.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261071

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México: Plantean otra reforma educativa ‘menos egoísta’, para nueva generación

Redacción: Plano Informativo

Indicó que los avances en la rama tecnológica implican que se debe de incorporar en los planes de estudio, desde el jardín de niños, que los pequeños mexicanos accedan a las herramientas que les prepararán para el futuro en este.

El académico Octavio Islas llamó a todos los sectores a hacer una reforma educativa “menos egoísta, pensada efectivamente en los niños, en la nueva generación y centrada en el papel que pueda permitir la tecnología”.
El catedrático mexicano avecindado en Ecuador, quien imparte clases en la Universidad Central de ese país, indicó que con la reforma encabezada por la administración actual “aspiraba a una Cuarta Transformación profunda de a deveras, que implicase cambios fundamentales en la educación”.
“Es efectivamente evaluar si el actual modelo educativo y los contenidos desde el kínder, que es la educación más importante, hasta la educación superior y la investigación, se ajustan a la complejidad que vamos a enfrentar en la cuarta revolución industrial».
Esta última, subrayó, implica robótica, inteligencia artificial y «no estamos hablando de ciencia ficción, es una realidad que tenemos que prepararnos ante todo eso”.
“Es impulsar ese diálogo, convocar a toda la gente que pueda, que quiera participar en ello y hacer la gran reforma educativa pendiente. Porque para mí hubo una contrarreforma muy profunda, y no porque la ‘peñista’ sea un modelo de reforma educativa, las dos son igual de malas en muchísimos sentidos”, dijo al criticar las medidas que se han dictado en este campo por el Gobierno Federal.
Durante su intervención en el Foro Nacional Reputación, Verdad, Redes Sociales y Derechos Humanos, celebrado en el World Trade Center de la Ciudad de México, explicó que el sistema educativo que se tiene en el país está pensado para responder a las exigencias del siglo pasado.
“Yo pensaría en programación, los niños pueden aprender a programar. Gastamos demasiado en política y todo su imaginario, y realmente muy poco en educación.
«O gastamos mucho en educación, pero mal, los líderes sindicales se llevan unas fortunas impresionantes y mantener todo ese aparato generador de votos o pensado para cumplir otro tipo de finalidades nos cuesta, nos cuesta en términos de rezago, de posibilidades de cambio”, afirmó.
Indicó que los avances en la rama tecnológica implican que se debe de incorporar en los planes de estudio, desde el jardín de niños, que los pequeños mexicanos accedan a las herramientas que les prepararán para el futuro en este campo.
“Hay áreas en la educación especializadas en familiarizar las tecnologías avanzadas con niños, hay que aprender de sistemas educativos que han realizado esos cambios.
«Esos países tienen una ciudadanía más preparada, son casos de éxito, son del norte de Europa, por ejemplo, el mismo Japón. No somos sociedades iguales, claro que habría que adaptar y hacer una serie de ajustes, pero sí priorizar el uso de tecnologías responsables en niños”, puntualizó.
Resaltó que eso implica cambiar la política también, porque generalmente los políticos quieren resultados a corto plazo.
“Quieren resultados mientras gobiernan, gracias a los resultados que te da la inversión educativa trascienden la fatalidad de ese tipo de cronómetros, se presentan después de seis años, los adviertes en la siguiente generación”, indicó.
Señaló que de no aplicar las medidas necesarias no habrá avance en materia educativa en el país, ya que se requiere dejar atrás un modelo que ya anacrónico.
“Si no se hace la reforma vamos a sufrir mucho, vamos a tener problemas muy serios de inclusión en esa nueva modalidad que ya está a la vuelta de la esquina, con un costo fuerte en términos de oportunidades, en términos de desarrollo, en términos de calidad como sociedad”, finalizó.
Fuente: http://planoinformativo.com/687387/plantean-otra-reforma-educativa-menos-egoista-para-nueva-generacionnacionales
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El revolucionario material natural desarrollado en Finlandia para reemplazar el plástico

Redacción:  BBC

Uno de los grandes desafíos de la ingeniería de los materiales ha sido lograr crear un producto que sea fuerte y extensible a la vez.

Hasta ahora, aumentar la rigidez de un material significaba reducir su extensibilidad, y viceversa.

No obstante, investigadores en Finlandia han resuelto el problema inspirándose en la naturaleza con ingredientes biológicos para crear un producto realmente revolucionario.

Se trata de una combinación única de materiales que supera en firmeza, resistencia y extensibilidad a los actuales productos sintéticos y naturales y que, además, es biodegradable.

Madera y telaraña

Técnicos e ingenieros de la Universidad Aalto y el Centro de Investigación Técnica VTT, en Finlandia, adhirieron fibras de celulosa de madera a la proteína de la seda de telaraña.

TelarañaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption: La seda de telaraña es uno de los productos naturales más flexibles y resistentes.

El resultado es un material muy firme, elástico y resistente que bien podría reemplazar el plástico en múltiples usos.

Sus aplicaciones futuras incluyen compuestos con base biológica, productos médicos, fibras quirúrgicas, la industria textil, empaques y envoltorios.

Según el profesor Markus Linder, de la Universidad Aalto, la naturaleza ofrece excelentes materias primas que están fácilmente disponibles para el desarrollo de nuevos materiales, como la celulosa rígida y la resistente y flexible seda que se utilizaron en la investigación.

La ventaja de ambos materiales es que, contrario al plástico, son biodegradables y no dañan el medio ambiente ni constituyen un potencial riesgo para la salud como los microplásticos.

«Nuestros investigadores sólo necesitan poder reproducir estas propiedades naturales», señaló el profesor Linder, que también dirigió la investigación.

Materiales y métodos

Uno de los productos naturales que utilizaron provino del abedul, un árbol abundante en los bosques del norte de Europa, que combinaron con proteína de seda clonada sintéticamente.

Bosque de abedulesDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption: El abedul es un árbol abundante en el norte de Europa.

La celulosa de la madera y la seda son biopolímeros que demuestran un gran potencial como futuros materiales sostenibles.

También tienen propiedades que se complementan y son aptas para combinarse en materiales compuestos donde la celulosa forma el elemento de rigidez y la seda la matriz resistente.

«Utilizamos pulpa de abedul, desintegrada para obtener nano fibrillas y éstas las alineamos en forma de un andamio firme. Al mismo tiempo, infiltramos esa estructura con una matriz adhesiva de seda de telaraña que es suave y disipa energía», explicó Pezhman Mohammadi, científico investigador de VTT.

La seda es un producto natural que es secretado por animales como gusanos de seda y que también se encuentra en las telarañas.

Sin embargo, la seda utilizada por los investigadores de la Universidad de Aalto no fue realmente tomada de las secreciones de estos invertebrados sino producida por los científicos combinando bacteria y ADN sintético.

«Como conocemos la estructura del ADN, podemos copiarla y utilizarla para fabricar las moléculas de proteína de seda que son químicamente similares a las que se encuentran en los hilos de una telaraña», indicó Linder. «El ADN contiene toda esta información».

Imágenes microscópicas de materialDerechos de autor de la imagenVTT/UNIVERSIDAD AALTO
Image caption: Los investigadores midieron la resistencia de varias combinaciones del material.

Nuevos compuestos

Los investigadores añadieron que su trabajo ilustra las nuevas y versátiles posibilidades de la ingeniería de proteínas.

«En el futuro, podríamos fabricar compuestos similares con materiales básicos ligeramente diferentes y lograr una colección de productos con características diferentes para otras aplicaciones», dijo Pezhman Mohammadi.

«Actualmente, estamos trabajando en la producción de nuevos materiales compuestos como implantes, objetos resistentes a los impactos y otros productos», concluyó el científico.

El proyecto investigativo es parte de un trabajo desarrollado por el Centro de Excelencia en Ingeniería Molecular de Materiales Híbridos Biosintéticos (Hyber).

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-49729591

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Contraseñas: ¿es posible un mundo sin ellas?

Redacción: Panda

¿Dejarán de existir algún día las contraseñas en el mundo digital?

Imaginemos por un momento que las contraseñas dejasen de existir de un día para otro. Más de uno estaría encantado si ese momento llegase. Los más diligentes ya no tendrían que andar con reglas mnemotécnicas para recordar sus claves; mientras que los más perezosos ya no tendrían qué tenerlas escritas en un postit en la pantalla del ordenador de la oficina.

Por supuesto, no nos referimos a un mundo en el que no hubiese restricciones de acceso a nuestros dispositivos digitales y cuentas en Internet. Hablamos de la biometría como factor de seguridad. Sin embargo, ¿viviríamos en un mundo ciberseguro si se acabasen las contraseñas? 

Gracias a avances tecnológicos como la biometría facial, la biometría volumétrica, los chips en el cuerpo, el reconocimiento de voz, las huellas dactilares o incluso los tests de ADN, podríamos sustituir el uso de las contraseñas para muchas acciones cotidianas. Pero, en ningún caso, todos estos avances acabarían con las contraseñas.

“Un mundo sin claves, sería un mundo menos seguro”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security. “Las contraseñas siempre tendrán que seguir existiendo, ya que uno puede tener un accidente y quedarle la cara desfigurada o perder la mano con la que usaba sus huellas dactilares. Aunque, también puede ser que la tecnología falle, y simplemente sea necesaria una contraseña para recuperar el acceso a cualquier tipo de aplicación” añade.

En este sentido, siempre será necesaria una autenticación de doble factor. Es decir, además de la biometría facial, el uso de otro dispositivo, o la lectura del iris, siempre habría que contar con un dígito de control de una u otra manera.

¿Poner chips a las personas como a los perros?

Por otro lado, el hecho de que nuestro cuerpo se convierta en un ‘dispositivo más’ que se puede monitorizar conlleva problemas éticos y morales, especialmente en lo que respecta a la  la privacidad de las personas.

Aunque en muchos casos podría ser positivo, como en el caso de sufrir un accidente o el de un secuestro, el hecho de que los seres humanos estemos siempre localizables y que en todo momento se sepa quienes somos es algo que podría usarse con malas intenciones.

Sin ir más lejos, China está reconociendo las caras de todos sus ciudadanos. En Estados Unidos se insinuó hace algunos años que también se estaba haciendo y la crisis de comunicación que generó obligó a las autoridades a negar que esto ocurriese. Mientras que en Europa, aunque se asegure desde la UE que estas prácticas no se llevan a cabo, es difícil confirmar que no exista algún organismo o empresa privada que lo esté haciendo por su cuenta, sin el conocimiento de la sociedad.

En caso de que el reconocimiento facial llegue a democratizarse tanto que se vuelva una realidad en todo el mundo, será imperativo un consenso entre todas las empresas de software, organismos públicos  y fabricantes para securizar la privacidad de la población.

Aún lejos de la biometría por ADN

Aunque es perfectamente posible usar el ADN de cada individuo como ‘clave de acceso’ para un dispositivo, todavía es una tecnología más propia de una novela de ciencia ficción que una medida biométrica real

Esto es porque  las máquinas ya pueden detectar ciertos patrones en el ADN de un ser humano, pero el ADN es algo que está cambiando en tiempo real en un ser humano. Por tanto, las variables que podrían medirse a nivel de ciberseguridad serían bastante fáciles de hackear, si se cuenta con la tecnología y los conocimientos biológicos suficientes.

Aun así, dentro de pocos años las impresoras 3D podrán copiarlo prácticamente todo, incluso a escalas microscópicas. La ingeniería genética también podría ser un problema para la autenticación por ADN. La imaginación humana es ilimitada y para cada Ley siempre se genera una nueva trampa. Por tanto, el principal reto somos las personas.

El nuevo ciber delincuente de hoy se maneja muy bien en el mundo online y en el offline. Hay grupos súper organizados que son capaces de hacer de todo contando con grandísimos expertos de distintas disciplinas trabajando en equipo.

Por ejemplo, si un grupo organizado cuenta con los mejores informáticos, los mejores biólogos  y la financiación del departamento de Defensa de un país avanzado, es más que probable que se pueda hackear cualquier dispositivo, ya sea privado o público.

Siempre habrá alguien que tenga más inteligencia colectiva o un algoritmo más rápido que tú. Mientras el mundo esté hiperconectado a, la seguridad 100% será una quimera, a no ser que quitemos todos los cables y pongamos una protección física terrible.

Las contraseñas siempre serán el último respaldo disponible en caso de que el resto de métodos fallen. En ciberseguridad hay nuevas tecnologías que, en vez de sustituir a las antiguas, sirven como un complemento de seguridad. Al igual que, como decía la canción de The Bubbles,  “el vídeo no mató a las estrellas de la radio”, todo apunta a que la biometría tampoco matará a las contraseñas, sentencia Hervé Lambert.

Fuente: https://www.pandasecurity.com/spain/mediacenter/tecnologia/contrasenas-es-posible-un-mundo-sin-ellas/

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David Franco: Empleo del futuro con educación del pasado

Por: La Prensa

No es secreto que en Panamá el sistema educativo deja mucho que desear. Los temas y habilidades que le estamos enseñando a nuestros estudiantes no es lo más adecuado para prepararlos al ambiente laboral competitivo y globalizado ni de hoy ni mucho menos del futuro. Si bien estamos mejorando, es a un ritmo que no es proporcional a lo que requerimos para convertirnos en un país aún más dinámico a las fluctuaciones de mercados por razones externas. Entonces, ¿cuáles son los trabajos que tendrán más demanda dentro de 10-15 años y cómo podemos asegurar que nuestros estudiantes y profesionales se estén preparando para los mismos?

Según el “MGI Skills Shift Automation and Future of the Workforce”, la automatización e inteligencia artificial serán los impulsadores principales del cambio que veremos en las labores que se realizan dentro de las empresas. El aumento principal de requerimiento de habilidades será en: habilidades tecnológicas (un aumento de 55%) y habilidades sociales y emocionales (aumento de 24%). Las habilidades que se verán desplazadas serán principalmente la entrada de datos (descenso de 15%) y operación de equipos genéricos (descenso de 14%).

¿Cuáles son los trabajos y habilidades que se van a requerir?

En cuanto a tecnología, se van a requerir más profesionales en programación, análisis de datos, ingeniería tecnológica, investigación y desarrollo, desarrollo de software, estadística y robótica.

En cuanto a habilidades sociales y emocionales, se va a requerir mayor cantidad de personas con habilidades de comunicación y negociación, liderazgo, toma de iniciativa, docentes, gerentes, desarrollo de negocios y entrenadores.

¿Cuáles son los trabajos y habilidades que se van a requerir menos?

Operación y navegación de equipos generales, inspección y monitoreo, ingreso de datos, escritura avanzada y reparación de equipos.

¿Entonces, si sabemos que los trabajos del futuro están cambiando, qué podemos hacer para asegurar que Panamá aumente su nivel de competitividad?

El enfoque en realizar cambios dentro de la educación panameña ha cambiado cada cinco años. Sin lugar a dudas, enfocarnos en la creación de políticas de Estado, en vez de políticas de gobierno, le dará mayor rango de movimiento a aquellas personas encargadas de asegurar un nivel de educación meta a 5, 10, 15 y 20 años. Es la diferencia entre tener una visión cortoplacista y crear un país donde el enfoque de la educación es la competencia.

Según el Banco Mundial, los retos principales que vemos en Panamá no son exclusivos de nuestro país centroamericano. Podemos notar que los retos se comparten con los demás países de la región. Entre todas las oportunidades de mejora, hay dos que resaltan, que pudieran ser: la calidad de la formación de docentes y el acceso y uso eficiente de la tecnología en las aulas.

La tarea de atraer a docentes altamente capacitados y con vocación no es una fácil ni que se debe tomar a la ligera. Atraer talento en educación es muy similar que atraer talento en otras industrias. Hay que asegurar que los salarios sean competitivos y atractivos, que las herramientas que se utilicen dentro del aula sean conducentes al aprendizaje y que la cantidad de estudiantes por salón se mantenga bajo. Esta mezcla, junto con encontrar una manera que tengamos suficientes profesores a mediano plazo, puede ser el punto de inflexión para atraer a un mayor número de profesionales en orientarse hacia ser docentes y realmente preparar al país para dar lo mejor de sí.

Fuente: https://www.prensa.com/opinion/Empleo-futuro-educacion-pasado_0_5397210270.html

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Ciencia en Brasil rumbo al despeñadero

 Por: Redacción, SciDev.Net.

En las últimas décadas, Brasil destacó en América Latina y a nivel mundial por la ciencia producida en el país. Sin embargo, desde 2016, hay una reducción drástica de recursos al sector. Este mes, 84.000 investigadores de distintos niveles están en riesgo de interrumpir sus becas por falta de recursos en la principal agencia de apoyo a la investigación científica del país, el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq, por su sigla en portugués), vinculado al Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones (MCTIC). Otras 12.000 becas fueron canceladas por la Coordinación de Mejoramiento de Personal de Educación Superior (Capes), agencia del Ministerio de Educación.

SciDev.Net entrevistó a Ildeu de Castro Moreira, presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), para comprender qué pasa en el país continental de la región y cuáles son las perspectivas para 2020.

Brasil despuntaba en la ciencia latinoamericana en las últimas décadas. Sin embargo, en los últimos meses hemos visto una serie de acciones que ponen en peligro la ciencia del país. ¿Usted puede hacer una síntesis de lo que está sucediendo?

La ciencia brasileña en este nuevo gobierno está pasando por un momento muy crítico. En el gobierno anterior, desde 2016, hubo un recorte en los recursos para la ciencia y la tecnología. El MCTIC dispone aproximadamente de un tercio para inversiones que hace unos años: en 2010 tenía alrededor de 10 mil millones de reales (unos US$ 2,45 mil millones), pasando este año a aproximadamente tres mil millones de reales (US$ 0,75 mil millones). Por ejemplo, la agencia clave para la innovación en Brasil es la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep). Este año debería tener un presupuesto de 5 mil millones de reales (aproximadamente US$ 1,25 mil millones), pero solo se le han dado 600 millones de reales. Además, este año vemos una situación aún más drástica debido a los importantes recortes y amenazas de suspensión de los pagos de becas de la principal agencia de financiación de investigación científica de Brasil, el CNPq, vinculado al MCTIC.

El CNPq actualmente tiene un presupuesto de alrededor de 1,2 mil millones de reales (aproximadamente US$ 0,4 mil millones). Con este monto tiene un déficit de 300 millones de reales (US$ 75 millones) para becas este año. Como resultado, 84.000 becas de investigadores de todos los niveles pueden suspenderse a fines de este mes por falta de fondos. La comunidad científica se movilizó enérgicamente y dirigió un petitorio con casi un millón de firmas al Congreso Nacional solicitando revisar esta situación. Pero parece que no hay sensibilidad o buena voluntad del área económica del gobierno, que continúa bloqueando esta suplementación presupuestaria. Esta es una situación catastrófica. Estamos muy preocupados por esta situación, que se ha vuelto aún más pronunciada en este gobierno, que había prometido reponer recursos para la ciencia y la tecnología.

“Hay un déficit de US$ 75 millones para becas… 84.000 becas de investigadores de todos los niveles pueden suspenderse a fines de este mes por falta de fondos.”

Usted se refirió a la situación del MCTIC. Pero las universidades también contribuyen a la investigación científica brasileña. ¿Cómo es la situación de las universidades brasileñas y cuánto contribuyen a la investigación científica del país?

Gran parte de la investigación científica de Brasil se realiza en universidades públicas federales, estatales y municipales. También hubo una reducción significativa en los recursos para las universidades. El presupuesto de 2019 es más reducido que el del año pasado y además este año tuvo un recorte adicional de aproximadamente 30 por ciento en inversiones para las universidades públicas brasileñas, especialmente las federales.

Y esta disminución de recursos está paralizando a las universidades, que no pueden funcionar debido a problemas como falta de dinero para pagar seguridad e incluso para pagar la electricidad. Entonces, también en las universidades públicas la situación es muy crítica. La agencia de apoyo del Ministerio de Educación, la Coordinación de Mejoramiento de Personal de Educación Superior (Capes), recortó este año 12.000 becas. Además de las universidades, existen otras organizaciones de investigaciones científicas en Brasil, como la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) —vinculada al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento—, la  Fundación Oswaldo Cruz —vinculada al Ministerio de Salud— y el Instituto Nacional de Metrología, Calidad y Tecnología (Inmetro), vinculado al Ministerio de Economía.

Todas estas instituciones están sufriendo reducciones de recursos. Las fundaciones estatales de apoyo a la investigación están pasando igualmente por una situación complicada

 

“Hay universidades que no pueden funcionar, debido a problemas como falta de dinero para pagar seguridad e incluso para pagar la electricidad.”

Sobre el tema ambiental, Brasil ganó espacio en los medios de prensa internacionales con el caso de Ricardo Galvão, director del Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe), quien fue despedido porque el presidente Jair Bolsonaro consideró que el instituto no debería haber hecho públicos datos sobre la deforestación en la Amazonía y luego con el aumento de Incendios forestales. ¿Qué está pasando?

Dentro del gobierno actual existe una visión fundamentalista, particularmente en los ministerios de educación y del medio ambiente, y también en el gobierno en general —que a veces es expresada por el propio presidente del país—, de una desvalorización de la ciencia, un intento para encubrir datos científicos, observaciones de instituciones importantes porque los datos no son agradables, porque se cree que los datos serían perjudiciales para la imagen del país. Este es el caso del Inpe, que tiene reconocimiento internacional. Pensamos lo contrario: que es muy importante que los datos se coloquen en su realidad, expresando la realidad que están midiendo. Nuestras sociedades científicas han expresado su confianza en el trabajo del Inpe, realizado a lo largo de décadas, y no aceptamos esta descalificación de una institución científica importante, de los datos científicos que produce y del director, que ha mantenido una actitud coherente y digna hacia presiones que sufrió, lo que llevó a su salida.

Sobre el presupuesto para 2020, ¿en qué etapa se encuentra y qué significa para la ciencia brasileña?

El gobierno envió a fines de agosto, como está obligado, la propuesta de la ley de presupuesto del próximo año, 2020. Esto se discute en el Congreso Nacional, en la Comisión Conjunta que involucra a la Cámara de diputados y al Senado. Luego es aprobada en el Congreso en su conjunto, pudiendo sufrir alteraciones. Durante los próximos meses de debate en el Congreso, la comunidad científica ejercerá una gran presión sobre los parlamentarios porque el presupuesto propuesto es catastrófico. Las inversiones en el MCTIC se han reducido aún más.

El CNPq mantuvo fundamentalmente los recursos de este año ya bajos: aumentó 200 millones reales (US$ 50 millones) en becas, pero redujo la financiación de la investigación. Esto significa que los laboratorios no tendrán insumos para trabajar, no tendrán eventos científicos, la publicación en revistas científicas se verá afectada, etc. En Capes, que tuvo en 2019 alrededor de 3 millones de reales (US$ 0,75 millones de dólares), se propone una reducción de casi el 50 por ciento, impactando en programas importantes como la educación básica, la formación de docentes y los programas de posgrado. Y el presupuesto de Capes de 2019 ya era la mitad de lo destinado en años anteriores. Y hay una reducción general de los recursos para la ciencia y la tecnología, también en otras instituciones, como los institutos de investigación del MCTIC y Embrapa.

“Lo que está sucediendo es un desmontaje.”

Los institutos de investigación enfrentan un problema adicional porque no hay recomposición de la fuerza laboral, ya que no hay concursos públicos en muchos de ellos. Además, hay una limitación importante en la ley brasileña: la enmienda constitucional 95, hecha en 2016 y conocida como ‘ley de techo de gastos’, que impide que los recursos del año siguiente sean mayores a los del año anterior, a menos que sea por corrección inflacionaria. Es una situación draconiana que ha estado afectando no solo a la ciencia, la educación y la salud brasileñas, sino a todos los sectores sociales del país, porque congela las inversiones en el país, que se encuentra en un gran momento de crisis.

Para el presupuesto 2020 estamos presionando dentro del Congreso Nacional para revertir este escenario. Queremos demostrar que mantener los recortes propuestos es el suicidio de la nación. Pero no es simple, porque tradicionalmente el gobierno brasileño realiza cambios cosméticos en el presupuesto que proviene del gobierno. Comparando con EEUU, hubo situaciones en las que el presidente Trump intentó reducir el presupuesto para la ciencia y tecnología —creo que en 2018— pero los parlamentarios, a su vez, decidieron rechazar la propuesta y, al contrario, incrementaron el presupuesto para el sector.

¿Hasta qué punto es resistente la ciencia brasileña?

No sabemos. Lo sabremos en los próximos años. En las últimas décadas, hemos creado un sistema de ciencia y tecnología que se extiende por todo el país, con instituciones consolidadas, con investigaciones que han mejorado significativamente, incluidas sus repercusiones internacionales, e involucran a miles de jóvenes. Pero lo que está sucediendo es un desmontaje. La capacidad de recuperación de la ciencia brasileña también dependerá de la capacidad de recuperación de la sociedad brasileña en su conjunto, que también se ve muy afectada por la crisis económica, política y social, con políticas más recientes que están deconstruyendo muchas políticas públicas.

Pero es importante resaltar que ya hay una fuga de cerebros: científicos brasileños reconocidos y jóvenes científicos de diversas áreas se están yendo al extranjero. Y los jóvenes que estudiaban en el extranjero están buscando alternativas para quedarse allí. Tercero, y quizás más grave, es el desánimo que esta imagen trae a los jóvenes. Muchos que irían a carreras de ciencias se desaniman porque se las está desmantelando.

Fuente de la entrevista: https://www.scidev.net/america-latina/gobernanza/opinion/ciencia-en-brasil-rumbo-al-despenadero.html

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