Europa/Austria/29-09-2019/Autor: Europa Press/Fuente: La Jornada
Por: Europa Press
El principio de superposición cuántica fue probado en una escala nunca vista por científicos de la Universidad de Viena en colaboración con la Universidad de Basilea.
Moléculas complejas calientes compuestas de casi dos mil átomos fueron llevadas a una superposición cuántica y se hizo que interfirieran.
El principio de superposición es un sello distintivo de la teoría cuántica que surge de una de las ecuaciones más fundamentales de la mecánica cuántica, la ecuación de Schrödinger. Describe partículas en el marco de funciones de onda, que, al igual que las ondas de agua en la superficie de un estanque, pueden exhibir efectos de interferencia. Pero en contraste con las ondas de agua, que son un comportamiento colectivo de muchas moléculas de agua que interactúan, las ondas cuánticas también pueden asociarse con partículas aisladas.
Ejemplo de la naturaleza ondulatoria de las partículas es el experimento de doble rendija, en el que la función de onda de una partícula pasa simultáneamente por dos rendijas e interfiere. Este efecto se ha demostrado para fotones, electrones, neutrones, átomos e incluso moléculas, y plantea una pregunta con la que los físicos y filósofos han luchado desde los primeros días de la mecánica cuántica: ¿cómo transitan estos extraños efectos cuánticos al mundo clásico con el que todos estamos familiarizados?
Los experimentos de Markus Arndt y su equipo en la Universidad de Viena abordan esta cuestión de la manera más directa posible, es decir, al mostrar interferencia cuántica con objetos cada vez más masivos.
Las moléculas en los experimentos recientes tienen masas superiores a 25 mil unidades de masa atómica, varias veces más grandes que el registro anterior. Una de las moléculas más grandes enviadas a través del interferómetro, C707H260F908N16S53Zn4, está compuesta por más de 40 mil protones, neutrones y electrones, con una longitud de onda de De Broglie que es mil veces más pequeña que el diámetro de incluso un solo átomo de hidrógeno.
Marcel Mayor y su equipo de la Universidad de Basilea utilizaron técnicas especiales para sintetizar moléculas tan masivas que eran lo suficientemente estables como para formar un haz molecular en el vacío ultra alto. Probar la naturaleza cuántica de estas partículas también requirió un interferómetro de onda de materia con una línea de base de dos metros de largo que fue construido específicamente en Viena.
Una clase de modelos que tiene como objetivo conciliar la transición aparente de un régimen cuántico a uno clásico predice que la función de onda de una partícula colapsa espontáneamente con una tasa proporcional a su masa al cuadrado.