Telesalud: ¿una respuesta ante la crisis de salud mental?

Por: Paulette Delgado

Ante el aumento de problemas de salud mental por la pandemia y el acceso limitado a servicios de apoyo, cada vez más expertos y pacientes acuden a la tecnología para reemplazar las sesiones presenciales.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia exhibe la creciente necesidad de apoyo en materia de salud mental y, lamentablemente, muchos países están fracasando en ofrecer los servicios que las personas necesitan.

Cada tres años, la OMS publica el Atlas de salud mental, un documento con información de sus miembros sobre “las políticas, la legislación, la financiación, los recursos humanos, la disponibilidad y la utilización de los servicios y los sistemas de recopilación de datos en materia de salud mental”.  La versión más reciente se publicó este año en vísperas del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebró el pasado 10 de Octubre.

El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, expresó que “Es sumamente preocupante que, a pesar de la evidente y creciente necesidad de servicios de salud mental, la cual se ha agudizado aún más durante la pandemia del COVID-19, las buenas intenciones no se vean acompañadas de inversiones. Debemos atender esta llamada de atención y actuar al respecto acelerando drásticamente el aumento de la inversión en salud mental, porque no hay salud sin salud mental”.

A través del Atlas de Salud Mental 2020, la OMS descubrió que ninguna de las metas estuvo cerca de alcanzarse. Sólo el 51 % de los miembros informaron que sus políticas o planes sobre salud mental estaban en armonía con los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos (la meta era del 80 %). Igualmente, el 52 % de los países cumplieron con la meta de programas de promoción y prevención de la salud mental (la meta era la misma, 80 %). La OMS también informó que las estimaciones mundiales sobre las personas que reciben atención por problemas de salud mental se mantienen por debajo del 50 %. Lo más preocupante es que, la media mundial de personas con psicosis que reciben apoyo es sólo del 29 %.

Con la llegada del COVID-19, el acceso a recibir ayuda en temas de salud mental se vio muy afectado ya que muchos psiquiatras, psicólogos y médicos en general optaron por no tener sesiones presenciales por miedo a contagiarse. Para poder seguir atendiendo a quien lo necesita, muchos profesionales optaron por empezar a consultar por medio del teléfono o videoconferencia, es decir, se adaptaron a la tendencia conocida como telesalud.

¿Qué es la telesalud?

La telesalud, también conocida como telemedicina, es cuando se usa la tecnología, como computadoras y dispositivos móviles, para acceder a los servicios de atención médica de forma remota. A veces cuando es sobre salud mental también se le conoce como telepsiquiatría o telepsicología. Debido al COVID-19, ha aumentado la necesidad de ofrecer servicios virtuales por lo que esta manera de diagnosticar se ha vuelto una opción bastante atractiva. En Estados Unidos, por ejemplo, su uso  aumentó increíblemente. En el 2019, sólo 11 % de los americanos utilizaban esta opción, para el 2020 esta cifra era del 46 % y los doctores están viendo entre 50 a 175 más pacientes a través de telesalud que antes.

Un estudio de la Universidad de California, San Francisco (UCSF) reportó que los médicos de San Francisco Health Network (SFHN) apoyan abrumadoramente el uso de estos servicios, nueve de cada diez doctores contestaron que se sentían cómodos de brindar atención por teléfono o video. Anjana Sharma, profesora asistente de Medicina Familiar y Comunitaria en UCSF, expresó que “esa transición fue dolorosa para muchas personas: encontrar una nueva forma de brindar atención médica».

En el estudio de la UCSF, los doctores confesaron que estaban preocupados por no saber si podían diagnosticar con precisión a los pacientes de forma remota, casi el 60 % cuestionó la seguridad de diagnosticar por teléfono y el 35 % sobre identificar problemas de salud por teléfono. Además, alrededor del 44 % informó que no es práctico el uso del teléfono ya que implica muchas barreras cognitivas, auditivas y del habla. Aún así, el 90 % señaló que seguirá usando la tecnología cuando acabe la pandemia.

Una de las ventajas que ofrece la telesalud mental es que no es necesario trasladarse a ningún lado, lo cual es conveniente especialmente para aquellas personas que tienen un horario complicado o no tienen facilidad de trasladarse fácilmente. Además proporciona un horario más flexible. Otro aspecto positivo es que permite que la ayuda tenga un alcance más amplio. Debido a que la tecnología es una herramienta con la que muchos ya cuentan, hace más accesible la atención para los que no podían tener acceso a servicios de salud mental, incluidas personas en zonas remotas o en situación de emergencia.

Sin embargo, al tratarse de tecnología, los niveles de calidad pueden variar. Por ejemplo, si se tiene una mala conexión a internet, la videoconferencia puede trabarse, verse u oírse mal, afectando cómo se ofrecen y reciben estos servicios. Además, la calidad del video también depende del dispositivo, no es lo mismo tener una sesión en una computadora que en un celular. También, la reunión está a la merced de la plataforma en donde se llevará a cabo la videoconferencia; si esta tiene algún problema puede que se tenga que cancelar.

Otro tema importante es el de la privacidad. Por un lado, las cámaras están en las casas de los usuarios lo que puede hacerlos sentir expuestos. Además, si la persona vive con otros, puede que no cuenten con un espacio privado para tener la cita sin que lo escuchen, provocando que no hable libremente. Aunado a eso, puede que el paciente tenga problemas para configurar el acceso al video, instalar la plataforma para la sesión como Skype o Zoom, o incluso cómo acceder a la sesión debido a barreras del idioma o porque no tienen suficientes conocimientos y habilidades en el uso de la tecnología.

Cada vez son más los países que tienen la mira en la telesalud como una herramienta para enmendar la falta de atención presencial. Según la OMS, el 70 % de sus miembros han adoptado la telemedicina o la teleterapia, sin embargo, esta cifra depende de los ingresos de cada país. Para aquellos países de altos ingresos, el 80 % reportó que veían el uso de la tecnología para mitigar los retos de ofrecer servicios de salud mental. Sin embargo, menos del 50 % de los países de bajos recursos reportaron usar la telesalud.

Con menos del 50 % de la población siendo atendida por problemas de salud mental, todos los países deberían de aprovechar la facilidad de consultar en línea para brindar ayuda a quien lo necesite, no sólo los países de altos ingresos. Así lo señaló Casey Tallent, directora de iniciativas de salud colegiada y teleconductual en Pathlight Mood & Anxiety Center, “la telesalud nos ha permitido continuar brindando atención a miles de pacientes, que de otra manera no habrían podido recibir la atención de salud mental que necesitaban”, Y es algo que hay que aprovechar.

¿Has utilizado alguna vez la telesalud? ¿Qué opinas de esta manera de acceder a servicios médicos? ¿Crees que sea una buena respuesta ante la crisis de salud mental? Déjanos tus comentarios abajo.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Los estudiantes universitarios están exhaustos emocionalmente y necesitan ayuda

Por: Paulette Delgado

A más de un año de la pandemia, los estudiantes universitarios de nuevo ingreso están exhaustos mental y físicamente.

A medida de que los estudiantes universitarios de nuevo ingreso toman sus primeras clases presenciales, muchos están emocionados por iniciar una nueva etapa pero también están sintiendo los estragos de los desafíos creados por la pandemia. Según resultados preliminares de la encuesta anual de participación estudiantil para estudiantes universitarios de nuevo ingreso (BCSSE por sus siglas en inglés) las y los estudiantes están agotados y presentan un aumento en problemas de salud mental. El estudio se aplicó a cerca de 50 mil estudiantes de nuevo ingreso desde mayo hasta septiembre de 2021. De los participantes, más del 50 % contestó que se sienten mental y físicamente exhaustos, un 30 % sufre de depresión, el 27 % se siente más solos, otro 27 % siente incapacidad para concentrarse, y un 20 % se siente desesperado.

A casi un año y medio de pandemia y cambios en la normalidad, era de esperarse que surgieran este tipo de problemas, especialmente porque el acceso a apoyo en temas de salud mental también se vio afectado. Otra encuesta que se enfoca en el impacto del COVID-19 en la salud mental de 18,764 alumnos universitarios estadounidenses. De estos, 41.8 % respondió que han buscado apoyo pero, de este porcentaje, el 60.1% dijo que obtener ayuda es algo o mucho más complicado. Por otro lado, el 69 % de los estudiantes dijeron que la administración de su institución les brindó ayuda pero de dónde más recibieron respaldo fue de sus profesores (78 %).

La Fundación JED realizó una guía sobre cómo abordar la salud mental y el bienestar en el campus. Según la Fundación, además de preocuparse por un regreso presencial sin riesgo de contagios, se necesita abordar temas de bienestar mental y emocional. En este sentido, lo primordial es la planificación estratégica. Para garantizar el éxito, el bienestar y la seguridad de los estudiantes se necesita organización, especialmente para garantizar que todos tengan la mismas oportunidades y no excluir a minorías. Este proceso debe incluir a los profesores, el personal y las familias ya que han pasado por los mismos desafíos que los estudiantes, sugiere la fundación.

Debido a que cada institución es diferente, la Fundación JED recomienda realizar encuestas, tener grupos de enfoque, o cualquier otra medida para recopilar datos para saber qué están pensando no sólo los alumnos, sino el personal educativo y las necesidades de toda la comunidad educativa. Después de tener una buena recolección de datos y se creen estrategias, es importante planear cómo comunicarse con la comunidad de manera clara y relevante. Las y los estudiantes, sus familias y el personal docente son bombardeados con actualizaciones e información que cambia constantemente, así que decirles las cosas de manera puntual y oportuna es muy importante para que no haya confusiones. Hacerlo, según la Fundación JED, mejorará la confianza de la comunidad en los procesos y decisiones de las instituciones.

Otra estrategia valiosa es enfocarse en habilidades para la vida ya que estas ayudan a los alumnos a lidiar con los factores estresantes producidos por la pandemia, a tomar decisiones, fomentar la resiliencia y lograr el éxito académico. Ofrecer programas enfocados en conexiones sociales, la empatía, el procesamiento del dolor, manejo del estrés, la atención plena, entre otros, e incluir recursos para el profesorado y el personal administrativo. El Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), por ejemplo, creó una página de recursos integrales para lidiar con el estrés. Además, es esencial recordar que probablemente muchos estudiantes perdieron a alguien cercano debido al COVID-19, por lo que es recomendable ofrecer grupos de apoyo, programas y demás servicios enfocados en el duelo.

Los sentimientos de soledad se han visto exacerbados por el distanciamiento físico durante el último año y medio, por lo que es clave que se promueva la conexión social y crear una comunidad. La Fundación JED recomienda promover programas de apoyo entre pares, siempre que sea posible, e incentivar el activismo estudiantil ya que puede fomentar conexiones y colaboraciones entre los propios alumnos. Sobre este último punto, las universidades deben trabajar con sus estudiantes para garantizar que cuenten con los apoyos y estructuras adecuadas para que se expresen. Proporcionar una variedad de recursos de apoyo, como foros o grupos estudiantiles, es fundamental para permitir que ellos procesen su activismo.

Por otro lado, las personas que trabajan en las universidades muchas veces son la única conexión que un estudiante tendrá, especialmente si su educación es totalmente en línea, por lo que es fundamental tener programas de capacitación y formación para la facultad. La Fundación JED también recomienda promover recursos para que las familias reconozcan las señales de advertencia en jóvenes con problemas de salud mental para que respondan y refieran a los estudiantes el apoyo que necesitan. Además, aconsejan tener información actualizada en sus sitios web principales, no sólo en centros de bienestar o asesoramiento.

También sugieren incluir el bienestar emocional en los servicios de salud del campus. Por ejemplo, dentro de las herramientas de detección del COVID-19, incluir preguntas sobre cómo se sienten emocionalmente y no sólo si han estado en contacto con alguien que haya salido positiva. Estas preguntas proporcionarán datos útiles sobre los desafíos que enfrentan las y los alumnos y no sólo ayudará a planear la mejor manera de atender sus necesidades, sino también es un recurso para que el alumnado reflexione sobre su salud mental. Como se mencionó anteriormente, el 60 % de los estudiantes encuestados informan que la pandemia aumentó la dificultad para atender su salud mental. Los campus pueden considerar la posibilidad de crear boletines o campañas de salud mental para difundir sus recursos y hacerlos más accesibles. El sitio web del Centro de asesoramiento de la Universidad de Pittsburgh es un buen ejemplo de cómo mostrar todos los servicios disponibles. Por su parte, el Tec de Monterrey creó el programa “Tqueremos” que se enfoca en el bienestar integral de los estudiantes, brindando apoyo emocional, social, financiero, ocupacional, espiritual, intelectual, física y social.

Para que los recursos de atención de salud mental sean más integrales y efectivos, la Fundación JED recomienda incrementar el personal de apoyo, que la diversidad del personal refleje la población estudiantil, flexibilidad en los enfoques de tratamiento y proveedores fuera del campus que ofrecen servicios complementarios o especializados. Por otro lado, la fundación insiste en considerar a los profesores dentro de estos programas ya que de esta manera ellos también pueden procesar sus experiencias y trauma con respecto al impacto de la pandemia al mismo tiempo que apoyan las necesidades de los estudiantes.

Por último, la Fundación JED aconseja tener un protocolo de emergencia claro y accesible para guiar a la comunidad. Proporcionar información de emergencia como números de teléfono para situaciones de crisis, chats o servicios de texto también es de gran ayuda. La información que proporcione la universidad debe ser clara de manera que sea sencillo para la comunidad universitaria encontrar estos recursos y puedan compartirlos con sus compañeros y colegas. Las universidades también deben estar preparadas con información y protocolos sobre qué hacer en caso de que algún alumno muera debido al COVID-19, cuando se presente algún caso de suicidio u otro tipo de accidente o enfermedad. Saber reconocer, responder y referir a los estudiantes que presentan problemas de salud mental y tendencias suicidas puede ayudar a prevenir crisis.

La encuesta anual de participación estudiantil para estudiantes universitarios de nuevo ingreso reporta que los estudiantes se mantienen optimistas, a pesar de estar exhaustos emocionalmente. Ahora que más universidades están retomando las clases presenciales o usan modelos híbridos, es indispensable dar prioridad a la salud mental de la comunidad, planear la mejor manera de apoyar tanto al alumnado, profesorado, así como también a las familias y la comunidad.

¿Has considerado que la pandemia te ha afectado emocionalmente? ¿Te sientes más agotado? ¿Crees que tu universidad tiene buenos recursos sobre salud mental? ¿Los conoces? Deja tus comentarios abajo.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx

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