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Propuestas para la Transformación Universitaria Venezolana

                                                                                                                                                                            Por: Jorge Díaz Piña

1ª)  Pensar la transformación universitaria requiere que previamente se emancipe el pensamiento de paradigmas y enfoques que son reproductores de la actual situación universitaria. Si no nos liberamos de las representaciones ideológicas (ideas, valoraciones, etc.) que son soporte de las prácticas y acciones reaccionarias dominantes respecto de la educación universitaria, recaeremos en concepciones y actuaciones contrarrevolucionarias. Sin emancipación del pensamiento no es posible pensar la emancipación.

2ª)  Siendo que la reforma universitaria que aspiramos es un medio para alcanzar la transformación revolucionaria universitaria anhelada, es determinante que desate procesos irreversibles de cambios sustanciales  que neutralicen  las dinámicas reproductoras capitalistas en las instituciones universitarias. Para ello hay que caracterizar muy bien esas dinámicas por ser los nodos neurálgicos de la transformación planteada.

3ª)  Por dinámica entendemos un conjunto complejo de fuerzas actuantes con determinada direccionalidad para producir o contrarrestar efectos. De sus efectos resultantes pueden generarse tendencialmente dos situaciones o estados: de entropía (degradación del sistema-institución universitario) o de neguentropía (producción energética de un nuevo orden universitario sistémico emergente o instituyente).

4ª)  Las dinámicas  que articulan a las instituciones universitarias son tres y se componen así: 1) dinámica estructural: sistema y organización; 2) dinámica de gestión: políticas, planes y programas, y 3) dinámica funcional:  ámbitos de acción  (formación, investigación/creación intelectual, extensión/interacción comunitaria y gestión funcional), normas, tecnologías y procedimientos.

5ª)  Aparte del vínculo de interacción y solapamiento entre las dinámicas, destacamos en cada una la dialéctica particular de las relaciones de fuerza que correspondientemente  actúan al interior de ellas haciéndolas inestables y cambiantes: lo instituido/instituyente; estrategias/tácticas contrapuestas y  los modos de subjetivación/objetivación confrontados.

6ª) La dinámica estructural comprende la articulación orgánica o sistémica de sus componentes como conjunto auto-eco-reproductor que interactúa reguladamente con su contexto o entorno de modo débil o fuerte ( lo débil produce entropía porque reproduce la división social del trabajo capitalista y, lo fuerte, genera neguentropía porque reunifica lo arbitrariamente separado), y se desdobla organizacionalmente hacia su interior de manera jerarquizada en subsistemas e instancias dominantes y subordinadas. Aquí lo instituyente es una fuerza dialéctica de negación y cambio de lo instituido, la que a su vez, trata de negar la negación de lo instituyente.

7ª) La inducción de neguentropía revolucionaria para revertir la actual dinámica estructural reaccionaria entropizante  puede ser propiciada, entre otras opciones posibles, por vía de establecer normativamente la territorialización de los ámbitos de acción político-institucionales universitarios. El territorio no es una simple extensión de la superficie terrestre; es una concreta configuración espacial geohistórica (el espacio es un producto social), delimitada perspectivistamente (redes, flujos, posiciones, etc.) y enfocada escalarmente ( conjuntamente con  intersección de conjuntos espaciales, que expresa un complejo de relaciones entre objetos, sujetos y prácticas económicas, sociales, culturales, políticas y ecoambientales. Su diferenciación obliga a comprender esas diferencias espaciales como producto de  inequidades geopolíticas que hay que superar (diferencias espaciales por inequidad debidas principalmente  a las dinámicas capitalistas de acumulación  por desposesión).

8ª) En la dinámica estructural entran en juego las  condiciones autonómica y democrática de las universidades como condiciones reinstituyentes. Ni la autonomía, ni la democracia universitarias son fines en sí mismos, son medios o condiciones originalmente liberales y recontextualizadas revolucionariamente para favorecer la legitimación social e histórica de la universidad mediante su autorenovación y autotransformación a fin de justificarla y darle pertinencia contextual trascendente ante la nación en tanto comunidad de comunidades. La ausencia de esta trascendentalidad por su débil articulación sistémica con su entorno nacional, regional y local atestigua la distorsión autonómica y democrática, cuando no la ausencia de su ejercicio. En Venezuela estas condiciones fueron menguadas, si no abolidas, con la intervención militar-policial de las universidades en 1.969 y la  vigente Ley de Universidades aprobada por los partidos y gobiernos de la oposición (AD-Copei) en 1.970, para comprobarlo bastaría comparar el texto de la ley aprobada y la conquistada por el movimiento popular en 1.958. Desprendiéndose, en consecuencia, la lucha por su reconquista y recuperación crítica (como lo pauta la CRBV y la Ley Organica de Educación) en tanto condiciones instituyentes  para la transformación revolucionaria.

9ª) La dinámica de gestión integra la coordinación y la diferenciación del diseño y de la administración de políticas instituidas respecto de los ámbitos de acción universitaria (de formación, investigación, etc.), definidos como finalidades institucionales, así como las que resultan de la operacionalización de las acciones de intervención proyectadas por la gobernabilidad en planes, programas, etc. Las estrategias/tácticas contrapuestas dialectizan esta dinámica y consisten en ejercicios o prácticas de poder que calculan la aplicación o desplazamientos de una fuerza por acción propia o reacción a otra, como función para procurar el logro de objetivos o metas fijados previamente.

10ª) Sostenemos aquí, que hay que reivindicar como condición instituyente el ejercicio prevaleciente de la democracia directa sobre la representativa (siempre sujeta a contraloría y revocabilidad inmediata) en su forma consejista (Democracia Consejista), para neutralizar las formas de gobierno oligárquico-autoritarias que prevalecen como forma de gobierno universitario, y superar las burocrático-parasitarias de las FCU, sindicatos, gremios, etc., ya que estas expropian estructuralmente la participación decisoria de estudiantes, obreros, empleados y docentes. Los consejos estudiantiles, así como los consejos de trabajadores  (docentes, administrativos y obreros) y sus  variadas modalidades de articulación y coordinación, junto con los Consejos Comunales de las territorialidades universitarias, asumirían formas de cogobernabilidad auténticamente participativas y contraloras.

11ª) La dinámica funcional abarca la delimitación de las esferas de despliegue de lo instituido y su actualización burocrático-administrativa a través de las relaciones y de los procesos que pauta en los estudiantes, docentes, empleados y obreros. Estableciendo lo que es procedente normativamente y lo que procede como saber hacer definido como norma o normal, por consiguiente, acciona como dispositivo normalizador o disciplinador enajenante del funcionamiento regular de la universidad al inducir la rutina y la inercia entrópicas.

12ª) De ese modo, la racionalidad instrumental de tipo capitalista, que traduce todo en medios para lograr sus objetivos, se transmuta en racionalidad administrativa que se sobrepone a la identidad cultural autónoma de los individuos con las funciones trascendentes de la vida institucional universitaria. Alienando de ese modo, su condición de sujetos, al convertirlos en seres con poco o ningún control de su desempeño y su realización existencial institucional porque no pueden ejercitar su relativa autonomía y la intersubjetividad, su recíproco reconocimiento, su comunicación interpersonal horizontal de intercambio de experiencias e ideas para lograr acuerdos, consensos, equipos y grupos entre iguales  o consolidar comunalidades instituyentes.

13ª) Sin embargo, esa configuración tendencial burocrático-instrumental crea malestar en los sujetos por ser reflexivos y refractantes de esta dinámica. Malestar que se convierte en resistencias a esos modos de subjetivación y objetivación alienantes. Por ello, la dialéctica que cruza a la dinámica funcional dominante es la de la contraposición de los modos de subjetivación y de objetivación alienantes y los modos de subjetivación y objetivación autonomistas e intersubjetivos. En consecuencia, hay que buscar afianzar las condiciones y medios para que emerjan y se afiancen los modos de subjetivación/objetivación emancipadores.

14ª) Hay que hacer la aclaratoria que los ámbitos de acción (formación, investigación/creación intelectual y extensión/interacción comunitaria ) requieren de un extenso análisis  que no podemos hacer aquí, pero si podemos hacer su conceptualización y caracterización denunciante e indicar opciones alternativas transformadoras, resaltando, entre éstas,  la integración o articulación orgánica de las tres funciones institucionales o ámbitos de acción.

15ª) La formación es un modo de subjetivación y de objetivación institucionalizados curricularmente de saberes y haceres acríticos y reproductores que bloquea la posibilidad de instaurar formas de apropiación/producción de saberes/haceres no reproductoras ( método de proyectos implicantes comunitariamente como eje articulador de la formación, diálogo de saberes a través de las comunidades interpretativas, articulación por vía del pensamiento complejo y la transdisciplinariedad, anteponer la racionalidad hermenéutico-comunicativa frente a la racionalidad instrumental, etc.). Aquí es clave instituir  mediaciones que induzcan la revisión y la transformación curricular con base en esos criterios.

16ª) La investigación/creación intelectual es un modo de subjetivación y objetivación institucionalizado de reproducir el conocimiento científico legítimo y de exclusión por ilegítimas de otras formas de producir conocimiento alternativas o de paradigmas emergentes cuestionadores de la ciencia y la tecnología capitalistas. En este punto el enfoque epistemológico de la transcomplejidad, entre otros, es primordial como lo han evidenciado los aportes de la Misión Ciencia que deben ser recuperados para el debate y la transformación universitaria.

17ª) La extensión/interacción con las comunidades es un modo de subjetivación y de objetivación  de reproducir la cultura hegemónica o imaginario universitario capitalista en tanto servicio a las comunidades populares (algo que se da a quien carece y se subordina para recibirlo), considerándolas como  incultas, negándoles así su reconocimiento dignificador al no propiciar con ellas el diálogo de saberes a través de las comunidades interpretativas, en las que discutan la pertinencia de los saberes y haceres contextualizados para formular y acometer proyectos conjuntos que respondan a las necesidades populares y a los planes nacionales, regionales o locales, sin desmedro de la autonomía universitaria, es decir del derecho a formular sus críticas u observaciones o proposiciones al respecto de tales planes. Incluso, consideramos favorable que se establezca que la universidad en el ejercicio de su crítica autonómica  cumpla  con una función  evaluadora en la concepción y ejecución de esos planes para  beneficio de todos.

transf univ

18ª) La sola lucha que hemos librado por el acceso del pueblo a la universidad y su consecuente demanda de servicios (becas, comedor, etc.), se inscribe en el marco reformista liberal-burgués-reproductor, si no se lucha al mismo tiempo por la transformación cultural de la universidad para que el proceso de significación ideológica capitalista de la sociedad y el mundo se sustituya por uno de significación revolucionaria.

 

19ª) Finalmente, reiteramos que si las dinámicas expuestas no son revertidas revolucionariamente, la transformación deseada no se alcanzará. Consideramos por tanto, que  la construcción de un movimiento de transformación universitaria de estudiantes, docentes, empleados y obreros universitarios, unificados popularmente, es imprescindible para lograrla si se guía por un plan de lucha que agrupe y unifique como poder instituyente a los más diversos grupos e individualidades en su lucha por la conquista de una nueva hegemonía político-cultural (dirección cultural y ética) en las instituciones universitarias.

diazjorge47@gmail.com

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Comunidad del Saber

Por: Javier González Sánchez

 “Con mis maestros he aprendido mucho; con mis colegas, más; con mis alumnos todavía más”, dice un proverbio hindú.

El conocimiento no sólo se encuentra en los profesores, la manera de alcanzarlo no es a través de calificaciones y exámenes. Compartir el saber es la mejor forma de aprender. Pero existe mucha reticencia en el sistema educativo europeo a los cambios. Esto supondrá que muchos jóvenes se instruyan en un modelo que no les permite sacar todo su potencial.

Cada vez hay más docentes que intentan innovar en sus aulas. Incentivan la participación del alumnado tanto en las clases como en el desarrollo de la vida universitaria. Restan importancia a las calificaciones para dársela a otros factores como el trabajo en equipo o el esfuerzo por aprender. Los más reacios a los cambios defienden que estos profesores apoyan un modelo educativo que se sale de lo tradicional. Se trata de justo lo contrario. Lo que buscan estos métodos de enseñanza es la vuelta a los orígenes de las universidades, donde los alumnos no sean los únicos que van a aprender, sino también los maestros. Una vez obtenido el título de profesor muchos olvidan que se trata de una profesión en la que no sólo se trata de enseñar a los demás; el profesor se sumerge en un proceso constante de aprendizaje constante.

Universidad procede del latín universitas, en el latín medieval se utilizaba para designar cualquier comunidad de carácter colectivo. El significado que tiene en la actualidad este término no se introdujo hasta el siglo XIV. Con la transformación que han sufrido las universidades en las últimas décadas los estudiantes han perdido algo muy valioso: la sensación de sentirse parte de una comunidad.

María Acaso, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, define al buen maestro como aquel intelectual que es capaz de transformar la universidad a través de la creación de pensamiento crítico. El modelo educativo que defiende Acaso intenta generar espacios académicos más individualizados. Se trata de volver al concepto de comunidad académica, que el profesor no sea el único poseedor de conocimientos.

Muchos alumnos se quejan de que sus profesores no saben sus nombres ni se interesan por ellos. Un profesor que de verdad quiere enseñar a un alumno lo conoce, tiene contacto con él para saber adaptar el trato y los métodos de enseñanza más adecuados.

Hay profesores que intentan mantener una relación cercana con sus pupilos y romper este mito de lejanía entre maestro y alumno. La mayor traba que encuentran es la masificación de las aulas. Es difícil que una sola persona pueda ofrecer atención personalizada a grupos tan numerosos. El número idóneo para que un profesor pueda atender las necesidades de todos los miembros de una clase se encuentra entre 30 y 35. En un aula lo normal es que tengan que enfrentarse a más de 70 alumnos.

Algunos universitarios están tan acostumbrados al modelo de calificaciones que cuando un profesor aplica nuevas técnicas reaccionan de forma negativa. Consideran al profesor como alguien duro e inflexible que les hace trabajar demasiado. El sistema educativo genera jóvenes demasiado sensibles a unas críticas que casi nunca reciben. El alumno universitario está acostumbrado a recibir elogios a través de números en un test. Un buen profesor no es el que más suspende, pero tampoco el que tiende al aprobado general. Un buen profesor es el que te da las bases para que desarrolles tu propio pensamiento. Como decía Santiago Ramón y Cajal, los golpes de un maestro no te hieren, “te esculpen”.

Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinioneducacion/26046-comunidad-del-saber

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