México no fomenta educación: informales ganan más que profesionistas

Redacción: Bajo Palabra

Un persona del mercado informal puede ganar más de 15 mil pesos mensuales, con la venta de botellas de agua, confitería o botanas.

Un persona del mercado informal puede ganar más de 15 mil pesos mensuales, con la venta de botellas de agua, confitería o botanas en los alrededores de Palacio Nacional, poco más que un profesionista egresado del área de Ciencias Biológicas en México.

Y es que esta carrera tiene los salarios más elevados del país, con un promedio de 13 mil 812 pesos mensuales, de acuerdo con el estudio «Tendencias del Empleo Profesional», de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

A ella le siguen el área de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, con 13 mil 549 pesos, y en el polo opuesto se observan carreras como Humanidades, con 10 mil 365 pesos y Artes, con nueve mil 768 pesos, según el Observatorio Laboral, con datos al cuarto trimestre de 2018.

El presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), Cuauhtémoc Rivera, dijo que la economía informal tiene una tendencia al alza, incluso durante los primeros cinco meses de la entrada del nuevo gobierno federal. En entrevista, expuso que el comercio en vía pública ha pasado de ser una actividad de sobrevivencia a un criterio de gobernabilidad, porque qué haría esa gente si quitaran estos puestos de trabajo cuando no hay oportunidades laborales y las que existen son “verdaderos subempleos”.

Esta situación preocupa porque pone en jaque la salud laboral de las personas y, sobre todo, la seguridad pública, porque es ilícita la venta de productos, alimentos y bebidas de contrabando, piratas o sin registro sanitario, y detrás están las bandas del crimen organizado.

A pesar del reciente aumento de 16.21 por ciento al salario mínimo a nivel nacional y de un 100 por ciento en la frontera norte, indicó que las condiciones laborales en México han llevado al 52 por ciento de sus habitantes a trabajar en el mercado informal.

Esto, porque es una actividad comercial que reporta grandes utilidades económicas a las bandas criminales, toda vez que los vendedores informales no pagan impuestos y no cumplen con ninguna regulación.

Rivera insistió en que ese mercado negro obtiene “ganancias descomunales”, porque un vendedor informal gana un promedio de 500 pesos diarios, cuando está ubicado en los mejores puntos de consumo, y un trabajador formal gana sólo 100 pesos. Incluso, puede pasar horas al frente de un volante de trasporte privado como Uber para pagar la renta del automóvil y poder tener ingresos de ocho mil pesos cada mes; también hay pequeños comerciantes que obtienen entre ocho mil y nueve mil pesos después de pasar horas detrás del mostrador de una tienda.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del último trimestre de 2018, realizada por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), reveló que la informalidad es un tema persistente debido a los despidos de personal y subempleos (ocupaciones muy mal pagados).

La economía informal representó 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer trimestre del nuevo gobierno, lo que deja ver un retroceso en materia laboral que amenaza con elevarse.

México es también el país donde más se trabaja al año, con dos mil 225 horas, y el que peor paga, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

A decir de Cuauhtémoc Rivera, dirigente de los pequeños comerciantes, el mercado informal ha crecido desde hace 30 años y pasó de ofrecer películas y música pirata a la venta de ropa, calzado, bolsas, perfumes y hasta agua embotellada, confitería y una variedad de botanas robadas, adulteradas y sin regulación sanitaria.

“Esa mercancía hace el motor para hacer crecer la informalidad de manera desmedida y la pobreza la sostiene”, remarcó el empresario, quien expuso que muchos de esos productos ingresan a través de las distintas fronteras y otras más son del robo a transporte de carga en todo el país.

Se calcula que hay un registro de al menos cinco mil 583 carpetas de investigación por las denuncias de los transportistas desde 2018 y lo que va del 2019.

“Las autoridades saben perfectamente donde están los boquetes por dónde entra cualquier cantidad de mercancía de contrabando”, subrayó.

Datos de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) indican que México se ubica el cuarto lugar en delitos de piratería y contrabando, pero es el número uno a nivel continental.

Estos ilícitos generan una pérdida económica de 43 mil millones de pesos al año para el país. Para el entrevistado, el gobierno necesita revisar por ello la política fiscal, porque ha hay un “estrabismo gubernamental enorme” desde la administración anterior e incluso en la actual, al creer que el mercado informal tiene una salida con solo incrementar los impuestos.

Recordó que en el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) se optó por seguir esa vía y aplicar mayor rigor para quienes están en la formalidad y dejar con las manos libres a quienes no lo están y no “tienen respeto por la propiedad intelectual”.

“Si se busca combatir la corrupción, la informalidad es un tema a combatir porque salpica a toda la sociedad”, argumentó Rivera, quien dijo que no se puede dar cabida a un norma tributaria que exprima aún más los bolsillos de las familias mexicanas, empresarios y comerciantes que trabajan de manera formal y pagan impuestos. “Mientras que los piratas del mercado negro se sirven con la cuchara grande, con total impunidad”.

Fuente: https://bajopalabra.com.mx/mexico-no-fomenta-educacion-informales-ganan-mas-que-profesionistas

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Entrevista: Los que llegan a la educación terciaria en Uruguay son escandalosamente pocos

Por Magdalena Cabrera

Entrevista a José Rilla

En su 60º aniversario, el Claeh fue reconocido como universidad por el Ministerio de Educación y Cultura
José Rilla
El historiador e investigador José Rilla es decano de la Facultad de Cultura del Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh), que días atrás fue reconocido como universidad por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC). El reconocimiento coincide con el festejo de su 60º aniversario. En conversación con El Observador, Rilla señaló que lo importante de este proceso es que la institución primero fue reconocida por la sociedad y luego por la autoridad. El historiador se mostró preocupado por la situación que atraviesa la educación y manifestó que el mayor obstáculo para el cambio es la falta de voluntad política.
¿Qué significa para la institución haber sido reconocida como universidad y qué debería significar para el país?
Creo que la palabra reconocimiento es una palabra que, más allá de su significado legal, tiene un significado más profundo. El Claeh primero es reconocido por la sociedad a la que pertenece y luego, como resultado, es reconocido jurídica y legalmente por el Ministerio de Educación y Cultura. La educación en todos sus niveles es algo de la sociedad. Nosotros quisiéramos ser identificados como parte de la sociedad y por eso reconocidos legalmente y jurídicamente. Venimos a ser parte de los actores universitarios con una vocación de complementación, con una vocación de servicio y con una vocación de integrar. El Claeh quiere hacer su contribución original.
¿Cuál sería esa contribución?
Parte de esa contribución original tiene que ver con la propia historia de la institución, con los 60 años de existencia. Una institución que trabaja en la tradición humanista y personalista, que no concibe las ciencias como una creación intelectual aislada de la sociedad sino como un compromiso con ella. Es una institución autónoma y absolutamente independiente. No tenemos otro respaldo que la sociedad.
¿Como historiador cómo observa la situación de la educación en Uruguay?
Estamos en problemas severos. Creo que la educación tiene problemas en el mundo. Tiene problemas en lo que refiere al sentido, a la orientación, a la utilidad, al modo en cómo la ve la gente, al modo en cómo la ven los mercados de trabajo.
Fuera de eso, creo que en Uruguay tenemos algunos indicadores especialmente graves, en lo que tiene ver con rendimientos, capacidad de retención y vínculos entre la educación, escuela y grupos familiares. También tenemos un problema serio en las instituciones, sobre todo en educación media. Egresar de bachillerato y llegar a la universidad en Uruguay es una hazaña.
Siempre le digo a mis estudiantes, tanto en el Claeh como en la Universidad de la República, que los que estamos aquí somos privilegiados porque los que llegan a la educación terciaria en Uruguay son escandalosamente pocos. Si el panorama de secundaria sigue como está, muy probablemente en muy pocos años, la mitad de la población no va a tener la secundaria completa. No lo digo yo, lo dice el Instituto Nacional de Evaluación Educativa.
¿No le parece que cambie en el corto plazo?
Creo que hay problemas de carácter político. Aquí estoy opinando en términos casi personales. Hay dos cosas de las que no estoy seguro. Por un lado, dudo que exista voluntad política de hacer una transformación de envergadura. No tenemos problemas técnicos porque cuando los que saben de estas cosas se reúnen, rápidamente llegan a un acuerdo. Es un problema político que tiene que ver con las convicciones, con la voluntad y con el liderazgo para encarar esa transformación. Por otro lado, no estoy muy seguro de que la educación sea un problema que le preocupe demasiado a la gente.
¿En algún momento Uruguay realmente sobresalió por su sistema educativo como se dice?
Hubo momentos en los que las políticas públicas se adelantaron a lo que la sociedad iba a necesitar. Los primeros gobiernos del siglo XX en Uruguay armaron la red de liceos departamentales, que se anticipó a una demanda social muy importante. Hacia fines de los años de 1950, donde la sociedad siguió haciendo transformaciones, pero el sistema educativo empezó a mostrar signos de estancamiento. Desde entonces las novedades más positivas vinieron con la reforma de los años de 1990, que logró darle un giro a la educación técnica, con sus bachilleratos tecnológicos. Esto fue tan importante que hoy la demanda social se vuelca allí y la educación técnica no tiene capacidad de satisfacerla.
 
¿Cuáles son los desafíos actuales para la educación terciaria en Uruguay?
Todavía tiene que institucionalizarse como sistema de cooperación y competencia. Después tiene un desafío de renovación de su sistema de enseñanza y aprendizaje. Me parece que hay un déficit en educación superior en lo que es la formación de los docentes. Es un déficit muy grande. Parte del fracaso de los estudiantes en la universidad se debe a la incapacidad docente. Les falta formación, plasticidad, apertura, reelaborar su profesión. El tercer desafío es más pesado para el sector privado que para el público y es avanzar en el campo de la investigación. La sociedad nos tiene que ayudar a que nosotros podamos poner todo el esfuerzo en eso
¿Qué piensa de la propuesta de algunos sectores del Frente Amplio de limitar los beneficios tributarios que obtienen las empresas al donar a las universidades?
A mí me parece que es parte de un hostigamiento innecesario, contraproducente e injusto. El Claeh ha recibido muy poco de esa legislación. Ese dinero se recibe a partir de la presentación de proyectos que son evaluados en el Ministerio de Economía y son destinados a acciones de carácter universitario, ya sea investigación o promoción, como el sistema de becas. Sin un sistema de becas es muy difícil mantener estas instituciones. No reclamo apoyo para la oferta, sí reclamo un apoyo a la demanda, a aquellos que dicen yo quiero estudiar acá. No es un apoyo a la institución, es un apoyo al alumno.

Uruguay en 30 años

José Rilla llamó a cuidar «el jardín de las instituciones políticas». «El equilibrio entre los poderes, las garantías, el valor del debate y la deliberación política, la importancia que tienen las mayorías y las minorías, todo ese frente de batalla lo tenemos desatendido», advirtió.
Señaló que el uruguayo está tranquilo porque al lado de Brasil y Argentina estamos «demasiado bien».
«Pero si descuidamos esto, no nos podemos sorprender si algún día nos levantamos con alguna sorpresa. Yo no sé si en 30 años Uruguay va a tener firmeza institucional», sentenció.
Fuente de la Entrevista:
http://www.elobservador.com.uy/los-que-llegan-la-educacion-terciaria-uruguay-son-escandalosamente-pocos-n1074133
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