Page 1 of 9
1 2 3 9

EEUU: Los campus aconsejan a los estudiantes internacionales que regresen por el día de la inauguración

Por  Johanna Alonso

En 2017, días después de su toma de posesión, el presidente electo Donald Trump prohibió a los inmigrantes y visitantes no inmigrantes de siete naciones mayoritariamente musulmanas ingresar a los EE.

Al menos tres universidades han alentado a sus estudiantes y empleados internacionales a regresar de las vacaciones de invierno antes de la inauguración del presidente electo Donald Trump el 20 de enero, debido a la preocupación de que podría usar sus primeros días en el cargo para emitir órdenes ejecutivas que les impiden regresar.

La Oficina de Asuntos Globales de la Universidad de Massachusetts Amherstst de la Universidad de Massachusetts compartió un aviso de viaje de vacaciones, señalando que no era un requisito o una política oficial, y recomendando que esas personas regresen antes del Día de la Inauguración.

“Según la experiencia previa con las prohibiciones de viaje que se promulgaron en la primera Administración Trump en [2017], la Oficina de Asuntos Globales está haciendo este aviso con mucha precaución para evitar cualquier posible interrupción del viaje a los miembros de nuestra comunidad internacional,” la oficina escribió en Instagram. “No podemos especular sobre cómo se verá una prohibición de viajar si se promulga, ni podemos especular sobre qué países o regiones particulares del mundo pueden o no verse afectados

El mensaje decía que la universidad permitiría a los estudiantes internacionales que viven en el campus regresar temprano a la vivienda de su campus si es necesario para acomodar la solicitud.

Otras instituciones, incluyendo el Instituto de Tecnología de Massachusetts y la Universidad Wesleyan, enviaron avisos similares a sus estudiantes internacionales.

“La forma más segura de evitar dificultades para volver a ingresar al país es estar físicamente presente en los Estados Unidos el 19 de enero y los días posteriores del semestre de primavera, escribió la Oficina de Asuntos Estudiantiles Internacionales de Wesleyanans en un correo electrónico el lunes pasado.

En el mensaje del MIT, la universidad señaló que los estudiantes deben evitar tomar decisiones basadas en rumores o especulaciones sobre qué políticas puede pasar la nueva administración, pero sugirió que los estudiantes deben ser conscientes de que las nuevas políticas de inmigración o viajes podrían promulgarse ya en enero. 20. El mensaje también señaló que ciertas órdenes ejecutivas podrían afectar a la fuerza laboral en las embajadas y consulados de los Estados Unidos en el extranjero, instando a los estudiantes a tener en cuenta la posibilidad de retrasos y otros contratiempos al solicitar nuevas visas de entrada.

Temiendo una repetición de 2017

Las preocupaciones de institutions’ parecen centrarse en el potencial de una prohibición de viajar como la de Trump promulgada en enero de 2017. En el séptimo día de su primer mandato, Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe a los inmigrantes y viajeros no inmigrantes de siete naciones mayoritariamente musulmanas ingresar a los Estados Unidos durante 90 días. La orden también lanzó una revisión y revisión del proceso de investigación para las personas que vienen de esas naciones.

Varios estudiantes y profesores que estaban realizando investigaciones o de vacaciones fuera de los Estados Unidos no pudieron regresar. En ese momento, el sistema UMass era una de las múltiples instituciones que anunció que ayudaría estudiantes y empleados que quedaron varados. Los principales administradores de UMass Dartmouthoks hablaron enérgicamente contra la prohibición de viajar después de que dos miembros de la facultad, ambos residentes permanentes legales de los Estados Unidos, fueron detenidos durante tres horas en el Aeropuerto Internacional Logan de Boston, antes de ser liberados.

“Ahora que nuestros colegas están a salvo, queremos tener claro que creemos que la orden ejecutiva no hace nada para hacer que nuestro país sea más seguro y representa una ignorancia vergonzosa e indiferencia hacia los valores que tradicionalmente han hecho de Estados Unidos un faro de libertad y esperanza,” canciller interino Peyton R. Helm y el entonces proveedor Mohammad Karim escribieron en un comunicado.

La orden ejecutiva fue ampliamente criticada no solo por destrozar las vidas y las familias de muchos inmigrantes, sino también por su orientación contradictoria con respecto a los titulares de la tarjeta verde, que fue resuelto unos días después de que se firmó por primera vez.

https://www.insidehighered.com/news/global/international-students-us/2024/11/26/international-students-told-return-campus-jan-20

Comparte este contenido:

Ni Trump ni Biden

Por: Ángel Guerra Cabrera

Así titula Pedro Brieger su columna semanal. Se fue Donald Trump –dice– y todo el mundo se pregunta qué cambiará en el vínculo entre Estados Unidos y América Latina…

Trump no es ningún chiflado… como tampoco comenzó una guerra por un arrebato personal… Más bien lo contrario, sus deseos de figurar –y tal vez la intención de obtener el premio Nobel de la Paz– lo llevaron a encontrarse con Kim Jong-un, el dirigente máximo de la República Popular Democrática de Corea… Si fuera solamente por sus bravuconadas, mentiras o dislates, el Partido Republicano no le hubiera permitido a Trump ser candidato o acceder a la presidencia… gran parte del partido lo siguió –y sigue– en sus denuncias de fraude…

…No se puede analizar al presidente Biden por su bonhomía o su conocimiento de la región. No se trata de saber quién es más simpático o tiene un tono cordial. Reflotar la Doctrina Monroe… no fue un capricho de Trump, como tampoco abandonar la Organización Mundial de la Salud o trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Trump concretó lo que otros proclamaban y le gustaba jactarse de eso… El reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela por el nuevo secretario de Estado, Anthony Blinken… es la cabal demostración de que la intención de derrocar a Nicolás Maduro es compartida por el Partido Republicano y el Demócrata, aunque pueda haber matices en la forma ( www.nodal.am)

El país donde la libertad es una estatua

Nos recuerda Vijay Prashad la anterior aseveración, hecha por el gran poeta chileno Nicanor Parra en 1972, cuando el gobierno de Salvador Allende recibía la presión asesina de parte de Washington. Comenta: el 6 de enero… un grupo de lo que parecían ser personajes de un programa de fantasía de televisión tomaron posesión del Capitolio… A pesar de gastar más de un billón de dólares en su ejército, servicios de inteligencia y policía, su gobierno se vio invadido por la horda de fanáticos de Donald Trump… Lo que mostraron claramente es que hay una grave división en Estados Unidos, que debilita la capacidad de las élites para ejercer su dominio sobre el planeta (rebelion.org). Mirar al Sur comparte esta afirmación.

Fuente: https://rebelion.org/mirar-al-sur-2/

Comparte este contenido:

Trump no tomará cianuro

Por: Boaventura de Sousa Santos

Como sistema político y social, Estados Unidos está en un momento de bifurcación, un momento característico de los sistemas alejados de los puntos de equilibrio.

Trump no es Hitler, Estados Unidos no es la Alemania nazi, ningún ejército invasor está en camino a la Casa Blanca. A pesar de todo eso, no es posible evitar una comparación entre Trump en estos últimos días y los últimos días de Hitler. Hitler en su búnker, Trump en la Casa Blanca. Los dos, habiendo perdido el sentido de la realidad, dan órdenes que nadie cumple y, cuando son desobedecidos, declaran traiciones que alcanzan a los más próximos e incondicionales: Himmler, en el caso de Hitler; Mike Pence, en el caso de Trump. Así como Hitler se negó a creer que el Ejército Rojo soviético estaba a diez kilómetros del búnker, Trump se niega a reconocer que perdió las elecciones. Las comparaciones terminan aquí. A diferencia de Hitler, Trump no ve llegado su final político y, mucho menos, se retirará a su habitación para, junto con su esposa, Melania Trump, ingerir cianuro y, conforme el testamento, incinerar sus cuerpos fuera del búnker, es decir, en los jardines de la Casa Blanca. ¿Por qué no lo hace?

 

Al final de la guerra, Hitler se sintió aislado y profundamente desilusionado con los alemanes por no haber sabido estar a la altura del gran destino que les tenía reservado. Como diría Goebbels, también en el búnker: «El pueblo alemán eligió su destino y ahora sus pequeñas gargantas están siendo cortadas». Por el contrario, Trump tiene una base social de millones de estadounidenses y, entre los más fieles, se encuentran grupos de supremacistas blancos armados y dispuestos a seguir al líder, incluso si la orden es invadir y vandalizar la sede del Congreso. Y, lejos de ser pesimista respecto a ellos, Trump considera a sus seguidores los mejores estadounidenses y grandes patriotas, aquellos que harán America great again. Hitler sabía que había llegado su fin y que su final político también sería su final físico. Lejos de eso, Trump cree que su lucha verdaderamente comienza ahora, porque solo ahora será convincentemente una lucha contra el sistema.

Mientras que muchos millones de estadounidenses quieren pensar que el conflicto ha llegado a su fin, Trump y sus seguidores desean mostrar que ahora comenzará, y continuará hasta que Estados Unidos les sea devuelto. Joe Biden se equivoca cuando, al ver la vandalización del Congreso, afirma que eso no es Estados Unidos. Sí lo es, porque Estados Unidos es un país que no solo nació de un acto violento (la matanza de los indios), sino que fue a través de la violencia que se dio todo su progreso, traducido en victorias de las que el mundo tantas veces se sintió orgulloso, desde la propia unión de Estados «Unidos» (620,000 muertos en la guerra civil), hasta la luminosa conquista de los derechos civiles y políticos por parte de la población negra (numerosos linchamientos, asesinatos de líderes, siendo Martin Luther King. Jr. el más prominente), como sigue siendo el país donde fueron asesinados muchos de los mejores (según ellos) líderes políticos electos, desde Abraham Lincoln hasta John Kennedy. Y esta violencia ha dominado tanto la vida interna como toda su política imperial, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial. Que lo digan los latinoamericanos, Vietnam, los Balcanes, Irak, Libia, los palestinos, etcétera.

Joe Biden también se equivoca cuando dice que la pesadilla ha llegado a su fin y que ahora se reanudará el camino de la normalidad democrática. Por el contrario, Trump tiene razón al pensar que todo está empezando ahora. El problema es que él, contrariamente a lo que piensa, no controla lo que va a empezar y, por este motivo, los próximos años tanto pueden serle favorables, llevándolo de vuelta a la Casa Blanca, como pueden dictar su fin, un triste final. Como sistema político y social, Estados Unidos está en un momento de bifurcación, un momento característico de los sistemas alejados de los puntos de equilibrio, en los que cualquier pequeño cambio puede producir consecuencias desproporcionadas. Resulta, por tanto, aún más difícil de lo habitual predecir lo que sucederá. A continuación, identifico algunos de los factores que pueden causar cambios en una u otra dirección: desigualdad y fragmentación, primacía del derecho y Stacey Abrams.

Desigualdad y fragmentación

Desde la década de 1980, la desigualdad social ha ido en aumento, tanto que Estados Unidos es hoy el país más desigual del mundo. La mitad más pobre de la población tiene actualmente solo el 12% del rendimiento nacional, mientras que el 1% más rico tiene el 20% de ese rendimiento. En los últimos cuarenta años el neoliberalismo ha dictado el empobrecimiento de los trabajadores estadounidenses y destruyó las clases medias. En un país sin servicio público de salud y sin otras políticas sociales dignas de ese nombre, uno de cada cinco niños pasa hambre. En 2017, uno de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años (3.5 millones de personas) había pasado en los últimos doce meses por un período sin un lugar donde vivir (homelessness). Adoctrinados por la ideología del «milagro americano» de las oportunidades y viviendo en un sistema político cerrado que no permite imaginar alternativas al statu quo, la política de resentimiento, que la extrema derecha es experta en explotar, ha hecho que los estadounidenses victimizados por el sistema consideren que el origen de sus males estaba en otros grupos aún más victimizados que ellos: negros, latinos o inmigrantes en general.

Con la desigualdad social, aumentó la discriminación étnico-racial. Los cuerpos racializados son considerados inferiores por naturaleza; si nos hacen daño, no hay que discutir con ellos. Tienes que neutralizarlos, depositándolos en cárceles o matándolos. Estados Unidos tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo (698 presos por cada 100,000 habitantes). Con menos del 5% de la población mundial, EE. UU. tiene el 25% de la población carcelaria. Los jóvenes negros tienen cinco veces más probabilidades que los jóvenes blancos de ser condenados a prisión. En estas condiciones, ¿es sorprendente que la apelación antisistema sea atractiva? Nótese que hay más de 300 milicias armadas de extrema derecha repartidas por todo el país; un número que ha aumentado desde la elección de Obama. Si no se hace nada en los próximos cuatro años para cambiar esta situación, Trump seguirá alimentando, y con razón, su obsesión por regresar a la Casa Blanca.

Primacía del derecho

Estados Unidos se ha convertido en el campeón mundial de la rule of law y de la law and order. Durante mucho tiempo, en ningún país se conocía el nombre de los jueces de la Corte Suprema, excepto en Estados Unidos. Los tribunales estadounidenses ejercieron la función de garantizar el cumplimiento de la Constitución con una independencia razonable, hasta que ciertos sectores de las clases dominantes entendieron que los tribunales podían ponerse más activamente al servicio de sus intereses. Para ello, decidieron invertir mucho dinero en la formación de magistrados y en la elección o nombramiento de jueces para los tribunales superiores. Esta movilización política de la justicia tuvo una dimensión internacional cuando, especialmente después de la caída del Muro de Berlín, la CIA y el Departamento de Justicia comenzaron a invertir fuertemente en la formación de magistrados y en la modificación del derecho procesal (delación premiada) de los países bajo su influencia. Así surgió el Lawfare, una guerra jurídica, de la que la Operación Lava-Jato en Brasil es un ejemplo paradigmático. Trump cometió varios delitos federales y estatales, incluida la obstrucción de la justicia, el blanqueo de capitales, el financiamiento ilegal de campañas y delitos electorales (el más reciente de los cuales fue un intento de alterar de manera fraudulenta los resultados de las elecciones de Georgia en enero de 2021). ¿Funcionará el sistema penal como solía hacerlo en el pasado? Si es así, Trump será condenado y probablemente irá preso. Si eso ocurre, su fin político estará cerca. De lo contrario, Trump trabajará su base, dentro o fuera del partido republicano, para regresar con fuerza en 2025.

Stacey Abrams

Esta excongresista negra es la gran responsable de la reciente elección de los dos senadores demócratas en el estado de Georgia, una victoria decisiva para dar a los demócratas la mayoría en el Senado y así permitir que Biden no sea objeto de obstrucción política permanente. ¿Cuál es el secreto de esta mujer? En el transcurso de diez años, ha tratado de articular políticamente a todas las minorías pobres de Georgia (negras, latinas y asiáticas); un estado donde el 57.8% de la población es blanca, un estado considerado racista y supremacista, donde tradicionalmente ganan los conservadores. Durante años, Abrams creó organizaciones para promover el registro electoral de las minorías pobres alienadas por el fatalismo de ver ganar siempre a los mismos opresores. Orientó el trabajo de base para fomentar la unidad entre los diferentes grupos sociales empobrecidos, tan a menudo separados por los prejuicios étnico-raciales que alimentan el poder de las clases dominantes.

Después de diez años, y tras una carrera notable que podría haber alcanzado su auge con la nominación como vicepresidenta de Biden (en lo que fue relegada en favor de Kamala Harris, más conservadora y cercana a los intereses de las grandes empresas de información y de comunicación de Silicon Valley), Abrams logra una victoria que puede liquidar la ambición de Trump de regresar al poder. El mismo día en que los vándalos rompían cristales y saqueaban el Capitolio, se festejaba en Georgia esta notable hazaña; una poderosa demostración de que el trabajo político que puede garantizar la supervivencia de las democracias liberales en estos tiempos difíciles no puede limitarse a votar cada cuatro años, y ni siquiera al trabajo en las comisiones parlamentarias por parte de los electos. Exige trabajo de base en lugares inhóspitos y muchas veces peligrosos donde viven las poblaciones empobrecidas, ofendidas y humilladas que, casi siempre con buenas razones, perdieron el interés y la esperanza en la democracia.

La obra de Stacey Abrams, multiplicada por los movimientos Black Lives Matter, Black Voters Matter y tantos otros, muchos de ellos inspirados en Bernie Sanders y «nuestra revolución» animada por él, puede devolver a la democracia estadounidense la dignidad que Trump puso en riesgo. Si es así, la mejor lección que los estadounidenses pueden aprender es que el mito del «excepcionalismo estadounidense» es solo eso, un mito. Estados Unidos es un país tan vulnerable como cualquier otro a las aventuras autoritarias. Su democracia es tan frágil como frágiles son los mecanismos que pueden evitar que los autócratas, los antidemócratas sean elegidos democráticamente. La diferencia entre ellos y los dictadores es que, mientras estos últimos comienzan por destruir la democracia para llegar al poder, los primeros usan la democracia para ser elegidos, pero luego se niegan a gobernar democráticamente y a abandonar democráticamente el poder. Desde la perspectiva de la ciudadanía, la diferencia no es muy grande.

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

Fuente e imagen: https://www.alainet.org/es/articulo/210482

Comparte este contenido:

Con Biden habrá más «revoluciones de color» en América Latina

Por: Raúl Zibechi

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

Las formas cambian, pero el fondo sigue siendo el mismo. En vez del muro, las restricciones a los inmigrantes y el discurso ultra de Donald Trump, vendrán las declaraciones correctas sobre la democracia, las mujeres y los afrodescendientes de Joe Biden. En vez del militarismo descarnado, las revoluciones de color ideadas por la Open Society de Soros para promover cambios de régimen que favorezcan sus intereses.

La pista la dio Thomas Shannon el primero de enero en una carta abierta en medios brasileños. Shannon fue embajador de Estados Unidos en Brasil en el gobierno de Obama y había sido subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental con George W. Bush.

La carta de Shannon titulada La delicada verdad sobre una vieja alianza fue publicada en la revista Crusoé (https://bit.ly/2LLldiB), que funge como periodismo independiente, antibolsonarista ahora, pero cuyos fundadores jugaron un papel destacado en el proceso contra Lula que desembocó en su reclusión y en la destitución de Dilma Rousseff, operando entonces desde el influyente sitio El Antagonista (oantagonista.com).

Shannon comienza su carta asegurando que la relación entre Brasil y Estados Unidos es una de las piezas fundamentales de la diplomacia en el siglo XXI. Repasa luego las similitudes entre sus sociedades, para rematar que el presidente electo (Biden) conoce bien Brasil y América Latina, asegurando que ningún presidente estadunidense comenzó su mandato con tal conocimiento y experiencia en la región.

En la segunda parte de su misiva, Shannon emprende un feroz ataque al gobierno de Jair Bolsonaro, porqueha hecho casi todo lo posible para complicar la transición en la relación bilateral, al expresar su preferencia por Trump en las recientes elecciones y por haber criticado a Biden, quien pidió en un debate una acción más enérgica de Brasilia contra la deforestación.

Para Shannon es inadmisible que Bolsonaro haya repetido las infundadas acusaciones de fraude del presidente Trump en los comicios estadunidenses, ya que lo interpreta como un ataque a la democracia de Estados Unidos y al futuro gobierno de Biden.

Pero lo más grave empieza después. Shannon le dice al gobierno lo que debe hacer en tres aspectos (la pandemia, el cambio climático y la posición ante China respecto a las redes 5G) y luego amenaza. Es algo que no se perdonará fácilmente ni se olvidará, remata el diplomático.

Algunos podrán alegrarse, incluso en la izquierda, de que el nuevo gobierno de Estados Unidos le baje el pulgar a Bolsonaro. Por mi parte, tanto el silencio del Partido de los Trabajadores de Brasil como del propio Lula, muestran las dificultades de la izquierda frente al viraje en curso en la Casa Blanca.

No se trata de Jair Bolsonaro, sino de nuestros países, de la soberanía de las naciones. El presidente de Brasil debe ser condenado y apartado por su propio pueblo. Ha hecho todos los méritos para que la sociedad se movilice para destituirlo. Pero que desde el imperio amenacen con nuevas revoluciones de color es una pésima noticia. Podrán atacar ahora gobiernos de ultraderecha, pero seguirán con todo lo que se les ponga en su camino, sea conservador o progresista.

La operación de derribar a Bolsonaro cuenta ya con un considerable apoyo mediático e institucional. La Orden de Abogados de Brasil, que jugó sucio contra Lula y pidió la destitución de Dilma (https://bbc.in/3soJjAA), está promoviendo ahora la destitución de Bolsonaro. Su presidente, Felipe Santa Cruz, declaró que el ritmo del proceso será dictado por presión de las calles, llamando, de hecho, a la movilización popular (https://bit.ly/3q5ntQS).

Para la derecha democrática, ésa que apuesta a la defensa del medio ambiente con medidas cosméticas, que engalana el gabinete de Biden con mujeres y afrodescendientes, pero sigue sosteniendo la violencia policial/patriarcal, llegó el momento de ponerle freno a la ultraderecha. Los bolsonaristas hicieron el trabajo sucio contra la izquierda, pero ya no le son útiles. Igual que Trump.

Para comprender este viraje basta con recordar las guerras centroamericanas, donde el Pentágono apoyó primero los genocidios militares para luego promover opciones centristas, como las democracias cristianas, para recomponer el escenario ante el fuerte desgaste de los golpistas de Guatemala y El Salvador.

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

En América Latina, las destituciones ilegítimas (golpes dicen otros) de Manuel Zelaya (2009), de Fernando Lugo (2012) y de Dilma Rousseff (2016), se produjeron bajo el gobierno progre de Barack Obama (2009-2017). No olvidemos a Trump. Pero tampoco que, de la mano de Biden, retornan personajes nefastos como Victoria Nuland, organizadora del golpe y la posterior guerra en Ucrania.

Fuente e imagen: https://www.jornada.com.mx/2021/01/15/opinion/023a1pol

Comparte este contenido:

Entrevista a Mario García de Castro: «El posmodernismo ha invadido los medios de comunicación, las universidades y la vida cultural»

Por Javier F. Ferrero

La distorsión deliberada de una realidad ha encontrado su sitio en discursos en los que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales. La posverdad ha entrado en nuestro día a día y nos ha mostrado que, si no hacemos un trabajo conjunto para detener esta expansión generalizada de la mentira, cuando algo aparente ser verdad será más importante que la propia verdad.

En esta era de posverdades y trumpismo, de postmodernismo y populismo, de mentiras repetidas mil veces y convertidas en verdades, queremos poner un poco de cordura y para ello hablamos con Mario García de Castro, profesor Titular del Departamento de Ciencias de la Comunicación y Sociología en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Expone en su último artículo en The Conversation que «la hegemonía del subjetivismo cultural ha sido la base de la nueva autocracia digital», ¿se trata de un problema global? ¿qué porcentaje de culpa tienen las redes sociales en esta situación?

La hegemonía de este subjetivismo o relativismo cultural que tienen estos nuevos populismos autocráticos está basada, en el uso potenciador de la tecnología digital a través de su expresión mediática. Con esos potenciadores desarrolla sus interpretaciones sectarias de los propios hechos factuales. Esto se aprecia tanto en América, sur y norte, no solo USA, también en Brasil, México, Venezuela, como en Europa, no solo Hungría y Polonia, también han emergido estos movimientos populistas radicales en Reino Unido, Italia, o en fuerzas políticas concretas en Francia o España, por no hablar de Asia o de los países de la órbita rusa. Por tanto, claro que es tendencia histórica global. Es una regresión histórica que desde las bases masivas que ofrece la tecnología digital desarrolla fórmulas políticas autoritarias que persiguen la devaluación del sistema democrático.

El periodista debe volver a reivindicar y practicar la necesidad de la objetividad, la neutralidad y la independencia,

Pero desde luego esto no quiere decir que sean las redes sociales las responsables, como tampoco fue la radio propagandista del nazismo de Goebbels la responsable del nazismo. Pero ahora resulta que son el mejor instrumento mediático tanto para las fake news, la radicalización de la polarización política, o las actuales teorías negacionistas o conspirativas. QAnon o los Proud Boys son bastante inconcebibles sin las redes sociales. El medio es el mensaje, pero sería una barbaridad entender las redes como las responsables de estos movimientos neofascistas. Usadas con propósitos decentes aportan inédita transparencia al sistema mediático.

¿Por qué en este aspecto considera que Trump es el producto perfecto?

El trumpismo como movimiento político es el paradigma perfecto de este nuevo populismo que ha utilizado las técnicas de la posverdad para potenciarse hasta llegar a la presidencia de los Estados Unidos.

https://theconversation.com/el-ocaso-de-la-verdad-y-el-populismo-digital-150812

No olvidemos que ahora, aunque ha perdido la presidencia Trump ha obtenido 11 millones de votos más que hace cuatro años. Y lo es porque la cultura anglosajona que ofreció los mejores ejemplos del periodismo independiente o de la independencia y separación de los poderes, también ha resultado ser la vanguardia de este neofascismo sustentado en la desconfianza emocional en las instituciones democráticas y el conocimiento científico. Trump y sus seguidores son auténticos emboscados, como otros líderes mundiales, que desacreditan, por ejemplo, esa compensación de poderes o la neutralidad de las instituciones.

Eduardo Inda, uno de los referentes españoles de la verdad una vez declaró que para colar mentiras tan sólo «hay que generar sentimientos en los receptores, una vez ahí puedes colarle no solo una, sino millones de mentiras», ¿qué hay de cierto y cuál es la estrategia informativa de estos medios?

Pues es realmente lo contrario a lo que advertía Ryszard Kapuscinski sobre el buen periodismo al afirmar que los cínicos no sirven para este oficio. Pero Kapuscinski no tuvo en cuenta que el posmodernismo había invadido hace mucho los medios de comunicación, las universidades, la vida cultural y acabó convirtiéndose en un estado de ánimo que ofrecía prestigio intelectual al cinismo y al nuevo relativismo político.

La afirmación de que “los hechos no existen, solo las interpretaciones”, ha acabado propiciando que la razón la tengan los más pérfidos, fuertes o los poderosos que siempre tienen la última palabra. El posmodernismo, la filosofía cuántica, y al final el show business ha acabado imponiendo la supremacía de la ironía y del “divertirse hasta morir”, como dijo Neil Postman. Si todo es opinable también las verdades incómodas se pueden transformar fácilmente en opiniones, y así se oscurece fácilmente la realidad que no interesa, como estudió Hannah Arendt.

«Mientras que el posmodernismo se extendió a través de la televisión, la posverdad lo hace a través de las redes digitales. ¿Por qué? Porque en esto se ha basado siempre el ejercicio del poder, de la voracidad del capitalismo o del autoritarismo político totalitario»

La serie La Voz Más Alta cuenta la historia de Roger Ailes, el productor de televisión transformado en fundador y presidente de la cadena de noticias de Murdoch y finalmente denunciado acosador sexual por sus empleadas. Ailes tuvo que abandonar Fox pero mantuvo su lema de cabecera hasta llevar a Trump a la Casa Blanca: “Hay muchas personas que no saben qué creer. Si les dices qué tienen que pensar las pierdes, pero si les dices lo que tienen que sentir son tuyas”. La historia de ese productor de televisión metido a director informativo representa a la perfección la mutación en el antiguo paradigma televisivo entre información y entretenimiento. En los últimos cinco minutos del cuarto episodio de la serie de Showtime, Alies enarbola su leyenda ante sus pupilos: “No seguimos las noticias, creamos las noticias. Cambiamos el mundo. El periodismo es historia y la historia la escriben los vencedores”.

https://theconversation.com/politica-espectaculo-la-intoxicacion-de-la-realidad-141395

¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Por qué o con qué intereses se ha buscado?

Aunque los antropólogos nos han demostrado que siempre ha permanecido más o menos mitigada la permanente voluntad política de la desinformación como manipulación interesada de la realidad, el filósofo italiano, Mauricio Ferraris, ha estudiado cómo en este nuevo populismo hay un salto histórico, el que va del posmodernismo televisivo a la posverdad digital de las redes. De este modo, mientras que el posmodernismo se extendió a través de la televisión, la posverdad lo hace a través de las redes digitales. ¿Por qué? Porque en esto se ha basado siempre el ejercicio del poder, de la voracidad del capitalismo o del autoritarismo político totalitario.

Como decía, se trata de un nuevo populismo de uno u otro signo cuyas fórmulas autoritarias se apoyan precisamente en la cultura digital, porque sus comunicaciones están fundadas preferentemente en los sentimientos o las emociones de las audiencias por encima de los datos empíricos.

¿Qué relación guarda con la filosofía de finales del siglo XX?

La base intelectual de la era de la posverdad está en la filosofía posmoderna de finales del XX, que estudiaron los filósofos franceses del grupo de Foucault, Lyotard, Derrida, o Braudillard. Sus ideas partían de la consideración de una sociedad más pluralista que tenía que reconocer a múltiples agentes de género, de minorías étnicas, etc. Ahí se empieza a cuestionar el concepto mismo de realidad objetiva con lo que también se cuestiona la noción de verdad, porque su terreno natural del final del siglo era la ironía, las apariencias, el distanciamiento y la fragmentación, como reacción a las verdades absolutas que habían arrojado tanta violencia en el sangriento siglo XX.

Inspirado por el estalinismo, el nazismo y el imperialismo capitalista, George Orwell dibujó el futuro del totalitarismo. Los protagonistas eran el abuso del poder, la manipulación de la realidad por los medios de comunicación y la expansión de la tecnología: el Gran Hermano. Los medios, y especialmente la televisión, son los grandes protagonistas de 1984.

Algo parecido hizo la escritora judía Anna Harendt, al escribir Los orígenes del totalitarismo, quien coincidió con Orwell en identificar los mecanismos de control: si todos aceptan la mentira impuesta por el Partido, la mentira pasará a la historia y se convertirá en verdad. Lo llamaron “control de la realidad” o el “doblepiensa”.

¿Cómo puede se debe/puede combatir ese pseudoperiodismo?

El oficio de informador debe volver a reivindicar, frente a la propaganda y la manipulación política, el realismo. El periodista debe volver a reivindicar y practicar la necesidad de la objetividad, la neutralidad y la independencia, y a través de su ejercicio volver a adquirir la credibilidad perdida.

¿Cómo podemos diferenciar qué es verdad y qué opinión?

Antes delimitábamos muy bien entre información y comunicación. El infotainment es híbrido, mezcla los bucles de imágenes, los directos, las entrevistas, los debates y los concursos. Los nuevos usuarios ya no distinguen entre los noticieros clásicos y los programas de infotainment.

La inflación de la oferta informativa, la liberalización de la televisión y sus contenidos que imitan la realidad han acabado convirtiendo el mundo en una ficción. A través de la proliferación de los talks shows, el infotainment ha consolidado ese nuevo paradigma de que no hay hechos solo opiniones. Pero debajo de cualquier manipulación sigue existiendo lo que solo son hechos veraces, aquellos que pueden ser captados por objetivos honestos, las cámaras documentales, los ojos observadores.

Esta hibridación del posmodernismo ha llegado a difuminar cualquier límite entre la información y entretenimiento, entre lo subjetivo y lo objetivo. Sin embargo, debemos de distinguir al menos en la docencia o en la educación entre la realidad y lo ficticio, lo real y lo falso, que es como la verdad y la mentira. Hay algo deliberado de ocultamiento en la mentira que el ciudadano debe conocer. Hay que volver a distinguir la comunicación de la información.

¿Todo esto puede tener que ver con rechazar una teoría materialista de la realidad para abordarla desde un supuesto relativismo?

Con la preeminencia de la opinión sobre la información de los hechos, resulta que todo es relativo. Una opinión legitima la contraria. El negacionismo de los efectos de la pandemia o responsabilizar a los emigrantes de ella. La victimización de los discursos nacionalistas. Resulta indiferente si dicen la verdad o mienten. Ya no cabe la distinción entre verdad y mentira porque todo acaba siendo opinable. El resultado no es solo la banalización de la realidad sino el involucionismo o el regreso de la propaganda frente a la información de los hechos. La intoxicación de la realidad como norma.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/entrevista-a-mario-garcia-de-castro-el-posmodernismo-ha-invadido-los-medios-de-comunicacion-las-universidades-y-la-vida-cultural/

Comparte este contenido:

El nuevo capataz

Por: Raúl Zibechi


¿Quién ocupaba la Casa Blanca el 15 de abril de 1961, cuando Estados Unidos intentó invadir Cuba?

¿Quién comandó “la más importante de las operaciones secretas de toda la historia de Estados Unidos”, como la califica Cuba Debate?

¿Quién alentó a la CIA a poner en marcha “una fuerza mercenaria organizada, financiada y armada por el gobierno de los Estados Unidos, proveniente de Guatemala y de la Florida”?

“La verdad es que ningún otro presidente le dio tanta importancia a la CIA como Kennedy constatarúa el ex director de la CIA William Colby en sus Memorias” (https://bit.ly/2JShRtp).

Fracasada la invasión en los combates en las arenas de Playa Girón, gracias al compromiso y la sangre de miles de cubanos, el clan Kennedy se dedicó a preparar nuevas invasiones a la isla revolucionaria, estableciendo en Miami la estación de la CIA más grande e importante del mundo.

Podríamos seguir hablando de John Kennedy a propósito, por ejemplo de la “crisis de los misiles” soviéticos en Cuba, o de la escalada en la presencia militar estadounidense en Vietnam. En los casi tres años que ocupó la presidencia, se registró un aumento exponencial de EEUU en el país asiático, pasando de varios centenares a 16 mil efectivos, lanzando una guerra que años después tocaría su apogeo. Kennedy también fue el creador del Cuerpo de Paz para acoger voluntarios dispuestos a “ayudar” a los países del tercer mundo.

John Kennedy pasaba por ser un hombre moderno, joven, un ícono de las aspiraciones de la juventud estadounidense de la época, pero también de la minoría negra. Era demócrata y ese partido siempre fue identificado como progresista, al lado claro de los republicanos.

Lo anterior, para colocar al futuro presidente Joe Biden en su justo lugar.

Recomiendo la lectura de un informe de la revista digital Rampant, de izquierda socialista, que comienza recordando que “Joe Biden no es solo un leal soldado del neoliberalismo, ha sido el arquitecto de gran parte del panorama político infernal de hoy” (https://bit.ly/2IjrtwR).

En la década de 1970, Biden “lideró la lucha contra la eliminación de la segregación en las escuelas”, siendo “el único miembro del Comité Judicial del Senado que bloqueó a dos personas negras designadas para el Departamento de Justicia”.
Según la publicación, “Biden votó en contra de la abolición del anacrónico y antidemocrático Colegio Electoral, una reliquia de la esclavitud, que instaló de manera antidemocrática tanto a Bush como a Trump”.

En la década de 1980, Biden se destacó por sus campañas contra el derecho al aborto y fue “uno de los arquitectos originales de la desastrosa Guerra contra las Drogas”. Defendió a los segregacionistas y supremacistas blancos, apoyó las reformas impositivas retrógradas de Reagan para favorecer a los ricos, mientras “abogó por recortes en la seguridad social”

En la década de 1990, Biden “se opuso a la igualdad de derechos para la comunidad LGBTQ”, fue diseñador del Plan Colombia, apoyó la desregulación del sistema financiero que facilitó la brutal concentración de riqueza y, según varios medios, realizó acoso a mujeres.

En los 2000 votó a favor de la Ley Patriota, apoyó la guerra en Irak, apoyó el apartheid y la limpieza étnica en Palestina. Se opone al servicio de salud Medicare para todos los estadounidenses, a la legalización de la marihuana y apoya las sanciones de Venezuela.

Los datos están ahí, y cada quien es libre de aceptarlos o rechazarlos, aunque creo que no admiten discusión.

Pensar que Biden es mejor que el fascista de Trump, es siempre una opción que, además, nos ayuda a sentirnos mejor. Algo tal vez necesario en estos momentos de pandemia y militarización crecientes.

Pero es una opción totalmente alejada de la realidad. De Barack Obama se dijo algo similar a lo que se decía de Kennedy, por el simple hecho de que en vez de ladrar, como Trump, sonríe, y es afrodescendiente. Bajo la presidencia de Obama se pergeñaron los golpes contra Fernando Lugo en Paraguay y Manuel Zelaya en Honduras, se dinamitó la “primavera árabe”, se produjeron los bombardeos israelíes sobre la franja de Gaza con más de 400 niños muertos y 2.400 heridos y EEUU apoyó activamente el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, el primer jefe de Estado egipcio surgido de elecciones. Faltan Libia, Siria y la brutal guerra en Yemen, entre otras agresiones.

Me sorprende lo fácil que es engañarnos ante la acumulación de evidencias. Si calificamos a Trump como fascista, ¿qué diríamos de Biden? ¿Y de Obama?

Mientras sigamos creyendo que alcanza con cambiar de mandones, seguiremos siendo prisioneros de los finqueros, que esos no cambian a menos que los expulsemos, recuperando la hacienda.

Fuente e imagen:  https://desinformemonos.org/el-nuevo-capataz/

Comparte este contenido:

Juez federal rechaza expulsión de niños migrantes en EE.UU.

El juez federal de Estados Unidos, Emmet Sullivan, emitió este miércoles una demanda contra el Gobierno de Donald Trump, con el objetivo de frenar la expulsión de niños migrantes desde la frontera de México.

El magistrado falló a favor de los menores no acompañados que eran sujetos a expulsión.

La demanda preliminar fue solicitada por grupos que demandaron en nombre de los niños a los que el Gobierno quiso expulsar antes de que pudieran solicitar asilo u otras protecciones bajo la ley federal. El Gobierno impuso el Título 42, que le permite a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos expulsar extranjeros arrestados en la frontera argumentando una emergencia sanitaria por la Covid-19.

La orden de Sullivan impide la expulsión solamente de niños que cruzan la frontera sin estar acompañados por uno de sus padres. Hasta la fecha, el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU) ha expulsado a más de 147.000 personas desde marzo, tanto adultos como niños.

Por su parte, el Gobierno de Trump ha argumentado ante los tribunales que debe expulsar a los niños que han cruzado recientemente la frontera, con o sin autorización, para impedir el contagio de agentes fronterizos y de inmigrantes detenidos.

Hasta el momento, el demócrata Joe Biden no se ha pronunciado respecto a la expulsión de inmigrantes por razones de salud pública. Se prevé que Biden anulará varias medidas de Trump que limitan el asilo como parte de una reforma más amplia de la inmigración.

Desde el comienzo de la pandemia, agentes fronterizos obligaron a muchas personas a regresar inmediatamente a México y detuvieron a otras en centros de detención u hoteles, a veces durante días o semanas.

Fuente e imagen:  https://www.telesurtv.net/news/juez-federal-rechaza-expulsion-ninos-migrantes-eeuu-20201118-0052.html

Comparte este contenido:
Page 1 of 9
1 2 3 9