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EEUU: La capitulación de la Universidad Columbia frente a Trump. La academia se postra ante la dictadura

Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (en inglés, International Youth and Students for Social Equality) condenan la rendición de la Universidad Columbia ante las demandas del Gobierno de Trump de imponer un régimen de censura en el campus.

Policías de la ciudad de Nueva York detienen a manifestantes contra el genocidio cerca del campus de la Universidad de Columbia en Nueva York, 30 de abril, 2024 [AP Photo/Craig Ruttle]

La administración universitaria anunció el viernes una serie de medidas de gran alcance como prohibir el uso de mascarillas en el recinto; la contratación de 36 “oficiales especiales” con el poder para sacar y arrestar a individuos; y la supervisión de los Departamentos de Estudios de Oriente Próximo, el Sur de Asia y África, así como el Centro de Estudios Palestinos, bajo un vicerrector nombrado por la universidad.

Además, la universidad anunció la adopción de una nueva definición de antisemitismo que incluye críticas a Israel y “ciertos dobles estándares aplicados a Israel”, una formulación que busca mezclar el antisionismo con el antisemitismo y reprimir la oposición a los crímenes del Estado israelí.

Las acciones tomadas por Columbia tienen vastas implicaciones para la libertad de expresión y los derechos democráticos, no solo en su propio campus sino en todo el sistema de educación superior en los Estados Unidos. Como escribió el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, en una declaración en X:

Una versión trumpiana estadounidense de lo que los nazis llamaron Gleichschaltung, la subordinación oficial de la vida intelectual y cultural a la ideología nazi, está siendo implementada por las principales universidades “liberales” estadounidenses.

Estas medidas no fueron impuestas a la fuerza a la universidad a través de coerción política ni una orden judicial. Fueron adoptados por la propia universidad, voluntariamente, con el fin de ganar el apoyo de Trump para la restauración de $400 millones en fondos federales que retuvo para forzar estos cambios. Columbia está actuando como un cómplice voluntario, trabajando mano a mano con el Estado para atacar a los estudiantes que protestan contra el genocidio respaldado por Estados Unidos en Gaza.

El 10 de marzo, el Gobierno de Trump envió una carta a más de 60 instituciones académicas, incluida Columbia, declarándolas bajo investigación por “acoso y discriminación antisemita” y amenazando con nuevas medidas policiales y recortes de fondos. Apenas tres días después, Columbia anunció que había suspendido, expulsado o revocado los títulos de 22 estudiantes involucrados en la ocupación pacífica de Hamilton Hall.

Columbia también facilitó la captura de Mahmoud Khalil, quien fue secuestrado de su residencia cerca de la universidad el 8 de marzo y ha pasado las últimas dos semanas en un centro de detención en Louisiana, amenazado con la deportación. En su carta desde la cárcel publicada la semana pasada, Khalil escribió:

Las presidentas de Columbia, [Minouche] Shafik, [Katrina] Armstrong y Dean Yarhi-Milo sentaron las bases para que el Gobierno de los Estados Unidos me atacara disciplinando arbitrariamente a los estudiantes propalestinos y permitiendo que las campañas virales de doxing, basadas en el racismo y la desinformación, se mantuvieran fuera de control.

Antes de su arresto, Khalil había escrito a Columbia pidiendo ayuda contra las provocaciones derechistas de un profesor universitario. Fue ignorado.

Las universidades de todo el país están asumiendo el papel de ejecutoras de la represión estatal, arrestando a estudiantes, vigilando las protestas y castigando las expresiones de oposición al genocidio respaldado por Estados Unidos en Gaza. Esto comenzó bajo la Administración de Biden, que respondió a la erupción de las protestas universitarias el otoño pasado alentando la represión policial.

En la Universidad de Cornell, la Administración intentó suspender al estudiante de posgrado y ciudadano británico-gambiano Momodou Taal por su participación en una protesta pacífica el otoño pasado, lo que habría llevado a su deportación. Esta acción creó las condiciones para el intento de Trump, en los últimos días, de capturar y deportar a Taal como represalia por su presentación de una demanda federal que desafiaba las órdenes ejecutivas de Trump como ilegales e inconstitucionales.

La dirección de la Universidad de Michigan pidió a la fiscala general demócrata Dana Nessel que presentara cargos penales contra 11 manifestantes estudiantiles propalestinos, como parte de un esfuerzo más amplio, liderado por los demócratas en Michigan, para criminalizar la oposición a la guerra y el genocidio. Más recientemente, la Universidad de Tulane ha presentado cargos disciplinarios contra siete estudiantes por participar en protestas fuera del campus exigiendo la libertad de Khalil.

La capitulación de Columbia y otras universidades ante la Administración Trump no puede explicarse simplemente por la cobardía de sus administradores, aunque ciertamente son cobardes. En las últimas cuatro décadas, la financiarización de la economía estadounidense y el dominio de la vida social por parte del mercado de valores han dado lugar a una nueva clase media-alta extremadamente rica. Esta capa, intelectualmente corrupta y separada de cualquier tradición democrática seria, ahora domina la cúpula de las universidades de élite.

Los fondos de Columbia llegaron a la asombrosa cifra de 14.800 millones de dólares al 30 de junio de 2024, con casi el 80 por ciento de sus inversiones vinculadas a fondos de cobertura, capital privado y acciones globales. La universidad está profundamente arraigada en el mundo de las altas finanzas.

Además, la presidenta interina Katrina Armstrong, que recibe más de $1 millón al año en salario, y la Junta Directiva están estrechamente vinculados al Partido Demócrata. De los $4.1 millones en contribuciones políticas hechas por los fideicomisarios de Columbia durante los ciclos electorales de 2020 y 2024, el 88 por ciento fue a los demócratas. Solo el miembro de la junta, Adam Pritzker de la multimillonaria familia Pritzker donó casi $1 millón a la campaña de 2024 de Kamala Harris.

El exsecretario de Seguridad Nacional de Obama, Jeh Johnson, ahora socio del bufete de abogados Paul Weiss, forma parte de la Junta Directiva de Columbia junto con importantes financieros, directores ejecutivos y agentes políticos.

Significativamente, el bufete de abogados de Johnson, Paul Weiss, recientemente hizo su propia capitulación abyecta ante la Administración de Trump, anunciando un acuerdo con la Casa Blanca para proporcionar servicios legales pro bono por valor de $40 millones para causas seleccionadas por la Administración de Trump a cambio de la exención de una de las órdenes ejecutivas de Trump dirigidas a bufetes de abogados y abogados. Un bufete de abogados que se adapta a las demandas del Estado deja de funcionar como defensor y se convierte en un instrumento de represión política.

Lo que se está exponiendo a través de estos desarrollos es que no existe una base de apoyo seria para la defensa de la democracia dentro del Estado, el Partido Demócrata ni cualquiera de las instituciones de la llamada “sociedad civil”. Trump no está actuando solo. Su asalto a los derechos democráticos se está llevando a cabo con la colaboración activa de ambos partidos, los tribunales, los medios de comunicación, las universidades y la élite corporativa.

Hace apenas una semana, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, aseguró la aprobación de un proyecto de ley presupuestario para financiar al mismo Gobierno que está implementando un plan sistemático para imponer una dictadura. El Partido Demócrata, independientemente de sus desacuerdos tácticos con la Administración de Trump centrados en la política exterior, es un partido de Wall Street y sectores privilegiados de la clase media-alta.

Lo que está ocurriendo ahora va mucho más allá del mccarthismo de la década de 1950. Es un asalto coordinado a los derechos democráticos más fundamentales de toda la población.

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS) llaman a la más amplia oposición a este asalto a los derechos democráticos. Pero esta batalla no se puede librar solo en las universidades. La única base para la defensa de los derechos democráticos es la movilización política de la clase trabajadora, la gran mayoría de la población, independiente de ambos partidos capitalistas y basada en un programa socialista.

La clase obrera es una fuerza inmensamente poderosa, que puede derrocar al capitalismo y reestructurar la sociedad sobre la base del socialismo. El giro de la oligarquía capitalista a la dictadura está inextricablemente conectado con la guerra que se libra contra la clase trabajadora, en forma de asalto masivo a los programas sociales, el despido masivo de trabajadores federales y la eliminación de todas las regulaciones sobre las ganancias corporativas.

La abolición de la libertad de expresión en los campus universitarios será seguida por pasos para ilegalizar las huelgas y otras formas de protesta contra la explotación empresarial. Al mismo tiempo, está relacionado con una enorme escalada de la guerra imperialista, que ahora toma la forma de la expansión del genocidio y una guerra más amplia en todo Oriente Próximo, junto con los preparativos para la guerra contra China.

El JEIIS, el movimiento estudiantil y juvenil del Partido Socialista por la Igualdad, está luchando por construir un movimiento de jóvenes que esté orientado a una lucha por construir un movimiento en la clase trabajadora, en oposición a todo el establishment político, incluido el Partido Demócrata y todos sus apologistas y defensores.

Instamos a los estudiantes: ¡Asuman esta lucha! ¡Únanse al JEIIS!

(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de marzo de 2024)

https://www.wsws.org/es/articles/2025/03/25/pers-m25.html

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Represión trumpista de la educación

Por: Héctor Meléndez

No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses.

La orden ejecutiva de Donald Trump para cancelar fondos del gobierno federal a instituciones en que se enseñe la ‘Teoría crítica de la raza’ (Critical Race Theory) promete numerosos desafíos en los tribunales. Como otras órdenes que emitió, luce que se empantanará en objeciones legales y confrontará problemas prácticos para aplicarse, entre otras cosas por lo inexacta y confusa que es, como si hubiese sido formulada a la ligera.
La fiereza de la nueva administración en sus primeros días sugiere una angustiosa resistencia del Estado norteamericano a aceptar su disminución en el mundo. Trump abandona el interés usual en el consenso en las relaciones políticas y genera relaciones de antagonismo comercial y diplomático con otros países. Concentra esfuerzos en Latinoamérica y el Caribe, históricamente la zona más oprimida y controlada por Estados Unidos. En política interior intenta desmantelar a toda velocidad el sistema que empezó FD Roosevelt, que en el último medio siglo se hizo predominante, de incluir los afroamericanos y pobres en un clientelismo social de abundantes subsidios y amplia burocracia federal, en un ‘estado benefactor’ agrandado.
Varios autores acuñaron en los años 70 y 80 el nombre ‘teoría crítica racial’, si bien continuaban antiguas y amplias discusiones sobre la cuestión afroamericana y la sociedad estadounidense. Argumentan que el racismo no es simplemente un ‘prejuicio’ personal, sino que está en la formación misma de instituciones principales de Estados Unidos. En Estados Unidos esta idea es escandalosa, pero para muchos alrededor del mundo es evidente.
Desde hace largas décadas las discusiones sobre sociedad e historia admiten que la opresión racial es parte de la cultura de la nación norteamericana, la cual instaló un ‘colonialismo interno’, ya que sus plantaciones de esclavos no estaban fuera del país (como en los casos de Gran Bretaña, Francia, etc.), sino dentro.
Textos como The Black Jacobins (1938), de CLR James, Capitalism and Slavery (1944) de Eric Williams, y How Europe Underdeveloped Africa (1973), de Walter Rodney, aumentaron la conciencia de que la opresión de los negros ha sido inseparable de la historia moderna y de Occidente. Después siguió un torrente de investigaciones, publicaciones y cursos académicos en Norte y Latinoamérica, el Caribe, África y Europa.
Asimismo, el conocimiento científico, e incluso la cultura general, ya admiten que desde hace milenios la división social del trabajo y el desarrollo tecnológico producen un excedente cada vez mayor que hace posible el progreso histórico, y las clases dominantes suelen apropiarse. El capitalismo occidental es un perfeccionamiento de este mecanismo, especialmente por expandir la actividad financiera como nunca antes.
La teoría que ve el progreso –el conocido– inseparable de la explotación del trabajo, inicialmente elaborada por Karl Marx, ya no es tabú y ha enriquecido las ciencias sociales e incluso las naturales. Ha incidido en los temas del colonialismo, la formación del sistema global, y la extraordinaria experiencia del trasiego y trabajo de africanos esclavizados, entre los siglos XV y XIX, en un vasto mercado que incluyó África, las Américas y Europa occidental y en que participó gran cantidad de gobiernos, bancos, empresas, y las iglesias católica y protestante. Estuvo en la base de la era moderna.
El presente, pues, encierra un complejo ‘pasado’ lleno de contradicciones. Por ejemplo, las naciones americanas actuales no existirían sin el sometimiento y el genocidio de las sociedades indígenas, desde el tiempo de Cristóbal Colón, en el Caribe, Centroamérica, México, los países andinos suramericanos y el resto del hemisferio. En Estados Unidos, el crecimiento industrial, financiero y militar del norte no hubiese sido posible sin las plantaciones esclavistas del sur –el algodón iba a la industria de ropa en Inglaterra– que producían riqueza que se convertía en dinero y en actividad bancaria que financió la expansión del norte.
Parece que muchos votantes de Trump, a los cuales éste quiere cumplir lo prometido, se sienten ofendidos al escuchar estas duras realidades, que resultan claras una vez se les estudia y desmontan la historia tradicional oficial idealista y ‘blanca’. Creen que comprender la historia de manera crítica es un ‘racismo contra los blancos’.
No debe subestimarse que Trump reproduzca esta actitud infantil atacando la libertad de expresión y de cátedra y la discusión sobre la sociedad y la historia, en una suerte de regreso a la represión medieval del conocimiento y del debate de ideas libre e informado. El temor a la discusión delata la crisis de Estados Unidos, cuyo actual declive –junto al de Occidente– en el mercado mundial hace aflorar muchas inseguridades.
La orden de suprimir la ‘teoría crítica’ confirma la sensación de que Trump expone el racismo más crudamente que otros presidentes y políticos de Washington, al menos desde que en los 70 se hizo políticamente incorrecto ser racista, y alimenta la ignorancia e impulsividad de grupos supremacistas blancos.
Si Trump persigue liberar las contribuciones intelectuales y los debates sociales del paternalismo y los subsidios del gobierno, su forma de hacerlo es bastante torpe.
Pero, de nuevo, la orden encontrará obstáculos para aplicarse en la práctica, cuando menos referentes al derecho a la libre expresión. Es confuso además si persigue suprimir las específicas lecturas que en los 70 y 80 se llamaron Critical Race Theory, o más ampliamente la enseñanza de la historia y del carácter contradictorio y complejo del proceso social, que durante siglos ha incluido opresión de pueblos y explotación del trabajo y de la mujer. En cualquier caso sería una involución reaccionaria.
No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses. Trump lo expone crudamente también con la deportación de miles de inmigrantes latinoamericanos en pocos días, de forma destemplada y carente de consideraciones legales y humanitarias en muchos casos. Ha sido como el traslado de ganado, en vez de seres humanos.
Las ordenanzas de Trump, y la forma en que se anuncian y ejecutan, han agudizado la tensión nerviosa y moral de la sociedad. Puede preverse que restarán aún más solvencia a Estados Unidos.

Fuentes: Rebelión – Imagen: Manifestantes afrodescendientes de EE.UU. Crédito: Bettmann / Ernest C. Withers. 1968

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Migrantes realizan movilizaciones en EE.UU en repudio a las políticas migratorias de Trump: “Un día sin latinos”

Estallan protestas en EU

Por  Ricardo Roura

Miles de personas protestaron la tarde de este domingo en el centro de Los Ángeles contra la política de deportaciones a la comunidad migrante impuesta por el Presidente Donald Trump.

La protesta comenzó alrededor de las 9:00 horas de la mañana en la Placita Olvera, en el área del centro de Los Ángeles, después de ser organizada y promovida en las redes sociales.

A las 11:30 horas, ya se contaban en miles las personas reunidas para la manifestación, que crecía todavía más mientras la columna avanzaba hacia la sede del Ayuntamiento de Los Ángeles.

Cerca del mediodía, los manifestantes se dirigieron hacia los carriles en dirección sur del Freeway 101, en la salida de Alameda Street, en el centro de Los Ángeles, lo que ocasionó problemas de tráfico en ambos lados de la carretera, así como en las calles Spring, Main, Aliso y Arcadia, en el centro de la ciudad, reportó el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) en las redes sociales.

Los retrasos en el tráfico comenzaban a incrementarse en el centro de Los Ángeles, en el área del Crypto.com Arena, donde algunas calles estaban cerradas para la entrega de los Premios Grammy, la tarde de este domingo.

Pero los carriles del Freeway 101 se reabrieron alrededor de la 1:20 horas de la tarde, cuando los manifestantes regresaban a las calles.

Entre los manifestantes, había quienes llevaban carteles en contra de las medidas de inmigración impuestas por Donald Trump desde que asumió la presidencia de Estados Unidos, el 20 de enero.

“El verdadero criminal está en la Casa Blanca” y “Jesús dijo: ‘Ama a tu prójimo’, no lo deporten”, eran mensajes que se presentaban en algunos de los carteles que llevaban los manifestantes, que también llevaban banderas de México y Estados Unidos.

Ante las protestas, el LAPD, que calificó la manifestación como “no permitida”, estableció cierres en varias calles en el centro de la ciudad, como Spring Street entre Temple Street y 1st Street.

Tan pronto llegó a la presidencia, Donald Trump firmó una serie de órdenes ejecutivas que otorgó a los militares un mayor número de efectivos en la frontera sur entre Estados Unidos y México, además de reducir restricciones impuestas previamente contra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

De acuerdo con las políticas impuestas por Trump, agentes de ICE pueden arrestar a inmigrantes, por posibles deportaciones, en lugares como escuelas, hospitales y lugares de culto religioso.

“Esta acción empodera a los valientes hombres y mujeres de CBP y de ICE para hacer cumplir nuestras leyes de inmigración y atrapar a los extranjeros criminales, incluidos asesinos y violadores, que han ingresado ilegalmente a nuestro país”, declaró el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

“Los criminales ya no podrán esconderse en las escuelas e iglesias de Estados Unidos para evitar ser arrestados. La administración Trump no les atará las manos a nuestras valientes fuerzas del orden y, en cambio, confía en que usen el sentido común”, agregó.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) ha entregado entre sus estudiantes las “tarjetas rojas” para que conozcan sus derechos como inmigrantes y cómo responder en caso de que sean abordados por un agente de ICE.

La DEA en Los Ángeles señaló la semana pasada en las redes sociales que cooperaba con las fuerzas del orden federal en la aplicación de las leyes de inmigración, además de divulgar redadas de ICE en Riverside, Pomona y San Diego.

El Departamento de Policía Escolar de Los Ángeles (LASPD) hizo pública una declaración para aclarar que no participaría en redadas con ICE y reafirmó su postura de proporcionar un entorno seguro para todos los estudiantes sin importar su origen étnico.

Movilizaciones en más ciudades de EU y Canadá

Diversas ciudades de Estados Unidos se unieron a las protestas contra las políticas migratorias de Trump. Las manifestaciones se realizaron en Los Ángeles, Houston, Dallas, San Diego y Oregón, con pancartas y banderas mexicanas.

Los manifestantes exigieron el fin de las deportaciones masivas y el respeto a los derechos de los migrantes. También pidieron la detención de personas en bases militares.

De manera simultánea, en Toronto, Canadá, los asistentes a un partido de baloncesto entre Raptors y Clippers abuchearon el himno nacional de Estados Unidos como acto de rechazo a la embestida de aranceles del 25 por ciento.

Mientras tanto, se registraron enfrentamientos pacíficos entre manifestantes y autoridades en Salem, Oregón, quienes intentaron evitar arrestos.

Además, miles de personas se congregaron en Houston, Texas, para exigir un trato justo a los migrantes y criticaron las políticas de detención.

Conductores de automóviles mostraron apoyo a las protestas tocando sus bocinas y aumentando la velocidad de sus vehículos.

SIN EMBARGO

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Trump planea orden para reducir el Departamento de Educación.

Por: Noelia Orozco

El gobierno de Trump está preparando una orden ejecutiva para desmantelar el Departamento de Educación, aunque los detalles aún se están elaborando, informaron dos medios de comunicación el lunes.

El Wall Street Journal fue el primero en informar que la orden podría “cerrar todas las funciones de la agencia que no estén escritas explícitamente en la ley o trasladar ciertas funciones a otros departamentos”, citando fuentes anónimas familiarizadas con el asunto. Del mismo modo, The Washington Post informó que la orden no aboliría directamente la agencia, sino que “ordenaría a la agencia comenzar a disminuirse a sí misma”, citando a tres personas que fueron informadas sobre la orden.

Otras fuentes familiarizadas con las conversaciones sobre la orden informaron a Inside Higher Ed ya desde el viernes que la orden al menos dirigiría al Secretario de Educación a idear un plan para dividir el departamento. Aún no se ha firmado ninguna orden ejecutiva, pero un funcionario de la Casa Blanca le dijo al Post que una está en proceso para más adelante este mes y “cumplirá la promesa de campaña de Trump de desfinanciar el departamento”.

Fuentes dijeron al Journal y al Post que la Casa Blanca debería esperar a que Linda McMahon, la nominada por Trump para dirigir el Departamento de Educación, sea confirmada. Pero el Senado aún no ha programado ni siquiera una audiencia a nivel de comité, mucho menos una votación de confirmación.

El viernes, cuando comenzaron los rumores entre legisladores, grupos de presión de la educación superior y defensores sobre el potencial de tal orden, Inside Higher Ed se puso en contacto con el Departamento de Educación pero fue redirigido a la Casa Blanca. Un portavoz de la Casa Blanca luego declinó hacer comentarios en el registro.

Solo el Congreso puede deshacerse de la agencia, por lo que la orden ejecutiva en su mayoría sería una táctica de mensajería. Pero la administración de Trump puede tomar otras medidas para reducir la agencia a una cáscara de lo que es, desde recortar personal hasta detener algunos programas.

Ya, la administración ha puesto a decenas de empleados del Departamento de Educación en licencia remunerada. Y el Post informó que algunos empleados en el Departamento de Eficiencia Gubernamental de la administración Trump, que no es un departamento a nivel de gabinete sino una iniciativa dirigida por el multimillonario Elon Musk, tienen acceso a un “conjunto de datos de ayuda financiera que contiene la información personal de millones de estudiantes inscritos en el programa federal de ayuda estudiantil”.

Aaron Ament, presidente de Student Defense, un grupo de defensa legal, dio la alerta sobre el intento de Trump de desmantelar el departamento tras los informes de los medios.

“Cerrar efectivamente el Departamento de Educación a través de una acción ejecutiva o despidos masivos es una receta a corto plazo, profundamente impopular para el caos y la confusión”, dijo Ament en un comunicado. “Disruptirá las vidas de los estudiantes en todo el país. Y tratar de hacerlo sin el Congreso es claramente ilegal y anticonstitucional. Ya estamos explorando opciones para detener este exceso inconstitucional”.

Los republicanos han apuntado al Departamento de Educación para su destrucción desde que fue creado, pero hasta ahora, ningún plan para reducir significativamente la presencia de la agencia ha tenido éxito. Pocos expertos creen que la administración de Trump tendrá éxito esta vez en desmantelar el Departamento de Educación. (Durante su primer mandato, Trump propuso fusionar los Departamentos de Educación y Trabajo).

LEAR  El plan de Trump para destruir nuestro gobierno: Timothy Snyder

Pero expertos en política de educación superior reconocen que el impulso se está construyendo hacia la idea, especialmente después de que la administración de Biden perdonara miles de millones en préstamos estudiantiles federales, trabajara para expandir los derechos de los estudiantes transgénero y manejara mal el lanzamiento del Formulario de Ayuda Federal para Estudiantes del 2024-25. La versión más reciente del FAFSA está en camino, aunque ex funcionarios del departamento advierten que las interrupciones en el departamento podrían deshacer ese progreso.

Intentar deshacer el Departamento de Educación plantea más preguntas para los administradores y defensores de la educación superior que ya están luchando por entender las implicaciones de las primeras dos semanas de Trump en el cargo. Los movimientos, desde apuntar a la financiación de programas de diversidad, equidad e inclusión hasta una pausa en las becas de investigación, han causado confusión en los campus.

Los interesados de colegios y universidades se preocupan de que abolir el Departamento de Educación podría ser catastrófico para las instituciones y los estudiantes. Los funcionarios estatales de educación superior, los administradores universitarios, los grupos de defensa sin fines de lucro y los estudiantes dependen del Departamento de Educación para supervisar la ayuda federal para estudiantes, administrar la cartera de préstamos estudiantiles, investigar quejas de derechos civiles y asignar miles de millones de dólares en ayuda institucional, entre otras operaciones. Más de 4,000 personas trabajan para la agencia, que tiene un presupuesto discrecional de $80 mil millones.

Varios expertos han dicho que cualquier esfuerzo para dividir el departamento probablemente dejaría sus programas en su lugar. Por ejemplo, legisladores y grupos de expertos conservadores han propuesto trasladar los programas de ayuda federal para estudiantes del departamento, incluida la Beca Pell y la gestión de préstamos estudiantiles, al Departamento del Tesoro, mientras que la Oficina de Derechos Civiles se trasladaría al Departamento de Justicia.

Los críticos del departamento argumentan que la existencia de la agencia viola la Constitución porque el documento no menciona la educación. También dicen que la orden es un ejemplo principal de la pompa federal. Trump dice que la agencia ha crecido demasiado y interfiere en asuntos que sería mejor dejar en manos de las autoridades locales y estatales. En cambio, quiere devolver la educación a los estados, aunque aún no ha explicado cómo lo haría.

https://www.hoy.com.ni/2025/02/04/trump-planea-orden-para-reducir-el-departamento-de-educacion/

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EEUU: Los campus aconsejan a los estudiantes internacionales que regresen por el día de la inauguración

Por  Johanna Alonso

En 2017, días después de su toma de posesión, el presidente electo Donald Trump prohibió a los inmigrantes y visitantes no inmigrantes de siete naciones mayoritariamente musulmanas ingresar a los EE.

Al menos tres universidades han alentado a sus estudiantes y empleados internacionales a regresar de las vacaciones de invierno antes de la inauguración del presidente electo Donald Trump el 20 de enero, debido a la preocupación de que podría usar sus primeros días en el cargo para emitir órdenes ejecutivas que les impiden regresar.

La Oficina de Asuntos Globales de la Universidad de Massachusetts Amherstst de la Universidad de Massachusetts compartió un aviso de viaje de vacaciones, señalando que no era un requisito o una política oficial, y recomendando que esas personas regresen antes del Día de la Inauguración.

“Según la experiencia previa con las prohibiciones de viaje que se promulgaron en la primera Administración Trump en [2017], la Oficina de Asuntos Globales está haciendo este aviso con mucha precaución para evitar cualquier posible interrupción del viaje a los miembros de nuestra comunidad internacional,” la oficina escribió en Instagram. “No podemos especular sobre cómo se verá una prohibición de viajar si se promulga, ni podemos especular sobre qué países o regiones particulares del mundo pueden o no verse afectados

El mensaje decía que la universidad permitiría a los estudiantes internacionales que viven en el campus regresar temprano a la vivienda de su campus si es necesario para acomodar la solicitud.

Otras instituciones, incluyendo el Instituto de Tecnología de Massachusetts y la Universidad Wesleyan, enviaron avisos similares a sus estudiantes internacionales.

“La forma más segura de evitar dificultades para volver a ingresar al país es estar físicamente presente en los Estados Unidos el 19 de enero y los días posteriores del semestre de primavera, escribió la Oficina de Asuntos Estudiantiles Internacionales de Wesleyanans en un correo electrónico el lunes pasado.

En el mensaje del MIT, la universidad señaló que los estudiantes deben evitar tomar decisiones basadas en rumores o especulaciones sobre qué políticas puede pasar la nueva administración, pero sugirió que los estudiantes deben ser conscientes de que las nuevas políticas de inmigración o viajes podrían promulgarse ya en enero. 20. El mensaje también señaló que ciertas órdenes ejecutivas podrían afectar a la fuerza laboral en las embajadas y consulados de los Estados Unidos en el extranjero, instando a los estudiantes a tener en cuenta la posibilidad de retrasos y otros contratiempos al solicitar nuevas visas de entrada.

Temiendo una repetición de 2017

Las preocupaciones de institutions’ parecen centrarse en el potencial de una prohibición de viajar como la de Trump promulgada en enero de 2017. En el séptimo día de su primer mandato, Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe a los inmigrantes y viajeros no inmigrantes de siete naciones mayoritariamente musulmanas ingresar a los Estados Unidos durante 90 días. La orden también lanzó una revisión y revisión del proceso de investigación para las personas que vienen de esas naciones.

Varios estudiantes y profesores que estaban realizando investigaciones o de vacaciones fuera de los Estados Unidos no pudieron regresar. En ese momento, el sistema UMass era una de las múltiples instituciones que anunció que ayudaría estudiantes y empleados que quedaron varados. Los principales administradores de UMass Dartmouthoks hablaron enérgicamente contra la prohibición de viajar después de que dos miembros de la facultad, ambos residentes permanentes legales de los Estados Unidos, fueron detenidos durante tres horas en el Aeropuerto Internacional Logan de Boston, antes de ser liberados.

“Ahora que nuestros colegas están a salvo, queremos tener claro que creemos que la orden ejecutiva no hace nada para hacer que nuestro país sea más seguro y representa una ignorancia vergonzosa e indiferencia hacia los valores que tradicionalmente han hecho de Estados Unidos un faro de libertad y esperanza,” canciller interino Peyton R. Helm y el entonces proveedor Mohammad Karim escribieron en un comunicado.

La orden ejecutiva fue ampliamente criticada no solo por destrozar las vidas y las familias de muchos inmigrantes, sino también por su orientación contradictoria con respecto a los titulares de la tarjeta verde, que fue resuelto unos días después de que se firmó por primera vez.

https://www.insidehighered.com/news/global/international-students-us/2024/11/26/international-students-told-return-campus-jan-20

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Ni Trump ni Biden

Por: Ángel Guerra Cabrera

Así titula Pedro Brieger su columna semanal. Se fue Donald Trump –dice– y todo el mundo se pregunta qué cambiará en el vínculo entre Estados Unidos y América Latina…

Trump no es ningún chiflado… como tampoco comenzó una guerra por un arrebato personal… Más bien lo contrario, sus deseos de figurar –y tal vez la intención de obtener el premio Nobel de la Paz– lo llevaron a encontrarse con Kim Jong-un, el dirigente máximo de la República Popular Democrática de Corea… Si fuera solamente por sus bravuconadas, mentiras o dislates, el Partido Republicano no le hubiera permitido a Trump ser candidato o acceder a la presidencia… gran parte del partido lo siguió –y sigue– en sus denuncias de fraude…

…No se puede analizar al presidente Biden por su bonhomía o su conocimiento de la región. No se trata de saber quién es más simpático o tiene un tono cordial. Reflotar la Doctrina Monroe… no fue un capricho de Trump, como tampoco abandonar la Organización Mundial de la Salud o trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Trump concretó lo que otros proclamaban y le gustaba jactarse de eso… El reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela por el nuevo secretario de Estado, Anthony Blinken… es la cabal demostración de que la intención de derrocar a Nicolás Maduro es compartida por el Partido Republicano y el Demócrata, aunque pueda haber matices en la forma ( www.nodal.am)

El país donde la libertad es una estatua

Nos recuerda Vijay Prashad la anterior aseveración, hecha por el gran poeta chileno Nicanor Parra en 1972, cuando el gobierno de Salvador Allende recibía la presión asesina de parte de Washington. Comenta: el 6 de enero… un grupo de lo que parecían ser personajes de un programa de fantasía de televisión tomaron posesión del Capitolio… A pesar de gastar más de un billón de dólares en su ejército, servicios de inteligencia y policía, su gobierno se vio invadido por la horda de fanáticos de Donald Trump… Lo que mostraron claramente es que hay una grave división en Estados Unidos, que debilita la capacidad de las élites para ejercer su dominio sobre el planeta (rebelion.org). Mirar al Sur comparte esta afirmación.

Fuente: https://rebelion.org/mirar-al-sur-2/

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Trump no tomará cianuro

Por: Boaventura de Sousa Santos

Como sistema político y social, Estados Unidos está en un momento de bifurcación, un momento característico de los sistemas alejados de los puntos de equilibrio.

Trump no es Hitler, Estados Unidos no es la Alemania nazi, ningún ejército invasor está en camino a la Casa Blanca. A pesar de todo eso, no es posible evitar una comparación entre Trump en estos últimos días y los últimos días de Hitler. Hitler en su búnker, Trump en la Casa Blanca. Los dos, habiendo perdido el sentido de la realidad, dan órdenes que nadie cumple y, cuando son desobedecidos, declaran traiciones que alcanzan a los más próximos e incondicionales: Himmler, en el caso de Hitler; Mike Pence, en el caso de Trump. Así como Hitler se negó a creer que el Ejército Rojo soviético estaba a diez kilómetros del búnker, Trump se niega a reconocer que perdió las elecciones. Las comparaciones terminan aquí. A diferencia de Hitler, Trump no ve llegado su final político y, mucho menos, se retirará a su habitación para, junto con su esposa, Melania Trump, ingerir cianuro y, conforme el testamento, incinerar sus cuerpos fuera del búnker, es decir, en los jardines de la Casa Blanca. ¿Por qué no lo hace?

 

Al final de la guerra, Hitler se sintió aislado y profundamente desilusionado con los alemanes por no haber sabido estar a la altura del gran destino que les tenía reservado. Como diría Goebbels, también en el búnker: «El pueblo alemán eligió su destino y ahora sus pequeñas gargantas están siendo cortadas». Por el contrario, Trump tiene una base social de millones de estadounidenses y, entre los más fieles, se encuentran grupos de supremacistas blancos armados y dispuestos a seguir al líder, incluso si la orden es invadir y vandalizar la sede del Congreso. Y, lejos de ser pesimista respecto a ellos, Trump considera a sus seguidores los mejores estadounidenses y grandes patriotas, aquellos que harán America great again. Hitler sabía que había llegado su fin y que su final político también sería su final físico. Lejos de eso, Trump cree que su lucha verdaderamente comienza ahora, porque solo ahora será convincentemente una lucha contra el sistema.

Mientras que muchos millones de estadounidenses quieren pensar que el conflicto ha llegado a su fin, Trump y sus seguidores desean mostrar que ahora comenzará, y continuará hasta que Estados Unidos les sea devuelto. Joe Biden se equivoca cuando, al ver la vandalización del Congreso, afirma que eso no es Estados Unidos. Sí lo es, porque Estados Unidos es un país que no solo nació de un acto violento (la matanza de los indios), sino que fue a través de la violencia que se dio todo su progreso, traducido en victorias de las que el mundo tantas veces se sintió orgulloso, desde la propia unión de Estados «Unidos» (620,000 muertos en la guerra civil), hasta la luminosa conquista de los derechos civiles y políticos por parte de la población negra (numerosos linchamientos, asesinatos de líderes, siendo Martin Luther King. Jr. el más prominente), como sigue siendo el país donde fueron asesinados muchos de los mejores (según ellos) líderes políticos electos, desde Abraham Lincoln hasta John Kennedy. Y esta violencia ha dominado tanto la vida interna como toda su política imperial, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial. Que lo digan los latinoamericanos, Vietnam, los Balcanes, Irak, Libia, los palestinos, etcétera.

Joe Biden también se equivoca cuando dice que la pesadilla ha llegado a su fin y que ahora se reanudará el camino de la normalidad democrática. Por el contrario, Trump tiene razón al pensar que todo está empezando ahora. El problema es que él, contrariamente a lo que piensa, no controla lo que va a empezar y, por este motivo, los próximos años tanto pueden serle favorables, llevándolo de vuelta a la Casa Blanca, como pueden dictar su fin, un triste final. Como sistema político y social, Estados Unidos está en un momento de bifurcación, un momento característico de los sistemas alejados de los puntos de equilibrio, en los que cualquier pequeño cambio puede producir consecuencias desproporcionadas. Resulta, por tanto, aún más difícil de lo habitual predecir lo que sucederá. A continuación, identifico algunos de los factores que pueden causar cambios en una u otra dirección: desigualdad y fragmentación, primacía del derecho y Stacey Abrams.

Desigualdad y fragmentación

Desde la década de 1980, la desigualdad social ha ido en aumento, tanto que Estados Unidos es hoy el país más desigual del mundo. La mitad más pobre de la población tiene actualmente solo el 12% del rendimiento nacional, mientras que el 1% más rico tiene el 20% de ese rendimiento. En los últimos cuarenta años el neoliberalismo ha dictado el empobrecimiento de los trabajadores estadounidenses y destruyó las clases medias. En un país sin servicio público de salud y sin otras políticas sociales dignas de ese nombre, uno de cada cinco niños pasa hambre. En 2017, uno de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años (3.5 millones de personas) había pasado en los últimos doce meses por un período sin un lugar donde vivir (homelessness). Adoctrinados por la ideología del «milagro americano» de las oportunidades y viviendo en un sistema político cerrado que no permite imaginar alternativas al statu quo, la política de resentimiento, que la extrema derecha es experta en explotar, ha hecho que los estadounidenses victimizados por el sistema consideren que el origen de sus males estaba en otros grupos aún más victimizados que ellos: negros, latinos o inmigrantes en general.

Con la desigualdad social, aumentó la discriminación étnico-racial. Los cuerpos racializados son considerados inferiores por naturaleza; si nos hacen daño, no hay que discutir con ellos. Tienes que neutralizarlos, depositándolos en cárceles o matándolos. Estados Unidos tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo (698 presos por cada 100,000 habitantes). Con menos del 5% de la población mundial, EE. UU. tiene el 25% de la población carcelaria. Los jóvenes negros tienen cinco veces más probabilidades que los jóvenes blancos de ser condenados a prisión. En estas condiciones, ¿es sorprendente que la apelación antisistema sea atractiva? Nótese que hay más de 300 milicias armadas de extrema derecha repartidas por todo el país; un número que ha aumentado desde la elección de Obama. Si no se hace nada en los próximos cuatro años para cambiar esta situación, Trump seguirá alimentando, y con razón, su obsesión por regresar a la Casa Blanca.

Primacía del derecho

Estados Unidos se ha convertido en el campeón mundial de la rule of law y de la law and order. Durante mucho tiempo, en ningún país se conocía el nombre de los jueces de la Corte Suprema, excepto en Estados Unidos. Los tribunales estadounidenses ejercieron la función de garantizar el cumplimiento de la Constitución con una independencia razonable, hasta que ciertos sectores de las clases dominantes entendieron que los tribunales podían ponerse más activamente al servicio de sus intereses. Para ello, decidieron invertir mucho dinero en la formación de magistrados y en la elección o nombramiento de jueces para los tribunales superiores. Esta movilización política de la justicia tuvo una dimensión internacional cuando, especialmente después de la caída del Muro de Berlín, la CIA y el Departamento de Justicia comenzaron a invertir fuertemente en la formación de magistrados y en la modificación del derecho procesal (delación premiada) de los países bajo su influencia. Así surgió el Lawfare, una guerra jurídica, de la que la Operación Lava-Jato en Brasil es un ejemplo paradigmático. Trump cometió varios delitos federales y estatales, incluida la obstrucción de la justicia, el blanqueo de capitales, el financiamiento ilegal de campañas y delitos electorales (el más reciente de los cuales fue un intento de alterar de manera fraudulenta los resultados de las elecciones de Georgia en enero de 2021). ¿Funcionará el sistema penal como solía hacerlo en el pasado? Si es así, Trump será condenado y probablemente irá preso. Si eso ocurre, su fin político estará cerca. De lo contrario, Trump trabajará su base, dentro o fuera del partido republicano, para regresar con fuerza en 2025.

Stacey Abrams

Esta excongresista negra es la gran responsable de la reciente elección de los dos senadores demócratas en el estado de Georgia, una victoria decisiva para dar a los demócratas la mayoría en el Senado y así permitir que Biden no sea objeto de obstrucción política permanente. ¿Cuál es el secreto de esta mujer? En el transcurso de diez años, ha tratado de articular políticamente a todas las minorías pobres de Georgia (negras, latinas y asiáticas); un estado donde el 57.8% de la población es blanca, un estado considerado racista y supremacista, donde tradicionalmente ganan los conservadores. Durante años, Abrams creó organizaciones para promover el registro electoral de las minorías pobres alienadas por el fatalismo de ver ganar siempre a los mismos opresores. Orientó el trabajo de base para fomentar la unidad entre los diferentes grupos sociales empobrecidos, tan a menudo separados por los prejuicios étnico-raciales que alimentan el poder de las clases dominantes.

Después de diez años, y tras una carrera notable que podría haber alcanzado su auge con la nominación como vicepresidenta de Biden (en lo que fue relegada en favor de Kamala Harris, más conservadora y cercana a los intereses de las grandes empresas de información y de comunicación de Silicon Valley), Abrams logra una victoria que puede liquidar la ambición de Trump de regresar al poder. El mismo día en que los vándalos rompían cristales y saqueaban el Capitolio, se festejaba en Georgia esta notable hazaña; una poderosa demostración de que el trabajo político que puede garantizar la supervivencia de las democracias liberales en estos tiempos difíciles no puede limitarse a votar cada cuatro años, y ni siquiera al trabajo en las comisiones parlamentarias por parte de los electos. Exige trabajo de base en lugares inhóspitos y muchas veces peligrosos donde viven las poblaciones empobrecidas, ofendidas y humilladas que, casi siempre con buenas razones, perdieron el interés y la esperanza en la democracia.

La obra de Stacey Abrams, multiplicada por los movimientos Black Lives Matter, Black Voters Matter y tantos otros, muchos de ellos inspirados en Bernie Sanders y «nuestra revolución» animada por él, puede devolver a la democracia estadounidense la dignidad que Trump puso en riesgo. Si es así, la mejor lección que los estadounidenses pueden aprender es que el mito del «excepcionalismo estadounidense» es solo eso, un mito. Estados Unidos es un país tan vulnerable como cualquier otro a las aventuras autoritarias. Su democracia es tan frágil como frágiles son los mecanismos que pueden evitar que los autócratas, los antidemócratas sean elegidos democráticamente. La diferencia entre ellos y los dictadores es que, mientras estos últimos comienzan por destruir la democracia para llegar al poder, los primeros usan la democracia para ser elegidos, pero luego se niegan a gobernar democráticamente y a abandonar democráticamente el poder. Desde la perspectiva de la ciudadanía, la diferencia no es muy grande.

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

Fuente e imagen: https://www.alainet.org/es/articulo/210482

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