11 de octubre de 2016/Fuente: insurgencia magisterial/Tiching
¿Cuál crees que es el mayor problema del sistema educativo actual?
Que el placer ha quedado fuera del sistema: la pasión por aprender es algo innato en el ser humano y que, paradójicamente, la escuela va matando. Cuando somos pequeños experimentamos sensaciones placenteras cuando descubrimos cosas nuevas, cuando aprendemos, etc. Es algo innato, pero las instituciones que se han creado para fomentar esto están matando la pasión por aprender y el disfrute. Hasta que no devolvamos al sistema educativo el placer, seguirá generando fracaso escolar.
¿Dónde está el placer en estos momentos?
Pues en los videojuegos, por ejemplo, en estar en el patio con tus amigos, en las series de televisión, etcétera. Debemos mirar qué elementos hay en estos momentos donde niños y jóvenes experimentan placer y devolverlo al aula. Ésa es la clave.
¿Por qué crees que se perpetúa un sistema que no está funcionando?
El sistema educativo actual es industrial, y daba respuesta a las necesidades de una sociedad tipo. Antes lo que se necesitaba eran peones, personas que no estuvieran enseñadas si no entrenadas: que aprendan tareas específicas, memoricen y repitan, algo que pueden aplicar a modelos productivos como el industrial. Lo que está claro es que nosotros ya no tenemos ese modelo fabril, es más, estamos en un momento que no sabemos ni siquiera cuál es el modelo que vamos a tener, a qué se van a dedicar nuestros niños y niñas.
¿Tiene relación con los cambio sociales que estamos experimentando?
Por supuesto. No es sólo la educación la que está cambiando, se convulsa el mundo del periodismo, la forma de movernos por la ciudad con aplicaciones para compartir vehículo o cómo nos planteamos las vacaciones compartiendo viviendas con personas que desconocemos. Por nuestra parte, nos toca repensar cuál va a ser la alternativa a la escuela tradicional.
¿Hacia dónde debe ir el modelo educativo si no sabemos hacia donde va la profesionalización?
Debemos ir hacia lo que sí sabemos, y en este momento son tres puntos clave. El primero de ellos es que deberán ser niños y niñas creativos y propositivos, es decir, que tengan capacidad para resolver problemas y situaciones desde planteamientos nuevos. Por otro lado, también deberán saber trabajar en grupo y de forma cooperativa, así que hay que fomentar el trabajo colaborativo. Y por último, serán profesionales motivados, que les guste el trabajo que hacen.
¿Qué consejos darías a los docentes que tienen la inquietud de ofrecer a sus estudiantes esta educación alternativa?
Para empezar, que busquen las fórmulas para que las aulas dejen de ser centros de aburrimiento. Yo estoy trabajando ahora con un concepto al que llamo “pedagogía sexy” y que tiene que ver con lo que hemos comentado del placer. A día de hoy tenemos a los estudiantes narcotizados 8 horas al día. La escuela debería ser todo lo contrario, un lugar para la excitación y la efervescencia. Todo lo que ocurre cuando juegan, cuando están con sus amigos, etc. debería suceder en el aula. Tenemos que abandonar la farsa que es la escuela hoy día, en la que los profesores hacen ver que enseñan y los alumnos hacen ver que aprenden. Está más que demostrado que el aprendizaje no se produce así.
¿Y por donde se empieza?
Yo creo que es muy importante evidenciar que el problema es la brecha metodológica. El problema no son los contenidos, para ello tenemos a Google y las TIC. Lo importante aquí es la metodología, que va a hacer el alumno cuando llegue a clase, desde que entra hasta que sale, entienda la clase como el todo, desde el mobiliario hasta los índices de participación.
Pero no existe una metodología mágica, ¿verdad?
No, por supuesto. Lo que tenemos que tener claro es que cuando lleguemos a un método interesante, esa metodología no va a ser un modelo que podamos aplicar a todo lo que hacemos. Sólo nos basaremos en ella para romperla constantemente.
¿El profesorado está formado para afrontar una ruptura como ésta?
Sé que suena un poco bestia, pero si por mí fuera, echaríamos abajo todas las facultades de Magisterio y las levantaríamos de nuevo. La formación inicial del profesorado es uno de los grandes dramas de la sociedad española, pero debemos analizar también el perfil de personas que se decanta por Magisterio. Es una carrera que mucha gente escoge porque no sabe lo que quiere, y esto le parece fácil. Debemos hacer como Finlandia, que buscan los mejores expedientes para que sean profesores, pero además que sean personas que estén involucradas en el cambio. No es asumible escuchar a profesores que te dicen que han preparado una unidad didáctica que les durará los próximos diez años. La formación del profesorado es muy importante, y además debe reciclarse periódicamente e ir ampliando sus conocimientos constantemente.
¿Crees que hay una oferta amplia para fomentar la formación continua del profesorado?
Dentro de las universidades no. Las formaciones y los aprendizajes más interesantes para los profesores se están llevando a cabo fuera de los centros universitarios; por ejemplo, en museos, en fundaciones, en colectivos auto gestionados. Por ejemplo, en Fundación Telefónica promovemos sesiones formativas que abordan temas que difícilmente se trabajan en la universidad, pero que son situaciones con las que el profesorado se encuentra. Este año proponemos una que se llama “Salir del armario” y que pretende abordar la diversidad afectivo-sexual en el aula. El tema del sexo es muy importante trabajarlo y ofrecer a los alumnos una visión alternativa alejada del porno al que tienen acceso. Muchas de las conductas violentas que detectamos a temprana edad tienen que ver con el modelo sexual al que acceden.
Los profesores deben saber afrontar estas situaciones y dar alternativas atractivas.
¿Y la universidad no está dando respuesta a esta necesidad?
No, en absoluto. La universidad es una institución anquilosada y conservadora con formas de trabajo súper burocráticas y complicadas. Yo participé en un máster universitario para profesores de Secundaria y en el cuerpo docente que impartía el máster no había ni un solo profesor de Secundaria, nadie que experimentara el día a día de los que iban a ser nuestros alumnos. Esto no tiene ningún sentido.
¿Se crean espacios para reflexionar sobre esta situación?
Hay muchos colectivos que se unen para debatir y proponer cosas muy interesantes, por suerte sí. También se crean espacios para el debate como el TEDexBarcelona de Educación, donde participo como ponente para reflexionar conjuntamente sobre la falta de motivación y placer en las aulas.
¿Por dónde crees que debemos empezar a repensar la educación?
En mi último libro detallo mis 5 “mantras” para todos aquellos docentes que quieren romper con las prácticas habituales. El primero de ellos es desterrar de nuestra mente que el alumno aprende aquello que le enseña el profesor. Debemos asumir que esto se produce de forma diferente, y podemos apoyarnos en muchos estudios para justificarlo. Si asumimos esto, el control dejará de ser el centro del proceso. El segundo mantra también es decisivo: en el aula hay que revertir las dinámicas de poder. Muchos profesores entran en el aula y parecen unos tiranos. Para ello me parecen muy interesantes las comunidades de aprendizaje donde los flujos de conocimiento son más abiertos.
¿Qué más ejes clave propones?
Debemos recuperar el cuerpo en las aulas. No solo pensamos y aprendemos con la cabeza, el cuerpo tiene un papel decisivo en las experiencias de aprendizaje. Aprendemos más cuando estamos en movimiento que cuando estamos quietos. Pero además de esto, tener a los niños y niñas atados a una silla ocho horas al día es una locura, tanto desde el punto de vista de su salud como desde el aprendizaje: les estamos cercenando.
Tenemos que repensar los espacios, el mobiliario, las aulas al completo. Las propuestas más innovadoras al respecto también se están proponiendo desde colectivos externos a la educación. Es necesario redistribuir y repensar físicamente las clases para abrirnos a nuevas oportunidades.
Otro aspecto clave es el de romper con la experiencia del aburrimiento y esto está relacionado con este proceso bulímico de atiborrarse de datos, vomitarlos en el examen y al día siguiente no acordarse de nada. Hay que volver al placer, a buscar la experiencia que a veces puede derivar en errores, o en frustración, pero siempre sacude. Esto activa el pensamiento crítico.
¿Y por último?
La evaluación. Vivimos inmersos en un sistema educativo que está basado en la evaluación, debemos abandonarlo y pasar a uno basado en el aprendizaje. Hay que repensar la función de los exámenes.
Estas son sólo algunas propuestas básicas que creo que son interesantes para empezar a repensarse como profesor.
Fuente: http://blog.tiching.com/maria-acaso-tenemos-que-devolver-el-placer-las-aulas/
Fotografía: blog.tiching