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Educación sexual, la clave para frenar la crisis del embarazo adolescente en Venezuela

El embarazo adolescente se ha convertido en una de las crisis más acuciantes de Venezuela, con graves consecuencias para la salud de las jóvenes madres y sus hijos , así como para el desarrollo social del país. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Venezuela presenta una de las tasas más altas de embarazo adolescente en América Latina, lo que ha generado una alerta mundial sobre la situación.

Ana María Figuera, experta en salud reproductiva del Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA), destacó que la educación integral en sexualidad es fundamental para prevenir embarazos no deseados en la adolescencia. «Es necesario romper con tabúes y proporcionar información clara y accesible a jóvenes y adolescentes sobre su cuerpo, sus derechos sexuales y reproductivos, y los métodos anticonceptivos», afirmó Figuera.

Por su parte, Ángel Alfonso, de la Asociación Civil Niña Madre, alertó sobre la estrecha relación entre el embarazo adolescente, la pobreza y la violencia sexual. «Muchas de estas jóvenes se convierten en madres a muy temprana edad como consecuencia de abusos y explotación», señaló Alfonso.

Un problema de salud pública

Denuncian que las consecuencias del embarazo adolescente son múltiples y devastadoras. Las jóvenes madres suelen abandonar sus estudios, lo que limita sus oportunidades laborales y perpetúa el ciclo de pobreza. Además, los bebés nacidos de madres adolescentes tienen mayor riesgo de bajo peso al nacer, prematurez y complicaciones durante el parto.

La alta tasa de mortalidad materna en Venezuela, especialmente entre las adolescentes, es un reflejo de la gravedad de esta problemática. Según Alfonso, la tasa de mortalidad materna en el país es una de las más altas de la región.

¿Qué se está haciendo?

Organizaciones como el UNFPA y la Asociación Civil Niña Madre trabajan para abordar esta problemática. A través de programas de educación sexual, distribución de métodos anticonceptivos y atención integral a las jóvenes madres, estas organizaciones buscan empoderar a las adolescentes y brindarles las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y reproductiva.

Sin embargo, alertab que los desafíos son enormes. La crisis económica, la falta de acceso a servicios básicos y la desintegración del tejido social han agravado la situación, por lo que resaltan que es necesario un esfuerzo conjunto de gobierno, sociedad civil y organismos internacionales para hacer frente a esta problemática de manera integral y sostenible.

Educación sexual, la clave para frenar la crisis del embarazo adolescente en Venezuela #29Oct

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Más de la mitad de los docentes venezolanos están «por debajo de la línea de pobreza», dice ONG

«Los docentes en Venezuela enfrentan grandes obstáculos para ejercer su profesión. Salarios irrisorios, falta de seguridad social y condiciones precarias», dijo la ONG

La ONG Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes afirmó este sábado que «más de la mitad» de los maestros están «por debajo de la línea de pobreza», al tiempo que reconoció la «lucha» de este gremio «por salarios justos y condiciones laborales dignas» en el marco del Día Mundial de los Docentes.

«Los docentes en Venezuela enfrentan grandes obstáculos para ejercer su profesión. Salarios irrisorios, falta de seguridad social y condiciones precarias en infraestructuras educativas limitan su capacidad», dijo la organización a través de X, al tiempo que afirmó que, a pesar de esto, «continúan con una labor clave: formar a las futuras generaciones».

Asimismo, manifestó que «es urgente que el Estado responda a sus demandas y garantice el derecho a la educación».

El pasado lunes, el gobernante Nicolás Maduro prometió un conjunto de ayudas a los docentes del sector público, a quienes llamó a reincorporarse a las aulas, de las que desertaron miles de maestros en los últimos años debido a los bajos salarios y las condiciones laborales, a propósito del inicio del nuevo curso escolar 2024-2025.

No obstante, el Ejecutivo no ha explicado si este plan de ayudas contempla un aumento del salario de los docentes, que ha sido el motivo central de las protestas que ha protagonizado este gremio en los últimos ocho años, cuando, según estimaciones del colectivo, miles de maestros abandonaron el país debido a la crisis económica.

El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) calculó que el salario promedio de un docente al mes es de unos 21 dólares al cambio oficial, que considera insuficiente para cubrir el gasto de la canasta básica alimentaria, calculado en agosto por la organización en 107,8 dólares por persona.

Más de la mitad de los docentes venezolanos están «por debajo de la línea de pobreza», dice ONG

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Venezuela: Maduro pide a 200.000 docentes retirados por bajos salarios que regresen al sistema educativo

El presidente Nicolás Maduro pidió este lunes a unos 200.000 maestros que regresen al sistema  educativo, en medio de una crisis marcada por el déficit de  educadores por años de bajos salarios y la deserción de unos 3 millones de estudiantes.

Maduro, en el arranque del año escolar 2024-2025, anunció un plan para «elevar» la calidad de vida de unos 500.000 maestros, cuyos salarios promedian unos 10 dólares mensuales, complementados por un bono alimenticio de 40 dólares sin incidencia en beneficios sociales.

El mandatario señaló que 84% de la educación en Venezuela es pública, y del 16% que ofrece el sector privado, del cual alrededor de la mitad tiene subsidios estatales.

Además, el jefe del Estado anunció que su administración entregará 500 escuelas y liceos «de paquete»; es decir, completamente renovados, «gracias a las Brigadas Comunitarias Militares para la Educación y la Salud (Bricomiles)».

Según un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), este país de 30 millones de habitantes tiene unos 350.000 docentes en ejercicio, con un déficit de unos 250.000.

«Tenemos más de 200.000 docentes en diversas actividades y yo les pido a todos los docentes, les hago un llamado por amor a la vocación, por el amor que le tienen a este país, a que se vayan reincorporando a las aulas de clases», dijo el mandatario en cadena de televisión y radio.

Maduro prometió con su plan fortalecer programas de acceso a vivienda, salud y alimentación, así como subsidios de transporte y créditos.

Este lunes más de 5,5 millones de alumnos de preescolar, primaria y bachillerato iniciaron el año escolar, dijo el ministro de Educación, Héctor Rodríguez.

El gobierno reportaba en años anteriores una matrícula superior a 8 millones de estudiantes.

La gremial Federación Venezolana de Maestros (FVM) denunció en un comunicado que unos 3 millones de niños y jóvenes «están fuera del sistema escolar», problema que se suma al déficit de educadores.

«Los docentes están desmotivados, desmoralizados, desanimados, con baja autoestima, preocupados debido a su situación laboral económica y social», refirió la FVM en el texto, divulgado el pasado 16 de septiembre.

De acuerdo con estimaciones de expertos de la UCAB, unos 96.000 docentes han migrado, lo que ha agravado el déficit. Más de 7 millones de venezolanos han dejado su país en la última década según Naciones Unidas.

La federación de maestros apuntó que «la crisis alimentaria» es «una de las principales causas» de la deserción de docentes y estudiantes.

Maduro sostiene que las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos para forzar su salida del poder son la raíz de la crisis.

«Uno de los sectores más afectados fueron los maestros, las maestras», admitió el mandatario, proclamado reelecto para un tercer período consecutivo (2025-2031) en medio de denuncias de fraude de la oposición.

Protestas de docentes en reclamo de reivindicaciones son frecuentes en este país.

Maduro pide a 200.000 docentes retirados por bajos salarios que regresen al sistema educativo

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Venezuela: Los educadores le hablan al país. Sin democracia no habrá educación democrática

PROVEA

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El año escolar 2024-2025 va a iniciarse en un nuevo contexto político para todos: somos víctimas de arbitrariedad y transgresión a los derechos humanos. Y los educadores, formados en la democracia, debemos reforzar la formación de ciudadanos para una convivencia que preserve los valores y principios de un Estado Democrático de derechos y de justicia.

En una de sus obras educativas, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa decía que “si un Estado es fascista, la escuela es fascista. Si el Estado es falangista, la escuela es falangista. Y si el Estado es democrático, la orientación de la escuela necesariamente tiene que ser democrática”. Por tanto, el desconocimiento de la soberanía popular expresada el pasado 28 de julio (siendo uno de los valores democráticos que debemos enarbolar) y la represión contra los ciudadanos que exigen sea respetado dicho resultado por todos sabido, dan cuenta de un Estado que contradice lo establecido en la Constitución Nacional.

Es imperativo que la sociedad toda comprenda que la existencia de un sistema moderno de justicia, fundamentado en los principios de soberanía del pueblo, libertades públicas, elecciones libres, respeto a los derechos humanos, participación e igualdad de oportunidades, es esencial para garantizar una educación democrática. En otras palabras, sin democracia ni respeto a todos estos valores, la educación para la democracia es letra muerta y el ejercicio de la docencia se verá seriamente comprometido, siendo los educandos los más afectados ante la actual coyuntura de violación masiva de los derechos.

Por otro lado, los educadores, debemos promover el libre debate, la confrontación de ideas, el respeto a la diversidad política y la tolerancia, ya que esto permitirá que la educación refleje la riqueza de la sociedad y forme a los ciudadanos para interactuar de manera crítica y constructiva en el ámbito público.

Sólo en democracia se puede garantizar el derecho a una educación científica, gratuita y de calidad para todos. Solo en democracia se combate la discriminación y la exclusión social. La crisis humanitaria compleja se agudiza hoy, sin que el estado actúe dándole su justo valor.

El sistema y la educación democráticos son dos caras de una misma moneda. Sin un sistema democrático que garantice las libertades públicas, la educación se ve amenazada en su misión de formar ciudadanos críticos, autónomos y comprometidos con la construcción de una sociedad justa y equitativa. Es fundamental, en este nuevo escenario, que nos impone un Estado violador de los derechos humanos, defender y fortalecer la democracia como el cimiento sobre el cual se edifica una educación verdaderamente humana.

No es posible educar en un ambiente de miedo, de terror y persecución a jóvenes estudiantes, a sus docentes y ciudadanos. Se requiere un clima de respeto a los derechos y garantías constitucionales. Se requiere un espacio de tranquilidad, de paz para que sea eficiente y efectivo el proceso enseñanza aprendizaje.

Como educadores, estamos en el deber de oponernos a la pretensión de convertir la educación en un instrumento de control social y político por parte del Estado/Gobierno. Llamamos al magisterio a fomentar el pensamiento crítico, la pluralidad de ideas, el respeto y la defensa de los derechos humanos. En otras palabras, llamamos a fomentar la democracia y a luchar para que en la educación no se siga entronizando la pobreza.

En palabras de Paulo Freire, pedagogo brasilero: “Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa. Hablar del humanismo y negar a los hombres, es una mentira.”

¡Viva la Democracia!

¡Salvemos la Educación!

¡Libertad para todos los menores que se encuentran presos!

https://provea.org/actualidad/los-educadores-le-hablan-al-pais-sin-democracia-no-habra-educacion-democratica/

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Venezuela: Maestros volverán a las aulas con salarios de miseria

El presidente de la Asociación de Padres dijo que la lucha emprendida por los docentes trasciende lo salarial y es también por la calidad educativa

Por: Beatriz Rodríguez

“El ministro de Educación, Héctor Rodríguez, ha anunciado el retorno a clases para el 30 de septiembre, pero no habla de aumento salarial ni de discusión de la Contratación Colectiva. Esto deja claro que los docentes volverán a clases con salarios pírricos, tomando en cuenta que un docente VI devenga Bs. 600”, dijo Jhonny Martínez, presidente de Asopadres.

Indicó que los maestros no cuentan con HCM ni ningún tipo de seguridad social. “Están indefensos y cuando se enferman deben ir a los hospitales públicos porque en el Ipasme la atención es nula”.

El Contrato Colectivo está engavetado y no terminan de discutir las cláusulas más importantes que son las económica porque el educador está sumido en la miseria. “A veces no tiene ni para pagar el pasaje, mucho menos para comer completo”.

Resaltó que la mayoría de los centros educativos están en franco deterioro, le están echando una pintura, pero hasta allí, no hay mobiliario, tampoco dotación de limpieza.

Fue enfático al resaltar que la asociación que dirige acompañará a los docentes en su justa lucha, ellos son los que forman a los ciudadanos y de su estabilidad depende la eficacia escolar.

“Un maestro debería ganar mínimo 500 dólares para poder cubrir sus necesidades básicas y las de su familia, esto no lo entienden quienes detentan el poder y continúan sin reivindicar al formador y cultor de la vida”./jd

Jhonny Martínez: Maestros volverán a las aulas con salarios de miseria

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La izquierda pro Maduro abandona a su suerte a los trabajadores y el pueblo venezolanos

Por: Ana Carvalhaes | Luis Bonilla-Molina

A diferencia de lo que viene ocurriendo desde hace 25 años con las elecciones en Venezuela – y ya van decenas desde la victoria de Hugo Chávez en 1998 – esta vez, tras la votación del 28 de julio, la amplia izquierda latinoamericana, incluida toda la base del “progresismo”, se ha dividido de arriba abajo. Un sector cada vez más pequeño, pero todavía numeroso y lleno de intelectuales, se hace eco del argumento del Foro de São Paulo[1], según el cual, para salvar a Venezuela y a la región del imperialismo estadounidense, es necesario apoyar al gobierno de Nicolás Maduro a cualquier coste. Este coste, por supuesto, incluye la posibilidad de que, a diferencia de épocas anteriores, Maduro no haya ganado las elecciones porque, después de todo, hasta ahora se ha negado a comprobar su victoria.

Según esta lógica, basada más en la geopolítica clásica que en el marxismo, no sólo todo vale, sino que es necesario para no “entregar” el poder (y el petróleo) venezolano a la “derecha”. Según esta lógica geopolítica, el hecho de que Nicolás Maduro gane o pierda las elecciones es secundario frente al imperativo nacionalista “progresista” de impedir que el imperialismo estadounidense, encarnado por el candidato opositor Edmundo González, se instale en el Palacio de Miraflores y ponga así en peligro la propiedad estatal de PDVSA (Petróleos de Venezuela SA), dueña de una de las mayores reservas de petróleo y gas del planeta. Un sector de estos neomaduristas, es cierto, se concentra menos en el petróleo y más en la tragedia de reconocer la derrota de Maduro, visto como un izquierdista, en un contexto de avance de la extrema derecha en el mundo y en la región. Para todos ellos, sin embargo, no habría otra salida que apegarse a Maduro. Ni siquiera una negociación entre las dos partes de la disputa venezolana, como proponen Lula y Gustavo Petro, probablemente para buscar una división de poderes entre los dos lados, con alguna garantía para las libertades democráticas y alguna protección a la integridad de PDVSA.

La historia, los hechos no importan

A modo de recordatorio, ¿cuál es la línea que marca la diferencia entre derecha e izquierda: el discurso o la acción? Ciertamente, Maduro mantiene una gramática discursiva con verborrea de izquierda. Dice que su gobierno es una “alianza militar-policial-popular” antiimperialista y por el socialismo. Necesita legitimarse interna y externamente como sucesor de Chávez, cuando lo único que ha hecho es hacer retroceder los logros y el legado de los años de avance del proceso bolivariano. Más allá de las apariencias, lo cierto es que su política desde 2013 ha sido alentar el enriquecimiento de un nuevo sector empresarial en el país y, como Bonaparte, negociar entre las distintas fracciones de la burguesía venezolana, nuevas y viejas (con excepción de la más vinculada a la ultraderecha yanqui, que es María Corina Machado y Edmundo González) para mantenerse en el gobierno.

En una trayectoria abiertamente autoritaria, Maduro siempre ha favorecido a los sectores empresariales, en particular a los servicios de la industria petrolera, ampliamente distribuidos en la cúpula de sus fuerzas armadas y policiales. (e ahí la “alianza…”) De hecho, nunca ha dejado de favorecer a diversos sectores empresariales, viejos y nuevos, en particular a aquel de los servicios a la industria petrolera, cuyos dividendos alimentan a la nueva burguesía y una porción es distribuida a las cúpulas de sus fuerzas armadas y policiales. Más de 800 carros de alto lujo fueron decomisados solo al centenar de involucrados en la mega corrupción PDVSA-cripto descubierta en 2023, que es solo un reflejo de la situación de deterioro moral de la dirigencia gubernamental.[2]

Incluso bajo el intenso fuego de las sanciones estadunideneses contra Venezuela – que vienen de la administración Obama, pasaron por Trump y se flexibilizaron con Biden – Maduro nunca ha dado ningún paso para enfrentar al sistema financiero globalizado y sus apoyos internos. Ha venido destinando una parte sustancial del menguado presupuesto nacional a la banca privada para garantizar la venta de divisas a empresas privadas y rentistas, lo que se convierte en una política de subsidio y favorecimiento a los ricos[3]

Al mismo tiempo (desde el decreto 2792 de 2018), prohíbe las huelgas, la presentación de reivindicaciones, el derecho de la clase trabajadora a movilizarse, la organización y legalización de nuevos sindicatos, mientras persigue y envía a prisión a los dirigentes sindicales que cuestionan las prácticas internas de las empresas, o simplemente piden un aumento salarial y un seguro de salud. Este fue el caso de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), la mayor concentración del proletariado en Venezuela: tras movilizarse por salarios y beneficios entre junio y julio de 2023, fueron víctimas de una intensa represión. Leonardo Azócar y Daniel Romero, delegados sindicales, están encarcelados desde entonces[4].

El “antiimperialismo” de Maduro y su entorno no le impide ahora entregar el petróleo que necesita EE UU a través de Chevron y otras grandes empresas extranjeras (como Repsol), en un contexto en el que el Tesoro de EEUU les autoriza a extraer el oro negro venezolano, prohibiendo a sus empresas pagar impuestos y regalías a Venezuela[5]. La aceptación de estas condiciones neocoloniales muestra los límites del antiimperialismo madurista.

Las sanciones contra Venezuela se han flexibilizado con Biden (presionado por la guerra en Ucrania), pero Maduro sigue manteniendo el discurso de que todo es culpa de las sanciones, como pretexto para avanzar en un ajuste estructural que afecta fundamentalmente a quienes viven de su trabajo. En términos políticos, dentro de Venezuela, el discurso de las sanciones norteamericanas (reales, concretas y detestables) ha perdido su eficacia política frente al ostentoso y lujoso estilo de vida de quienes hoy gobiernan el país.

La clase obrera como elemento accesorio

El análisis de la situación de la clase obrera venezolana como base del análisis de izquierdas ha sido sustituido por la moda de la “geopolítica del petróleo”. Esta geopolítica binaria sólo ve la contradicción entre el imperialismo y el Estado venezolano (sin duda una contradicción importante en la realidad). No tiene suficiente dialéctica para tomar en cuenta, en un escenario de múltiples contradicciones, la situación material y política de la clase trabajadora, sus aspiraciones y opciones. Es como si se tratara de una cuestión accesoria, o de una contradicción secundaria. El “mantra” de los pro Maduro para omitir el análisis de clase es evitar que la derecha llegue al poder, ignorando que Venezuela tiene un gobierno que aplica las recetas económicas estructurales de la derecha, sólo que con retórica de izquierda.  Bastaría hablar con los trabajadores (no con la burocracia patronal de la CBST) de Sidor, PDVSA, maestros y profesores universitarios para ver la terrible situación material en que viven (salario mínimo de 4 dólares mensuales, salario promedio de 130 dólares mensuales, compuesto de 80% de bonus), en medio de la peor pérdida de libertades democráticas en décadas para su organización, movilización y lucha.

Los nuevos geopolíticos del progresismo están poniendo el tema de las elecciones del 28J en la agenda de los grandes medios de comunicación internacionales (CNN, CBS y otros), sólo que en la acera de enfrente. No defienden los intereses de María Corina Machado y Edmundo González, sino los de Maduro y la nueva burguesía, con el falso axioma de que Maduro es igual a la clase obrera, sin analizar cuáles han sido las políticas antiobreras y antipopulares de Maduro. Caen en la trampa del “fetichismo legal” al limitar su análisis de la situación a los resultados de las elecciones, sin cualquier criterio de clase. No se trata sólo de que Maduro y el CNE no hayan demostrado qué cuentas hicieron para darle la victoria al presidente en las elecciones del 28 de julio, sino de cómo esta situación afecta a la estructura de las libertades democráticas concretas en las que operan y sobreviven los e las trabajadoras.

Si no hay transparencia y legitimidad en las elecciones nacionales, en las que los candidatos inscritos representaban diferentes matices de los programas burgueses, es difícil pensar en restaurar las libertades democráticas mínimas que la clase obrera necesita para defenderse de la ofensiva del capital sobre su trabajo (derecho a salarios dignos, derecho a huelga, libertad de asociación, libertad de movilización, de expresión de opiniones y de organización en partidos políticos). A la clase obrera le interesa fundamentalmente cómo la situación tras el 28J permite o restringe, a corto plazo, las libertades que necesita para expresarse como clase explotada. Pero esta contradicción no entra en la lógica y el discurso de la nueva geopolítica progresista.

Omisiones y silencios comprometedores

Poco importa a estos “progresistas” que haya habido represión a la organización sindical y política de los trabajadores y el pueblo[6], ni que Maduro haya impedido que cualquier sector a la izquierda del PSUV participara en las últimas elecciones del país -¡incluso a costa de infiltrar, judicializar y atacar a la dirigencia del Movimiento Electoral Popular (MEP), el Partido Patria Para Todos (PPT), los Tupamaros y el propio Partido Comunista de Venezuela (PCV) para intervenir en él![7] Los partidarios de Maduro no mencionan que después del 28 de julio, el gobierno intensificó la represión, ya no contra la clase media, sino principalmente contra la clase obrera, enviando a prisión a cerca de 2.500 jóvenes con una retórica de reeducación, lo que significa someterlos a vejatorios rituales públicos de lavado de cerebro.

Guardan silencio sobre la construcción de dos prisiones de máxima seguridad para quienes sean sorprendidos protestando o incitando a protestar en las redes sociales. Ignoran el encarcelamiento de varios políticos de la oposición y las amenazas directas proferidas en televisión a otros, como hizo el “ministro del martillo”, Diosdado Cabello, al ex alcalde de Caracas Juan Barreto[8], o a Vladimir Villegas, hermano de la ministra de Cultura y presidente de una comisión parlamentaria. Si la amenaza a las personalidades públicas es así, es peor en los territorios de las personas corrientes que no son figuras mediáticas. Recientemente, hemos visto el despliegue de fuerzas de seguridad vestidas de civil para amenazar a activistas, como ocurrió el sábado 10 de agosto contra Koddy Campos y Leandro Villoria, líderes de la comunidad LGBTQI en Caracas. Como vimos en los días siguientes en el tradicional bastión chavista del 23 de febrero en Caracas, donde las casas de los activistas fueron marcadas con una X de Herodes por funcionarios del gobierno para asustarlos ante la posibilidad de manifestaciones.

La izquierda geopolítica guarda silencio sobre el número de muertos tras el 28J (cerca de 25, según estimaciones de organizaciones de derechos humanos y movimientos sociales), extendiendo la narrativa de que sólo fueron derechistas. Esto no sólo es falso, sino que constituye un retroceso en las conquistas de derechos humanos logradas en los períodos post-dictadura en la región.

El progresismo geopolítico replica el espejismo de un gobierno popular que ya no existe, que ha sido borrado por el transformismo y las políticas antiobreras de Maduro. Parecen pedirle a la clase trabajadora venezolana que luche por sus derechos sólo en el marco que Maduro permite, para poder alimentar, desde afuera, la utopía que no pueden construir en sus propios países. Este progresismo no ve que el crecimiento de la candidatura de derechas es el resultado de proscribir y negar la posibilidad de una alternativa por la izquierda. El éxito electoral del binomio Machado-González es en buena medida el resultado de los errores políticos del madurismo.

¿Y el petróleo?

Todos los graves hechos mencionados son considerados por los partidarios de la “victoria” de Maduro como “detalles formal-democráticos” secundarios ante el peligro de tener de nuevo a la “derecha escuálida” en el gobierno venezolano.  El razonamiento está tan desprovisto de criterios de clase como de un seguimiento básico de la realidad del país.

Desde noviembre de 2022, en el marco de la guerra en Ucrania, el Secretario del Tesoro de EE UU autorizó a Chevron a explorar y exportar petróleo venezolano, con la condición de no pagar impuestos ni regalías al gobierno venezolano, lo que constituyen condiciones neocoloniales que ni siquiera se conocían en los gobiernos anteriores a Chávez y que han sido aceptadas por Maduro. Desde entonces, Venezuela ha vuelto a ser un proveedor estable de petróleo para Norteamérica. Esto explica la delicadeza de las posiciones de Biden y la larga espera de los esfuerzos de la tríada progresista Lula, Petro, AMLO (de la que AMLO se retiró la semana pasada).

Hay que tener cuidado al hablar del embargo de EE UU a Venezuela. Hay embargos y embargos. El que afectó a alimentos, medicinas y repuestos para autobuses y coches que movían al pueblo, contribuyó decisivamente al éxodo de cuatro a cinco millones de trabajadores. Pero Venezuela de los de arriba ha conseguido convertirse en el sexto proveedor de petróleo de Estados Unidos, superando a países como Reino Unido y Nigeria[9], sin que los nuevos ingresos de esa “apertura petrolera” hayan mejorado para nada las condiciones materiales de vida del pueblo.

Lo que está en juego en Venezuela es qué sector de las clases dominantes – ya sea la vieja y escuálida burguesía oligárquica o los nuevos sectores empresariales vinculados a los “militares bolivarianos”, enriquecidos bajo Maduro – controla el negocio del petróleo. Así que es una disputa por ver quién se queda con la parte del león de la renta petrolera. Cualquiera de ellos garantizará el suministro geoestratégico de petróleo a las potencias capitalistas occidentales y restringirá cada vez más la distribución de la renta petrolera al pueblo – porque eso es de la naturaleza económico social de los sectores capitalistas, en un contexto en que la naturaleza del Estado monoextractivista exportador de fósiles no ha sido tocada por el proceso bolivariano. Es ingenuo y mal informado imaginar a un Maduro con programa y coraje suficiente para enfrentar los planes imperialistas de volver a colocar en el mercado mundial el petróleo que Venezuela puede producir – va a permitir y ganar con eso. Es un enorme error, en nombre de una supuesta soberanía, que seria garantizada por Maduro, hacer la vista gorda ante la creciente tendencia autoritaria del régimen contra los trabajadores y el pueblo descontentos.

Trágico es también, dicho sea de paso, que los geopolíticos maduristas sigan creyendo que la salvación de Venezuela viene de lo que es, en realidad, su maldición histórica: su riqueza petrolera. Algo que incluso el gran desarrollista brasileño Celso Furtado, sin ser socialista ni ecologista, ya señalaba como un gran problema para el país en el que vivió en los años 50.

¿Hay salida?

Está claro que la fuerza adquirida por la oposición de derecha, que ya fue derrotada en las urnas varias veces por Chávez y una vez por Maduro, y que ahora tiene a la cabeza a su ala más extremista, la oligarca Maria Corina Machado, es una tragedia. Una tragedia aún mayor es el hecho de que esta extrema derecha haya podido ganar o estar muy cerca de ganar las elecciones, no hay otra razón para la insistencia de Maduro en negar los resultados y reprimir tan duramente al pueblo. Precisamente por eso, porque una solución pacífica es difícil y simplemente entregar el gobierno a este sector es difícil de digerir, el camino para evitar el “baño de sangre” con el que ambos bandos amenazan a Venezuela puede ser el indicado por los gobiernos de Brasil y Colombia: presentación de los resultados, negociaciones entre ambos lados, en primer lugar con el propio Maduro (el grupo de gobiernos se niega a dialogar y a revisar los resultados de la oposición). Si bien es posible esperar que se garanticen libertades democráticas mínimas, liberación de presos políticos, cese de la represión, amplia libertad sindical y partidaria, también es posible negociar cláusulas de protección a PDVSA.

En este momento, apoyar la salida negociada propuesta por Colombia y Brasil – que cuenta con el apoyo de Chile y el repudio, por supuesto, del dictador Daniel Ortega – es la política correcta, porque es mucho más prudente, más oportuna y mucho más favorable a los trabajadores y al pueblo del país. Esta política, en contradicción con un régimen cada vez más autoritario, que reprime a los jóvenes, a los sindicalistas y a los opositores de izquierda, es menos ingenua y burocrática que limitarse a avalar las irregularidades y arbitrariedades del gobierno. Por un lado, permite argumentar que la extrema derecha no debe trocear PDVSA y los pocos logros sociales que quedan. Por otro lado, no parte de la premisa equivocada de que Maduro y su séquito militar-policiaco burocrático-burgués garantizarán la “soberanía” venezolana sobre cualquier cosa.

Soberanía nacional y soberanía popular

El progresismo latinoamericano, al igual que el tercermundismo y la izquierda estalinista, utiliza el término soberanía amalgamando dos acepciones diferentes: soberanía nacional y soberanía popular. Por supuesto, la soberanía nacional suele ser una condición para el pleno ejercicio de la soberanía popular. El problema es que los más diversos regímenes (y movimientos de opinión), tanto progresistas como regresivos, se apropian de la defensa de la soberanía nacional frente a la presión del mercado mundial y del imperialismo.

La soberanía nacional estuvo en el centro de los movimientos anticoloniales y de independencia nacional, así como de los populismos de desarrollo nacional del siglo XX. Pero está en el centro de la defensa de dictaduras militares (como las del Cono Sur latinoamericano en la década de 1960), dictaduras teocráticas (como la de Irán), burocracias estatales y, como vemos con Modi y Trump, gobiernos de extrema derecha. Sí, la defensa de la soberanía nacional e incluso los enfrentamientos con el imperialismo pueden llevarse a cabo bajo regímenes muy regresivos. Así, la defensa de la soberanía nacional solo tiene sentido en conjunción con la defensa de la soberanía popular, la autoorganización democrática de las masas, la conquista de libertades y derechos que fortalezcan el bloque histórico de las clases trabajadoras, que pueden construir alternativas al capitalismo global y a los imperialismos que lo estructuran.

Del mismo modo, tras las experiencias estalinistas del siglo XX, no podemos identificar mecánicamente a los pueblos con sus dirigentes políticos, que pueden o no representarlos, en una relación siempre dinámica. Cuando esta relación se rompe -como se ha roto o se está rompiendo en Venezuela- las libertades democráticas se convierten en un punto de apoyo fundamental para cualquier lucha por la soberanía, tanto popular como, por cierto, nacional.  Por lo tanto, no habrá fuerzas que garanticen la soberanía de Venezuela sobre su territorio y sus riquezas sin la recuperación de la soberanía popular.

¿No es importante la democracia?

Los regímenes democrático-burgueses no son el régimen al que aspiramos estratégicamente los socialistas: soñamos y luchamos por construir organizaciones democráticas de base, democracia directa, poder popular -como embriones de una nueva y más vital forma de democracia, ejercida por los trabajadores y sectores populares- en los procesos de la ofensiva revolucionaria. Pero, ¿es tan despreciable la democracia formal que nos importan un bledo las elecciones, que nos eduquen, con resultados amañados?

En un mundo cada vez más amenazado por una constelación de fuerzas de extrema derecha, la lucha es y será por mucho tiempo por la defensa de las libertades y los derechos democráticos, incluso de las instituciones de los regímenes democrático-burgueses frente a los embates de la extrema derecha – como ya lo hemos vivido con Trump, Bolsonaro, Erdogan, Orbán, etcétera. ¿Cómo queda una izquierda que desprecia la democracia hasta el punto de avalar la manipulación de las elecciones, frente a los pueblos y trabajadores del mundo y en países (cada vez más) donde la lucha contra la extrema derecha es vital? ¿Cómo van a resolver esta contradicción? O ¿esta igualmente es una contradición más que no importa?

Sectores que se autodenominan de izquierdas y avalan regímenes represivos también lo están haciendo muy mal, desde el punto de vista estratégico, en el necesario proceso de construcción política, teórica y práctica de una nueva utopía anticapitalista, capaz de volver a encantar a amplias capas de la juventud, de las mujeres, de los que viven del trabajo y de los pueblos oprimidos. Una nueva izquierda anticapitalista de masas debe ser democrática, independiente y enfrentarse a modelos autoritarios, o no será.

Pero queda una pregunta que debería ser más importante que todas para cualquier militante y organización socialista en América Latina y el mundo: ¿cómo nos vemos ante los ojos y expectativas de los trabajadores, el pueblo y lo que queda de la izquierda no burocrática en Venezuela? ¿Serán abandonados a su suerte aquellos sectores a la izquierda del PSUV, o críticos ocultos dentro del propio PSUV, hoy fragmentados, perseguidos, algunos presos, muchos en plena actividad contra la represión del gobierno[10]? Por nuestra parte, apoyar sus luchas, alentar su unidad para resistir, ayudarlos a sobrevivir y respirar es la tarea internacionalista prioritaria. Todo lo demás que no les tenga en cuenta puede ser geopolítica, pero internacionalismo no lo es. Al fin y al cabo, la única garantía estratégica de una Venezuela soberana, de mejores condiciones de vida y trabajo, de reorganización y poder popular a medio plazo, está en manos de aquellos sujetos sociales y políticos que protagonizaron los años dorados del proceso bolivariano y no en manos de los sepultureros del proceso.

Ana C. Carvalhaes es periodista, máster en Economía Política Internacional y miembro del PSOL. Luís Bonilla-Molina es profesor universitario, pedagogo crítico y presidente de la Sociedad Venezolana de Educación Comparada.

[1] Amplia unión de partidos de izquierda, creada por el PT en 1990 y hoy formada por más de 100 organizaciones, entre ellas el Partido Comunista de Cuba, el partido de Ortega en Nicaragua, Evo Moralez y su partido MAS en Bolivia. El Frente Amplio uruguayo lleva más de un año distanciándose de Maduro. Ahora, Lula, Petro y López Obrador han “dividido» definitivamente el bloque.

[2] Una malversación de fondos de PDVSA estimada en 15.000 millones de dólares derribó al presidente de la empresa estatal y ex ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, el pasado mes de abril. Véase https://g1.globo.com/mundo/noticia/2024/04/09/ex-vice-presidente-de-nicolas-maduro-na-venezuela-e-preso.ghtml

[3] Sobre la política económica de Maduro y su relación con los sectores empresariales del país, ver: https://nuso.org/articulo/venezuela-elites-Maduro-fedecamaras/

[4] https://www.aporrea.org/trabajadores/n393080.html

[5] Estas son las condiciones establecidas por la llamada Licencia 44, con la que la administración Biden, en octubre de 2023, volvió a permitir la venta legal de petróleo venezolano a empresas privadas estadounidenses y extranjeras.

[6] Ver el artículo de Bonilla sobre el tema en: https://luisbonillamolina. com/2024/07/25/las-elecciones-presienciales-en-venezuela-del-28j-2024-una-situacion-inedita/ “El decreto 2792 de 2018 que elimina las contrataciones colectivas y el derecho a huelga, el instructivo ONAPRE que desconoce los derechos adquiridos de una parte importante de los empleados públicos, trabajadores de la educación, la salud y otros sectores, forma parte de una medida natural de contención y de una difusión de coincidencias entre la nueva y la vieja burguesía, para avanzar en acuerdos con amplios sectores del capital nacional y sus representaciones políticas.”

[7] El Partido Comunista de Venezuela fue intervenido e impedido de lanzar candidatos en agosto de 2023.

[8] Diosdado Cabello presenta un programa de televisión en el que condena a los desleales como traidores y los aplasta con un enorme martillo. No, no se trata de un cuento de realismo fantástico latinoamericano.

[9] https://www.brasildefato.com.br/2024/06/03/eua-compram-cada-vez-mais-petroleo-de-caracas-enquanto-enquanto-dificultam-vendas-venezuelanas-para-outros-paises

[10] Aqui, três dos setores que conformam essa esquerda fora do PSUV: https://www.aporrea.org/actualidad/n395391.html#google_vignette

[VIDEO] Organizaciones políticas, sociales y sindicales exigen auditoría y proponen creación de un frente democrático-popular

Venezuela: manifesto por uma outra campanha 

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Más de 100.000 docentes dejaron de ejercer en los últimos dos años en Venezuela, según FVM

Carmen Teresa Márquez, presidenta de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), informó que en tres años los docentes han llevado a cabo más de 4.000 protestas en la nación, pero el Gobierno «no ha dado respuesta en cuanto al aumento salarial y a la discusión de la contratación colectiva».

En ese contexto, precisó que los salarios de los profesores no alcanzan, por lo que muchos han desertado de planteles educativos. A ello, dijo, se le suma que las escuelas «están en pésimas condiciones».

Por otro lado, deslizó que buscan tener encuentros con el Ministerio de Educación para que den información sobre el mantenimiento de los colegios, la organización y la contratación colectiva de maestros que «está paralizada».

En entrevista a Onda, dijo que en los últimos dos años «más de 100.000 docentes abandonaron las clases, las escuelas, están en otros oficios y otros se fueron del país».

Entre tanto Édgar Machado, presidente del Sindicato Venezolano de Maestros del Distrito Capital, subrayó que hay una gran cantidad de profesionales de la educación que sopesan sobre retornar a las aulas o dedicarse a otra tarea que le dé más dividendos.

«El docente no ha tenido vacaciones, ha estado tratando de sobrevivir con estos salarios de hambre y con más de 850 días sin ajuste salarial», manifestó.

Más de 100.000 docentes dejaron de ejercer en los últimos dos años en Venezuela, según FVM

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